Classifying <i>cotton patch version</i> and similar renderings as adaptive retelling rather than translation
Autores/as
Freddy BOSWELL
Summer Institute of Linguistics (SIL)
Resumen
El editor del trabajo de Jordan Clarence a finales de los años 60 lo describió como “una traducción moderna con un acento sureño, fervoroso, campechano, rico en humor”. Habitualmente, la etiqueta “traducción”, sobre todo si se asocia a las Escrituras, se asocia a temas de canonicidad e historicismo. La llamada cotton patch version (CPV) no se encuentra afectado en absoluto por estas limitaciones. Entonces, ¿cuál es su utilidad? El autor de este artículo defiende la clasificación de la CPV y otras versiones similares más como reescrituras adaptadoras que “traducciones”, de acuerdo a las categorías propuestas por R. Hill (2003). En consecuencia, la CPV daría validez a la muy bien conocida aplicación práctica de la teoría de la relevancia a la práctica de la traducción. Es decir, sería un ejemplo de traducción (o de una forma de traducción denominada ‘reescritura adaptadora’ en este artículo) mediante la cual el traductor produce una traducción repleta de nombres geográficos y de persona, expresiones coloquiales, y vocabulario común para igualar el contexto cognitivo o los conocimientos enciclopédicos de sus lectores. Las intenciones confesadas por el mismo Jordan (1968) fueron las de inculcar a sus lectores un sentimiento de participación y proximidad a la narración evangélica, incluso a aquellos que se han visto apartados por las grandes palabras incomprensibles o los antiguos conceptos que no lograban asimilar. Así justificaba Jordan su amplio empleo de anacronismos, una técnica que tal vez sea la que más haya calentado el ánimo de sus críticos. En pocas palabras, puede considerarse una estrategia de construcción de puentes (Hill, 2003) que permitan una mayor familiaridad con las Escrituras a un grupo específico de personas. Entre otros intentos recientes de llevar a cabo tales reescrituras adaptadoras puede citarse: The Message, The Aussie Bible, y Black Bible Chronicles. Más allá del análisis de la utilidad de la CPV para una comunidad cristiana interracial del Sur de Georgia, el autor estudia el uso de estrategias de construcción de puentes en los proyectos del SIL. Headland (1981) puede ciertamente reclamar el mérito de haber realizado algo próximo a la reescritura adaptadora entre los dumigat de Filipinas, y Kingston (1975) igualmente entre los mamaindé de Brasil. Y aunque no esté aplicando una adaptación cultural tan extremada como la de la CPV, Kart Franklin (2003) está actualmente aplicando un estudio de los cuentos populares de Nueva Guinea basándose en la reescritura adaptadora. ¿Qué ventajas puede ofrecer esta metodología para los programas de traducción de lenguas vernáculas? ¿Qué condiciones serían necesarias? ¿Qué papel podrían jugar en la planificación de programas de aprendizaje de lenguas?
Palabras clave: Escrituras, traducción, cotton patch version (CPV), reescritura, planificación del aprendizaje de lenguas. AbstractClassifying Cotton Patch Versión and Similar Renderings as Adaptive Retelling rather than TranslationFreddy BOSWELL
Clarence Jordan’s work in the late 1960s was described by his publisher as “a modern translation with a Southern accent, fervent, earthy, rich in humor.” Typically, the label “translation”, especially as it relates to Scripture, is tied to issues of canonicity and historicity. The Cotton Patch Version (CPV) is far removed from these benchmarks. What is the usefulness of such a product? The author of this paper considers classifying the CPV and other similar renderings as an adaptive retelling rather than as a “translation”, aligning it with the category proposed by R. Hill (2003). As such, the CPV demonstrates a widely-published and practical application of a relevance-theoretic approach to translation practice. That is, it is an example of a translation (or a form of translation, argued in this paper to be an adaptive retelling) for which the translator filled his product with geographical and personal names, colloquial expressions, and common vocabulary to match the cognitive environment or encyclopedic knowledge of his readers. Jordan’s (1968) own stated intentions were to provide for his readers a sense of participation and involvement in the Gospel story but “who have been hindered by big words they don’t understand or by ancient concepts they don’t grasp.” This has been Jordan’s self-justification for his widespread use of anachronisms, a device which perhaps has drawn more fire than any other from critics. Broadly, it could be considered a bridging strategy (Hill, 2003) for building Scriptural acquaintance within a people group. Other recent adaptive retelling attempts in English could be similarly examined, including The Message, The Aussie Bible, and Black Bible Chronicles. Beyond the examination of the purpose of CPV for an inter-racial south Georgia Christian community, the author considers the use of a bridging strategy in SIL translation projects. Headland (1981) certainly wrestled with the merit of something approaching an adaptive retelling for the Dumigat of Philippines, and Kingston (1975) reflected on the same for the Mamaindé of Brazil. Though not employing as dramatic cultural adaptation as the CPV, Karl Franklin (2003) is currently testing an adaptive retelling storying approach in Papua New Guinea. What merit does this methodology have for vernacular translation programs, and under what conditions? What is its role in language program planning?
Key words: Scripture, translation, cotton patch version (CPV), retelling, language program planning.