Cerdà: Un puente entre dos civilizaciones

Resumen

Reconocer la dimensión innovadora y pionera de Cerdà no es incompatible con admitir su pertenencia a una tendencia urbanística que se remonta a los procedimientos de la centuriatio romana y que prosigue en múltiples episodios ligados a las ciudades de fundación tanto de la Edad Media como de la Edad Moderna. Se suele señalar la deuda de Cerdà con la experiencia de la colonización española en Suramérica, pero se tiende a pasar por alto la influencia que sobre él pudo ejercer el proceso de construcción de ciudades en Norteamérica desde finales del siglo xvii. Ejemplos como los de Philadelphia, Savannah o New Ebenezer, poseen similitudes profundas con el modelo urbano de Cerdà en lo relativo a conceptos tales como linealidad, homogeneidad, regularidad, esponjamiento o nuclearidad. Otro filón importante para Cerdà es el de las grandes operaciones de la cultura ilustrada en la Europa de la segunda mitad del siglo xvm, como la Baixa de Lisboa, la New Town de Edimburgo o la Friedrichstadt de Berlín, ejemplos en los que la traza se basa en una regla propia y autónoma que exhibe su contraposición con el tejido denso y tortuoso de la ciudad heredada. Pero también cabe entender a Cerdà como un precursor de la urbanística moderna. Su interés por la escala territorial o su preocupación por conseguir una relación equilibrdada entre edificación y espacio libre le aproximan al ideario del Movimiento Moderno. Cerdà se separa de la retórica de la gran composición, propia del eclecticismo, para buscar una estructura urbana sin jerarquías ni sometimientos, en la que todos los elementos tiene un valor equivalente. Lo que aún hoy nos une a Cerdà es su concepción de la ciudad como proyecto capaz de definir un escenario para la vida humana acorde con la cultura de la época.