La ciencia de la urbanización como ciencia social

Resumen

El ingeniero Ildefons Cerdà llegó a ser un científico social. Este enunciado no pretende ser ni una alabanza ni un reproche. Es sólo la admisión de un hecho empírico, una afirmación basada en la simple lectura de las intenciones confesadas por el mismo urbanista y no en la clasificación de su trabajo a la luz de cualquier hipótesis actual sobre las fronteras y el contenido de las ciencias sociales. El reconocimiento de este hecho empírico quiere contribuir a establecer una correcta perspectiva histórica sobre una labor intelectual que tiende a escapar del encasillamiento cronológico concreto en virtud de sus duraderas secuelas prácticas. En efecto, el hecho de que el Ensanche de Barcelona se haya convertido en una realidad según el diseño cerdiano es la causa principal de la frecuente aparición de reacciones cargadas de una emotividad que ya no suscitan demasiados productos culturales del siglo XIX, fuera del ámbito estrictamente artístico. Sea cual sea la vigencia que se atribuya a las aportaciones de Cerdà, es preciso no olvidar que son fruto de la cultura ochocentista y que, por lo tanto, han de ser juzgadas de acuerdo con los parámetros de un mundo de ideas y de valores que ya no es el nuestro.