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DOI: 10.22325/fes/res.2022.138

La participación juvenil en entornos urbanos: trayectorias e inquietudes asociativas. Estudio de caso del distrito de Sant Martí de Barcelona


Youth participation in urban areas: concerns and associative trajectories. A case study of the Sant Martí district of Barcelona


Albert Martín-Gómez ORCID

Departamento de Sociología, Universidad Autónoma de Barcelona, España. a.martinigomez@gmail.com. Email

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 31 Núm. 4 (Octubre - Diciembre, 2022), a138. pp. 1-21 ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 04/10/2021
Aceptado / Accepted: 17/05/2022



RESUMEN

Este artículo presenta una aproximación cualitativa a las trayectorias e inquietudes que mueven a la juventud a participar y asociarse en entornos urbanos. Las políticas de promoción de la participación juvenil han acostumbrado a desarrollarse sin tener en cuenta la diversidad de inquietudes políticas y sociales de la juventud ni el contexto asociativo del entorno. El estudio de caso del distrito de Sant Martí de Barcelona, y concretamente de su contexto asociativo en el periodo 2011-2019, permite identificar cuatro tipologías de colectivos juveniles en función de sus inquietudes y edades: grupos informales, asociaciones con proyecto comunitario, plataformas reivindicativas y coordinadoras de entidades. Estas tipologías se distinguen por los márgenes de edad de los jóvenes y por sus inquietudes grupales más “finalistas” o más “instrumentales” en función de la edad. Estos resultados permiten comprender las trayectorias de articulación del asociacionismo y su relación con las instituciones públicas.

Palabras clave: Juventud, asociacionismo, participación juvenil, activismo juvenil, inquietudes juveniles.


ABSTRACT

Youth civic participation policies have often been developed without considering the diversity of political and social interests of young people, nor have they payed attention to their particular associative context where their target groups are involved. Based on qualitative research among young people in Barcelona, the article traces the trajectories, concerns and anxieties of those who are active in social movements and associations. The case study of Sant Martí district, and specifically of its associative context in the period 2011-2019, allows for identifying four types of youth groups based on their interests and ages: informal groups, associations with community projects, protest platforms and association coordinators. These typologies are distinguished by the age margins of the young people and by their type of interests, whether those are predominantly "finalist" or "instrumental". Our results are crucial to the understanding of youth associationism and its relationship with public institutions.

Keywords: Young people, associationism, young participation, young activism, young concerns.




INTRODUCCIÓN


En la participación y el asociacionismo juvenil interseccionan distintas concepciones y aplicaciones en política pública a partir de lo que se entiende por participación y por juventud. Desde esta investigación se concibe la participación como aquellas prácticas que generan en la ciudadanía la capacidad para intervenir, decidir y transformar su entorno y sus relaciones (Habermas, 1994; Bohman, 1997). Y que en el caso de la juventud, estas prácticas promueven un empoderamiento en tanto que ciudadanía activa y corresponsable de los asuntos públicos (Benedicto y Morán, 2014; Tsekoura, 2016).

Existe numerosa literatura sobre las potencialidades de la participación y el asociacionismo juvenil e infantil para la generación de aprendizajes cívicos, conocimientos y competencias sociales (Kirshner, 2007; Rogers et al., 2007). La implementación de políticas de participación juvenil durante las últimas décadas se ha centrado en la creación de los "Consejos de la Juventud" como órganos de participación donde dar voz y escuchar las necesidades juveniles (Andersson, 2017). Pero como apuntan distintos autores, las políticas públicas orientadas a la promoción de la participación juvenil, como el caso de los Consejos de Juventud, suelen reproducir modelos adultos e institucionalizados (Francés, 2008; Mari-Klose, 2012; Taft y Gordon, 2013). Unas políticas y órganos de participación que no responden a las inquietudes ni necesidades juveniles como para promover una participación y asociación juvenil que incida sobre los asuntos colectivos.

Delante de este contexto, Roger Soler-i-Martí (2015) y Erik Andersson (2017) plantean la necesidad de reorientar las políticas de participación juvenil sobre la base de las inquietudes políticas e implicaciones cívicas de la juventud. En este sentido, el argumento principal del artículo considera que para el análisis de la participación juvenil se deben considerar las diferentes tipologías de asociacionismo, pero también la madurez y diversidad del entramado asociativo juvenil. Para ello cabe atender a las implicaciones de la edad y de las inquietudes de cada momento de la etapa juvenil. Se trata de una concepción de la juventud caracterizada por ser la etapa vital de las personas donde se produce el proceso de autonomía y emancipación personal: inmaterial -en tanto que itinerario cristalizador de las experiencias vividas- y material respecto a los progenitores que concluye con el acceso a un trabajo y una vivienda propia (Brito, 1998; Casal et al., 2011).

A partir del estudio de caso del distrito de Sant Martí de Barcelona, en el período 2011-2019, en este artículo se estudian las características de las diferentes formas asociativas y de participación juvenil que se dan en entornos urbanos con distinta realidad socioeconómica. En el análisis se presentan las distintas composiciones de edad y sexo-género, pero también las motivaciones que mueven a los jóvenes a unirse a un tipo u otro de asociaciones. El análisis desarrollado permite establecer relaciones longitudinales sobre las inquietudes, edades y trayectorias de los jóvenes activistas y de los propios grupos. En este sentido, se describen unas regularidades en la articulación entre asociaciones cuando éstas arraigan en el entorno y consiguen consolidarse. Finalmente, estos resultados apuntan hacia nuevos objetivos que permitan adecuar las políticas de promoción de la participación juvenil, adaptándolas a cada realidad asociativa y momento de desarrollo del asociacionismo juvenil en los distintos entornos urbanos.

ENTRE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y EL ASOCIACIONISMO JUVENIL

El estudio y la necesidad de las políticas de participación infantil y juvenil se enmarca en el análisis de las desigualdades que sufren la infancia y la juventud en relación con los adultos y la promoción de su empoderamiento (Kirshner, 2007; Trilla y Novella, 2011; Tsekoura, 2016). Por un lado, destacan los trabajos que han evaluado la calidad de las políticas de participación infantil y juvenil (Hart, 1997, Trilla y Novella, 2001) y, por otro lado, los que identifican la preponderancia de los intereses adultos o “adultocentrismo” en las esferas de la infancia (Tonucci, 2004; Gaitán y Liebel, 2010) y de la juventud (Krauskopf, 2000; Poggi et al., 2011; Duarte, 2012). Jack Flasher (1978) introdujo el concepto de adultismo para comprender e investigar la relación de poder y privilegio social, político y económico de la población adulta hacia la joven. En este sentido, encontramos a nivel español investigaciones que han trabajado estas relaciones de poder desde otras nociones como adultocracia (Paris et al., 2006) o edadismo (Sagrera, 1992). Estas consideraciones nos permiten comprender que las políticas públicas funcionan sin una aplicación específica con las intersecciones de clase, origen y sexo/género que atraviesan la gente joven (Valentine, 2000; Elizalde, 2006; Rodó-de-Zárate, 2013) ni con la liminalidad entre las etapas de infancia, juventud y adultez (Urraco, 2007).

Los estudios de juventud contienen un largo debate sobre su conceptualización como etapa vital, generación o cohorte demográfica y sobre sus implicaciones analíticas y de aplicación en política pública. Los pioneros Klaus Allerberck y Leopold Rosenmayr (1979) , en un contexto de predominio de las interpretaciones funcionalistas y conflictivistas, caracterizaron la etapa juvenil distinguiéndola por factores fisiológicos pero modelada socialmente. Con el desarrollo de la sociología de la juventud se ha ido configurando una perspectiva “biográfica” que se centra en el proceso de transición y emancipación material e inmaterial hacia la vida adulta (Brito, 1998; Casal et al., 2011). Desde esta perspectiva se entiende, de forma no sustantivista, que la juventud es una construcción social que agrupa un colectivo diverso (Bourdieu, 1990; Duarte, 2000). La gente joven no solo es un grupo de edad, una generación hermética, ni únicamente un periodo de transición (Pickard, 2019). Cada generación de jóvenes está marcada por los procesos y cambios sociales de su contexto histórico (Mannheim, 1952), en este sentido cada generación participa políticamente sobre la base de sus experiencias e impactos políticos personales y colectivos (Giugni y Grasso, 2016; Pickard et al., 2020). Aunque la política municipal debe contemplar la diversidad de la cohorte demográfica de la juventud, el análisis y orientación de las políticas de fomento de la participación juvenil debe comprender los cambios socioeconómicos y los ciclos generacionales en las dinámicas asociativas (Edmunds y Turner, 2005; Bessant et al., 2019). Unos cambios que en la última década han modificado las condiciones de vida de la juventud de los países occidentales, alargando la precariedad laboral y la emancipación familiar, pero manteniendo la desigualdad de género (Cuervo y Cook, 2020).

Marta Rovira et al. (2019) describen que en política municipal se están aplicando dos estrategias paralelas de participación juvenil: el fomento de la participación en las instituciones públicas, y la promoción del asociacionismo y la participación organizada. Las políticas de fomento de la participación se concretan en la creación de espacios de interlocución entre las personas y entidades juveniles con la administración (por ejemplo: consejos de juventud y procesos participativos). Unos mecanismos que distintos autores señalan que suelen reproducir modelos adultos e institucionalizados que no responden a las inquietudes juveniles para incidir en los asuntos colectivos (Francés, 2008; Taft y Gordon, 2013; Andersson, 2017). Por otro lado, las políticas de promoción del asociacionismo que se concretan en el apoyo mediante subvenciones e infraestructuras para el desarrollo de actividades culturales, y mediante el fomento de la dinamización de equipamientos o locales juveniles por parte de los propios jóvenes organizados (por ejemplo: casales de jóvenes y centros juveniles) (Rovira et al., 2019).

Estás distintas políticas o estrategias de promoción de la participación y asociacionismo juvenil responde a distintas concepciones de participación ciudadana. En política pública la aplicación de la "participación” puede hacer referencia desde la implicación pasiva como usuaria de una actividad cultural hasta la participación directa de la toma de decisiones en debates políticos. En cambio, desde la literatura académica existe un amplio consenso en considerar la participación ciudadana únicamente como aquellos mecanismos de profundización de las democracias parlamentarias occidentales en la toma de decisiones (Habermas, 1994; Cohen, 1997; Held, 2001). La toma de decisiones que se da a partir de un proceso deliberativo que contempla los principios de reciprocidad, publicidad, rendición de cuentas y condición de igualdad entre participantes (Bohman, 1997), generación de diálogo y aprendizaje mutuo (Healey, 1997; Innes y Booher, 1999) y la promoción del debate desde la conciliación entre intereses y actores antagónicos (Dryzek, 2000; Young, 2000; Gutmann y Thompson, 2004).

A nivel municipal, se entiende por participación "ciudadana" aquella referida a la toma de decisiones sobre los asuntos colectivos, ya sea mediante consejos municipales o mediante procesos participativos no parlamentarios o de partidos (Francés, 2017). Por otro lado, se entiende por participación "comunitaria" aquella referida a la implicación ciudadana en asociaciones, plataformas vecinales o entidades sin ánimo de lucro que median e intervienen en la transformación social y las condiciones de vida de un territorio (Rebollo, 2012). Finalmente, se entiende por participación "cívica" la referida a la corresponsabilización en la gestión de servicios públicos por parte de la ciudadanía asociada (Pindado, 2008) o que, directamente, se apropia de forma colectiva de lo que se consideran bienes comunes (Castro-Coma y Martí-Costa, 2016; Blanco et al., 2018; Martínez et al., 2019). Y quedaría excluida aquella “participación social” referida genéricamente a todo tipo de participación que surge de la agrupación informal de individuos en la sociedad para desarrollar sus intereses ociosos o de otro tipo (Cunill, 1991).

Durante las últimas décadas, la participación eminentemente juvenil en movimientos sociales ha concentrado un extenso debate sobre los factores que mueven a la juventud para participar y asociarse políticamente. Existe un amplio consenso sobre la preponderancia de la influencia de los factores socioeconómicos, educativos y políticos del entorno familiar y cotidiano de los jóvenes (Norris, 2002; Arnett, 2004; Dostie-Goulet, 2009; Serracant, 2012). Se considera que, en las sociedades occidentales, el auge de los valores post-materiales ha tenido un fuerte impacto en las nuevas generaciones juveniles, no solo en las reivindicaciones en políticas de género, medio ambiente o derechos civiles, sino también en las formas de organización y participación política (Inglehart y Catterberg, 2002; Dalton, 2008). En las últimas décadas, se ha producido un cambio en las formas de participación y asociación política juvenil, caracterizándose por una baja participación en partidos políticos y asociaciones formales (Zukin et al., 2006; Ødegård y Berglund, 2008). Y en contraposición, un mayor interés en asuntos políticos de la vida cotidiana y una preeminencia en la organización desde colectivos más informales o desde el activismo extraparlamentario (Manning, 2013; Benedicto, 2013). Destaca el mayor interés e implicación de las mujeres jóvenes en las causas cotidianas vinculadas al género o de la agenda del movimiento feminista (Briggs, 2008).

Tanto en los estudios sobre movimientos sociales como de participación juvenil, se ha identificado que el proceso de vinculación a los grupos en la primera juventud se caracteriza por su dimensión más social y gregaria de la vida y que posteriormente incentivará la implicación política (Verba y Nie, 1972). En este sentido, gran parte de las investigaciones sobre asociacionismo juvenil han centrado su objeto de estudio en los grupos de iguales de jóvenes, ya sea como generaciones culturales o tribus urbanas (Feixa, 1998; 2006; Linares, 2007), como grupos de afinidad de gustos musicales (Martínez, 2013), como grupos de afinidad política contracultural o de movimiento social contestatario (McAdam, 1994; Scandoglio, 2004) o, específicamente, como grupos vinculados al territorio local como espacio de transformación social (González, 2011; Ballesté y Sánchez, 2020). Este legado de investigación sobre grupos juveniles urbanos muestra un efecto de ciclo vital donde los grupos de edad más jóvenes se mueven principalmente por una inquietud de protesta política y social, mientras que en los grupos de jóvenes más mayores aumenta su interés por la política institucional (Quintelier, 2007; Nikolayenko, 2008).

De forma genérica, Andersson (2017) identifica tres inquietudes que mueven a la juventud para la participación política. Caracteriza una inquietud guiada por el valor instrumental de asociarse para conseguir un resultado o beneficio político, otra por el aprendizaje y preparación para la política institucional y, finalmente, otra por su valor cívico intrínseco de responsabilizarse de los asuntos colectivos. En paralelo, Soler-i-Martí (2019) identifica cuatro perfiles y patrones de participación política juvenil: multiactivistas, conectados, asociados y pasivos. Los “multiactivistas” son los que participan de distintas asociaciones, protestas y representan a entidades, y que tienen un perfil con un nivel de estudios alto igual que sus progenitores. Los “conectados” son los que asisten a manifestaciones y participan en protestas por internet sin formar parte de ninguna entidad, y los “asociados” que colaboran con entidades. Finalmente identifica los “pasivos” en tanto que perfil en situación de precariedad laboral y procedente de familias con menos recursos económicos y nivel de estudios. En la línea de lo que apuntan los estudios sobre movimientos sociales, la evolución de la participación juvenil se incrementa con la edad en relación con el asociacionismo múltiple. Un incremento que se produce tanto en entidades políticas tradicionales como en nuevas. Ya sean asociaciones con orientación a la esfera pública -políticas, sindicales, estudiantiles, ecologistas, etc.- o a la esfera privada -culturales, educación infantil, religiosas- (Montero et al., 2006; Alarcón, 2019).

EL CASO DEL DISTRITO DE SANT MARTÍ DE BARCELONA: MÉTODO, CONTEXTO Y ACTORES

Investigar sobre las inquietudes para la participación juvenil, atendiendo a la diversidad del colectivo, implica tener en consideración una metodología sensible con las vivencias y significados que las personas dan a sus experiencias. Según los sociólogos John Berger y Thomas Luckmann (1988) el método más conveniente para comprender los significados que rodean el comportamiento y la vida cotidiana de las personas es el análisis fenomenológico. Este análisis pretende conocer los significados y efectos que aparecen en los procesos de subjetivación de las personas (Creswell, 1998). Así, esta investigación se focaliza en la comprensión de los vínculos e identificaciones que vive la gente joven cuando se adhiere e implica en colectivos juveniles. El análisis sobre las experiencias subjetivas se centra en la emergencia de estructuras de significado internas, elementos regulares y procesos "formales" (Simmel, 1988), que no son explícitos ni racionalizados teleológicamente (Cohen y Omery, 1994). Siguiendo este enfoque metodológico se desarrolla una estrategia de localización y producción empírica mediante la aproximación a un "estudio de caso", concretamente de un colectivo en tanto que máximo exponente de interacción y de experiencia en un contexto determinado (Yin, 1994; Stake, 1998).

El criterio de selección del distrito de Sant Martí de Barcelona como estudio de caso se basa en la pertinencia de: la trayectoria singular de Barcelona en la promoción del asociacionismo y la participación ciudadana (Rebollo, 2012; Bonet, 2014); el distrito de Sant Martí por contener unos barrios con una fuerte diversidad interna socioeconómica y asociativa; y por tratarse de un contexto rodeado de reivindicaciones vecinales contra la especulación urbanística a raíz de la transformación del litoral y las zonas industriales durante las últimas décadas -Vila Olímpica, Fórum, Diagonal Mar y 22@-. A nivel socioeconómico, todos los barrios de Poblenou y del Clot se articulan alrededor de dos núcleos urbanos con más de dos siglos de historia que contienen fuertes entramados asociativos, culturales y comerciales, y con índices de renta familiar cercanos o superiores a la media de Barcelona 1 . Por el contrario, los barrios de Sant Martí-la Verneda y el Besòs son barrios construidos fruto de la inmigración de los años 60-70’, con un índice de renta familiar muy inferior a la media de Barcelona y con un débil entramado asociativo. Además, el Besòs es de los barrios barceloneses que concentra mayor porcentaje de inmigración extracomunitaria (31,7%) (Ajuntament de Barcelona, 2017).

La tipología de barrio de Poblenou y el Clot se asemeja a los núcleos históricos de los barrios de Barcelona (Gràcia, Sants, Horta, Sant Andreu o la Sagrera), o de cualquier ciudad media. En cambio, la tipología de barrio de Sant Martí-la Verneda y el Besòs se asemeja a otros barrios barceloneses como los de Nou Barris, o del extrarradio metropolitano de cualquier ciudad grande o mediana, construidos durante el mismo período y con la misma composición socioeconómica. La delimitación de los barrios como segmentos de análisis de la participación y asociacionismo se basa en las dinámicas de coordinación asociativa y en la división administrativa de los órganos de participación, de las políticas públicas y de los responsables políticos y técnicos.

El estudio de caso del asociacionismo juvenil de Sant Martí parte de un primer estudio en profundidad de la "Assemblea de Joves del Poblenou (AJP) - Arran" 2 que cuenta con 13 observaciones participantes y 20 entrevistas en profundidad en el período 2011-2016, y con seguimiento en 2019. Las observaciones participantes han consistido en asistir a actos y reuniones y las entrevistas semi-estructuradas han sido la herramienta de recogida de datos sobre las experiencias y emociones vividas (Valles, 2002). La selección de las 20 personas entrevistadas ha sido a la mayoría de integrantes "activos" o “multiactivistas” que aportan recursos (económicos, tiempo y esfuerzo) y que asisten a las reuniones, y también a 5 jóvenes que han abandonado el colectivo. Concretamente, se realiza un análisis de contenido aplicando el criterio de analogía, similitud y diferencia para dar significado a las diferentes relaciones emergentes entre categorías (Miles y Huberman, 1994). Esta estrategia metodológica permite abordar las influencias endo-grupales y las exo-grupales que guían la relación entre activistas dentro del propio colectivo, entre las entidades y en relación con la administración pública.

Posteriormente, en el período 2017-2019, se desarrolla el estudio longitudinal sobre el asociacionismo juvenil de Sant Martí en su conjunto mediante 18 entrevistas de contraste y recopilación de información: 8 entrevistas a jóvenes activos que forman parte de entidades del Poblenou y 3 del Clot, con responsabilidades cotidianas y experiencia en el colectivo (coordinadoras de entidades juveniles, grupos scout y colectivos de ocio y educación informal); y 7 entrevistas a personal técnico y político del distrito de Sant Martí. Una selección de entrevistas fruto del proceso que se genera en el acceso al campo de investigación y que termina con la saturación teórica de perfiles y discursos 3 .

ANÁLISIS DE TRAYECTORIAS ASOCIATIVAS JUVENILES: INQUIETUDES, PROYECTOS Y RELACIÓN CON LA INSTITUCIÓN

El estudio de caso sobre el asociacionismo juvenil en Sant Martí en el periodo 2011-2019, permite identificar las tipologías de participación y asociacionismo juvenil y las inquietudes juveniles que han movido para entrar al asociacionismo. Además, mediante la reconstrucción histórica del período 2003-2011, proporcionada por los agentes entrevistados, permite a la investigación profundizar en el análisis de las trayectorias articulatorias del asociacionismo y en relación con la participación promovida por las instituciones públicas.

Siguiendo los ciclos políticos municipales entre 2003-2019, a modo de síntesis del contexto y de los actores juveniles, se describen cuatro períodos de evolución de los objetivos y asociaciones predominantes del distrito de Sant Martí:

  • Existen distintas entidades juveniles dedicadas a la educación en el tiempo libre (scouts y esplais), grupos de cultura popular, asambleas anticapitalistas (en Sant Martí-Verneda y el Besòs) y de la Izquierda independentista en el Poblenou (AJP-Arran) y el Clot (AJIC-Arran) que centran su actividad en la organización de actividades políticas y culturales. En Poblenou aparece el colectivo Gat Mesquer para reivindicar un casal de jóvenes (centro juvenil).

  • El asociacionismo juvenil del Poblenou y del Clot empieza a articularse en dos coordinadoras para reivindicar centros juveniles en cada barrio (La Pinya del Clot y los 9 gats del Taulat en el Poblenou). En los barrios del Besòs y la Verneda desaparecen los colectivos anticapitalistas, y solo quedan espacios vinculados a la cultura popular.

  • El Ajuntament cede la gestión de un espacio municipal a La Pinya del Clot donde desarrollar actividades juveniles. En cambio, en el Poblenou no se construye el centro juvenil comprometido, y la reivindicación se expande alrededor de una coordinadora de entidades juveniles (la Xemeneia) aglutinando todas las entidades del barrio. En el Besòs se crea la asamblea de jóvenes con la reivindicación de un centro juvenil para el barrio.

  • Las entidades son invitadas a participar del "Consejo de la Juventud de Sant Martí" para hacer llegar demandas vinculadas a la gestión de los centros y servicios. Finaliza la construcción del Casal del Poblenou gestionado de forma "cívica" por la Xemeneia, y se formaliza también la gestión "cívica" del Casal del Clot a la asociación La Traca (formada por las entidades juveniles y la Pinya). Se cede un espacio municipal provisional a la Assemblea de Joves del Besòs y se crea la Assemblea de Joves de la Verneda - La Guarida.

Figura 1 y 2. Representación del asociacionismo juvenil en Sant Martí 2003-07 y 2007-11.

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Figura 3 y 4. Representación del asociacionismo juvenil en Sant Martí 2011-15 y 2015-19

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Notas: Círculos vacíos (grupos y entornos juveniles informales); en rojo (colectivos juveniles con proyecto comunitario); en naranja (plataformas juveniles demandantes de servicios municipales juveniles); y en verde (coordinadoras de entidades formales que gestionan servicios municipales -centro juvenil-). Fuente: Elaboración propia a partir del estudio de caso.

Participación asociativa juvenil y su composición de edad y sexo-género

La tipología de entidades y colectivos juveniles implicados en la vida "comunitaria" de los barrios de Sant Martí es diversa tanto en lo que se refiere a proyectos colectivos como en su orientación comunitaria o política. En el análisis sobre motivaciones para la participación asociativa se identifican regularidades en la edad que permite clasificarlas a partir de las distintas concepciones de participación: comunitaria (referida a la implicación en asociaciones), ciudadana-política (referida a la toma de decisiones) o cívica (referida a la corresponsabilización en los servicios municipales).

En el barrio del Poblenou se identifica, en términos de “participación comunitaria”, un tipo de entidades con una cierta estabilidad en cuanto a la vigencia de sus proyectos específicos y que con el tiempo han ido renovando su composición en ciclos más o menos dilatados en el tiempo (A0; A6; A17). Destacan como colectivos con trayectoria la asamblea de jóvenes (AJP-Arran), el grupo scout Rakxa, el esplai Movi, y los diablos, entidades que han garantizado un relevo generacional de nuevos jóvenes que se vinculan a los proyectos. En el barrio del Clot-Camp del Arpa se identifican con el mismo patrón de solidez y relevo generacional la asamblea de jóvenes (AJIC-Arran), los esplais Xino Xano, SCV El Clot, Kasperle, los diablos y, en parte, por la fuerte composición juvenil, los castellers. En cambio, en Sant Martí-La Verneda y en el Besòs la continuidad y relevos generacionales de los colectivos juveniles ha sido crítica tanto para las asambleas de jóvenes anticapitalistas del Besòs y Sant Martí como para los esplais y diablos de la Verneda (SM6).

Con relación a la edad, en las asambleas de jóvenes vinculadas a Arran restringen su pertenencia hasta los 25-26 (A0; A17), y los ciclos de implicación de monitores en los esplais y scouts tampoco se alarga más allá de los 25 (A9; P2). En cuanto al sexo-género, la composición en las asambleas de jóvenes es mayoritariamente masculina y en las entidades de educación en el tiempo libre mayoritariamente femenina. En el caso de los grupos de cultura popular como los diablos o castellers, si bien no son colectivos juveniles, su composición es eminentemente juvenil, pero con edades más dilatadas (hasta 35 años), y se identifica una preeminencia masculina y con papeles de mayor protagonismo (C2).

También se identifican en los barrios del Poblenou y del Clot entidades dedicadas a la reivindicación de un centro juvenil y que participan del Consejo de la Juventud de Sant Martí, en tanto que "participación ciudadana o política". Destaca en el período 2007-2011 la creación de la Pinya en el Clot y los 9 gats del Taulat en Poblenou formados por jóvenes, principalmente, de alrededor de 25 años que proceden de otras entidades juveniles (esplais, scouts, diablos y asambleas de jóvenes) (A4; P1; C3). Unos colectivos que disponen del apoyo del resto del tejido asociativo juvenil de sus barrios.

Finalmente, se identifica un último tipo de asociaciones en el periodo 2015-2019, las coordinadoras de entidades juveniles en Poblenou (la Xemeneia) y en el Clot (la Traca) dedicadas casi exclusivamente a la gestión "cívica" de los respectivos Centros juveniles. Estas coordinadoras parten del bagaje de confianza y trabajo conjunto procedentes de las primeras iniciativas de coordinación entre entidades y sus entornos informales, especialmente entre las nuevas generaciones de estas entidades (A3; A11). Estas coordinadoras las componen también jóvenes que suelen tener entre 25-30 años como mínimo, y son entidades constituidas formalmente que gestionan recursos o subvenciones de la administración para gestionar el servicio de un equipamiento (P1; P4).

Mediante este estudio se visualiza como las formas de asociacionismo juvenil y las inquietudes de la gente joven a nivel individual son diferentes y variadas en función de la edad y del tipo de entidad. A partir de las tipologías de participación definidas por Pindado (2008) y Rebollo (2012) , se identifican cuatro tipologías de asociacionismo juvenil: (1) grupos informales o espacios de afinidad entre iguales entendido conceptualmente como "participación social"; (2) colectivos con proyecto comunitario propio como los esplais, scouts, grupos de cultura popular y las asambleas de jóvenes en tanto que "participación comunitaria"; (3) plataformas reivindicativas o demandantes de políticas públicas juveniles, integradas principalmente por miembros del resto de entidades, caracterizadas por la "participación ciudadana"; y (4) coordinadoras de entidades con la finalidad de gestionar un equipamiento municipal como sería un centro juvenil en tanto que “participación cívica”.

Inquietudes juveniles que se buscan en la vinculación a una asociación

En primer término, como apunta Norris (2002) , identificamos un sesgo en el involucramiento y participación juvenil por la clase socioeconómica de procedencia. En este estudio de caso se evidencia este sesgo entre el Poblenou y Clot y los de la Verneda y el Besós, en función de las rentas familiares de cada barrio. El Poblenou y el Clot cuentan con una diversidad y madurez del tejido asociativo juvenil más allá de la última década (SM1; SM7). En cambio, en Sant Martí-La Verneda y el Besòs, identificamos una presencia reducida de asociaciones juveniles durante la última década, y con dificultades para garantizar la permanencia y relevo generacional de sus proyectos (SM2; SM5). Así mismo, ahondando en el sesgo de clase, también se añade la ausencia, o presencia testimonial, de jóvenes de procedencia familiar extracomunitaria.

Desde una perspectiva sensible con la juventud como etapa vital cristalizadora de las experiencias vividas y de emancipación social respecto de los progenitores (Casal, 1996), se identifican diferentes inquietudes vinculadas a la entrada de la gente joven al asociacionismo. En cuanto al sexo de las jóvenes participantes, se confirma el sesgo de género en función de que si se trata de un grupo masculinizado refuerza la entrada de chicos, y si se trata de un grupo feminizado refuerza la entrada de chicas. En este proceso de emancipación aparecen unas regularidades en las inquietudes vinculadas a la edad y al momento vital, donde se mezclan motivaciones y percepciones de la juventud con el grupo de referencia del que se quiere formar parte.

Con relación a los colectivos con proyecto comunitario propio como los esplais, scouts, diablos o asambleas de jóvenes, se identifica un componente "finalista" en la vinculación al grupo. Se trata de una percepción que tienen del grupo como colectivo de iguales (formado por personas con mismas características e intereses) y al mismo tiempo como colectivo de referencia (formado por personas con características o cotidianidades deseables). Unas motivaciones analizadas por los estudios sobre "tribus urbanas juveniles" (McAdam, 1994; Feixa, 1998) donde la inquietud que mueve a entrar es formar parte de un espacio de sociabilidad y de construcción de identidad colectiva, singular y diferenciada del resto de la sociedad. Concretamente, se identifica una regularidad de edad de entrada con esta motivación alrededor de los 15-20 años.

Dos de los jóvenes entrevistados explicitan factores y motivaciones, por las que entraron a AJP-Arran, vinculadas a las amistades personales, la voluntad de formar parte de un grupo y construirse una identidad singular:

"Empecé a tocar con [grupo de música reivindicativa] muy poco antes de entrar en la Asamblea. Era unos meses antes. Y era típico de que los chavales del instituto queríamos hacer algo, [...] primero no lo tenía del todo claro, eh. Pero entonces el X nos dijo que nos apuntásemos y acabé entrando con ellos en la Asamblea." A19 4

"También quizás me interesaba la estética. Estética de rebeldía que tienen estas cosas de... de estar en un colectivo político. También porqué ser independentista en aquella época tenía mucho más de identidad, ¿no? [...] el chungo de la clase." A6

Aunque se identifique el intervalo de edad entre 15-20 como la principal franja de entrada a los colectivos juveniles, en el caso de los colectivos con una orientación más explícita de disidencia política como las asambleas de jóvenes de Arran -independentista y comunista- (A5; A9; A11) o, en el caso del Besòs y La Verneda -anticapitalista-, se complementa con otro intervalo de edad de entrada y motivación. Se identifica un perfil de jóvenes de entre 21-25 años con estudios universitarios finalizados en el que la inquietud política se sitúa como principal motivación para la entrada en el grupo (A10; A13). Una entrada que rehúye explícitamente la pretensión de encontrar un espacio de sociabilidad y busca una vertiente más "instrumental" del grupo. Uno de los miembros de la AJP-Arran y uno del CSOA La Teixidora así lo explicitan:

"Llegó un momento en el que yo pensaba que el movimiento estudiantil en la universidad tenía límites y... que faltaba un componente de enraizamiento en el barrio, en mi participación política que ya venía de antes. A partir de entonces es que decido implicarme en el barrio. Y digamos que mi sitio era Arran del Poblenou." A1

"Buscaba un poco de ubicación y de ganas de hacer cosas. Y también más en un proyecto algo más global y no tanto temático como el que estaba [en la universidad], y también más a nivel de barrio y así. Y también pues la idea de hacer cosas en el lugar donde vives. Pues todo esto me atrajo." T1

Concretamente, tienden a ser jóvenes que ya han pasado por otras experiencias de participación en colectivos como las asambleas de facultad o sindicatos universitarios, y donde ya han vivido previamente el proceso de construcción de una identidad colectiva (A1, T2). En este mismo sentido, también podemos identificar esta regularidad en las edades e inquietudes de jóvenes que entran más tarde en esplais o scouts, para desarrollar la labor instrumental de la educación y la transformación social (P2; C2).

Los colectivos con proyecto de carácter instrumental como la Pinya del Clot, los 9 gats del Taulat en el Poblenou, y en parte las asambleas de jóvenes, son los que si no definen objetivos finalistas y el objetivo instrumental no se alcanza, pierden la razón de ser para sus miembros y acaban por desaparecer. Este ha sido el caso de la asamblea libertaria del Besòs, la antiglobalización de Sant Martí-La Verneda (2001-2006), el CSOA La Teixidora en Poblenou (2007-2011) o los 9 gats del Taulat (2008-2016). Esta tipología de colectivos "instrumentales" con el tiempo varían su estructura adaptándose al contexto: coordinadora de colectivos, plataforma que agrupa representantes de colectivos y jóvenes individuales, o colectivo estable con poca variación de los miembros. En el caso de los 9 gats del Taulat, la no consecución del Centro juvenil a corto plazo hizo mutar el colectivo hacia la organización de actividades culturales y festivas hasta disolverse (P3). La Pinya cuando dejó de gestionar el Casal de Jóvenes del Clot (2014-2018) pasó a dedicarse a la coordinación de la fiesta mayor (C3). Finalmente, la coordinadora la Xemeneia (2016) o la Traca (2018) que gestionan centros juveniles cuentan principalmente con este carácter "instrumental" en la inquietud de sus miembros (P1; P4; C3).

Las inquietudes que mueven a los jóvenes a formar parte de un tipo de entidad u otro mantienen relación con las edades y el momento vital de desarrollo personal. En la Figura 5 se representa la relación identificada entre la edad y el proyecto asociativo que cumple con las inquietudes juveniles de cada momento vital. Con el estudio de caso se identifican dos componentes principales que permiten comprender la evolución de inquietudes y de los colectivos juveniles, los relevos o las desapariciones. Por un lado, se identifica una (1) inquietud finalista en el grupo por parte de los intervalos juveniles de entre 15-20 años, y en parte 20-25, vinculada a la búsqueda de espacios sociabilidad y de construcción de identidad colectiva. Una inquietud que encuentra respuesta en los colectivos que centran su actividad en la organización de actividades culturales, festivas y, en pequeña parte, políticas dirigidas a la comunidad: esplais, scouts, diablos o asambleas de jóvenes (participación comunitaria). Por otra parte, se identifica una (2) inquietud instrumental en el grupo por parte de los intervalos de 21-25 años, pero especialmente 25-30, vinculada a la búsqueda de espacios de transformación y trabajo local para conseguir objetivos concretos, por ejemplo vinculados a reivindicaciones en política pública. Una inquietud que encuentra respuesta en las plataformas de reivindicación de centros juveniles, pero también en las asambleas de jóvenes y en las coordinadoras de entidades juveniles que gestionan de forma cívica los propios centros juveniles.

Trayectorias articulatorias de los proyectos asociativos y su relación con las instituciones

En el análisis de las trayectorias de los proyectos colectivos se identifican una serie de regularidades vinculadas a la edad de sus miembros, y con efectos en las formas de relación con el resto de asociacionismo juvenil y las instituciones públicas. En primer término, se identifica como las inquietudes "finalistas" que caracterizaban las inquietudes de entrada en los colectivos de "participación comunitaria" devienen la principal actividad de los colectivos integrados por jóvenes de entre 15-25 años: esplais, scouts o asambleas de jóvenes en su vertiente de sociabilidad (A5; A8; P2). Una tendencia que, a medida que las personas más implicadas y activas van creciendo (20-30 años), se van orientando hacia actividades más relacionadas con inquietudes "instrumentales" que se caracterizaban por la búsqueda de la influencia o incidencia política en las instituciones mediante maneras de "participación ciudadana": reivindicaciones sociopolíticas (P1; C2). Finalmente, se identifican los colectivos formados por jóvenes de entre 25-35 años que proceden de trayectorias de hasta 10 años de asociacionismo juvenil que se orientan exclusivamente a la tarea "instrumental" de gestión de un centro juvenil a partir de la participación “cívica" (A3; P1).

Figura 5. Representación de la relación entre edad y tipología de los colectivos juveniles

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Notas: Círculos vacíos (grupos y entornos juveniles informales); en rojo (colectivos juveniles con proyecto comunitario); en naranja (plataformas juveniles demandantes de servicios municipales juveniles); y en verde (coordinadoras de entidades formales que gestionan servicios municipales -centro juvenil-). Fuente: Elaboración propia a partir del estudio de caso.

Esta comprensión de la variación de las inquietudes juveniles con relación al asociacionismo, si se aplica a las trayectorias de los proyectos articulatorios de los colectivos, permite comprender el inicio y desarrollo de las coordinadoras de entidades juveniles. A medida que las inquietudes finalistas se ven realizadas en el colectivo y los colectivos comienzan a marcarse objetivos instrumentales, ven la necesidad de relacionarse con otras entidades juveniles. En este sentido, se identifica una estrategia explícita sobre el fortalecimiento comunitario y la articulación entre asociacionismo juvenil en la Asamblea de jóvenes del Poblenou, y también del Clot, en torno a lo que llaman "arraigo" y creación del "movimiento juvenil" (A17; C3). Así lo expresa uno de los entrevistados:

"Nosotros nos esforzamos mucho por echar raíces y por tener relación con el resto de gente que hace cosas de cualquier tipo en el barrio. Pues es una forma imprescindible para intentar hacer llegar… que es muy importante agruparse, que es muy importante trabajar en comunidad y que se pueden transformar muchas cosas así, ¿no? Y demuestra que es una manera de funcionar diferente y no basada en los intereses de [...] la política a nivel institucional, de partidocracia". AO

En este sentido es que la actividad política y asociativa de las Asambleas de jóvenes del Poblenou y del Clot a partir del 2008 haría un giro y se orientarían en el trabajo conjunto con otros colectivos del barrio (A4; A16). Por un lado, iniciarían las reivindicaciones y campañas por un centro juvenil en los respectivos barrios; intentarían okupar espacios abandonados para autogestionar un espacio juvenil propio: La Forja del Clot (2006-2017) y en el Poblenou tres intentos fallidos hasta la okupación del Ateneo la Flor de Maig de carácter no exclusivamente juvenil (2012); y, por otra parte, conjuntamente con otras entidades juveniles constituir plataformas juveniles en torno a la reivindicación del Casal de Jóvenes y interlocutar con el ayuntamiento: en el Clot la Pinya (2008) y en el Poblenou los 9 gats del Taulat (2009) y la coordinadora la Xemeneia (2013).

En el Clot y Poblenou se identifica una trayectoria de articulación del asociacionismo juvenil, con sus avances y retrocesos, que a principios de la década de los 2000’ no tenía ningún tipo de coordinación, y que en el período de una década (2008-2018) ha articulado proyectos comunes de reivindicación de centros juveniles, ha generado estructuras de coordinación (por organizar las fiestas mayores, interlocutar con el ayuntamiento), y finalmente asumir la gestión de un equipamiento municipal (SM1; SM4). Por el contrario, en el Besòs y Sant Martí-La Verneda, y teniendo en cuenta el sesgo de composición histórica, socioeconómica, y de tejido asociativo, los colectivos juveniles han sido más débiles frente a los relevos generacionales internos y no se ha podido producir el nivel de maduración suficiente de los proyectos para iniciar proyectos de coordinación.

Así pues, como se representa en la Figura 6, se identifica una determinada trayectoria regular del asociacionismo juvenil en los diversos entornos y con distintas fases. En primer término, desde los grupos informales de amistades, se crean grupos y colectivos con fines comunitarios, o se entra a participar en colectivos ya existentes donde prevalece este fin de autorrealización personal en el grupo. A medida que los colectivos se consolidan, garantizan su relevo interno, generan entornos informales a su alrededor y conectados entre ellos. Es entonces que se convierten en espacios de referencia por la labor comunitaria realizada, y se puede considerar que los colectivos arraigan al territorio y a la comunidad. Cuando los miembros de estos colectivos van creciendo en edad y las entidades van orientándose hacia la vertiente instrumental de transformación social, los colectivos empiezan a girar su acción propia, su voluntad de relacionarse con el resto de entidades juveniles y la interlocución con la administración.

Figura 6. Representación del desarrollo de una trayectoria tipo de articulación del asociacionismo juvenil

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Notas: Círculos vacíos (grupos y entornos juveniles informales); en rojo (colectivos juveniles con proyecto comunitario); en naranja (plataformas juveniles demandantes de servicios municipales juveniles); y en verde (coordinadoras de entidades formales que gestionan servicios municipales -centro juvenil-). Fuente: Elaboración propia a partir del estudio de caso.

En este proceso, como apunta Andersson (2017) , es que se producen los aprendizajes colectivos e individuales sobre los códigos de interlocución con la administración y mayor competencia para establecer relaciones institucionales (redacción de permisos, proyectos, subvenciones o memorias). Se trata de una reflexión que también destaca el personal técnico y político entrevistado. Es el momento en que las entidades empiezan a articularse para lograr metas instrumentales y reivindicar, por ejemplo, un equipamiento juvenil. Es en este periodo de articulación que se generan sinergias entre entornos de los colectivos y entre los propios colectivos. El encuentro, no solo formal, entre colectivos y sus miembros genera las confianzas necesarias para posibilitar la formalización asociativa posterior. Cuando la coordinación se consolida, y si la administración da respuesta a las demandas, es cuando se da el contexto para la “innovación social” en la gobernanza y relación público-comunitaria, implicando al asociacionismo juvenil en una participación cívica y corresponsable de las políticas de juventud.

A partir de este proceso de articulación asociativa, en el papel desarrollado por el distrito de Sant Martí se identifican las tres estrategias de promoción de la participación juvenil contempladas por Rovira et al. (2019) . Por una parte, el apoyo al asociacionismo juvenil mediante subvenciones y provisión de infraestructuras para la organización de actividades comunitarias (conciertos u otros acontecimientos culturales) (SM1; SM2; SM7). Por otra parte, la creación e invitación activa para participar del Consejo de la Juventud de Sant Martí entre 2015-2019 y establecer relaciones formales sobre las reivindicaciones del tejido asociativo juvenil (SM2; SM4). Un órgano que las entidades conciben como poco adaptable a sus necesidades y a las de la juventud, y más orientado a las necesidades de la administración (P1; P4; C3), tal y como teorizan Taft y Gordon (2013) . En cambio, las relaciones formales bilaterales sí que han resultado prolíficas, ya que generan reconocimiento y confianza mutua para iniciar proyectos y retos comunes (A0; SM3). Por ejemplo, el diseño del equipamiento juvenil (2010 en Poblenou), negociar las condiciones de cesión de un espacio (2018 en el Besòs), o promover la “gestión cívica” de centros juveniles (2016 en Poblenou; 2015 en el Clot). Y finalmente, destaca la valoración positiva en la promoción de la corresponsabilidad cívica mediante el ofrecimiento para gestionar centros juveniles municipales, concretamente el 2014 en el Clot y el 2016 en el Poblenou (SM1; SM4).

En contraposición, se identifica el ofrecimiento de la gestión de un espacio público a la asamblea de jóvenes embrionaria del Besòs durante el 2018-2019 (SM5), cuando sus miembros aún están consolidando el propio proyecto comunitario (SM3). Una práctica que puede suponer un ahogo para el colectivo, ya que los integrantes se encuentran en un momento de motivación finalista o de sociabilidad. Por otra parte, en otro momento de desarrollo, cuando en el Poblenou y el Clot cuentan con coordinadoras juveniles que gestionan equipamientos, las instituciones solo atienden y legitiman la participación juvenil en estos espacios (SM1; SM7). Pero, en paralelo, se desarrollan proyectos comunitarios al margen del equipamiento y compuestos por otros jóvenes de entre 15-25 y que tienen otras motivaciones e inquietudes.




CONCLUSIONES


Desde este artículo se considera que, para analizar las dinámicas de participación juvenil, así como la adecuación de las políticas públicas, se requiere de una comprensión previa sobre la realidad asociativa juvenil del entorno. Y específicamente, tal y como apuntan Soler-i-Martí (2015) y Andersson (2017) , una compresión sobre las inquietudes que mueven a la juventud a asociarse e implicarse política y socialmente. El estudio de caso sobre el asociacionismo juvenil del distrito de Sant Martí de Barcelona durante el periodo 2003-2019 permite comprender la evolución de las asociaciones, la articulación entre ellas y la relación que desarrollan con la administración pública. Un análisis que permite también identificar las diferentes tipologías de entidades juveniles, pero también las diferentes inquietudes de la juventud para asociarse y la relación de estas con la edad y la etapa juvenil.

Tal y como describen Manning (2013) y Benedicto (2013) en las últimas décadas las formas de participación política juvenil se centran más en los colectivos de activistas, informales y no parlamentarios. En este sentido, en el caso estudiado se identifican cuatro tipologías de entidades y maneras de participación juvenil de este tipo. Por una parte, se encuentran los “grupos informales” de jóvenes agrupados acerca de algún interés social común (participación social), y los “colectivos o asociaciones con proyecto comunitario” vinculado a la educación, a la cultura popular o al activismo vecinal (participación comunitaria). En ambos casos suelen estar integrados por jóvenes de entre 15-25 años. Por otra parte, están las “plataformas reivindicativas” demandantes de políticas juveniles (participación ciudadana), y las “coordinadoras de entidades” que organizan la fiesta mayor o gestionan un centro juvenil (participación cívica). Ambas integradas por jóvenes que previamente han formado parte de alguna entidad y que ya tienen entre 25-30 años.

Esta regularidad entre los tipos de asociacionismo juvenil y las edades de sus integrantes evidencia una relación entre las inquietudes de la juventud para asociarse y el momento vital de desarrollo personal de la juventud. A partir de la consideración que apuntan Quintelier (2007) y Nikolayenko (2008) , sobre el efecto del ciclo vital de los jóvenes, cuanto más jóvenes más se mueven por una inquietud de protesta política y social, y cuanto más mayores por un interés en la política institucional. Concretamente, mediante este estudio de caso se identifica una “inquietud finalista” y de autorrealización en el grupo, por parte de los intervalos de 15-20 años, y en parte 20-25, vinculada a la búsqueda de espacios de sociabilidad y de construcción de identidad colectiva. Y una “inquietud instrumental” en el grupo por parte de los jóvenes de 21-25 años, pero especialmente 25-30, vinculada a la búsqueda de espacios de activismo local con objetivos vinculados a reivindicaciones en política pública. La inquietud finalista encuentra respuesta tanto en grupos informales de ocio como en colectivos que centran su actividad en la organización de actos culturales dirigidos a la comunidad. En cambio, la inquietud instrumental encuentra respuesta en plataformas, asambleas reivindicativas o en coordinadoras de entidades juveniles que se responsabilizan de la gestión de un centro juvenil o interactúan con la administración.

Frente a la necesidad, a la que apuntan Taft y Gordon (2013) , de reorientar las políticas de promoción de la participación juvenil hacia sus inquietudes, en este estudio se identifican unas trayectorias regulares de los colectivos juveniles que permiten repensar la adecuación de las políticas en función de cada contexto asociativo. En primer término, desde los grupos informales de amistades se crean colectivos con fines comunitarios, o se decide entrar en colectivos ya existentes. A medida que se consolidan los colectivos, sus proyectos e integrantes van creciendo en edad, la actividad del colectivo empieza a virar desde una vertiente finalista de autorrealización propia hacia una instrumental de transformación social. En este momento las entidades comienzan a articularse a través de plataformas con metas instrumentales, como por ejemplo reivindicar un centro juvenil. Cuando la coordinación formal e informal se consolida, y la administración da respuesta a las demandas, es cuando se da el contexto de “innovación social” en la relación público-comunitaria y una coordinadora de entidades juveniles se responsabiliza de la gestión de un equipamiento juvenil.

A partir de estos resultados cabe considerar, para futuras líneas de investigación, la adecuación de las políticas de promoción de la participación y asociacionismo juvenil a estas dinámicas asociativas, sus inquietudes grupales y sus edades. Pues las administraciones municipales tienden a promover políticas de participación juvenil de forma homogénea, indistintamente de los contextos y sus edades. Una homogeneidad de trato que puede generar, por una parte, una dinámica de exigencias y responsabilidades a proyectos juveniles demasiado incipientes, derivando en ahogamiento o cooptación. Por ejemplo, cuando se propone a entidades embrionarias asumir la gestión de un equipamiento público, en un momento en el que sus miembros aún están consolidando el propio proyecto comunitario. Y, por otra parte, también cabe contemplar para futuras líneas de investigación, el hecho al que apunta incipientemente el estudio de caso, de que la gente joven que ha formado parte del desarrollo de los diferentes estadios del movimiento juvenil, cuando han pasado a una edad más adulta (30-40 años), se han convertido en las personas activas del asociacionismo vecinal del barrio en general. Estos resultados han de permitir repensar las políticas de promoción de la participación hacia la complementariedad entre las distintas tipologías de asociaciones y, por lo tanto, el tipo de relación a desarrollar desde la administración hacia la diversidad de entidades de forma paralela.




NOTAS


1 Según datos del Ajuntament de Barcelona (2017) el índice de la renta familiar de los barrios de Sant Martí en relación con la media de Barcelona evidencia grandes desigualdades: Vila Olímpica del Poblenou (164,2), Diagonal Mar-Front Marítim del Poblenou (150,1), Provençals del Poblenou (102,3), Parc y Llacuna del Poblenou (100,4), Poblenou centro (99,9), Clot (83,6) Camp de l’Arpa del Clot (81,7), Sant Martí de Provençals (67,4), Besòs y Maresme (60,4) y Verneda-La Pau (57,0).

2 La Assemblea de Joves del Poblenou (AJP-Arran) es un colectivo juvenil, que se define como independentista, socialista y feminista, formado por jóvenes de entre 15 y 25 años que se constituyó en 2002 y del que han formado parte más de 60 jóvenes de forma activa durante el periodo 2002-2016. El número de "militancia" ha oscilado entre los 8-20 integrantes (sin contar colaboradores).

3 Las citas correspondientes al trabajo de campo se referencian con una letra y un número de identificación: entrevistas a miembros de la Assemblea de Joves del Poblenou- Arran (A); del CSOA La Teixidora (T); de otras entidades del Poblenou (P); del Clot (C) y a cargos políticos y técnicos del Distrito de Sant Martí (SM). La investigación se desarrolla mediante un código ético en el que la citación sería mediante códigos y garantizando el anonimato.

4 Todas las citas han sido transcritas y traducidas literalmente del catalán al castellano.


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