Evolución ambiental cuaternaria del paisaje de Sierra Nevada: estado de la cuestión

Autores/as

  • M. Oliva

Palabras clave:

Sierra Nevada, Último Máximo Glacial, deglaciación, Holoceno, Pequeña Edad de Hielo, procesos fríos actuales

Resumen

El paisaje actual de Sierra Nevada es, en gran parte, consecuencia de las fluctuaciones climáticas cuaternarias. Los periodos más fríos del Pleistoceno fueron propicios para el desarrollo de glaciares de valle, que se extendían hasta cotas por debajo de los 2.500 m. Los modelados y depósitos dejados por los glaciares permiten reconstruir diferentes impulsos glaciales con un desarrollo más o menos extenso en Sierra Nevada. El Último Máximo Glacial es el periodo que ha dejado una impronta más evidente en la morfología actual del macizo, tanto en cara norte como en cara sur. La deglaciación del macizo fue un proceso relativamente rápido, sólo interrumpido por breves retornos a condiciones frías con desarrollo de glaciares y extensión del periglaciarismo (ej. Tardiglaciar). La evolución postglaciar de la zona de cumbres desde el último pulso frío ha venido básicamente controlada por la acción del periglaciarismo, que ha retocado el modelado glacial previo, con puntuales reapariciones de focos glaciares confinados en las cabeceras de los barrancos septentrionales más occidentales (ej. Pequeña Edad de Hielo). Durante las fases más frías del Holoceno el periglaciarismo se extendía hasta cotas inferiores a 2.500 m, con activos procesos de laderas, mientras que los periodos más cálidos propiciaban una mayor estabilidad geomórfica y desarrollo edáfico en el cinturón periglacial actual. La tendencia cálida iniciada a mediados del siglo XIX ha liquidado los restos del glaciarismo europeo más meridional y ha comportado un remonte altitudinal de los procesos geomorfológicos fríos en Sierra Nevada.

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Publicado

2012-05-07

Número

Sección

Artículos de Investigación