Artículos / Articles

DOI: 10.22325/fes/res.2023.188

Cuidados y arreglos. La importancia del arraigo al barrio en un contexto de pandemia


Care and arrangements. The importance of attachment in the neighborhood in a pandemic context


Cristina López-Villanueva ORCID

Departamento de Sociología. Universidad de Barcelona, España . Email

Montserrat Crespi-Vallbona * ORCID

Departamento de Empresa. Universidad de Barcelona, España . Email

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 32 Núm. 4 (Octubre - Diciembre, 2023), a188. pp. 1-26. ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 12/05/2022
Aceptado / Accepted: 21/01/2023



RESUMEN

La pandemia y la experiencia reciente de confinamiento han intensificado la centralidad de los cuidados como herramienta indispensable para garantizar el bienestar de las personas. Pese a la hipermovilidad y la globalización, la crisis sanitaria ha acrecentado la importancia del arraigo al lugar, como espacio material para el desarrollo de las relaciones sociales. El objetivo del trabajo es estudiar la relevancia de lo local, del barrio, como manifestación territorializada, en el que los hogares, los vecinos y la comunidad organizan las rutinas en la gestión de la vida cotidiana. El trabajo se ha llevado a cabo a partir de un análisis cualitativo de más de 20 entrevistas en profundidad en dos barrios de la ciudad de Barcelona: Sant Antoni (Distrito Eixample) y Montbau (Distrito Horta-Guinardó). Los resultados ponen de manifiesto el refuerzo de la proximidad y la importancia de la escala barrial en la provisión de bienestar; el barrio se configura como el espacio donde se desarrolla el sentido de pertenencia; se conforman lealtades y se construye una identidad social compartida. El estallido de la COVID19 ha incrementado esta solidaridad barrial, afianzando anclajes. La densidad de las relaciones sociales, la propiedad de la vivienda y el nivel de satisfacción con los vínculos sociales y el barrio son los elementos que consolidan el arraigo. No obstante, este no está exento de grandes desafíos que se derivan de algunas dinámicas urbanas recientes que comportan fragmentación social y disolución de vínculos.

Palabras clave: Barrio, arraigo, cuidados, COVID-19, Barcelona.


ABSTRACT

The COVID-19 pandemic and the recent experience of lockdown highlighted the centrality of care as an essential tool to guarantee people’s well-being. Despite hypermobility and globalization, the health crisis increased attachment to place as a material space for the development of social relations. The purpose of this research is to study the relevance of the local neighborhood as a physical space in which households, residents and the community organize their daily rutines and provide care. It is based on a qualitative analysis of more than 20 in-depth interviews in two neighborhoods of the city of Barcelona: Sant Antoni (Eixample) and Montbau (Horta- Guinardó). The results reveal the importance of proximity and the local neighbourhood for the provision of well-being. A sense of belonging to one’s neighborhood is developed, this being the space around which loyalties are formed and a shared social identity is built. The outbreak of COVID19 strengthened such bonds with and anchorage to the local neighborhood. The intensity of social relationships, home ownership and the level of satisfaction with social ties are aspects that consolidate this association with one’s neighborhood. However, these are not exempt from major challenges derived from recent changes to the urban fabric that have generated social fragmentation and the breaking of ties.

Keywords: Neighborhood, attachment, care, Covid-19, Barcelona.




INTRODUCCIÓN


La irrupción de la pandemia COVID-19 y la experiencia reciente del confinamiento han puesto al descubierto las carencias estructurales de la crisis sanitaria sobre un escenario que no se había acabado de recuperar desde la Gran Recesión (Sánchez-López y de Paz Bañez, 2020) y que ahora se han manifestado en toda su crudeza. La pandemia ha contribuido a sacar a la luz la profunda crisis económica, social e institucional en relación con el empleo (Laparra, 2022), la educación (Marí-Klose y Julià, 2022), las condiciones generales de la vivienda (Ayala et al., 2022) o la sanidad (Moreno Fuentes, 2022). Temas, todos ellos, ampliamente abordados en la literatura académica desde el año 2020 en España (Consoli et al., 2022; Salido y Massó, 2021; Ocaña et al., 2020; Fundación Foessa, 2022, entre otros). La COVID-19 también ha visibilizado, como nunca antes, la centralidad de los cuidados y los erige en herramienta indispensable para transitar por la vida. El cierre de servicios de atención a las personas (instituciones educativas, cuidados a domicilio, centros de día o comedores) y de lugares de encuentro ha hecho emerger todo un conjunto de tareas con un valor fundamental para la provisión del bienestar y de la calidad de vida que fueron asumidas por las familias, los vecinos o la comunidad.

En situaciones de crisis las distintas formas de solidaridad (familiares, vecinales y comunitarias) pueden generar estrategias para contener y amortiguar los procesos de exclusión social (Marí-Klose y Escapa, 2015); sin embargo, dada la singularidad de la pandemia -al restringirse los contactos con personas fuera del hogar- se habrían debilitado las relaciones sociales y la ayuda mútua fuera del ámbito doméstico (Martínez-Virto y Sánchez-Salmerón, 2022) y ello habría ocasionado situaciones de riesgo adicional en relación al aislamiento, la soledad y la exclusión social (Armitage y Nellums, 2020). Los resultados de este trabajo apuntan en dirección contraria y muestran la relevancia e intensificación de las relaciones familiares,vecinales y comunitarias en la provisión de bienestar y ayuda mútua en este período de excepcionalidad.

Si bien muchos trabajos han abordado con acierto el tema fundamental de los cuidados durante la pandemia (Martín Palomo et al., 2021, Pautassi, 2021; González Celis y González Llama, 2020), existe una menor atención al análisis de éstos desde una perspectiva territorial, desde la importancia del lugar, el barrio, como escenario de proximidad donde los cuidados, las relaciones e interacciones se desarrollan y ello constituye la principal contribución de este trabajo.

Así, a pesar de las transformaciones de la globalización (Sassen, 2013), de la hipermovilidad (Giddens, 2003) o del ascenso de los no-lugares (Augé, 2001; Garreau, 2011), la crisis derivada de la pandemia ha reforzado la importancia del sentido de pertenencia y cobran importancia las relaciones de proximidad familiares, vecinales y comunitarias (Barañano, 2021) en el marco de las grandes ciudades -como es el caso de Barcelona- y ésta constituye nuestra hipótesis. El objetivo del trabajo es determinar el papel que juega el espacio local de proximidad, el barrio, como lugar donde se desarrollan los cuidados y las interacciones sociales y se originan los vínculos que generan pertenencia en un contexto de crisis agudizada por la pandemia.

Con la finalidad de dar cuenta de ello, se estudian (a partir del análisis de más de 20 entrevistas en profundidad): en primer lugar, las estrategias familiares y vecinales en los trabajos de provisión de bienestar, ahondando en el papel de las iniciativas comunitarias barriales en los trabajos reproductivos durante esta situación de excepcionalidad; y, en segundo lugar, qué elementos generan arraigo al barrio. Para ello, se comparan dos barrios de Barcelona de características distintas (uno céntrico -Sant Antoni- y otro periférico -Montbau-). Los resultados de la investigación son relevantes para técnicos y responsables del diseño de políticas públicas.

En primer lugar, porque se pone de manifiesto la importancia del territorio, la escala local, en la provisión de cuidados y bienestar. El barrio se erige como unidad territorial básica en el desarrollo y sostenimiento de la cohesión social de las áreas urbanas. Ello debe ser tenido en cuenta en las políticas y acciones para la reducción de la desigualdad, especialmente cuando ciertos procesos urbanos derivados de la apropiación capitalista del espacio (gentrificación o turistificación) generan dinámicas que fragmentan el espacio, debilitan los vínculos y dificultan la identificación con el territorio incrementando la fragilidad de los más vulnerables.

En segundo lugar, porque las iniciativas solidarias que se han desarrollado ante la situación de excepcionalidad cuestionan los mecanismos de gobernanza organizacional y de participación ciudadana y han puesto de manifiesto diversas formas de innovación social que pasan por la cooperación público-comunitaria.


ANTECEDENTES Y MARCO TEÓRICO

La pandemia de la COVID19 ha sacado a la luz el papel central de los cuidados. Cuidar significa atender a las personas en las actividades cotidianas de la vida diaria, no sólo cuando éstas no puedan realizarlas por sí mismas; los cuidados incluyen tareas de acompañamiento, de ayuda indirecta o atención a las personas sanas (Durán, 2021). Los cuidados no solo incluyen actividades para satisfacer las necesidades básicas de la existencia y reproducción de las personas sino que también comprenden aspectos subjetivos y emocionales como el cariño, el afecto, las relaciones o la comprensión, más allá de los plenamente físicos y objetivos como la alimentación, .la higiene, la vestimenta o la educación; en definitiva, los cuidados consisten en la gestión y el mantenimiento cotidiano de la vida y de la salud (Perez Orozco, 2006), garantizan el bienestar de las personas (físico, mental, relacional y emocional) y aseguran el sostenimiento de las actividades cotidianas. El cierre de los servicios de atención a las personas durante la pandemia y el hecho que éstos fueran asumidos desde el ámbito privado de los hogares o desde la comunidad, revalorizaron el papel esencial de los cuidados. Sin embargo, y pese al reconocimiento de su indispensable función, se vuelven a poner de manifiesto las diferentes discriminaciones puesto que la crisis sanitaria ha re-naturalizado el ámbito privado, el reproductivo y del hogar en una responsabilidad femenina (Pautassi, 2021) asumiendo, las mujeres, esta carga que se ha intensificado con el teletrabajo (Seiz, 2020).

En las regiones del Sur de Europa, el mercado y las instituciones públicas han tenido un menor protagonismo en la provisión de bienestar, y las estrategias para sostenimiento de la vida se han basado en la relevancia de las redes familiares (Jurado y Naldini, 1997) y el papel del tercer sector, muy estrangulado por los ajustes de austeridad durante la crisis (Guillén et al., 2016). La COVID-19 ha impactado sobre un escenario de vulnerabilidades múltiples que no se había recuperado desde la Gran Recesión (Santiago Muiño, 2022).

En este contexto, el territorio, la escala local y, en particular, el barrio adquieren gran importancia como escenarios en los cuales se desarrollan las tareas cotidianas de cuidado, soporte y ayuda (Barañano et al., 2023; Barañano y Ariza, 2021; Porras y Donati, 2020).

Diversos trabajos han cuestionado la importancia de lo local: Bauman (2004) se refiere a la desterritorialización y da cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista así como del debilitamiento de los lazos que protegen al individuo y del desarraigo afectivo; Augé (2001) llama la atención sobre el crecimiento de los no-lugares en un contexto de hipermovilidad, como espacios impersonales y anónimos en los que no se construye identidad, no se producen interacciones y carecen de trayectoria histórica; Ascher (2004) , por su parte, destaca el debilitamiento de los lazos sociales cuando teoriza sobre los “vínculos débiles” y frágiles de las ciudades actuales frente a los “vínculos fuertes” de las sociedades rurales e industriales con mayor raigambre. Pese a este cuestionamiento, el territorio, en un contexto de crisis, adquiere gran relevancia.

La importancia de la escala local, está ligada al sentido de pertenencia (Sennett, 1999 citado en Gómez y Álvarez Dorronsoro, 2013). Una de las cuestiones clave en el desarrollo del apego es la relación de las personas con el espacio público, la consideración de las redes sociales y la relevancia de la vida de los barrios como elemento aglutinador, sin embargo, ello no es nuevo en la literatura científica en el campo de la sociología urbana. En esta dirección, Simmel en su obra la Metrópolis y la vida mental escrita en 1903 (2005) reivindica el espacio público urbano como el lugar de encuentro con el otro e insiste en el barrio, en la calle, en el espacio público como lugares de socialización por excelencia en las grandes ciudades, en los cuales se construyen vínculos entre el espacio privado del hogar y el espacio anónimo de la urbe; Lefebvre, por su parte, en la obra La producción del espacio, escrita en 1974 (2013) concibe el espacio como un producto social en el cual interrelacionan la vida cotidiana, lo simbólico y el poder: el espacio practicado (donde las personas habitan el espacio a partir del uso cotidiano), el vivido (se trata de la representación simbólica) y el representado (práctica espacial que integra las relaciones sociales de producción y reproducción). En esta línea, las tesis de Jane Jacobs en su obra Muerte y vida en las grandes ciudades, publicada en 1961 (2013) , tienen plena vigencia hoy cuando apuestan por un modelo basado en el vecindario y en el conocimiento mútuo y reclaman la existencia de espacios de socialización para la generación de vínculos entre las personas y, añade, que el sentimiento de comunidad y de responsabilidad social cohesiona a los vecinos y les dota de protección. Jacobs sitúa el barrio como elemento central de lo local. Siguiendo esta lógica argumentativa, McDowell (2020) afirma que el apego y el sentido de pertenencia no se diluyen pese a un incremento de la globalización y que la vida cotidiana de las personas sigue desarrollándose en términos estrictamente locales.

Lo local importa y en el barrio se desarrolla el sentido de pertenencia donde los vecinos son conocidos y reconocidos como miembros de una comunidad. Este sentido de pertenencia se ha definido no solo como la conexión con el lugar material sino también con el espacio vivido, con significación emocional (Kyle et al., 2005; Lewicka, 2011) y está influido por significados, conocimientos, compromisos y satisfacciones que una persona asocia con ese lugar específico (Zhang y Xu, 2019). En este espacio de proximidad se desarrollan las prácticas cotidianas, los rituales diarios que proporcionan protección y que, en definitiva, aumentan el capital social (Antonsich, 2010; Del Acebo, 1996). En el barrio se conforman lealtades vecinales, se construye una identidad social compartida que conecta con el pasado y con el futuro puesto que permite la persecución de objetivos colectivos (Gómez, 2021) y por lo tanto posibilita movilizar solidaridades. En este sentido, el arraigo es una construcción socio-imaginaria de motivaciones subjetivas por las cuales un individuo o un grupo social se establece, enraiza y relaciona con un lugar.(McMillan y Chavis, 1986).

El confinamiento ha supuesto una excelente ocasión para (re)pensar la ciudad, la cohesión social y la escala, así se ha retomado el debate sobre “la ciudad de las proximidades” recuperando la idea de “la ciudad de los 15 minutos”. Aunque esta reflexión no sólo ha tenido lugar en el marco de una emergencia sanitaria sino que también climática. La encrucijada entre ambas crisis (Moreno, 2021) ha acelerado el proceso por el cual algunas ciudades han incorporado la lógica de la proximidad, de la “ciudad de los 15 minutos” (como tiempo máximo de desplazamiento que permite a una persona acceder desde su domicilio a los equipamientos y servicios básicos para el desarrollo de su bienestar cotidiano) en su agenda para la lucha contra el cambio climático y en la lógica de hacer las ciudades más sostenibles. Barcelona constituye un ejemplo de ello con el caso de las Superilles 1 .

Pese a la recuperación de la noción de la ciudad de las proximidades y a la intervención urbanística en la implementación de las Superilles, las diferentes dinámicas urbanas como la gentrificación, la turistificación y el consiguiente incremento del precio de la vivienda generan grandes desafíos para el anclaje de la población (y en especial para los colectivos más vulnerables) en los barrios (Barañano et al., 2023).


METODOLOGÍA DE ANÁLISIS Y CONTEXTO DEL ESTUDIO DE CASO

Para dar cuenta del objetivo se ha llevado a cabo un análisis cualitativo a partir de la información recopilada en 20 entrevistas en profundidad realizadas en dos barrios de la ciudad condal con características distintas. Esto es, Sant Antoni (Distrito Eixample) y Montbau (Distrito Horta-Guinardó) situados en el centro y en la periferia de la ciudad, respectivamente.

La selección del barrio de Sant Antoni se justifica por su ubicación central en la ciudad, por tratarse de una zona de expansión turística y por ser objeto de una intervención urbanística reciente: la implementación de la Superilla de Sant Antoni. La selección del barrio de Montbau se debe a su creación (Patronato Municipal de la Vivienda) y su ubicación en la periferia de la ciudad. El barrio de Sant Antoni es uno de más pequeños y densos del Distrito de l’Eixample, con más de 38.175 habitantes (según la lectura del Padrón a 1 de enero de 2022); en un perímetro de menos de un kilómetro cuadrado (Figura 1). Su población ha ido perdiendo peso relativo y se configura como un barrio envejecido. Sin embargo, presenta dos transformaciones importantes. En primer lugar, el barrio se encuentra en la zona de irradiación turística del centro histórico de la ciudad y desde hace una década, empieza a vivir un proceso de “embellecimiento”, turistificación y gentrificación (Galisteo, 2019), convirtiéndose en una de las nuevas zonas de moda y de ocio nocturno. En segundo lugar, destaca la implementación de la Superilla, modelo de supermanzana impulsado por el actual Ayuntamiento de Barcelona, con el fin de convertir algunas calles colindantes al mercado de abastos (elemento central del barrio) en lugares de encuentro, de intercambio cultural, económico y social, con espacios verdes y de tráfico pacificado, recuperando de esta forma el espacio público y la vida en las calles (Gómez et al., 2020). Ambos aspectos condicionan la evolución del barrio y las características de la población al revalorizarse (al alza) el precio de la vivienda.

El barrio de Montbau se encuentra en la periferia de la ciudad, presenta cierto aislamiento y una orografía compleja. El barrio está ubicado al pie de la sierra de Collserola, en el Distrito de Horta (Figura 2), entre el complejo de la Ciudad Sanitaria de la Vall de Hebrón, el complejo de Llars Mundet (recinto que contiene diversos equipamientos públicos, entre ellos, uno universitario), y la Ronda de Dalt (vía de circunvalación superior de Barcelona). La urbanización del barrio es más recinte; su origen se fecha en 1956 (y una segunda fase en 1961) para dar respuesta a las necesidades de vivienda originadas por la llegada de inmigración interior. El Patronato Municipal de la Vivienda encargó el proyecto de 1.440 viviendas (de 60, 80 y 100 m²) a un equipo de arquitectos que siguió la línea urbanística racionalista. Estas viviendas se dieron en régimen de amortizaciones (y no de alquiler), lo que garantizó la posterior propiedad de las mismas. Algunos de los bloques proyectados se adjudicaron a diferentes cooperativas: El Patronato de Casas Militares del Ministerio del Ejército, las cooperativas de la Guardia Urbana, de la Seguridad Social (INP) o del Taxi. En 2022 cuenta con 5.014 habitantes (lectura del Padrón a 1 de enero).

Estas características diferenciales que tienen que ver con el tamaño de la población (un barrio grande y otro pequeño); con la ubicación y la conectividad (uno en el centro, transitado y muy bien comunicado y otro en la periferia, con cierto aislamiento); con el nacimiento, origen, poblamiento y con las distintas dinámicas sociales y urbanas (uno en un área de expansión turística y con intervenciones urbanísticas de pacificación generadas por las Superilles y otro fruto de una promoción del Patronato de la vivienda) permiten estudiar en profundidad el arraigo al barrio y las estrategias para el sostenimiento de la vida.


Fuente: Elaboración propia. Ayuntamiento de Barcelona

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Figura 1 Barrio de Sant Antoni


Fuente: Elaboración propia. Ayuntamiento de Barcelona

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Figura 2 Barrio de Montbau

Se han realizado 10 entrevistas en cada uno de los barrios. El perfil de los entrevistados ha contemplado dos grandes franjas etarias (adultos entre 30 y 65 y personas mayores de 65 años); hombres y mujeres; personas con cargas familiares y sin ellas; nacidos en el extranjero y autóctonos. Los grandes grupos de edad se han construido de manera amplia contemplando población emancipada residencialmente diferenciando entre adultos y mayores (a partir de 65 años) que están en distintas fases del curso de vida y muestran dimensiones de arraigo diferenciadas. Se han tenido en cuenta perfiles de personas de ambos grupos de edad que residen en solitario o con otros convivientes y también con cargas familiares con la finalidad de estudiar diversas estrategias de sostenimiento de la vida y la importancia del apego al lugar. Finalmente se ha tenido en cuenta la composición en función del país de nacimiento de los vecinos de cada barrio (Tabla 1).


Tabla 1 Caracterización entrevistados

Barrio Género Edad Nacionalidad de origen Tipo y carga familiar
M001 Montbau Masculino Adultos Español Con cargas familiares
M002 Montbau Masculino Adultos Venezolano Convive con alguien
M003 Montbau Masculino Adultos Español No convive
M004 Montbau Masculino Mayores Español No convive
M005 Montbau Masculino Mayores Español Convive con alguien
M006 Montbau Femenino Adultos Española No convive
M007 Montbau Femenino Adultos Colombiana Con cargas familiares
M008 Montbau Femenino Adultos Española Con cargas familiares
M009 Montbau Femenino Mayores Española Convive con alguien
M010 Montbau Femenino Mayores Española No convive
SA001 Sant Antoni Masculino Adultos Español Con cargas familiares
SA002 Sant Antoni Masculino Adultos Paquistanés Convive con alguien
SA003 Sant Antoni Masculino Adultos Español No convive
SA004 Sant Antoni Masculino Mayores Español Conviu amb ningú
SA005 Sant Antoni Masculino Mayores Español Convive con alguien
SA006 Sant Antoni Femenino Adultos Española No convive
SA007 Sant Antoni Femenino Adultos Italiana Con cargas familiares
SA008 Sant Antoni Femenino Adultos Española Con cargas familiares
SA009 Sant Antoni Femenino Mayores Española Convive con alguien
SA010 Sant Antoni Femenino Mayores Española No convive

Fuente: Elaboración propia. 2021


El análisis se completa con tres entrevistas más a informantes clave de equipamientos de la ciudad: el Director de Innovación Social (E21); el Responsable del Área de Estrategia, Cambio Demográfico y Envejecimiento (E22); y el Responsable d’Espai Barcelona Cuida del Área de Derechos Sociales, Justicia Global y Feminismos (E23) del Ayuntamiento de Barcelona. El trabajo de campo se realizó entre junio y septiembre de 2021.

Los informantes del barrio de Sant Antoni se seleccionaron a partir de un primer contacto con la entidad De veí a veí y en el caso de Montbau a partir de la Asociación de Vecinos. En ambos barrios, a partir de este primer contacto, se pactaron las primeras entrevistas hasta completar las 20. Las entrevistas tuvieron una duración de entre 40 y 80 minutos, se desarrollaron en diversos lugares del barrio (incluso on-line) adaptándose a las necesidades de los vecinos. En todas ellas, se solicitó el consentimiento informado a los entrevistados por escrito, siendo conocedores de los objetivos de la investigación y del uso de la información con finalidad exclusivamente científica.

Las entrevistas se organizaron en torno a 6 bloques que abordan: a) el impacto de la COVID-19 en la vida cotidiana b) el arraigo, pertenencia y apego al barrio c) movilidad y desplazamientos dentro y fuera del barrio; d) las redes familiares, de amistad, vecinales y comunitarias en relación a los cuidados; e) los servicios en el barrio y, f) las nuevas tecnologías.

Las entrevistas se transcribieron y se trataron con ayuda del programa Atlas.ti. Se codificó la información según reconocimiento de entidades nombradas y de análisis de sentimiento (postivo-negativo). El resultado fueron 1411 citas y 98 códigos, los cuales se pueden consultar en el anexo A. Se generaron tablas de co-ocurrencia que presentan las frecuencias de aparición de una pareja de códigos en un mismo segmento de transcripciones y ello permite establecer relaciones. Además, se generaron tablas código-texto con la finalidad de cuantificar la frecuencia de códigos en número absolutos.


ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

Las entrevistas ponen de manifiesto dos cuestiones relevantes: a) la centralidad e intensidad de los cuidados y ayuda ejercidos por las familias, los vecinos y las iniciativas comunitarias durante la pandemia y, b) la relevancia del arraigo al barrio en la provisión del bienestar. Independientemente de la tipología y características del barrio; del género y edad de los sujetos; de las condiciones económicas, físicas y sociales de las personas o del impacto de la pandemia -inclusive en condiciones objetivas de adversidad o carencia- el barrio importa. Los vecinos, durante el período de excepcionalidad han organizado, liderado y ejecutado múltiples iniciativas de ayuda mútua incrementando el altruismo y la solidaridad a pesar de la clausura de los espacios públicos de encuentro. El análisis de estos resultados se organizan en dos grandes apartados: a) cuidados: estrategias familiares, vecinales y comunitarias y, b) arraigo y barrio.

Cuidados: estrategias familiares, vecinales y comunitarias

Como ya han señalado otros estudios (Fundación Foessa, 2022), la crisis producida por la pandemia COVID-19 afectó a toda la población aunque no con intensidades distintas. Como también se constata en este trabajo, los hogares con hijos menores y con cargas familiares; los mayores -especialmente los mayores solos- los inmigrantes y los hogares con menos recursos vivieron una situación de mayor vulnerabilidad. La Tabla 2 construída a partir del análisis del contenido de las entrevistas así lo ilustra.


Tabla 2 Número de citas según edad, tipología de hogar y nacionalidad con impacto negativo COVID-19

Tipología Número de citas
Familias con hijos 31
Familias con cargas 47
Personas mayores 33
Inmigrantes 48

Fuente: Elaboración propia, 2021


Las estrategias familiares, vecinales y comunitarias han dado respuesta a las situaciones de adversidad provocadas por la pandemia, durante el confinamiento y después de éste. Ante la necesidad de recibir ayuda y cuidados, los vecinos manifiestan no confiar en la acción de la administración (Tabla 3) y ante esta situación responden que tienen familiares, amigos y vecinos; reflejando cuáles son las estrategias del sostenimiento de la vida en un contexto mediterráneo (Rodríguez Cabrero, 2011) caracterizado por la relevancia de las redes familiares y del tercer sector.


Tabla 3 Frecuencia absoluta de citas relativas a la actuación pública

Administración Pública Ayuntamiento
Negativo 19 31
Positivo 4 21

Fuente: Elaboración propia, 2021


Entre los tipos de cuidados dispensados figuran las ayudas a las actividades cotidianas como hacer la compra, el acompañamiento al médico, ir a la farmacia, llevar comida, apoyo para trámites administrativos, soporte a las situaciones de soledad no deseada, entre otras. La mayoría de los informantes han dispensado algún tipo de ayuda, no solo entre familiares, sino entre los vecinos de la comunidad de propietarios y además, participan o han participado en distintas asociaciones que han ofrecido soporte a la comunidad barrial. El compromiso individual fomenta el sentido de pertenencia a través del desarrollo de tareas de provisión de bienestar a las personas del barrio (Tangente Cooperativa, 2022):

“Sí que ha habido una reacción de mucha gente en el barrio dispuesta a ayudar a quien fuera más... a quien necesitara algo y hay veces algo tan sencillo como lo que decíamos antes, como el acompañamiento o realizar una llamada.” (SA001)

En primer lugar, cabe destacar la importancia del soporte familiar; éste ha sido esencial para sobrellevar el confinamiento y la crisis: la ayuda prestada y recibida de los hijos (para el caso de las personas mayores), sobrinos e inclusive nietos es relatada por las personas entrevistadas.

“Yo tengo unos días a mis padres y mi compañera tiene unos días que va a ver a su tía mayor... Bueno, un día a la semana, dijéramos, es más.... de momento por suerte, tanto en un caso como en el otro se encuentran bien de salud; los achaques de la edad y todo el asunto, .... Y después es un tema más de acompañar que de hacer nada concreto.” (SA001)

En algunos hogares se ha producido una reagrupación familiar para facilitar los cuidados y sobrellevar el aislamiento, sobre todo entre las personas de edad.

“...¡Ese día no comí ni cené ni nada! Vino mi hija y lo limpió. Le dije: "Ya no me veo con ánimos de, de..." y fue cuando lo hablaron con su marido, con su pareja y me trajeron aquí.” (SA009)

En el caso de las grandes zonas urbanas, esta situación se agrava cuando los familiares más directos (hijos) no residen en una zona de proximidad. Los informantes manifiestan, sobre todo en el barrio de Sant Antoni, que sus hijos no residen cerca, dificultando la provisión de ayuda durante el tiempo de confinamiento.

“La mayoría de los hijos…, por ejemplo, los míos no viven en el barrio. ¿De acuerdo? Se han ido fuera, y eso por lo general. Quiero decir que no pueden adquirir estos pisos porque los fondos de inversión se los quedan, también hay muchos pisos turísticos” (SA004).

Las consecuencias de la segregación física constituyen una amenaza para la provisión de cuidados y sobre todo para la configuración de los anclajes. Los procesos de suburbanización -y aquellos incentivados por un aumento del coste de la vivienda en las ciudades centrales ocasionados por la transformación de la vivienda en activo financiero- han ido dirigiendo la demanda (en ocasiones expulsada) hacia las periferias urbanas (Gil-Alonso et al., 2021; Porcel y Antón, 2021) fragmentado el territorio.

En segundo lugar, cabe destacarse la labor de las redes comunitarias, tanto formales como informales. La organización vecinal informal ha sido clave para transitar por esta situación de excepcionalidad. Ante la incapacidad de actuación de unas administraciones sobrepasadas, emergió la solidaridad, las redes vecinales y las iniciativas comunitarias de ayuda mutua garantizaron el apoyo a los grupos de población más necesitados. Si bien al principio las acciones fueron espontáneas, se fueron articulando estructuras de solidaridad más complejas y organizadas.

La ayuda solidaria y voluntaria que nace durante la pandemia es valorada muy positivamente por los vecinos, las frecuencias de las citas (Tabla 4) que resultan del análisis del contenido de las entrevistas así lo corroboran.


Tabla 4 Frecuencias absolutas y relativa de las citas sobre las redes y su percepción

Red familiar Red amistad Red Hogares Red vecinal Total citas % de valoración global
Citas % Citas % Citas % Citas %
Positivo 8 50% 7 87,5% 4 50% 44 68,75% 63 65,63%
Negativo 8 50% 1 12,5% 4 50% 20 31,25% 33 34,37%

Fuente: Elaboración propia, 2021


El hecho de saber que a pesar de ser casi desconocidos, pueden contar con la ayuda, el soporte y el apoyo de los vecinos es relatado con satisfacción por parte de los informantes.

“...pero también es verdad que había un grupo de gente joven que se montó y que puso un teléfono al alcance de las personas que lo necesitaran. Y esto fue un gran acierto porque entonces los llamabas y lo que necesitabas..., se dejaba abajo en el ascensor o se subía arriba y se dejaba en la puerta y se marchaba.”(M009)

En ocasiones, las ayudas adquieren forma de intercambios como cuidar a los hijos de otros vecinos, ir a comprar, cocinar algún plato, echar una mano en el caso de una reparación o cuidar en el caso de enfermedad.

“La señora me ayudaba un poco a hablar catalán, otra señora a la que hacía la compra, en mi cumpleaños me hace siempre una tarta (...). Me caí con el patinete y me ofreció la cena. Estas cosas me ayudaron.” (SA007)

“Pues si alguno necesita que cuidemos a su hija, lo hemos hecho claro este año y el pasado sin ningún problema. Y también lo han hecho con nuestra hija.”(M007)

Se observa que las ayudas, relaciones e interacciones entre vecinos son más intensas entre los residentes en el barrio de Montbau (más pequeño en cuanto a número de habitantes, periférico en cuanto a su localización y más homogéneo en cuanto a fases del curso vital de su población). En el caso del barrio de Sant Antoni (con mayor población, céntrico y heterogéneo) los informantes manifiestan que si bien existe una relación de ayuda entre los vecinos, cada uno sigue en su casa.

“Primero nosotros con los vecinos no tenemos una relación, una relación de estas de yo voy a tu casa y tú a la mía. No....hay una relación de vecinos, que si necesitas algo yo te ayudo, y si necesito algo tú me ayudas.. pero no ha habido esa relación. Bueno, lo que te ves por el patio de luces: “Hola como estáis, bien, todos vosotros, también.. pues vale, venga adelante, cualquier cosa llama”. Pero no...”(SA005)

En cuanto a la red comunitaria formal, ésta ha jugado un papel muy relevante durante el confinamiento y ha provisto de una ayuda organizada que se ha prestado desde distintas asociaciones de tipo vecinal y/o ONGs barriales. La mayor parte de iniciativas desarrolladas en los barrios partieron de organizaciones y colectivos que ya existían previamente. Ello lleva a considerar la importancia de disponer de un tejido asociativo fuerte, denso y arraigado.

En el caso de Sant Antoni destaca la labor realizada por la entidad De veí a veí que ha llegado a contar con más de 300 voluntarios y que ha liderado iniciativas para dar respuesta a las situaciones de exclusión social en el barrio (ropero, banco de alimentos, banco de objetos, riders solidarios, etc.) a las que se unen otras iniciativas de la Federación de Entidades como Calàbria 66 así como ayudas procedentes de las parroquias y otros centros religiosos.

En el caso del barrio de Montbau destacan las iniciativas llevadas a cabo por la Asociación de Vecinos y la Asociación de Jóvenes Alternativos de Montbau. Ambas organizaron una red de llamadas y ayudas. Destaca también la Fundació Catalunya La Pedrera, con un Centro de Día para mayores, un programa de atención educativa y refuerzo escolar, y un comedor para la gente mayor.

Los vecinos remarcan también que el comercio, los establecimientos de proximidad, han actuado como focos de detección de las necesidades igual que las asociaciones. La cuestión de los comercios es especialmente relevante puesto que, a parte de la venta de productos, juegan un papel imprescindible en la socialización de los vecinos puesto que son lugar de encuentro y de relación, articulan el tejido vecinal y estimulan redes de apoyo mútuo (Crespi-Vallbona y Mascarilla-Miró, 2021). Sin duda pues, el pequeño comercio de proximidad consolida los vínculos emocionales del barrio, de su gente (El Tinglado, 2021).

“Que se ha hecho lo que se ha podido y el barrio ha estado muy pendiente de que sí, yo que sé, en las tiendas de comida pues fulanita de tal no está bien, y tal y cual, pues escúchame, han tratado de poder solucionarlo, poder ayudar que no es que la hayan dejado...”(M009).

En ambos barrios, la valoración positiva de estas iniciativas comunitarias y de la vida asociativa (Tabla 4) para sostener el bienestar de la vecindad, contrasta con la valoración negativa hacia la administración local municipal (Tabla 2):

“...a nivel de solidaridad y bueno de estar dispuestos a ayudar o a echar una mano esto se ha notado mucho, dijéramos, al principio teníamos alrededor de 400 personas apuntadas pora hacer de voluntarios para hacer cualquier cosa (...)la gente decía: “¡Oye! cuenta conmigo, si tengo que hacer alguna compra o alguna no sé que, tal pues...” (SA001)

“Del ayuntamiento como tal... Yo creo que desapareció más de lo que tenía que desaparecer. Desapareció, sobre todo servicios sociales y a nivel de ayuda...” (SA001)

Sin embargo, una de las iniciativas mejor valoradas por los vecinos de Montbau, es el proyecto de acción comunitaria Radars que atiende a las personas mayores en situación de soledad no deseada; y que mediante la creación de una red de barrio están atentos a la dinámica diaria de las personas de edad. Si bien este proyecto cuenta con la participación de los establecimientos (comercios y farmacias) equipamientos, vecinos y voluntarios del barrio es una iniciativa impulsado por el Área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Barcelona y extendida a otros barrios de la ciudad. La paradoja de ser una de las iniciativas más apreciadas a pesar de ser municipal refleja el éxito de la cooperación público-comunitaria en la provisión de la ayuda.

La escasa confianza en la administración pública en este ámbito; valoriza la acción solidaria de los vecinos y del tejido asociativo del barrio; ello, además, se expresa con gratitud. El barrio cobra importancia. El discurso de los vecinos, pone las bases de cuál es la orientación que deben tomar las políticas sociales en los barrios: contar con la red vecinal comunitaria, y con las entidades de barrio para garantizar la eficacia. La propuesta de articulación para garantizar la provisión de bienestar y garantizar la los derechos ciudadanos contemplaría la coproducción de las políticas sociales desde la participación del tejido comunitario junto con el sector público (Gomà, 2019; Tangente Cooperativa, 2022) con la finalidad de fortalecer el protagonismo de los ciudadanos.

Arraigo y barrio

El confinamiento ha implicado reforzar la noción de proximidad en la provisión de bienestar y el desarrollo de las tareas cotidianas. Las limitaciones de la movilidad significaron un (re)descubrimiento del barrio y también de los vecinos. El barrio representa el vínculo del individuo con el hogar y la ciudad, entre lo público y lo privado, es la parte de la ruta diaria donde se recrea el registro de la vida (Marín Toro et al, 2017); se configura como un espacio de arraigo donde se desarrolla el sentido de pertenencia, se conforman lealtades y se construye una identidad social compartida.

Las diferentes dimensiones del arraigo al barrio tienen que ver, entre otras, con: la densidad de las relaciones sociales (presencia de familiares, amigos, relación con los vecinos, participación en asociaciones vecinales); el régimen de tenencia de la vivienda en propiedad; la satisfacción residencial y la no previsión de cambio (Hidalgo, 1998).

El estallido de la COVID19 ha incrementado el apego y la solidaridad barrial. Los entrevistados relatan (con gratitud y orgullo) los valores que se han generado: una mayor cohesión social y acercamiento entre los vecinos. Este apego al lugar se basa en las actitudes hacia el ambiente local, esto es, por las interacciones y vínculos sociales establecidos, intensos y dinámicos (Brown et al., 2004; Scannell y Gifford, 2010; Lewicka, 2011).

“Ha habido un aumento de la solidaridad. Sí, yo creo que se creó una red de soporte mútuo entre la gente joven, y sé, por lo que me ha llegado, que han hecho mucho trabajo para ayudar a la gente.” (M001)

En una situación de emergencia, se desarrollan valores como la solidaridad, el altruismo, la empatía o la justicia y, además, las actividades a las cuales se asocian estos valores se realizan con alegría (Solnit, 2020). El confinamiento ha unido al vecindario e incluso algunos manifiestan que, justo en este momento excepcional, se han conocido por primera vez; relatan algunas acciones como la creación de grupos de whatsapp; la constatación de la disposición de los vecinos a acompañar, a hacer una llamada y a echar una mano en los quehaceres diarios; también la valorización de las redes de soporte telefónico liderada por los jóvenes del barrio.

“La verdad es que desde el confinamiento nos hemos unido mucho más.” SA008

“Incluso sí sabemos que en muchas fincas dijéramos ha habido un acercamiento del vecindario ... y así algunos se han conocido por primera vez, el del primero y el sexto dijéramos, ¿no?.” (SA001)

La COVID-19 ha puesto en valor la importancia de este conjunto de acciones e iniciativas locales, que implican confianza, reciprocidad e implicación colectiva mostrándose válidas como experiencias que alimentan el sentido de responsabilidad colectiva sobre los espacios y problemas comunes (Longás et al, 2008). Así, estas interacciones de ayuda son expresadas por los entrevistados con orgullo revelando la satisfacción del capital humano de las personas del barrio, reforzando si cabe, el sentimiento de pertenencia y de identidad (Proshansky et al.,1983; McMillan y Chavis, 1986).

“Yo quiero mucho a mi barrio, mi barrio es un poco pueblo, nos conocemos mucho y hay mucha gente que aquí ha estado toda la vida y nos conocemos mucho”(M006).

Otro de los elementos que cohesionan y consolidan la pertenencia al barrio es la memoria de la acción colectiva y de las luchas vecinales que han unido y han contribuido a forjar la identidad (Castells, 1977). Sobre todo, en el caso de Montbau, los entrevistados se refieren a protestas y reivindicaciones que los han unido como vecinos y proyectado como barrio, en el pasado y en tiempos recientes, por ejemplo, la movilización contra la sala de venopunción o la demanda de de las escaleras mecánicas. También las iniciativas que desarrollan los vecinos de Sant Antoni remiten a esa capacidad de establecer lazos con las circunstancias históricas y personales de los residentes, como en el caso del impulso a la creación de vídeos geolocalizados que sean capaces de situar en las calles, memorias personales de los vecinos en paralelo con otras vivencias colectivas del barrio (Gómez et al., 2020).

Otra de las dimensiones del arraigo son la propiedad de la vivienda y el tiempo de residencia y están estrechamente relacionados con la satisfacción y voluntad de permanencia (Riger y Lavrakas, 1981; Hernández et al., 2007; Lebrusán, 2019; López-Villanueva et al., 2021). El régimen de tenencia de la vivienda guarda una estrecha relación con el arraigo. La propiedad de la vivienda ancla, vincula y protege, mientras que el alquiler y el temor a no poder pagarlo se relaciona negativamente con el enraizamiento al barrio. La proporción de viviendas en propiedad es superior en Montbau (75,7%) que en Sant Antoni (53,5%) según datos del Censo de Viviendas de 2011.

No obstante, el aumento de los precios de la vivienda es una amenaza para el sentimiento de pertinencia: desplaza, expulsa habitantes y disuelve las redes comunitarias establecidas.

“La gente que estamos es porque vivimos bien y porque somos propietarios del piso. Si no fuéramos propietarios estaríamos... Bueno, no al cien por cien evidentemente, pero tendríamos el miedo aquí, porque claro, tengo amigos que pagaban 600 euros y les han ascendido a 1.200. Adiós, se han ido. Y quiero decir no se han ido porque no estuvieran a gusto, se han ido porque les han expoliado. Esto gente joven, y los viejos ya pobrecitos. No quiero ni imaginarme. La gente que se queda es porque la verdad es que se vive bien en este barrio. Es un barrio que se vive, pese a todo claro; es un barrio que está limpio.... que se vive y pasea, y saludas. Y esto es muy agradable.” (SA006)

En Montbau, la probabilidad de que los familiares estén residiendo en el mismo lugar y que los hijos permanezcan en el mismo barrio que sus padres (o en un lugar cercano) es más elevada que en Sant Antoni. Así lo manifiestan 5 de los 10 entrevistados; relatan estrategias de transmisión patrimonial de padres a hijos y nietos y dinámicas de boca a boca en la consecución de una vivienda.

“Hoy en día hay hijos que se han quedado los pisos que eran de los padres y otros que se han marchado. Cuando yo muera, mi hija se quedará el piso” (M005)

“Aquí ya casi todos los que viven son los hijos…” (M010)

“Llevo 50 años (viviendo). Primero los padres y luego, cuando me casé, cogimos un piso en la misma escalera. Mi marido también es del barrio y mi hija nacida aquí, es casi toda la vida”. (M008)

La permanencia de diferentes miembros de una misma familia o de dos generaciones distintas en el barrio no está tan presente en el barrio de Sant Antoni. En este caso, las personas entrevistadas se hacen eco de las transformaciones urbanas que ha experimentado el barrio (reforma del área del mercado de abastos e implementación de superilla) y relatan el desplazamiento de las personas hacia otros lugares al no poder afrontar el coste ascendente de la vivienda; ello ha afectado con mayor intensidad los espacios de elevada centralidad (López-Gay et al. 2022).

“Yo conozco a dos amigos que vivían en este barrio y tuvieron que marcharse porque les subieron 300 euros de golpe el alquiler (…) y al final son gente que acaba marchando del barrio porque no puede permitirse el alquiler. Entonces esto le acabará haciendo perder al barrio un poco de personalidad…” (SA002)

Y los hijos, tal y como se ha mencionado, no pueden permanecer en el barrio.

“Lo que es muy difícil... digamos, a la gente del barrio, a los hijos, es quedarse en el barrio ¿Por qué? Porque la cuestión (de la) vivienda (…) tal y como está la vida, la gente no puede pagar esos precios; la gente joven ya se marcha del barrio.” (SA005)

La pacificación del barrio con la reducción del tráfico rodado y la consecuente disminución de la contaminación ambiental en el marco de la superilla se valora positivamente (Crespi-Vallbona et al., 2021), aunque hay vecinos que advierten de la revalorización del barrio y del impacto en el precio de la vivienda.

“La reforma del mercado también ha hecho subir el precio, claro.” (SA004)

La satisfacción residencial es un reflejo del sentimiento de pertenencia de los individuos. Se ha considerado una dimensión de la calidad de vida que tiene en cuenta, no solo parámetros objetivos, sino que contempla la experiencia vivida (Rojo Pérez y Fernández-Mayoralas, 2002). Los resultados ponen de manifiesto que las vivencias, las relaciones con los amigos y vecinos priman sobre otros elementos como las condiciones materiales de la vivienda, equipamientos y servicios urbanos en el barrio. En esta línea, se observa como la trascendencia de los elementos construidos que rodean a las personas, modelan identidades y experiencias y refuerzan la identificación con el lugar donde se vive, generando lealtad y apego (Kuurne y Gómez, 2018), aunque el peso más notable sean los encuentros colectivos, constantes y repetidos en ciertos espacios, como ya se ha apuntado.

“Estoy enamorada del barrio aunque creo que podría mejorar (...) A mi el barrio, me encanta, me encanta”(M008)

“Para mí este barrio es de lo mejorcito que hay en Barcelona” (M004)

Si bien este apego aparece de forma más explícita entre los residentes de Montbau, los entrevistados en ambos barrios expresan su voluntad de permanencia.

“Me quedaria porque me gusta, es el barrio que yo he escogido porque dentro de todo, a la gente la conozco, conozco por dónde me muevo, conozco los trabajos...” (SA005)

“ Yo me quedaría en el barrio 100%. Es mi barrio, me lo quiero mucho. Es un barrio donde se vive bien, nos conocemos.” (M006)

“Me quedaría (...) por todo lo que nos ha pasado, por la calidad de vida, por la seguridad, lo tranquilo que es, porque me siento segura.” (SA001)

Si bien en ambos barrios los vecinos muestran un elevado sentimiento de arraigo, las características de cada uno de ellos marcan diferencias. Como se ha mencionado en el apartado de contextualización, las características de la ubicación, génesis y poblamiento, número de habitantes, comunicación y conectividad, intervenciones urbanísticas y dinámicas urbanas configuran la intensidad del arraigo.

Un barrio situado en la periferia de la ciudad de Barcelona -como es el caso de Montbau, construido por el Patronato Municipal de la Vivienda; con una complicada orografía y escasez de servicios de transporte público interno- presenta unas características que sin duda han contribuido a generar un fuerte arraigo entre sus habitantes, independientemente de que las condiciones personales, de la vivienda o del barrio sean adversas.

También el arraigo de los vecinos en el barrio de Sant Antoni es intenso, a pesar de encontrarse en el centro de la ciudad, en el Eixample (con más de 38.000 habitantes), denso y envejecido. Tiene la particularidad de presentar una dinámica urbana de transformación debida a procesos de turistificación y gentrificación puesto que se ubica en la zona de expansión turística del centro histórico de la ciudad y, además, se ha llevado a cabo una intervención de implementación de la Superilla pacificando el tráfico y recuperando espacio público. Todos estos aspectos, especialmente los dos últimos, condicionan la evolución del barrio, pese a ello, el arraigo al barrio permanece sólido y se acentúa (Gómez et al., 2020).

El arraigo al barrio existe aunque, en ocasiones, las condiciones o bien de las vivienda o bien de las infraestructuras del barrio no sean adecuadas (Sánchez-González, 2009). Esto sucede especialmente en la vejez, donde el hogar y el barrio representan una seguridad personal, familiar y aportan bienestar. Así pues, en el caso de Montbau, los informantes explicitan la dificultad para la movilidad en una orografía compleja con ausencia de rampas o escaleras mecánicas; la deficiente cobertura del transporte público interno del barrio; la escasa presencia de comercios; la ausencia de cajeros automáticos y de entidades bancarias; la necesidad de desplazarse fuera del barrio para hacer gestiones o determinados tipos de compras teniendo en cuenta la barrera física que supone la ronda de circunvalación que les une con la trama urbana de la ciudad. A pesar de todo ello, los vecinos valoran el barrio y destacan la intención de permanencia. En el caso de Sant Antoni, los vecinos explicitan dos amenazas, los pisos turísticos y el proceso de gentrificación que va sustituyendo la población. Estas amenazan la identidad de barrio, sin embargo manifiestan, también, la voluntad de permanecer.

Por último, conviene destacar, nuevamente, el importante papel que juegan en el arraigo los comercios y establecimientos barriales como espacios de cohesión social, tal y como se ha mencionado. El cierre de los comercios de proximidad y la sustitución por franquicias destinadas a satisfacer otras necesidades diferentes a las de la población del barrio constituyen otra amenaza. Cabe destacar la densa red de la asociación de comerciantes en el barrio de Sant Antoni como un elemento más de consolidación vecinal. Las dinámicas en ambos barrios reflejan la proximidad al realizarse siempre dentro de los mismos, las frecuencias absolutas de las citas (Tabla 5) así lo refuerzan.


Tabla 5 Frecuencias absolutas de citas respecto al tipo de actividades y la localización.

Comercio Ocio-Cultura Trabajo Vida Asociativa Vida Política Vida Social
Externas barrio 8 7 5 1
Internas barrio 12 9 10 4 7

Fuente: Elaboración propia, 2021.


El espacio público como lugar de encuentro es fundamental y algunos vecinos manifiestan cómo la imposibilidad de disponer de un espacio físico de encuentro durante el confinamiento ha contribuido al aislamiento. Los informantes, refiriéndose princiapalmente a la población de edad avanzada, afirman echar de menos y necessitar un espacio donde encontrarse y relacionarse.

“Pues tienes la dificultad de no poderte congregar también para organizarte y planificar cosas. Estaba muy restringido, ha sido muy complicado, esto. Ha sido una guerra, pero no una guerra con bombas, sino una guerra con tensión y una guerra emocional, de resistencia y aguante; sobre cómo la gente va aguantando, aguantando y aguantando.” (M002)

Así, los vecinos valoran favorablemente la implementación de la Superilla en Sant Antoni apreciando esta necesidad del espacio para encontrarse.

“El barrio de Sant Antoni yo creo que tiene una ventaja muy grande que son estos espacios de superilla que yo soy muy partidaria, creo que han cambiado radicalmente el barrio, y han generado espacios pequeños abiertos donde han podido jugar tanto niños como personas mayores. Son espacios de socialización súper chulos.” (SA008)

Finalmente, a partir de la agrupación de códigos relacionados con el arraigo barrial (Ver Anexo B) según percepción positiva o negativa se ha elaborado una comparativa entre los barrios de Sant Antoni y Montbau (Figura 3)


Fuente: Elaboración propia, 2021.

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Figura 3 Frecuencias absolutas del número de citas de la tipología de arraigo (positivo-negativo) por barrio


Como se desprende del relato de los entrevistados no existen grandes diferencias entre ambos barrios, aunque pesa más el arraigo en Montbau por las circunstancias antes mencionadas.



CONCLUSIONES

El confinamiento ha implicado (re)descubrir el barrio y (re)valorizar su relevancia en la satisfacción de necesidades cotidianas en un espacio de proximidad. Las limitaciones de movilidad supusieron reconsiderar y poner en valor el entorno inmediato y la esfera local en las relaciones cotidianas (las redes familiares y comunitarias) y los espacios públicos, equipamientos o comercios. Ante esta situación de excepcionalidad “global”, las redes vecinales y de ayuda mutua emergieron y articularon estructuras de solidaridad para garantizar colectivamente los cuidados y el apoyo a las personas más necesitadas.

Así pues, el análisis realizado en los barrios barceloneses de Sant Antoni y Montbau evidencia que la pandemia COVID-19 ha visibilizado la centralidad de los cuidados y ha confirmado la importancia del barrio (a pesar de las dinámicas urbanas recientes) como espacio de proximidad en el que se desarrolla la pertenencia, que genera confianza y conforma identidad, capaz de movilizar relaciones de solidaridad colectiva y generar capital humano. Ello se pone de manifiesto en los tres aspectos siguientes:

En primer lugar, en la densidad de las relaciones sociales y en la satisfacción con que los informantes se han referido al contenido que éstas adquieren. Una red tupida de iniciativas informales y formales se ha ido tejiendo en ambos barrios y ha sido capaz de movilizar recursos y responder con agilidad y flexibilidad. Esta red es muy apreciada por los vecinos y valorada por encima de la acción municipal. Su capacidad organizativa aporta elementos de innovación puesto que cuestiona y reinventa las lógicas y mecanismos de organización política y social al ser capaz de gestionar la fragilidad y proveeer de cuidados a partir de acciones que parten del voluntariado y de plataformas de tipo colaborativo (desde las asociaciones de vecinos -más tradicionales- o entidades como de veí a veí y las iniciativas que se agrupan bajo Calàbria 66) .

Los relatos de los entrevistados, en ambos barrios, reflejan el orgullo y la gratitud a la hora describir las relaciones vecinales y sus acciones voluntarias con la comunidad. Los vecinos explicitan los valores de solidaridad, de justicia y de compromiso que se generan en el barrio. El compromiso individual de los vecinos origina nuevas formas de socialibildad y fomenta el sentido de pertenencia compartida.

En segundo lugar, en la propiedad como régimen de tenencia de la vivienda y el tiempo de residencia. En un contexto donde el alquiler no es mayoritario, la propiedad guarda estrecha relación con el arraigo puesto que ancla y vincula. El tiempo de residencia permite la consolidación de vínculos comunitarios; en general a más tiempo, más posibilidad de tener experiencias vecinales compartidas que generan pertenencia. En este sentido, las dinámicas urbanas de desposesión, afectan negativamente el apego al barrio y comprometen la identificación de los vecinos con este espacio barrial. Esta amenza es más grave en el barrio de Sant Antoni por su situación de centralidad.

En tercer lugar, en la satisfacción residencial y en la no previsión de cambio. Los vecinos expresan gran satisfacción con el barrio, incluso cuando las condiciones físicas no son favorables; las relaciones con amigos y vecinos priman sobre otros elementos como las condiciones materiales de la vivienda y los equipamientos del barrio, como se corrobora en el caso del barrio de Montbau donde la orografía no permite un buen acceso a las personas con movilidad reducida o cuando no existe un sistema de transporte interno.

Ante este nuevo escenario -con la evidencia de la centralidad de los cuidados; con la relevancia de las redes sociales formales e informales en la gestión de la fragilidad y, con la recuperación del barrio como espacio de proximidad- es posible reflexionar sobre nuevos aprendizajes para un futuro.

Las grandes situaciones de excepcionalidad y emergencia generan solidaridad y altruismo, para ello es muy importante contar con una red asociativa sólida; en este sentido, la mayoría de las acciones de ayuda desarrolladas en ambos barrios emergen en el marco de alguna plataforma preexistente. Pero lo verdaderamente importante es el cuestionamiento de los mecanismos de la acción política, de gobernanza organizacional y de participación ciudadana, estas formas de ayuda surgidas durante la pandemia han puesto de manifiesto diversas formas de innovación social que pasan por la cooperación público-comunitaria con la finalidad de fortalecer el protagonismo de los ciudadanos.

El refuerzo del barrio como espacio de proximidad es esencial. Algunas ciudades han retomado la noción de la “ciudad de los 15 minutos” con la finalidad de recuperar la vida local y la creación de comunidad como es el caso de París, de Copenhaguen o de Barcelona con la implementación de las Superilles (el barrio de Sant Antoni constituye un ejemplo). Sin embargo, ello no está exento de riesgos; como se ha explicado, la noción de la ciudad de las proximidades se incluye en la agenda que lucha contra el cambio climático. La transición hacia ciudades más sostenibles y la generación de los ejes verdes podría comportar nuevas desigualdades y dinámicas gentrificadoras.

Ante la evidencia del enraizamiento al barrio no se deben dejar pasar por alto las principales amenazas. La inestabilidad residencial, producida por situaciones de pérdida de empleo o reducción de ingresos o por las dinámicas urbanas recientes tales como los procesos de gentrificación o la turistificación que incrementan los precios de los inmuebles y expulsan vecinos y actividades, constituyen algunos de los grandes retos para los anclajes. También la desaparición o cambios en los lugares de encuentro y relación como son las plazas, los parques, los equipamientos o los comercios. El derecho al barrio como espacio de pertenencia forma parte del derecho a la ciudad.


AGRADECIMIENTOS

Se hace constar el agradecimiento a Daniela Gil Gamboa, graduada en Sociología, como técnica de investigación, en la realización, transcripción y codificación de las entrevistas


FINANCIACIÓN

El presente trabajo se ha financiado a partir de los siguientes proyectos de investigación: Género, redes sociales, arraigo, bienestar local y cuidados en las ciudades iberoamericanas. Análisis comparado de los casos de Barcelona, Buenos Aires, Madrid, México capital y Sao Paulo. Unión Iberoamericana de Universidades (UIU 2019). (IP: Margarita Barañano Cid. Universidad Complutense de Madrid) y Nuevas movilidades y reconfiguración sociorresidencial en la poscrisis: Consecuencias socioeconómicas y demográficas en las áreas urbanas españolas- RTI2018-095667-B-I00. Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Agencia estatal de Investigacion (IP: Cristina López Villanueva / Fernando Gil Alonso)




NOTAS


1 Las supermanzanas se configuran como unidades urbanas constituidas por la suma de diversas manzanas de casas donde se pacifican las calles para recuperar espacio público para los peatones, se limita el tráfico motorizado y se da prioridad a la movilidad sostenible y al espacio compartido, verde y seguro. Las calles interiores de las supermanzanas son espacios donde el derecho de paso de vehículos ya no es la función principal, sino que se convierten en espacio de estancia e intercambio, de juego, de ocio, etcétera. Así, se libera el tráfico de paso en determinadas vías, con el fin de humanizarlas y ganarlas para la actividad ciudadana (Ayuntamiento de Barcelona, sin fecha).


Sugerencia de cita / Suggested citation: López-Villanueva, C., y Crespi-Vallbona, M. (2023). Cuidados y arreglos. La importancia del arraigo al barrio en un contexto de pandemia. Revista Española de Sociología, 32(4), a188. https://doi.org/10.22325/fes/res.2023.188




APPENDICES



Anexo A Tabla de códigos

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Anexo B Tabla de códigos arraigo

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Fuente: Elaboración propia, 2021


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