Artículos / Articles

DOI: 10.22325/fes/res.2023.205

Reto demográfico, migración y arraigo de los jóvenes rurales


Demographic challenge, migration and settlement of young rurals



Luis Alfonso Camarero Rioja ORCID

Departamento de Teoría, Metodología y Cambio Social,
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), España. lcamarero@poli.uned.es. Email

María Jesús Rivera Escribano * ORCID

Departamento de Sociología y Trabajo Social, Universidad Pública de Navarra, España. mariajesus.rivera@unavarra.es. Email

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 33 Núm. 1 (Enero - Marzo, 2024), a205. pp. 1-17. ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 21/11/2022
Aceptado / Accepted: 29/08/2023



Sugerencia de cita / Suggested citation: Camarero Rioja, L. A., y Rivera Escribano, M. J. (2024). Reto demográfico, migración y arraigo de los jóvenes rurales. Revista Española de Sociología, 33(1), a205. https://doi.org/10.22325/fes/res.2023.205




RESUMEN

La preocupación sobre la pérdida de población rural ha hecho que los estudios apenas aborden la cuestión de quiénes son los que llegan, los denominados de forma genérica nuevos residentes. Con este propósito, contextualizaremos brevemente la cuestión del poblamiento rural en cuanto ciclos de poblamiento y despoblamiento y destacaremos algunos de los cambios poblacionales acaecidos en las zonas rurales en los últimos años a partir de los datos de la Estadística de Variaciones Residenciales y los Padrones Continuos. En este recorrido nos detendremos en un grupo clave: los jóvenes adultos, también denominados tardo-jóvenes. El seguimiento de las tendencias migratorias de este grupo resulta crucial para la comprensión del reto demográfico y de vulnerabilidad al que se enfrentan las áreas rurales. Los principales resultados señalan que la falta de jóvenes tiene que ver con las tendencias de la fecundidad y que precisamente, según desvelan los datos de las series censales y padronales, los flujos migratorios generan saldos positivos para los grupos de jóvenes rurales -tanto por la llegada de jóvenes urbanos como por la entrada de población joven extranjera- a la vez que se incrementa la diversidad poblacional por origen. Sin embargo, estos flujos son incapaces de trastocar el sobre-envejecimiento rural. Finalmente, después del análisis abriremos el debate sobre la capacidad de las áreas rurales para favorecer el arraigo de la diversidad de procedencia de nuevos residentes, cuestión muy relevante a la hora de repensar el proceso de políticas de sostenibilidad social de las áreas rurales.

Palabras clave: Despoblación rural, reto demográfico, jóvenes rurales, arraigo rural.


ABSTRACT

In analysing rural depopulation, concerns about population loss have contributed to neglecting the newcomers to rural areas, namely those who fall under the category of new rural residents. The aim of this paper is therefore to examine the current demographic challenges facing rural areas, from this dual perspective. To achieve this, the paper briefly outlines the context of rural settlement by looking at the cycles of settlement and depopulation. It also highlights some of the population changes that have taken place in Spain in recent years; using data from the Residential Variation Statistics and the Official Register of Inhabitants. The paper looks specifically at young adults, as they represent a key population group, so as to better understand the demographic challenge and vulnerability of rural areas. The main findings show that the lack of a young population is linked to fertility trends. In fact, data from censuses and official registers show that migratory flows lead to a positive balance, in the case of young adults and increased heterogeneity within the group, even if in absolute terms there is still an over-aged rural population. Finally, after the analysis, the paper discusses whether rural areas can facilitate the settlement of a diversity of new residents, as this is a key issue when rethinking social sustainability policies for rural areas.

Keywords: Rural depopulation, demographic challenge, rural young, rural rooting.




INTRODUCCIÓN: VULNERABILIDAD RURAL, RETO DEMOGRÁFICO Y NUEVOS RESIDENTES


Si en la actualidad hay un debate sobre lo rural que copa el interés académico y mediático, las agendas políticas y la opinión pública, ese es el proceso de despoblamiento que experimentan determinadas áreas rurales. Cuestiones como reto demográfico, la vulnerabilidad de los territorios, o la sostenibilidad rural se han incorporado al lenguaje para mostrar las dificultades que afrontan determinados pueblos y pequeños municipios para ofrecer un marco estable de vida que garantice el bienestar y la sostenibilidad social. La despoblación, entendida como pérdida de volumen poblacional, aunque sea más acusada en España y en el entorno mediterráneo afecta al conjunto de las sociedades europeas (Red Europea de Observación para el Desarrollo Territorial y la Cohesión [ESPON], 2018). Desde las propias instituciones se asume ya la dificultad que experimentan determinadas áreas de baja densidad demográfica para fijar permanentemente población al territorio. En este sentido, se viene trabajando la necesidad de fomentar una vertebración social y territorial (Consejo Económico y Social, 2018; Ministerio de Política Territorial y Función Pública, 2019).

La preocupación por la despoblación rural es, en la actualidad, objeto de una intensa actuación política en torno a la Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico del Ministerio de Política Territorial y Función Pública (2019) y que toma forma en un plan de 130 medidas diseñadas, desde el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (2020), en un intento de abordar desde distintos ámbitos las diversas dificultades que experimentan los territorios rurales y de señalar líneas de actuación prioritarias para lograr unos territorios rurales más cohesionados y que representen apuestas de futuro (Gómez Benito y Moyano, 2021). Esta misma preocupación se va a trasladar a los distintos planes estratégicos de ámbito autonómico que se diseñan estos años en muchas de las Comunidades Autónomas 1 .

El proceso de despoblación coexiste, en determinados enclaves, con la llegada de nuevos residentes. Si bien esta llegada difícilmente puede, por sí misma, revertir una situación que lleva tiempo gestándose, sí que puede suponer un elemento decisivo para la revitalización demográfica, del capital humano y actividad económica de las áreas rurales escasamente pobladas. Así, los nuevos residentes rurales, más allá del evidente efecto de suma de efectivos poblacionales y de soporte para la permanencia de determinados servicios (escuelas, centros médicos, etc.), pueden desarrollar nuevas actividades económicas y servicios, establecer nuevas redes vecinales, incorporar nuevos valores y costumbres y generar nuevos marcos favorables a la innovación. (Rivera, 2021). Bajo esta premisa, la atracción de nuevos residentes representa una importante acción estratégica a la hora de ralentizar o frenar el ritmo de despoblamiento de determinados enclaves rurales.

No obstante, esta llegada de nuevos residentes no siempre conlleva un asentamiento a largo plazo o definitivo, sino que comporta un alto grado de volatilidad (Rivera, 2021), o representa, simplemente, una estación de paso como sucede de modo recurrente con población recién llegada del extranjero (Camarero et al., 2013). Esto es, si los nuevos residentes no encuentran un espacio en el que cumplir sus expectativas respecto al lugar y desarrollar su proyecto de vida -ya sea este económico, laboral, de estilo de vida, etc.-, se encontrarán en una disyuntiva vital: o adaptan sus expectativas a la realidad que se han encontrado y persisten en su asentamiento a través de distintos procesos (Halfacree y Rivera, 2012) o abandonarán el lugar cuando las circunstancias lo permitan. El conocimiento de los motivos de la llegada y algunos de los elementos críticos en el momento de establecerse de modo permanente puede proporcionar distintas claves para tener en cuenta en el diseño de políticas encaminadas a la atracción y asentamiento de población a las zonas rurales en proceso de despoblación.

La crisis de 2008 fue una crisis económica profunda y global que resultó especialmente intensa en las áreas rurales. Se produjo una fuerte reducción del empleo -las tasas de paro llegaron a superar el 25% en 2013 para el conjunto de España- y los recortes en protección y asistencia social coadyuvaron a la salida neta de población de las áreas rurales y al retraso de la reagrupación familiar de la población inmigrante. En definitiva, se alteraron trayectorias de arraigo potencial en el medio rural.

El impacto de la crisis moldeó a través de sus efectos intensos pero coyunturales el imaginario de la despoblación. La publicación del libro España Vacía por Sergio del Molino (2016) en el momento en que el declive demográfico -tanto vegetativo como migratorio- de las áreas rurales era más intenso (Camarero, 2020) constituyó el hito que llevó la despoblación a las arenas políticas. En ese contexto de “vacío” se populariza a través de los medios de comunicación (Collantes y Pinilla, 2019) la idea de la extinción de los pequeños municipios. En medio de estos debates, esta idea es adoptada por las administraciones públicas para comprender el despoblamiento rural como un reto demográfico al que deben hacer frente. Un reto que se cristaliza en un escenario en el que los efectos del éxodo rural, pero también la caída de la fecundidad y el fuerte envejecimiento poblacional, generan fuertes desequilibrios en la composición generacional de las áreas rurales que parecen abocadas a su extinción.

El texto se centra en el comportamiento migratorio de los jóvenes rurales, como colectivo especialmente relevante a la hora de analizar las dinámicas poblacionales, y su incidencia en el mundo rural. El éxodo de jóvenes rurales es una constante que sea añade a la mirada que la sociedad proyecta sobre las áreas rurales que prima la idea de vaciamiento generacional. Sin embargo, durante el siglo XXI se han venido observando importantes entradas de población en áreas rurales que en alguna medida compensan el secular éxodo juvenil. Este artículo quiere determinar la posible contribución que tienen las entradas de población tanto como resultado de migraciones interiores como de flujos transnacionales y su hipotético efecto como freno del vaciamiento juvenil. Se quiere indagar la cuestión de cuál es el efecto que sobre los grupos juveniles tiene la llegada y el posible proceso de arraigo de jóvenes nuevos residentes -tanto exurbanos como extranjeros- en zonas rurales despobladas. Este proceso de llegada y arraigo supone, por un lado, la llegada de unos efectivos poblacionales, generalmente, en el momento de la cercanía del inicio de la fundación de una familia y con un proyecto de vida más allá de la inmediatez coyuntural. Por otro lado, frente al envejecimiento característico de las áreas rurales en proceso de despoblación, este grupo de nuevos residentes puede impulsar actividades y proyectos innovadores que, a su vez, faciliten procesos de cambio social en el lugar.

Este artículo aborda en una primera sección el dinamismo de los flujos poblacionales y los saldos migratorios del medio rural en el que se presentan las principales tendencias desde el éxodo rural del siglo XX a la actualidad mostrando la creciente dependencia demográfica de las áreas rurales respecto a los flujos de inmigración procedentes del extranjero. En una segunda sección se analiza de forma específica el comportamiento migratorio de los jóvenes como grupo de especial relevancia y los efectos, en cuanto atracción y expulsión rural que han supuesto las crisis de 2008 y 2019. Finalmente, se presentan una serie de conclusiones con el objetivo de apuntar posibles áreas de actuación que faciliten el asentamiento permanente de población joven en áreas rurales de especial vulnerabilidad.

El análisis estadístico realizado se basa en las principales fuentes demográficas que elabora el INE para el conjunto de España: series del padrón continuo, estadística de variaciones residenciales y el reciente Censo de Población de 2021. En la medida de lo posible se han empleado estratos de población de pequeño tamaño para considerar de forma diferencial los estratos de municipios menores de 1.000 habitantes donde los procesos de despoblación alcanzan los mayores valores. En el caso de las series históricas largas de la Encuesta de Variaciones Residenciales no se ha podido distinguir el estrato de menores de 10.000 habitantes, dado que el INE no los publica de manera diferenciada por motivos de secreto estadístico.


El dinamismo de los flujos poblacionales: los saldos migratorios del medio rural


La Estadística de Variaciones Residenciales recoge año a año todos los cambios registrados de domicilio y permite observar de forma nítida la tendencia y evolución de los saldos migratorios en áreas rurales. La Figura 1 muestra dichos saldos por estrato de tamaño de hábitat desde mediados del siglo pasado hasta 2021. En la serie se pueden distinguir varias secuencias de ciclos de pérdidas y ganancias demográficas para los municipios de pequeño tamaño:

  1. El conocido éxodo rural de la década de los 60 y su progresiva ralentización hasta llegar a principios de los 80 con un cambio de tendencia en el que progresivamente irán dominando las entradas sobre las salidas de las áreas rurales.

  2. Durante los 80 del siglo pasado, de forma paralela a la entrada en la Unión Europea, España experimenta el denominado proceso de contraurbanización que supone la transformación residencial y de reestructuración de las economías rurales de finales del siglo XX. Salidas y entradas se contrarrestarán progresivamente hasta reflejar saldos positivos.

  3. La aceleración del crecimiento demográfico por la entrada de población inmigrante durante los primeros años del siglo XXI.

  4. Los efectos de la denominada Gran Depresión de 2008 que supone la paralización de las entradas y la vuelta a saldos migratorios negativos hasta el final de la década de los 10 de este siglo cuando se vuelve a retomar el crecimiento por inmigración

  5. El episodio de recuperación poblacional de los municipios rurales que se acelera por el efecto pandemia. Las entradas en municipios menores de 10.000 habitantes alcanzan su máximo en 2020 cuando se experimentan los mayores efectos y se reorientan las expectativas residenciales.


Fuente: Estadística de Variaciones Residenciales. INE. Elaboración propia.

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Figura 1 Saldos migratorios 1961-2021 en municipios menores de 10.000 habitantes.


Para la última década (2011-2021) se ha podido diferenciar de una forma más precisa los saldos migratorios según estratos de tamaño poblacional para municipios pequeños. La Figura 2 permite observar con más detalle el periodo entre las crisis de 2008 y 2019. Puede apreciarse que el efecto demográfico de la Gran Recesión ha sido mayor en los municipios rurales de menor tamaño. Los municipios más rurales han experimentado una recuperación relativamente más lenta de los efectos de la crisis que los de mayor tamaño. Comparativamente se constata que el grupo de municipios menores de 5.000 habitantes experimenta un retraso de unos dos años en la recuperación de los saldos migratorios positivos. Sin embargo, el efecto de crecimiento de población rural motivado por la pandemia tiene un comportamiento inverso, son los municipios más pequeños los que experimentan un crecimiento más intenso. Más adelante, en la segunda sección, se detallarán estos efectos a partir del estudio de la composición por lugar de nacimiento y generacional.


Fuente: Estadística de Variaciones Residenciales. INE. Elaboración propia.

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Figura 2 Detalle de los saldos migratorios 2011-2021 según estratos de tamaño municipal


Del éxodo rural a los nuevos residentes rurales

A mediados de los 50 del siglo pasado el éxodo rural señala el progresivo desplazamiento de población desde las áreas rurales hacia los entornos urbanos. Este proceso responde al modelo económico modernizador en el que la ciudad se convierte en el vector del crecimiento económico y transformación social. Mientras el fenómeno metropolitano se extiende, las áreas rurales quedan relegadas a un segundo plano con un evidente atraso respecto al proceso de modernización y desarrollo. Frente a la ciudad, como polo de oportunidades laborales, centro de la vida cultural y soporte de los servicios generalizados del estado del bienestar (escuelas, centros médicos), el pueblo representará ese lugar de atraso cultural, con escasas posibilidades de ocupación más allá del trabajo en un campo cada vez más mecanizado y menos demandante de mano de obra. (De Miguel, 1972). El éxodo rural en este período fue intenso y muy selectivo generacionalmente. Alteró de forma drástica los equilibrios generacionales y condicionó la reproducción demográfica. En gran medida el declive demográfico actual de las áreas rurales tiene su raíz en esos años. (Camarero et al., 2009).

A finales de los 80 se abre una nueva fase, en la que ya se aprecia una incipiente recuperación poblacional de ciertas áreas rurales que se explican, no por un crecimiento natural de la población, sino por la llegada de población de origen urbano a determinadas zonas rurales en un movimiento similar a la contraurbanización ya experimentada con anterioridad en otros países de nuestro entorno (Camarero, 1993; Champion, 1989; Fielding, 1982; Kontuly, 1998). Este momento se corresponde con la incorporación de España a la, entonces denominada, Comunidad Económica Europea que permitió el establecimiento de los programas de desarrollo rural que buscaban integrar el mundo rural desagrarizado en el conjunto de la actividad económica. De este modo, se produce una importante transformación de las actividades rurales que se alejan de la mera producción agropecuaria y comienzan a integrar servicios ambientales, turísticos y de transformación alimentaria de calidad. Se empieza así a pergeñar un nuevo medio rural, menos campesino, más multifuncional y vinculado a una nueva economía de signos (Lash y Urry, 1994). El establecimiento de parques naturales o zonas de especial relevancia en temas de biodiversidad (a distintos niveles) empieza a atraer nuevos visitantes que, a su vez, requieren de una infraestructura de servicios (hoteles y casas rurales, restaurantes, bares, etc.). Lo que antes era un medio de continuado abandono y escasamente valorado culturalmente se empieza a convertir en un medio con un alto valor paisajístico e identitario que resulta atractivo para grupos poblacionales. Esta transformación participa de un proceso de cambio global en el que la naturaleza empieza a revalorizarse de distinto modo (Shucksmith, 2018), lo “auténtico” y artesanal se convierten en valores en alza y en elementos con un gran poder simbólico.

Esta transformación del medio rural no lo convierte sólo en un espacio para un nuevo turismo rural, sino que, en sintonía con lo observado en los países de nuestro entorno, los habitantes urbanos “descubren” también el medio rural como un destino residencial y se inicia una tendencia contraurbanizadora. Inicialmente se relacionó esta tendencia residencial con una clase media profesional que podía incluso desplazarse a trabajar a la ciudad y residir al final del día en el campo (Brown et al., 2015). No obstante, conforme los estudios comienzan a abrir la mirada, se observa cómo el perfil de nuevos residentes rurales va ampliándose a distintos perfiles: retirados, commuters, neorrurales… (Phillips et al., 2020; Rivera, 2007).

Las salidas de población de los 60 y 70 y las entradas de finales de siglo y principios del actual configuran una población rural que no necesariamente es oriunda. Según el padrón de 2022, datos a 1 de enero, el 48% de los habitantes que residen en municipios menores de 1.000 habitantes habían nacido en municipios del mismo estrato poblacional. Esta cifra indica que aproximadamente la mitad de los habitantes (52%) que residen en esos pequeños municipios han venido de otros lugares. Si contrastamos este dato con el referido a los municipios de mayor tamaño (>30.000 habitantes) observamos que el 68% de sus habitantes ha nacido en dichos municipios (tabla 1). Quiere esto decir que proporcionalmente hay más autóctonos entre quienes residen en grandes municipios que entre quienes lo hacen en municipios de pequeño tamaño.

El resultado es inverso al que hubiéramos esperado bajo la tesis continuada del trasvase de población rural hacia lugares urbanos. Los datos muestran que frente a la idea-fuerza del vaciamiento rural existen zonas rurales que experimentan la llegada de efectivos poblacionales de procedencia diversa y, por ende, también con una creciente heterogeneidad social.


Tabla 1 Nacidos y residentes por estrato de tamaño demográfico del municipio

Estrato de tamaño demográfico Población nacida en ese estrato Población residente en ese estrato Porcentaje de residentes nacidos en ese estrato
Menor de 1.000 hab.696859143849748,4%
de 1.001 a 2.000 hab.579998124605046,5%
de 2.001 a 5.000 hab.1386184302334145,8%
de 5.001 a 10.000 hab.1630573387910942,0%
de 10.001 a 30.000 hab.3729670877780442,5%
Mayor de 30.000 hab.196688622911061967,6%

[i] Fuente: Padrón municipal. 2022. INE. Elaboración propia.


Si bien la tendencia contraurbanizadora iniciada en el siglo anterior continúa en el siglo XXI, a esa corriente de migración vinculada a la búsqueda y expresión de un determinado estilo de vida (Benson y O’Reilly, 2009; Benson y Osbaldiston, 2016), se le une ahora la incorporación en las zonas rurales de una población de origen extranjero que se inserta en mercados de trabajo agrarios, de la construcción y de la economía de cuidados. La población extranjera por su importancia numérica y su perfil joven y carácter más familiar y natalista se convierte en un grupo clave a la hora de reducir los efectos del invierno demográfico (Sampedro y Camarero, 2020).

Estos datos indican que, bajo el flujo de salidas de población, hay entradas de efectivos y, probablemente asociados a éstas, coexisten distintos procesos de arraigo y de realización de proyectos vitales de carácter prorrural. Precisamente, en el contexto de la despoblación el interés estriba en conocer, además de los procesos de permanencia de la población autóctona en el lugar, los procesos de arraigo de quienes llegan al medio rural guiados por distintas motivaciones. Así, mientras unos pueblos pierden población, otros se irán convirtiendo en destino de unas clases urbanas profesionales en busca de un modo de vida más amable, pero también de atracción de jóvenes en busca de nuevos proyectos vitales, así como de una población inmigrante al encuentro de un medio de vida.

Estas motivaciones son diversas y, en muchas ocasiones, plurales. Distintos territorios atraen distintos perfiles de nuevos residentes. Si en un extremo de pragmatismo y necesidad nos encontramos con una población extranjera que encuentra en los municipios rurales un punto de llegada al país en el que acceder a unos nichos de mercado vinculados mayoritariamente al trabajo agrícola, los cuidados y la hostelería (Sampedro y Camarero, 2019), en el extremo opuesto prima una población ex-urbana cuyas motivaciones están vinculadas a la búsqueda de una conexión vital con la naturaleza y un cambio de vida guiado por una representación idealizada de la naturaleza y la vida en el entorno rural (Rivera, 2007; Guirado, 2011). Entre ambos extremos se observan una serie de elementos presentes en la mayoría de las ocasiones como son el deseo de una mayor calidad de vida, de un alejamiento de la ciudad y el malestar urbano con que ésta se experimenta cotidianamente, de un disfrute simultáneo del entorno rural y la vida urbana (caso de los denominados commuters), y de acceso a una vivienda más asequible bajo determinadas circunstancias, etc.

Junto a esta diversidad de motivaciones y expectativas respecto al tipo y condiciones de vida que buscan en el entorno rural los nuevos residentes, las propias expectativas pueden ir variando conforme pasa el tiempo y las necesidades van cambiando, especialmente en aquellas vinculadas a los ciclos vitales, cuando no se hace necesario un reajuste entre expectativas y realidades encontradas (Halfacree y Rivera, 2012).

En el caso de los jóvenes las dificultades a que se enfrentan para su asentamiento pueden relacionarse con el acceso a una vivienda económicamente accesible en entornos que se encuentran en proceso de gentrificación o elitización (Solana 2006; Guirado, 2011), pero también con la consecución o no de algunas de las motivaciones que dirigieron su partida de la ciudad al pueblo. Entre estas destacan la falta de recursos económicos y ayuda administrativa para poner en marcha los negocios que tenían en mente, así como la dificultad para crearse un entorno relacional más allá de otros nuevos residentes. La necesidad de un entorno relacional puede ser especialmente gravosa en el caso de pequeños enclaves altamente envejecidos precisamente por la falta de jóvenes. Pero también resultan relevantes los problemas de adaptación a un entorno cuya idiosincrasia sociocultural puede diferir en gran medida de la propia (Rivera, 2021). Por su parte, en el caso de la población joven inmigrante, sus oportunidades de asentamiento están relacionados con el mercado de trabajo, pero también con las estrategias familiares y oportunidades de reagrupamiento familiar (Sampedro y Camarero, 2019).


Jóvenes que se van y jóvenes que llegan


La fuerza que tiene la salida de jóvenes de las áreas rurales incrementa, paradójicamente, el interés que tiene el estudio de los grupos de jóvenes que llegan. En el contexto de la despoblación no sólo la permanencia de efectivos sino especialmente la juvenilización poblacional resulta central de cara al mantenimiento de la natalidad rural y al dinamismo económico a corto plazo de las áreas rurales. Para el estudio del comportamiento migratorio se ha seleccionado el grupo de 25-34 años de edad como grupo testigo. Esta selección está motivada porque la edad media a la emancipación juvenil en España son los 29,8 años (30,7 los chicos y 28,8 las chicas) 2 . Se trata de un grupo que podríamos denominar tardo-joven (Elzo, 2000). Es un grupo que ha terminado sus estudios e incluso algunos son padres o madres. En municipios rurales la edad media de las madres en el primer nacimiento de sus hijos se situó en 32,6 años y en municipios urbanos en 33 años 3 . El análisis de los cambios residenciales se centra en el momento de la emancipación y constituye el mejor observatorio para analizar los potenciales procesos de arraigo.

Los estudios han venido haciendo hincapié en la ausencia progresiva de población rural y especialmente de jóvenes rurales. Sin embargo, si nos referimos a la proporción reducida de jóvenes rurales, no se considera claramente el efecto que tiene en ello el propio proceso de envejecimiento poblacional. Es decir, cuanto más peso tienen los mayores, más reducido será estadísticamente el peso relativo de los jóvenes. De modo similar, cuando nos referimos a la evolución temporal del número de jóvenes en valores absolutos, tampoco se considera intuitivamente la caída de la fecundidad. Por regla general, se atribuye el descenso en el número de jóvenes a la emigración de los propios jóvenes rurales. Los datos brutos que se manejan y que constatan que hay menos jóvenes en los pueblos generan la interpretación automática de que la pérdida de jóvenes es un resultado de oleadas de despoblación, sin distinguir ni considerar otros factores. Lo normal es que los jóvenes sean menos en proporción y también en número, sin que ello quiera necesariamente decir que hay emigración. Si consideramos el efecto del descenso de la fecundidad, es entendible que las cohortes de nacidos son cada más reducidas y, consecuentemente, el número de integrantes de los grupos jóvenes será también cada vez más reducido en las siguientes generaciones.

Vamos a explorar en primer lugar el efecto que han tenido la crisis económica de 2008 y la sanitaria de 2019 en los flujos migratorios juveniles, y en segundo lugar observaremos con detalle el efecto sobre la estructura demográfica.

Crisis globales encadenadas y migraciones juveniles

El siglo XXI viene encadenando crisis globales de naturaleza económica y sanitaria. Crisis muy distintas, pero con efectos profundos en el funcionamiento social. Desde una perspectiva analítica es difícil abstraer que está pasando en las áreas rurales más allá de los ciclos que marcan estos periodos de crisis y que determinan importantes flujos migratorios. En la Figura 3 podemos observar como la ruptura que supone la crisis de 2008 en los saldos migratorios reduce especialmente el atractivo rural para los jóvenes, mientras que la crisis sanitaria de 2019 supone, al menos momentáneamente, lo contrario.


Fuente: Elaboración propia a partir de la EVR y los padrones continuos. INE. Municipios rurales: menores de 10.000 habitantes

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Figura 3 Saldos migratorios rurales y urbanos. Población 25-34 años


El arranque del siglo XXI atrae población joven tanto hacia las áreas rurales como hacia las urbanas. El hecho de que crezcan al unísono ambos hábitats está indicando que la población procede del extranjero. También, en consonancia con la idea creciente de diversidad, comprobamos a través de las tasas que el impacto es proporcionalmente mayor en las áreas rurales, donde la proporción de jóvenes era menor. La llamada Gran Recesión de 2008 corta el flujo migratorio y supondrá la pérdida en términos absolutos de población en las edades jóvenes 4 . En las áreas rurales la recuperación de este grupo será lenta y no será significativa hasta 2018. Es notorio, especialmente, el crecimiento de población joven durante los meses de 2020 a consecuencia de los movimientos residenciales que ha abierto la crisis sanitaria favoreciendo el asentamiento rural como una alternativa a las restricciones de movilidad. Ahora bien, la duda que se abre de cara al futuro es sobre la duración y continuación en el tiempo del atractivo rural como lugar residencia frente a las áreas urbanas.

Hemos visto como la crisis de 2008 alteró el potencial arraigo de las áreas rurales respecto de la población extranjera que arrastraba un crecimiento muy elevado. No olvidemos que las entradas migratorias tienen efecto, no por su volumen, sino únicamente si consiguen la permanencia de quienes entran. Los indicios muestran dos comportamientos bien distintos. Por una parte, se observa como el efecto de la crisis sanitaria apunta a una ruptura drástica de la tendencia de abandono rural por parte de la población de jóvenes nacidos en España, tendencia que puede ser efímera en la medida en que, una vez acabada la pandemia y sin que haya cambios sustantivos en los mercados laborales y en el acceso a servicios, difícilmente puede producir oportunidades de asentamiento mayores a las precedentes (Figura 4). Por otra parte, se observa una reducción de la entrada de población joven extranjera. Para esta población, que es clave en el proceso de asentamiento poblacional y dinamización demográfica, la crisis sanitaria rompe la tendencia de recuperación del periodo de crisis económica.


Fuente: Elaboración propia a partir de la EVR y los padrones continuos. INE. Municipios rurales: menores de 10.000 habitantes

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Figura 4 Saldos migratorios rurales según lugar de nacimiento. Población de 25-34 años 5


El recorrido realizado muestra los flujos de población rural pero no permite destacar los procesos de arraigo ni el asentamiento a largo plazo de población en el medio rural. La crisis de 2008 aparece como un punto de ruptura importante y nos advierte de la volatilidad de la permanencia de los nuevos residentes en las áreas rurales.

Permanencia y autoctonía: jóvenes que permanecen y jóvenes que vienen

Los datos referidos a las dos primeras décadas de este siglo muestran que hay menos jóvenes rurales, pero también podemos detectar el mismo efecto en la población urbana. Como hemos señalado las cohortes son cada vez más reducidas, dada la tendencia descendente de la natalidad. Así, cada año el grupo de jóvenes será, en número, menor que el existente el año anterior. Que el grupo testigo que queremos observar se reduzca año a año no debería llamar la atención como algo extraño. Ahora bien, la emigración rural, efectivamente, podría agravar esta caída en el número de población joven, aunque también amortiguarla. De forma meridianamente clara podemos comprobar la contracción del grupo juvenil en la Figura 5. Dicho cuadro muestra la población de 2021 que ha nacido en municipios menores de 1.000 habitantes y permite observar que las cohortes actuales son un sexto 6 respecto a las generaciones que nacieron en los mismos municipios rurales en los años 60. Hay una contracción demográfica.


Fuente: Censo de población 2021. Elaboración propia.

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Figura 5 Nacidos en España en municipios menores de 1.000 habitantes que residen en España según edad en 2021


Es evidente que hay menos jóvenes tanto en número como en proporción, pero ello es debido en primer lugar al efecto de la contracción de la fecundidad. De hecho, si nadie hubiera emigrado de las áreas rurales habría un joven de 20 años por cada seis personas de 60 años, lo cual indica que, aunque no hubiera existido emigración, los jóvenes serían también muy pocos.

De cara al estudio de las políticas de reto demográfico debemos preguntarnos cuál es el efecto concreto que tienen los movimientos migratorios sobre la composición por edad y especialmente en las generaciones de jóvenes. En el análisis que se presenta a continuación, se van a emplear dos indicadores. Un primer indicador de permanencia que informa sobre el peso que tienen quienes siguen viviendo en sus lugares de origen respecto a una hipotética situación en la que todos los nacidos hubieran permanecido en los municipios rurales. Otro segundo indicador se refiere al grado de autoctonía y señala cuál es el peso que los nacidos en el lugar tienen sobre la estructura de población rural. Los indicadores se calculan con datos del Censo de Población de 2021 para cada grupo de edad y están referidos al grupo de municipios menores de 1.000 habitantes.

El indicador de permanencia se define como la proporción de nacidos en el municipio que siguen residiendo en el municipio 7 en 2021. El indicador de grado de autoctonía se define como la proporción de residentes en 2021 en el municipio que han nacido en el propio municipio 8 . Ambos indicadores han sido representados para cada grupo de edad en la Figura 6.


Nota: Residentes nacidos en España. Fuente: Censo de Población 2021. INE. Elaboración propia.

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Figura 6 Indicadores de permanencia y autoctonía por edad para municipios menores de 1.000 habitantes en 2021


Como podemos apreciar en los datos de la Figura 6, cuando se alcanzan los 20 años ya sólo la mitad de los nacidos en municipios menores de 1.000 habitantes sigue residiendo en ellos. Con 35 años, la población de quienes residen se ha reducido a un tercio de la cohorte de nacidos. Paralelamente si observamos la proporción de nacidos sobre el total de residentes, vemos que el índice de autoctonía cae drásticamente a partir de los 25 años. Los jóvenes autóctonos son una fracción muy reducida de la juventud rural. Es decir, la mayoría de los jóvenes abandona el municipio de nacimiento, pero quienes se quedan resultan una minoría frente a los jóvenes de su cohorte que han llegado como nuevos residentes. Este efecto resulta sorprendente. Merece la pena una atención más precisa de este hallazgo.

Un indicador complementario sería considerar la relación entre residentes y nacidos. Es decir, qué peso tendrían, entre los residentes, los inmigrantes en áreas rurales si los nacidos hubieran permanecido en el territorio -hipótesis de emigración cero-. La Figura 7 ofrece esta información. Muestra la relación entre todos los residentes -tanto nacidos en España como fuera- sobre el conjunto de nacidos en los municipios menores de 1.000 habitantes.


Fuente: Censo de población. Elaboración propia.

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Figura 7 Ratio de residentes actuales sobre nacidos en municipios menores de 1000 habitantes por edad


La Figura 7 viene a mostrar el impacto hipotético que tienen las personas que se incorporan como residentes en las áreas rurales bajo el supuesto de que todos los nacidos hubieran permanecido. Los resultados son relevantes. Si bien el grupo de 25 a 45 años es, dado el envejecimiento de la población rural y la bajada de la fecundidad, numéricamente reducido, es también un grupo proporcionalmente reducido frente a la población que llega como nuevos residentes. Los datos señalan que para ese grupo generacional encontramos más de dos personas que no han nacido en la localidad por cada persona que ha nacido ahí. Esta figura es la inversa de la serie del grado de autoctonía (Figura 6). La Figura 6 en la serie de permanencia muestra que los jóvenes nacidos en áreas rurales se van, pero siendo esto cierto, también lo es que los jóvenes rurales son sobre todo jóvenes nacidos fuera de las áreas rurales, como muestra la serie de grado de autoctonía (Figura 6) y se verifica de forma más expresiva en la Figura 7.

El corolario resulta claro: hay una importante renovación de la población joven rural. Hay un aumento importante de la diversidad especialmente en los grupos tardo-jóvenes. El estudio de Camarero y Sampedro (2020) señalaba la importancia de la diversidad por origen para la denominada generación uno y medio (menores de 13 años). Los resultados analizaban la proporción no sólo de nacidos en el extranjero sino también de aquellos que, aunque nacidos en España, lo fueran de madres nacidas en el extranjero. Las cifras señalan que más de la quinta parte de los niños y adolescentes rurales tienen raíces fuera de España.

En definitiva, la caída de la fecundidad ha supuesto que haya menos jóvenes y que la reducción del número de jóvenes se haya interpretado en el contexto de la despoblación como reflejo de la emigración. Sin embargo, siendo cierta la emigración de autóctonos, resulta también significativa la incorporación de población joven a las áreas rurales.



Conclusiones


El proceso de despoblamiento rural no es algo nuevo (Collantes y Pinilla, 2011; Collantes y Pinilla, 2020), ni uniforme en el tiempo y en el espacio (Vidal Bendito, 1979), pero en la actualidad representa uno de los principales debates entorno al futuro de las áreas rurales. La importancia social y mediática que ha adquirido la cuestión de la despoblación como reto social ha propiciado que, a veces, el estudio de los procesos de cambio de las poblaciones rurales haya acusado una importante simplificación analítica centrada en la medida del volumen y del crecimiento, pero dejando de lado otras cuestiones como las relacionadas con las posibilidades reales de arraigo en las poblaciones rurales.

Frente a la habitual relación de la despoblación con un continuo éxodo juvenil, el estudio de los flujos poblacionales de jóvenes y tardo-jóvenes nos muestra una realidad más compleja y heterogénea. Dos son los principales puntos de inflexión que se observan. Por un lado, el impacto de la crisis económica de 2008 propició la partida de jóvenes a la ciudad y también frenó lo que venía siendo la llegada de población joven de carácter urbano que buscaba un modo distinto de vida y, de manera más generalizada, de población extranjera que encontraba en el precario mercado laboral rural una vía de entrada al país. Por otro lado, la crisis sanitaria abierta en 2019 parece haber propiciado de nuevo un flujo de población joven hacia los pequeños asentamientos rurales.

Estos puntos de inflexión permiten incidir en dos observaciones vinculadas con la lógica del reto demográfico. En primer lugar, la constatación de que bajo, ciertas circunstancias, las áreas rurales sí representan un entorno que puede ser atractivo para la llegada de población, tanto nacional ex-urbana como extranjera. La cuestión, por tanto, no es tanto si el medio rural tiene capacidad de atracción, sino la escasa capacidad de retención que tiene, especialmente, en tiempos de crisis. A su vez, este hecho revierte en una mayor fragilidad del territorio como escenario de vida, para la población local, pero sobre todo para los jóvenes nuevos residentes, nacionales y extranjeros. Todo ello revela la necesidad de considerar planes para el acogimiento de los llegados que vayan más allá de una oferta laboral y que tengan en cuenta sus proyectos vitales y especialmente familiares.

Por otro lado, se evidencia que el freno o ralentización de la despoblación pasa necesariamente por el diseño de políticas orientadas a una población cada vez más heterogénea tanto en términos socioculturales, como en necesidades y expectativas vitales. Así, aunque no lleguen a generar un crecimiento demográfico reseñable, las olas de poblamiento introducen de forma progresiva líneas de cambio social en las áreas rurales. En este sentido, los planes de acogimiento también deberían incluir a la comunidad local para favorecer el reconocimiento de la diversidad y las oportunidades de transformación que produce la llegada de nuevos residentes y especialmente de residentes jóvenes, tanto nacionales como extranjeros.

Para concluir, en muchos casos el énfasis de las políticas y programas se ha puesto sobre la idea de la atracción poblacional, olvidando a veces la importancia de garantizar también la continuidad y de fomentar las condiciones de arraigo estable y permanente de los jóvenes nuevos residentes. Pero, si pensamos en términos de soluciones para afrontar el reto demográfico parece que la ecuación ideal “llegan y se quedan” no llega a cumplirse de forma adecuada. El hecho de llegar, con frecuencia no conlleva quedarse y este debería ser un punto de partida.




NOTAS


[2] Directriz de Política Demográfica y Contra la Despoblación en Aragón (2017). La Estrategia Frente a la Despoblación de Castilla-La Mancha (2021). Agenda para la Población de Castilla y León 2010-2020. La Agenda para la Población de La Rioja 2030 (Cabello et al. 2020).

[3] Según estimación realizada por Eurostat a partir de la LFS. La media para la UE en 2020 fue de 25,4 años.

[4] Madres nacidas en España. Elaboración propia a partir de datos del MNP. INE. 2020.

[5] Obsérvese en la Figura 1 el efecto salida que tuvieron las crisis económicas, incluso la de 1993. No obstante, el efecto salida no excluye la llegada puntual de nuevos residentes a áreas rurales en tiempo de crisis (Oliva y Rivera, 2020, Rivera, 2023). Este proceso es coherente con lo observado en otros contextos en crisis (Figuiredo et al. 2020, Gkartzios 2013).

[6] Para la correcta interpretación del cuadro, nótese que las tasas de nacidos en España están representadas en una escala 10 veces inferior a la escala de población extranjera.

[7] Los datos no han tenido en cuenta la mortalidad. Los nacidos reales fueron más, pero dicha corrección no haría sino ampliar la diferencia observada en cuanto al volumen de las generaciones. Como se trata de residentes también afectan las emigraciones de nacidos en España que en la actualidad no residen en el país. De hecho, se observa que el grupo de treintañeros es relativamente menor que el de veinteañeros cuando no hay una tendencia observable de crecimiento de la fecundidad, está diferencia recoge en alguna medida el éxodo juvenil de españoles al extranjero que produjo la crisis de 2008. En cualquier caso, ni las correcciones que pudieran hacerse por mortalidad o, por emigración exterior variarían mucho la fotografía de la relación entre generaciones de nacidos.

[8] Nacidos en el municipio que en el momento del Censo de 2021 viven en el mismo municipio de nacimiento sobre el total de nacidos de su cohorte en dicho municipio. (En algunos casos han podido residir en otros municipios entre el nacimiento y el momento censal).

[9] Nacidos en el municipio que en el momento del Censo de 2021 viven en el mismo municipio de nacimiento sobre el total de su cohorte que residen en el municipio.


Financiación


La reflexión aquí expuesta forma parte del proyecto de investigación titulado “Poniendo el foco en la brecha rural: accesibilidad, movilidades y desigualdades sociales” (RURAL ACCESS) (2020-2024), código PID2019-111201RB-I00/ AEI/ 10.13039/501100011033, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación


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