RESUMEN

Este trabajo amplía los análisis de las elecciones municipales en España. Analiza la validez del modelo interpretativo de las elecciones de segundo orden aplicado a los resultados de las elecciones de 2019. Profundiza, en primer lugar en la transformación del modelo planteado por Reif y Schmitt (1980) y evalúa la capacidad explicativa de un modelo reñido con unidades de análisis muy fragmentadas y heterogéneas. Finalmente, propone un análisis de carácter contextual que proporciona una más sólida explicación de los resultados de las elecciones municipales de 2019 en España.

Palabras clave: elecciones municipales, elecciones de segundo orden, ciclo electoral, nacionalización, España.

ABSTRACT

This paper analyses the validity of the second-order model in the 2019 municipal elections. We focus, first, on the theoretical evolution that has transformed the model proposed by Reif and Schmitt (1980). Second, it evaluates the explanatory capacity of a model that does not fit with highly fragmented and heterogeneous units of analysis. Finally, a contextual analysis is presented to provide a more robust explanation of the 2019 Spanish municipal election.

Keywords: municipal elections, second-order elections, electoral cycle, nationalization, Spain.

Cómo citar este artículo / Citation: Delgado Sotillos, I. (2023). Reconsiderando la teoría de las elecciones de segundo orden. ¿cómo clasificar a las elecciones municipales españolas de 2019? Revista Española de Ciencia Política, 62, 13-39. Doi: https://doi.org/10.21308/recp.62.01

SUMARIO
  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. 1. INTRODUCCIÓN
  4. 2. RECONSIDERANDO EL MARCO TEÓRICO DE LAS ELECCIONES DE SEGUNDO ORDEN EN LOS ANÁLISIS ELECTORALES MUNICIPALES
  5. 3. LECCIONES APRENDIDAS DE LAS ELECCIONES MUNICIPALES PARA INTERPRETAR LOS RESULTADOS DE 2019
  6. 4. EL CARÁCTER SECUNDARIO DE LAS ELECCIONES MUNICIPALES
    1. 4.1. Análisis comparado de la movilización electoral
    2. 4.2. Los protagonistas de la arena electoral municipal
  7. 5. LOS FACTORES INDIVIDUALES DE LA DECISIÓN EN LAS ELECCIONES MUNICIPALES ¿TODAVÍA DE SEGUNDO ORDEN?
  8. 6. CONCLUSIONES
  9. NOTAS
  10. BIBLIOGRAFÍA

1. INTRODUCCIÓN[Subir]

El conocimiento sobre las elecciones municipales, su variación institucional y el comportamiento ciudadano en estos procesos sigue estando sorprendentemente poco desarrollado a pesar del creciente papel de los gobiernos subnacionales en muchas democracias contemporáneas y del desarrollo de sistemas de gobernanza multinivel. Han sido numerosos los intentos realizados por investigadores e instituciones para acometer estudios con estrategias de análisis aplicadas al mosaico municipal, pero aún hoy en día este campo de estudio se encuentra en fase embrionaria si se compara con estudios abordados sobre otros niveles gubernamentales. No en vano, en los últimos años se observa un interés creciente por el estudio comparado de la política y los gobiernos locales en Europa que ha impulsado otros análisis de diversa naturaleza.

En España, el estudio de las elecciones municipales y la investigación sobre su influencia en el sistema político español no ha adquirido la importancia que debiera en la Ciencia Política. La escasa atención prestada a las elecciones municipales frente a una mayor proliferación de estudios centrados en las elecciones legislativas se justifica por la complejidad de su análisis (Hendricks et al., 2010). La rúbrica de «elecciones municipales» hace referencia a un número muy elevado de entidades políticas que constituyen un mosaico de realidades completamente distintas en términos políticos, económicos y sociales. A esta dificultad empírica que genera analizar datos de más 8.000 municipios se une la diversidad de sus rasgos procedentes de su dispersión geográfica. Las convocatorias electorales se convierten dentro de esta diversidad en procesos heterogéneos y fragmentarios condicionados por factores tanto de índole institucional como de índole política que acomodan las estrategias partidistas.

Tradicionalmente, la literatura académica se aproxima al análisis de las elecciones municipales desde una óptica que las sitúa en un rango inferior respecto de convocatorias electorales legislativas o presidenciales que se celebran en un país, lo que las confiere el carácter de elecciones de segundo orden (‍Reif, 1997; ‍Reif y Schmitt, 1980; ‍Clark y Krebs, 2012). Esta dimensión de análisis vertical no parece hoy en día ser suficiente para conocer una realidad tan compleja. A nuestro juicio ha de imbricarse con una dimensión horizontal que ponga el acento en el entorno sociopolítico y determina la influencia ejercida por la comunidad local en la conducta electoral de sus residentes (‍Marsh, 2002). Desde esta perspectiva, este trabajo pretende aportar nuevas evidencias sobre la importancia del contexto en la explicación del comportamiento electoral municipal en España tomando como caso de análisis las elecciones municipales de 2019. Contrastamos sus resultados con los planteamientos analíticos del orden electoral y aportamos matizaciones procedentes del enfoque contextual.

La citada convocatoria resulta de singular interés por diversos motivos. En primer lugar, ofrece un marco idóneo para contrastar los resultados entre elecciones de primer y segundo orden al coincidir en el mismo año con dos elecciones generales. También la particularidad de estas elecciones municipales viene conferida por estar convocadas en un contexto dominado por la crisis política e institucional en la arena estatal y por la presencia de dos formaciones políticas, Ciudadanos y Podemos (junto con sus confluencias territoriales) con entonces una sólida implantación electoral. Como consecuencia se elevaron los niveles de competitividad electoral en un buen número de municipios fragmentando una distribución de cargos institucionales que durante buen tiempo había estado representada principalmente por dos partidos. En segundo lugar, este trabajo supone una aportación innovadora a los escasos estudios electorales realizados en España entre los que sólo algunos han adoptado una perspectiva contextual para analizar convocatorias electorales, pero ninguno combina ambas dimensiones en el estudio de la participación y de los actores políticos, lo que a nuestro juicio es esencial para la mejora del conocimiento científico. Por último, este trabajo a trata de ir más allá de explicaciones basadas en datos agregados y a partir de un análisis estadístico identifica algunos de los efectos encubiertos que se localizan en los municipios cuando éstos son tomados como unidades de análisis.

La estructura del trabajo parte de una reflexión sobre la aplicación de la teoría de las elecciones de segundo orden y de su acomodación al ámbito municipal. Propone una matización a este marco teórico que se justifica por los resultados del análisis contextual de la movilización y la presencia de actores políticos. Para finalizar, refuta los resultados adoptando como estrategia complementaria un diseño metodológico apoyado en el análisis de datos de opinión pública del que se extraen conclusiones de interés y abren el debate sobre la naturaleza de las elecciones municipales para futuras investigaciones.

2. RECONSIDERANDO EL MARCO TEÓRICO DE LAS ELECCIONES DE SEGUNDO ORDEN EN LOS ANÁLISIS ELECTORALES MUNICIPALES[Subir]

En el ámbito de la Ciencia Política los procesos electorales municipales han sido abordados desde diversos prismas. El acervo de literatura especializada adopta una estrategia comparada y como consecuencia su análisis se encuentra dominado por dos marcos teóricos diferentes. Por un lado, la teoría de la nacionalización que argumenta que estas elecciones se convierten en un proceso dependiente de la política de ámbito nacional (‍Carrillo, 1989; ‍Delgado, 1999 y ‍2010a; ‍Thomsen, 2007). Por otro lado, la teoría de las elecciones de segundo orden surgida del análisis de las elecciones europeas y que distingue dos tipos de elecciones, las de primer y las de segundo orden (‍Reif y Schmitt, 1980). Bajo esta última rúbrica se sitúan todas elecciones celebradas que no denotan el carácter parlamentario o presidencial y a las que los electores otorgan una mayor importancia política en tanto que deciden quién está en el poder y qué políticas gubernamentales se pretenden implementar.

La forma de mostrar la diferencia entre órdenes electorales se evidencia, bajo tres supuestos empíricamente contrastados. Primero, la participación electoral en elecciones de segundo orden es menor en comparación con las elecciones de primer orden. Los ciudadanos consideran que «lo que está en juego» es menos importante que lo propio en elecciones de primer orden. Segundo, en las elecciones de segundo orden a la hora de votar se utiliza el corazón más que la cabeza y los votantes apoyan a partidos más cercanos a sus preferencias ideológicas por lo que un mayor número de partidos de menor tamaño, o con escasas posibilidades de obtener representación en elecciones de primer orden, rentabiliza la pérdida de votos del partido gubernamental y, por lo tanto, estas elecciones se convierten en un escenario fértil para su implantación (‍Oppenhuis, Van der Eijk y Franklin, 1996)[1]. Y, tercero, el resultado electoral de las elecciones de segundo orden está fuertemente relacionado con la popularidad del gobierno nacional. Consecuentemente, el partido en el gobierno disminuye sensiblemente sus apoyos electorales respecto a los resultados que le han facilitado el acceso al poder en la esfera política de primer orden. En este sentido, al relacionar la magnitud de la pérdida de voto del partido gubernamental con el ciclo electoral nacional en el que se celebran las elecciones de segundo orden se advierte que los efectos de las elecciones de segundo orden siguen una lógica cíclica (‍Bürklin, 1987; ‍Oppenhuis, van der Eijk y Franklin, 1996; ‍Marsh, 1998). Si las elecciones de segundo orden tienen lugar durante el primer año de legislatura, inmediatamente después de las elecciones nacionales —en la denominada fase de «luna de miel»—, el partido del gobierno apenas sufre pérdidas de votos (‍Hix y Marsh, 2007). Cambios más importantes acontecen cuando las elecciones de segundo orden se celebran en la mitad de la legislatura, momento en que la curva de popularidad de los gobiernos declina y el voto se presenta como un examen sobre la actuación del gobierno. Sus resultados pueden ser interpretados en clave de elecciones primarias, despertando un mayor interés y movilización entre los electores, además de evidenciar mayor intensidad en el castigo al partido del gobierno. Por último, si las elecciones de segundo orden se celebran inmediatamente antes del proceso electoral de primer orden, el electorado tiene mayores incentivos para votar de forma estratégica, e indirectamente influir en las siguientes consultas nacionales (‍Tufte, 1975:545; ‍Stimson, 1976; ‍Mughan, 2014; ‍Campbell, 1993; ‍Rallings y Thrasher 1999: 157)[2].

Reif y Schmitt (‍1980: 8) propusieron que este modelo de análisis del comportamiento electoral podría aplicarse en otras elecciones diferentes de los procesos europeos, es decir, en elecciones parciales (by-elections), elecciones municipales y elecciones regionales y, en este sentido, los estudios con datos agregados confirman las elecciones municipales evidencian rasgos subordinados respecto de las elecciones nacionales al constatar que la participación y la distribución del voto reproducen los patrones señalados en la teoría de elecciones de segundo orden (‍Koepke y Ringe, 2006). Las elecciones municipales despiertan menor interés entre los votantes y por tanto se desmovilizan en mayor medida, a la vez que aquellos emiten un voto de carácter expresivo, confiando su decisión electoral en partidos políticos pequeños y/o nuevos o independientes. Siendo, no obstante, los partidos de gobierno mucho más visibles, las elecciones municipales tienden frecuentemente a transformarse en un referéndum sobre la actuación del gobierno. Este razonamiento enfatiza la integración vertical del nivel municipal en el sistema político nacional y la relación asimétrica entre ambos niveles políticos.

No obstante, las predicciones del modelo de las elecciones de segundo orden que han sido reglas universales en el estudio de las elecciones municipales y regionales en Europa comienzan a ser menos útiles para realizar pronósticos en la actualidad (‍Heath et al., 1999: 412; ‍Henderson y McEwen, 2010; ‍Schakel y Dandoy, 2014; ‍Schakel, 2015:651). Una posible explicación a este cambio de tendencia en el comportamiento electoral procede del hecho de que las esferas electorales multinivel se están convirtiendo cada vez más en la norma en las democracias avanzadas. Un importante impulso a la aplicación de reformas de descentralización (delegando poderes a las autoridades locales y regionales mientras se dan pasos hacia una mayor integración supranacional) supone hoy en día la proliferación de convocatorias electorales en varias esferas políticas en muchos países. Este fenómeno contribuye a que los votantes consideren que cada elección es importante, o incluso que las elecciones más relevantes son las que tienen como función seleccionar a los representantes políticos más cercanos al ciudadano (‍Golder et al., 2017). No es extraño entonces advertir el interés de recientes investigaciones científicas por analizar factores contextuales —especialmente el tamaño de la población— para ahondar en los análisis de comportamiento electoral (‍Denters et al., 2014).

En particular el modelo de elecciones de segundo orden aplicado al contexto municipal aún deja entrever claroscuros. En otras palabras, el análisis de las elecciones municipales bajo criterios de estudio de las elecciones parlamentarias no es suficiente para comprender en toda su extensión la complejidad de estos procesos. Empíricamente, la mayoría de los estudios han probado las proposiciones del modelo utilizando datos a nivel agregado. Esto conduce a un problema de equivalencia observacional, es decir, las pruebas empíricas pueden ser coherentes con más de una explicación (‍Hix y Marsh, 2007; ‍Binzer y Wittrock, 2011: 29), y por tanto no facilitan hallazgos contrastables ni robustos. Como sostienen Kjaer y Steyvers (‍2019) en su estudio comparado, es preciso una reformulación del modelo y la renovación de sus premisas básicas para (re)descubrir los rasgos de un nivel político con un carácter específico. Conocer lo que está en juego en las elecciones municipales surgiría de una alternativa que combine aspectos de la integración vertical de los procesos electorales y de la variación horizontal procedente del contexto atendiendo a la diversidad entre las entidades locales, lo que en otras palabras sería poner el foco no sólo en el orden electoral sino también en el nivel electoral. Bajo este esquema analizamos los resultados de las elecciones municipales de 2019 descendiendo al municipio al que clasificaremos por tamaños de población. Pero a su vez conviene conocer si el orden electoral ha jugado un papel en la decisión del voto, para así alcanzar conclusiones.

3. LECCIONES APRENDIDAS DE LAS ELECCIONES MUNICIPALES PARA INTERPRETAR LOS RESULTADOS DE 2019[Subir]

La experiencia de los cuarenta años de elecciones municipales en España constata que en este tipo de comicios siempre ha intervenido la dimensión nacional, bien sea por las actitudes manifestadas por los electores, o bien por las estrategias adoptadas por los partidos que compiten por los votos (‍Delgado y López Nieto, 1992; ‍Capo, 1991; ‍Delgado 2010b). Las formaciones políticas han expandido su arraigo territorial a medida que han tomado conciencia de la importancia del gobierno municipal, tanto para el acceso a las instituciones de segundo nivel como para preparar el asalto a niveles políticos superiores (‍Vallés y Sánchez, 1994). Sin embargo, sigue existiendo un importante debate académico que bascula entre el carácter nacional de estos procesos —en términos de resultados y de actores políticos—, y los rasgos específicos de la competencia electoral que responden a pautas de su carácter local. En cualquier caso, los resultados de las investigaciones aún son discutibles.

Un somero balance del análisis de los resultados electorales municipales en España ofrece un panorama vasto y heterogéneo que enmarca sus rasgos principales. Tras once convocatorias electorales se han configuran etapas de cambio y de estabilidad, toda vez que hemos sido testigos de la desaparición de algunas fuerzas políticas y del nacimiento y refundación de otras. Si atendemos a los niveles de movilización, los datos agregados confirman una evolución irregular vinculada al clima más o menos participativo derivado de la coyuntura política que se construye alrededor de las elecciones generales. Desde esta perspectiva se confirma claramente la hipótesis de elecciones de segundo orden: los índices de desmovilización electoral son más altos en las elecciones municipales que en las elecciones generales celebradas en este período. Ello no sucede sin embargo de manera sistemática en la comparación entre todo par consecutivo de elecciones generales y municipales a lo largo de la serie electoral. Algunas elecciones municipales han presentado niveles de participación prácticamente idénticos a sus más cercanas consultas generales (‍Delgado, 2010b:18). Este hecho conduce a explorar con más profundidad la adecuación de los postulados de segundo orden en las elecciones municipales adoptando estrategias analíticas que incluyan nuevas variables. Y para ello, las elecciones municipales de 2019 se configuran como un acontecimiento de singular interés. El hecho de haberse celebrado entre dos convocatorias de elecciones generales ofrece una perspectiva en la que contrastar la hipótesis que relaciona los niveles de movilización electoral con el orden electoral, por un lado, y por otro, analizar los resultados obtenidos por el partido del gobierno dentro del ciclo electoral. Así, según los planteamientos de la teoría de segundo orden esperamos que el índice de participación en las elecciones municipales sea menor que el de las dos elecciones generales; y, además, en relación con el ciclo electoral general esperamos que las pérdidas del partido del gobierno sean menores atendiendo a su ubicación entre dos elecciones generales muy cercanas en el tiempo[3].

En mayo de 2019, España elegía a 67.121 concejales, 394 representantes menos que en las elecciones precedentes celebradas en 2015. Esta pérdida de cargos políticos se debe a la despoblación de municipios de menor tamaño, mayoritariamente en los municipios 250 a 2.000 habitantes, ofreciendo signos evidentes de cambio sobre la distribución total de los representantes municipales, a pesar del incremento de 1.808.619 electores nuevos en el censo electoral. En este escenario, se mantuvo prácticamente estable la cifra de participación electoral: un 65,2 por ciento, dato ligeramente superior al registrado en las elecciones municipales anteriores y muy cercana en la media de todo el período electoral que se sitúa en el 65,8 por ciento. Otro rasgo de interés a destacar de los datos. En estas elecciones municipales no se activa la movilización y el nivel de participación se sitúa por debajo del índice de participación medio de las elecciones legislativas, a pesar de celebrarse junto a elecciones al Parlamento europeo y elecciones a los parlamentos autonómicos. Este somero análisis descriptivo confirmaría el primer postulado de las elecciones de segundo orden.

Pero si descendemos de nivel territorial se aprecian rasgos más heterogéneos. Como hemos destacado, un aspecto de particular interés de las elecciones municipales de 2019 es su ubicación en el calendario electoral general. Se celebraron un mes después de las elecciones generales de abril, y posteriormente a ellas se celebraron en noviembre de ese mismo año las segundas elecciones generales. Este fenómeno permite contrastar entre órdenes electorales y explorar el impacto del ciclo electoral. Los datos de la tabla 1 cuantifican esta comparación y confirmar que, a nivel estatal, la participación en las elecciones municipales se sitúan seis puntos y medio por debajo de las cifras de participación de las elecciones generales de abril y solo a un punto de distancia respecto de las elecciones generales de noviembre. Con un lapso de seis meses, los niveles de participación en elecciones generales fueron muy similares a los propios de las elecciones municipales. Esta constatación lleva a calificar de segundo orden a las elecciones, pero con cautela, al advertir de la existencia de rasgos heterogéneos si se cambia la unidad de análisis indicando por tanto que conviene explorar sus resultados desde otras perspectivas.

El análisis provincial comparado entre procesos electorales generales y municipales ofrece otros resultados dignos de señalar. Galicia y la ciudad de Melilla son las regiones que movilizaron en mayor medida a sus electores en la convocatoria municipal que en las elecciones generales de abril, por lo tanto, el carácter secundario de las elecciones municipales en estas regiones podría ponerse en cuestión. Pero esta diferencia a favor de las elecciones municipales es aún mayor al realizar la comparación con las elecciones generales de noviembre y se aprecia un comportamiento territorial menos homogéneo en todas las provincias. Los mapas vislumbran cambios de calado. En Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla-León, Extremadura, Navarra y Rioja, es decir, en 8 territorios se distingue un comportamiento nunca antes percibido: los electores se movilizaron más en elecciones municipales que en elecciones generales. Estos resultados nos permitirían refutar el supuesto de la teoría de las elecciones de segundo orden relativo a la movilización electoral. La cuestión que se plantea ahora es si se trata de un fenómeno coyuntural o bien anticipa un comportamiento de carácter estructural, cuestión que trataremos de explorar descendiendo de nivel analítico.

Tabla 1.

Comparativa de niveles de participación en elecciones municipales y elecciones generales de 2019[*]

Comunidades Autónomas Variación respecto elecciones legislativas abril 2019 Variación respecto elecciones legislativas noviembre 2019
Andalucía -9,36 -4,49
Aragón -6,94 -1,08
Asturias -2,58 4,32
Baleares -10,37 -1,81
Canarias -5,63 1,39
Cantabria -1,64 5,00
Castilla la Mancha -5,89 0,62
Castilla y León -1,71 4,55
Cataluña -9,76 -4,59
Extremadura -2,69 4,26
Galicia 5,95 11,96
Madrid -7,82 -2,95
Murcia -9,8 -4,30
Navarra -0,54 6,08
País Vasco -5,78 -0,43
Rioja -3,42 3,00
Valencia -9,73 -5,24
Ceuta -4,54 2,92
Melilla 5,87 11,01
Media -6,56 -1,03
[*]

Sombreadas las casillas en las que la participación electoral es mayor en elecciones municipales que en elecciones generales.

Fuente: Elaboración propia. Datos del Ministerio del Interior (www.infoelectoral.mir.es).

Para aporta luz a este hallazgo, nos proponemos buscar un elemento que permita clarificar aspectos distintivos que generen este comportamiento en elecciones municipales. La literatura reciente comienza a constatar que los ámbitos territoriales definen actitudes hacia la política y sus instituciones diferentes de las ahora identificadas (‍Trujillo, Ortega y Montabes, 2015). Sugerimos en esta línea modificar el foco de atención y dirigirlo hacia variables contextuales para profundizar en aspectos idiosincráticos de la realidad municipal (‍Schmitt et al., 2020). No se trata de analizar las interrelaciones entre diferentes arenas electorales de la que ha dado cuenta numerosa literatura, sino de agrupar las unidades de observación presuponiendo que comparten rasgos comunes para analizar de forma más precisa los resultados de las elecciones y contrastar su carácter de elecciones de segundo orden.

4. EL CARÁCTER SECUNDARIO DE LAS ELECCIONES MUNICIPALES[Subir]

La constatación de un cambio en los niveles de movilización del electorado municipal en 2019 es un detonante para afirmar que un análisis de las elecciones municipales con datos agregados como si se trataran de unas elecciones parlamentarias no es suficiente para la comprensión de este complejo escenario de competición política. Consideramos relevante conjugar la dimensión vertical propia de la teoría de las elecciones de segundo orden junto con una dimensión horizontal en la que el contexto marca la diferencia y define con más precisión el microambiente o, en otras palabras, facilita la observación del comportamiento en un tipo de comunidad específico[4].

La mayoría de las aproximaciones sostiene como principal criterio el espacio geográfico o territorial que configura los diferentes contextos locales (‍Johnston y Pattie, 2006:44). Esta aproximación parte de la asunción de la conveniencia de situar al elector en su ambiente más cercano para completar las investigaciones de los fenómenos políticos en su comprensión global (‍Trujillo, 2015: 64)88. La introducción de esta perspectiva posibilita identificar elementos que se vinculan al tamaño de la población y a los estímulos que provienen del ecosistema político subnacional a los que estarían expuestos los individuos. Este tipo de investigación necesita un punto de anclaje ambiental sobre el cual postular la indagación, de ahí que la mayoría de los análisis toman como unidad de observación el tamaño de población. Diversos intentos han tratado de dirigir la mirada hacia esta variable en España de forma muy tangencial y poco exitosa[5]. La dificultad de implementar esta estrategia radica en el elevado número de unidades que se analizan. El procedimiento que aplicamos en este trabajo es agrupar los más de 8.000 municipios por tramos de población para detectar comportamientos electorales de los votantes que puedan estar relacionados con el tamaño de la población en la que residen. Siendo conscientes de que otras variables podrían ejercer efectos no controlados, también es cierto que reunir en un mismo estrato analítico municipios con rasgos semejantes permite extraer conclusiones más generalizables. Este procedimiento asume que rasgos procedentes de la estructura poblacional contribuyen a definir patrones con mayor grado de homogeneidad[6] (‍Frandsen, 2002; ‍van Houwelingen, 2017)[7].

4.1. Análisis comparado de la movilización electoral[Subir]

Combinando la dimensión vertical y la dimensión horizontal, el análisis comparado de los niveles de participación entre elecciones generales y elecciones municipales contiguas temporalmente permite precisar el ajuste del modelo de las elecciones de segundo orden en el ámbito municipal[8]. Las elecciones municipales de 2019 reflejan, como hemos visto anteriormente, pautas específicas de comportamiento que avalan la matización de su clasificación como elecciones de segundo orden. La tabla 2 confirma un patrón estable de comportamiento en el que a medida que se incrementa el tramo poblacional aumentan las posibilidades de que la participación en las elecciones municipales sea inferior al de las elecciones generales. Este rasgo constataría una primera limitación al marco referencial de la teoría del segundo orden. La matización que introducimos al cambiar de unidad de análisis nos permite verificar además una evidencia muy simple: el peso electoral de las grandes ciudades en el resultado agregado del análisis de las elecciones municipales es decisivo y, por este motivo, quedan camuflados una multitud de comportamientos electorales con un marcado carácter territorial que difuminan no sólo la riqueza de las elecciones municipales, sino su verdadero significado. En el fondo no es más que aceptar el hecho que destacan reiteradamente las investigaciones sobre el comportamiento electoral municipal de que hay tantas elecciones municipales como municipios. Por tanto, se considera implícitamente necesario estimar que en cada municipio juegan condiciones propias que obligan a moderar las conclusiones de análisis agregados y que verifican la conveniencia de no catalogar sin más a las elecciones municipales en España como elecciones de segundo orden. Habrá que sopesar si conviene esta adjetivación para algunos tramos municipales dadas las diferencias observadas entre tamaños municipales.

Tabla 2.

Comparación de la participación entre elecciones generales y municipales (2011-‍2019)[*]

Tramos de población Elecciones
G2011-M2011 G2015-M2015 G2019 [**] -M2019
Hasta 100 habitantes -6.5 -4,5 -2,0
De 101 a 250 habitantes -6,8 -4,7 -1,4
De 251 a 500 habitantes -6,9 -4,8 -1,9
De 501 a 1.000 habitantes -7,7 -4,6 -2,5
De 1.001 a 2.500 habitantes -6,3 -3,8 -1,7
De 2.501 a 5.000 habitantes -2,3 0,8 2,3
De 5.001 a 10.000 habitantes 0,9 4,2 5,7
De 10.001 hab. 20.000 habitantes 3,6 6,8 9,0
Más de 20.000 habitantes 6,9 10,2 12,7
[*]

Sombreadas las casillas en las que la participación electoral es menor en las elecciones municipales que en las elecciones generales.

[**]

Tomada la referencia de los datos de participación en las elecciones generales de abril.

Fuente: elaboración propia. Datos del Ministerio del Interior (www.infoelectoral.mir.es)

La distribución de los datos en la tabla anterior muestra un conjunto de evidencias que son interesantes de comentar. En primer lugar, ilustra y cuantifica la relación entre el tamaño municipal y los niveles de participación en las elecciones municipales más recientes. Prueba la existencia de dos comportamientos electorales diferentes que constatan una brecha entre el ámbito rural y el ámbito urbano. El límite que separa los dos modelos de comportamiento son los municipios de 2.500 habitantes. En otras palabras, en alrededor de 6.000 localidades —más del 80 por ciento del total de municipios de España- se confirma una cadencia de niveles de participación mayores en las elecciones municipales que los reflejados en las elecciones legislativas. Parece inexacto entonces, a la vista de los resultados del análisis, hablar de una nacionalización extensiva de las elecciones municipales en España y tampoco sería apropiado hablar de las elecciones municipales como elecciones de segundo orden en sentido estricto. Pero aún hay más. Este fenómeno no parece ser novedoso. Ha pasado una década de la serie de datos que incluimos en la tabla y podemos confirmar que el tiempo logra mantener este patrón, algo que a nuestro juicio podría ser una constatación de un factor estructural del comportamiento en las elecciones municipales.

El gráfico siguiente ilustra la tendencia que se aprecia al comparar el porcentaje de municipios que han votado más en las elecciones municipales que la media del tramo poblacional al que pertenecen en las elecciones generales en las tres últimas convocatorias. Las líneas revelan una pauta participativa similar que refuerza con evidencia empírica que la variable tamaño de población ejerce una influencia sobre el comportamiento electoral. Los resultados de las elecciones municipales de 2019 confirman que las diferencias en términos participativos entre elecciones generales y municipales en todos los tamaños de municipio tienden a igualarse. Esta correlación es evidente en las poblaciones de mayor tamaño que se aproximan de forma progresiva al eje de abscisas. Esta proyección acentuada en los municipios urbanos expresa un carácter idiosincrático que dista de lo que se revela en el resto de municipios[9]. Por lo tanto, podemos confirmar que es el contexto urbano donde las elecciones municipales vislumbran rasgos de primer orden. Además, consideramos particularmente interesante el hecho de que la evolución temporal constata el debilitamiento de este fenómeno, significando una mayor similitud entre elecciones de diferente rango: la línea del gráfico de 2011 se superpone a la de 2015 y la de 2015 hace lo propio respecto a 2019.

Gráfico 1.

Distribución porcentual de municipios con una participación en elecciones municipales superior a la media respecto de la participación en elecciones generales (2011-‍2019)

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Fuente: elaboración propia. Datos del Ministerio del Interior (www.infoelectoral.mir.es).

En conclusión, si se utilizan datos de carácter contextual, como la dimensión poblacional, la primera premisa de la teoría de las elecciones de segundo orden relativa a la movilización electoral aplicada a las elecciones municipales debe matizarse al no encajar en una panorama tan fragmentado y heterogéneo como el español. El universo municipal en el que se concentra en un número pequeño de municipios de gran tamaño la mayoría de la población denota un comportamiento participativo semejante al de las elecciones de primer orden. La mayor sensibilidad a los fenómenos coyunturales en general del electorado urbano contrasta con la mayor estabilidad de los municipios medianos y pequeños. La gran dependencia mediática en áreas urbanas fomenta una mayor influencia de los factores de coyuntura en el comportamiento, frente al influjo de redes de relación más personales, directas y estables en los municipios de tamaño medio y pequeño. Este fenómeno que entronca con el debate de la nacionalización frente al localismo de los procesos electorales municipales[10] abre interrogantes sobre la imbricación de los grandes municipios en el marco electoral general y conduce a precisar el orden electoral, primer o intermedio de estos procesos electorales (‍Bechtel, 2012; ‍Lefevere y van Aelst, 2014).

4.2. Los protagonistas de la arena electoral municipal[Subir]

Para determinar la presencia y la fuerza de otros partidos políticos en el escenario municipal y así contrastar una segunda dimensión de la teoría de las elecciones de segundo orden, partimos de una premisa comúnmente aceptada y ésta es que en España el dominio de los partidos políticos nacionales en la escena política municipal queda fuera de duda. Las fuerzas políticas nacionales son los principales agentes de nacionalización de la política local. Los partidos de ámbito nacional, por lo general partidos de mayor tamaño, tienen estructuras organizativas enraizadas en todos los niveles políticos. Compiten en todas las convocatorias electorales municipales junto a otras candidaturas de menor tamaño con escasas posibilidades de obtener representación en otros niveles de gobierno. Este fenómeno, que es un rasgo específico de esta arena electoral, se altera en las elecciones municipales de 2015 con la aparición en el escenario político de dos formaciones nuevas, Ciudadanos y Podemos, trastocando de manera profunda el sistema bipartidista afianzado en España desde principio de los años ochenta. Así entones, el protagonismo del PSOE y del PP se ve abruptamente amenazado como también las posibilidades de éxito de otras formaciones políticas[11].

El análisis del contexto ofrece de nuevo claves interesantes sobre la presencia de los partidos en las elecciones municipales de 2019. Sugiere en primer lugar la existencia de una conexión entre los resultados del índice de concentración electoral y el tamaño municipal: según se incrementa el tamaño del municipio disminuyen proporcionalmente los apoyos que obtienen el PSOE y el PP, llegando a detectarse en las poblaciones de más de 20.000 habitantes un «empate» entre los votos de estos dos grandes partidos y el resto de las candidaturas (tabla 3)[12]. Las explicaciones a este comportamiento pueden ser diversas y esta tendencia podría estar causada por la dificultad que supone para las nuevas organizaciones políticas y para los partidos pequeños presentar listas electorales en cada uno de los 8.000 municipios, optando algunos por confeccionar listas de candidatos únicamente para competir en poblaciones de mayor tamaño. Los datos dejan entrever también que otras formaciones políticas disponen de amplios apoyos electorales. Pero otra lectura es posible. Si comparamos la concentración de voto entre PSOE y PP frente al resto de candidaturas, los dos grandes partidos siguen siendo protagonistas indiscutibles en todos los tramos de población, aunque con menos intensidad en núcleos con mayor número de residentes.

Tabla 3.

Distribución del voto en las elecciones municipales de 2019 por tramos de población

Tamaño de municipio Porcentaje de votos
PSOE PP Otros partidos Concentración
de voto PSOE+PP
Hasta 100 habitantes 31,7 45,5 22,8 77,2
De 101 a 250 habitantes 31,5 39,8 28,7 71,3
De 251 a 500 habitantes 34,6 35,3 30,0 70,0
De 501 a 1.000 habitantes 34,1 31,3 34,6 65,4
De 1.001 a 2.500 habitantes 35,0 29,8 35,2 64,8
De 2.501 a 5.000 habitantes 35,6 25,9 38,5 61,5
De 5.001 a 10.000 habitantes 31,5 23,4 45,1 54,9
De 10.001 a 20.000 habitantes 30,8 21,6 47,6 52,4
Más de 20.000 habitantes 27,8 21,3 50,9 49,1
Total 29,5 22,8 47,7 52,3

Fuente: elaboración propia. Datos del Ministerio del Interior.

Además, cabría esperar que los votos que pierden los partidos grandes fluyesen hacia otras formaciones de menor tamaño, tal y como plantea la teoría de las elecciones de segundo orden. Esto es así, pero el análisis por tramos de población matiza esta idea. Primero al advertir que las pérdidas están localizadas en municipios de mayor tamaño; y segundo porque la fragmentación del escenario municipal diluye este fenómeno. Lo que es cierto es que si exceptuamos a los dos partidos mayoritarios (PSOE y PP), el voto de otros partidos configura un grupo en el que predominan partidos con implantación estatal —principalmente Ciudadanos y Podemos con sus confluencias—, junto con algunos partidos de carácter territorial —destacando las fuerzas nacionalistas de País Vasco y Cataluña; y, los más numerosos, partidos o listas propias del ámbito municipal. Si diseccionamos la distribución de este grupo constatamos en primer lugar, la fuerza electoral de Ciudadanos principalmente en las poblaciones urbanas y de tamaño mediano, pero irrumpiendo con apoyos relevantes en todos tramos municipales (tabla 4). En el caso de Podemos, su estrategia de acudir a las urnas junto a otras confluencias en los diversos territorios arroja un incremento de votos con un reparto desigual de los mismos. Su principal caladero se localiza en las poblaciones de tamaño medio siendo prácticamente irrelevante en los municipios rurales. Respecto a partidos con implantación territorial éstos están geográficamente localizados y se ven condicionados por la distribución del tamaño municipal. Los partidos del País Vasco distribuyen sus votos de forma más homogénea en todos los tramos municipales. Frente a ellos, los partidos catalanes denotan una fuerte implantación en municipios rurales y de tamaño medio siendo más débil su espacio electoral en los de mayor tamaño. Lo que no imaginábamos es que otras formaciones políticas cosecharan votos de forma homogénea en todos los tramos municipales. Significan una competencia directa tanto para el PSOE como para el PP. En este grupo se encuentran principalmente candidaturas de carácter municipal o localista y algunas formaciones regionales con presencia únicamente en determinadas poblaciones.

De estos resultados podemos extraer algunas conclusiones iniciales: primero, que las elecciones municipales son un ámbito en el que las candidaturas de tamaño pequeño expanden sus apoyos electorales y diversifican su presencia en todos los municipios, independientemente del tamaño de población; no obstante, ante el predominio de grandes partidos su margen de maniobra sigue siendo reducido; segundo, y derivado de lo anterior, las dinámicas nacionales priman en la mayoría de las poblaciones, pero son más débiles allí donde los clivajes territoriales son relevantes; y tercero, la erosión en los apoyos electorales de los dos grandes partidos en las zonas urbanas se debe al surgimiento en el escenario de nuevas fuerzas políticas con implantación nacional que encuentran en este ámbito su mayor espacio de crecimiento. Como consecuencia atisbamos que el clivaje urbano es importante, pero en este sentido no resolvemos con precisión la acomodación del calificativo de segundo orden de las elecciones municipales. Fundamentalmente por el hecho de que no se trata de partidos pequeños ni de implantación territorial delimitada. No, estamos ante un cambio en la estructura del sistema de partidos que induce a explorar el nivel de nacionalización que adquieren estos comicios cuyos rasgos comparten con las elecciones de primer orden.

Tabla 4.

Distribución del voto de diversas formaciones políticas en las elecciones municipales de 2019 por tramos de población

Tamaño de municipio Porcentaje de votos
C’s VOX Podemos[*] EH- Bildu PNV ERC Junts Otras candidaturas[**]
Hasta 100 habitantes 4,8 0,5 0,3 0,0 0,0 1,1 1,5 14,6
De 101 a 250 habitantes 4,4 0,3 0,7 0,4 0,5 4,0 4,4 14,0
De 251 a 500 habitantes 3,7 0,2 0,6 1,3 1,2 4,0 5,0 19,1
De 501 a 1.000 habitantes 3,4 0,3 1,7 2,2 1,4 5,7 5,3 14,6
De 1.001 a 2.500 hab. 3,1 0,2 2,7 2,2 1,6 4,5 4,0 16,9
De 2.501 a 5.000 hab. 3,5 0,8 5,6 2,0 1,6 4,4 3,6 17,0
De 5.001 a 10.000 hab. 5,5 1,4 6,1 2,0 2,0 4,4 3,3 20,4
De 10.001 a 20.000 hab. 6,3 2,0 6,8 3,2 2,7 4,0 3,0 19,6
Más de 20.000 habitantes 10,9 5,2 5,8 1,2 1,7 3,3 1,9 20,9
Total 8,8 3,6 1,6 1,5 1,8 3,7 2,5 24,2
[*]

Los datos incluyen el voto de sus confluencias.

[**]

Regionales, locales e independientes.

Fuente: elaboración propia. Datos del Ministerio del Interior.

Por otra parte, en este escenario nos ha sorprendido encontrar que el partido en el gobierno obtiene más apoyos electorales que el principal partido de la oposición en todos tramos municipales con excepción de los municipios más despoblados. En otras palabras, aventaja al PP en todas las poblaciones mayores de 500 habitantes. Y, además, la distancia entre ambos partidos adquiere su máximo exponente en municipios medianos de entre 2.500 y 5.000 habitantes. En este sentido el análisis del contexto dibuja un mapa ya delimitado por los datos agregados y matizado únicamente en el caso de municipios de menor tamaño. Entonces, cabría la posibilidad de invalidar el supuesto de la teoría de las elecciones de segundo orden que atribuye pérdidas al partido gubernamental. También nos ha asombrado que el principal partido de la oposición no sólo no haya rentabilizado esas pérdidas de votos, sino que sus resultados estén lejos de suponer un avance en algún tramo de población. Como posible explicación consideramos que el hecho de celebrarse las elecciones municipales apenas un mes después de las elecciones generales genera un efecto contagio en el comportamiento electoral. Sabemos que cuando la contienda electoral municipal tiene lugar al abrigo de recientes elecciones nacionales las pérdidas de los partidos en el gobierno se atenúan, el electorado no tiene grandes incentivos para votar de forma estratégica puesto que ya ha tenido la oportunidad de hacerlo. La posibilidad de castigar a los partidos de gobierno se produce a mitad del ciclo electoral, de ahí que sea razonable no haber encontrado pérdidas de votos como las que podríamos localizar si las elecciones municipales se hubieran celebrado a mitad de la legislatura tal y como constata la literatura.

5. LOS FACTORES INDIVIDUALES DE LA DECISIÓN EN LAS ELECCIONES MUNICIPALES ¿TODAVÍA DE SEGUNDO ORDEN? [Subir]

Los resultados agregados que hemos explorado no nos permiten investigar diferencias a nivel individual en el comportamiento electoral. Para medir el efecto del segundo orden sobre las elecciones municipales en España los científicos no disponemos de un universo de datos individuales comparable al de otros tipos de elecciones, principalmente elecciones generales, regionales y europeas. Además de la escasez de encuestas postelectorales que se administran para el ámbito local, los datos de que disponemos no incluyen preguntas que satisfagan plenamente nuestra curiosidad científica. Aunque los datos obtenidos son relevantes, resultan todavía insuficientes. La explicación del comportamiento electoral no es determinista. Debemos acudir a criterios probabilísticos ya que los elementos que tiene en cuenta un votante son numerosos y cada uno de ellos incide con una intensidad variable en sus decisión electoral. Mediante un análisis multivariables integramos los criterios de decisión que pudieran haber manejado los votantes en las elecciones de 2019. Es una estrategia metodológica arriesgada pero conveniente para disponer de comprobaciones individuales, hasta la fecha inexistentes. Esta aproximación no es novedosa, ya se ha puesto manifiesto en investigaciones similares que han testado el carácter secundario de las elecciones autonómicas (‍Cabeza y Scantamburlo, 2021). De esta forma, en esta sección se complementa el análisis utilizando datos de la encuesta postelectoral de las elecciones autonómicas y municipales de 2019 (estudio 3253) del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). El cuestionario introduce por primera vez preguntas relativas al comportamiento en elecciones municipales y en elecciones generales —participación y recuerdo de voto—, de manera que podemos hacer un análisis comparado entre procesos electorales.

Una aproximación descriptiva básica a los datos revela que el 86% de los electores fue a votar en las elecciones municipales y había votado en elecciones generales (tabla 5). Sólo el 10,4% decidió no votar en elecciones municipales de forma intencionada. Pero de ellos, un 22,8% había votado en las elecciones generales celebradas un mes antes. Además, cuatro de cada diez votantes ha votado a partidos que no son los mayoritarios en el escenario estatal. Este grupo de electores encajaría dentro de los parámetros de elector de segundo orden. Pero aún hay más, si contrastamos las ganancias y pérdidas de los partidos en las elecciones municipales y en las elecciones generales podemos aportar más información para vislumbrar rasgos de segundo orden en las elecciones municipales.

Tabla 5.

Transferencias de voto entre las elecciones municipales de 2019 y las elecciones generales de abril 2019

Voto elecciones municipales 2019 Fidelidad de voto Transferencia de voto
Otros partidos de ámbito nacional Otros partidos
PSOE 85,9 10,6 3,5
PP 71,7 26,4 1,9
Unidas Podemos 78,0 18,4 3,6
Ciudadanos 58,4 13,1 28,5
IU 58,7 37,1 4,2
En Comú Podem 37,2 43,6 19,2
Compromís 40,0 52,2 7,8
ERC 77,5 10,3 12,2
PDeCAT/Junts 56,9 18,1 25,0
EAJ-PNV 79,0 16,2 4,8
EH Bildu 71,8 22,1 6,1
CC-PNC 27,5 60,0 12,5
UPN 50,0 41,7 8,3
VOX 82,0 17,0 1,0

Fuente: elaboración propia. Datos del CIS.

El análisis de los datos de la encuesta también cuantifica la volatilidad en el comportamiento del electorado: el 41,5% de los encuestados que ha participado en las elecciones municipales vota por un partido u otro en función de aspectos de carácter coyuntural. Por el contrario, un 32,2% vota siempre por el mismo partido a lo que se podría sumar un 26,3% más, que, por lo general, suele votar por el mismo partido. Si agrupamos estas categorías de respuesta, algo más de la mitad de los electores se mantiene fiel a un mismo partido. O, en otras palabras, sólo cuatro de cada diez electores transfieren su voto a otros partidos con ocasión de elecciones municipales. La tabla 5 especifica el grado de fidelidad de los votantes de los diferentes partidos políticos tomando en consideración el voto en las elecciones legislativas de abril de 2019. El PSOE retiene a sus votantes en mayor medida que otros partidos, seguido a corta distancia de VOX. Según ello, hay votantes de partidos de ámbito nacional que cambian su voto y lo hacen dirigiéndose a otros partidos de diversa naturaleza. La huida de votos más apreciable se ha producido entre los votantes de Ciudadanos, formación política que sólo mantiene a la mitad de los apoyos y abre una vía de escape de electores hacia otros partidos de tamaño menor y de otros ámbitos territoriales. En otro orden, también le sucede algo parecido a IU, pero en este caso la dirección de los votos se torna hacia otros partidos de ámbito nacional. Este mismo fenómeno se aprecia en la distribución de apoyos electorales de partidos de ámbito regional como es el caso de En Comú Podem, Compromis o de Coalición Canaria.

Este análisis que observa la diferencia entre resultados electorales en procesos de naturaleza diversa entraña también una complejidad. Los electores pueden elegir el mismo partido político en todas las elecciones por tener preferencias políticas similares en los distintos niveles de gobierno. O también pueden votar por el mismo partido basándose en consideraciones específicas de cada ámbito político. Lo que nos interesa conocer es si el comportamiento electoral en elecciones municipales se relaciona con elementos específicos de procesos electorales de segundo orden que puedan provenir del ámbito territorial en el que se ubican.

La variable dependiente se construye a partir de dos supuestos: 1) la existencia de un votante estable, no cambia su comportamiento electoral, independientemente del tipo de elección vota por el mismo partido en elecciones municipales y en elecciones generales, o bien se han abstenido en ambos procesos electorales; 2) un votante de segundo orden, que considera que en las elecciones municipales hay menos en juego y por tanto puede abstenerse de participar; o, en caso de participar, vota a partidos diferentes a los que ha votado en elecciones generales siendo éstos partidos de menor tamaño. El modelo de toma de decisiones por los votantes que planteamos controla simultáneamente las perspectivas del comportamiento electoral. En general, la utilidad u opinión que tienen los votantes suele ser una función de sus propias identidades sociales y de sus valoraciones políticas sobre partidos y sus líderes o sobre la gestión que se ha desempeñado. En este sentido, las elecciones de segundo orden son una oportunidad para ejercer un voto diferente y apoyar a otras formaciones políticas a las que se vota con ocasión de las elecciones generales. Un bloque de variables incluye las relativas a las características sociodemográficas de los electores (edad, nivel de estudios y situación laboral) y una variable socioestructural tamaño de hábitat. Recordamos que los datos agregados demostraron que el tamaño de población ejerce un efecto sobre el comportamiento de los votantes en los procesos electorales municipales. Esperamos que tenga un efecto sobre el comportamiento del votante de segundo orden considerando que los municipios de tamaño mediano y pequeño sean más propensos a mostrar rasgos de segundo orden.

El modelo contiene un segundo bloque de variables referidas los sentimientos hacia el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez y hacia el líder de la oposición así como la evaluación de la situación económica. A tenor de los planteamientos teóricos, un votante de segundo tiene más probabilidades de emitir un voto de castigo a la gestión del gobierno. Como esta variable no está incluida en el cuestionario decidimos incluir en el modelo la valoración de los dos líderes de los partidos mayoritarios. En esta misma línea, debido a que es complejo analizar la influencia del ciclo electoral por el escaso margen de distancia entre las elecciones generales y las elecciones municipales, la literatura avala que la valoración de la situación económica es una variable con fuerza en la decisión electoral. Traduce un voto que activa mecanismos relacionados con la atribución de responsabilidad y, en clave electoral, tiene efectos sobre el voto de castigo al gobierno. Finalmente introducimos dos variables políticas clásicas como el interés por la política y la autoubicación de los votantes en el espacio ideológico izquierda-derecha. Los principales estadísticos descriptivos de estas variables aparecen en la tabla 6.

Tabla 6.

Estadísticos descriptivos

Variable Observaciones Desviación
Media Típica Mínimo Máximo
Votante estable 7758 0,57 0,49 0 1
Votante segundo orden 6647 0,46 0,50 0 1
Tamaño de hábitat 9191 3,90 1,68 1 6
Nivel de estudios 8854 1,57 0,80 0 3
Edad 9191 46,09 18,09 18 97
Situación laboral 8931 1,80 1,98 0 4
Autoubicación ideológica 7767 4,68 0,82 1 10
Valoración Pedro Sánchez 8349 4,74 2,72 0 10
Valoración Pablo Casado 7950 3,30 2,51 0 10
Valoración situación económica 9075 1,18 0,76 0 2
Valoración situación política 8987 1,35 0,55 0 2
Interés por la política 8917 0,16 0,37 0 1

De acuerdo con los datos examinados queremos comprobar si los individuos que presentan rasgos de votantes de segundo orden tienen más probabilidad de emitir un juicio crítico hacia la esfera política nacional denotando con ello que las elecciones municipales de 2019 han sido un escenario donde lo que hay en juego es de índole política inferior lo que facilita un voto intermediado por el clima político. Los resultados que se muestran en la tabla 7 constatan algunas de las afirmaciones presentadas en los análisis anteriores. Baste señalar que el signo de la mayoría de las variables es el esperado teóricamente, que muchas variables son estadísticamente significativas y permiten predecir de manera más ajustada el comportamiento del votante de segundo orden. Por lo que hace a la explicación de este tipo de votante, la edad, tener estudios superiores, vivir en poblaciones de tamaño mediano, las valoración de los dos líderes políticos, demostrar interés por la política, la valoración de la situación política y la autoubicación ideológica son estadísticamente significativas. A excepción de la edad y la valoración de Pedro Sánchez, todas estas variables influyen positivamente en la probabilidad de votar bajo el paradigma del segundo orden.

Tabla 7.

Resultados de la regresión logística del voto de segundo orden

Variables Votante estable Votante segundo orden
Coeficientes Errores estándar Coeficientes Errores estándar
Edad 0,07[***] (0.020) -0.05[***] (0.001)
Nivel de estudios (categoría de referencia: sin estudios)
— Primarios
— Secundarios
— Superiores
-0.415
0.075[**]
0.484
(0.630)
(0.625)
(0.627)
0.080
0.577
1.020[***]
(0.680)
(0.467)
(0.676)
Situación laboral (categoría de referencia: trabaja)
— Parado
— Jubilado
— Trabajo doméstico
— Estudiante
-1.561[*]
-2.62[***]
-0.159
1.169
(0.826)
(0.936)
(0.881)
(0.786)
-0.342
- 0.087
-0.675
0.205
(1.312)
(1.278)
(1.284)
(1.283)
Tamaño de hábitat (categoría de referencia: más de 1.000.000 habitantes)
— Menos de 2.000 habitantes
— Entre 2.0001 a 10.000 habitantes
— Entre 10.001 y 50.000 habitantes
— Entre 50.001 y 100.000 habitantes
— Entre 100.000 y 400.000 habitantes
— Entre 400.000 y 1.000.000 habitantes
-1.113[***]
-0.792[**]
-0.630[**]
-0.924[*]
-0.597
-0.674[*]
(0.149)
(0.117)
(0.106)
(0.120)
(0.108)
(0.143)
-0.477[**]
-0.241[*]
0.104[***]
0.392[***]
-0.094[**]
-0.249[*]
(0.154)
(0.121)
(0.109)
(0.125)
(0.110)
(0.147)
Valoración Pedro Sánchez 1.22[***] (0.181) -0.916[***] (0.162)
Valoración Pablo Casado 0.91[***] (0.958) 1.673[***] (0.189)
Valoración de la situación económica (categoría de referencia: mala y muy mala)
— Regular
— Buena o muy buena
1.176
0.914
(0.970)
(0.967)
-0.062
-0.338
(0.968)
(0.965)
Valoración situación política (categoría de referencia: mala y muy mala)
— Regular
— Buena o muy buena
0,301
0,884
(0.976)
(0.498)
0,501[***]
0.778
(0.398)
(0.983)
Interés por la política 0.713[**] (0.272) 1.341[***] (0.312)
Autoubicación ideológica 0.462[***] (0.135) 0.467[***] (0.086)
Constante
N
Pseudo R2
1.946[***]
5818
0.494
(0.359) 2.028[**]
5379
0.688
(1.196)
[***] p < 0.001; [**] p < 0.01; [*] p < 0.05; p < 0.10.

Fuente: elaboración propia.

Lejos de lo que podríamos considerar, los resultados la valoración económica no tienen significación estadística y difieren en el sentido de la relación que se establece en los modelos. La valoración de la situación política sin embargo está relacionada positivamente en el modelo de segundo orden. Por tanto, no podemos confirmar plenamente haya un efecto evidente de voto de castigo al gobierno tal y como plantea la teoría de las elecciones de segundo orden. Pero también es cierto que la multiplicidad de municipios de tamaño diverso aleja en ocasiones la claridad de las responsabilidades los políticos y contribuye voluntariamente a difuminar las responsabilidades de cada nivel.

Quizás otro aspecto sustantivo que se extrae de los datos tiene que ver con la variable tamaño de hábitat. En ambos modelos todas las categorías a excepción de las intermedias muestran coeficientes significativos y la relación que se establece con la variable dependiente son diferentes. La probabilidad de emitir un voto de segundo orden es mayor para los individuos residentes en municipios entre 10.000 y 100.000 habitantes. Este factor explicativo del comportamiento podría estar relacionado con la participación electoral lo que abre una línea de investigación.

6. CONCLUSIONES[Subir]

Los análisis sobre las elecciones municipales en España realizados hasta ahora no arrojan conclusiones robustas sobre la interpretación de sus resultados. Bajo la tesis de la nacionalización se constata el predominio de los partidos nacionales en el ámbito municipal que es compatible con la relevancia de otros los factores propiamente locales. No en vano, una cuestión destacada es la asignación de un carácter secundario avalado por el modelo de elecciones de segundo orden. En España, debido a la magnitud de unidades territoriales a explorar, la mayoría las investigaciones se aproximan a las elecciones municipales analizando principalmente datos agregados. Los estudios con este tipo de evidencia han permitido constatar que el comportamiento de los electores en estos comicios encajaba con las premisas del modelo teórico que las califica de segundo orden al manifestar diferencias sustantivas respecto a las elecciones generales. Pero, esta aproximación resulta demasiado superficial para extraer conclusiones hoy en día. Cuando el sistema de partidos de ámbito nacional se ha fragmentado o cuando el calendario electoral intensifica las convocatorias a las urnas, conviene afrontar como reto el análisis de las elecciones municipales profundizando más si cabe en sus resultados a partir de la desagregación de los datos y completando el análisis con datos de opinión pública. Este ha sido la intención de este trabajo que ha tenido por objeto contrastar la naturaleza de las elecciones municipales de 2019 a la luz de la teoría de las elecciones de segundo orden. Para abordarlo se ha establecido una estrategia metodológica doble. Por un lado, analizar datos oficiales que se han desagregado para descender al nivel municipal y analizar la participación y la presencia de partidos, dos de las premisas de las elecciones de segundo orden (menor participación y presencia de otros actores políticos). Por otro lado, contrastar el efecto de estos elementos apreciados sobre el voto a nivel individual dado que por vez primera disponemos de datos de una encuesta postelectoral.

En un escaso margen de tiempo los ciudadanos han ejercido el voto en elecciones de primer orden y de segundo orden. Esta cuasi simbiosis ha afectado al comportamiento electoral por el posible efecto contagio del proceso electoral nacional sobre el subnacional. De hecho, el análisis de los resultados de las elecciones municipales de 2019 confirma la gran penetración electoral de las formaciones nacionales en la arena política local, o en otros términos la fuerte nacionalización de sus resultados. Y, en particular se aprecia el avance electoral del partido gubernamental frente al descenso del principal partido de la oposición. De esta forma, las elecciones municipales han expresado cambios en las pautas de orientación del voto respecto a las elecciones precedentes de 2015 en un doble proceso, por un lado, de movilización selectiva del electorado, y por otro, de alineamiento de sectores importantes de votantes. Pero esta visión general no ha sido óbice para explorar los resultados desagregando los datos. Esta es una aportación relevante de este trabajo. Adoptando una estrategia de investigación que supone considerar el municipio como unidad de análisis, tratamos de comprobar si la participación electoral ha sido menor realizando un análisis «micro» para contrastar los supuestos teóricos que sostienen el carácter secundario de estos comicios. En este sentido, una primera conclusión que se deriva de esta aproximación metodológica confirma que, analizando los resultados agregados por tamaño de población, no cabe calificar sin más a las elecciones municipales como de segundo orden. Encontramos comportamientos electorales diversos en escenarios con rasgos diferentes entre sí. Atendiendo a la participación electoral, surge un universo local formado por municipios de tamaño pequeño —concretamente el 80 por ciento del total de municipios españoles— en los que los electores han participado en mayor medida en las recientes elecciones municipales que en las elecciones generales. Este comportamiento evidencia que lo que está en juego en las elecciones municipales importa, particularmente en estas poblaciones, y no parece ser algo secundario. Por tanto el cambio en el comportamiento de los votantes hace considerar la relevancia de este tipo de elecciones y la explicación del voto a través de otras variables que son específicas del ámbito municipal o bien que han sido consideradas como explicativas de este nivel político.

Los análisis muestran que el comportamiento en las elecciones municipales de 2019 y sus resultados confirman algunos (no todos) de los postulados de las elecciones de segundo orden. Por un lado, constatan la validez de la segunda proposición de la teoría de segundo orden: los partidos grandes pierden votos. Una parte de las pérdidas de votantes se dirigen hacia la abstención mientras que otra es captada por partidos más pequeños. No obstante, al observar la distribución del voto por poblaciones se debería hacer una matización: los electores optan por partidos de ámbito nacional fundamentalmente en el poblaciones pequeñas y medianas. La pérdida de apoyos electorales de los dos grandes partidos se intensifica según incrementa el tamaño de la población, señal inequívoca de una diversidad de órdenes electorales. Las mayores pérdidas de los partidos grandes se producen poblaciones urbanas donde la presencia de partidos de ámbito estatal venía siendo la pauta predominante. Por tanto, conviene moderar esta proposición teórica y adjudicar un carácter secundario a las elecciones amparados por el análisis de resultados desagregados por tamaño de población. Los estratos de población condicionan los resultados abriendo una futura línea de investigación que explore el comportamiento de los electores en las elecciones municipales según el tamaño de los municipios. Siguiendo con este planteamiento un nuevo matiz corresponde hacer al advertir que el principal partido de la oposición no se beneficia de las pérdidas del partido del gobierno, salvo en los municipios de menor tamaño. Parece haber tenido efecto sobre los resultados la ubicación el calendario electoral. Al celebrase las elecciones municipales en una fase muy temprana del ciclo electoral nacional (apenas un mes después) se contienen considerablemente las pérdidas sufridas por el partido en el gobierno. De hecho, son mayores las pérdidas de voto del partido del gobierno si comparamos sus resultados con los de las elecciones generales celebradas seis meses después.

En un contexto de fluidez en la decisión de voto para sectores importantes del electorado, un buen número de «otros» partidos, de ámbito estatal de menor tamaño, de carácter regional o nacionalistas han captado importantes segmentos de votantes. La competición en el eje ideológico por los espacios de la derecha y la izquierda evidencia la erosión de apoyos de los partidos grandes. No obstante, la implantación de estas fuerzas de menor tamaño es muy desigual. Presentar candidatos en un elevado número de municipios exige un esfuerzo en el proceso de selección de candidatos. La estrategia adoptada pretende rentabilizar las opciones partidistas en poblaciones de tamaño mediano y grande, dibujando un escenario en el que el ámbito rural se contrapone a un mundo más poblado. Este hecho evidencia que las elecciones municipales son un acontecimiento de específicas características y ello nos ha llevado a explorar los factores que tienen efecto sobre un votante de segundo orden.

El modelo estimado —limitado en sus resultados por la disponibilidad de datos, pero necesario como un primer avance en el conocimiento de este ámbito tan poco explorado— demuestra que entre distintos factores explicativos los factores estructurales son un elemento a considerar en futuras investigaciones y así lograr una mejor explicación del voto municipal.

En este contexto, hemos alcanzado el objetivo de esta investigación centrado en examinar el efecto del carácter secundario que se otorga a las elecciones municipales. Más allá del tradicional enfoque agregado, era necesario comprobar dicha incidencia a nivel individual para contribuir a clarificar el tipo de motivaciones que siguen los ciudadanos para decidir su voto en las consultas municipales. De este modo, se ha pretendido descubrir los factores que han guiado el comportamiento en un nivel de gobierno con el que tienen un contacto más cercano y directo, a diferencia del que se observa en otros procesos electorales. No obstante, hay que continuar repensando la naturaleza secundaria de las elecciones municipales en España para plantear matizaciones a la teoría de las elecciones de segundo orden (‍Kjaer et al.2019). Queda pendiente además, buscar estrategias de análisis que ayuden a determinar con precisión cómo calificar a las elecciones municipales.

NOTAS[Subir]

[1]

Estos patrones se describieron en la extensa literatura sobre las elecciones al Congreso en los EEUU (‍Niemi y Weisberg, 1993) así como en los estudios de las elecciones a los gobiernos locales (‍Miller, 1988) y en elecciones parciales (‍Norris, 1995).

[2]

Para explicar la tendencia uniforme de la pérdida de votos de los partidos del gobierno en procesos electorales de segundo orden, Reif (‍1984) analiza junto con el ciclo electoral el formato del sistema de partidos resultante de las dos primeras convocatorias electorales europeas. Pretendía buscar patrones de comportamiento entre los votantes y constata que el efecto castigo es más notable en los sistemas bipartidistas, en los que el binomio gobierno-oposición ayuda a la identificación de la responsabilidad política, mientras que, en sistemas multipartidistas con gobiernos de múltiple formatos, la pérdida de votos del partido del gobierno beneficia a partidos de menor tamaño y a partidos de ámbito subnacional lo que, a la larga, refuerza su implantación en la arena de segundo orden.

[3]

Este ciclo electoral, marcando las necesarias distancias, se produjo también con ocasión de la convocatoria de las primeras elecciones municipales celebradas el 3 de abril de 1979. Un mes antes, el 1 de marzo se habían celebrado elecciones generales. La particularidad de aquellas elecciones municipales «inaugurales» justifica no hacer comparaciones con los resultados de las elecciones municipales de 2019.

[4]

Lo plantean con detalle Adam Gendzwill, Ulrik Kjær y Kristof Steyvers (‍2021) en la ECPR General Conference celebrada de forma virtual en 2021.

[5]

La dificultad en la obtención de los datos desagregados ha sido el principal problema con el que se encuentran los investigadores.

[6]

Esta perspectiva se adopta en la literatura reciente que explora la movilización en las elecciones municipales. Constata una transformación del comportamiento electoral que revierte el modelo dominante en el que el hábitat rural presentaba unos niveles de participación inferiores al de los núcleos urbanos (‍Frandsen, 2002; ‍van Houwelingen, 2017).

[7]

Sin embargo, este no sería el caso de la España democrática, donde el abstencionismo electoral ha tenido desde sus inicios un perfil fundamentalmente urbano (‍Justel, 1995).

[8]

Las tres elecciones generales que son analizadas se celebran tras las elecciones municipales: 2011 el 20 de noviembre; 2015 el 20 de diciembre y 2019 el 10 de noviembre.

[9]

Existe otra línea de análisis del fenómeno urbano/rural que atendería al diferente nivel de politización y, por lo tanto, al distinto contenido ideológico que se atribuye en el universo urbano y en el mundo rural a los mismos conflictos.

[10]

En estos municipios ya se confirmó un cierto grado de «contagio» del ambiente político nacional sobre el municipal en el caso británico (‍Rallings y Thrasher, 1993).

[11]

De hecho, la pérdida de voto de los dos grandes partidos en las elecciones municipales de 2015 se registra con mayor intensidad en los municipios más poblados (‍Delgado, 2018: 3196).

[12]

En los municipios de hasta 250 habitantes, regidos por un sistema electoral mayoritario con efectos bipartidistas, es lógico que PSOE y PP concentren dos tercios del voto emitido.

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Biografía[Subir]

[a]

Catedrática de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Su trabajo de investigación responde a dos líneas de interés: el comportamiento electoral y las instituciones representativas. Sobre ambas cuestiones ha participado en investigaciones nacionales e internacionales y publicado diferentes trabajos en diversas revistas científicas de la disciplina.