La institución militar, como forma de organización social, es una respuesta instrumental creada por el ser humano para atender a las necesidades de defensa de la comunidad. Como cualquier otra organización social forma parte de la cultura no-material, junto a otras organizaciones sociales, como la económica, la política, la educativa, la sanitaria, etc. (Hawley, 1966; Duncan, 1964). Surgió en las comunidades humanas cuando éstas lograron un número de individuos suficiente para permitir una división del trabajo social de manera que algunos individuos se especializaran precisamente en la función de defender a la comunidad (Alkire, 2003). En un principio la organización responsable de la seguridad de la comunidad atendía tanto a las cuestiones de seguridad interna como a las amenazas externas. Más tarde estas dos funciones se fueron diferenciando en Fuerzas de Seguridad y en Fuerzas Armadas (FAS), según atendieran a la seguridad interior o a la seguridad exterior (Bigo, 2000; Bilgin, 2003; Brimmer, 2008; Haerpfer y Wallace, 1997). En la actualidad se está desechando en muchos países esa diferenciación.
La pertenencia a las FAS, y especialmente a sus puestos de mando, estuvieron reservados a las clases más altas de la sociedad, mientras que la tropa procedía de las clases más bajas. La Revolución Francesa democratizó el acceso a los puestos de mando militar, lo que condujo después al servicio militar obligatorio. Durante la segunda mitad del siglo XX casi todos los países occidentales eliminaron este servicio obligatorio (en España en el año 2000), pero se ha mantenido la democratización en el acceso a los puestos de mando militar. Más recientemente, como consecuencia de nuevos escenarios de conflicto en Europa y la región MENA, se ha observado en algunos países occidentales cierta tendencia a restaurar un período de instrucción militar obligatoria de corta pero intensa duración, concretamente en Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Austria, Grecia y Chipre.
Las más recientes investigaciones demuestran que la seguridad se ha convertido en el valor más apreciado en todas las sociedades (Tang, 2009; Newman, 2010). Pero el concepto mismo de seguridad se ha ampliado extraordinariamente para incluir la seguridad alimenticia, sanitaria, educativa, laboral, económica, climática, energética, y un larguísimo etcétera, además de las tradicionales seguridad interior y exterior (United Nations, 1994). Por eso, la organización de esa seguridad, tradicionalmente confiada a las Fuerzas de Seguridad y a las FAS, en la actualidad incluye una organización cada vez más compleja y diversificada, de manera que las mismas organizaciones tradicionales se ocupan de similares problemas de seguridad, en España la Guardia Civil y la Policía Nacional, el Centro Nacional de Inteligencia, las policías autonómicas, las policías municipales, los servicios de bomberos, el SAMUR y otros servicios de protección civil, y por supuesto los distintos cuerpos y armas de las FAS, incluida la Unidad Militar de Emergencias-UME- (Martínez Paricio, 1988, 2009, 2013; Díez Nicolás, 2018, 2023).
La sociología se ha ocupado de la institución militar sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, con expertos investigadores como Samuel Stouffer (1949) y Morris Janowitz (1960, 1977, 1990), Shils y Janowitz (1948), Huntington (1957), Finer (1962), que desarrollaron su estudio científico en las universidades norteamericanas y europeas, y otros posteriores, como Moskos (1981, 1988, 1989, 1990), Harries-Jankins y Moskos (1984), Caforio (2006), Segal y Burk (2012), Serrano-Puche y Klemperer (2021). En España es obligado citar, por supuesto, a Busquets (1971), Alonso Baquer (1984), y Michavila (2002), así como a los generales Díez-Alegría Gutiérrez (1968), Salas Larrazábal (1988), Fernández Campo (1994), Muñoz-Grandes Galilea (2010), y Enseñat y Berea (2024) con sus discursos de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
En España, la mayor parte de la bibliografía, incluida la citada anteriormente, se ha centrado en la función de las Fuerzas Armadas para garantizar la Seguridad y la Defensa Nacional (una tautología, según algunos autores) de acuerdo con la doctrina establecida en la legislación estatal de cada momento, y en algunos casos para proponer innovaciones como la profesionalización (frente a la obligatoriedad) de los militares o la incorporación de la mujer a las FAS. La mayor parte de la bibliografía ha sido más bien teórica y doctrinal, sobre todo hasta el inicio de la transición política hacia la democracia, y en gran medida sigue siendo así hasta el presente (Argumosa Pila, 2022). Más recientemente se han desarrollado trabajos más empíricos sobre la imagen social de las FAS y de las Fuerzas de Seguridad del Estado (FSE) o sobre actitudes y opiniones de los miembros de las FAS y las FSE respecto a muy diferentes aspectos de la sociedad, incluidas sus propias instituciones y funciones (Ministerio de Defensa, 2023).
Fuera de España la sociología militar, o sobre las Fuerzas Armadas, ha tenido desde hace décadas un enfoque más equilibrado entre teoría e investigación empírica, si bien hay autores que opinan que los estudios teóricos sobre sociología militar están en crisis (Borón, 1999). En una línea más empírica, debe citarse un reciente artículo (Caforio y Nuciari, 2006) en el que se compara la situación de la sociología militar en 20 países (entre los que no se encuentra España), sobre la base de una encuesta por e-mail a expertos de esos países. Los resultados se analizan en cuatro grandes epígrafes: 1) el perfil típico del sociólogo sobre temas militares, 2) quién encarga las investigaciones y qué procedimientos utilizan, 3) qué grado de libertad tienen los investigadores en esa área, y 4) cual es el status de la investigación sociológica sobre los militares en los distintos países. En una línea similar, se han señalado los temas a los que ha dedicado mayor atención la sociología militar (Siebold, 2001) y que parecen haber sido la investigación sobre actitudes y opiniones sobre los militares y las FAS en general, los grupos pequeños, las relaciones sociales, el cambio social, la familia, las profesiones , y la economía política. Ese mismo autor sugiere que la sociología militar debería ocuparse sobre el ethos de la profesión militar, las FAS como institución y organización social, las relaciones cívico-militares, y las relaciones entre las FAS y otras organizaciones gubernamentales y militares.
En las páginas que siguen se pretende contribuir, mediante un enfoque teórico y empírico, a conocer cuál ha sido en el próximo pasado, y es en la actualidad, la imagen de las FAS en el mundo en general, en grandes grupos de países que comparten proximidad geográfica y cultura global, y en un pequeño grupo de países que se supone son representativos de estas dos dimensiones, geográfica y cultural.
Metodología
El objeto de esta investigación es conocer el grado de confianza de la sociedad en las FAS en diferentes países, comparada con la que tiene en otras instituciones políticas. Esta investigación pretende ser descriptiva y explicativa. Se basa en el fichero de datos agregado del Estudio Europeo de Valores y la Encuesta Mundial de Valores (EVS_WVS_TimeSeries_InternalUse_spss_v3_0) (Inglehart et al., 2014), que contiene más de 650.000 entrevistas personales cara-a-cara, con muestras representativas de la población de 18 y más años en 117 países de todo el mundo, en siete oleadas entre 1981 y 2022. Partiendo de los resultados de muchas otras investigaciones realizadas en España y otros países, se han formulado algunas hipótesis que se intentará verificar con los datos disponibles, entre ellas las siguientes:
Como las FAS tienen la misión de defender a la comunidad, los ciudadanos de la mayoría de los países tienen más confianza en las FAS que en otras instituciones, especialmente en las políticas, debido a que éstas, por definición, están vinculadas a diversas preferencias políticas. En aquellos países en los que las FAS hayan tenido recientemente una función represora importante se observará una menor confianza en ellas.
Debido al largo período de paz en el mundo (solo alterado por guerras más o menos locales) desde que terminó la II Guerra Mundial, es previsible que la confianza en las FAS hay disminuido como consecuencia de que las sociedades han ido perdiendo el temor a que su país se vea inmerso en una guerra (Díez Nicolás, 2011).
Este largo período de paz en la mayoría de los países, junto al incremento del estado de bienestar, ha provocado que una gran parte de la población no se plantee ni desee tener que defender a su país en caso de guerra, porque no prevé una posible guerra (Díez Nicolás, 2009 y 2020). Debe tenerse en cuenta que las últimas encuestas se realizaron en 1922, cuando se inició la guerra de Ucrania, y por tanto no había aumentado el temor a una guerra generalizada en Europa, y tampoco a una III Guerra Mundial. En la actualidad los datos serían algo diferentes.
Confianza en las Fuerzas Armadas
Los resultados parecen confirmar, a escala mundial, la primera hipótesis, según los datos de la Tabla 1. Las FAS se sitúan en las siete oleadas realizadas entre las tres instituciones en las que confían más los ciudadanos de muy diferentes países.
Tabla 1 Grado de confianza (media aritmética) en una escala de 1 = ninguna confianza, a 4 = mucha, en diferentes instituciones políticas, económicas y sociales, en 117 países y en 7 oleadas.
El número de países participantes ha ido creciendo en el tiempo, desde los 24 países que participaron en la primera oleada hasta los 83 de la última. 1 En el conjunto de todos los países y oleadas, las tres instituciones que reciben mayor grado de confianza son las Iglesias (organizaciones religiosas), el sistema educativo y las FAS, las tres con puntuaciones muy similares. Las FAS han ocupado diferentes posiciones en el ranking, como se observa en la Tabla 1, pero creciendo hasta la primera posición en la última y más numerosa oleada, en la que existe un equilibrio casi perfecto entre países occidentales y los no occidentales.
Parece existir bastante unanimidad en que las FAS se encuentran entre las tres instituciones más fiables no solo en el conjunto del mundo, y durante 40 años, junto a las Iglesias y el Sistema Educativo, sino superior a todas las demás instituciones, especialmente las políticas, que por el contrario suelen ser las que inspiran menos confianza. Las dos instituciones que, reiteradamente, se encuentran en las peores posiciones del ranking son los Sindicatos y los Partidos Políticos.
Los resultados confirman la primera hipótesis. Pero no confirman la segunda hipótesis, que la confianza en ellas haya disminuido en el tiempo. Mas bien los datos sugieren lo contrario, puesto que las FAS eran la quinta institución que inspiraba más confianza en la primera oleada, pero es la que inspira más confianza en la última. Por eso, ha parecido conveniente examinar estos datos comparándolos en diferentes regiones del mundo, y en algunos países, con grandes diferencias en sus sistemas económicos, sociales, y políticos. Para ello se han agrupado los 117 países en 10 regiones 2 , aunque se ha omitido Israel porque no es fácil incluir a ese país en ninguna de las otras nueve regiones, y porque solo participó en la oleada de 2000. La agrupación en estas regiones es, por supuesto, discutible, como lo es cualquier clasificación de la realidad, porque la realidad no está ordenada, la ordenamos nosotros con nuestros subjetivos sistemas de clasificación. En este caso parece necesario justificar la separación en categorías diferentes a los países anglosajones y a los de la Europa Occidental (principalmente de la Unión Europea). La razón es que en numerosos análisis se ha podido verificar que estos dos grupos de países comparten muchos valores, pero difieren en algunos otros muy importantes (Díez Nicolás, 2002) (ver Tabla 2).
Tabla 2 Grado de confianza (media aritmética) en una escala de 1 = ninguna confianza, a 4 = mucha confianza, en diferentes instituciones políticas, económicas y sociales, en 10 regiones geo-culturales y en el conjunto de las siete oleadas entre 1981 y 2022.
Se confirma que las FAS inspiran mucha confianza en casi todas las regiones del mundo. Es la institución que inspira más confianza en los países anglosajones, en la región MENA (empatada con las Iglesias), y en la región Asia Pacífico (empatada con los Tribunales de Justicia), la segunda en los países del Este de Europa y los Balcanes, en los países Islámicos pero no MENA, y en los países del Océano Índico, y la tercera en la Unión Europea y en América Latina. Por tanto, solo en los países del África Sub-Sahariana inspiran menos confianza que otras instituciones, aunque inspiran mucha confianza (por encima de la puntuación media de la escala), ocupando el sexto lugar. Debe resaltarse la alta confianza que las FAS tienen en los países anglosajones (¿tradición colonial británica y más reciente liderazgo norteamericano?), y en los de la región MENA, (con conflictos bélicos muy frecuentes), así como en la región de Asia Pacífico (conflictos bélicos recientes en Corea y Vietnam).
La menor confianza relativa en las FAS que se observa en los países de la Unión Europea (su media de 2,59 está por encima de la puntuación media) puede que tenga su explicación en la memoria de la II Guerra Mundial que se libró en sus territorios, incluidas las ocupaciones por ejércitos extranjeros, algo que no sucedió en los países anglosajones. En el caso de los países de América Latina, su menor confianza relativa (2,45) en las FAS probablemente se explica por la frecuente participación de militares en gobiernos más o menos autoritarios y poco o nada democráticos.
En cuanto a las instituciones que inspiran menos confianza, es evidente que los Partidos Políticos son la institución que inspira menos confianza absolutamente en todas las regiones, hasta el punto de que en la mayoría de ellas su puntuación es inferior a los 2 puntos en la escala de 1 a 4 puntos.
Para verificar las dos primeras hipótesis se ha analizado la confianza en las FAS en cada región y a lo largo de las siete oleadas durante los últimos 40 años. Para ello, y para evitar unos comentarios excesivamente complejos, y puesto que las hipótesis hacen referencia a las FAS por comparación con las instituciones políticas, se ha comparado la confianza en el tiempo y en cada región solo con los Partidos Políticos y con el Gobierno de cada país. Por esas razones se incluyen las tablas en el Anexo I, pero se ofrecen a continuación los comentarios principales.
Al comparar las tres instituciones en las 9 regiones y en las 7 oleadas, se comprueba que de las 65 comparaciones posibles, solo en cuatro casos las FAS no fueron la institución que inspira más confianza, en la Unión Europea y en la región Asia Pacifico en 1990, y en los países Islámicos no MENA y los de África Subsahariana en 1995. Estas cuatro excepciones no siguen una pauta concreta, y por tanto pueden considerarse como desviaciones aleatorias. En consecuencia, la hipótesis primera parece sostenerse al no haber evidencia en contrario. Excepto por las cuatro desviaciones señaladas, las demás diferencias en las medias aritméticas de las FAS y las otras dos instituciones políticas son estadísticamente significativas al nivel 95%, lo que se debe sobre todo a la magnitud de las muestras utilizadas.
Pero la segunda hipótesis debe ser rechazada, puesto que la confianza en las FAS no parece seguir una pauta reconocible de incremento o reducción en las diferentes regiones. Finalmente, y para soslayar las diferencias que pueda haber entre países dentro de cada región, se han seleccionado 10 países muy diferentes entre sí, para compararlos y analizarlos en detalle 3 .
La elección de los 10 países se ha hecho eligiendo los que actualmente parecen tener mayor importancia geo-estratégica: China, Rusia, Estados Unidos, y además se ha buscado cierta representación geográfico-cultural pero procurando que el país seleccionado hubiera participado en el máximo número posible de oleadas. Así, para América Latina había dos países que han realizado las siete oleadas, Argentina y México, y se ha elegido Argentina porque parece representar más a la América del Sur, mientras que México está más influido por muchas razones por los Estados Unidos, pero por supuesto cualquiera de los dos sería representativo. Para África, el país que ha participado en el mayor número de oleadas ha sido Sudáfrica (seis de las siete). En cuanto al mundo árabe y musulmán se han elegido Turquía y Egipto, el primero porque ha participado en seis de las siete oleadas y es musulmán pero no árabe, y Egipto porque, de los países árabes, solo dos han participado en más oleadas, cuatro, Jordania y Egipto, pero se ha considerado que Egipto tiene una posición geo-cultural más importante (ver Tabla 3).
Tabla 3 Grado de confianza (media aritmética) en una escala de 1 = ninguna confianza, a 4 = mucha confianza, en diferentes instituciones políticas, económicas y sociales, en 10 países y en el conjunto de las siete oleadas entre 1981 y 2022.
Finalmente, para la Unión Europea, que es la región con mayor número de países participantes, se han seleccionado tres: Alemania, por su mayor importancia económica y porque ha participado en las siete oleadas (Francia solo en cinco) para representar el núcleo central de la UE; Suecia, para representar a los países del Norte, escandinavos, y ha participado en las siete oleadas, y España para representar a la Europa mediterránea, y porque ha participado en las siete oleadas.
Al comparar estos diez países se ponen de manifiesto diferencias más importantes. Ciertamente las FAS inspiran una confianza superior a los 2,5 puntos (que es la puntuación media), en los 10 países seleccionados excepto en España y, sobre todo, en Argentina. El caso de España es muy posible que todavía se deba al recuerdo de la guerra civil de 1936 a 1939 y al régimen de Franco de 1939 a 1975, que dejó un mal recuerdo sobre las Fuerzas Armadas en una parte de la población española. No obstante, las FAS reciben en España una valoración superior a la Iglesia, los Sindicatos, el Parlamento, la Administración Pública, el Gobierno, los Partidos Políticos, las Grandes Empresas, e igual a la de los Tribunales de Justicia y las Naciones Unidas, porque otra parte importante de la sociedad española se siente muy vinculada a ellas como símbolos de la unidad nacional.
En el caso de España se ha podido contar también con las 248 encuestas nacionales mensuales realizadas por ASEP entre 1986 y 2011 4 , en las que desde 1991 se preguntó por la valoración, en una escala de 1 a 10 puntos, de trece instituciones españolas: las FAS, la Corona, el Defensor del Pueblo, el Ayuntamiento, el Tribunal Constitucional, el Gobierno de la Comunidad Autónoma, la Iglesia, el Senado, las Organizaciones Empresariales, el Congreso de los Diputados, los Sindicatos, el Gobierno de la Nación y los Partidos Políticos. Durante casi todos esos 20 años la Corona fue la institución más valorada, si bien a partir de 2009 fue superada por las FAS, que generalmente habían estado entre los cinco primeros puestos en el ranking de valoración. En cualquier caso, siempre fueron valoradas por encima de los Partidos Políticos y del Gobierno de la Nación, de los Gobiernos Autonómicos, de las dos cámaras del Parlamento, etc. (Díez Nicolas, 2011, 2018). Por tanto, al comparar con otros países, es cierto que las FAS reciben una confianza algo inferior, atribuible al recuerdo de la participación de las FAS en la Guerra Civil y el posterior régimen franquista, pero internamente, al menos desde 1991, muchos años después de la muerte de Franco y ya en plena democracia, las FAS han recibido una valoración por encima de la media de las trece instituciones por las que se ha preguntado, e incluso se ha convertido en la mejor valorada desde 2008.
En el caso de Argentina su valoración más baja se debe más claramente al recuerdo de los diferentes gobiernos militares en 1955, 1962 y 1966, y sobre todo a la dictadura militar de 1976 a 1983. Por eso, las Fuerzas Armadas ocupan el puesto 9º entre las 15 instituciones por las que se ha preguntado en Argentina, y el 4º en España.
Pero hay un país en el que la confianza en las FAS es todavía inferior a los dos citados, Sudáfrica, en el que ocupa el puesto 12º en el ranking de las 15 instituciones (solo los Partidos Políticos, los Sindicatos y la Administración Pública inspiran menos confianza). En este caso parece evidente que la imagen de las FAS ha sido muy dañada por el largo período colonial y de apartheid que sufrió la población nativa por parte de los “afrikáners” y de los británicos, que controlaron las Fuerzas Armadas y el poder político-administrativo hasta muy recientemente.
Como contraste, los dos países en los que las FAS inspiran la máxima confianza, pues ocupan el primer lugar del ranking como promedio, a lo largo de 40 años, son Estados Unidos y Rusia, con una puntuación más alta en el primero que en el segundo. No parece raro que las dos grandes potencias militares que surgieron de la II Guerra Mundial, que han protagonizado la guerra fría durante 50 años, y que siguen enfrentadas en distintos lugares del mundo, y actualmente en Ucrania, muestren una confianza muy alta en sus respectivas FAS. En Turquía también ocupan el primer lugar en el ranking entre las 15 instituciones. Ello se debe al protagonismo que han tenido los militares en la vida política y civil desde que el imperio otomano desapareciese y fuese dividido, al ser uno de los países derrotados en la I Guerra Mundial, y cuando Mustafá Kemal Ataturk proclamase la República de Turquía en 1923. Durante décadas, las FAS han sido el principal agente modernizador y secularizador de la sociedad turca, como lo han sido en otras muchas sociedades (Finer, 1962). El protagonismo de las FAS se ha mantenido hasta la elección de Erdogan como Presidente de Turquía en 2014, período en el que la potencia militar de Turquía en la OTAN ha sido la segunda, solo después de los Estados Unidos.
China y Egipto coinciden en confiar mucho en sus FAS, pues éstas ocupan el tercer lugar en el ranking entre las 15 instituciones. Solo el Sistema educativo y el Gobierno reciben más confianza de sus ciudadanos en China, y las Iglesias (en este caso el Islam) y la Policía, en Egipto. China se ha convertido, en solo unas pocas décadas, en una gran potencia mundial, no solo económica, sino también política y militar, y es muy probable que se convierta en la primera en solo unas décadas.
Egipto ha sido igualmente un país en el que las FAS han tenido un papel político predominante desde que los oficiales Nasser y Naguib dieran un golpe de Estado para derrocar al rey Faruq en 1952, provocando su abdicación y la abolición de la monarquía. El primer Presidente de la nueva república fue Naguib, derrocado por Nasser en 1954. Desde entonces Egipto ha tenido gobiernos militares, hasta el Presidente Mubarak, elegido en 1981 y dimitido en 2011. Unas elecciones en 2012 dieron el gobierno a los Hermanos Musulmanes en 2012, pero solo un año después los militares volvieron al poder en la persona del general Abdelfatá el Sisi, hasta el presente. Alemania y Suecia, finalmente, son los dos países en los que las FAS reciben una confianza media, 7ª y 9ª posiciones respectivamente.
Los Partidos Políticos son la institución en la que confían menos los ciudadanos de estos 10 países seleccionados, con las excepciones de Egipto y China. En Egipto son la segunda institución que inspira menos confianza, pues las Naciones Unidas inspiran aún menos confianza. Pero, en China, los Partidos políticos son la quinta institución que inspira más confianza. China es, sin lugar a duda una excepción, pues es el único país en el que las FAS inspiran menos confianza que instituciones políticas, como el Gobierno y el Parlamento, y solo un poco por encima de los Partidos Políticos.
En el caso de los países parece más necesario verificar si las FAS han inspirado más confianza que otras instituciones políticas, y si esa confianza ha aumentado o disminuido a lo largo de los 40 años transcurridos entre la primera y la última oleada de encuestas sobre valores, puesto que hasta aquí se ha analizado el promedio de confianza a lo largo de todo ese período. Han ocurrido muchas cosas en el ámbito internacional, antes por supuesto de la guerra de Ucrania, que pueden haber influido en esa confianza en las FAS como consecuencia de las experiencias vividas en cada país. Y, otra vez, los datos pormenorizados para comparar la confianza en las FAS, el Gobierno y los Partidos políticos en cada país y en cada una de las oleadas, se presentan en el Anexo I, pero se comentan aquí.
No todos los 10 países han preguntado por la confianza en las tres instituciones en las siete oleadas. Concretamente, en 1981 solo se preguntó por la confianza en las FAS, pero no en las otras dos instituciones. En 1990 lo hicieron solo 5 países, 8 en 1995, 7 en 2000, y 9 en las tres oleadas últimas. Se excluye de esta comparación a Egipto, que solo preguntó por la confianza en las tres instituciones en la oleada del 2000. Los datos confirman en general la primera hipótesis, que la confianza en las FAS es superior a la confianza en instituciones políticas como el Gobierno y los Partidos políticos, pues así se pone de manifiesto en general en cada uno de los países, pero con muy escasas excepciones que no permiten detectar ningún tipo de regularidad, bien por países o por oleadas.
En cuanto a la segunda hipótesis, relativa a una posible reducción de la confianza en las FAS por el prolongado período de paz mundial, tampoco se puede confirmar en todos los casos. Más bien ha ocurrido lo contrario, la confianza parece haber aumentado desde 1981 a 2022. Cinco países, sin embargo, parecen mostrar cierta pérdida de confianza en sus FAS entre las dos fechas: Alemania, Sudáfrica, España, Turquía, y los Estados Unidos, aunque siguen inspirando más confianza que las instituciones políticas. En la mayoría de los otros países, por el contrario, se observa una creciente confianza en las FAS, hasta el punto de obtener su mejor puntuación precisamente en la última oleada de 2017-22.
Factores que explican la confianza en las Fuerzas Armadas
Se ha intentado explicar qué factores conducen a tener más o menos confianza en las FAS. En primer lugar se ha calculado la correlación entre la confianza en las FAS y otras variables explicativas, para el conjunto de todos los países y oleadas, observándose que las tres variables que tienen coeficientes de correlación más robustos son la confianza en el Gobierno, la confianza en los Partidos Políticos y la Ideología (en el sentido de que cuanto más a la derecha se auto posicionan los individuos en la escala de ideología, mayor es su confianza en las FAS).
Pero se ha recurrido a modelos de regresión para precisar la contribución de diferentes variables a la confianza en las FAS. Se ha construido un modelo en el que la variable dependiente es la confianza en las Fuerzas Armadas (1 = ninguna, 4 = mucha), y las variables independientes, explicativas son: Ideología (1 = extrema izquierda, 7 = extrema derecha), Orgullo nacional (1 = no muy orgulloso, 4 = muy orgulloso), Generación (0 = nacidos antes de 1907, 7 = nacidos entre 1997 y 2011), posición social (0 = extrema periferia social, 15 = centro social, núcleo de toma de decisiones), post materialismo (1 = materialista, 3 = post materialista), importancia de la democracia (0 = ninguna, 18 = mucha), disposición a luchar para defender al país (0 = No, 1 = Si), religiosidad (0 = muy baja, 22 = muy alta), y seguridad nacional subjetiva (0 = inseguridad, 12 = seguridad).
Algunas variables son sociodemográficas, como la generación o la posición social (Galtung 1964, 1969), otras son ideológicas, como el auto posicionamiento ideológico o la religiosidad, otras son identitarias (orgullo nacional), o actitudinales (posmaterialismo, percepción de seguridad, disposición a defender el país, importancia de la democracia) (ver Tabla 4). 5
Tabla 4 Modelo de regresión para explicar la confianza en las Fuerzas Armadas mediante nueve variables explicativas.
Aunque estas nueve variables explicativas combinan muchas preguntas o variables, todas juntas solo explican un 6,5% de la varianza total en el grado de confianza en las FAS, lo que implica que la mayor parte de la explicación corresponde a otras variables no incluidas en este modelo. Todas las variables tienen una relación estadísticamente significativa (positiva o negativa según el signo del valor de β) con la variable dependiente (confianza en las FAS). De todos modos, estos resultados aportan una información muy relevante. Por ejemplo, que las variables sociodemográficas (posición social) no explican apenas por qué unas personas confían y otras no confían en las FAS. Tampoco parece que la confianza en las FAS dependa mucho de que el individuo sea de derechas o de izquierdas, o religioso o ateo, aunque cada variable aporta algo a la explicación, como indica su nivel de significación, muy significativo desde el punto de vista estadístico, excepto en el caso de la posición social, claramente no significativo.
Por el contrario, hay dos variables que muestran una relación más robusta con la confianza en las FAS, de manera que del modelo se deduce que cuanto más orgulloso está el entrevistado de ser de su país, mayor es su confianza en las FAS, y cuanto más dispuesto está a luchar para defender a su país, mayor es también su confianza en ellas. Estos resultados tan débiles se pueden atribuir a que el modelo se ha construido para los 117 países y siete oleadas, ocultando e ignorando las enormes diferencias que posiblemente existen entre países.
Por esa razón se ha construido un modelo de regresión para cada región geo-cultural, con el fin de explicar las diferencias entre regiones. En la Tabla 5 se incluye el coeficiente de regresión múltiple (R2 corregido) que explica el modelo de regresión en cada una de las regiones geo-culturales, así como los coeficientes estandarizados (beta, β) de cada variable, es decir, la contribución de cada variable explicativa a la explicación de la varianza en la confianza en las FAS.
Puede así comprobarse que el mismo modelo de regresión explica un 18% de la varianza en la confianza en las FAS en los países anglosajones, pero solo un 3% en los países del África Subsahariana.
Tabla 5 Coeficiente de regresión múltiple (R2 corregido) y coeficientes estandarizados (β), obtenidos mediante el mismo modelo de regresión construido para explicar la confianza en las Fuerzas Armadas mediante nueve variables explicativas, en nueve regiones geo-culturales.
Y también se comprueba que el orgullo nacional es una de las variables con mayor poder explicativo en todas las regiones con la excepción de América Latina (un hallazgo que habrá que explicar en otro trabajo de análisis, pero que probablemente tiene relación con las dificultades para asegurar un desarrollo económico y una democracia estables). . La disposición a luchar para defender a su país en caso de guerra también parece tener un alto valor explicativo, especialmente en las regiones europeas occidentales y orientales, además de en los países anglosajones y en los de la región MENA. Y cuanto mayor es la religiosidad del individuo mayor es su confianza en las FAS especialmente en los países de la Unión Europea, en los del Océano Índico y en los de América Latina.
Finalmente, se ha calculado el mismo modelo de regresión para los diez países seleccionados, pero excluyendo a Egipto porque faltaban variables y oleadas para construir el modelo, y en el caso de China hubo que prescindir de la variable Ideología porque no lo han preguntado en ninguna oleada (ver Tabla 6).
Tabla 6 Coeficiente de regresión múltiple (R2 corregido) y coeficientes estandarizados (β), obtenidos mediante el mismo modelo de regresión construido para explicar la confianza en las Fuerzas Armadas mediante nueve variables explicativas, en nueve países seleccionados.
Además, las variables con mayor poder explicativo difieren según el país de que se trate, aunque el orgullo nacional parece ser una de las más importantes en todos los países excepto en Argentina y Sudáfrica. La ideología es importante en España y en Estados Unidos, de manera que cuanto más a la derecha se auto posiciona el entrevistado, mayor es su confianza en las FAS. Curiosamente la Importancia de la Democracia tiene un alto poder predictivo en China. El factor religioso tiene un mayor poder explicativo en Argentina, Alemania, España y Suecia. La disposición a luchar para defender a su país tiene un alto poder explicativo en Alemania, Rusia y Estados Unidos, pero también es importante en España y Turquía. Y la percepción de Seguridad Nacional es importante, pero con efectos contrarios en Rusia, Sudáfrica y España, de manera que cuanto más alta es la percepción de Seguridad nacional menor es la confianza en las FAS en los dos primeros países, y mayor es la confianza en ellas en el caso de España. Lo más relevante de estos modelos es que ni las variables componentes de la Posición social ni la Generación parecen tener poder explicativo sobre la varianza en la confianza en las FAS. Ello no significa necesariamente, sin embargo, que no tengan relación causal con la confianza en las FAS, solo significa que no “añaden” nada importante a lo que ya explican las otras variables en el modelo.
Disposición a luchar para defender al país
La tercera hipótesis de esta investigación se refiere a que el largo período de paz en el mundo desde 1945 puede haber provocado que los ciudadanos no estén dispuestos a defender a su país en caso de guerra porque no prevén una guerra. Se ha demostrado anteriormente que la disposición a luchar para defender al país es el segundo predictor más importante, solo algo inferior al orgullo nacional, para explicar la confianza en las FAS en el conjunto de 117 países y siete oleadas de investigaciones, y el más importante cuando se tienen en cuenta solo nueve países seleccionados, siendo especialmente un buen predictor en el caso de Alemania, Rusia, España, Turquía y Estados Unidos.
Como se ha hecho anteriormente, primero se presenta en la Tabla 7 la proporción que en el conjunto de países y cada oleada afirma estar dispuesto a defender a su país en caso de guerra, y también esa misma proporción en cada una de las regiones geo-culturales por oleada.
Tabla 7 Porcentaje (%) de entrevistados dispuestos a defender a su país en caso de que se vea involucrado en una guerra, por oleada y para el total de países y por regiones geo-culturales.
Teniendo en cuenta el largo período de tiempo analizado, casi 40 años, y el número variable de países participantes en cada oleada, no se perciben cambios significativos en el mundo en cuanto a la proporción de individuos dispuestos a luchar para defender a su país en caso de guerra (desde un mínimo de 67% a un máximo de 77%). Tampoco se observa una tendencia marcada de incremento o reducción de la disposición a luchar para defender el país en el mundo a lo largo de este período.
Por el contrario, los más dispuestos parecen ser los de países Islámicos fuera de la región MENA y los del Océano Índico.
Y cuando se examinan los datos a lo largo de las diferentes oleadas, se observa una tendencia claramente decreciente en los países anglosajones, desde algo más del 70% a algo más del 50%. Una tendencia también decreciente pero menos intensa, se observa también en los países del Este de Europa y los Balcanes, en los países de la región MENA y en los islámicos fuera de esa región. En las demás regiones se observan fluctuaciones que no implican cambios significativos de tendencia.
Al comparar los diez países seleccionados en la Tabla 8 se observan mayores diferencias. El dato más saliente es, precisamente, el relativo a Alemania y el de España. Los alemanes parecen los menos dispuestos a defender a su país en caso de guerra, pues la proporción dispuesta a hacerlo ha sido inferior al 50% hasta la última oleada, en la que creció hasta un 52%. El caso de España es aún más drástico, pues a partir de la oleada de 2000 la proporción dispuesta a luchar para defender al país disminuyó a menos del 50%, y se redujo aún más en las siguientes oleadas, hasta solo alrededor de un tercio de sus ciudadanos mayores de 18 años.
Tabla 8 Porcentaje (%) de entrevistados dispuestos a defender a su país en caso de que se vea involucrado en una guerra, por oleada y para el total de países y 10 países seleccionados.
Actualmente España parece el país menos dispuesto a defenderse en caso de verse involucrado en una guerra. Si se toman en consideración los datos más recientes, los de la oleada 2017-22, los ciudadanos más dispuestos a defender a su país son los chinos, los egipcios, y los suecos. Pero comparando las dos últimas oleadas, todos los países muestran un cierto incremento en la proporción de sus ciudadanos dispuestos a luchar por su país, con la única excepción de Turquía. En consecuencia, la tercera hipótesis de este análisis se confirma en algunos países (en general los más desarrollados y con mayores niveles de bienestar económico y social) pero no se confirma en las regiones y países más próximos a escenarios de conflictos bélicos.
Por ello parece necesario saber cuáles son las variables que tienen mayor importancia explicativa de que los ciudadanos estén más o menos dispuestos a defender al país, especialmente después de las noticias sobre las protestas en Rusia por la movilización reciente para la guerra en Ucrania. No es la primera vez que los ciudadanos movilizados para ir a una guerra rechazan el reclutamiento, como sucedió en España cuando la Semana Trágica de Barcelona en 1909 que causó varios muertos, al decretarse la movilización para ir a la guerra de África (concretamente a Melilla), o las manifestaciones múltiples y quema de cartillas militares por los jóvenes llamados a filas en Estados Unidos para ir a Vietnam (a lo largo de casi diez años entre 1963 y 1975).
Para explicar cuáles son los mejores predictores, se ha construido un modelo de regresión que muestre cuales son las variables sociodemográficas que mejor explican la disposición a luchar para defender al país en caso de guerra, utilizando como variables explicativas o predictores el sexo, la edad, el nivel educativo, la situación laboral, la ocupación o profesión y el nivel de ingresos. No se presentan las tablas con los resultados porque esas variables apenas contribuyen a explicar por qué unas personas afirman que defenderían o no defenderían a su país en caso de guerra. El modelo solo explica un 2% de la varianza para el conjunto de países y oleadas, y cuando se calcula para las diez regiones geo-culturales y las siete oleadas, solo en los países anglosajones el conjunto de esas seis variables explica el 5% de la varianza, siendo inferior en todas las demás. Y cuando se calcula el mismo modelo de regresión para los diez países seleccionados en cada una de las siete oleadas, solo en Rusia, Estados Unidos y Alemania se supera el 5% de explicación de la varianza (7% en el primer caso y 6% en los otros dos). Y, por supuesto, la única variable que contribuye un poco más, pero en todo caso muy poco, a la explicación de la varianza, es el sexo, en todas las regiones y países, con la única excepción de Suecia, donde la variable que más contribuye es el nivel de ingresos de la persona.
Al igual que se hizo para explicar la confianza en las Fuerzas Armadas, primero se ha analizado la correlación entre la disposición a luchar para defender al país en caso de guerra y algunas variables que se suponía que debían tener alguna relación con esa disposición a luchar. Son muchas las variables que tienen coeficientes de correlación estadísticamente significativos con la disposición a luchar para defender al país en caso de guerra. El más robusto es el Orgullo nacional, relacionado positivamente. Pero la percepción de seguridad nacional está negativamente relacionada, de manera que los que creen que su seguridad nacional es baja están más dispuestos a luchar por su país, y como era de esperar, los de derecha se sienten más dispuestos a luchar por el país que los de izquierda, y los residentes en países con mayor renta per cápita están menos dispuestos a luchar por su país que los de más baja renta per cápita. Además, los más preocupados porque su país se vea involucrado en una guerra están menos dispuestos a luchar para defender a su país, y los del centro social (personas con trabajo, mayor nivel educativo, mayores ingresos, residentes de centros metropolitanos y urbanos, etc.) están más dispuestos a defender a su país en caso de guerra. Y, con coeficientes de correlación más bajos, pero estadísticamente muy significativos, se observa que los orientados hacia valores materialistas, los que conceden gran importancia a la democracia, los de generaciones más jóvenes, los más religiosos, están más dispuestos a defender a su país en caso de guerra.
Partiendo de estos resultados se ha construido un modelo de regresión para cada una de las nueve regiones geo-culturales en que se han agrupado los 117 países. En la Tabla 9 se resumen los 9 modelos de regresión.
Tabla 9 Modelo de regresión para explicar la disposición a luchar para defender a su país en caso de guerra, mediante nueve variables explicativas en nueve regiones geo-culturales.
En el conjunto de países y oleadas, así como en todas las regiones geo-culturales, la disposición a defender al país en caso de guerra depende sobre todo del orgullo nacional, de manera que los que se sienten muy orgullosos de ser de su país tienden a afirmar que estarían dispuestos a defender a su país en caso de guerra. Solo en la región de África Subsahariana la variable que contribuye algo más a la explicación de la varianza es la generación, en el sentido de que los más jóvenes están más dispuestos a defender al país que los de más edad.
Por último, en la Tabla 10 se ofrecen los mismos cálculos para los nueve países seleccionados (excluido Egipto por las mismas razones que ya se han explicado).
Tabla 10 Coeficiente de regresión múltiple (R2 corregido) y coeficientes estandarizados (β), obtenidos mediante el mismo modelo de regresión construido para explicar la confianza en las Fuerzas Armadas mediante nueve variables explicativas, en nueve países seleccionados.
Aplicando a los países seleccionados el mismo modelo explicativo de regresión se observa que en cuatro países el modelo explica un 10% o más de la varianza en la disposición a defender el país en caso de guerra: Argentina, Estados Unidos, Turquía y Suecia, pero en todos los demás explica más del 5%. Y el sentimiento de orgullo nacional es otra vez la variable que contribuye más a esa explicación en todos los países, excepto en China, Suecia y España. En China, la variable que más contribuye a esa explicación es la percepción de seguridad nacional, en el sentido de que los que se sienten más seguros están menos dispuestos a luchar para defender a su país, y viceversa. En Suecia, la variable que más contribuye es la Generación, en el sentido de que los de más edad están más dispuestos a defender a Suecia en el caso de que se viese involucrada en una guerra.
Y, en España, la variable que más contribuye a la explicación es la importancia asignada a la democracia, en el sentido de que los que asignan más importancia a la democracia son los más dispuestos a defender al país en caso de guerra.
Evidentemente, otras variables contribuyen también a la explicación de la disposición a defender al país, y pueden reconocerse porque son las que muestran valores más altos de los coeficientes estandarizados de cada modelo (β).