Derechos fundamentales y personalidad jurídica de los robots: ¿para qué?
Contenido principal del artículo
Resumen
La actual tendencia a asignar personalidad jurídica a los robots parece tener su raíz en la necesidad de imputarles responsabilidad civil, como consecuencia del daño que estos pudieran causar en la cotidianeidad, tanto laboral como doméstica, según el ámbito en el que tenga lugar su intervención. Todo ello, debido, por un lado, a la posibilidad de aprendizaje autónomo, a través de redes neuronales que imitan la estructura del cerebro humano, y, por otro, a los sesgos que los propios creadores de los algoritmos albergan en su manera de ver y conocer el mundo. Ahora bien, podría decirse que lo realmente relevante en este sentido, en el caso de que finalmente estas «cosas» sean consideradas sujetos de derecho, con capacidad jurídica, es el impacto que esto pueda tener en el ámbito de los derechos fundamentales y su protección, si no se establecen con claridad los límites. En este sentido, hay una pregunta que antecede a toda la problemática que se ha suscitado en torno a los llamados humanoides: ¿es necesario realmente dotarlos de personalidad jurídica para dar respuesta a los interrogantes que surgen en el ámbito jurídico como consecuencia de su intervención en la vida cotidiana? ¿Son reales las «aparentes lagunas del derecho» que tantas líneas han ocupado, cuando el daño lo ha ocasionado ese gran conjunto de algoritmos capaz de tomar decisiones complejas, como si de un ser humano se tratara? Quizá la idea tergiversada, y mayormente extendida, sobre lo que es o no la inteligencia artificial nos haya hecho creer que realmente es preciso incluir a los robots en la categoría de sujetos del derecho, necesitados y dotados de personalidad jurídica, considerando esta postura la más idónea para que, como sociedad, estemos preparados frente a la que se avecina. Expuesto así, suena realmente alarmante. Sin embargo, es muy probable que ya contemos con todo lo que necesitamos, y sencillamente se trate de aclarar o conocer, partiendo del rigor científico, qué es eso de la IA, hasta dónde puede llegar y a qué nuevos derechos está dando lugar.