Estudios

CIUDAD Y TERRITORIO

ESTUDIOS TERRITORIALES

ISSN(P): 1133-4762; ISSN(E): 2659-3254

Vol. LV, Nº 215, primavera 2023

Págs. 183-202

https://doi.org/10.37230/CyTET.2023.215.10

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Configuración morfológica del tejido urbano de Villavicencio (Colombia): estudio urbanístico en una ciudad intermedia fragmentada

Carlos Mauricio Cortés-Acuña (1)
Yonier Castañeda-Pérez (2)

(1) Arquitecto Docente. Universidad Antonio Nariño sede Bucaramanga (Colombia)
(2) Arquitecto Docente investigador. Universidad La Gran Colombia seccional Armenia (Colombia

Resumen: El objetivo de este artículo es entender los diferentes tejidos urbanos de Villavicencio (Colombia) para reconocer las transformaciones que han llevado a esta ciudad intermedia a implementar un modelo difuso y diseminado como tipología predominante. Se realiza una reflexión hermenéutica de la configuración territorial en los componentes urbanos presentes, a través de métodos cualitativos y técnicas como el análisis documental y la observación directa del fenómeno. Los resultados se concretan en la identificación y estudio de las tipologías existentes en los tejidos urbanos en la ciudad como producto directo de los procesos de urbanización y parcelación de su forma urbana. Se evidencia así, una involución y retroceso en la producción actual de ciudad, debido a la utilización de métodos “pre-urbanos”, es decir, previos al urbanismo científico propiamente dicho que desconocen la función social de la propiedad privada y facilitan la intervención colectiva no estatal, sin actuar frente a la urbanización informal.

Palabras clave: Ciudad fragmentada; Configuración territorial; Espacio urbano; Tejido urbano; Villavicencio; Colombia.

Morphological configuration of the urban tissue of Villavicencio (Colombia): an urban study in a fragmented intermediate city

Abstract: The objective of this article is to understand the different urban weaving of Villavicencio (Colombia) to recognize the transformations that have led this intermediate city to implement a scattered and disintegrated model as the predominant typology. A hermeneutical reflection of the territorial configuration in the urban components, through qualitative methods and techniques such as documentary analysis and direct observation of the phenomenon is carried out. The results are specified in the identification and study of the existing typologies in the urban weaving in the city as a direct product of the urbanization processes and subdivision of its urban form. It is thus evidenced, an involution and regression in the current production of the city is evidenced due to the use of “pre-urban”, that is to say, prior to scientific urbanism itself which ignores the social function of private property and facilitates non-state collective intervention, without acting against informal urbanization.

Keywords: Fragmented city; Territorial configuration; Urban space; Urban tissue; Villavicencio; Colombia.

Recibido: 15.03.2022; Revisado: 06.09.2022

Correo electrónico (1): cortesac@uan.edu.co; Nº ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5559-1926

Correo electrónico (2): castañedapyonier@miugca.edu.co; Nº ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0484-0253

Los autores agradecen los comentarios y sugerencias realizados por los evaluadores anónimos, que han contribuido a mejorar y enriquecer el manuscrito original

1. Introducción

La configuración morfológica de una ciudad corresponde al conjunto de objetos (naturales o artificiales) en un espacio delimitado por una jurisdicción normativa, o por las dinámicas propias de la sociedad que la habita en la cotidianidad (Santos, 1996). Lo que a su vez Bourdieu (1979) denomina como formas objetivadas del espacio. En este sentido se reconoce lo que para Lefebvre (2013) es el espacio percibido que consiste en la materialidad de los objetos naturales y artificiales de la ciudad; en contraste con el espacio concebido, que responde a lo que se planea desde el Estado y la norma. Teniendo en cuenta estos postulados, la ciudad se entiende conceptualmente como un binomio contenedor-contenido; el contenedor (configuración morfológica) se revela en los componentes observables y tangibles, producto de los elementos sociales, culturales y económicos que forman el contenido.

Estudiar la configuración morfológica de las ciudades es un campo de estudio relevante para comprender con mayor compromiso empírico la dinámica de uso y ocupación del suelo urbano, cuyo objetivo es el de perfeccionar los métodos de planificación y gestión de las ciudades para el bienestar de sus habitantes (Álvarez de la Torre, 2017; De Oliveira Lázaro & Chuerubim, 2018). Para ello se requiere del análisis de áreas con características diferenciadas, determinadas por los tejidos urbanos resultantes, primordialmente, del entramado de las vías que conforman las manzanas (Capel, 2002).

A fin de delimitar el ejercicio conceptual, vale la pena mencionar que tejido es una mezcla o entrecruzamiento de hilos o fibras que forman una trama compleja y diversa de características particulares. La revisión de estos entramados, que a su vez suponen la espacialización de diversas dinámicas socio-geo-históricas, representa una herramienta importante a fin de reconocer la multiplicidad de elementos que entran en juego para el análisis de una ciudad, especialmente por el hecho de que dichos tejidos son el producto directo de su historia en un momento determinado.

Es decir, se pueden superponer los diferentes entrelazados urbanos de un espacio concreto con otros aspectos relevantes de su historia como la economía, la demografía, entre otros, y reconocer sus relaciones de causalidad. En definitiva, los “rizomas” que conforman lo que se denomina tejido urbano no son solo elementos de conexión y transporte –que de por sí juegan un papel fundamental en la existencia de la ciudad–, sino que manifiestan la historia de la misma y configuran lo que para Lefebvre es el espacio percibido 1 (2013) y Soja interpreta como el primer espacio (2008); en tanto que son un reflejo de la técnica, la política, la economía, la moda, etc., en el momento en que fueron concebidas y realizadas.

Dicho primer espacio aborda la conformación de la configuración territorial expresada también en su morfología urbana, la cual según Capel (2002) hace reconocible mediante el análisis de los elementos que componen su geografía como son la forma, la localización, los usos del suelo, las vías, entre otros. Esta observación se traduce en el reconocimiento de las principales tramas urbanas presentes en la contemporaneidad de las ciudades, las cuales se pueden yuxtaponer con las dinámicas sociales de la época correspondiente, dejando claro un panorama que relaciona la historia, el urbanismo y las dinámicas económicas.

Si bien, en principio puede parecer un análisis exclusivamente funcional y formal, es importante recalcar las palabras de Borja (2003) en tanto que el espacio público –conformado principalmente, más no exclusivamente, por la red viaria– es el que permite la existencia del espacio privado y la parcelación, que contiene las edificaciones y otros espacios colectivos con diferentes tipologías. Por consiguiente, a manera de hipótesis, se requiere explorar la estructura física de la ciudad a través de su historia desde una perspectiva que permita el reconocimiento de su morfología y la relación de causalidad entre los sucesivos procesos de trazado y parcelación con la configuración contemporánea de la ciudad.

De acuerdo a lo anterior, se pone a la vista un estudio acerca de los modos de configuración y reconfiguración territorial de Villavicencio, una ciudad intermedia colombiana, desde su origen hasta el actual modelo urbano disperso y “perforado”. Para ello, en este estudio se relacionaron las teorías de Solà-Morales Rubió (1970, 1973, 1993) retomadas y ampliadas por Capel (1975, 2002, 2003, 2005), que sirvieron como ruta analítica a partir de las categorías por ellos propuestas2; a las que se les adicionó otras como la mirada del modelo de ciudad latinoamericano de Janoschka (2002) e Hidalgo (2004), con el fin de tipificar las diferentes morfologías urbanas existentes en la ciudad de estudio.

Este ejercicio permitió reconocer morfologías urbanas diversas que responden a dinámicas y momentos específicos del crecimiento de la ciudad, evidenciando que en el tejido urbano de Villavicencio predomina la ciudad dispersa (semejante al modelo planteado por Indovina (1999), citado en Nel.lo (2012)) a partir de emprendimientos de vivienda localizados en zonas apartadas del centro tradicional sin concebirse como una expansión de la forma urbana precedente. Por su parte, debido a la insatisfacción por la urbe y a la búsqueda de una mejor calidad de hábitat a un menor precio, la construcción de ciudad se ha ido estableciendo paulatinamente en las zonas rurales. Situación predominante a partir de la década de 1980 que, por la ausencia de una planeación apropiada a sus nuevas realidades, ha derivado en un aumento de la segregación y en la pérdida de la ciudad como espacio de sociabilidad. A su vez, se evidencia un proceso de desatención del Estado tanto en la oferta de vivienda, como en la aplicación técnica del urbanismo en la producción de ciudad que, finalmente, produce el tejido urbano.

En consecuencia, la complejidad de los estudios morfológicos de las ciudades se hace relevante en la medida en que puede dilucidar la verdadera configuración de las mismas y redundar en herramientas para producir cambios en las políticas de gobierno, actualmente enfocadas a un tipo de urbe que no corresponde con las dinámicas contemporáneas. Aquellas que han dado paso a un desarrollismo que parte de intereses privados de los agentes inmobiliarios, los cuales priorizan la forma de tenencia de la tierra y la implementación de tipologías constructivas enfocadas a la rentabilidad.

2. Metodología

En el caso de la epistemología aplicada a la morfología urbana se habla de una corriente de conocimiento sin la suficiente exploración, para Scheer & Schwabe “muchas afirmaciones en este campo son deducciones que provienen de la observación de expertos” (2022, p. 1), esto hace necesario establecer el tipo de conocimiento que se busca obtener en la esfera de la morfología urbana a fin de llegar a él.

Para analizar cómo ha sido el proceso de fragmentación del tejido urbano de Villavicencio, esta investigación realizó una reflexión hermenéutica de la configuración territorial3 en los componentes urbanos presentes, a través de métodos cualitativos y el uso de técnicas como el análisis documental y la observación directa del fenómeno. A su vez, el camino que se presenta utilizó, entre otras, instrumentos del urbanismo tales como la planimetría y el análisis morfológico de la estructura urbana y edilicia en diferentes momentos de su historia; con apoyo en herramientas de los sistemas de información geográfica obtenidas en diferentes geoportales y sus respectivos datos estadísticos.

Lo anterior se concreta en el análisis de los procesos de urbanización y parcelación mediante los conceptos de Capel (2002), quien profundiza en la forma urbana producida por la malla vial que delimita las manzanas. Siguiendo a dicho autor, quien, a partir de la relación de variables como los usos del suelo, la morfología y la localización, propone la identificación de tipologías de tejidos urbanos, entre ellas: los cascos antiguos (orígenes), ensanches, barraquismo y la ciudad archipiélago (tejido urbano contemporáneo). Desde allí, adicionalmente, esta indagación propone la categoría de barra(n)quismo. Por su parte a partir de perspectivas Latinoamericanas como las de Janoschka (2006) e Hidalgo & Borsdorf (2005), los conceptos de ciudadelas, la autoconstrucción informada y la vivienda múltiple, se utilizan como clasificaciones complementarias de análisis del tejido urbano, dadas las particularidades de la ciudad de estudio. A partir de dichas categorizaciones se realizó un análisis que permitió dilucidar la relación entre ellas y la forma urbana resultante.

3. Resultados

3.1. Contextualización del área de estudio. Localización

Como lugar de contrastación empírico-metodológica se escogió a Villavicencio, capital del departamento del Meta y principal ciudad de la Orinoquia y la Amazonia colombiana. Ubicada en el centro geográfico del país (Fig. 1), cuenta con 451 212 habitantes (Alcaldía de Villavicencio, 2016) y alberga el 66,57 % de la población del departamento (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, 2018a).

Hoy en día no se podría decir que Villavicencio es un centro de poder y control, tal como Sassen (2003) describe las ciudades que tienen un rol importante en los procesos de globalización económica. Sin embargo, es el centro urbano más significativo de la Orinoquia y funciona como articulador entre ésta y el centro del poder nacional en Bogotá. De esta manera se asume que la capital del Meta tiene un papel en los procesos de globalización cuyos impactos han sido importantes en su interior. Es evidente su relación de poder y dominio sobre el territorio posterior, lo que se conoce como el Llano; conformado por los departamentos del Meta, Casanare, Arauca y Vichada, que representan el 22,27 % del territorio colombiano. Dicha región cuenta con una población de 1 478 000 habitantes, que conforman el 3,28 % del total de la población del país y contribuye con el 5,5 % del PIB de Colombia (Benavides, 2007). Esta relación de poder se configura gracias a que las decisiones políticas, económicas y financieras que afectan dichos departamentos están centralizadas en Villavicencio.

Villavicencio es a su vez la representante, la cara y la imagen más relevante de la cultura y la identidad llanera, sin ser precisamente un espacio diferente al de la mayoría de las ciudades modernas, donde reina la indiferencia, las urgencias de la cotidianidad y la búsqueda de la individualidad a través del encerramiento y la pérdida de las relaciones sociales en el espacio urbano (…). (Cortés Acuña & Castañeda-Pérez, 2020, p. 22)

Por otro lado, existe una relación de sumisión con la capital del país, debido a su cercanía (80 km aproximadamente), lo cual genera una fuerte influencia en la ciudad que va desde el intercambio espacial relativamente cotidiano, hasta fuertes procesos de inversión a nivel individual y empresarial. Dichas inversiones aprovechan las características sus potenciales económicos y turísticos. Este contraste se refleja en los estilos de vida que varían desde las poblaciones tradicionales y sus maneras de habitar, hasta los grandes flujos de inmigrantes, pasando por una fuerte población turística flotante.

FIG. 1/ Ubicación de la ciudad de Villavicencio

Fuente: Elaboración propia sobre imagen del Geoportal Google Earth 2020

3.2. Casco antiguo (Orígenes)

Según Capel (2002) los cascos antiguos

Son el resultado de una evolución histórica compleja por lo que pueden presentar diferencias notables entre ellos y matices importantes en el interior. Los tejidos antiguos pueden haberse formado: por evolución a partir de los caminos rurales; y por planeamiento del conjunto o de determinados sectores. (Pág. 440)

Esta situación se hace evidente en la ciudad de estudio ya que en ella se reconocen ambas premisas en cuanto a la formación de la trama urbana según su tiempo. En primera instancia, hacia mediados del Siglo XVIII, se documenta una primera fundación de origen espontáneo. Se trataba de un lugar de confluencia de caminos ancestrales que derivó en una mezcla de espacios privados sin planificación para ofrecer un sitio de descanso y diversión de baquianos y campesinos antes de emprender la cordillera oriental a fin de transportar la materia prima proveniente del llano (principalmente ganado vacuno). Las construcciones que configuraron este primer caserío fueron hechas con materiales de la región, específicamente madera en las paredes, tierra en el piso y paja en las cubiertas; lo que a la postre contribuyó a su rápida desaparición y a la ausencia de evidencias del tejido urbano original.

Este tipo de espacialidades respondían a las capacidades de los comerciantes de la época para adquirir terrenos en los que construían la infraestructura necesaria según su conveniencia, condición que no dista mucho de las metodologías urbanísticas actuales. Principalmente de personas rurales que van conformando la ciudad y van adquiriendo paulatinamente de ella las características del ser urbano.

Posteriormente, a principios del Siglo XIX, durante la consolidación del Estado nación colombiano, fue necesario afianzar el “capítulo urbano”; es decir, ejercer el poder y la técnica urbanística mediante la regularización de asentamientos. En esta segunda instancia, el tejido urbano consistió en una trama de vías perpendiculares entre sí sobre la planicie disponible justo a piedemonte, bordeado por cuerpos de agua de donde se abastecía el naciente poblado (Fig. 2).

Fig. 2/ Nuevo urbanismo de Villavicencio, después de su origen espontáneo

Fuente: Fundación para el Archivo Fotográfico de la Orinoquia, FAFO

Dicho ejercicio tuvo como efecto la refundación de Villavicencio en 1845 mediante la configuración de manzanas de aproximadamente ochenta metros de lado que conformaron una retícula ortogonal. Estas manzanas, a su vez, se parcelaron en lotes de diferente tamaño según la cercanía a la plaza central (donde se localizaron las edificaciones de gobierno y eclesiásticas) y la condición socioeconómica de sus residentes. Un claro ejercicio de poder que no proporcionó valor al lugar pre-existente ya que no permitió la sumatoria de capas socio-históricas para la consolidación de un territorio con origen ancestral.

Dicha metodología de trazado urbano en los primeros momentos de la ciudad, aunque fue suficiente para albergar la población que llegaba atraída por las bonanzas agrícolas de la región, se reconoce como anacrónica ya que continuaba con la implementación de la técnica del damero colonial español sin que se vieran reflejadas las realidades morfológicas del lugar y las técnicas constructivas en una época denominada como Republicana.

3.3. Ensanche

Una vez superada la capacidad de la ciudad original para acoger a su creciente población, hacia el año 1944 se destaca la ocurrencia de un hecho urbano que Capel (2002) denota como ensanche, que

En su acepción etimológica es cualquier ampliación urbana, el «terreno dedicado a nuevas edificaciones en las afueras de una población y conjunto de los edificios que en ese terreno se han construido», como dice el Diccionario de la RAE. Pero podemos añadir que se trata de una expansión realizada de forma unitaria y normalmente con un trazado ortogonal. (Pág. 448)

Este ensanche se evidencia en la ciudad de estudio mediante la implementación de una actuación urbanística denominada Plan Regulador (Aprile-Gniset, 1992) (Fig. 3), que a su vez respondía a las características técnicas y estéticas del movimiento moderno. Esta estrategia de planificación se implementó para estructurar las nuevas manzanas de la ciudad a partir del trazado de ejes y anillos viales (como la avenida Alfonso López y la avenida del Llano), dando relevancia a dichos elementos urbanísticos que finalmente configuraron la estructura radial de la ciudad actual.

FIG. 3/ Ensanche de la ciudad de Villavicencio

Fuente: APRILE-GNISET (1992, p. 109)

Con dicho Plan, la ciudad (también con la implementación de asentamientos sin el cumplimiento de estándares urbanísticos) superó los límites establecidos en su fundación y atravesó diferentes elementos naturales que no permitían la continuidad estricta de la malla reticular en su sentido original, logrando mantener la conexión entre sus ensanches con el centro fundacional. Asimismo, se dio continuidad a la tipología de manzana de la época colonial, con algunas variaciones en sus medidas y en su parcelación interior. Estas primeras expansiones enfrentaron al urbanismo con la naturaleza que se encontraba fuera de los límites fundacionales, más específicamente con los “caños” (pequeños ríos que forman parte del paisaje del piedemonte) que recogen los múltiples nacederos de agua de la cordillera oriental.

Dichos cuerpos de agua, a su vez, han configurado barreras que inciden en la morfología de la ciudad al ser creadores de bordes, en un mismo sentido conceptual están las montañas cordilleranas como obstáculo para el crecimiento de la ciudad en su sentido occidental. Sin embargo, estas condiciones no significaron una dificultad para la manera como, finalmente, se implementó la malla vial y el manzaneo de acuerdo al mencionado Plan Regulador. De esta manera, la ciudad ordenó radialmente su actual tejido urbano mediante la implementación de ejes viales como estructurantes de la urbe, sumado a la incidencia de rutas hacia otros municipios que tienen su origen en tiempos anteriores a la colonia.

Adicionalmente, junto con las subsecuentes intervenciones que han conformado el ensanche de Villavicencio, en su centro fundacional paulatinamente ha ido predominado el uso comercial e institucional en menoscabo de la apropiación residencial. En este sentido se reconoce el inicio de un proceso de gentrificación en el centro de la ciudad4, “como consecuencia, su economía se debilita, los edificios son abandonados y la población residente disminuye” (Álvarez de la Torre, 2017, p. 187). A partir de la segunda mitad del Siglo XX, momento de la implementación del mencionado Plan, las personas de mayor poder adquisitivo migraron hacia barrios (originalmente) periféricos como La Grama, para lo cual se construyó uno de los primeros puentes vehiculares y así superar un borde urbano conformado por el “caño” Parrado. Por otro lado, aquellos con menor poder adquisitivo permanecieron en el centro de la ciudad en casas construidas con bahareque y tejas de zinc, características que aún se conservan en algunas edificaciones del centro tradicional.

3.4. Del Barraquismo al Barra(n)quismo

El concepto de barraquismo5 es asumido por Capel (2002), Solà-Morales Rubió (1993), entre otros, como aquel que surge a partir del siglo XIX (que en la actualidad tiene diferentes denominaciones según el lugar) por el rápido crecimiento de la población que derivó en la escases de viviendas. Esto, sumado al abandono de los barrios antiguos de las ciudades por parte de sus pobladores originales en busca de lugares con mejores condiciones, impulsó la ocupación de espacios inadecuados tales como lechos de río o zonas con riesgo de deslizamiento, en su mayoría de propiedad pública.

Ahora bien, en consideración de las particularidades de la ciudad de estudio, se decide adecuar el concepto de barraquismo para ampliar su posibilidad analítica dentro de un nuevo concepto denominado barra(n)quismo, en atención a la idea de “barranco”; un espacio que por su condición escarpada es abandonado por los intereses del capital inmobiliario. En este concepto se agrupan tres características particulares: (1) irregularidades constructivas con relación al ordenamiento territorial, (2) niveles socio-económicos opuestos y (3) ubicación en zonas de riesgo; características que se reconocen en múltiples espacios donde se asientan personas con necesidades habitacionales. En este sentido, el fenómeno se presenta tanto en barrios populares (fruto de un esfuerzo individual, familiar o colectivo), como en construcciones realizadas por personas de altos ingresos.

Siguiendo algunos teóricos del urbanismo se podría decir que el barra(n)quismo proviene de una formación orgánica o espontánea e incluso, como anota Capel (2002), un espacio no reglado. Sin embargo, el concepto propuesto supone que todo espacio vital tiene una planeación y organización que no es azarosa y tiene sus reglas, aunque provengan de dinámicas diferentes a los caminos que marca la técnica del urbanismo.

En este sentido, se puede observar, por un lado, cómo se han desarrollado asentamientos populares en los que sus propietarios buscan tener el mayor tamaño posible para su vivienda y una accesibilidad funcionalista que permita su conexión con la ciudad. Esto sin mayores preocupaciones estéticas. Por otro lado, se evidencian asentamientos construidos por grupos de personas con alto poder adquisitivo (de mayor contenido estético y formal) quienes, por distintas razones, no asumen los estándares urbanísticos6. En síntesis, espacios de pobreza o riqueza que coinciden en un tipo de urbanización donde el tejido urbano responde a una planificación que parte del deseo, la necesidad, la posibilidad y la relación con el entorno. Todo esto bajo una perspectiva individualista y no desde la formalidad establecida por el Estado y el capital a partir del ordenamiento territorial.

Como reflejo de lo anterior, debido a las realidades topográficas y naturales existentes, en la ciudad de estudio se dan las condiciones propicias para la emergencia de dos tipos de barra(n)quismo. El primero de ellos (Barran(n)quismo pobre) representa una oportunidad de apropiación por parte de personas o grupos sociales de bajos ingresos que prefieren vivir en condiciones de precariedad habitacional y configurar una oportunidad de poseer un capital de vida y de trabajo ya que no cuentan con otra alternativa. Impulsados por lo que Lindón (2005) denomina como el mito de la casa propia. Se conforman así, barrios que nacen desde el ingenio y el riesgo, familias que construyen su territorio-hogar en los espacios descartados por el capital inmobiliario.

En la ciudad de Villavicencio son múltiples las aglomeraciones que responden a dichas características y que, actualmente, configuran barrios y zonas importantes. Algunos de ellos ahora son parte del espacio urbano formal al haber sido incorporados a los estándares urbanísticos gracias a obras de adecuación y mitigación (Fig. 4).

FIG. 4/ Barra(n)quismo adinerado y barra(n)quismo pobre

Fuente: Elaboración propia sobre aerofotografías de Google Earth (2020)

En cuanto a su trama urbana se evidencia la desorganización propia de una configuración “arbitraria” conformada a través del tiempo, esto a medida que se van sumando sujetos con necesidades y deseos propios. Se pueden observar vías de trazado irregular, no solo en cuanto a la linealidad de las mismas, también a la variedad de tamaños a lo largo de su extensión y de los materiales con las que están construidas. Dichas vías conectan los espacios privados sin planificación y sin seguir el proceso técnico de formación de barrios en el que se parte de la urbanización (vías y manzaneo) y se complementa con la parcelación y la edificación. Por el contrario, fueron respondiendo a la aparición de nuevos espacios vitales, a la decisión de la sesión que sus dueños o tenedores hicieron de su lote privado para que la vía tuviera una u otra característica. En relación con los andenes o senderos peatonales, estos (en caso de existir) han sido percibidos como una pérdida de espacio privado que prefieren utilizar para su beneficio particular.

El segundo tipo de barra(n)quismo (adinerado) se presenta en la ciudad relacionado con grupos poblacionales de altos ingresos. Se trata de espacialidades desarrolladas con la técnica y la tecnología que permite el dinero, lo que los excluye de ser considerados como barraquismo stricto sensu. Son espacios que gracias a sus condiciones paisajísticas y de ubicación, a pesar de su condición de uso del suelo y/o de riesgo, fueron apropiados por personas de clase alta de la ciudad. En principio, como fincas de recreo y actualmente, como extensos conjuntos cerrados. En su trama urbana se evidencia mayor orden a partir de una jerarquización vial que se establece desde las vías públicas (de un trazado regular) que permiten el acceso a los fragmentos de vivienda y otras de carácter privado o semi-privado (con un trazado irregular), al interior de estos. Todas ellas con cesiones de espacios destinados desde el inicio a funcionalidades paisajísticas más allá de la movilidad vehicular.

Un ejemplo de este tipo es el conjunto denominado La Aurora (Numeral 4 de la Fig. 4) el cual está construido cerca del río Guatiquía (el más grande e importante de la ciudad) por lo que ha presentado eventos de inundación. Sus habitantes y los de algunos barrios similares aledaños, gracias a sus capacidades económicas y las conexiones con el poder, han logrado que se realicen obras de mitigación sin llegar a ser definitivas.

En el barra(n)quismo se reconoce la dinámica de las ciudades latinoamericanas, donde se reflejan sus complejidades y contradicciones. Esto se traduce en que aquellos que requieren satisfacer una necesidad habitacional (vital para poblaciones de bajos recursos o suntuosa para aquellos de altos ingresos) lo hacen por medio de vías de hecho, conscientes de la falta de fuerza del Estado para evitar que se eluda el marco normativo vigente.

3.5. Autoconstrucción informada: una política de estado

Por otro lado, en complemento al modelo analítico planteado por Capel (2002), para quien la autoconstrucción va de la mano del barraquismo, en este apartado se amplía al término de autoconstrucción informada, debido a que en Colombia la autoconstrucción ha hecho parte de políticas estatales de vivienda. A su vez, se diferencia del barra(n)quismo ya que, como se explicó en el apartado anterior, si bien se genera mediante autoconstrucción, este último se caracteriza por ubicarse en zonas no aptas para ser urbanizadas.

Dicha forma de construcción fue una de las más utilizadas a mediados del siglo XX en Colombia y consistía en que el Estado, mediante sus empresas de obras públicas o entidades específicas creadas para tal fin (como el Instituto de Crédito Territorial), disponía un urbanismo inicial conformado por un trazado vial y su consecuente loteo. Posteriormente asignaba espacios (lotes) a familias beneficiadas. En algunos casos se hacía un urbanismo completo; es decir, con vías y andenes pavimentados y loteos demarcados, y en otros se entregaba con un urbanismo incompleto, aunque con lotes delimitados.

Este tipo de urbanización asumía que la mano de obra (no calificada) de la familia que habitaría el lugar, como manera de retribución por el beneficio que obtendrían, se sumaba a los aportes del Estado representado en el urbanismo y a la mano de obra calificada. Sin embargo, en muchos casos, ellos con la ayuda de familiares y vecinos constituyeron no solo la única fuerza de trabajo, también fueron los encargados de los diseños y las acciones desde el punto de vista constructivo.

A manera de ejemplo, en la ciudad de Villavicencio se presenta el caso de La Esperanza, un barrio construido hacia los años 60 alejado del centro de la ciudad, en límites con la zona rural y que, en principio, estaba habitado en gran parte por familias campesinas expulsadas de sus territorios por la violencia de la época (Romero, 2012). Este barrio tiene la particularidad de haberse desarrollado por etapas. Las primeras, más alejadas de la ciudad, se entregaron con el urbanismo incompleto según se documentó en una entrevista periodística

No les importó que no hubiera agua ni luz en sus viviendas ni que tuvieran que pasar y saltar zanjas de lodo para ir hasta el centro, ni que sus hijos regresaran del colegio “amarillos del polvo”, porque el bus solo llegaba hasta el sector que se conoce como La Estrella (Romero, 2012).

En este barrio, durante el proceso de autoconstrucción, las familias propietarias tuvieron en cuenta los lineamientos urbanísticos originales y respetaron los pequeños espacios abiertos, los parques proyectados, además de las vías propuestas. El barrio, enriquecido con la diversidad de viviendas resultante de los deseos particulares de sus propietarios, se convirtió en un ejemplo del urbanismo de la época. El tejido urbano resultante en el sector se puede asemejar al de manzaneo mínimo (que se explicarán más adelante) con algunas vías exclusivamente peatonales y calles cerradas que rematan en parques o en parqueaderos públicos. En la actualidad, se mantiene una variedad en las zonas verdes, andenes reducidos y vías discontinuas que, en muchos casos, suponen un problema de movilidad (Fig. 5).

FIG. 5/ Autoconstrucción informada

Fuente: Elaboración propia a partir de aerofotografía de Google Earth (2020)

Hacia mediados de la década de 1970, el proceso de urbanización consistía en que el sistema inmobiliario de la época conformado por corporaciones, bancos y constructores; además de otros interesados como juntas vecinales, asociaciones o cooperativas, proponían un plan de vivienda a las autoridades urbanísticas pertinentes de quienes obtenían el respectivo permiso de urbanización. Posterior a este “metapermiso”, que avalaba el plan urbanístico y permitía el inicio del proyecto a partir de las vías, parques y las áreas de sesión obligatorias (destinadas a la construcción de equipamientos urbanos) se viabilizaba la solicitud de licencias de construcción para cada uno de los lotes definidos.

Si bien, la ciudad no se desarrollaba a través de una directriz estatal ni colegiada que determinara sus derroteros, estos planes de vivienda eran compatibles con el urbanismo técnico, donde lo fundamental, entre otros aspectos, ha sido generar espacios públicos que permitan la accesibilidad a los predios privados, así como el esparcimiento y el encuentro entre sus habitantes. Este tipo de urbanización se daba comúnmente en la tipología de manzaneo mínimo en la que se puede ver una diferencia considerable con el damero inicial, de origen español. Dicho manzaneo está compuesto por una malla proyectada consistente en calles ortogonales que bordean dos hileras de casas conectadas por medio de sus patios posteriores. Es decir, en un sentido, las manzanas tienen la dimensión de dos casas unidas y en el otro, la longitud según la cantidad de unidades de vivienda que se dispongan (Fig. 6).

FIG. 6/ Planimetría de proyecto urbanístico (Década de 1970)

Fuente: Archivo municipal de Villavicencio

En el desarrollo de las obras, algunas de las manzanas se configuraron de manera completa al construir todas sus viviendas por parte de un solo promotor. Sin embargo, en algunos casos las viviendas se construyeron de manera individual ya sea por autoconstrucción o contratando mano de obra calificada.

3.6. Ciudadelas

Otras formas de fragmentación espacial evidentes en la configuración urbana de Villavicencio, que además se reflejan en su tejido de forma particular, son aquellas que por su tamaño y características se asemejan a una pequeña ciudad. Se evidencian nuevos desarrollos espaciales que han modificado la escala geográfica de la segregación socio-territorial no solo en la ciudad de estudio, también en el modelo de la ciudad latinoamericana, tal como lo identifica Janoschka al mencionar que “Las nuevas formas urbanas poseen un carácter marcadamente insular, con características que no aparecen en los modelos tradicionales de ciudad latinoamericana. Las mismas se han convertido en los factores dominantes de crecimiento y construcción urbanos” (2002, p. 23). Si bien su origen es variado, en unos casos se debió al proceso de consolidación urbana de asentamientos informales y en otros a construcciones de vivienda de interés social financiadas por el Estado en extensos terrenos alejados del centro. Estas espacialidades se han afianzado poco a poco y han llegado a ser verdaderas sub-ciudades a partir de la consolidación de centros económicos y políticos al interior de ellas.

Como ejemplos, en primer lugar, se muestra la ciudadela Ciudad Porfía (Fig. 7) cuyo origen es informal y donde habitan aproximadamente 47 300 personas (Dane, 2018b) lo cual, sumado a su extensión geográfica de 335 ha, evidencia su relevancia. Originalmente fue un proyecto urbanístico propuesto en 1984 por una cooperativa de vivienda del departamento del Meta, conformada por inmigrantes de la violencia que buscaban un terreno económico para habitar. Sin embargo, el proceso fue truncado por múltiples invasiones y por la venta irregular de lotes (Cevera, 2013).

FIG. 7/ Ciudadela Ciudad Porfía y Ciudadela San Antonio

Fuente: Aerofotografía de Google Earth (2020)

Del proyecto inicial, aunque sin mayores especificaciones técnicas, se conservan las medidas, el trazado y el número de lotes propuestos. Durante su consolidación, debido a su magnitud, el Estado se vio obligado a legalizar el asentamiento e intervenir en la construcción y remodelación de vías existentes, además en la planificación de su crecimiento ordenado. Actualmente tiene características propias de una ciudad, es decir, cuenta con una centralidad donde se ubica la mayor oferta comercial e institucional. Tiene una malla vial que responde a diferentes épocas del lugar e, incluso, cuenta con barrios informales que han surgido en sus bordes.

En segundo lugar, se presenta la Ciudadela San Antonio (Fig. 7) habitada por aproximadamente 12 900 personas (Dane, 2018b) en 119 ha de extensión, resultado de un proyecto de vivienda de interés social dispuesto en zona rural del municipio debido al elevado precio de los lotes en la ciudad consolidada. Es un ejemplo de cómo el Estado busca lugares dentro de las zonas de expansión para planear macro proyectos de vivienda de interés social que incluyen algunos equipamientos educativos y administrativos. Cabe señalar que dichos lugares representan una pérdida de control y dominio territorial para el Estado, que en los últimos años se ha agudizado (Janoschka, 2002) al configurar espacialidades de exclusión y segregación debido a que, por un lado, se encuentran alejados del núcleo urbano y por otro, se conforman por un significativo número de viviendas y familias de bajo nivel socioeconómico. En ambos ejemplos presentados, el manzaneo mínimo (el más sencillo que permite viviendas de un tamaño más reducido) responde a la repetición de casas adosadas en dimensiones aleatorias según el plan original, tipología que es predominante en el tejido urbano contemporáneo de la ciudad.

De estas mismas características existen múltiples proyectos de vivienda construidos lejos del centro urbano tradicional de Villavicencio que exponen lo que se denomina como un “urbanismo de avanzada”, el cual se produce al intervenir en zonas alejadas modificando las condiciones de los espacios que quedan entre ellos y la ciudad. Paradójicamente, dichos espacios obtienen principalmente un aumento en su valor comercial sin ser sujetos de contribuciones o algún tipo de gravamen, debido a que dicho aumento se da por las dinámicas de la ciudad y no por actuaciones administrativas. Lo cual, finalmente, recrea condiciones propicias para el capital. Tal como lo plantea Álvarez de la Torre “El desplazamiento parcial o completo de actividades económicas, administrativas y de esparcimiento hacia otros enclaves, distantes del centro antiguo o en la periferia, disminuye de manera sustancial la demanda de uso del núcleo de origen de la ciudad y sus alrededores” (2017, p. 187).

3.7. La vivienda múltiple

En la ciudad de estudio aparece de manera tardía la vivienda múltiple conformada por edificios de apartamentos, debido a que su morfología llana ha permitido la construcción de vivienda en casas bien sea adosadas o separadas. Esta tipología habitacional de alta densidad ha significado un cambio drástico en la manera de configurar las manzanas debido al tamaño y a las características de las edificaciones resultantes. A su vez, trajo consigo nuevas maneras de gestión habitacional, con implicaciones colectivas y el surgimiento de la noción de zonas comunes, que no responden a definiciones desde lo público ni desde lo estrictamente privado.

Al estar destinada inicialmente a población de altos niveles de ingreso significó una condición de estatus (Hidalgo, 2004), ya que emulaba modelos de habitabilidad presentes en las grandes ciudades del mundo. Dicha tipología de vivienda se ensimisma en estándares de convivencia normalizados y constituyen, a la postre, el modelo para la mayoría de fragmentos urbanos cerrados de vivienda (Hidalgo, 2004). Se configura así el germen de una nueva sociabilidad que aglomera familias y que a la vez las desliga del entorno inmediato.

En Villavicencio, la oferta de vivienda múltiple se popularizó en el presente siglo gracias a la implementación de apartamentos ofertados como vivienda de interés social, en principio para personas de bajos ingresos. Antes del año 2000 su magnitud era mínima con relación a la oferta de vivienda unifamiliar y, debido a la poca proliferación de dicha tipología, aún es difícil encontrar zonas donde prevalezca. Sin embargo, es posible encontrar ejemplos aislados de multifamiliares en los que se evidencian sus implicaciones en el tejido urbano ya consolidado y en los que surge una tendencia a implementar modelos de encerramiento y exclusión, configurando paulatinamente un tejido urbano contemporáneo. (Fig. 8).

Fig. 8/ Vivienda multifamiliar de iniciativa estatal y privada

Fuente: Elaboración propia, Aerofotografía de Google Earth

Un caso específico es el de Multifamiliares Los Centauros, un proyecto en donde el Estado patrocinó la construcción de 1420 apartamentos, dispuestos en 40 bloques de 5 pisos cada uno (máxima altura para no tener que implementar ascensores) originalmente sin vallas de cerramiento, ubicados en el borde oriental de la ciudad y contiguo a barrios consolidados (Fernández Tavera & al., 2019). Dicho proyecto, de iniciativa pública, se construyó en el año 2001 destinado a familias de escasos recursos. Sin embargo, debido a la valoración simbólica de esta tipología dentro del imaginario colectivo en la ciudad y a maniobras propias de la política local, la mayoría de estos apartamentos terminaron en manos de personas de clase media. Sumado a esto, algunas personas con alto poder adquisitivo compraron una o más unidades de vivienda a modo de inversión.

En un principio, sus habitantes intentaron poner vallas al conjunto de bloques, a manera de fragmento urbano cerrado de vivienda, situación que no prosperó. Sin embargo, las calles de ingreso fueron cerradas con talanqueras configurándose pequeños conjuntos con portería y acceso público restringido.

3.8. Tejido urbano contemporáneo: Ciudad dispersa – ciudad perforada

Finalmente, en este apartado se asocian diversas líneas de pensamiento que hacen referencia al conjunto de la estructura fragmentada de las ciudades latinoamericanas contemporáneas. No propiamente como una metáfora descriptiva que enmarca porciones de ciudades configuradas y reconocidas exclusivamente desde la fragmentación y la segmentación, sino como resultado final de los procesos urbanos que repercuten notablemente en el tejido urbano contemporáneo y, por tanto, hace relevante su reconocimiento como categoría específica.

A nivel global, como resultado de los procesos histórico-económicos, en la actualidad las urbes se interpretan como una postmetrópolis fragmentada (Soja, 2008) que tiene su modelo en los suburbios norteamericanos. Según Indovina (1999, citado en Nel.lo, 2012), de esta manera surgieron las urbanizaciones difusas en la ciudad y, debido a su magnitud, hoy en día se les puede aplicar el término de ciudades difusas, debido a su tamaño y su acelerada metástasis a lo largo del paisaje urbano. Particularmente, en las ciudades intermedias latinoamericanas, como es el caso de la ciudad de estudio, su morfología muta creando islas autistas, independientes y segregadoras que no se integran con el tejido urbano previo ni con el espacio público existente; por el contrario, se privatizan zonas reforzando la idea de islotes.

En el hilo de este debate, pensadores como Janoschka (2002) reconocen específicamente el movimiento moderno con su diferenciación funcional como el precursor de este tipo de islas (riqueza, consumo, producción y precariedad) en la urbe contemporánea. Es un nuevo modelo de ciudad latinoamericana que el autor describe así

“…este desarrollo de fragmentos urbanos no integrados entre sí debe ser tomado como un corte con la ciudad latinoamericana tradicionalmente abierta y signada por espacios públicos. Desde este punto de vista, la ciudad latinoamericana se convierte en una forma urbana relativamente cerca de la ciudad norteamericana. Si bien los nuevos desarrollos no muestran un paralelismo con otros procesos observados en los Estados Unidos, sí poseen numerosos puntos en común. Sobre todo, en los procesos de privatización, que involucran a todas las capas de la población, así como en las inversiones urbanas realizadas por actores privados. Debido a que los procesos de transformación suceden en un ámbito urbano latinoamericano típicamente regional, donde la composición social y las estructuras políticas son ampliamente divergentes, se sigue hablando de una forma latinoamericana propia de ciudad. Pero en las últimas décadas, esa forma se ha modificado masivamente y se debe recurrir a una nueva modelización. (Pág. 86)”

Sin embargo, como lo reconoce el autor, no se puede desconocer que los modelos tradicionales de la ciudad latinoamericana, en los que primaba una organización radial de expansión urbana, siguen teniendo vigencia e incorporan su principio de organización en la dinámica contemporánea.

En Villavicencio estas mutaciones surgen entre finales de 1980 y principios de 1990, momento en el que comienzan a desaparecer los planes barriales (que conformaban una ciudad más o menos interconectada) y emergen permisos de construcción para agrupaciones de vivienda cerrada (Fig. 9).

FIG. 9/ Planimetría para permiso de construcción de vivienda en conjunto cerrado (Década de 1980)

Fuente: Archivo municipal

Estos proyectos habitacionales se componían principalmente por casas unifamiliares de uno o dos pisos en fragmentos vallados, con equipamiento vial y de servicios; “encapsulados” tanto en el tejido urbano, como en sectores periurbanos a lo largo de rutas que conducen hacia otros municipios.

Es notorio cómo el trazado actual de la ciudad es generado mediante ejes viales que propician la posterior implantación de dichos fragmentos urbanos realizados por el sector inmobiliario según sus intereses. Esta situación no tiene que ver con un tejido urbano pensado o jerarquizado desde la técnica del urbanismo o el modelo de ciudad que se desea; por el contrario, dicha estructura finalmente es determinada por la forma de los lotes existentes y los ejes viales necesarios para acceder a los mismos (Fig. 10). Esto en relación con un modelo que retoma las estrategias originales de configuración de la ciudad en las que prima el emprendimiento privado y la tenencia de la tierra.

Fig. 10/ Trazado de la ciudad actual

Fuente: Elaboración propia sobre aerofotografía de Google Earth

Además de esta especie de “anarquía urbana” sin mayores reflexiones, se suma el hecho de que la infraestructura requerida no es materializada por el Estado, quien simplemente se limita a aprobar su construcción facilitando las condiciones del negocio inmobiliario sin ocuparse de la generación de ciudad.

En definitiva, se reafirman los nuevos enfoques en el debate sobre la ciudad contemporánea, haciendo énfasis en lo que Janoschka (2006) denomina como el cambio de una ciudad dispersa a una ciudad perforada. Esto refleja un modelo expansivo de la sociedad del encerramiento, donde se mezcla la suburbanización, la desconcentración y la transformación de áreas residenciales en usos terciarios. Un modelo que Borsdorf & al. (2008) denominan “privatópolis”, en una alusión al binomio autopistas-condominios en los que predomina la acción de los agentes privados en el proceso de producción urbana y “precariópolis” en relación con las minúsculas viviendas públicas de interés social en la periferia. Según dichos autores, este es un fenómeno relativamente nuevo y por tanto se hace necesaria una reteorización constante.

Lo que se produce hoy en día es una serie de espacios cerrados comunicados por una infraestructura vial. Una inercia territorial (Méndez & al., 2005) como resultado evolutivo, que según Ascher (2004), parte desde un paleourbanismo, pasando por el urbanismo propiamente dicho y, por último, el neourbanismo o tercera modernidad.

4. Conclusiones

Esta lectura y aproximación realizada al tejido urbano en Villavicencio, a partir de una revisión histórica, geográfica, cartográfica y de las particularidades del lugar, refleja procesos económicos, políticos y sociales útiles para reconocer los métodos contemporáneos de formación de ciudad y sus razones de ser.

A partir de este reconocimiento se pudieron determinar cambios en la configuración territorial de la ciudad de estudio, los cuales responden a lógicas diferenciadas. En primer lugar, el tránsito de la ciudad primigenia fundada en damero al estilo colonial español en un espacio donde existió un asentamiento informal, hacia una ciudad modernista que responde a un Plan regulador de la expansión urbana, estructurado a partir de ejes viales, manzaneos regulares y loteos que facilitaron los parámetros iniciales de inversión de capitales en el sector inmobiliario.

En segundo lugar, un tipo de urbanización alejada del urbanismo (académico o técnico) que, independiente de su legalidad y de los posibles impactos negativos sobre la planificación de la ciudad o sobre su entorno natural, representan, en cierta medida, la muestra visible de la influencia del ciudadano común –rico o pobre- en la formación de la ciudad. Es una manera de ejercer el derecho a la ciudad propuesto por Lefebvre (1978) que para Harvey (2012) es un elemento complejo que tiene que ver con el ser y estar en ella y que involucra la posibilidad de cambiarla y rehacerla a partir de los deseos y necesidades de sus habitantes.

Más adelante, en una modernidad tardía, la ciudad se construyó a partir de “metapermisos” que otorgaban las autoridades locales a pequeños planes de vivienda; muchos de los cuales se realizaban bajo un sistema definido como autoconstrucción informada que evidenció la debilidad e incapacidad de lo público para dar solución al déficit de vivienda de una manera integral. Paralelamente, en la ciudad se impulsan emprendimientos de vivienda popular denominados ciudadelas; algunos de los cuales, dada su condición de informalidad, terminan por ser regularizados facilitando las posibilidades de acceso a mejores condiciones urbanísticas. A su vez, la ciudad se configura a partir de bloques de apartamentos, cuya localización característica es el suelo de expansión de la ciudad en medio del paisaje abierto y plano, donde se empieza a visualizar la dinámica del encerramiento de la ciudad y la ciudadanía.

Por otro lado, si bien en Villavicencio aún no existen megaconstrucciones al estilo de otras ciudades latinoamericanas que buscan crear su propio espacio social (a manera de una ciudad independiente), en su contemporaneidad, la producción de ciudad se limita a la proliferación de fragmentos urbanos cerrados de vivienda que se reflejan en su forma urbana, previéndose una ciudad cada vez más guetizada y compartimentada en la que predomina el modelo de cerramiento y exclusión que privilegia el negocio inmobiliario.

Con todo y lo anterior, se pone en duda el hecho de que se haga urbanismo hoy (Giglia, 2003) cuando solo se construye infraestructura vial privilegiando el negocio inmobiliario en detrimento de la urbanidad y el urbanismo. En Villavicencio, a diferencia del ejercicio urbano propiamente dicho centrado en plazas, parques, vías y diferentes espacios públicos que confluyen en puntos estratégicos favoreciendo la socialización, los emprendimientos actuales se realizan usando métodos “pre-urbanos” en un proceso de involución y retroceso (histórico) de la ciudad.

Todo este análisis se considera pertinente en una ciudad intermedia con potencial de expansión, donde es previsible pensar que las periferias de hoy sean céntricas mañana y configuren la realidad total de una urbe conformada por la competencia entre capitales inmobiliarios. Por lo pronto, desde el Estado se busca asumir el desmedido crecimiento a través del policentrismo y la adopción de la figura de un área metropolitana, creada artificialmente mediante el mejoramiento de vías y la reducción de la identidad de cada uno de los lugares que se piensa incorporar bajo el dominio de la ciudad capital del departamento (Concejo Municipal de Villavicencio, 2015).

Se requiere, entonces, reestructurar el ordenamiento territorial vigente que no busca retomar las ideas de centralidad y densidad. De esta manera, concretar una propuesta de gestión urbana que promueva una sostenibilidad espacial y una progresiva justicia espacial (Soja, 2010) que pueda redundar en una sociedad mejor relacionada, más implicada en las decisiones de su territorio y, en definitiva, más satisfactoria en condiciones comparables para todos.

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1 Esta visión multidimensional parte de un primer elemento de análisis que es el espacio generado por una sociedad a través de sus prácticas espaciales; una lenta producción que reúne capas de historia y que revela una configuración territorial en un momento determinado. Es el espacio observable empíricamente y que hoy en día adquiere una relación cada vez más intensa con la realidad urbana. De igual manera, es producto de las acciones de la sociedad en un lugar concreto. Recíprocamente éste determina dichas acciones en la medida en que las contiene, y es así como se establece una interacción dialéctica.

2 Para dichos autores, la observación de áreas con tejidos diferentes es importante, ya que éstas reflejan las etapas históricas de la evolución de la ciudad, así como los conflictos sociales en el espacio urbano construido.

3 Entendida desde la perspectiva de Santos (2000) como el conjunto de cosas (naturales y artificiales) dispuestas sistémicamente sobre el espacio.

4 El término «gentrificación» fue acuñado en Londres en el año 1964 por la socióloga Ruth Glass. Se trata de un proceso de cambio de uso de vivienda por tipologías con mayor rentabilidad relacionadas, principalmente, con personas de mayor poder adquisitivo. Cuando este proceso comienza en un barrio, avanza rápidamente hasta que todos o la mayoría de los ocupantes iniciales, miembros de la clase trabajadora, son desplazados, así se modifica el carácter social del barrio (Smith, 2015).

5 Término de uso exclusivo para los barrios conformados por personas con condiciones económicas limitadas, denominadas barracas en España; las cuales son sinónimo de informalidad (López Borbón, 2016).

6 Ya sea por la imposibilidad de obtención de licencias de urbanismo o construcción debido a conflictos por uso del suelo y/o por su condición de riesgo.