Editada por Adrian Blau, profesor de Ciencias Políticas en el King’s College de Londres,
Porque, tal y como explica Blau en la introducción, estamos no solo ante un libro donde se describen y explican diferentes métodos sino, sobre todo, ante una obra que, a diferencia de aproximaciones más tradicionales, explicita cómo implementar o poner en práctica dichos métodos. De lo que se trata, en esencia, es de inferir —«the logic of inference» (p. 6)— y seguir unas pautas de buenas prácticas que están presentes en cada una de las diferentes metodologías y que, por tanto, podemos usar en todas sus potencialidades para llevar a cabo análisis de teoría política.
No en vano, en cada uno de los diferentes capítulos en que se divide el libro, pues se trata, en efecto, de una obra colectiva en la que intervienen académicos procedentes del Reino Unido, Estados Unidos, Australia y Bélgica, se exponen tales pautas en forma de recomendaciones al objeto de saber qué hacer y qué evitar cuando utilicemos una metodología determinada.
Esta aproximación conjunta denominada «How-to» tendría, en todo caso, que evitar dos riesgos fundamentales: por un lado, los sesgos propios de cualquier marco interpretativo y, por otro, las interpretaciones subjetivas no sujetas, o no lo suficientemente, a evidencia empírica.
Son cinco las razones que, sintéticamente, hacen recomendable para Blau la adopción de una aproximación «How-to». En primer lugar, la posibilidad de ir desarrollando una literatura metodológica que permita a los investigadores explicar a los lectores de qué metodología específica se está haciendo uso. En segundo lugar está la facultad de comprender cómo aplicar una metodología concreta, lo cual, de hecho, debería ayudarnos a seleccionarla o, en su caso, a desecharla como instrumento óptimo de análisis.
En tercer lugar, el enfoque «How-to» nos ayuda a evitar errores, tal y como ilustra la contribución de Johan Olsthoorn, de la Universidad de Lovaina, que defiende la necesidad de definir más objetivamente los conceptos; o la de David Schmidtz, de la Universidad de Arizona, en cuyo capítulo sobre el idealismo realista se critica a los utilitaristas de la acción, pues al centrarse en la maximización utilitaria de las acciones humanas no consideran las consecuencias indeseadas de las mismas. Igualmente reveladoras son en este aspecto las aportaciones de Brian Kogelmann y Gerald Gaus, de la Universidad de Arizona, para quienes los análisis de la teoría de la elección racional pueden perder consistencia al no distinguir entre situaciones paramétricas y estratégicas.
En cuarto lugar, la perspectiva «How-to» puede fortalecer determinados argumentos. Coherente con esta idea, Robert E. Goodin, de la Universidad Nacional de Australia, proporciona numerosas recomendaciones para escribir y estructurar textos académicos. Kimberley Brownlee, de la Universidad de Warwick, y Zofia Stemplowska, de la Universidad de Oxford, explican, a su vez, cómo la experimentación de ideas nos puede ayudar a examinar la efectividad de los principios abstractos. Por su parte, Brooke Ackerly, de la Universidad de Valderbilt, y Rochana Bajpai, del SOAS de Londres, muestran a los teóricos políticos de la escuela comparativa el valor de ir más allá de las élites y los textos. Y Jonathan Leader Maynard, de la Universidad de Oxford, destaca cómo podemos apoyarnos en el análisis de las ideologías para entender el efecto real que tiene la aplicación de principios normativos.
En quinto y último lugar, la óptica «How-to» puede ayudarnos a mejorar las metodologías y, por ende, a reforzar las ideas esbozadas en los puntos precedentes. Por ejemplo, en el capítulo en que Carl Knight, de la Universidad de Glasgow, rechaza el punto de vista de Rawls, según el cual es posible dar cierto grado de consistencia, a través de la aplicación del método del equilibrio reflexivo a los juicios de valor. O en el que Jonathan Quong, de la Universidad del Sur de California, establece tres formas de contractualismo según cinco dimensiones del mismo. También en el que Ackerly y Bajpai llegan a diferenciar hasta cuatro tipos de pensamiento político comparativo en contra de aquellos que restringen este a solamente uno. Y, sin duda alguna, en el propio que firma Blau, que argumenta que en materia de interpretación de textos se han ido obviando algunas de las pautas de buenas prácticas que han de presidir una investigación de calidad.
Estructurado en catorce capítulos, además de una introducción hecha por el mismo Blau, habría que observar que el título del libro es de alguna manera engañoso y a todas luces insuficiente, ya que, lógicamente, sería mucho más apropiado hablar en plural de métodos, metodologías, técnicas y aproximaciones en el análisis de teoría política. En cualquier caso, el alcance de la obra es realmente ambicioso y amplio, y toca cuestiones de filosofía política, filosofía moral, jurisprudencia normativa, teoría política positiva, historia de las ideas políticas, etc.
Justificadamente o no, y en consonancia con las tendencias actuales, no faltarán seguramente quienes, sin entrar en cuestiones de fondo, echen en falta en este estudio la ausencia de autoras que puedan proporcionan una perspectiva femenina o, si se quiere, desde postulados feministas. El libro registra, por añadidura, otras carencias más o menos palpables. Así, por ejemplo, no contiene aportación alguna en relación con las teorías de las relaciones internacionales, o sobre cómo los teóricos políticos deberían utilizar los métodos de investigación empírica en sus estudios de historia y ciencias sociales. De estas y otras ausencias acusa debidamente recibo el editor Adrian Blau, que también constata la imposibilidad de dar cabida en una obra como esta a toda la diversidad de campos que conforman en sentido amplio la teoría política o, más específicamente, la teoría política analítica.
Sí que cabría, a estos efectos, hacer una nítida distinción entre teoría política analítica, por un lado, y teoría política continental, por otro. La primera está asociada al trabajo de autores como Thomas Hobbes, J.S. Mill, Martha Nussbaum, John Rawls o Quentin Skinner, entre otros. Mientras la segunda se vincula con el trabajo de pensadores como Theodor Adorno, Michel Foucault, G.W.F. Hegel, Friedrich Nietzsche, Richard Rorty o Slavoj Žižek, por citar a algunos de sus autores más significados. Resulta necesario subrayar esta distinción ya que, pese a resultar cuestionable, el libro se concentra fundamentalmente en la primera, esto es, en las premisas que informan la teoría política analítica aunque, por supuesto, sin excluir ideas y conceptos procedentes de otras escuelas y corrientes de pensamiento. Para lo que aquí interesa, las características de la teoría política analítica podrían condensarse, siguiendo a David Miller y Richard Dagger (
Con todo, es conveniente reiterar que
Retornando a la estructura de la obra —por autores y temas—, el punto inicial de partida tendría que ser «Cómo escribir teoría política» (
En «Experimentación de ideas» (
Carl Knight, en «Equilibrio reflexivo» (Reflective Equilibrium, pp. 46-64), expresión que pone en relación los principios y los juicios de valor, examina y desarrolla la influyente aproximación que hiciera en su día John Rawls (
Por su parte, Jonathan Quong, en «Contractualismo» (
Cada tipo de contractualismo es, en suma, una forma de respuesta a una serie de interrogantes que tienen que ver con las motivaciones e intereses de los agentes en sus interacciones sociales.
De especial interés es ciertamente el capítulo «Sentimientos morales» (
Seguidamente Robert Jubb, de la Universidad de Reading, en su capítulo «Realismo» (
A continuación David Schmidtz, en «Idealismo realista» (
Uno de los capítulos clave del libro es, desde luego, «Análisis conceptual» (
En las conclusiones finales, Olsthoorn recalca dos aspectos subyacentes que, a su juicio, dan sustrato a las proposiciones que hace. En primer lugar, que hay que diferenciar claramente entre análisis conceptual y teorización normativa: el primero de estos es básicamente un análisis lingüístico, mientras la segunda consiste en construir argumentos y teorías basándose preferentemente en consideraciones normativas. Y en segundo lugar, que es conveniente hacer análisis conceptual pero disociándolo de cualquier teorización normativa.
Desde otra óptica, en el capítulo «Teoría política positiva» (
A renglón seguido, el capítulo «Teoría de la elección racional» (
Otra aportación destacable es, sin duda, el capítulo «Interpreting texts» (
Y en cuanto a la metodología de reconstrucción, Blau afirma que, pese a ser vista como una técnica filosófica, su uso está muy extendido entre científicos sociales. Reconstruir, según Blau, consiste en probar, suplementar, modificar y suprimir definiciones, interrelaciones entre conceptos e ideas, pasos a seguir en una argumentación, etc. Vinculada con esta definición hay una tipología que desarrolla Blau y que diferencia tres clases de reconstrucción: empírica, sistemática y adaptable.
Con la finalidad de condensar su crítica de forma práctica, Blau concluye su capítulo con las siguientes recomendaciones: leer amplia y cuidadosamente; pensar filosófica y contextualmente; valorar la incertidumbre; mirar desde todos los ángulos; pensar de forma autocrítica; cuestionar evidencias e interpretaciones dadas; probar y revisar constantemente, y, por último, ser abiertos disfrutando de una mente abierta.
Con una aproximación decididamente ecléctica, el capítulo «Pensamiento político comparativo» (
Igualmente notable es el capítulo «Análisis de las ideologías» (
En lo que se refiere a poder analizar las ideologías
El último y más breve capítulo, «Cómo hacer una tesis doctoral en teoría política» (
Llegados a este punto, finalmente, tras haber hecho un recorrido capítulo a capítulo por este original, práctico y accesible texto diseñado para saber hacer teoría política analítica, solo resta terminar haciendo hincapié en el carácter original y sustantivo del libro reseñado. Es en este contexto de novedad que debemos encuadrar, para comprender, el valor individual de cada una de las contribuciones, que tienen la virtud de vertebrar conjuntamente una obra de valor impagable por lo novedoso del tema, por la sencillez de sus conclusiones generales y, en definitiva, por la variedad y calidad de las aportaciones que hacen sus autores.