Artículos / Articles
Universidad de Valladolid, España. mms@soc.uva.es
Universidad de Valladolid, España. almudena@soc.uva.es
Revista Española de Sociología (RES), Vol. 31 Núm. 2 (Abril - Junio, 2022), a99. pp. 1-19. ISSN: 1578-2824
Recibido / Received: 02/09/2021
Aceptado / Accepted: 09/12/2021
RESUMEN
En este artículo se da cuenta del papel del padre en las tareas domésticas y en la crianza, atención y cuidados de sus hijos e hijas de acuerdo con el análisis de los discursos de los niños y niñas. Conforme a una muestra estructural se realizaron tres grupos de discusión y dos entrevistas abiertas a niños y niñas de entre 12 y 14 años residentes en la Comunidad de Madrid. La conclusión más relevante es que el lugar que se tiene en la estructura sociolaboral incide sustancialmente en esta cuestión, si bien, este condicionamiento se encuentra mediatizado por el género: en todos los casos, incluso en las familias más igualitarias, las mujeres asumen más responsabilidades y tareas. Este estudio, tanto por el procedimiento empleado como por los aportes suministrados, constituye una novedosa contribución al corpus teórico y metodológico de los estudios sobre la infancia y la nueva paternidad.
Palabras clave: Análisis del discurso, infancia, nueva paternidad, paternofilialidad, tareas domésticas.
ABSTRACT
This article provides an account of the role of fathers in domestic chores and in the upbringing, care and attention of their offspring according to the analysis of the children's discourses. In accordance with a structural sample, three focus groups and two interviews were conducted with children between 12 and 14 years of age residing in the Community of Madrid. The most relevant conclusion is that the place one has in the sociolabour structure has a substantial influence on this issue, though this conditioning is mediated by gender: in all cases, even in the most egalitarian families, women assume more responsibilities and tasks. This study, both in terms of the procedure it employs and the insights it provides, constitutes a novel contribution to the theoretical and methodological corpus of studies on childhood and new fatherhood.
Keywords: Discourse analysis, childhood, new fatherhood, paternofiliality, domestic chores.
En la última década se han incrementados los estudios sobre el papel del nuevo padre en el bienestar infantil. Esto se debe a los cambios familiares que han tenido lugar por la incorporación considerable de la mujer al mercado de trabajo, el declive del modelo familiar de varón sustentador, el auge de la familia de dos sustentadores económicos, los problemas de conciliación laboral y familiar, así como la generalización de nuevas formas de familia denominadas “frágiles”. “Familias frágiles” es un término acuñado por MacLanahan (2004) para referirse a las parejas con hijos en las que se dan situaciones de precariedad sociolaboral y económica, como consecuencia de no estar casados, una ruptura familiar o una reconstitución familiar, lo que favorece la reproducción de la desigualdad y los destinos divergentes entre los niños. Generalmente se estudian desde el enfoque de las relaciones que se establecen entre padres e hijos en este tipo de familias, habiéndose realizado estos estudios en Estados Unidos (en adelante EE.UU.). Estas se caracterizan por la complejidad, precariedad e inestabilidad producida por el tipo de unión, la ruptura, así como la situación laboral y formativa de los padres, que condicionan la situación económica, relacional y emocional con sus hijos e hijas (Carlson y McLanahan, 2004; McLanahan y Wade, 2015; Raymo y Iwasaw, 2017). En definitiva, los cambios familiares mencionados han propiciado un nuevo papel de padre, asociado asimismo con el incremento de las familias de dos sustentadores y con los cambios que esto significa respecto a la responsabilidad parental y la igualdad del género. Los estudios realizados han puesto la atención en la situación económica de las familias, las relaciones entre los miembros y el nuevo rol materno y paterno surgido de la nueva situación familiar. Son numerosos los estudios que han tratado esta temática, fundamentalmente en EE.UU., destacando las dificultades de conciliación en la crianza, tales como la gestión de los tiempos laborales y de cuidados asociados a las transformaciones familiares citadas anteriormente. El auge de las familias de dos sustentadores, de las cohabitantes y monoparentales, así como los avances en la igualdad de género, se proyectan en la resignificación del papel del padre (Alle y Daly, 2002; Cahn, 2018; Härkönen et al, 2017).
Son numerosos los estudios realizados en los últimos años sobre la nueva paternidad, tomando como referencia datos cuantitativos basados, fundamentalmente, en las “Encuestas del Uso del Tiempo” (Bianchi et al., 2006; Raley et al., 2012), sin embargo, son escasos los estudios que han abordado la nueva implicación paterna según una perspectiva sociológica cualitativa, y menos de acuerdo con el relato de la propia infancia (Barbeta, 2018; Jurado-Guerrero et al., 2019). El trabajo del que emana este artículo es uno de ellos. El objetivo de este artículo es aportar nuevos indicios sobre el papel del padre en las tareas domésticas y en la crianza, cuidado y atención de sus hijos según el análisis del discurso de sus hijos e hijas.
En las páginas que siguen se expone el marco teórico en el que se sustenta la investigación, se enuncia la metodología a la que se ha recurrido, en la que se incluye el diseño de la muestra estructural y la ficha técnica de la misma, se da cuenta del análisis de la materia prima generada en los grupos de discusión y entrevistas abiertas realizadas, así como de sus resultados y, por último, se formulan las conclusiones amparadas en el debate producido al relacionar las referencias teóricas con el análisis y los resultados obtenidos.
En las últimas décadas se han producido grandes avances en los estudios comparados referidos a la nueva paternidad en el ámbito europeo (Fallesen y Gähler, 2019; Gregory y Milner, 2011; Martin, 2019). Estas investigaciones han estudiado la crianza y cuidado según el grado de individualización, proceso característico de la sociedad actual y altamente referenciado en la literatura, la clase social o el diferente grado de interiorización normativa1 de la nueva masculinidad corresponsable (Lareau, 2003; Plantin, 2007; Gillies, 2009) en España hay aspectos que sólo han sido tratados parcialmente (Day y Lamb, 2004). Han sido escasamente tratados los efectos de la estratificación social respecto a los progresos de la igualdad de género (Abril, 2018; González y Jurado, 2015; Flaquer et al., 2016), la incidencia de los estilos parentales diferenciados (Lamb, 2004), las diferencias de género existentes en las estrategias de conciliación y, por tanto, en el ejercicio de roles parentales (O’Brien, 1996), o las cuestiones de políticas familiares y de infancia (Hobson y Morgan, 2002), fundamentalmente, debido a la escasez de fuentes disponibles para tales ejercicios analíticos. Más escasos son aún los estudios sobre los estilos parentales y la nueva paternidad tratados desde un análisis cualitativo para el caso español, como es el de Barbeta y Cano (2017). Según los resultados de este estudio, las relaciones con los hijos se individualizan, ya no dependen tanto de modelos normativos tradicionales sino de relaciones que se van construyendo en la intersubjetividad de la relación. Los discursos de los padres a este respecto son ambivalentes y contradictorios respecto al eje tradicionalismo-debilitamiento del papel normativo del padre. Por lo general, los investigadores han tratado de aproximarse al nuevo papel del padre desde el paradigma de la diversificación y pluralización familiar cuyo máximo exponente es el declive del modelo familiar de “male breadwinner” en favor de la familia de dos sustentadores económicos (Lewis, 2002; Pfau-Effinger, 2004; Schmidt, 2018). Estos estudios han puesto el foco en la transformación y complejidad del rol materno como consecuencia de su progresiva incorporación al mercado laboral y a la vida pública, dejando al margen las consecuencias que este proceso ha tenido en la resignificación del nuevo padre. Es en 1987 cuando Lamb publica su libro, ya clásico, sobre las dimensiones de la implicación del padre. Estudio que ha servido como referente indiscutible para fundamentar una nueva línea de investigación sobre la nueva paternidad. En este estudio Lamb ser refiere a tres dimensiones de la implicación paterna: accesibilidad (dedicación en tiempo a la crianza), interacción (estrategias y actividades que realiza con el niño), y responsabilidad (implicación con las tareas que requieren programación, dedicación e interacción). Esta última sería la aglutinadora de las dos anteriores y la más difícil de medir con las fuentes disponibles. Estas tres dimensiones continúan estando presentes en la investigación sobre la nueva paternidad, especialmente en EE.UU., en donde estos conceptos son el eje central de los modelos analíticos que tratan de explicar las complejidades y contradicciones existentes en la figura del nuevo padre (Pleck y Masciadrelli, 2004). De acuerdo con estas categorías, numerosos investigadores han realizado estudios sobre los factores que inhiben o favorecen la implicación paterna (Shannon et al., 2002; Day y Lamb, 2004; Pleck y Masciadrelli, 2004; Palkovitz, 1997), además de avanzar hipótesis sobre la denominada nueva paternidad (Dermott y Miller, 2015). Estos estudios han sentado las bases teóricas y metodológicas para diseñar modelos interpretativos con los que analizar la nueva paternidad, sin embargo, no contemplan dimensiones claves que afectan a esa nueva paternidad, como es la posición ocupada por el padre en la estructura sociolaboral, de acuerdo con la formación y cualificación requerida para el desempeño del empleo ocupado y si éste se ejerce en el sector público o privado. Cubrir esta carencia teórica y empírica es precisamente uno de los objetivos de este artículo.
Asimismo, en los últimos años se ha desarrollado una línea de trabajo en sociología de la infancia y la juventud en psicología y sociología que ha puesto el foco en la voz de los niños y niñas (Moreno Mínguez, 2020; Lay-Lisboa y Montañés, 2017 y 2018; Ben-Arieh, 2014; Casas et al., 2014; Gaitán, 2006; Meil, 2006; Megías, 2002), pero son escasos los estudios que se han centrado en analizar el discurso de los niños en relación con la implicación del padre (Barbeta, 2018). Partiendo de este corpus teórico, el artículo que aquí se presenta trata de paliar ese déficit y aportar nuevas evidencias empíricas sobre la paternidad según el análisis de los relatos de los niños y niñas.
De acuerdo con Lewis y Lamb (2007), los avances científicos producidos en esta materia se han visto obstaculizados por la ausencia de paradigmas teóricos suficientemente argumentados con los que contextualizar y diferenciar la paternidad como una actividad, una cuestión biológica, un estado o una tendencia social. El término está siendo objeto de debate en la literatura científica para definir las prácticas, actitudes y discursos que se producen respecto a esta acepción en transformación (Daly, 2017; Martin, 2019), que en escasas ocasiones se ha hecho analizando el discurso de los niños y niñas al respecto. Esta indeterminación se ha reflejado en los modelos analíticos que los diversos paradigmas sociológicos, antropológicos, demográficos y económicos han desarrollado para comprender el significado de la nueva paternidad y los factores que la determinan.
Sirva como contextualización para el análisis los estudios realizados en EE. UU. que han evidenciado cómo la situación económica de los padres incide en los estilos parentales más o menos implicados con los hijos. A menor educación e ingresos, menor implicación con los hijos (Feinberg, 2003). En Estados Unidos, los resultados han mostrado que cuando el padre está desempleado y tienes estudios básicos la corresponsabilidad en el cuidado no es significativamente mayor que en los ocupados (Waller, 2012; Gough y Killewald, 2011; Agostinelli et al., 2020). En el caso europeo, por el contrario, los estudios constatan que los padres desempleados dedican más tiempo al cuidado de los menores que los que trabajan aunque es de peor calidad, no perdurando en el tiempo y se encuentra supeditado a si la madre tiene o no empleo (Sayer et al, 2004; McKee-Ryan et al., 2005; Gutiérrez-Doménech,2010; Flaquer et al., 2016); Estos estudios evidencian, por un lado, el efecto de la condición socioeconómica en las prácticas parentales y su efecto reproductor de la desigualdad y, por otro, la desigualdad de género existente en el cuidado y atención de los niños y niñas.
La literatura internacional advierte sobre la necesidad de avanzar en la nueva paternidad como área de conocimiento inexplorada (Allred y Burman, 2005). Los análisis realizados por la psicología, teniendo como sujeto de análisis a los niños, se han centrado básicamente en analizar el bienestar infantil subjetivo, siendo la implicación de los padres una dimensión que no ha recibido mucha atención en los estudios, salvo algunas excepciones (Casas et al., 2014; Moreno Mínguez, 2020). De hecho, son escasas en España las investigaciones desde una perspectiva cualitativa que ponen el foco en los niños y niñas y la implicación de los padres, y cuando se ha realizado, básicamente se han centrado en analizar las relaciones entre padres e hijos y su incidencia en la educación, fundamentalmente desde la perspectiva y discurso de los padres (Megias, 2002; Rodríguez y Megías Queirós, 2005; Meil, 2006). El trabajo de O'Brien (1996), pionero en la escena internacional, es el primero que analiza la imagen que tienen los hijos acerca de la paternidad. En España, el estudio cualitativo de Barbeta (2018) concluye que los niños y jóvenes tienden a legitimar la dimensión tradicional del padre como principal proveedor económico y de la madre como cuidadora, reproduciéndose así la desigualdad en el trabajo familiar. Este resultado en parte cuestiona lo nuevo de la implicación paterna. Estudio que está en la línea de los resultados obtenidos por Gregory y Milner (2011) sobre la representación pública de las características del nuevo padre en el discurso político y mediático en Francia y Reino Unido. Asimismo, algunos estudios han puesto el interés en comparar las percepciones de padres e hijos sobre lo que significa ser un buen padre. A este respecto destacan coincidencias entre las miradas de los hijos y los padres en el valor expresivo del modelo de ser un buen padre (Morman y Floyd, 2006). Sin embargo, estos estudios no develan las concretas singularidades de la nueva paternidad de acuerdo con la visión de los niños.
Las investigaciones realizadas no aportan información sobre cómo la representación discursiva de los niños sobre la implicación del padre está mediada por los efectos de la condición socioeconómica y la construcción cultural existente sobre los roles de género. Si bien, se ha de decir que los estudios realizados desde la perspectiva del padre han evidenciado la existencia de un claro efecto de la estructura social y de la situación laboral de los miembros de la pareja en el grado de implicación del padre. Estos estudios ponen de manifiesto que a mayor nivel de instrucción educativa de los padres y mejor situación laboral, mayor implicación del padre en el cuidado y atención de los menores (Plantin, 2007; Gillies, 2009; Flaquer et al., 2016).
De acuerdo con los resultados referidos en estos antecedentes científicos, el propósito de este estudio es analizar, desde una perspectiva de género, el discurso de los niños sobre la paternidad de acuerdo con la posición de su padre en la estructura sociolaboral. La investigación de la que se nutre este artículo, tanto por el procedimiento empleado como por los aportes que suministra, se propone contribuir al corpus teórico y metodológico de los estudios en España sobre la infancia y la nueva paternidad.
El objetivo de la investigación, como se ha mencionado, es dar cuenta del papel del padre en el hogar de acuerdo con el análisis del discurso de sus hijos e hijas. Préstese atención al verbo analizar, pues si bien se expone la percepción que la infancia tiene de sus progenitores respecto a esta cuestión, este artículo no se limita a ofrecer los respectivos relatos de los niños y niñas sino que se analizan sus discursos con los que dar cuenta del papel de padre en las tareas domésticas y en la crianza, atención y cuidados de sus hijos e hijas. Esto es, no solo se expone lo que se dice, sino también qué se dice cuando se dice lo que se dice y desde dónde se dice.
La introducción de la voz de los niños es un instrumento hermenéutico y metodológico relevante, ya que permite indagar en los aspectos relacionales y culturales políticamente arraigados en los procesos de sociabilidad generacional (Carnevale, 2020; Esser et al., 2016). La incorporación de las voces de los niños a los estudios sobre la familia implica una orientación hermenéutica basada en la caracterización que hace de la etnografía interpretativa como descripción densa (Geertz, 1973).
De acuerdo con el objetivo enunciado, se estimó pertinente y necesario recurrir a una metodología cualitativa/estructural con la que obtener materia prima discursiva en las reuniones convocadas de acuerdo con una muestra estructural, diseñada siguiendo el principio de representatividad socioestructural (Mejía, 2000; Montañés y Lay-Lisboa, 2016).
El trabajo de campo se realizó en tres centros educativos de Madrid. Para facilitar la selección de los participantes cada centro se correspondía con las características socioeconómicas que definen cada grupo de discusión. Se contactó con la dirección y con las Ampas de los centros, a las que se les solicitó su colaboración en la selección del alumnado que voluntariamente, y sin ningún tipo de gratificación, ni económica ni académica, quisieran participar en los grupos de discusión. Firmando un consentimiento conformado en el que, entre otras cuestiones, se garantizaba el anonimato tanto del centro como de los/as participantes. La selección de los/as participantes requirió contactar con los padres (madre y padre) de los mismos, los cuales también firmaros el consentimiento conformado. Por último, se les preguntó a los y las intervinientes si estaban al tanto del estudio y si participaban voluntariamente. En todos los casos la respuesta fue afirmativa.
Tras la revisión bibliográfica relacionada con el tema objeto de estudio (Ajenjo et al., 2018; Gracia y Esping-Andersen, 2015; Gough y Killeward, 2011; Monna y Gauthier, 2008) se consideró, como se puede apreciar en la Figura 1, que la mayor o menor atención y cuidado de los hijos e hijas se encuentra condicionada por la posición que el progenitor ocupa en la estructura sociolaboral, definida ésta por el eje que determina una mayor o menor disponibilidad horaria (concretándose la misma según el empleo se desempeñe en el sector privado o público) y por el eje que califica el empleo según sea éste más o menos cualificado (Gracia y Ghyselsb, 2016; Falquer et al., 2016; Feinberg, 2003). El cruce de esto dos ejes, como se puede apreciar en la Figura antes mencionada, determinaron tres grupos de discusión formado por niños y niñas con edades entre 12 y 14 años. Uno constituido por hijos e hijas cuyos padres cuentan con un empleo altamente cualificado en el sector público; un segundo, constituida por hijos e hijas cuyos padres tienen un empleo de baja o media cualificación en el sector público; y un tercero, constituido por hijos e hijas cuyos padres tienen un empleo no cualificado en el sector privado.
Figura 1. Representación Gráfica de la Muestra estructura (I).
Siendo la composición de cada grupo, formado por niños y niñas entre 12 y 14 años, la siguiente:
Grupo de discusión 1
• Cuatro chicos cuyos padres trabajan en el sector público y ocupan un trabajo que requieren una formación superior (médicos, profesores, técnicos superiores de la administración)
• Cuatro chicas cuyos padres trabajan en el sector público y ocupan un trabajo que requieren una formación superior (médicos, profesores, técnicos superiores de la administración)
Grupo de discusión 2
• Dos chicos cuyos padres trabajan en el sector público y ocupan un trabajo que no requieren apenas formación académica (jardinero y ordenanza)
• Dos chicas cuyos padres trabajan en el sector público y ocupan un trabajo que no requieren apenas formación académica (conserjes y jardineros)
• Dos chicos cuyos padres trabajan en el sector público y ocupa un trabajo que requiere una formación media (auxiliares administrativos y enfermeros)
• Dos chicas cuyos padres trabajan en el sector público y ocupan un trabajo que requiere una formación media (administrativos, técnicos medios)
Grupo de discusión 3
• Cuatro chicos cuyos padres trabajan en el sector privado y ocupan un trabajo que no requiere apenas formación académica (trabajadores no cualificados de la construcción y de la industria).
• Cuatro chicas cuyos padres trabajan en el sector privado y ocupan un trabajo que no requiere apenas formación académica (trabajadores no cualificados de la construcción, y del sector servicio).
Con el fin de indagar sobre la incidencia del enfoque de género, a estas tres reuniones grupales se sumaron, como se puede observar en la Figura 2, dos entrevistas abiertas. Una en la que el sustentador económico del hogar es el padre, otra en la que la sustentadora es la madre.
Como se puede observar, en la muestra no se cruza, ni mucho menos, todas las reuniones o categorías resultantes de la aplicación de los ejes considerados pertinentes. No se hace porque no se ha de confundir la muestra estructural con la estadística estratificada. La muestra estructural no responde a criterios estadísticos estratificados, ni a la mera yuxtaposición acrítica de estructuras sociales. La muestra estructural selecciona a los participantes por criterios de comprensión y de pertinencia, donde la saturación y su representatividad vienen dadas por incluir todos los grupos que reproduzcan mediante sus discursos relaciones relevantes sobre la problemática objeto de estudio (Ibáñez, 2003). Las reuniones y entrevistas produjeron textos, convirtiéndose los mismos en unidades de análisis. Procediéndose a la interpretación de manera artesanal. Siguiendo a Montañés y Lay-Lisboa (2019), en una prefase, se transcribieron los grupos de discusión y entrevistas, generándose un texto único en el que, en una primera fase, se señalaron los fragmentos literales que informaban respecto a la temática objeto de estudio, organizándose la información mediante su codificación y categorización, y en una segunda, se procedió a la interpretación crítica mediante la inferencia discursiva con la que atender las demandas formuladas en los objetivos de la investigación.
Figura 2. Muestra estructural II.
Según el análisis de los relatos de los niños y niñas participantes en el estudio se puede colegir que la situación sociolaboral de los padres, acotada de acuerdo con la formación y la titularidad del empleo (sea ésta pública o privada), es una variable que condiciona la participación de los padres en las tareas domésticas y atención que éstos les dispensan.
En los hogares en los que los padres poseen estudios superiores y tienen un empleo cualificado en el sector público, hay un reparto más igualitario de las tareas domésticas y atención de sus hijos e hijas. Los padres hacen las camas, preparan el desayuno, cocinan, limpian la casa, sacan la basura, ponen lavadoras, tienden la ropa, planchan, llevan a sus hijos al colegio y a las actividades extraescolares, y ayudan a éstos en las tareas escolares.
Contarme qué cosas veis que hace vuestro padre en casa, ¿de qué cosas se encargan de la casa?: A veces tiende y quita el tendero. También plancha. Y así en cuanto la casa además de cocinar…no mucho más. Así cuando alguien sale de casa y la basura está llena pues la lleva […] Muchas veces cocina y siempre se queja que nosotros no hacemos nada de la casa, y siempre dice que siempre tiene que estar haciéndolo él o mamá […] El mío hace la cama, limpia un poco la casa y luego ya se pone a cocinar y a limpiar la cocina […] Si, y si hay algún proyecto [escolar] también me ayuda. Es el que más me ayuda. […] Yo estudio flauta travesera y lenguaje musical y coro (GD1) […] ¿Quién te lleva? Normalmente mi padre porque tiene coche. Y sino yo, muy pocas veces voy yo sola en autobús (GD1).
¿Qué soléis hacer con vuestro padre desde que empieza el día hasta que se acaba?: Primero nos lleva en coche al instituto, por la mañana, primero deja a mi hermano y luego me deja a mí y se va al cole) […] Mi padre me prepara el desayuno, voy abajo, desayuno […] Luego me lleva al colegio y después del colegio me pregunta que tal en el cole (GD1).
¿Y con las tareas escolares?: No suelo tener problema normalmente, pero en cuanto a lengua o inglés me suele ayudar más mi padre y otras asignaturas mi madre […] Estoy ahí con libertad, me lleva a natación, normalmente mi madre y me recoge en natación, pero en bádminton y natación voy en bus, a natación voy en tren y vuelvo en bus y a bádminton voy después del insti, que es en el insti, y después me recoge mi padre (GD1).
En los hogares en los que el padre trabaja en el sector público, pero su formación es media o baja, no solo la participación es menor, sino que además la iniciativa y la organización de las actividades recae en gran parte en las madres, limitándose éste, en no pocas ocasiones, a ayudar en las mismas.
A mí me levanta mi madre, aunque depende porque si tiene que hacer alguna cosa o está con mi hermana también me levanta mi padre […] Si me levanto tarde para llegar me lo prepara mi madre sino de normal me lo preparo yo […] A mí me lo prepara mi madre que sino no me da la vida (GD2).
¿Entonces lo suelen preparar las madres?: Si los fines de semana los prepara mi padre […] Mientras mi madre está cocinando, mi padre pone la mesa y le ayudamos, y luego como mi madre es la última en sentarse a la mesa pues mi padre termina siempre antes y empieza a recoger y mi madre está empezando, mi madre le dice te estas quieto y cuando termine yo lo hago yo (GD2).
Y, por ejemplo, ¿quién pone la lavadora, tiende la ropa? Ponerla la pone mi madre, pero luego para tenderla lo hacen los dos. Poner la lavadora la suelen poner los dos pero planchar, mi padre no sabe y es mi madre la que plancha siempre (GD2).
¿Con la plancha pasa lo mismo en otras casas? Mi padre tampoco plancha. Mi madre dice que mi padre plancha mal y no le deja planchar [risas]. Es verdad que mi madre es la que lo tiene todo organizado, pero mi padre cuando se descuida mi madre coge y se pone a barrer y mi madre se estresa y le dice no te puedes esperar un rato. En mi casa es mi madre la que está organizando todo, barrer barren los dos, pero mi madre si no tiene nada que hacer se pone a limpiar la casa y mi padre la dice por ejemplo si ya ha barrido el día anterior que no tendría que volver a barrer o pasar la aspiradora que no se había vuelto a generar polvo todavía […] En mi casa lo hace todo mi madre, ella pone la lavadora y mi padre le ayuda a tender (GD 2).
Y aún es menor la contribución, incluso en algunos casos es escasa, en los hogares en los que el padre trabaja en el sector privado y su formación es baja. El padre no está completamente ausente, pues además de realizar alguna tarea en el hogar suele compartir horas de ocio y compañía en general con sus hijos e hijas, pero es la mujer la que, en gran parte, asume todas las tareas domésticas.
Pero casi todos los días me hace ella el desayuno. Mi madre me hace la comida y se vuelve a ir a trabajar. Y me dice que la vaya a buscar. A mi padre no le veo porque llega tarde. Mi madre es la que cocina […]
¿Y la limpieza quién la hace?: Mi madre [todos/as los niños/as]. Bueno, mi padre friega los platos cuando terminamos de comer (GD3)
¿Y quién os lleva al médico?: Mi madre es la que me lleva el médico. Alguna vez cuando es algo grave y tengo que ir al hospital también me lleva mi padre, pero pocas, que yo recuerde de cinco una vez, el resto es mi madre quien me lleva. Mi madre me lleva al médico, mi padre a veces. Los dos, pero mi madre más (GD3).
Y cuando hay reuniones en el cole con las tutoras o profes, ¿quién va?: Mi madre. A mí también mi padre (GD3).
¿Quién se preocupa de que os peinéis, duchéis o de lavaros los dientes?: Eso mi madre (risas) Mi madre es la que me dice que me peine, pero yo me lavo solo los dientes (GD3).
Junto al eje sociolaboral ha de contemplarse el del género, pues éste asimismo condiciona el reparto de las tareas domésticas y la atención de los hijos e hijas. En los hogares en los que las mujeres carecen de empleo, independientemente del sector o cualificación de sus cónyuges, ésta son las que asumen gran parte de la responsabilidad de las tareas, no produciéndose una situación similar cuando la mujer es la sustentadora principal y el hombre carece de empleo. En esto casos, las mujeres siguen, en la medida de la disponibilidad horaria adscrita a su jornada laboral, asumiendo, los días laborales y festivos, las tareas que asumiría si carecieran de empleo. La mujer con empleo no resta, igual que el hombre, tareas domésticas cuando tiene un empleo y su cónyuge carece del mismo.
¿Te preparas tú el desayuno? ¿Sí? ¿Siempre te lo preparas tú o hay alguien suele preparártelo de vez en cuando?: A veces mi madre lo prepara, pero otras veces soy yo.
Háblanos de las tareas de casa. ¿Cómo las repartís en la familia? Es que a veces lo hace mi madre y otras veces mi padre. Con mi padre suelo cocinar, pero vamos, muy de vez en cuando, algún postre o galletas. Y con mi madre pues a veces algo de comida, si la puedo ayudar pues…, tal. […] y los fines de semana pues mi madre hace la comida o plancha, o vamos (E2, la madre es la sustentadora económica del hogar).
Bueno yo si me levanto con hambre pues cojo un bollo del armario y ya está. Y desayunas…. Bueno hay veces que mi padre hace algo, tostadas […]
¿Y tu madre? Qué hace: Me hace siempre la comida, la cena. Si.
¿Y quién hace todas las tareas de casa?: Mamá sobre todo se encarga de eso.
¿Y qué cosas de casa son esas para que me haga una idea?: Pues limpia los baños y no sé. Y no sé.
¿Tu habitación quien la arregla?: Recogerla la recojo yo, el polvo bueno, algunas veces lo he quitado yo, otras veces lo ha quitado ella. Y, por ejemplo, el sofá, el salón que esté ordenado… Lo hace ella. Y por ejemplo lavar las cosas, coméis y luego lavar todo. Si, ella también lo hace.
Y la comida por ejemplo, ¿Quién la hace?: La hace mamá y a veces también papá.
¿Y de qué depende que la haga uno u otro?: Pues no sé, de que mi padre tenga tiempo para hacerlo o no.
¿Entonces, tu madre se encarga de casi todas las tareas de casa?: Sí, porque está aquí en casa (E1, el padre es el sustentador económico del hogar).
En estos casos, el condicionante del eje de género se aprecia de manera más clara que en otros hogares en los que los que aparentemente el reparto de las tareas doméstica es más igualitario. En los hogares en los que los padres tienen estudios superiores y trabajan en el sector público es necesario aplicar un zoom analítico de proximidad con el que visionar de manera más precisa su participación en las tareas en el hogar. Es necesario observar la diversidad, la frecuencia, la intensidad de las acciones que realizan los padres y madres respectivos en esos hogares.
Si se indaga sobre la diversidad, se puede apreciar que incluso en estos hogares en los que la participación de los padres en las tareas del hogar es amplia, siempre hay actividades que no asumen
A veces tiende y quita el tendero. También plancha. Y así en cuanto la casa además de cocinar…no mucho más (GD1).
Pues en mi casa, mi padre se suele encargar de la terraza y de la comida, de fregar y de barrer. Y mi madre de planchar y limpiar los baños y salón […] Pues en mi casa los dos para cocinar se van turnando en el día a día. Mi padre hace más cosas de arreglar y eso y mi madre barrer, fregar [...] Mi padre, por ejemplo, recoge el jardín, hace la comida, pone la mesa y mi madre hace las cosas típicas, plancha, recoge la ropa… (GD1).
Lo mismo se puede decir sobre la frecuencia. No solo hay tareas que en la mayoría de los casos son asumidas por las mujeres sino además no siempre las que son realizadas por los hombres las hacen con la misma frecuencia.
Mi padre, alguna vez plancha […] Pues yo mi madre normalmente es la que hace la mayoría de las cosas y mi padre pues cocina cuando es más, cuando viene mucha gente a casa a comer o cenar, comida más grandes, más especial por así decirlo […] Y mi padre, por ejemplo, cuando es navidad o es una fiesta (GD1).
Ídem respecto a la intensidad. La actitud mostrada por el padre propicia que, en ocasiones, se use la palabra ayuda para referirse a su contribución y no se mencionen expresiones que remitan a la corresponsabilidad.
Mi padre eso, cocinar, ayuda más o menos en todo, barrer, tender la ropa y esas cosas […] Y luego mi madre es la que lava, tiende…y mi padre pues cuando está en casa si ayuda en todo […] A mí, mi padre como vivimos en un pueblo pues está fuera haciendo algunas cosillas y mi madre lo normal de la mujer, hace la comida, mi padre ayuda y algunas veces también la ayudo yo (GD1).
Y no solo en estos hogares sino en todos, según el relato de los niños y niñas, las madres asumen gran parte de la responsabilidad de sus cuidados y atención cuando son más pequeños.
Y cuando erais más pequeños quienes os ayudaban ¿Quién se encargaba de eso?: Mi madre también […] No me acuerdo, creo que mi madre (GD1).
Cómo era cuando eráis pequeñitas, ¿Quién os sacaba de la cama…?: Mi madre. ¿Tu madre? Sí, siempre. Como mi padre se iba a trabajar, pues entonces pues mi madre […] Si, de pequeños mi madre estaba más pendiente (GD2).
Sin embargo, cuando se indaga sobre su percepción sobre el rol desempeñado por el padre y el de la madre en relación con las tareas del hogar y la atención y cuidado que les dispensan, todos y todas responden que no hay diferencias.
¿Qué diferencias ves entre tu padre y tu madre?: Ninguna (GD1).
¿Diríais que tienen repartido las tareas?: Sí (GD2).
¿Qué diferencias destacáis entre tu madre y tu padre?: Yo, ninguna, pienso que los dos me tratan por igual, bien, no hay diferencias (GD3).
A tenor del análisis de sus propios relatos alguien podría afirmar que mienten o que tienen una percepción distorsionada de la realidad, pero no es así. Dependiendo del contexto en el que se sitúe la conversación emergerá uno u otro relato, que la persona investigadora convierte en texto objeto de estudio. El discurso de la infancia, como todo discurso social, alberga sus contradicciones, las cuales tienen lugar al hablar diferentes enunciadores del sujeto enunciador. Como apunta Montañés (2002, p. 89),
Al hablar hacemos que hablen tres tipos de enunciadores: el enunciador cultural (oposición entre los muertos y los vivos, oposición entre la tradición y lo nuevo); el enunciador emocional (oposiciones afectivas entre sujetos); y el enunciador de clase, género, grupo convivencial, etc. (oposición entre "padres e hijos", oposición entre lo instituido y lo instituyente).
La interiorización de los valores socioculturales condiciona, cuando no prescribe, el discurso social. Solo cuando se reflexiona sobre el mismo se repara en que las concepciones son contingentes y construidas acordes con la cultura socioantropológica de la que se participa. La infancia no es que tenga una visión distorsionada de la realidad, sino que la concibe, la construye guiado por la cultura que se va forjando día a día al asumir valores instituidos, instituyente y los generados por los afectos compartidos.
La infancia española del siglo XXI, lo mismo que sus padres, ha nacido en plena democracia, y, por tanto, participa, como otra mucha población, de la idea de que las mujeres y los hombres son socialmente iguales, pero esta concepción se encuentra condicionada por valores, pertenecientes a la representación cultural del heteropatriarcado. Valga, como botón de muestra de la impronta vicaria cultura androcéntrica, que cuando se les pide que hablen de su familia, enuncian, de manera invariante, una relación jerárquica ordinal en la que el padre encabeza la relación y solo, en algunos casos, cuando la madre es la sustentadora principal, ésta es enunciada en primer lugar:
Mi familia es mi padre, mi madre, mi hermano y yo […] Mi familia está compuesta por cuatro personas, mi padre, mi madre, yo y mi hermana mayor, que también está estudiando ahora fuera así que en casa también solo somos tres (GD1).
Cuatro miembros, mi padre, mi madre, mi hermana y yo. Mi hermana mayor de veinte años y un perro (GD2).
Pues yo somos cuatro, mi padre, mi madre y mi hermano que estudia aquí (GD3).
Somos mi madre, mi padre, yo, mi hermano y mi gata (E2, la madre es la sustentadora principal).
La asunción de valores culturales heteropatriarcales hace que no se repare en cómo son secuencialmente nombrados quienes componen la familia. Igual acontece con el cuidado de los y las más peques. Está tan interiorizado que es responsabilidad de las madres, que éste hecho no es un aspecto que les haga cuestionar la diferencia de roles. Se ve como un hecho natural. Del mismo modo que para algunos/a de los/a participantes es visto igualmente como algo dado, sin cuestionamiento posible, que las mujeres asuman la responsabilidad de las tareas del hogar en la que el hombre ayuda en mayor o menor.
Los valores culturales son eficaces cuando no se es consciente de su naturaleza. Cuando se repara en que son artificiales –construidos, no naturales- y contingentes –que son eventuales- se está en disposición de sustituirlo por otros. La naturalización de algunas prácticas sociales, junto al hecho de que sus padres participan, en mayor o menor medida, en las tareas domésticas y en la atención de los hijos e hijas, explica que a los y las participantes a los que se les pregunta por la diferencian entre sus padres y madres, se decanten por afirmar que no las hay. A esta concepción de igualdad contribuye que las relaciones afectivas con el padre y la madre se valoran como similares al margen de la posición sociolaboral ocupada por su progenitor. Así es, la imagen que se tiene del padre no solo se aleja de manera conspicua del padre padrone de Galvino Ledda2 sino también del padre trabajador ausente de las tareas domésticas y de la atención y seguimiento de las cuestiones cotidianas, del día a día, de sus hijos e hijas, como, de manera más generalizada, tenía lugar en tiempos pretéritos.
¿Cómo valoráis en general la relación con vuestro padre?: Yo diría que bien […] A ver mi padre a veces está un poco distante conmigo, pero al final cuando estoy con él me lo paso genial y también me ayuda mucho en las cosas que me cuestan, me aconseja, también es muy importante para mí […] Yo lo mismo que X. ¿Qué es lo mismo?: Pues que es distante conmigo, pero cuando estamos juntos me lo paso muy bien con él […] Pues para mí es muy importante porque es una persona con la que guardo muchos recuerdos y momentos y eso. Es un pilar fundamental para mí [emoción] (GD1).
Mi padre es gracioso, divertido, que siempre escucha, también que siempre me ayuda a lo que yo no entiendo y muy divertido […] Mi padre trabaja en correos, en una empresa, regaña, pero tampoco tanto y es divertido.
¿Por qué es divertido?: Porque me hace cosquillas [jejé], y siempre hace chistes, aunque malos. Imagínate todo el día con él en el coche: Cual es el colmo de una vaca…ser un código de barras [jejé] (GD2).
Con mi padre me llevo muy bien […] Yo, mi padre la verdad es que chocamos mucho a veces porque tenemos opiniones muy diferentes y tenemos los dos mucho carácter y chocamos más. Pero también, para lo poco que lo veo porque siempre tiene que hacer muchas cosas y viaja, es muy cómo, no sé, es una cosa muy bonita cuando nos juntamos (GD3).
¿Qué es para ti tu padre?: Una persona a la que quiero mucho (E1).
Y hablando de tu padre, ¿qué es para ti tu padre? ¿Cómo lo valoras?: A ver lo quiero mucho y lo valoro mucho (E2).
En resumen, las relaciones afectivas que mantienen con sus padres, pertenezcan a una realidad u otra sociolaboral, y la naturalización de determinadas prácticas sociales les llevan a considerar que el padre y la madre son socialmente iguales respecto a la realización de las tareas del hogar y la atención y cuidados que les dedican, aunque el análisis de su relatos dé cuenta de diferencias, que son más amplias en unos hogares que en otros.
Todos los estudios constatan un incremento sustancial de la implicación del padre en las tareas de cuidado, seguimiento y acompañamiento de sus hijos (Bianchi et al., 2006; González y Jurado, 2015; Flaquer et al., 2016). Lo que está prácticamente ausente en esos estudios, habitualmente empíricos/cuantitativos, es la diferencial de esa implicación, según sea la situación sociolaboral de los padres o según tipo de familia (un sustentador/dos sustentadores). En España ello se debe, en gran parte, a que las fuentes disponibles no contemplan esas variables. Otra dimensión ausente en los estudios es cómo los niños perciben y valoran la implicación de los padres en su cuidado y atención. Estas son precisamente las dos grandes aportaciones empíricas que recoge este estudio.
Los resultados expuestos son acordes con el paradigma de McLanahan (2004 y 2009) sobre los Diverging destinies de los niños y la situación de desventaja de los niños en las denominadas “familias frágiles”. De hecho, los hallazgos del estudio invitan a considerar, al menos como hipótesis, para el caso español la tesis de MacLanahan (2004) y Raymo e Iwasawa (2017), según la cual las situaciones laborales y formativas de los padres pueden estar condicionando no sólo los destinos desiguales de los niños sino en su percepción y socialización. Lo relevante del estudio es que este hallazgo se confirma de acuerdo con el análisis del relato de los niños y niñas: los padres con menos estudios y con peor posición laboral dedican menos atención al cuidado de sus hijos y a las tareas domésticas. Esto se acentúa cuando la mujer carece de empleo y el padre tiene una escasa formación. Por tanto, el gradiente educativo y laboral de los padres es un factor condicionante para entender la sociabilidad de los niños, incluso en el contexto familiar de dos sustentadores económicos, algo que ya había sido constatado por los estudios de corte cuantitativo para España desde la perspectiva de los padres (Gracia y Ghysels, 2016). Si se asume la idea constatada por todos los estudios empíricos disponibles de que la implicación corresponsable e igualitaria de los padres es clave para la socialización y el bienestar de los niños (Bianchi et al., 2006; Monna y Gauthier, 2008), se puede concluir que la implicación desigual de sus padres, independientemente del tipo de familia, está condicionada por la situación formativa y laboral de sus padres. Los padres con mayor nivel educativo se implican más en las tareas de crianza y educación de sus hijos porque tienen más habilidades para ello y son conscientes de la importancia para el futuro de sus hijos (Barbeta y Cano, 2017; Meil et al., 2016). Estos padres por lo general viven en familias con dos sustentadores económicos donde hay mayor equidad y corresponsabilidad de género, siendo el prototipo de familias modernas que sustituyen al tradicional modelo de familia de varón sustentador, tan estudiado en la literatura científica (Lewis, 2002; Pfau-Effinger, 2004; Crespi y Moreno, 2016). Si bien, este condicionamiento está claramente mediatizado por una dimensión de género, que tiene consecuencias en su sociabilidad en los roles de género y en su bienestar subjetivo.
Cuando se activa el zoom analítico en la interpretación de los discursos de los niños se constata que incluso en los hogares más igualitarios está presente cierta la desigualdad de género en la asunción de las tareas domésticas y atención y cuidados de sus hijos e hijas. El análisis del discurso de los niños invita a matizar algunas de las tesis relativas a las nuevas paternidades, elaboradas a partir de los resultados obtenidos de los estudios que tienen como objeto los padres. A este respecto, el análisis ratifica el hallazgo de Barbeta (2018): los niños reproducen la dimensión tradicional del padre como principal proveedor económico y de la madre como cuidadora, reproduciendo así la desigualdad existente en el trabajo familiar, siendo las diferencias más destacadas cuanto más normalizado esté en la unidad familiar el modelo de varón sustentador.
Según los resultados obtenidos hay que destacar que, en términos generales, los niños interpretan la implicación que sus padres tienen con ellos en términos de igualdad, no destacando diferencias sustantivas en la forma de cuidado de estos. Esta percepción de igualdad se explica en gran parte al valorarse las relaciones afectivas con el padre y la madre como similares. Si bien, si se aplica el zoom interpretativo sobre el relato de los niños, se observa que aún está presente, con más o menos intensidad, la reproducción normativa del modelo tradicional de cuidado característico del modelo de varón sustentador. A este hallazgo se une la constatación de la desigualdad en las prácticas según recursos formativos y laborales de los padres, lo que puede contribuir a reproducir la situación de desventaja que experimentan los niños en las familias peor posicionadas en la estructura social.
Por último, conviene tener presente las limitaciones de este estudio, ya que los resultados aquí presentados dan cuenta de una tendencia no expresada en cantidades métricas, ni en números absolutos, ni en porcentajes. Del análisis no se puede concluir que no haya hogares en los que los hombres asuman todas o gran parte de las tareas domésticas, o que no asuman ninguna o que lo hagan de manera igualitaria, independientemente de si tienen o no empleo, o si lo tienen, lo tengan en el sector público o privado, o de la cualificación de los mismos. El análisis de los discursos de los niños y niñas nos informa de la tendencia general. Siendo el eje definido por la estructura sociolaboral el que condiciona las diferencias, pero este eje se encuentra mediatizado asimismo por el de género.
Este estudio pone de manifiesto la necesidad de conocer los procesos socializadores en el ámbito familiar de acuerdo con el análisis de los discursos de los niños y niñas y no solo el de los progenitores, al objeto de orientar las políticas que contribuyan a la igualdad sociocultural.
Este artículo tiene su base en el Proyecto de la Agencia Estatal de Investigación. Fondos FEDER (2019-21 RTI2018-099666-B-I00), titulado El bienestar infantil y la privación material ante los nuevos escenarios familiares de la precariedad en España.
Asimismo, se agradece a la Cooperativa Aldea Social su contribución en la realización del trabajo de campo.
1 Por interiorización normativa se entiende el proceso de socialización mediante el cual se aprenden y construyen actitudes, valores y roles.
2 El padre padrone remite al padre, señor, patrono y propietario de la tierra y de los hombres, incluidos sus vástagos, en una sociedad violenta y miserable
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