Artículos / Articles

DOI: 10.22325/fes/res.2023.147

‘Ser putero implica asumir riesgos’: la masculinidad misógina de los hombres prostituidores durante la pandemia del COVID-19 en España


‘Being a punter implies taking risks’: misogynistic masculinity of male prostitutors during the COVID-19 pandemic in Spain


Alicia Castillo Villanueva ORCID

Dublin City University, Irlanda. alicia.castillovillanueva@dcu.ie. Email

Rosa Marina Senent Julián ORCID

Dublin City University, Irlanda. rosa.senentjulian2@mail.dcu.ie. Email

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 32 Núm. 1 (Enero - Marzo, 2023), a147. ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 22/03/2022
Aceptado / Accepted: 08/08/2022



RESUMEN

Este estudio examina el comportamiento de los hombres prostituidores en el contexto de la pandemia del Covid-19 a través del discurso de aquellos que han participado en foros de prostitución durante el primer año de la pandemia en España. Aplicando la metodología del Feminist Critical Discourse Analysis (FCDA) este estudio aplica la noción de “masculinidad como factor de riesgo” a los hombres prostituidores, quienes ponen en peligro la salud de las mujeres prostituidas, de otras mujeres y hombres, y la suya propia. Además, este artículo propone una cuarta dimensión con respecto a posibles aspectos negativos de la masculinidad sobre la sociedad y la salud pública en el contexto de la pandemia. La identificación de los hombres prostituidores con una masculinidad misógina debe considerarse un problema tanto desde el punto de vista epidemiológico como desde una perspectiva de derechos humanos.

Palabras clave: Prostitución, Covid-19, masculinidad, FCDA, comunidades online.


ABSTRACT

This study examines the behaviour of men who buy prostitution sex in the context of the Covid-19 pandemic by analysing the discourse of those who participated in prostitutionrelated online forums during the first year of the pandemic in Spain. Applying the Feminist Critical Discourse Analysis (FCDA) methodology, this study applies the notion of “masculinity as a risk factor” to men who buy prostitution sex, as they endanger the health of prostituted women, other women and men, and their own. In addition, this article proposes a fourth dimension regarding possible negative aspects of masculinity on society and public health in the context of the pandemic. The identification of male prostitutors with a type of masculinity with overt misogynistic traits must be addressed as a problem from both an epidemiological point of view and a human rights perspective.

Keywords: Prostitution, Covid-19, masculinity, FCDA, online communities.




INTRODUCCIÓN


La pandemia del Covid-19 ha tenido un gran impacto sobre la vida de las personas de todo el mundo. El nuevo contexto global ha empeorado las circunstancias de quienes ya se encontraban en situaciones marcadas por el empobrecimiento económico y por problemas relacionados con la salud mental tales como ansiedad, depresión y trauma (Ruxton y Burrell, 2020). Investigaciones recientes han demostrado que la violencia contra las mujeres ha aumentado durante la pandemia (Roesch et al., 2020; Akel et al., 2021). El desarrollo tecnológico de las últimas décadas ha propiciado la aparición de nuevas formas de violencia misógina facilitadas por la tecnología (Henry et al., 2020; McGlynn et al., 2021). Hay indicios que demuestran que estos nuevos tipos de violencia, tales como el cyberbullying, el acoso sexual y la extorsión online, han aumentado durante la pandemia, cuando la gente ha pasado más tiempo que nunca en Internet. Esto sugiere que la pandemia podría haber incrementado las oportunidades y las motivaciones de los hombres para ejercer violencia y control sobre mujeres, niñas y niños (Ruxton y Burrell, 2020). Significativamente, el consumo de pornografía ha aumentado en países como España (Cerdán et al., 2020; Orte et al. 2020).

Los diferentes estudios realizados hasta la fecha a nivel nacional e internacional coinciden en señalar que el negocio de la trata de seres humanos y de la prostitución, en lugar de haber disminuido a causa de las restricciones de movilidad, se ha adaptado a las circunstancias (Farley, 2020; Recio y Plaza; 2021). Quienes trafican con mujeres y niñas para explotarlas sexualmente en la prostitución se han adaptado al nuevo panorama haciendo mayor uso de las nuevas tecnologías para mantener a flote su negocio (UNODC, 2020; Coxen et al., 2021) por lo que la explotación sexual ha continuado siendo un negocio sumamente lucrativo incluso a pesar de la crisis sanitaria mundial.

En España, el impacto negativo de la pandemia ha recaído mayoritariamente sobre las mujeres prostituidas. Estas mujeres (y niñas), quienes son en su mayoría extranjeras tanto en España como en otros países de Europa (Brussa, 2009), se han visto relegadas a situaciones de vulnerabilidad social extrema (Añón, 2020). Los proxenetas han obligado a muchas mujeres a seguir prostituyéndose, a pesar de los riesgos para su propia salud y la salud pública, aprovechándose de que ellas deben pagar el alquiler y la deuda a las mafias que las controlan (Recio y Plaza, 2021). Otras se han visto confinadas, sin ingresos y sin posibilidad de enviar dinero a sus familiares o de mantenerse económicamente a ellas mismas. Mujeres que habían dejado la prostitución perdieron sus trabajos y se vieron obligadas a volver a ejercerla. Diferentes organizaciones benéficas y asociaciones que apoyan a mujeres en prostitución han denunciado esta situación de precariedad, invisibilidad y falta de ayudas para las mujeres. 1 Por su parte, las mujeres prostituidas también han denunciado un aumento de la agresividad por parte de los proxenetas que obligan a las mujeres a prostituirse a pesar de la pandemia y también por parte de los hombres que demandan prostitución, a los que nos referimos como “prostituidores” en el presente artículo, quienes se aprovechan activamente de la situación de desesperación de ellas (Hameida, 2021).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró pandemia mundial el 11 de marzo de 2020, y el gobierno español anunció el estado de alarma en todo el país por Decreto Real con aplicación desde el 14 de marzo de 2020. 2 Si bien hubo una reducción de anuncios de “servicios sexuales” en Internet 3 , esto no significó que no tuvieran lugar encuentros en persona, sino que se evitaba publicar información que pudiera comprometer a las partes durante las restricciones más severas del estado de alarma (Breslin, 2020; Coxen et al., 2021). En muchos países, las restricciones de movilidad incrementaron los contactos telefónicos y los servicios online con webcams (Breslin, 2020). En España, las mujeres prostituidas fueron trasladadas desde clubs de carretera y burdeles a casas privadas (Recio y Plaza, 2021).

La pandemia también ha influido en los hombres que demandan prostitución, o prostituidores, afectando a sus comportamientos durante los períodos marcados por el confinamiento, el desconfinamiento y las restricciones de movilidad impuestas a toda la ciudadanía (Farley, 2020; Gómez y Verdugo, 2021). El presente estudio ha analizado el discurso de los hombres prostituyentes durante la pandemia del Covid-19 en España desde un punto de vista sociológico y feminista. Los datos han sido extraídos de foros virtuales donde prostituidores del territorio español pueden intercambiar opiniones y experiencias. La metodología empleada ha sido el Feminist Critical Discourse Analysis 4 (FCDA en sus siglas en inglés). El estudio tiene como objetivo analizar críticamente el discurso de los sujetos prostituyentes e introducir la noción de “masculinidad como factor de riesgo” (De Keijzer, 1997) en la investigación sociológica sobre prostitución y, particularmente, en estudios críticos con la demanda.

Metodología

Este es un estudio cualitativo diseñado para examinar el comportamiento de los hombres prostituidores durante la pandemia del Covid-19 en España. Para el estudio se han recogido datos de 70 hilos de conversaciones establecidas en los mensajes de foro online de hombres que recurren a la prostitución y que comparten sus experiencias y expresan sus opiniones en dichas páginas. Se han extraído datos de las páginas SpaLumi.com y ForoLumi.com (ahora SexoMercadoSpain.com), las cuales se han elegido por ser las más populares entre los hombres que recurren a la prostitución. Los datos recogidos pertenecen a sujetos prostituyentes que se localizan en diferentes partes del territorio español, lo cual no es determinante en este estudio ya que el propósito no es hacer un mapeo y análisis en términos geográficos. Este estudio ha considerado las conversaciones publicadas en los foros durante la etapa del anuncio del confinamiento, el confinamiento y la apertura tras el primer confinamiento.

La recogida de datos se ha basado en el método del purposive sampling strategy (Bryman, 2016), en el que las investigadoras han elegido la muestra basándose en su propio criterio y en las características que presentan dichos discursos. Según Patton (2015) , la lógica y el poder del purposive sampling radica en la selección de casos a los que se refiere como “information-rich”, para estudiarlos en profundidad (p. 264). Dichos casos son individuos o eventos o entornos de los que los investigadores pueden aprender ampliamente sobre los problemas que están siendo investigados (Liamputtong, 2019, p. 17 ).

Los datos se han analizado siguiendo la metodología desarrollada por Michelle M. Lazar (2005; 2014), el Feminist Critical Discourse Analysis, quien propone abordar críticamente las relaciones de poder de la sociedad que se manifiestan en los discursos, poniendo especial atención a las estrategias lingüísticas que contribuyen a reforzar la jerarquía de género en el orden social. Esta metodología toma en consideración las complejidades que surgen de la interrelación entre sexo-género, raza y clase, lo que en estudios feministas se conoce como interseccionalidad (Chenshaw, 1991). Además, también analiza la manera en que el sistema patriarcal interactúa de forma compleja con otras ideologías (Lazar, 2005, p. 1), por ejemplo, la capitalista neoliberal, que es intrínsecamente anti-feminista (Senent, 2019). En este sentido, analizar los discursos de hombres prostituyentes con una perspectiva feminista es imprescindible para examinar la desigualdad en las relaciones que los hombres prostituidores establecen con las mujeres en prostitución. Asimismo, este tipo de estudios, fundamentalmente críticos con la demanda, permiten abordar el papel que la prostitución tiene a la hora de legitimar y afianzar la desigualdad entre mujeres y hombres en todos los demás ámbitos de la sociedad, ya que enseña a los hombres que es legítimo que puedan comprar sexo con mujeres y niñas que, de otra manera, no tendrían sexo con ellos (De Miguel, 2012). Es decir, la prostitución enseña a los hombres que el “No es no” sólo se reclama en algunos casos, y que es legítimo comprar acceso sexual a aquellas mujeres que no pueden decir No.

Este estudio parte de una posición política concreta que mantiene que, en la mayoría de los casos, la prostitución no es el resultado de una decisión tomada desde la libertad de acción, ni refleja un supuesto empoderamiento o libertad sexual para las mujeres, sino que es el prostituidor el que ejerce la “libertad” de cosificar sexualmente a las mujeres y las niñas a través de una institución patriarcal milenaria ideada, precisamente, para tal fin. Consecuentemente, la relación de poder afecta de manera diferente a los hombres (prostituidores) y a las mujeres (prostituidas). El orden social patriarcal privilegia sistemáticamente a los hombres como grupo y discrimina a las mujeres (Lazar, 2005, p. 5 ). Esto es importante para el FCDA, que se basa en tomar partido por las más desfavorecidas dentro del sistema patriarcal. El análisis del discurso de los hombres prostituidores utilizando la metodología del FCDA tiene como objetivo contribuir al cambio de actitudes y a la transformación de la sociedad en pos de un mundo más justo e igualitario. De esta forma y aplicando el término propuesto por Van Dijk (1991) de “resistencia analítica”, esta metodología tiene la capacidad no solo de resistir, sino también de contribuir a la transformación social a través de las luchas en curso (Lazar, 2005, p. 6).

En este artículo se utilizarán los términos “hombres prostituidores” y “puteros” para referirnos a los hombres que demandan prostitución. Aunque estos términos no son ampliamente usados en los medios de comunicación y en fuentes académicas consideramos que son los adecuados, ya que definen exactamente lo que los hombres hacen: prostituir a las mujeres (Moran, 2013, p. 98). No empleamos términos como “clientes” o “consumidores”, ya que este estudio adopta la posición crítica de investigadoras como Jeffreys (2003) , De Miguel (2012) y Farley (2021) , por contraposición a estudios de corte neoliberal que intentan legitimar la prostitución presentándola como un mero trabajo que supuestamente empodera a las mujeres (y no a los hombres), como bien explica y critica Tyler (2012, p. 88) .

Clasificación de los datos en temas

Los datos recogidos se han clasificado en torno a los siguientes temas:

  • Discursos en los que destaca el tema del riesgo: es típica una actitud acrítica sobre la pandemia y un comportamiento basado en la toma de riesgos; esto incluye subtemas como el miedo/no-miedo al virus, la higiene, el (no) uso de la mascarilla, y en general estrategias que pueden proteger contra el Covid-19; en el contexto que nos ocupa, se trata de prácticas sexuales de riesgo como felaciones sin preservativo; el (no) uso de preservativo durante la penetración; poner límite de tiempo con la chica; mantener la distancia de seguridad, etc. Estos discursos están caracterizados por el valor conferido a tomar riesgos excesivos que ponen en peligro la salud propia y la salud ajena.

  • Discursos donde se aborda la precariedad económica o pobreza: estos discursos revelan que estos hombres son conscientes de la vulnerabilidad de las mujeres y, por tanto, ponen de relieve que hay un abuso de poder consciente y activo por parte de ellos; incluyen la identificación con un consumismo acrítico: destacamos el uso de terminología de corte neoliberal y la tendencia de muchos hombres a defender sus acciones en base a una identidad consumista que justifica cualquier tipo de “consumo”, así como su rol de “clientes” agraviados cuando el “servicio” no sale como a ellos les hubiera gustado y la “relación calidad-precio” no es la exigida.

  • Discursos en los que sobresale la misoginia: expresan odio y desprecio por las mujeres; fomentan la otredad, el racismo y la xenofobia; misoginia en forma de insultos, burlas, comparaciones con animales, comparaciones con objetos, etc; estos discursos se relacionan directamente con la violencia de género y sus tipos (física, sexual, psicológica, económica y verbal, entre otras).

La masculinidad como factor de riesgo (y el riesgo como característica de la masculinidad)

Para acercarnos a los hombres en el contexto de la prostitución, la noción de “varón como factor de riesgo” desarrollada por Benno de Keijzer (1997) es una herramienta conceptual sumamente útil. Esta noción proviene de la necesidad de visibilizar las consecuencias negativas que la socialización masculina puede tener sobre mujeres, niñas y niños, sobre otros hombres, y sobre los propios hombres. La violencia contra la Naturaleza, la violencia contra las mujeres, la violencia contra otros hombres y la violencia contra uno mismo están relacionadas con lo que Sidney Jourard llamó “los aspectos letales de la masculinidad” (Jourard, citada en Kaufman, 1987, p. 5 ). El riesgo, entendido como valentía o atrevimiento, es un principio fundamental de la masculinidad, algo que permite a los hombres medirse con otros hombres (Connell, 2015). El concepto de masculinidad como factor de riesgo permite, por su parte, reconocer que el rol masculino tradicional hace a los chicos más proclives a una serie de comportamientos riesgosos y problemáticos, que incluyen beber alcohol, tomar drogas, buscar una alta actividad sexual, un número elevado de parejas sexuales heterosexuales, y engañar o forzar a otra persona a tener sexo (Sabo, 2005; Amin et al., 2018). Este tipo de comportamientos elevan el riesgo de los chicos de contraer enfermedades de transmision sexual (sífilis, gonorrea, SIDA, etc.) y por tanto de morir prematuramente; contribuyen a la victimización de las mujeres a través de la violencia misógina (violación y abuso sexual, que pueden desembocar en consecuencias psicológicas graves, embarazos no deseados, enfermedades de transmision sexual, etc.) y aumentan la perpetración de homicidios y de femicidios por parte de los hombres (Sabo, 2005, p.336).

En este sentido, numerosos estudios sociológicos han apuntado a que nociones vinculadas a la masculinidad constituyen un factor de riesgo para la salud de los hombres puesto que éstos tienen, comparados con las mujeres, menor esperanza de vida, peor salud, más accidentes y más suicidios. Muchos hombres son negligentes con su salud porque su noción de masculinidad está ligada a la toma de riesgos, el no-cuidado del propio cuerpo, y al rechazo por tomar en serio síntomas que podrían ayudar a atajar enfermedades peligrosas.

De Keijzer (1997) mantuvo que la socialización diferencial tiene consecuencias a largo plazo en la vida y la salud de los hombres en Veracruz, México. En el campo de la salud pública, este autor se centró en dimensiones clave de la masculinidad en las sociedades occidentales actuales (por ejemplo, masculinidad en relación a la independencia, la agresividad, la competitividad, y comportamientos peligrosos y problemáticos en contextos diferentes incluyendo la conducción de vehículos, adicciones, violencia y sexualidad). Si bien el autor no considera la socialización masculina como un factor determinante en el comportamiento de los hombres, subraya que hay fuertes presiones y límites que intervienen en la vida de los hombres que constituyen un factor de riesgo para la gente a su alrededor, así como para ellos mismos (De Keijzer, 1997, p. 3). La noción de “varón como factor de riesgo” planteada por De Keijzer está vinculada a la “triada de violencia” propuesta por el experto en masculinidades Michael Kauffman (1987), quien argumentó que los hombres constituían un potencial peligro para las mujeres, para otros hombres y para ellos mismos. En este artículo queremos plantear que la noción de masculinidad como factor de riesgo es útil para aproximarnos críticamente al comportamiento imprudente, tóxico o violento de algunos hombres en determinados contextos, como el de la prostitución, ya que subraya el carácter social de comportamientos problemáticos o peligrosos por parte de los hombres.

En el contexto prostitucional, los hombres son principalmente un factor de riesgo para las mujeres prostituidas. Numerosos estudios sobre la demanda demuestran la indiferencia de estos hombres hacia el bienestar físico y emocional de las mujeres y una falta de consideración extrema hacia las condiciones en las que ellas son prostituidas. Muchos de estos hombres están dispuestos a pagar más para no usar profilácticos, y presionan, coaccionan o fuerzan a las mujeres para practicar sexo sin protección (Jyrkinen, 2012; Senent, 2019). Esto puede derivar en consecuencias sumamente negativas en las vidas de las mujeres, que incluyen (pero no se limitan a) enfermedades de transmisión sexual, embarazados no deseados y abortos forzados (O’Connell Davidson, 1998; Wahed et al., 2021). Numerosos estudios han demostrado también las altas tasas de violencia de género que estos hombres perpetran contra estas mujeres, llegando incluso al femicidio (Deering et al., 2014; Alschech et al., 2020).

En segundo lugar, comportamientos sexuales imprudentes como el rechazo a usar profilácticos puede suponer también un riesgo para la salud de sus esposas, novias u otras mujeres no prostituidas con las que tengan relaciones sexuales. Muchos hombres que compran prostitución están casados o tienen pareja pero acuden a la prostitución, a veces para realizar prácticas sexuales que no interesan a sus parejas pero que los hombres perciben como un “derecho”. Debido al alto riesgo de infección de SIDA y otras enfermedades graves, y de adicciones a drogas o alcohol que están asociados con la prostitución, en el actual contexto globalizado cada vez hay más riesgo de que otros grupos, particularmente mujeres, puedan tener contacto indirecto con el mercado de la explotación sexual 5 y sufrir consecuencias indeseadas, como contagios de enfermedades peligrosas (Sabo, 2005). En efecto, debido a la globalización, hay más posibilidades de que las mujeres que no están en prostitución se contagien del virus del SIDA o de una variante resistente de hepatitis C a través de un marido o novio dedicado al mundo de los negocios quien, intentando comportarse de la manera más “masculina” posible, practica sexo sin protección con una mujer o niña prostituida, localmente o en el extrajero, después de una reunión de negocios (Sabo, 2005, p.344). Por tanto, teniendo prácticas sexuales arriesgadas, los hombres prostituidores ponen también en riesgo la salud de muchas otras mujeres, además de las que se encuentran en situación de prostitución.

En tercer lugar, en relación a su propia salud, estos hombres se exponen constantemente al virus del SIDA y a otras enfermedades graves. En efecto, el deseo socialmente inculcado de “reafirmar su virilidad” a través de un modelo de sexualidad conservador y patriarcal que promueve una vida sexual activa y con numerosas mujeres, donde ellas son vistas como meras herramientas para que ellos sean percibidos por sus pares como “hombres de verdad”, así como el contacto cuerpo a cuerpo y el rechazo por los profilácticos, les pone en peligro a ellos mismos (Campbell, citada en Connell, 2005, p. 82 ). Por tanto, es importante matizar que el mismo comportamiento que puede poner en peligro la salud de mujeres en situación de prostitución y de mujeres no prostituidas que tienen relaciones con hombres prostituidores, puede suponer también un riesgo para ellos mismos. No valorar la propia salud ha devenido un rasgo característico de la socialización masculina. Esto es particularmente evidente en un contexto como el de la prostitución, ya que los hombres saben que hay peligro de contraer enfermedades de diversos tipos y, aun así, muchos continúan comprando prostitución e insistiendo en el no-uso de preservativos. Esto también incluye el virus del Covid-19, que es altamente contagioso y se transmite a través del aire, lo cual es importante para este estudio y nos lleva a la siguiente dimensión del impacto social negativo de la masculinidad.

Proponemos una cuarta dimensión con respecto a posibles “aspectos letales de la masculinidad”: las consecuencias negativas sobre la sociedad y la salud pública. En algunos países, la influencia de un punto de vista masculino ha tenido un impacto negativo en las decisiones gubernamentales para frenar el contagio del Covid-19. Por ejemplo, el presidente del gobierno brasileño proclamó que Brasil debía mostrar “coraje” ante el Covid-19 y dejar de ser “un país de maricones”. 6 Ahora bien, el aspecto que más nos interesa señalar es el comportamiento imprudente de muchos hombres a nivel individual frente a la pandemia. Un estudio reciente ha demostrado que algunos hombres podrían estar tomando a la ligera el Covid-19 y las medidas impuestas para controlarlo (Ruxton y Burrell, 2020, p. 17 ) ya que muchos tienden a “hacerse los duros” y no mostrar preocupación por el virus (Ruxton y Burrell, 2020, p. 45). Aunque son necesarias más investigaciones sobre este tema, hay evidencia de que, en comparación con las mujeres, menos hombres están dispuestos a llevar mascarilla 7 y que toman menos medidas higiénicas, como lavarse las manos. También hay indicaciones que demuestran que los hombres se toman el distanciamiento social menos en serio que las mujeres (ibid.). En el caso de la prostitución, podemos decir que la propia demanda de prostitución alimenta la trata con fines de explotación sexual (Novikova et al., 2005), lo cual puede considerarse como un factor de riesgo para la sociedad en general, particularmente para las niñas y mujeres concretas que son traficadas para ser prostituidas. Pero, además, durante una pandemia global, el comportamiento acrítico de los hombres prostituidores se revela como más antisocial y misógino que nunca, ya que a través de la compra de prostitución arriesgan activamente la salud pública.

Datos

Masculinidad como factor de riesgo

En este análisis, hemos encontrado actitudes divergentes con respecto al miedo al virus del Covid-19. Desde el anuncio del confinamiento en marzo, el miedo se refleja de diferentes maneras en los hilos de los foros. Dada la incertidumbre que rodea a esta situación sin precedentes, el miedo tomó sobre todo la forma de miedo al peligro de contagio, como expresa un putero al afirmar que “Muchos van a dejar de ir de putas por miedo a contagiarse” (Mr Marshall, 21/04/2020). Este miedo lleva a algunos a especular sobre las medidas de protección “en las dos partes” como el uso de la mascarilla y “la penetración (tanto vaginal como anal), por detrás, solamente” (BR69, 19/04/2020). Éste también recomienda que en esos momentos “lo importante es quedarnos en casa” (BR69, 09/04/2020). Otro putero muestra que está concienciado sobre el peligro de contagio y aconseja no ir de putas “para evitar crear focos de contagios” (Cefora, 13/03/20).

Sin embargo, el miedo al peligro de contagio lleva a muchos prostituidores a tener actitudes misóginas que fomentan la otredad de las mujeres prostituidas, ya que estigmatizan a las mujeres como portadoras del virus. En algunos casos, esto deriva además en actitudes xenófobas. Por ejemplo, un putero afirma: “ay k dejar de foyar putas k nos van a infectar a toos” y reconoce que ir de putas es en esos momentos una actividad de “alto riesgo” (Proscrito, 31/01/2020). Es habitual que se enfaden cuando ellas intentan imponer medidas de protección, como en: “tia si tienes miedo del corona virus deja de ser PUTA porque para follar así avisa antes que prefiero hacerme una paja” (Raidn1981, 02/10/20).

Otro de los miedos de los prostituidores es a no poder “follar”, como se ve cuando algunos deciden recurrir a abrir nuevos hilos y debates en el foro “para redescubrir nuevos ámbitos como ya hice en 2010 y dejar de lado los clubs y pisos de rusas...” (Pistro, 21/04/20). Por su parte, otro putero alude a que la prostitución en España se va a “quedar en nada”, ya que será el último país en salir del confinamiento y para entonces las mujeres habrán abandonado España (Trigger, 21/04/20). Estas actitudes apelan al sentimiento de grupo y a la comunidad de hombres-prostituidores, a la vez que revelan la asunción de que al “no poder follar (pagando)” se pierde un espacio de validación de la masculinidad hegemónica, caracterizada por la cantidad (que no calidad) de sexo que un hombre practica.

También existe miedo a perder el anonimato y a que su identidad quede comprometida. Por ejemplo, un prostituidor especula: “la privacidad del putero va a estar más comprometida... muchas pueden ser vecinas, conocidas, antiguas compañeras de curro...” (Mr Marshall, 21/04/2020), lo que a su vez se relaciona con los discursos que especulan sobre la oferta que va a haber como consecuencia de la pérdida del trabajo y del empobrecimiento de las mujeres, hilos temáticos que son abundantes durante esta época de confinamiento.

Hacia finales de abril las preocupaciones sobre la seguridad y el miedo a que les contagien y les multen continúan. Sin embargo, ya podemos encontrar comentarios que revelan claramente que muchos se están saltando las restricciones para comprar prostitución. Muchos hilos no aportan información específica sobre las mujeres que siguen activas o los lugares y hablan de forma vaga “ya las hay que se ofrecen a ir a tu casa” (Mancuso, 10/04/21). Aunque prefieren no hablar mucho por miedo a redadas y a las denuncias de vecinos, también declaran que “Los servicios de prostitución anunciados son un SECRETO A VOCES” (Trotacoños, 13/04/20). Otro putero menciona como “ayer aluciné con la cantidad de chicas que están trabajando, ofreciendo follar a pelo, muchísimas con griego incluido, desplazamientos al domicilio y a precios muy contenidos” (luiscuarto, 14/04/20).

En relación al riesgo como factor de validación de la masculinidad, hay puteros que defienden que “ser putero implica asumir riesgos y tener la madurez necesaria” 8 (KingDiamond666, 10/04/20), refiriéndose a que se debe pensar en el virus como en cualquiera de las otras enfermedades de transmisión sexual a las que también deben arriesgarse al comprar sexo prostitucional, poniendo en peligro su propia salud, la de las mujeres prostituidas y la de sus parejas o compañeras sexuales en caso de que las tengan. En marzo de 2020, a pesar de que la pandemia se estaba extendiendo, podían verse quejas de los puteros cuando una mujer manifestaba el deseo de poner distancias, como el rechazo por dejar que las besen en la boca. Por ejemplo, un prostituidor se queja de esto y además niega que el virus sea más peligroso que otros: “El coronavirus es como la gripe A, el Ébola y demás falsas epidemias tipo que nunca llegaron a nada” (Guerrero 69, 2/03/20). Otro pregunta cuándo podrán volver a comprar sexo prostitucional: “crees que debemos esperar mucho?? (pirulodecai, 30/03/20) y otro declara que “más vale morir de un polvo que no de una mala pulmonía” (casanova68, 31/03/20) quien también añade el Covid-19 a la larga lista de enfermedades de transmisión sexual.

A partir del mes de junio la información recogida y analizada muestra que ya existe una vuelta a “la normalidad” y no hay mención del Covid-19, aunque sí de prácticas de alto riesgo como besar, hacer felaciones o francés. Por ejemplo, en una reseña donde valoran a una mujer, Alexia, los puteros hacen referencia a tales prácticas (MetropolisNocturna, 27/06/20). También se percibe cómo ellas pueden utilizar el Covid-19 para delatar que hay prácticas que no desean hacer con los puteros. Por ejemplo, un putero cuenta: “Voy a darle un bocadito a esos suculentos pechos que tiene y me dice que no, que le puedo echar el aliento y que me debería poner la mascarilla. A lo que le respondo, si me pongo la mascarilla como quieres que te lo coma todo. Y ella responde diciendo otra vez, estoy haciendo una excepción contigo porque no me gusta que me besen ni me coman nada. (...) Al oír eso le digo que se ponga boca arriba (misionero) y me dice que por favor no le eche el aliento ni la bese, es mas veo como intenta alejar su cara todo lo mas que puede de mi. Del cabreo que cojo termino cuanto antes, me visto y me voy" (Raidn1981, 02/10/20). La declaración “no me gusta que me besen ni me coman nada” por parte de ella lleva a pensar que podría estar utilizando el Covid-19 para no delatar el asco que le inspiran los prostituidores. Nuestro análisis revela que el miedo al virus del Covid-19 que muchos expresaron durante el confinamiento ha sido sustituido por la actitud típica de la masculinidad putera, egoísta e irresponsable, tras el levantamiento de las restricciones, consistente precisamente en no preocuparse por el riesgo que su comportamiento pueda suponer para otras personas.

Pobreza y consumismo

Esta sección recoge discursos donde los hombres prostituyentes aluden a elementos de la ideología capitalista neoliberal, presentándose a sí mismos como consumidores que se sienten con el “derecho” a demandar y comprar lo que sea en virtud del consumismo exacerbado propio de la sociedad de consumo. Este análisis demuestra que los hombres prostituidores son conscientes de que las crisis económicas empujan a las mujeres a la prostitución. Algunos de estos ejemplos son los siguientes. Un prostituidor afirma: “Algunos clientes les caerán bien, a otros los detestarán, pero cuando la necesidad aprieta tienen que fastidiarse y aguantar a todos los clientes. Y solo en épocas de bonanza pueden permitirse el lujo de rechazar a según que clientes” (Lumipedia, 09/03/20). Este comentario demuestra un claro conocimiento de que las presiones económicas influyen en el margen de libertad que las mujeres tienen para negociar las prácticas sexuales exigidas por los prostituidores.

En esta línea, un putero remarca: “Curioso, en época de crisis muchas chicas se meten a lumis. 9 Pero esta crisis será una crisis diferente” [emoticono riéndose] (Diego69 14/03/20). El mismo día, éste aconseja: “Hay ahora miedo por parte de puteros y el sector está cayendo bastante, dicho por muchas lumis. Podéis entrar en Pasión 10 por ejemplo y poner en el buscador “coronavirus”, hay un montón de lumis haciendo descuentos”. También es importante la certeza, expresada por muchos, de que los precios bajarán, sobre todo teniendo en cuenta que están dispuestos a aprovecharse de la situación. Otro prostituidor sentencia: “Las putas tendrán que trabajar por una miseria” (Bad_Santa, 21/04/20) mientras que otro pone el énfasis en que muchas mujeres tendrán que plantearse la prostitución, lo cual repercutirá en los precios de las que ya están: “saldrán al mercado puteril miles de mujeres (...) las pseudo lumis que entrarán al mercado son tantas que esto las obligará a bajar los precios” (Ravidal, 21/04/21). La conciencia que demuestran tener sobre el vínculo entre pobreza y prostitución convierte la compra de prostitución en una decisión activa de abusar económicamente de la vulnerabilidad socio-económica de otros ser humanos, sobre todo de mujeres y niñas comparativamente más pobres.

El discurso consumista es habitual en las defensas que los hombres prostituidores hacen de la prostitución. En esta muestra de datos se han encontrado varios ejemplos. Un putero le da un consejo a otro que está frustrado porque las mujeres en prostitución no disfrutan de tener sexo con él, en los siguientes términos: “Piensa en una lumi como si fuera una empresa. El objetivo de una empresa siempre es ganar dinero. Para eso tiene que vender sus servicios/productos” (Lumipedia, 09/03/20). Su identidad de consumidores afianza a los prostituidores en la creencia de que el sexo es un mero “servicio” que debe realizarse incluso en contra de los propios deseos/gustos de las mujeres. Esto les lleva a utilizar un lenguaje extremadamente cosificador y, en caso de que el “servicio” no haya sido de su agrado, a escribir reseñas negativas, públicas, donde humillan a las mujeres que hacen “malos servicios” a la vez que afianzan su sentimiento de grupo a través de una recomendación. Por ejemplo, un putero critica duramente el cuerpo y las prácticas sexuales llevadas a cabo con una mujer prostituida con la que no ha quedado satisfecho: “La realidad es que todo goma no besa e higiénicamente oliendo a bacalao entre que ella era muy seca y demás optó x caricias y oral pero ya veo las estrías y el cuerpo y decido pasar con su compañera a trío de media hora x 120 para por lo menos decir que me fui mejor que con otras” (Josetelopez, 11/03/20). Además, la reseña está escrita el día en que se proclamó la pandemia mundial por el Covid-19, sobre lo cual no hay referencia en el hilo.

Misoginia y Violencia

Nuestro análisis ha revelado que la misoginia y la violencia son temas que aparecen de manera transversal en los relatos de los hombres prostituyentes. El discurso misógino se caracteriza por la cosificación sistemática y un alto grado de desprecio por las mujeres en prostitución, de las que los hombres hablan con desdén. Por ejemplo, un putero expresa enfado con el hecho de que la pandemia pone en riesgo a los sujetos prostituyentes en términos que además denotan actitudes racistas, llamando “moscas” a las personas chinas: “ademas los xinos en madrid son como las moscas ay xinos x tos los laos, si encima foyamos como yo a putas xinas pos te la juegas aber de donde han estao estas wuarrillas, y muxos de estos entran sin control y ilegales en tos los paises y en el nuestro + nuse” (Proscrito, 31/01/20). Este putero, que tiene como status en la web “Putero por vocación”, culpabiliza a la comunidad china de la expansión del virus, detectando como actividad de riesgo para sí mismo, no que él acuda a los espacios de prostitución, sino el hecho de no saber dónde o con quién “se meten” las mujeres chinas en situación de prostitución.

El discurso misógino también se basa en la conciencia de que ellas están explotadas y de que ellos no sólo pueden, sino que deben aprovecharse y abusar de su posición de poder. Por ejemplo, un putero recomienda: “Y por mi parte tu filosofia de puterotacaño la aplaudo, si tragan mejor para ti, aprovechate, si fueran ellas no lo dudarian en hacerlo” (badgirlkiss, 08/03/20). Este comentario revela la noción compartida, reforzada y perpetuada en este tipo de foros, de que hay una división dicotómica entre ellas (mujeres/putas) y ellos (hombres/puteros). Como comentaremos más adelante, la otredad se utiliza en contra de grupos vulnerables para fomentar la deshumanización de estos grupos.

En pleno estado de alarma, uno de los hombres prostituyentes comparte en la comunidad un intento fallido de contactar con una chica: “buscando a alguna cerda en pasion se me ocurrio poner en el cuadro busqueda la palabra pajarillos 11 a ver si no esta la tipica de siempre que no tiene sitio y cobra 60...y si habia una que ponia gordita latina de 20 años no se que” que le responde “el/ella: os voy a poner denuncia a todos los que me hablais por acoso” (Mask Man, 05/05/20). El uso de términos peyorativos para referirse a las mujeres prostituidas es habitual en los hombres con discurso misógino. En este caso, no está claro que la mujer 12 a la que se refiere “Mask Man” esté en prostitución, puesto que la queja del putero proviene precisamente de que ella parece no saber de qué anuncio en Pasión le está hablando. 13 Además, ella tiene “sé responsable quédate en casa” en el perfil de contacto por lo que se deduce que tanto si está en situación de prostitución como si no, está respetando el confinamiento.

Nuestro análisis también pone de manifiesto que las mujeres prostituidas siguen siendo objetivo de la violencia por parte de los hombres prostituidores, quienes piensan que pagar por el “servicio” les otorga el “derecho” de perpetrar violencia misógina contra ellas. La violencia verbal que hemos detectado incluye actos de humillación, sentimientos de repulsa y aversión hacia las mujeres, y comentarios que las cosifican. El pseudónimo de uno de los puteros foreros “De rodillas estás + guapa” alude al desprecio que siente por las mujeres y pretende reforzar las relaciones de poder de género en el contexto prostitucional. Un putero habla de chicas “calculadoras que si te mueres se la suda mientras pagues”, y se queja del tratamiento que ellos reciben por parte de ellas, que sólo están interesadas en cobrar, y además reconoce que “en prostitución se cosifica sí o sí” (Guerrero69, 02/03/20). La violencia verbal también está presente en la forma de insultos como el mencionado arriba: “buscando a alguna cerda” (Mask Man, 05/04/20). También destacamos hilos en los que los hombres revelan casos de violencia física y sexual: “yo no estado nunca con ninguna que le puedas dar la caña que se le da a Silvia y que se las tragué de la misma forma que ella que yo alucine la primera vez que estuve con ella le reventé” (190, 10/08/20); aquellos que buscan prácticas en las que puedan humillar, mear, escupir a las mujeres (Argam, 13/04/20); e incluso los que recomiendan a otros que sean violentos con ellas: “Esta Alba es carne con agujeros, para tratarla como os parezca que se merece” (Danton, 06/06/20). A partir de junio de 2020, los comentarios de prácticas violentas contra las mujeres empiezan a ser frecuentes y el tema del Covid-19 apenas se menciona.

Discusión de los datos

Nuestra investigación demuestra que, en el contexto de la pandemia Covid-19, los discursos de los hombres prostituyentes son el reflejo de un orden basado en relaciones de dominación y sometimiento de las mujeres prostituidas. Estos hombres legitiman sus acciones y banalizan la situación pese al riesgo para la salud de la mujeres, sus familias, ellos mismos y la sociedad en general. Teniendo en cuenta nuestros datos y otros estudios (inter)nacionales, argumentamos que existen continuidades y rupturas de los comportamientos de los hombres prostituyentes con respecto a la situación pre-pandemia. Si bien el objetivo principal de este estudio no es establecer un perfil sociológico de los hombres prostituyentes, coincidimos con Gómez, Pérez y Verdugo (2015) en afirmar que, a pesar de la inexistencia de un perfil concreto de los hombres prostituidores, se pueden identificar ciertos perfiles o ciertas maneras de estar en el mundo (como la misógina o la consumista) a través de unos discursos que siguen reforzando el sometimiento de las mujeres a través de prácticas y actitudes violentas. En este estudio, el análisis de los discursos bajo una perspectiva sociológica feminista nos ha permitido establecer unos patrones discursivos donde destaca lo que llamamos “masculinidad como factor de riesgo” que, unida a la ideología consumista, muestra una intensificación de las actitudes misóginas, racistas y violentas por parte de los hombres prostituyentes durante la pandemia.

Este estudio demuestra que la misoginia es una característica de la mentalidad de los hombres prostituidores en España, como ya encontraron Gómez, Pérez y Verdugo cuando establecieron un perfil que llamaron de “cliente misógino” (2015, p. 105) . Antes de la pandemia, la misoginia ya formaba parte del discurso del putero medio en comunidades virtuales del tipo analizado aquí. Por ejemplo, los estudios llevados a cabo por las investigadoras australianas Meagan Tyler y Natalie Jovanovski (Tyler y Jovanovski, 2018; Jovanovski y Tyler, 2018) revelaron un alto grado de misoginia en los mensajes de los hombres prostituyentes en las páginas de burdeles legales de Australia. El gobierno australiano legalizó la prostitución bajo la suposición no demostrada de que los hombres prostituidores podían comportarse éticamente en situaciones moralmente conflictivas, tales como encontrarse con un caso de trata con fines de explotación sexual. Sin embargo, el análisis de Tyler y Jovanovski demuestra que los prostituidores ponen su propia satisfacción sexual y egoica por encima de las circunstancias de las mujeres dentro del sistema de burdeles legales australianos. Se refieren a las mujeres comúnmente en términos de inferioridad y tienen actitudes misóginas y violentas, tal y como muestra la cita que da título a uno de los artículos de estas investigadoras: “Bitch, you got what you deserved!” (“¡Zorra, tienes lo que te mereces!”).

En la misma línea, la investigadora española Rosa M. Senent (Senent, 2019) llevó a cabo un análisis crítico del discurso de los hombres prostituyentes de una página web inglesa revelando que los hombres utilizaban a menudo recursos lingüísticos dirigidos a establecer una demarcación rígida y dicotómica entre el grupo de los hombres-puteros y las mujeres-prostitutas. La autora destaca el uso de “nosotros” versus “ellas”, que facilita ciertos actos moralmente cuestionables (como mentir o hacer daño) en la mente de los hombres, y señala la identificación de muchos de estos hombres con una masculinidad hostil hacia las mujeres, así como la impunidad de la que se jactan cuando cometen actos violentos. Esto forma parte de la estrategia de deshumanización de grupos vulnerables basada en la otredad de estos grupos, en este caso la deshumanización de las mujeres y niñas en prostitución. Esta estrategia también se ha detectado en los casos analizados en el presente estudio.

Aunque las investigaciones centradas en la pandemia del Covid-19 y los hombres prostituyentes siguen siendo escasas, algunos estudios ya han revelado la peligrosa actitud que tienen estos hombres en varios países europeos en el contexto de la pandemia, tal y como ha hecho la presente investigación. La psicóloga e investigadora estadounidense Melissa Farley (2020) expone el impacto del Covid-19 sobre las mujeres explotadas sexualmente y demuestra cómo la pandemia ha incrementado los daños resultantes de la pobreza y la explotación sexual en países como Alemania. En los foros virtuales de prostituidores alemanes se pueden encontrar comentarios como “Todavía me follo a las zorras sin condón”; “¿Cómo folláis católico [sin condón] en tiempos de corona? Uno podría ponerla a cuatro esperando no respirar el virus. Supuestamente es un virus respiratorio, que sólo se absorbe a través de la boca, los ojos y la nariz”; “Ahora están todas asustadas. Normalmente aquí en Bremen hay que pagar 200€ cuando encargas a una a tu casa. Sólo he pagado 130€. Las zorras necesitan dinero, así que lo hacen por menos dinero para seguir teniendo clientes” 14 (Farley, 2020, p. 4). Estos comentarios públicos demuestran las problemáticas implicaciones de la mentalidad misógina de los hombres prostituidores para las mujeres y niñas explotadas en Alemania, así como para la salud y seguridad pública en general.

Los prostituidores han continuado comprando prostitución durante la pandemia también en Irlanda. Varios estudios (Breslin, 2020; O’Connor y Breslin, 2020) han revelado las múltiples adversidades a las que se enfrentan las mujeres en situación de prostitución, mostrando también la falta de consideración de los prostituidores por el bienestar y las circunstancias de ellas. Estos hombres demuestran poner su “necesidad por darse un capricho” (O’Connor y Breslin, 2020, p. 104) por delante de su propia salud, de la de las mujeres prostituidas, y la de todas aquellas personas con las que entran en contacto. Además, interesados solamente en su propia satisfacción sexual, estos hombres exigen prácticas sexuales de riesgo a las mujeres y se quejan públicamente en los foros cuando sus demandas no son satisfechas.

España es el país europeo con mayor número de hombres prostituidores (Gómez, 2020). En nuestro país, la prostitución permanece en un “limbo legal” a pesar del compromiso del PSOE de atajar la demanda durante su mandato. Actualmente, hay contradicciones formales entre la legislación de la Unión Europea que aborda la trata con fines de explotación sexual y la laxitud y ambigüedad jurídica de la legislación española (Saiz, 2020; Cruz, 2020). Esto impacta negativamente en las mujeres y niñas en prostitución. La pandemia ha empeorado significativamente la situación de las mujeres en prostitución en España, migrantes en su mayoría (Añón, 2020). El grupo de expertos que se encarga de la monitorización sistemática de las medidas anti-trata a nivel nacional y europeo, GRETA (Group of Experts on Action against Trafficking in Human Beings) ha advertido sobre la extrema vulnerabilidad de las mujeres traficadas durante la pandemia, denunciando la explotación y la violencia que los hombres perpetran contra ellas (GRETA, 2021, p. 31).

Diversos medios de comunicación españoles como Telemadrid, 15 el Diario Público y la Sexta Noticias también han denunciado la violencia, material y simbólica, que los prostituidores están ejerciendo contra mujeres y niñas en prostitución, aprovechándose de que saben que “necesitan el dinero”. Así lo expresó en una entrevista una mujer en situación de prostitución (Hameida, 2021). En 2020, el grupo feminista Colectivo Hiparquía denunció a través de las redes sociales el comportamiento abusivo de los prostituidores en los foros de prostitución españoles (Coronado, 2020). Este colectivo feminista demostró que un gran número de hombres celebraba el impacto negativo que la crisis económica ligada a la pandemia traería sobre todas las mujeres en España, ya que las mujeres prostituidas se encontraban bajo más presión de la habitual para rebajar los precios, y muchas mujeres no prostituidas perderían sus trabajos y tendrían que plantearse la prostitución como opción para sobrevivir, por lo que los prostituidores tendrían a su disposición una mayor variedad de mujeres. Los hombres citados por el Colectivo Hiparquía hablaban de cómo “mejorar la calidad del servicio” dándole de comer a una mujer cuando tiene hambre. Muchos hombres revelaron actitudes racistas y xenófobas, lamentándose de que sólo las “africanas que ni siquiera temen al ébola” continuaban en los puntos habituales de las calles, y declaraban que preferirían poder comprar sexo prostitucional a mujeres blancas. Recuerdan cómo la crisis de 2008 empujó a muchas mujeres españolas a la prostitución y establecen abiertamente un vínculo entre esa crisis y la crisis socioeconómica ligada al Covid-19. El Colectivo Hiparquía reveló así cómo los prostituidores son plenamente conscientes de la interrelación entre prostitución y vulnerabilidad socio-económica, y que están dispuestos a explotarla. Estos datos coinciden con los de la presente investigación, revelando la misma ideología y tendencias denunciadas por los medios y las asociaciones que han atendido a mujeres prostituidas durante la pandemia.

Los datos recogidos y analizados para este estudio muestran que hubo una disminución de anuncios de demanda debido principalmente a las severas restricciones del confinamiento. Sin embargo, tras la relajación de las restricciones de movilidad se observa la vuelta al negocio, así como la falta de alusión a la pandemia y al peligro de contagiarse. Se percibe la hostilidad de los hombres prostituidores hacia las mujeres cuando ellas pretenden imponer ciertas medidas de seguridad e higiene. Utilizan los foros públicos de prostitución para humillarlas públicamente delante de otros miembros de la comunidad virtual, utilizando el desprecio por las mujeres para reforzar el sentimiento de comunidad masculino que les confiere la demanda y la compra de prostitución femenina.

Nuestro análisis demuestra que hay una conciencia general entre los hombres prostituyentes de que las crisis económicas arrastran a las mujeres a la prostitución, como reflejan los mensajes en los que se ha encontrado como recurrente el tema “Pobreza”. Debemos destacar la consciencia por parte de estos hombres de que las circunstancias materiales pueden empujar a las mujeres a la prostitución como algo sumamente importante. Las investigaciones sobre las condiciones de vida de las mujeres prostituidas han demostrado que el conocimiento de que la vulnerabilidad social y económica de las mujeres no disuade a los prostituidores de seguir comprando sexo prostitucional. Pero no es sólo eso, sino que además muchos están dispuestos a aprovecharse de ello, y así lo expresan abiertamente en este tipo de foros. Así pues, podemos decir que estos hombres aplican una especie de “perspectiva de género en negativo”, 16 es decir, tienen consciencia de que la desigualdad estructural entre hombres y mujeres es uno de los factores fundamentales de la existencia y perpetuación de la prostitución, pero muestran una activa disposición a sacar provecho de las condiciones de desventaja material estructural de las mujeres y las niñas.

Los términos con los que revelan detalles del encuentro son abiertamente cosificadores y violentos, delatando una identificación generalizada con una masculinidad hostil y misógina. Concluimos que el discurso del prostituidor medio es un tipo de discurso que refuerza lo que el sociólogo canadiense Michael Kaufman llamó “la otredad socialmente impuesta a las mujeres (Kaufman, 1987, p. 6), un mecanismo patriarcal mediante el cual se fomenta la deshumanización simbólica y práctica de las mujeres y, por tanto, contribuye a la perpetración de la violencia misógina por parte de los prostituidores. Además, en el contexto de una pandemia global que no está bajo control, el comportamiento de los hombres prostituyentes constituye un riesgo tanto para la salud pública como para los derechos humanos de las mujeres y las niñas.




CONCLUSIONES


El análisis crítico del discurso con perspectiva feminista, o Feminist Critical Discourse Analysis (FCDA) tiene como objetivo, por un lado, poner de manifiesto la ideología patriarcal y las dinámicas de poder que perpetúan la desigualdad y, por otro, formar parte de lo que Lazar denomina activismo y resistencia analítica (2014, p. 184) . Este estudio es una contribución a este tipo de resistencia a través de la visibilización de un problema que es tanto un problema que afecta a la salud pública como un asunto de derechos humanos. Nuestro análisis ha demostrado que la misoginia es un factor fundamental de los discursos de los hombres prostituidores durante la pandemia en España. Como hemos señalado, la misoginia es precisamente un rasgo coincidente en otras investigaciones que analizaron críticamente el discurso de hombres prostituyentes en comunidades virtuales ya antes de la pandemia. Sin embargo, la crisis sanitaria del Covid-19 podría haber aumentado las excusas que los hombres encuentran para perpetrar actos de misoginia contra las mujeres en prostitución.

Apuntamos a factores relacionados con la socialización masculina como una de las causas que facilita un estado psicológico fundamentalmente anti-empático por las mujeres. Este estado convierte el acto de pagar por sexo prostitucional en algo psicológica, moral y emocionalmente soportable (y aceptable y/o legítimo en muchos casos), incluso cuando las experiencias que tienen son insatisfactorias para ellos mismos. Por tanto, deben tomarse medidas para una educación igualitaria y llevar a cabo labores de concienciación social para revertir esta tendencia en los hombres.

La pandemia del Covid-19 ha puesto de relieve la importancia que los hombres prostituidores otorgan a la toma de riesgos para reafirmar su masculinidad. El riesgo, entendido como valentía o atrevimiento, es una característica fundamental de la masculinidad. El concepto de masculinidad como factor de riesgo pone de relieve el riesgo que suponen las actitudes masculinas para las mujeres, los niños y los propios hombres. En el contexto de la pandemia, el riesgo entendido como atrevimiento, de ponerse en peligro a uno mismo, unido a poner en peligro a otras personas con su comportamiento, da lugar a la masculinidad prostituyente entendida como un peligro para las mujeres y la salud pública. Nuestro estudio muestra que durante la pandemia una cantidad significativa de sujetos prostituyentes, a la vez que han demandado y comprado prostitución, han producido discursos online que ensalzan el factor de “riesgo” como un componente clave de la masculinidad, a la vez que arriesgan la salud de otras personas, lo que exacerba la violencia contra las mujeres prostituidas y refuerza el valor simbólico que el colectivo de hombres confiere a la masculinidad hegemónica.

Para concluir, esta investigación demuestra que los hombres que compran prostitución pueden considerarse casos paradigmáticos de comportamiento masculino riesgoso, imprudente y desconsiderado. Los prostituidores con una identidad masculina rígida ponen sus deseos por encima de la salud de las mujeres prostituidas; la de cualquier persona que entre en contacto con ellos, ya sea en el contexto privado o en el público (familiares, amistades, personas de su ámbito laboral, etc.); de la salud pública en general; y, por último, de la salud propia. Por tanto, los hombres que compran prostitución constituyen un peligro para el bienestar común. Nuestro análisis revela que la decisión masculina activa y consciente de comprar prostitución durante la pandemia atenta tanto contra la salud pública como contra los derechos humanos de las mujeres en prostitución, que los hombres violan cada día. Este problema debe ser abordado urgentemente con herramientas jurídico-legales que atajen la demanda mediante medidas firmes y contundentes contra los hombres prostituidores y a su vez promuevan medidas que ayuden a las mujeres a salir de la prostitución y a llevar una vida libre de explotación.

Financiación y agradecimientos

Las autoras agradecen a la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Dublin City University la financiación concedida para llevar a cabo esta investigación.




NOTAS


2 Las medidas que se adoptaron para frenar la transmisión incluyeron el cierre de centros educativos, de instalaciones deportivas y de ocio, de bares y restaurantes, etc.

3 En Irlanda, un estudio observa que al comienzo de la pandemia el número de anuncios online en la principal web irlandesa dedicada a la prostitución, Escort Ireland (EI) descendió a menos de 300, lo que supuso menos de la mitad de lo normal (Breslin, 2020). Sin embargo, aumentaron paulatinamente a niveles pre-Covid, unos 700 anuncios, hacia finales de julio de 2020. La mayoría de los anuncios eran de mujeres extranjeras en situaciones de precariedad extrema.

4 Análisis Crítico y Feminista del Discurso.

5 La expresión más utilizada es “industria del sexo”, la cual nos parece sumamente inapropiada para referirnos a un negocio donde mayoritariamente hombres (proxenetas, prostituidores) explotan sexualmente a personas comparativamente más pobres, en su mayoría mujeres y niñas, a menudo racializadas. La expresión “industria del sexo” invisiviliza el factor sexo-género, y presenta las relaciones sexuales como un bien de consumo y de ocio más (piénsese en otros conceptos como “industria cárnica” o “industria del juego”).

6 ‘Brasil debe dejar de ser “un país de maricones”, dice Bolsonaro ante temor por COVID-19.’ ADN 40. https://www.adn40.mx/internacional/nota/notas/2020-11-10-15-38/brasil-debe-dejar-de-ser-un-pais-de-maricones-dice-bolsonaro-ante-temor-por-covid-19 [consultado el 11/03/2022].

7 Esta tendencia ya se vio en la pandemia de 1918, cuando muchos hombres no querían llevar mascarillas por considerarlas “poco masculinas” (documental La pandemia de 1918: la llamaron gripe española, RNE).

8 Se han tomado las palabras de este prostituidor para el título del presente estudio por considerarlas representativas de la actitud riesgosa e irresponsable para con la salud propia y ajena que caracteriza a este grupo de hombres.

9 “Lumis” es una palabra que utilizan estos hombres en este tipo de foros para referirse a mujeres prostituidas.

10 Pasion.com es una “página de citas” que surgió como una escisión de anuncios de prostitución de Milanuncios. ‘Más público que Netflix y miles de reseñas de puteros: así es el gran barrio rojo 'online'.’ El Confidencial. https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2018-09-25/prostitucion-anuncios-portales-pasion-mileroticos_1620413/ [consultado el 27/03/2022]. En 2021, se la investigó por permitir el uso de esta plataforma por parte de pederastas para abusar sexualmente de menores. ‘Pasion, la web de citas sexuales investigada por permitir que se anunciaran menores de 16 años.’ ABC España. https://www.abc.es/espana/abci-pasion-citas-sexuales-investigada-permitir-anunciaran-menores-16-anos-202104221052_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.es%2 [consultado el 27/03/2022].

11 Barrio de Valladolid.

12 El uso de “él/ella” en la forma de narrarlo sugiere que el propio putero considera que otra persona podría hablar por esta mujer, quizás un proxeneta.

13 Merece la pena comentar que Pasion.com se ha visto envuelta también en casos de acoso, en los que hombres ponen el teléfono de mujeres en la página con anuncios falsos con el objetivo de que otros hombres las llamen pidiendo sexo. ‘Sufrió acoso con múltiples llamadas sexuales por anuncios falsos en la red.’ La Región Ourense. https://www.laregion.es/articulo/ourense/sufrio-acoso-multiples-llamadas-sexuales-anuncios-falsos-red/20200227234102929471.html?webview=2 [consultado el 27/03/2022].

14 Traducción propia.

15 ‘Pillados ejerciendo la prostitución en pleno Estado de Alarma.’ YouTube Telemadrid. https://www.youtube.com/watch?v=Fv1sR9nOyds [consultado el 14/03/2022].

16 Tener perspectiva de género se entiende en los estudios feministas “en positivo” en el sentido de que tener tal perspectiva implica una visión igualitaria que ponga de relieve las desigualdades y las tenga en cuenta para luchar contra ellas. Utilizamos la expresión “perspectiva de género en negativo” para poner de relieve que estos hombres son conscientes de la desigualdad, pero en lugar de combatirla, pretenden aprovecharse de ella para continuar explotando sexualmente a las mujeres.


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