Artículos / Articles

DOI: 10.22325/fes/res.2023.202

Gobernanza urbana y crisis ecológica: narrativas y conflictos entorno al futuro sostenible de las ciudades


Urban Governance and Ecological Crisis: Narratives and Conflicts Surrounding the Sustainable Future of Cities



Marc Pradel-Miquel ORCID

Departament de Sociología. Universitat de Barcelona, España. marcpradel@ub.edu. Email

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 33 Núm. 1 (Enero - Marzo, 2024), a202. pp. 1-19. ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 30/10/2022
Aceptado / Accepted: 29/08/2023



Sugerencia de cita / Suggested citation: Pradel-Miquel, M. (2024). Gobernanza urbana y crisis ecológica: narrativas y conflictos entorno al futuro sostenible de las ciudades. Revista Española de Sociología, 33(1), a202. https://doi.org/10.22325/fes/res.2023.202



RESUMEN

Este artículo analiza cómo se están transformando la gobernanza urbana y los modelos de desarrollo económico e inclusión social de las ciudades europeas ante los retos ambientales generados por la crisis ecológica, a partir del caso de Barcelona. La hipótesis de partida es que, a partir de 2015, las cuestiones ambientales ganan centralidad en las agendas de desarrollo y en las demandas ciudadanas, aunque hay un conflicto creciente en el planteamiento del problema y de soluciones al mismo. A través del análisis cualitativo de la planificación estratégica de la ciudad para la crisis climática, el artículo analiza como dentro de una misma estrategia hay visiones vinculadas a la economía verde y otras de carácter más transformador, fruto no solo del posicionamiento político de los diferentes partidos sino también de la capacidad de influencia de los movimientos climáticos en la agenda.

Palabras clave: Gobernanza, narrativas de sostenibilidad, crecimiento verde, decrecimiento, transición ecológica.


ABSTRACT

This article examines how urban governance and models of economic development and social inclusion in European cities are being transformed in response to the environmental challenges posed by the ecological crisis, using the case of Barcelona as a starting point. The initial hypothesis is that starting from 2015, environmental issues have gained prominence on development agendas and citizen demands, although there is a growing conflict in defining the problem and its solutions. Through qualitative analysis of the city's strategic planning for the climate crisis, the article explores how within the same strategy, there are visions related to the green economy as well as more transformative approaches. These variations result not only from the political stances of different parties but also from the influencing power of climate movements on the agenda.

Keywords: Governance, sustainability narratives, green growth, degrowth, ecological transition.




INTRODUCCIÓN


El acuerdo de París sobre el cambio climático de 2015 representa la asunción de un discurso de emergencia mundial sobre el clima y la adquisición de compromisos globales para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y la adaptación ante la certeza de un aumento de las temperaturas. En el marco de estos acuerdos, y otros anteriores, también las ciudades redoblan sus compromisos en términos de reducción de emisiones y ponen en marcha de planes estratégicos para la transición ecológica. A partir de los informes del Panel Internacional para el Cambio Climático (IPCC) de 2018, estos planes se aceleran a través de Declaraciones locales de emergencia climática que tienen por objetivo tomar medidas de urgencia. En 2020, 2017 ciudades habían declarado una emergencia climática con estos objetivos (Davidson et al., 2020).

Este artículo se pregunta cómo las cuestiones de la crisis climática y la transición ecológica están integrándose en las agendas de desarrollo económico y cohesión social en las ciudades europeas. En concreto, el artículo se propone analizar en qué medida las visiones y acciones relativas a la crisis climática entran en conflicto con las agendas de crecimiento y cohesión. En las ciudades europeas, con larga tradición en crear formas institucionalizadas de combinar crecimiento económico con inclusión social (Le Galès, 2002), los retos ambientales se han ido integrando en la gobernanza a través del desarrollo de mecanismos de participación de la sociedad civil y los actores privados, que consensuan unos objetivos de sostenibilidad y ponen en marcha acciones para llevarlos a cabo. Sin embargo, el escenario de emergencia climática pone en cuestión la posibilidad de seguir con los modelos de crecimiento existentes. Crece la percepción que los cambios para la sostenibilidad ya no pueden ir solamente en paralelo a los modelos de crecimiento económico; son estos mismos modelos los que tienen que cambiar.

Hay tres factores que refuerzan esta percepción a) el establecimiento de una agenda global para la sostenibilidad impulsada por las Naciones Unidas que incluye un objetivo de transformación urbana hacia la resiliencia y la sostenibilidad (objetivo 11) y que prevé un papel central para las ciudades para la consecución de los objetivos en términos de mitigación y adaptación, b) el aumento de la presión de los movimientos por el clima y la sensibilidad de la ciudadanía sobre las cuestiones ambientales, con la consiguiente presión por parte de movimientos ciudadanos, y c) la necesidad urgente de hacer frente a las consecuencias del cambio climático, visibilizadas por el aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos (Klinenberg et al., 2020).

Sin embargo, en qué medida y como las ciudades deben replantear sus estrategias de crecimiento e inclusión para hacer frente a la crisis ecológica es una cuestión en disputa que se entremezcla con debates previos sobre modelos de desarrollo económico de las ciudades después de la crisis financiera de 2007. En paralelo al debate sobre la crisis del modelo social europeo y sus transformaciones, en las últimas tres décadas ha surgido un debate sobre la ciudad europea y su adaptación a la economía globalizada. Para algunos autores, las ciudades europeas estarían perdiendo la capacidad de combinar crecimiento e inclusión debido a la transformación de la economía hacia el sector servicios, la precarización y la incapacidad de hacer frente a retos como la diversidad creciente (Cucca y Ranci, 2017). Otros autores remarcan que este modelo es robusto y capaz de adaptarse a los cambios, con muy pocas ciudades europeas mostrando síntomas de polarización social (Le Galès, 2018).

La asunción de compromisos para la reducción de emisiones y la adaptación al cambio climático que toman las ciudades se da en paralelo a esta necesidad de buscar nuevos modelos de crecimiento económico que garanticen cierta inclusión social. Con la crisis financiera iniciada en 2007 la ciudadanía presiona para profundizar en el debate sobre el binomio crecimiento-inclusión, poniendo sobre la mesa cuestiones de justicia social. En el contexto de estos debates aparece la emergencia climática, formalizada en el acuerdo de Paris, y la necesidad de una transición ecológica. Esta transición aparece como amenaza y urgencia, pero también a menudo como oportunidad y como motor económico para las ciudades. Una pregunta relevante es como se combinan en lo local las necesidades de reducción de emisiones con las de fortalecer el crecimiento económico y la inclusión social.

Este artículo analiza estas cuestiones centrándose en las estrategias de desarrollo económico y transición ecológica de la ciudad de Barcelona. La transformación de la ciudad desde una base productiva industrial en declive a una economía de servicios durante los ochenta ha sido considerada a menudo como un modelo de éxito en la medida que se han mantenido políticas de cohesión social. Sin embargo, la inserción de la ciudad en las redes globales ha llevado al aumento del debate sobre el modelo de crecimiento, altamente dependiente de los visitantes, y la erosión de la inclusión social. La crisis financiera de 2008 y las protestas contra la austeridad profundizan en la crisis del modelo de gobernanza de la ciudad, con la pérdida de la hegemonía del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) que gobierna la ciudad ininterrumpidamente entre 1979 y 2011.

A lo largo de la década de los años diez de este siglo vemos la constitución primero de un gobierno conservador (2011-2015) y más tarde de un gobierno progresista anti-austeridad, marcado por las políticas sociales y ambientales (2015-2023). Ambos gobiernos tienen lugar en un contexto de alta fragmentación política.

Esta investigación analiza el desarrollo de planes estratégicos para hacer frente a la transición ecológica en el período 2015-2023. La estrategia de análisis consiste, en primer lugar, en un análisis de como los actores de la ciudad de Barcelona responden al contexto de crisis climática que emerge a partir de 2015. En segundo lugar, se analizan los planes estratégicos que tienen lugar a partir de 2015 vinculados al desarrollo económico y la necesidad de hacer frente a la crisis climática. El análisis consiste en a) un análisis de los procesos de gobernanza que se ponen en marcha, poniendo atención a como se llevan a cabo los planes y qué margen de participación abren para la ciudadanía, y b) Un análisis del contenido de estos planes y estrategias, centrado en ver como definen la crisis, y qué tipo de soluciones plantean. El objetivo es analizar qué tipo de visiones de futuro se plantean en estos planes, y qué pasos se prevén, y la coherencia interna de las diferentes estrategias desarrolladas.

Adloff y Neckel (2021) han propuesto una agenda de investigación alrededor de cómo se conciben perspectivas de futuro con relación a la sostenibilidad. Como planteamos el futuro no solo es una composición mental, sino que es también una forma de agencia y de marcar el campo de acciones posibles (Clot-Garrell, 2023; Ramos Torre, 2021). Esta perspectiva se ha utilizado para entender como los movimientos y activistas plantean el futuro y ver cómo afectan a la acción colectiva. En este artículo se toma esta perspectiva para analizar esta cuestión en relación con la gobernanza urbana y los modelos de ciudad. La planificación estratégica, fruto de procesos de deliberación más o menos abiertos a un grupo de actores privados y de la sociedad civil, presenta primero objetivos y visiones sobre el futuro deseado y plantea una serie de acciones consensuadas para llegar a él. En este sentido, podemos hablar de futuros sostenibles planificados, visiones de futuro a las que se quiere llegar con una hoja de ruta consensuada. Sin embargo, como veremos, el desarrollo de mecanismos de planificación estratégica se da en contextos complejos de gobernanza urbana con múltiples formas de acuerdo y planificación que se sobreponen. El análisis permite ver si hay coherencia entre los diferentes planes en términos de visiones de futuro y acciones a llevar a cabo, y como las diferentes formas de planificación nos muestran los conflictos sobre el futuro sostenible de la ciudad.

La hipótesis de partida es que, a partir de 2015, y especialmente con el boom climático de 2018, se ponen en marcha una serie de estrategias vinculadas a la emergencia climática que cuestionan parte de las visiones dominantes sobre crecimiento económico y cohesión social. La segunda hipótesis es que la emergencia climática influye en las agendas y narrativas de la sociedad civil, que ambientaliza o climatiza sus demandas, en un sentido modernizador o transformador. Esto tiene influencia en la planificación estratégica en la que participan.

La tercera hipótesis es que esta situación de emergencia climática se ve alterada por la crisis del COVID-19. Surge la necesidad de hacer frente a urgencias económicas y sociales diferentes, pero a la vez la pandemia legitima actuaciones relativas al espacio público y la proximidad.

La investigación parte del análisis de los planes estratégicos elaborados entre 2015 y 2021 para hacer frente a la crisis ecológica y para fomentar el desarrollo económico. Se ha desarrollado un análisis documental a partir del cual se ha construido una cronología de procesos de elaboración de planes estratégicos durante este periodo. Se han recogido los diferentes planes desarrollados y los mecanismos de participación y deliberación a través de los que se desarrollaron. Cuando ha sido posible se han analizado las tomas de posición de los diferentes actores implicados, con especial interés en los movimientos sociales en relación con estos procesos. Esta información se ha complementado con las investigaciones empíricas llevadas a cabo por otros investigadores desde otras perspectivas, en especial sobre el auge de nuevas movilizaciones climáticas (Clot-Garrell, 2023).

En segundo lugar, se ha llevado a cabo un análisis de los contenidos de los pactos y planes estratégicos, así como un análisis de las narrativas existentes en relación a los siguientes puntos: a) como se definen la crisis ecológica y las formas de hacerle frente, b) la narrativa sobre el modelo de desarrollo y cohesión del pasado, c) que interrelaciones se establecen entre cuestiones ambientales, desarrollo económico e inclusión social y d) qué mecanismos de gobernanza se prevén y qué papel se da a la ciudadanía en las estrategias analizadas.

Se han analizado un total de 12 documentos, incluyendo 6 planes estratégicos (Pacte per Barcelona, Barcelona Green Deal, Barcelona Clima, Barcelona Natura, Programa de Actuación Municipal, Modelo de ejes verdes), y 6 documentos que reflejan tomas de posición tales como notas de prensa, declaraciones de los movimientos sociales y manifiestos. Los documentos se han analizado con software de análisis cualitativo, partiendo de las dimensiones antes mencionadas, con el objetivo de caracterizar los diferentes planteamientos de futuro a partir de la teoría de partida (transformadores, modernizadores, de control), y las relaciones entre desarrollo económico, sostenibilidad y ciudadanía. Finalmente, se han analizado la coherencia del conjunto de documentos entre sí, y se han comparado con las visiones recogidas desde la ciudadanía.

El artículo se organiza de la siguiente manera. En primer lugar, se analiza cómo la cuestión de la sostenibilidad se ha integrado en la gobernanza urbana desde los años noventa, prestando atención a los cambios y debates sobre la gobernanza urbana a partir de la crisis financiera, el establecimiento de agendas de emergencia climática, y la pandemia del COVID-19. En segundo lugar, se analiza el caso de Barcelona prestando atención a la transformación de los actores de la sociedad civil y a los procesos y contenidos de la planificación estratégica para la sostenibilidad de Barcelona. Este análisis nos sirve para detectar narrativas presentes sobre el futuro sostenible, incompatibilidades y conflictos entre las diferentes estrategias, y la influencia de diferentes actores.


Futuros sostenibles, gobernanza urbana y conflicto social


La agenda global para el desarrollo sostenible iniciada en los años noventa tiene lugar en el marco de la globalización, una integración global de mercados que implica el aumento de flujos financieros, de bienes y de personas a escala global. Esta regulación genera, por un lado, el aumento de emisiones y la industrialización intensiva de países del sur, especialmente en Asia, así como la aparición de formas de gobernanza en las que el estado pierde el monopolio en la toma de decisiones y las empresas privadas y la sociedad civil entran a formar parte de los procesos de toma de decisiones. En este contexto, se buscan soluciones ante el aumento de las desigualdades que no discutan los principios neoliberales. La idea de ‘buena gobernanza’ parte de buscar consensos entre todos los actores para garantizar un equilibrio entre desarrollo económico y cohesión social (Buck y Gordon, 2005). Los planes estratégicos y los procesos de participación son una herramienta para generar hojas de ruta hacia futuros deseables para la ciudad.

Las políticas ambientales siguen estos criterios de buena gobernanza, con el desarrollo de planes estratégicos y redes de actores para la sostenibilidad. La noción misma de desarrollo sostenible parte de que éste no se puede lograr solamente a través de innovaciones tecnológicas y una gestión científica de los recursos, sino que hace falta también la participación activa de la sociedad civil para poder integrar los problemas sociales, ecológicos y económicos (Brand, 2021). Uno de los primeros pasos en esta dirección es el desarrollo de agendas locales 21, planes estratégicos locales no vinculantes en el que los actores participantes (administración pública, ciudadanía y actores económicos y sociales) se comprometen a conseguir objetivos concretos para la sostenibilidad en paralelo al establecimiento de agendas nacionales.

Así pues, se van consolidando mecanismos de gobernanza y redes de actores para el fomento del desarrollo sostenible que se integran en el conjunto de la gobernanza de la ciudad. Sin embargo, estas agendas no cuestionan las agendas de desarrollo económico. Cuestiones como la cohesión social, la sostenibilidad y la generación de mecanismos de buena gobernanza se convierten en características de las ciudades que pueden contribuir a hacer la ciudad más atractiva y, por lo tanto, a mejorar su competitividad. La cuestión ambiental se convierte así en un aspecto más para fomentar la competitividad global (McDonogh, 2011), entrando a formar parte de las métricas de los rankings internacionales de competencia entre ciudades.

La crisis financiera de 2007 y la imposición de medidas de austeridad pone en cuestión las interacciones entre cohesión social y crecimiento económico, con el surgimiento de demandas de una nueva agenda de ciudadanía y mayor énfasis en la justicia social de especial importancia en el sur de Europa (Eizaguirre et al., 2012). A este cuestionamiento de los modelos hegemónicos de gobernanza urbana hay que sumarle dos factores que ayudan a ensanchar el debate. En primer lugar, sostenibilidad se está convirtiendo en un factor clave para el cambio social, y marca de forma creciente las agendas de los movimientos sociales. A partir de la segunda mitad de los años diez, se da una nueva oleada de movilizaciones para hacer frente a la crisis ecológica, que culmina un periodo de movilización alrededor de las cumbres climáticas iniciado en los años 2000 (de Moor et al., 2021). En segundo lugar, la pandemia del COVID-19 y las políticas de confinamiento de la población conllevan también nuevos debates sobre la relación entre naturaleza y sociedad, y la necesidad de modelos económicos localmente resilientes, en especial en ámbitos clave como la alimentación.

Estos factores hacen que a la hora de planificar el futuro de las ciudades la cuestión de la sostenibilidad y del futuro climático ganen centralidad, con nuevos actores presionando para adquirir compromisos en uno u otro sentido. Las cuestiones sobre como afrontamos la emergencia climática, como nos imaginamos el futuro y los resultados de estos imaginarios en términos de acción o inacción han sido objeto de atención en la sociología medioambiental y en la sociología del futuro. Adloff y Neckel (2021) proponen analizar como las diferentes ideas sobre lo que significa un futuro sostenible hacen emerger conflictos en el campo del cambio sociopolítico. Estos autores establecen tres tipos ideales de narrativas sobre el futuro, que llevan aparejadas una serie de imaginarios y prácticas. La primera es la modernizadora, que no cuestiona las bases de la economía de mercado ni el estilo de vida moderno, asumiendo que es necesario adaptar este estilo de vida y la economía a un nuevo contexto marcado por las restricciones ecológicas. A través de innovaciones tecnológicas y sociales podemos llegar a desacoplar el crecimiento económico del consumo de recursos y del impacto negativo en los ecosistemas. Dentro de esta narrativa encontramos visiones liberales vinculadas al capitalismo verde y visiones que dan un papel más relevante a la regulación estatal, en forma de Estado del bienestar verde.

En segundo lugar, las narrativas transformadoras, propias de la tradición ecologista y socialista, señalan que superar el capitalismo es una condición necesaria para un futuro sostenible. En este tipo de narrativas, no se entiende la naturaleza como un mero recurso sino como un conjunto de interrelaciones en las que hay que volver a insertarse. Hay una pluralidad de prácticas e imaginarios dentro de esta narrativa, que ponen el acento en una relación más ética con la naturaleza y el establecimiento de formas alternativas de vida y de organización social. Esta narrativa acepta acciones y visiones a múltiples escalas. Las acciones prefigurativas a escala local son fundamentales junto con la movilización social, pero también los cambios personales y los grandes cambios en el sistema económico.

La tercera narrativa, referida al control, tiene que ver con la capacidad de los gobiernos o grupos de controlar y vigilar, disciplinar y ejercer la coerción para conseguir los objetivos de sostenibilidad, ya sea sobre la sociedad o sobre la naturaleza misma. Según estas narrativas, la geoingeniería y la capacidad de imponer conductas a la población permitirán afrontar un futuro sostenible. Proponiendo una caracterización parecida 1 , pero que añade el negacionismo y el catastrofismo, Ramos subraya que estos horizontes de futuro están en disputa (Ramos Torre, 2018). Estas disputas se plasman en cómo se piensa el futuro de las ciudades.

En tanto que engarzadas en sistemas de gobernanza multi-nivel, las ciudades europeas están inmersas en horizontes de futuro modernizadores ligados a la idea de desarrollo sostenible, marcadas en gran medida por la agenda de recuperación de la UE, la cual da apoyo financiero a las acciones público-privadas y la innovación que permita ir hacia la sostenibilidad y la digitalización, y a la agenda global 2030 desarrollada desde las Naciones Unidas.

Sin embargo, como en otros ámbitos de la gobernanza las ciudades adaptan y transforman estas visiones a su realidad local, legitimando ciertas prácticas ya existentes y poniendo en marcha nuevas iniciativas (García Cabeza et al., 2020). Así, las dinámicas de los múltiples actores locales y la capacidad de adaptar las consignas dan lugar a narrativas locales sobre el desarrollo sostenible y la emergencia climática. Por un lado, la capacidad de la ciudadanía organizada y los movimientos sociales para plantear otras visiones puede influir en el debate público y conllevar a nuevos enfoques. La nueva oleada de movilizaciones climáticas ligadas a la emergencia ha presionado no solo para la adopción de políticas concretas sino para cambiar el marco de comprensión de la crisis ecológica. Por otro lado, actores económicos también han adoptado visiones específicas sobre cómo afrontar la emergencia climática, presionando por políticas concretas en materias como la energía, la innovación o la economía circular, condicionando las respuestas a escala local.

En qué medida la pandemia ha tenido efectos en términos de conciencia ambiental sigue siendo objeto de análisis y requiere profundización. Según un análisis de Rousseau y Deschacht (2020) , la crisis del COVID-19 ha aumentado la preocupación por la polución en las ciudades y el acceso a los recursos naturales. Esto se ha traducido en demandas para la sostenibilidad urbana, pero también en una emigración temporal de las clases medias a las periferias urbanas con acceso a espacios naturales y a entornos rurales aumentando las desigualdades de clase (Andreu Domingo i Valls et al., 2020).

En términos más generales, el COVID-19 ha contribuido al debate sobre el paradigma modernizador y los peligros de la economía globalizada, y ha abierto un debate amplio sobre la relación entre campo y ciudad, que incluye la sostenibilidad de los modelos económicos de las ciudades, la relación con el ámbito rural, la distribución de la población, o como se deben alimentar las ciudades, entre otros. Sin embargo, también ha generado una crisis económica y la urgencia de recuperar la economía como prioridad 2 .

Así pues, durante el periodo entre 2015y 2023 hay un despliegue de acciones y planificación estratégica para la mitigación y la adaptación de las ciudades a la crisis climática. Sin embargo, esta respuesta depende de dinámicas locales en las que hay conflictos entre horizontes de futuro sostenible en disputa. La constelación de actores políticos, económicos y sociales surgida de la crisis financiera, la movilización global ante la percepción de una situación de emergencia y como se encaró y se resolvió la crisis del COVID-19 son factores clave, como veremos para el caso de Barcelona.


Haciendo frente a la crisis climática en Barcelona


La crisis de la agenda modernizadora de Barcelona

Desde los años ochenta el objetivo del gobierno local de Barcelona ha sido ‘modernizar’ la ciudad, generando infraestructuras de transporte y movilidad que le permitan conectarse a las redes globales y homologarse a las ciudades europeas. La ampliación del puerto y el aeropuerto, la construcción de grandes vías de comunicación y la eliminación de parte del circuito ferroviario contribuyen a transformar la periferia de la ciudad. Después de la celebración de los juegos olímpicos de 1992 la ciudad continua su transformación urbanística, con grandes proyectos para atraer inversiones de la economía del conocimiento y mejorar la conexión a las redes globales. Estos esfuerzos van en paralelo a una diplomacia local que busca influir en la construcción europea y en la gobernanza global (Pradel-Miquel, 2016).

Durante los años noventa el modelo de gobernanza de la ciudad adquiere una mayor orientación empresarial, cosa que conlleva una menor capacidad de participación de la ciudadanía en la toma de decisiones y en la gerencialización de parte de la administración (García, 2008; Martí-Costa y Tomàs, 2017). Por otra parte, a pesar de las políticas públicas estimulando la economía del conocimiento, la ciudad se vuelve cada vez más dependiente del turismo, tanto de ocio como de negocios. La crisis financiera de 2007 y las políticas de austeridad profundizan en una crisis del modelo de crecimiento y cohesión de la ciudad, que se traduce en la pérdida de la hegemonía del Partido Socialista y la emergencia de una mayor fragmentación política. Con la crisis se profundiza el debate sobre el modelo de ciudad y la relación entre crecimiento económico y justicia social. En 2011 gana las elecciones un gobierno conservador, pero cuatro años más tarde, en 2015, Barcelona en Comú, una plataforma de partidos anti-austeridad gana las elecciones con un programa basado no solo en una agenda redistributiva sino en regular determinados sectores económicos, en especial el turístico y el de la vivienda, en favor de la justicia social y los derechos de ciudadanía (Blanco et al., 2019; Eizaguirre et al., 2017). Dada la fragmentación política en el consistorio, el nuevo partido se ve obligado a buscar alianzas con otros partidos progresistas, principalmente el PSC, con quien pacta un gobierno estable a partir de 2019. Dentro de esta coalición el PSC ostenta la responsabilidad en desarrollo económico.

Los movimientos sociales urbanos y la sociedad civil barcelonesa ante la emergencia climática

El auge de los partidos anti-austeridad es solamente una de las múltiples manifestaciones de una oleada de movilización política y social que se da en España con la crisis financiera. Como en otras ciudades en Barcelona hay una nueva oleada de movimientos sociales que ponen en marcha dinámicas de protesta y nuevas iniciativas socialmente innovadoras para hacer frente a la crisis (Pradel-Miquel et al., 2020). Esta nueva oleada viene a sumarse a los movimientos ya existentes, fortaleciendo el tejido asociativo y dando lugar a nuevas iniciativas de barrio, incluyendo centros sociales, jardines comunitarios, y redes de solidaridad diversas.

A partir de 2018 se suma a este tejido nuevos grupos de protesta ambiental fruto de la movilización ciudadana global que estalla a partir de ese año como respuesta a la publicación del informe del IPCC. Aparecen nodos globales de Extinction Rebellion y Fridays for Future, así como otros grupos de acción locales. La organización de la marcha por el clima en 2018 fue un punto de partida para la composición de nuevos grupos 3 . Estos nuevos grupos empiezan a interactuar con otros movimientos sociales, a la vez que ejercen sus movilizaciones para presionar a las administraciones para mayores compromisos con la emergencia climática. La aparición de estos movimientos y la oleada de movilizaciones global lleva también al crecimiento de una lectura en clave crisis ecosocial de parte de los movimientos sociales urbanos de la ciudad. La crítica al modelo de desarrollo económico y urbano de Barcelona ya no se centra solamente en el conflicto entre intereses económicos e intereses de los habitantes de la ciudad sino también en las repercusiones ambientales que el modelo de desarrollo genera a múltiples escalas. Una muestra de las interacciones entre movimientos y tejido asociativo ya existente y nuevos movimientos es el surgimiento de plataformas que engloban a varias entidades y movimientos que empiezan a desarrollar un discurso que vincula la cuestión social y la ecológica. Tres plataformas relevantes son la plataforma por el decrecimiento turístico, la plataforma Zeroport y la plataforma La Fira o La Vida.

En 2015 los barrios más afectados por el turismo de Barcelona crean la Asamblea de Barrios por el Turismo Sostenible, remarcando el impacto que esta actividad económica tiene sobre la ciudad:

En Barcelona, los efectos negativos del turismo han superado lo tolerable; como consecuencia, resulta imprescindible […] tomar las decisiones que den forma a un nuevo modelo de ciudad respetuoso con su población y consigo misma: hablamos de sostenibilidad social y ambiental (Asamblea de Barris pel Decreixement Turístic [ABDT], 2015).

El modelo económico basado en la industria de los visitantes se pone en relación con cuestiones como las emisiones de CO2, la generación de residuos, la alimentación de la ciudad, la generación de empleo de escasa calidad o la gentrificación. Esta plataforma lleva a cabo varias actividades de reflexión y de protesta contra el turismo masivo, y significativamente en diciembre de 2019 es rebautizada como Asamblea de Barrios por el Decrecimiento Turístico, entroncándose con discursos decrecentistas con relación a la economía (ABDT, 2019) . En la misma línea, la plataforma La Fira o la vida surgida en 2019, se opone a la ampliación del recinto ferial de Barcelona, situado en Montjuïc, apelando a la necesidad de un cambio de modelo económico, el decrecimiento del sector turístico y la generación de espacios comunitarios para el barrio (Marcian y Font, 2020). Por último, la plataforma ZeroPort se crea en 2019 por parte de entidades ecologistas y movimientos vecinales contrarios a la ampliación del puerto y el aeropuerto de Barcelona. La plataforma, que incluye entre otras entidades a la plataforma vecinal por el decrecimiento turístico, aboga por el cumplimiento de los compromisos de reducción de emisiones a través del decrecimiento del tráfico aeroportuario, y propone un cambio de modelo económico menos dependiente de los flujos de visitantes.

La situación de emergencia climática hace surgir también nuevas iniciativas barriales vinculadas a la mejora ambiental de los barrios, así como la inclusión de la cuestión ambiental en iniciativas ya existentes. Si durante la crisis financiera habían surgido iniciativas socialmente innovadoras para hacer frente a los efectos de la crisis y poner en marcha formas alternativas de resolución de problemas sociales, ahora algunas de estas iniciativas asumen la emergencia climática. Por ejemplo, la asamblea de parados y paradas del barrio de Porta, surgida durante la crisis financiera como red de solidaridad para las personas en paro estructural, desarrolla un proyecto de parque agrario en el barrio que cuestiona el desarrollo urbano hegemónico y que tiene un doble eje ambiental y social:

Queremos que sea un oasis agroecológico de ciudad, donde promover las economías transformadoras, la alimentación sostenible y los cuidados comunitarios […] Y ser un nodo en el corredor ecológico Collserola-Besòs para fomentar la biodiversidad. El parque agrario urbano de Can Valent es una propuesta innovadora de urbanismo para mejorar la salud y el bienestar de la población, la movilidad sostenible, y la resiliencia al cambio climático (Hort Can Valent, 2021)

Con la crisis del COVID-19 se refuerzan estas redes y se profundiza en la idea de crisis ecosocial, en la cual no se pueden desligar las cuestiones de justicia social y de crisis ecológica. A partir de 2020, los movimientos sociales y las redes de solidaridad surgidas del periodo de crisis financiera ponen en marcha un proceso de elaboración de una agenda frente a la crisis ecosocial, generando espacios de encuentro entre movimientos sociales de diferente tipo, incluyendo asociaciones vecinales, actores de la economía social y solidaria y movimientos ecologistas 4 .

Por otro lado, otros actores económicos y de la sociedad civil en el mismo periodo plantean la necesidad de relanzar el modelo de crecimiento y cohesión, utilizando los retos de la crisis ecológica como un acelerador de la innovación y del cambio para hacer frente a la crisis climática. Estos actores hacen un llamado a la acción de las administraciones en el marco del desarrollo sostenible y de los objetivos establecidos por las agendas global y europea. Así, el círculo de economía expone que

Es necesario un cambio en los hábitos y modelos de consumo, así como una transformación radical de sectores económicos clave (como el industrial, el energético o el transporte), que incorpore adelantos significativos en materia de innovación tecnológica, digitalización, así como la descarbonización en sus operaciones.

Asociaciones empresariales, grupos de presión y diversas entidades lanzan estudios y propuestas de acción con relación a la descarbonización de la economía, el cambio de modelo energético o el fomento de la innovación 5 .

Así pues, por un lado, los movimientos sociales urbanos, incluyendo buena parte del movimiento vecinal, elaboran una reflexión en clave de crisis ecosocial, analizando las repercusiones sociales y ambientales de los modelos de crecimiento económico y exigiendo cambios de calado en estos modelos. Por otra parte, otros actores económicos defienden inversiones y el fomento de la gobernanza público-privada como elemento para llevar a cabo una descarbonización de la economía. Estas posiciones de la sociedad civil tienen su reflejo en el desarrollo de planes estratégicos para hacer frente a la crisis climática que tienen lugar entre 2015 y 2021, dado que estos actores tienen posibilidad de influir en el desarrollo de estas estrategias.

La planificación estratégica ante la emergencia climática

Desde la segunda mitad de los noventa Barcelona venía desarrollando un papel en las redes de gobernanza climática internacionales, asumiendo compromisos en la agenda global emergente y participando en los foros internacionales. Barcelona aprueba en 2002 su agenda local 21, un primer plan estratégico para fomentar la sostenibilidad en la ciudad, y genera una red de actores públicos, privados y de la sociedad civil comprometidos a conseguir los objetivos fijados en la agenda local 21. Sin embargo, la agenda tarda mucho tiempo en concretarse debido a las controversias sobre la sostenibilidad y el crecimiento. En este periodo los compromisos con el clima generan cambios en movilidad, residuos y educación ambiental, pero no se discute el crecimiento económico. La sostenibilidad se ve como un elemento que ayuda a la competitividad global (McDonogh, 2011).

En 2014 y 2015 el ayuntamiento asume una serie de acuerdos internacionales para adaptar las ciudades al cambio climático y tomar medidas para la mitigación de emisiones 6 . Esto abre la puerta a profundizar en las estrategias de sostenibilidad, asumiendo compromisos más ambiciosos. La tabla 1 resume los principales planes estratégicos desarrollados en relación con la transición ecológica.


Tabla 1 Cronología de pactos y planes locales para la transición ecológica

Año Planificación estratégica Contenidos Formas de participación de la sociedad civil
2015 Compromiso por el clima Objetivos cuantitativos (-40% de emisiones en relación con 2005, +1 m² de verde urbano por habitante) Puesta en marcha de proyectos por la administración y la sociedad civilProceso participativo entidades Barcelona + sostenible
2019Plan Clima 2018-20305 líneas de acción (bienestar, eficiencia, espacio público, economía circular, co-construcción de políticas) 18 medidas estratégicasProceso participativo abierto a la ciudadanía
2020Declaración de emergencia climática (enero)Aumento de los objetivos en reducción de emisiones (del 40 % al 50%) concreción y aceleración de las acciones previstas en el Plan ClimaProceso participativo abierto a la ciudadanía
Pacto por Barcelona (recuperación post-Covid) (junio)Estrategia de urgencia para reactivar la economía y fomentar una política de cuidadosProceso participativo abierto a la ciudadanía
2021Barcelona Green Deal 2030Estrategia de desarrollo económico para 2030: 3 ejes estratégicos: competitividad, equidad y sostenibilidadConsulta a actores económicos clave
Plan natura 2021-2030Estrategia para el fomento de la biodiversidad: aumento del espacio verde, renaturalización y refugios de biodiversidadProceso participativo abierto a la ciudadanía
2022Hoja de Ruta para la economía de la sostenibilidadConcreción de las medidas económicas para la sostenibilidad en el marco del Barcelona Green DealConsulta a actores económicos clave

[i] Fuente: elaboración propia a partir de los diferentes planes estratégicos y la página web del ayuntamiento de Barcelona.


El Compromiso por el Clima de2015 (firmado por el ayuntamiento junto con las 800 entidades que conforman la red Barcelona + Sostenible), establece los principales objetivos cuantitativos y una hoja de ruta para la planificación de estrategias, incluyendo la elaboración de un plan de adaptación al cambio climático. En 2018 se aprueba el Pla Clima 2018-2030, después de un proceso abierto de elaboración que tiene lugar a lo largo de 2017. Este plan establece dos escenarios de futuro posibles en función de que se alcancen o no los objetivos comprometidos en la cumbre de Paris de 2015, y hace un diagnóstico de las consecuencias sociales y económicas en ambos escenarios. En segundo lugar, establece medidas para cumplir los objetivos de adaptación y mitigación adquiridos en el pacto anterior. Propone cinco ejes de acción, el más relevante de los cuales es la transformación del espacio público y la planificación urbana en clave climática. Propone una revisión de las intervenciones urbanas para tener en cuenta la cuestión climática, plantea la reducción de un 20 % la movilidad en vehículo privado de motor y ganar 1,6 Km2 de espacios verdes en la ciudad.

En julio de 2019 se crea la mesa de la emergencia climática para impulsar un proceso participativo para declarar la emergencia Climática. En la mesa participan más de 200 entidades, entre las que se encuentran, entre otros los movimientos climáticos, administraciones, universidades y centros de investigación, sindicatos y representantes de los intereses privados (Decidim.Barcelona, 2019). La Declaración de emergencia climática adoptada en enero de 2020 implica el establecimiento de medidas que concretan y aceleran las aproximaciones planteadas en el plan Clima, especialmente en lo que se refiere a la transformación del espacio público. Una de las acciones prioritarias a las que se compromete el ayuntamiento es el despliegue de un nuevo modelo de calle basado en los ejes verdes y en las pruebas piloto urbanísticas desarrolladas en el periodo 2015-2019. Así, se establece el objetivo de transformar 15 Kilómetros de calles en ejes verdes e “introducir el vector de emergencia climática en las transformaciones estratégicas metropolitanas”. Los ejes verdes se definen como espacios de sociabilidad y ecosistémicos, que cumplen objetivos de renaturalizar la ciudad y de generar espacios de comunidad. El plan Natura 2021-2030 para el fomento de la diversidad profundiza en la transformación del modelo de calle y en la configuración del verde urbano. Este plan también se desarrolla con un proceso participativo abierto a la ciudadanía.

Estos planes se concretan en el despliegue del programa superilles (supermanzanas) que incluye la transformación de varias calles del ensanche de Barcelona en calles peatonales y espacios verdes, así como la transformación de algunos ejes viarios relevantes.

De la emergencia climática a la emergencia económica: el COVID-19 y el Barcelona Green Deal

Un mes más tarde de la declaración de emergencia climática en Barcelona se declara la pandemia del COVID-19 y las medidas de confinamiento. Este panorama conlleva una importante caída del PIB y el lanzamiento de planes de emergencia para dar apoyo o a las empresas y los trabajadores a múltiples escalas, así como estrategias de emergencia para la inclusión social. Durante la primavera de 2020 varios ayuntamientos españoles lanzan “planes de reconstrucción”, desarrollando procesos participativos a través de los que se establecen estrategias de desarrollo económico e inclusión social para las ciudades. Entre abril y mayo de 2020, ciudades como Madrid, Sevilla, Valencia, y Zaragoza aprueban planes de relanzamiento económico más o menos detallados, con la participación de diferentes tipos de actores. Estos planes incluyen una serie de medidas de urgencia y otras más estratégicas, y en algunos casos se incluyen previsiones presupuestarias para llevarlos a cabo. En el caso de Barcelona, los planes de reconstrucción implicaron un proceso participativo con los actores de la sociedad civil que dan lugar a un documento de 12 páginas que recoge las medidas y un presupuesto previsto de 30 millones de euros entre las varias actuaciones a llevar a cabo en los siguientes 18 meses después de la firma, es decir, hasta diciembre de 2021. Este proceso se lleva en paralelo a la puesta en marcha de medidas de urgencia para apoyar a los sectores económicos afectados. A diferencia de otras ciudades, el plan no pretende ser una planificación estrategia a medio o largo plazo 7 .

En el proceso de elaboración del plan participan, entre otros, las asociaciones de vecinos, movimientos ecologistas, universidades, asociaciones de comerciantes, asociaciones empresariales y sindicatos. Sin embargo, una parte de las organizaciones participantes en los debates, encabezadas por las asociaciones de vecinos, no están de acuerdo con el texto que surge de sus deliberaciones, y no firma el Pacto por Barcelona, presentando un manifiesto explicando su posición:

Las organizaciones sociales, vecinales y ecologistas bajo firmantes consideramos que el documento final no ha recogido gran parte de nuestras propuestas y vuelve a ser un pacto vacío, sin concreción, y que no plantea los cambios estructurales prioritarios que necesita abordar la ciudad de forma urgente. No ratificamos el documento y seguiremos trabajando, ampliando las alianzas y el diálogo crítico con el gobierno y las fuerzas políticas (Federació d'Associacions Veïnals de Barcelona, 2020)

En el manifiesto, se critica la continuidad de la narrativa sobre el crecimiento económico de la ciudad, y las consecuencias que ha conllevado en materia de desigualdades sociales y sostenibilidad, poniendo el acento en la población vulnerable. El manifiesto también critica la poca presencia de los actores de la ciudadanía organizada en el pacto, y un papel demasiado central de los partidos políticos, la comunidad empresarial y la universitaria. Buena parte de los actores firmantes sí participaron en el desarrollo de planes estratégicos para la transición ecológica desde 2015. El pacto se presenta como el resultado de un proceso participativo, aunque algunas entidades decidieron no firmarlo 8 .

Un año más tarde (abril del 2021) el ayuntamiento presenta el Barcelona Green Deal, la agenda económica para la Barcelona de 2030 a través de un documento considerablemente más extenso y detallado que el Pacto por Barcelona del año anterior. A diferencia de los planes estratégicos para la transición ecológica y del Pacto de reconstrucción, no se da un proceso abierto de participación en la elaboración de la estrategia. Sí hay participación de actores de la sociedad civil que ya estaban vinculados con la agencia de promoción económica de la ciudad con anterioridad. Por esta razón, el Barcelona Green Deal se presenta como una hoja de ruta sobre la que negociar entre ‘todos los agentes de la ciudad’ sin que haya un proceso de deliberación al respecto abierto a la ciudadanía.

El documento, que se inspira en las directrices propuestas por la estrategia europea de recuperación, se define como un pacto para el relanzamiento de la economía con el objetivo de convertir Barcelona en una ciudad competitiva, sostenible y equitativa. Pese a que la cuestión de la sostenibilidad se pone en el centro desde el mismo título del plan, no se define de forma clara qué se entiende por sostenibilidad. En la definición de los ejes estratégicos se establece que por sostenibilidad se entiende

Que Barcelona consiga ampliar el volumen de economía circular, atraer nuevos polos de actividad económica y generar economía del visitante. El turismo y la industria son dos pilares económicos de Barcelona, y es necesario transformar los modelos de negocio para garantizar que el crecimiento no perjudica a la ciudad, la ciudadanía o el medio ambiente (Barcelona Green Deal, 2021, pp. 38-39).

Por un lado, por sostenibilidad se entiende buscar un crecimiento que no tenga efectos sociales ni ambientales y que no perjudique al conjunto de la ciudad. En este sentido la visión se acerca a la idea de desacople del crecimiento económico de sus efectos negativos. Se hace especial énfasis al turismo, considerando necesario una reorientación para seguir garantizando su impacto en la economía de la ciudad y minimizar su impacto social y ambiental.

Por otro lado, la crisis ecológica aparece como una ventana de oportunidad para el crecimiento económico de nuevos sectores, juntamente con la digitalización. El plan hace énfasis especialmente en la re-industrialización verde vinculada a la producción de nuevos productos y servicios para la sostenibilidad, como el coche eléctrico.

Esta conceptualización de la sostenibilidad la sitúa como una variable que refuerza o debilita las dinámicas de crecimiento y cohesión, apuntando a la necesidad de revisar algunos aspectos, especialmente la actividad turística, para asegurar su sostenibilidad económica y en términos de desigualdades, y la apuesta por nuevos sectores innovadores que permitan desarrollar soluciones para la crisis ecológica. El plan da continuidad, pues, a las dinámicas de competitividad y cohesión planteadas desde los años noventa, legitimando determinados tipos de intervención urbanística y de desarrollo económico.

Análisis de las narrativas: crecimiento verde, urgencia y crisis ecosocial

El proceso de elaboración de planes estratégicos y el posicionamiento de los distintos actores permite ver la emergencia de diferentes narrativas sobre el futuro sostenible que entran en conflicto en algunos aspectos. El análisis de las diferentes estrategias muestra dos narrativas en relación con la transición ecológica, a las que he titulado la narrativa del crecimiento verde, y la de la urgencia climática. A estas dos se puede añadir una narrativa emergente entre los movimientos sociales vinculada a la de la crisis ecosocial. La tabla 2 resume los principales elementos enunciados en cada una de las narrativas.


Tabla 2 Narrativas sobre el futuro sostenible para la gobernanza y la transformación urbanas

Dimensiones Narrativa de la emergencia ecológica Narrativa de competitividad Narrativa de la crisis ecosocial
Gobernanza Coproducción de políticas Participación público-privada Gestión comunitaria, co-producción de políticas, desmercantilización
Visión de la sostenibilidad y la crisis climática Emergencia ante la que hay que actuar con criterios de justicia socialOportunidad económica y palanca de cambio para la competitividadCrisis de civilización que afecta también a la esfera ecológica
Visión de las desigualdades socialesJusticia social y transición ecológica justaEquidad y cohesión socialJusticia social, transición ecosocial y feminista, justicia climática global
Visión del desarrollo económicoEconomía de proximidad basada en el barrio, economía social y solidaria y estrategias de proximidad y circularidad. Innovación y competitividad importantes para mantener a las empresas locales Necesario mantener la competitividad de la ciudad en el marco de la economía global. Re-industrialización verde, nuevos proyectos tractores y fomento de la economía verdeActividad económica al servicio de las comunidades: decrecimiento económico, feminismo, soberanía alimentaria, justicia global
Papel del urbanismoComo forma de mejorar la salud, fortalecer los derechos de ciudadanía y re-naturalizar la ciudadComo motor del crecimiento económico y la cohesión socialComo elemento para repensar la relación con la naturaleza
Papel de las periferias industrialesNo se mencionanComo reserva de suelo urbano oportunidad de crecimientoComo espacio para recuperar la naturaleza en la ciudad
Planes estratégicos /documentos donde se encuentraPlan Clima Declaración de emergencia climática Plan NaturaBarcelona Green Deal - Hoja de ruta de la economía para la sostenibilidad. Barcelona 2030Manifiesto para una transición ecosocial justa y democrática (2023) Llamada a los movimientos por una agenda ecosocial (2020)
Formas propuestas de desacopleEntre calidad de vida y el crecimiento económicoEntre el crecimiento económico y el impacto ambientalEntre bienestar y el mito del progreso

[i] Fuente: Elaboración propia a partir de los planes estratégicos disponibles en la web del Ayuntamiento de Barcelona.


La narrativa de la urgencia climática se caracteriza por incluir elementos de las narrativas modernizadora y transformadora. Asume la agenda global para la transición ecológica, pero pone sobre la mesa la necesidad de tomar medidas urgentes para frenar las emisiones y adaptar la ciudad al cambio climático. En línea con los movimientos climáticos y de justicia ambiental, esta transformación urbana se vincula a cuestiones de justicia social y se lee en clave de derechos de ciudadanía, razón por la cual se le da relevancia a la co-creación de políticas climáticas:

La emergencia climática obliga a reconocer que somos vulnerables y radicalmente ecodependientes. Puesto que es un multiplicador de desigualdades sociales, más que nunca necesitamos cuidar de aquellas personas que o bien por su situación socioeconómica […] o bien por su condición, salud o edad (personas mayores y bebés), sufren de forma más directa los efectos derivados del cambio climático. (Declaración de emergencia climática, p. 4)

Para esta narrativa, el modelo de ciudad anterior es obsoleto por no tener en cuenta las relaciones metabólicas con la naturaleza, y hace falta un nuevo modelo de calle que permita equilibrar vida social y espacio natural dentro de la ciudad. Se aboga para repensar el urbanismo en clave ecológica y se proponen y ponen en práctica visiones como el urbanismo ecosistémico. Así, el urbanismo está al servicio tanto del desarrollo de la vida comunitaria como de la re-naturalización de la ciudad, entendiendo la ciudad como ecosistema y diseñando espacios de verde urbano que fomenten la biodiversidad. En esta narrativa se hace referencia a la transformación de espacios urbanos consolidados, eliminando el vehículo privado de las calles para fomentar el retorno de la vida urbana, pero no se mencionan las periferias urbanas ni las zonas industriales en declive.

En lo relativo a la economía, esta narrativa hace énfasis en la economía local y de proximidad, con un papel para la economía social y solidaria en la transformación del modelo. En la misma línea, se habla de la soberanía alimentaria y la economía circular para limitar el impacto en términos de emisiones y residuos del sistema productivo. Aunque no se las considera negativamente, la innovación y la competitividad quedan relegadas a un segundo plano, como factor clave para mantener el ecosistema de empresas local y garantizar el empleo.

La narrativa del crecimiento verde parte de la compatibilidad entre competitividad, cohesión y sostenibilidad a través de una acción decidida tanto del gobierno local como de los actores privados y sociales. Es por lo tanto una narrativa modernizadora anclada en las ideas de modernización ecológica dominantes a otras escalas. A diferencia de la otra narrativa, la urgencia no orienta acciones inmediatas y la planificación es a más largo plazo, y tampoco se fija objetivos específicos de reducción de emisiones o de otro tipo.

La idea central es la del crecimiento económico verde como una oportunidad para la competitividad, donde la categoría ‘verde’ está marcada por sectores industriales orientados a las tecnologías que permiten la transición ecológica (motor eléctrico, producción agrícola sostenible, etc.) y por aumentar la sostenibilidad social y ambiental de los sectores hegemónicos en la ciudad, con especial énfasis en el turismo.

La necesaria transición ecológica que debemos afrontar debe leerse también como oportunidad de crecimiento económico y generación de nuevo empleo. Necesitamos medidas que garanticen una creación de riqueza sostenible en el tiempo, con el entorno y que genere cohesión social, en lo que tiene que constituir una acción decidida para la transformación de nuestra economía. (Barcelona Green Deal, 2021, p. 65)

En esta narrativa, el modelo de ciudad anterior es un modelo de éxito para la competitividad global, y se valora el papel que el urbanismo y el desarrollo urbano han jugado en generar las condiciones para la competitividad a través de la regeneración urbana. Este tándem entre urbanismo y crecimiento económico debe seguir explotándose, si bien hay que incluir estándares de sostenibilidad e innovaciones que permitan limitar el impacto ambiental. Las periferias urbanas y las zonas industriales son espacios de oportunidad económica, donde tras procesos de regeneración urbana, los residentes obtendrán nuevas fuentes de empleo de calidad y nuevos equipamientos verdes.

La tercera narrativa, propia de los movimientos sociales, es la de la crisis ecosocial. Plantea la crisis climática como parte de una crisis civilizatoria más amplia, que requiere de cambios políticos, sociales, económicos y culturales. Entronca con las tradiciones de movilización ecologista, con especial vinculación con la ecología social (Bookchin, 2022) incluyendo elementos del movimiento por la justicia global.

Esta narrativa no se circunscribe a la ciudad de Barcelona ya que parte del trabajo en red de varios movimientos, entidades e iniciativas. Dada la relevancia que le da a la organización comunitaria, la transformación del espacio público local y el surgimiento de iniciativas barriales para afrontar la crisis ecológica son fundamentales: formas comunitarias de autoabastecimiento de energía, comida y recursos, transformación del espacio público en espacio natural y/o de producción agraria gestionado de forma comunitaria, y vinculación con la producción agrícola de proximidad son elementos clave.

Desde el punto de vista económico, se defiende el decrecimiento en líneas generales, concretándolo en algunos sectores específicos como el sector turístico y la actividad de las grandes infraestructuras de transporte como concreción de las ideas decrecentistas. Los argumentos para este decrecimiento aúnan razones climáticas y sociales. Las tesis decrecentistas también se defienden en el terreno del desarrollo urbano. Ante los procesos de urbanización se propone la transformación del espacio público en espacio natural, replanteando la relación de la ciudad con la naturaleza. Se considera que los barrios vulnerables tienen oportunidades para revertir situaciones de alta densidad y acumulación de infraestructuras contaminantes dando lugar a espacios naturalizados y donde pueden surgir nuevos tipos de equipamientos. A la vez, se temen y se denuncian posibles procesos de gentrificación verde ante la creación de nuevas infraestructuras.

Pese a que los planes estratégicos analizados forman parte de una misma hoja de ruta, no son homogéneos con relación a la transición ecológica y su encaje con los modelos de crecimiento e inclusión social, presentando dos narrativas de futuro distintas. En una, la ciudad y el espacio urbano deben modificarse, y la economía se debe adaptar a esta transformación. Esta transformación del espacio urbano es un imperativo de la urgencia climática, y es fruto de un análisis de indicadores sobre futuros posibles, emulando la metodología de los informes del IPCC. En la otra, la transformación de la ciudad está al servicio del desarrollo económico, que debe transformarse para aprovechar las oportunidades de la economía verde. En este caso, la retórica está más cercana a la noción de desarrollo sostenible definida en los años noventa, sin tener tan en cuenta el imperativo de reducción de emisiones.

Más allá de la participación de los diferentes partidos del gobierno de coalición en la elaboración de los diferentes planes, los mecanismos de gobernanza también pueden haber sido importantes para la configuración de estas narrativas. Mientras que en los planes de mitigación y adaptación ha habido procesos participativos amplios en los que los movimientos por el clima han tenido voz, las estrategias de desarrollo económico han sido más cerrados, basándose en consultas con varios actores económicos.



Conclusiones


El punto de partida de este artículo era ver como las cuestiones ambientales están entrando e influyendo en la gobernanza de las ciudades. Para ello, hemos propuesto enfocarnos en las narrativas y las prácticas asociadas a estas narrativas de los diferentes actores, y ver como emergen estrategias que configuran un ‘futuro sostenible’ para la ciudad. A través del análisis del caso de Barcelona podemos ver como las administraciones locales pueden compatibilizar distintos tipos de narrativas y estrategias para la transición ecológica. Las ciudades están desarrollando medidas cada vez más ambiciosas para la reducción de emisiones y el cambio en la movilidad, a la vez que despliegan estrategias para la transformación de su modelo económico a medio plazo. A parte del caso de Barcelona analizado, encontramos iniciativas de este tipo en París, Berlín, y muchas otras grandes ciudades. En el caso de Barcelona se despliega una estrategia para la adaptación y la resiliencia que incluye el fomento de la biodiversidad, la transformación del espacio público y una nueva agenda de desarrollo económico.

Sin embargo, hay un desacople entre las estrategias de transformación del espacio público y el desarrollo económico, como si fueran fenómenos independientes, cosa que hace emerger conflictos sobre los que hay que seguir investigando. Hay una incompatibilidad de una política de emergencia para la disminución de emisiones y una política de crecimiento económico basada en los flujos, como ejemplifican los conflictos crecientes alrededor de la ampliación de puertos y aeropuertos en grandes ciudades. También las transformaciones en movilidad y la erradicación del coche privado se ha convertido en una cuestión de controversia política. En el caso de Barcelona es uno de los temas centrales de la campaña electoral de las municipales de 2023.

Pese a las retóricas sobre la reconexión con la naturaleza que trajo la pandemia, en las agendas urbanas está ha permitido reforzar las posiciones en favor del crecimiento económico, al poner sobre la mesa la necesidad de recuperar la senda del crecimiento después de la caída del PIB a la vez que los movimientos sociales y por el clima experimentaban dificultades para organizarse.

Con relación a estos últimos, el artículo ha explorado también los cambios en la movilización por el clima. Por un lado, los movimientos sociales urbanos críticos con el desarrollo económico de la ciudad han ‘climatizado’ sus demandas, redefiniendo su lectura de las desigualdades urbanas en clave ecosocial y legitimando sus posiciones críticas con el desarrollo urbano en base a la crisis climática. Las redes de movilización parecen organizarse de forma creciente alrededor de la crisis ecológica y una lectura particular de la misma. Se ha puesto de relieve como surge una narrativa transformadora influenciada por la movilización anti-austeridad de la crisis financiera.

En síntesis, cómo se afrontan las cuestiones de crecimiento, inclusión y sostenibilidad en las ciudades es un tema que hay que seguir investigando. Es especialmente interesante analizar la capacidad de los movimientos sociales y la ciudadanía organizada para incidir en las agendas locales para la transición ecológica a través de la movilización y el desarrollo de iniciativas desde abajo, y como la política local se enfrenta a estas demandas.




NOTAS


[3] Ramos añade dos categorías más: el negacionismo y el catastrofismo. Otros autores también han revisado los tipos ideales de Adloff y Neckel en la misma dirección (Delanty, 2021).

[4] Esta urgencia ha encontrado continuidad con las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania.

[5] https://rebelionporelclima.net/ca/climaccio/ . Consultado por última vez el 19 de julio de 2023.

[6] Este proceso ha culminado en la creación, en julio de 2023, de la Asamblea Catalana por la Transición Ecosocial.

[7] La patronal catalana Fomento del Trabajo, por ejemplo, lanza el Think Tank Rethink Barcelona, desde donde propone formas de afrontar la crisis climática.

[8] Se trata del Pacto de alcaldes y alcaldesas por el cambio climático (2014), el Compact of Mayors (2015) y la declaración y acuerdo de a rede de pueblos y ciudades hacia la sostenibilidad de apoyo al comunicado de Lima (2015)

[9] En Madrid el pacto de reconstrucción implica una planificación estratégica consensuada con los distintos partidos, que prevé una inversión de 506 millones para la ciudad (Decidim.Barcelona, 2020).

[10] Entre las entidades que protestan por el pacto está la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), la PAH, la Red de Economía Solidaria (XES), Ecologistas en Acción, y Fridays for Future.


Financiación


Este artículo es resultado de la investigación “Agendas de Recuperación Urbana y Practicas de Ciudadanía frente la crisis ecosocial: discursos e iniciativas” (ECOSOCITIES), (PID2021-123912NA-I00) financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación


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