Monográfico / Monographic

DOI: 10.22325/fes/res.2022.108

Transiciones a la maternidad a través de las generaciones. Factores causales del nacimiento del primer hijo en España


Transitions to motherhood across generations. Causal factors in the birth of the first child in Spain


Alberto del Rey ORCID

Universidad de Salamanca, España. adelrey@usal.es


Rafael Grande ORCID

Universidad de Málaga, España. rgrande@uma.es


Jesús García - Gómez ORCID

Universidad de Salamanca, España. adelrey@usal.es

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 31 Núm. 2 (Abril - Junio, 2022), a108. pp. 1-28. ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 31/05/2021
Aceptado / Accepted: 20/12/2021




RESUMEN

El objetivo del trabajo es analizar la transición a la maternidad de las generaciones españolas de mujeres nacidas en las décadas de 1960, 1970 y 1980. De manera particular se trata de estudiar el efecto de las características sociodemográficas y familiares, y de las principales transiciones vitales de la mujer (formación de pareja, trayectoria laboral y emancipación) sobre la probabilidad de nacimiento del primer hijo. Utilizando la Encuesta de Fecundidad de 2018 del INE, se aplican modelos de supervivencia en tiempo discreto para analizar la edad al nacimiento del primer hijo. Los resultados no muestran diferencias significativas entre generaciones en la intensidad de la transición al primer hijo, aunque sí se observa un retraso de la primofecundidad debido, en gran medida, al cambio en las características de las propias mujeres y de manera particular al aumento del nivel educativo. La importancia de las transiciones vitales se mantiene entre generaciones, siendo fundamental para la transición a la maternidad tener pareja estable y haber logrado la emancipación e independencia económica. La inserción laboral es siempre un factor importante, pero mientras que en las generaciones más antiguas el simple acceso al mercado de trabajo favorecía la maternidad, en las generaciones más recientes este efecto sólo se da si dicho trabajo va ligado a la independencia económica. Este último hallazgo apunta a que actualmente lo relevante sería considerar las distintas trayectorias laborales.

Palabras clave: Fecundidad, familia, transiciones del curso de vida, participación laboral, emancipación.


ABSTRACT

This paper’s aim is to analyse the transition to motherhood in Spain of generations of women born in the 1960s, 1970s, and 1980s. Specifically, we study the effect of women’s socio-demographic and family characteristics, as well as their main life transitions (partnerships, labour trajectory, and emancipation), on the probability of having their first child. The 2018 Fertility Survey from Spain’s Office of Statistics has been used for the application of discrete-time survival models to the analysis of women’s age when the first child is born, considering individual and family characteristics and incorporating life transitions. No significant differences are found across generations in the intensity of the transition to the first child. However, a delay in first childbearing is observed due mainly to changes in the women’s characteristics, particularly the increase in educational attainment. The importance of life transitions persists over the generations. Having a stable partner, achieving emancipation, and economic independence continue to be crucial for the transition to motherhood. Labour market entry is always an important factor, but while employment alone once favoured motherhood in older generations, in more recent generations this effect is only noticeable if the job is linked to economic independence. The latter finding suggests that it is now important to consider different employment trajectories.

Keywords: Fertility, family, life course transitions, labour trajectory, emancipation.




INTRODUCCIÓN


Tradicionalmente la fecundidad ha estado condicionada por ciertas características personales y familiares que inciden en el hecho de tener o no tener hijos y a qué edad o en qué condiciones tenerlos. Pero, junto a estos factores, la transición a la maternidad también ha estado muy ligada a ciertas transiciones vitales como la emancipación, el matrimonio y la entrada en el mundo laboral. Además, los profundos y acelerados cambios ocurridos en la situación de la mujer en las últimas décadas en España han definido nuevas condiciones en el momento del nacimiento del primer hijo y de la fecundidad en general. Debido a este carácter dinámico de los factores determinantes del nacimiento del primer hijo de las mujeres en España, es necesario utilizar una óptica generacional e indicadores longitudinales en el análisis de la fecundidad por edad, como se plantea, por ejemplo, desde la teoría de la revolución reproductiva (MacInnes y Pérez-Díaz, 2008).

El estudio de la fecundidad en España ha cobrado especial relevancia en las últimas décadas, justificando el interés de este trabajo. En primer lugar, la “revolución reproductiva” se inició en España más tarde que en otros países occidentales y ha tenido lugar a mayor velocidad, lo que permite investigar de forma más clara los posibles cambios generacionales (Cabré, 1989; Garrido, 1996; MacInnes y Pérez-Diaz, 2008). En segundo lugar, España se encuentra actualmente entre los países con más baja fecundidad, siendo esta pauta persistente con niveles inferiores a 1,5 hijos por mujer desde 1988 (Castro et al., 2018). Ese descenso progresivo de la fecundidad ha venido acompañado de un retraso en el calendario de la maternidad que, aunque se observa en todas las sociedades avanzadas (Kohler et al., 2006), es particularmente manifiesto en el caso de España. Por ejemplo, España es el segundo país de la Unión Europea, tras Italia, con un mayor porcentaje de madres (un 6,6%) que tienen su primer hijo a partir de los 40 años (Castro et al., 2018). Entre otros aspectos, el patrón de muy baja fecundidad de la sociedad española contemporánea está estrechamente ligado al retraso de la emancipación económica y residencial de los jóvenes, a la tendencia a posponer la convivencia en pareja y al creciente aplazamiento de la decisión de tener hijos debido a la falta de las condiciones necesarias como la estabilidad conyugal, laboral y económica (Bernardi y Requena, 2003; Baizán, 2006; Castro et al., 2018). En tercer lugar, estas pautas se vuelven especialmente problemáticas porque van unidas a un desajuste entre los deseos y el número final de hijos (Castro et al., 2020; Esteve et al., 2021). Pese a que la edad ideal para ser madre de las mujeres españolas es la más elevada de toda Europa (por encima de los 27 años), más de tres cuartas partes de las mujeres sin hijos señalan principalmente cuestiones vinculadas con las relaciones de pareja y las condiciones económicas como obstáculos para llevar a cabo su ideal reproductivo.

El presente trabajo tiene por objetivo realizar un análisis comparado de la primofecundidad de tres cohortes de mujeres en España en función de determinados rasgos sociodemográficos y de las principales transiciones vitales. Con datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 del Instituto Nacional de Estadística (INE), se estudian tres generaciones de mujeres en función de la década de nacimiento: 1962-1969; 1970-1979 y 1980-1989. Junto con la evaluación del cambio generacional en las variables personales y familiares que puede estar afectando el nacimiento del primer hijo, este artículo se asienta en la reconstrucción de trayectorias de eventos vitales que pueden facilitar u obstaculizar la transición a la maternidad: la primera unión, el acceso al mercado de trabajo, y la emancipación del hogar paterno (salida e independencia económica).


MARCO TEÓRICO E HIPÓTESIS


El comportamiento de la población relativo al hecho de tener o no hijos, cuándo tenerlos y cuántos tener tiene múltiples aristas y se ve afectado tanto por las condiciones contextuales del ámbito donde se reside, como por las propias características y trayectorias de sus protagonistas, en nuestro caso las mujeres.

Desde el enfoque macro, se destaca el efecto sobre los niveles de fecundidad tanto de factores económicos como de factores culturales e institucionales. Numerosas investigaciones señalan que el aumento de la participación laboral de las mujeres está asociado con el descenso de la fecundidad (Bernhardt, 1993; Billari y Kohler, 2004) y a un retraso de la maternidad (Blossfeld y Huinink, 1991; Brewster y Rindfuss, 2000). Sin embargo, esa relación empieza a presentar en las últimas décadas importantes variaciones entre países y cohortes, llegando a ser positiva desde mediados de los años ochenta en algunos de los países más avanzados económicamente (Ahn y Mira, 2002; Myrskylä et al., 2009). Otros autores han destacado cómo contextos de altas tasas de desempleo, de precariedad laboral o de incertidumbre económica generada en épocas de crisis suponen un freno, al menos temporal, sobre las decisiones reproductivas (Kreyenfeld et al., 2012; Adsera, 2011; Matysiak et al., 2021). En relación con los factores culturales, la Segunda Transición Demográfica y la teoría de los valores post - materialistas (Van de Kaa, 1987) sugieren que la falta de hijos podría explicarse en parte por el cambio de valores en las sociedades, en la medida en que la paternidad/maternidad, hasta ahora respaldada por fuerzas tradicionales como la religión, pasa a un segundo plano frente al individualismo, la autorrealización, la satisfacción personal y la libertad.

También a nivel macro, diversos autores han incidido en la importancia del contexto institucional a la hora de explicar las pautas reproductivas. Una mayor igualdad de género, en las esferas pública y privada, favorece el desarrollo de instituciones, políticas públicas, y normas sociales que ayudan a conciliar la vida laboral y familiar, e impulsan el nivel de fecundidad (Mcdonald, 2000; Esping-Andersen y Billari, 2015; Goldscheider et al., 2015; Arpino et al., 2015). La falta de políticas públicas que fomenten la transición de la educación al empleo y que faciliten la emancipación vía independencia económica y vivienda accesible también conllevan más bajos niveles de fecundidad y mayor retraso de la maternidad, efecto que se ha contrastado especialmente en los países del sur de Europa (Bernardi, 2005; Moreno et al., 2012).

Junto con las condiciones macro que definen el contexto de la fecundidad, la literatura también ha prestado atención a los determinantes que afectan de manera individual a las protagonistas, condicionando su transición o no a la maternidad y el momento en el que ésta tiene lugar. Es en este enfoque micro en el que se centra el presente trabajo. En general, los diferentes enfoques teóricos revisados explican la reducida fecundidad como el resultado de una decisión voluntaria o como el resultado involuntario de no reunir las condiciones adecuadas; aunque la línea que separa esos dos conjuntos de factores en ocasiones es demasiado porosa.

La teoría de la Nueva Economía de la Familia de Becker (1981) pone el foco en el coste de oportunidad de la maternidad, que habría aumentado como consecuencia del incremento tanto de la participación laboral femenina como del nivel salarial de las mujeres, asociados a la mejora progresiva de los niveles formativos de las generaciones más jóvenes desde los años sesenta del siglo XX. En ese sentido, como expone Baizán (2006), se pueden dar dos efectos contrapuestos. Por un lado, la hipótesis del “precio del tiempo” considera que la maternidad implica costes de oportunidad en forma de ingresos no percibidos y de pérdida de acumulación de capital humano, dando lugar a un retraso de la maternidad y a una menor fecundidad de las mujeres con mayor potencial de ingresos. Por otro lado, y al mismo tiempo, el “efecto ingresos” derivado de la participación laboral de la mujer supondría aumentar los ingresos familiares para poder costear más fácilmente los gastos directos de manutención y educación de los hijos.

La Teoría de las Preferencias de Catherine Hakim (2000, 2003) hace hincapié en los valores personales y prioridades de estilos de vida como un factor relevante que determina la fecundidad. Según este enfoque teórico, dentro de los modelos ideales que define, la infecundidad sería más común entre las que priorizan su carrera laboral, siendo esta una decisión racional y voluntaria de la mujer ―al igual que plantea la teoría de Becker― que antepone el desarrollo personal y material sobre la vida familiar. Desde estas perspectivas, diferentes investigaciones han mostrado que las mujeres con alto nivel de estudios y/o con aspiraciones profesionales tomarían con mayor probabilidad la decisión voluntaria de no tener hijos o posponer su fecundidad con el objetivo de ser madres en el momento que menos afecte a su trayectoria laboral (Lappegård y Rønsen, 2005; Esping-Andersen, 2013).

Las teorías revisadas anteriormente tratan de explicar la fecundidad como resultado de una decisión voluntaria. No obstante, diferentes líneas de trabajo han mostrado ciertas asociaciones entre las características de las mujeres (edad, nivel educativo, situación laboral, religión, ámbito de residencia, relaciones de género, etc.) y la intención de tener hijos, lo cual de alguna manera cuestiona el paradigma de la libre elección (Bloom y Pebley, 1982; Tanturri y Mencarini, 2008; Mynarska et al., 2015). Además, numerosos estudios cuestionan la estabilidad sobre la intención de tener o no tener hijos e incluso de cuántos tener a lo largo de su vida (Weston y Qu, 2001; Heiland et al., 2008; Iacovou y Tavares, 2011). También diferentes trabajos señalan cómo el aplazamiento de la maternidad tiene una fuerte interrelación con el incremento de la infecundidad y el descenso de los niveles generales de fecundidad (Sobotka, 2004; Berrington, 2004; Kneale y Joshi, 2008), en la medida en que una decisión a priori voluntaria de aplazar el nacimiento se acaba convirtiendo en involuntaria al reducirse el periodo fértil de la mujer (Rowland, 2007).

En este sentido, en el caso de España, y otros países del sur de Europa, la dificultad de compaginar familia y trabajo ha causado un retraso en la maternidad, en especial en las mujeres más educadas (Martín-García y Castro, 2013). Trabajos previos han observado que la transición al primer hijo es más probable cuanto más estable es el empleo de la mujer, mientras que situaciones de desempleo y precariedad laboral generan una menor probabilidad de tener hijos y un retraso en el calendario de fecundidad (Baizán, 2006; Adsera, 2011; Miret, 2019).

En relación con la educación de los potenciales progenitores, en el caso español, se observa una relación directa entre nivel educativo y edad media al nacimiento del primer hijo (Castro et al., 2018), lo cual remite al costo de oportunidad en la carrera profesional de las mujeres más educadas, haciendo que se posponga la fecundidad esperando una posición laboral y económica más estable. Vidal-Coso y Miret (2017) encuentran en cambio diferentes efectos en esta relación entre trayectorias laborales y nivel formativo, siendo las mujeres más educadas las que transitan más tarde, pero, al mismo tiempo, las que presentan un porcentaje más elevado de tener al menos un hijo. Por su parte, la población de origen inmigrante en España muestra una mayor intensidad y un calendario más temprano (Castro y Rosero-Bixby, 2011; Del Rey y Grande, 2017; Miret, 2019) debido a una primacía de valores más pro-familiares de sus sociedades de origen y una menor consideración del empleo como condición necesaria en esta esfera.

Dado que, como acabamos de ver, en los determinantes de la fecundidad interactúan factores personales, sociales, económicos y demográficos, es necesario examinar las situaciones vitales que conducen a la fecundidad o, por el contrario, fomentan su aplazamiento. Como estas situaciones son cambiantes a lo largo del tiempo, la fecundidad va a depender del momento en que se producen, de la secuencia de eventos o de las interacciones entre ellos, lo que genera diferentes trayectorias de infecundidad o fecundidad (Hagestad y Call, 2007; Keizer et al., 2008; Tanturri y Mencarini, 2008; Mynarska et al., 2015). En suma, la perspectiva del curso de vida es fundamental para analizar la interrelación entre las diversas trayectorias de los individuos, en nuestro caso las trayectorias laborales, de formación de la pareja, emancipación e independencia económica, que acaban afectando a la maternidad (Campbell, 1985; Giele y Elder, 1998).

En primer lugar, la formación e historia de la pareja es uno de los determinantes principales de la maternidad, dado que la inmensa mayoría de los hijos se tienen dentro de una relación, por lo que la falta de pareja va estrechamente unida a la infecundidad (Teachman y Schollaert, 1989; Weston y Qu, 2001; Keizer et al., 2008). Pero, junto con la importancia de tener una pareja, otras investigaciones señalan que lo que realmente incide en la fecundidad es la edad en que se forma la pareja, su estabilidad y el tipo de unión (Tanturri y Mencarini, 2008; Mynarska et al., 2015; Hart, 2019; Raab y Struffolino, 2019).

En segundo lugar, las trayectorias laborales y económicas son eventos también fuertemente relacionados con el comportamiento reproductivo a nivel individual, como ya se señaló al mencionar la Teoría de la Nueva Economía de la Familia. Ahora bien, aunque se ha demostrado que la incorporación al mercado de trabajo y el acceso al empleo es importante para el comportamiento reproductivo, en términos de trayectorias esta relación entre el trabajo y la maternidad es más compleja (Keizer et al., 2008; Heaton et al., 2009; Mynarska et al., 2015). Por un lado, tener hijos puede interferir en el desempeño de la carrera profesional, particularmente en mujeres con nivel de estudios superior y en trabajos de alto estatus (Bloom y Pebley, 1982). Para este perfil el aplazamiento de la maternidad puede ser especialmente pertinente porque son las que más pueden perder en términos de carrera laboral, ingresos y estatus social al convertirse en madres (Blossfeld y Huinink, 1991; Van Balen et al., 1997; Mynarska et al., 2015). Por otro lado, tener un trabajo aparece como una condición necesaria pero no suficiente, apuntando algunos autores en este sentido a un conjunto de condiciones mínimas para la maternidad donde, junto con la necesidad de conformar una pareja, aparecen factores que aportan certidumbre como la estabilidad laboral, un nivel mínimo de ingresos, y las posibilidades de conciliación como pueden ser cierta flexibilidad horaria o disponer de vivienda adecuada (González y Jurado-Guerrero, 2006).

En tercer lugar, estrechamente asociado a la formación de pareja y a la trayectoria laboral, la emancipación y, por lo tanto, la formación de un nuevo hogar es otro momento vital estrechamente asociado a la maternidad. Así, si se dificulta la emancipación y el acceso a la vivienda de la población joven esta puede retrasar la cohabitación en pareja y la decisión de tener el primer hijo. En el sur de Europa la transición a una vivienda independiente es una transición que se suele producir al mismo tiempo que la formación de la unión, mientras que en otros países suele preceder a la formación de la pareja (Jurado, 2001). Trabajos recientes han proporcionado evidencia de que el precio alto de los alquileres o elevados costes de la vivienda en propiedad desalientan la maternidad (Clark, 2012; Florida et al., 2020), efecto asociado en el caso español a la tardía emancipación de los jóvenes y a la precariedad laboral (Garrido et al., 1996; Módenes y López-Colás, 2014).

La revisión de las perspectivas teóricas y de los trabajos empíricos sobre los factores de la fecundidad muestran la dificultad de diferenciar entre infecundidad voluntaria e involuntaria dadas las cambiantes situaciones a lo largo del curso de vida que acaban afectando dicha decisión. Esto lleva a que recientemente el foco se ponga tanto en ciertas características particulares de las mujeres, como en las diferentes transiciones en la vida de la mujer que definen las preferencias y, sobre todo, en las condiciones que favorecen o desalientan tener hijos.

Tomando en cuenta estos aspectos teóricos definimos a continuación nuestras principales hipótesis de trabajo:

Hipótesis 1. Esperamos que ciertas características socioeconómicas estén vinculadas con la fecundidad. En particular, esperamos que cuanto mayor sea el nivel educativo de las mujeres, menor será la probabilidad de ser madre. Esperamos que este efecto de la educación sea mayor en las generaciones más recientes debido al deseo creciente de autorrealización personal y laboral, junto con la falta de medidas públicas para conciliar con la vida familiar.

Hipótesis 2. Según los enfoques teóricos aquellas mujeres que no han transitado a la convivencia en pareja tendrán menor probabilidad de tener un primer hijo. Ahora bien, esperaríamos que en las generaciones más recientes la convivencia con una pareja estable haya perdido relevancia en relación con las generaciones del pasado dada la diversificación de las formas de convivencia y tipologías de familias.

Hipótesis 3. Respecto a la formación de nuevos hogares consideramos dos eventos, el abandono del hogar paterno y la independencia económica, esperando de manera general que ambas transiciones incrementen la probabilidad de ser madres. Desde un punto de vista generacional, esperaríamos que dichas transiciones hayan adquirido más relevancia en las generaciones más recientes dado el mayor deseo de vivir de manera independiente.

Hipótesis 4. Finalmente, desde la perspectiva laboral, de manera general, esperamos que haber tenido un primer empleo incremente la probabilidad de tener hijos. En las recientes generaciones, esperaríamos que la mera transición al mercado de trabajo haya perdido relevancia en el acceso a la maternidad, debido a las mayores aspiraciones laborales de las mujeres y a la casi universalización de la participación femenina en el mercado de trabajo.


METODOLOGÍA


Datos

La fuente para el estudio es la Encuesta de Fecundidad de 2018 realizada por el INE. Se trata de una encuesta representativa a nivel nacional con una muestra de 14.556 mujeres y de 2.591 hombres de entre 18 y 55 años. En este estudio nos centramos en la población de mujeres y en las generaciones nacidas entre 1962 y 1989, reduciéndose la muestra a 11.813 mujeres. Hemos decidido prescindir de las mujeres nacidas a partir de 1990 debido a que el tiempo de observación de su período reproductivo es muy escaso, al tratarse de mujeres que al momento de la entrevista tenían entre 18 y 28 años.

La Encuesta de Fecundidad es una fuente de carácter retrospectivo que admite adoptar una perspectiva longitudinal en el estudio de la fecundidad femenina, y en nuestro caso nos permite conocer en el momento en que se produce el primer nacimiento sus particulares condiciones personales y familiares. La encuesta nos proporciona la historia completa de nacimientos, la edad a la formación de la primera pareja, la edad a la emancipación del hogar paterno, y la edad al primer empleo. Con esta información es posible establecer un orden en los eventos dentro de las transiciones que suceden a lo largo de su vida y que guardan una estrecha relación con la transición a la maternidad.

Estos registros individuales han sido transformados en años-persona, con lo cual cada registro personal ha sido dividido en registros de 1 año de edad desde los 15 años hasta la edad en que han tenido su primer hijo, o bien para las que no han tenido hijos hasta la edad en el momento de la entrevista y como máximo hasta la edad de 40 años 1(casos censurados). Esta transformación de los registros de formato ancho a formato largo conlleva que el número de registros iniciales, 11.813 mujeres, se convierta en 205.223 años-persona. Este formato de los registros nos permite incorporar fácilmente como time varying covariates (TVC), la edad a la primera pareja estable, la edad al primer empleo, la edad a la salida del hogar paterno y la edad a la independencia económica.

Variables

La variable dependiente se compone de un indicador del estatus, que nos dice si se ha producido o no el nacimiento del primer hijo, y un indicador de tiempo, que nos indica la edad a la que se ha producido o la edad actual en el caso que no haya tenido lugar el nacimiento del primer hijo. En las mujeres que han tenido el primer hijo tendremos, evento =1 y tiempo = edad al nacimiento, mientras que las mujeres que no han tenido hijos aparecen como casos censurados, evento =0 y tiempo = edad actual, con el límite de 40 años.

Las variables explicativas remiten, por un lado, a las principales condiciones sociodemográficas de la mujer y a su origen familiar que de acuerdo con la literatura suelen afectar al nacimiento del primer hijo. Todas estas variables son consideradas como variables constantes, es decir, aparecen como variables fijas desde el momento en que se inicia la observación. Por otro lado, incluimos las principales transiciones vitales relacionadas con el nacimiento del primer hijo como time varying covariates. Siendo nuestras variables de interés tanto las características individuales de la mujer, en particular la generación de nacimiento y nivel educativo, como sus transiciones vitales.

Las variables sociodemográficas e individuales incluidas son la educación, la generación de nacimiento, la creencia religiosa y el país de nacimiento. Las variables relativas al origen familiar de la mujer son el número de hermanos, el origen de los padres, la ocupación del padre y el estatus laboral de la madre a la edad de 15 años de la mujer, y la educación de la madre. Estas variables sobre el origen familiar son incluidas como variables de control en nuestros análisis debido a la falta de precisión de sus categorías (como es el caso de únicamente contar con la situación laboral de los padres a los 15 años y de no detallarse de manera precisa dicha situación) y por el elevado número de casos con valores perdidos en algunas variables.

Las principales transiciones vitales de las mujeres que la literatura señala como factores asociados al nacimiento del primer hijo son la entrada en unión o formación de la primera pareja estable (definida a partir de la convivencia), la entrada en el mercado de trabajo2, y la emancipación e independencia económica. Al ser incorporadas estas variables como TVC es posible una mejor estimación del efecto de la variable en la ocurrencia del evento de interés, ya que sólo toma en cuenta dicho efecto desde la edad precisa en que se produce y no desde el inicio de la observación como sucedería con una variable constante o usando un modelo transversal. Además, permite eliminar los efectos ligados (tied events) y establecer un orden entre diferentes transiciones, lo cual resulta fundamental en el estudio de la causalidad de la fecundidad, si bien somos conscientes de los problemas de endogeneidad que existen entre transiciones.


Tabla 1. Descripción de los datos: características de las mujeres por cohorte de nacimiento.

1962-1969

1970-1979

1980-1989

Total

N

Edad media

51,7

42,9

33,3

39,2

11813

Maternidad

No - 0

25,8%

25,6%

49,2%

32,2%

3799

Sí - 1

74,2%

74,4%

50,8%

67,8%

8014

Edad media

28,1

30,0

27,7

28,9

Estudios

Primaria o menos

23,8%

12,8%

8,7%

15,2%

1791

Secundaria

28,1%

23,8%

21,6%

24,6%

2902

Bachillerato - FP

23,4%

26,6%

28,4%

26,1%

3079

Universidad

24,7%

36,8%

41,2%

34,2%

4041

País de nacimiento

España

90,9%

87,6%

84,3%

87,7%

10362

Otro

9,1%

12,4%

15,7%

12,3%

1451

Religión

Católica

71,1%

64,9%

53,2%

63,6%

7518

Otra

4,3%

5,5%

8,3%

5,9%

693

Ninguna

15,4%

19,9%

28,3%

20,8%

2457

Nc

9,3%

9,7%

10,1%

9,7%

1145

Origen padres

Ambos españoles

93,3%

89,2%

86,9%

89,8%

5478

Mixto

1,3%

1,4%

1,8%

1,5%

90

Ambos extranjeros

5,3%

9,5%

11,2%

8,7%

533

Nº hermanos

0

5,0%

5,4%

9,7%

6,4%

761

1-2

47,2%

58,8%

67,5%

57,5%

6798

3 y +

47,8%

35,7%

22,8%

36,0%

4254

Estudios padre

Primaria o menos

73,2%

63,4%

49,0%

62,2%

3932

Secundaria

11,7%

15,8%

20,9%

16,1%

1016

Bachillerato - FP

6,9%

10,0%

14,9%

10,5%

665

Universidad

8,2%

10,7%

15,2%

11,3%

712

Estudios madre

Primaria o menos

83,4%

71,6%

52,2%

69,4%

4719

Secundaria

8,8%

14,2%

21,4%

14,7%

997

Bachillerato - FP

4,1%

7,0%

13,9%

8,2%

555

Universidad

3,7%

7,2%

12,5%

7,7%

526

Ocupación padre (15 años)

Profesional

9,7%

12,8%

18,0%

13,4%

753

Técnico

11,3%

12,7%

12,0%

12,1%

679

Empleado

79,0%

74,5%

70,0%

74,5%

4189

Trabajó madre (15 años)

No

84,4%

78,5%

69,4%

77,9%

9203

15,6%

21,5%

30,6%

22,1%

2610

Transición Primera pareja

0

10,0%

11,7%

25,8%

15,0%

1776

1

90,0%

88,3%

74,2%

85,0%

10037

Edad media

25,7

26,9

25,2

26,1

Transición Emancipación

0

14,7%

13,3%

20,7%

15,8%

1862

1

85,3%

86,7%

79,3%

84,2%

9951

Edad media

24,6

25,4

23,8

24,7

Transición Independencia Económica

0

15,2%

14,4%

22,9%

17,0%

2006

1

84,8%

85,6%

77,1%

83,0%

9807

Edad media

23,0

23,5

22,5

23,1

Transición Primer trabajo

0

8,9%

4,8%

5,3%

6,2%

738

1

91,1%

95,2%

94,7%

93,8%

11075

Edad media

23,4

22,4

210

22,3

N

3737

4833

3243

11813

Nota: Dado que existe un importante porcentaje de valores perdidos en algunas variables familiares (nivel educativo y participación laboral de los padres), hemos optado por agrupar los casos sin información en una categoría NA (no disponible). Esto nos lleva a ser más cuidadosos con la interpretación de los efectos de las variables familiares y no ser consideradas en las interacciones, pero nos permite no perder observaciones y tener estimaciones más fiables de las variables individuales y de las transiciones vitales.

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).


La tabla 1 muestra las principales características de las mujeres de las tres cohortes analizadas: 1962-1969, 1970-1979, y 1980-1989. Se observan importantes transformaciones en la composición de la población de mujeres según su generación de nacimiento. No obstante, en primer lugar, es necesario señalar que entre las nacidas en los 60s y en los 70s, que podemos considerar que han cumplido su período reproductivo, algo más de 1 de cada 4 mujeres no han tenido ningún hijo. Mientras que este porcentaje sube hasta casi el 50% en la generación de los 80s. En esta última generación es esperable una reducción de la infecundidad a medida que cumplan más años, ya que muchas mujeres nacidas en los 80s se encuentran en pleno proceso reproductivo, siendo su edad media de 33,3 años.

Se observa a través de las generaciones un incremento importante del nivel educativo, pasando las mujeres con estudios universitarios de representar menos del 25% a más del 40%, mientras que las mujeres con estudios primarios o inferiores pasan de casi el 24% a menos del 9%. Otro aspecto a resaltar es el incremento de las mujeres nacidas fuera de España en las generaciones más recientes hasta superar el 15%. También es importante señalar la reducción de las mujeres que se declaran creyentes de la religión católica, aunque siguen siendo más de la mitad de la muestra (53%). Por el contrario, prácticamente se han duplicado las creyentes de otras religiones (proceso asociado a la numerosa llegada de inmigrantes, en particular de Marruecos que profesan la religión musulmana), y también se han prácticamente duplicado quienes señalan no creer en ninguna religión.

Con respecto a los antecedentes familiares, como era de esperar ha aumentado en las generaciones recientes las mujeres sin hermanos o con pocos hermanos (1-2) y, por el contrario, se ha reducido a la mitad las mujeres con más de 2 hermanos. En sintonía con lo observado en las características de la propia mujer, en las recientes generaciones ha aumentado el porcentaje de mujeres con los dos padres nacidos en el extranjero, y también ha aumentado de manera muy similar el nivel educativo de padres y madres (dada su fuerte correlación sólo incluiremos el nivel educativo de la madre en los modelos). Respecto a la situación laboral de los padres cuando la mujer tenía 15 años, ha aumentado el porcentaje de padres con empleos más cualificados (profesionales) y se han reducido los empleos no cualificados, aunque ocupaban al 70% de padres de la generación de los 80s. Las madres trabajadoras cuando la mujer tenía 15 años se han duplicado, pasando del 15% al 30% en las recientes generaciones.

Finalmente, se presenta la descripción de las transiciones vitales consideradas. En las generaciones de los 60s y 70s alrededor de un 10% no han tenido ninguna relación de pareja estable, mientras que en la generación de los 80s dicha situación supera el 25%, aunque cabe esperar que este dato se reduzca dado que en esta generación su edad media es de 33,3 años. Tampoco hay grandes diferencias en las dos primeras generaciones en el porcentaje de mujeres emancipadas y entre aquellas que han logrado la independencia económica, pero dichos porcentajes disminuyen considerablemente en la última generación, aunque de nuevo es esperable que se incrementen con el aumento de la edad. La participación en el mercado de trabajo asalariado es muy similar entre las dos últimas generaciones, 70s y 80s, con únicamente un 5% de las mujeres que no han trabajado, mientras que ese porcentaje casi se duplica en la generación más antigua (9%). Las edades medias de estas transiciones no presentan grandes variaciones entre generaciones, aunque en la medida que se consolide la tendencia en la última generación, aún con numerosas observaciones censuradas, podría apuntarse un retraso en la formación de las parejas, en la emancipación y en la independencia económica a pesar de que se ha adelantado la entrada en el mercado de trabajo.

Modelo estadístico

El modelo utilizado para estudiar la probabilidad de ocurrencia del primer nacimiento en función de las variables explicativas ha sido un modelo longitudinal de tiempo discreto. Como hemos comentado anteriormente, a partir de contar con la vida de toda la muestra año por año, aplicamos un modelo logístico que permite estimar tanto el efecto de cada una de las variables explicativas, ya sean constantes o variables (TVC), así como la probabilidad de ocurrencia del evento año por año desde los 15 hasta los 40 años. Este modelo permite fácilmente considerar el orden y la sucesión de las transiciones consideradas a lo largo de la edad de las mujeres y analizar sus efectos en la probabilidad de tener el primer hijo o por el contrario de permanecer infecundas en el momento de la entrevista. Además, nos permite estimar el riesgo de tener el primer hijo sin asumir ningún tipo de distribución del riesgo por edad e incorporar TVC, lo que proporciona una estimación más precisa del efecto de cada variable o transición en función del momento exacto en que se produce. Esto es especialmente relevante para estimar el efecto de la formación de la primera pareja, la emancipación y el acceso al mercado de trabajo en la edad al nacimiento del primer hijo.

El modelo de regresión logística de tiempo discreto es definido como:

h(t|x) = 1 – exp {-exp(βot + x’β}, siendo x’β = (x1 β1 + x2 β2 +… + xn βn )

Donde h(t|x) es la probabilidad condicional o riesgo de tener el primer hijo como función del tiempo (t) y de un conjunto de variables explicativas (x), siendo β sus parámetros. De esta manera obtenemos coeficientes que nos indican el efecto de la edad de las mujeres (t) en la probabilidad de ser madre o de permanecer infecundas, así como el efecto de las diferentes variables explicativas, personales, familiares y de las diferentes transiciones consideradas.

La utilización de los modelos estadísticos de supervivencia en tiempo discreto nos permitirá controlar la diferente composición de las generaciones consideradas y, de manera particular, controlar los diferentes tiempos de exposición que presentan las generaciones en su transición a la maternidad.

Con el objetivo de profundizar en los posibles cambios en la transición a la maternidad a lo largo de las generaciones hemos optado por estimar modelos con interacciones entre las cohortes de nacimiento con las variables sociodemográficas y con las transiciones vitales consideradas.


RESULTADOS


Análisis descriptivo

Las curvas de supervivencia al nacimiento del primer hijo muestran importantes diferencias en los calendarios según el lugar de nacimiento de la mujer, sus estudios, religión y generación de nacimiento (figura 1). Las mujeres que viven en España, pero que han nacido en el extranjero, tienen un calendario más temprano y el porcentaje de mujeres que concluyen su período reproductivo sin haber sido madres es ligeramente inferior al de las mujeres nacidas en España, resultado que concuerda con los de Vidal y Miret (2017) usando los datos de la Encuesta de Población Activa.

El calendario de maternidad según el nivel de estudios muestra de manera muy clara que cuanto mayor es el nivel educativo de las mujeres, más tarde se produce la transición a la maternidad ―de nuevo similar a lo encontrado por Vidal y Miret (2017)― y mayor es el porcentaje de mujeres infecundas a los 40 años. Las importantes diferencias en el calendario nos permiten observar que mientras a la edad de 30 años, sólo un 20% de las mujeres con estudios universitarios habían sido madres, por el contrario a esa misma edad, el 60% de las mujeres con estudios primarios o inferiores habían sido ya madres. Aunque no incluimos en el análisis posterior la primo-fecundidad después de los 40 años, no obsante en la figura 1 observamos que como consecuencia del calendario más retrasado de fecundidad de las mujeres más educadas, se aprecia una reducción de la infecundidad en los grupos más educados después de los 40 años. Destacando los resultados por no reflejar un cambio en el gradiante educativo, frente a las tendencias observadas, por ejemplo, en algunos países nórdicos (Jalovaara et al. 2019).

Las diferentes creencias religiosas de las mujeres también van asociadas a muy diferentes calendarios de maternidad. Las mujeres creyentes de una religión distinta a la católica son quienes presentan el calendario más temprano de maternidad y quienes tienen menor porcentaje de infecundas al concluir su período reproductivo. Las mujeres católicas presentan el segundo calendario más temprano y un porcentaje de infecundidad definitiva muy próximo a las creyentes de otra religión. Por el contrario, las mujeres que no creen en ninguna religión y aquellas que no manifiestan su creencia religiosa presentan un calendario más tardío y un nivel de infecundidad definitiva mayor. A este respecto cabe señalar que casi el 40% de las mujeres que no manifiestan su creencia religiosa se mantienen sin hijos al concluir su período reproductivo.


Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).

Figura 1. Curvas de supervivencia al nacimiento del primer hijo según lugar de nacimiento, educación, religión y generación de nacimiento (estimador de Kaplan-Meier).


En último lugar, aparecen los calendarios de transición a la maternidad según la generación de nacimiento, donde hemos incluido también la generación nacida en los 90s, destacando dos aspectos. Por un lado, el calendario más temprano de la generación de mujeres nacidas en la década de 1960. Por otro lado, en la generación nacida en los 90 se aprecia un considerable retraso en la transición a la maternidad respecto a las generaciones precedentes, aunque dicho incipiente patrón debe tomarse con cautela dado que son mujeres que están entre los 18 y los 28 años (nacidas entre 1990 y el año 2000), por lo que en la medida que vayan completando su período reproductivo puede verse modificado este patrón o por el contrario dibujarse uno nuevo. Entre las generaciones de 1970 y 1980 casi no hay diferencias en su calendario y el nivel de infecundidad al concluir su período reproductivo es muy similar: alrededor de 1 de cada 4 mujeres nacidas entre las décadas de 1960 y 1980, similar resultado que los encontrados por Esteve, Devolder y Domingo (2016) para la generación de los 60.

Análisis explicativo

Dado que el interés de este artículo se centra en analizar los posibles cambios en la transición a la maternidad o primer nacimiento de las generaciones españolas, y que, por otro lado, las curvas de supervivencia no muestran diferencias significativas entre las tres generaciones consideradas, hemos optado por priorizar las interacciones entre la generación de nacimiento con las principales variables explicativas y las transiciones vitales en lugar de realizar modelos separados por generación.

En el modelo general (tabla 2), podemos observar, en primer lugar, la alta significatividad de la edad en el riesgo o probabilidad de que se produzca el primer nacimiento. A partir de los 15 años el riesgo se incrementa de manera acelerada hasta los 30 años, siendo a la edad de 32 años cuando se alcanza el riesgo más alto, comenzando a partir de esa edad un descenso paulatino en la probabilidad de ser madre .

Un aspecto muy destacable es la ausencia de diferencias estadísticamente significativas en la probabilidad de ser madre según la generación de nacimiento. Es decir, que controlando por el resto de las variables personales y familiares de cada mujer no se observa que la probabilidad se vea afectada por la generación de nacimiento. Por el contrario, el resto de las variables individuales y relativas a los antecedentes familiares son estadísticamente significativas y afectan a la probabilidad de ser madre3.

El nivel de estudios, como cabría esperar, afecta muy significativamente a la probabilidad de ser madre. Tomando como categoría de referencia las mujeres con estudios primarios o inferiores, la probabilidad de ser madre entre los 15 y 40 años disminuye un 10% para las mujeres con estudios secundarios, un 32% para las mujeres con bachillerato o FP y se reduce prácticamente a la mitad (49%) para las mujeres con estudios universitarios.

El país de nacimiento muestra que las mujeres nacidas fuera de España tienen un riesgo 16% mayor de tener el primer hijo entre los 15 y 40 años que las mujeres nacidas en España. A este respecto, Vidal y Miret (2017) señalan que las mujeres inmigrantes tienen una mayor probabilidad de tener el primer hijo antes de los 30 años que las mujeres nacidas en España, pero inferior a partir de esa edad. En cuanto a la religión, no existen diferencias estadísticamente significativas entre las mujeres creyentes, sean católicas o de otra religión, pero dicho riesgo es inferior en un 20% para las no creyentes y en un 29% para quienes no declaran su creencia religiosa.

Con respecto a los antecedentes familiares, observamos que la transición a la maternidad es de nuevo mayor para las mujeres que tienen dos padres extranjeros con respecto tanto a las mujeres con uno o dos padres españoles. Cuanto mayor es el número de hermanos, mayor es la probabilidad de tener el primer hijo. Respecto al nivel educativo de la madre, sólo se observan diferencias significativas entre las madres con estudios universitarios, quienes como en el caso de la propia mujer tiene un menor riesgo de ser madre. Por último, la situación laboral de los padres cuando la mujer tenía 15 años presenta efectos diversos: respecto al empleo del padre, cuanto menor es su nivel de cualificación, menor es la probabilidad de ser madre; mientras que si la madre trabajaba a la edad de 15 años la probabilidad de ser madre aumenta. El elevado número de casos sin información y el hecho de no disponer de detalles sobre la condición laboral de padres y madres a lo largo de su vida laboral nos impiden precisar la relación entre situación laboral de los padres con la maternidad de sus hijas.

Por último, en la Tabla 2 aparecen los efectos de ciertas transiciones vitales asociadas al primer nacimiento. Dado el alto grado de correlación entre ellas, se han estimado en modelos separados cada transición controlando por el resto de variables individuales y familiares. Como cabría esperar todas ellas son altamente significativas y favorecen la transición a la maternidad. En el caso de la transición al primer empleo, observamos que cuanto mejores son las condiciones de entrada en el mercado de trabajo, mayor es la probabilidad de que se tenga el primer hijo, resaltando la relevancia de la situación laboral y económica para ser madre.


Tabla 2. Probabilidad de tener el primer hijo desde la edad de 15 años hasta los 40 considerando las variables individuales, familiares y varias transiciones vitales (modelo de tiempo discreto).

Beta

Error estándar

Z value

Exp(B)

Sig

Edad: c.r. 15 años

Edad 16

1,01

0,30

3,34

2,75

***

Edad 17

1,75

0,28

6,24

5,75

***

Edad 18

2,34

0,27

8,63

10,38

***

Edad 19

2,57

0,27

9,57

13,08

***

Edad 20

2,82

0,27

10,59

16,86

***

Edad 21

2,89

0,27

10,86

18,04

***

Edad 22

3,05

0,27

11,47

21,05

***

Edad 23

3,00

0,27

11,29

20,16

***

Edad 24

3,27

0,26

12,36

26,30

***

Edad 25

3,43

0,26

12,99

30,84

***

Edad 26

3,62

0,26

13,75

37,35

***

Edad 27

3,80

0,26

14,45

44,64

***

Edad 28

4,07

0,26

15,51

58,32

***

Edad 29

4,22

0,26

16,11

68,01

***

Edad 30

4,30

0,26

16,42

74,03

***

Edad 31

4,45

0,26

16,99

85,94

***

Edad 32

4,58

0,26

17,49

97,94

***

Edad 33

4,50

0,26

17,11

89,97

***

Edad 34

4,46

0,26

16,92

86,66

***

Edad 35

4,49

0,26

17,00

89,37

***

Edad 36

4,28

0,27

16,09

72,59

***

Edad 37

4,06

0,27

15,08

57,95

***

Edad 38

3,84

0,27

14,06

46,31

***

Edad 39

3,67

0,28

13,28

39,33

***

Edad 40

3,15

0,29

10,88

23,41

***

Generación: c.r. 1962-1969

1970-1979

-0,03

0,03

-0,96

0,97

1980-1989

-0,06

0,03

-1,62

0,95

Nivel de Estudios: c.r. Primaria o menos

Secundaria

-0,10

0,04

-2,75

0,90

**

Bachillerato - FP

-0,39

0,04

-10,42

0,68

***

Universidad

-0,67

0,04

-17,48

0,51

***

País de nacimiento: c.r. España

Otro país

0,15

0,05

3,24

1,16

**

Religión: c.r. Católica

Otra

0,08

0,05

1,37

1,08

Ninguna

-0,22

0,03

-6,98

0,80

***

NC

-0,34

0,04

-7,88

0,71

***

Origen Padres: c.r. españoles

Mixto

-0,10

0,14

-0,69

0,91

Extranjeros

0,22

0,07

3,12

1,25

**

Nº Hermanos

0,04

0,01

6,53

1,04

***

Estudios Madre: c.r. Primaria

Secundaria

-0,07

0,05

-1,43

0,93

Bachillerato - FP

-0,12

0,06

-1,86

0,89

.

Universidad

-0,21

0,07

-2,96

0,81

**

Ocupación Padre (15 años): c.r. Profesional

Técnico

-0,23

0,07

-3,23

0,79

**

Empleado

-0,14

0,06

-2,53

0,87

*

Trabajó Madre (15 años): c.r. No.

0,12

0,03

3,55

1,13

***

Transición Primera pareja (c.r. no)

3,17

0,04

70,87

23,71

***

Transición Emancipación (c.r. no)

1,80

0,03

52,10

6,03

***

Transición Independencia económica (c.r. no)

1,37

0,03

40,31

3,92

***

Transición Primer empleo -T.P.E.- (c.r. no)

0,18

0,03

5,64

1,20

***

T.P.E. SIN Independencia económica

0.17

0.03

5.13

1.18

***

T.P.E. CON Independencia económica

0.24

0.04

5.75

1.27

***

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).


Las figuras 2, 3, 4 y 5 presentan los resultados de diferentes modelos en los que se han realizado interacciones entre las generaciones de nacimiento con las variables individuales y las transiciones vitales consideradas. Estos modelos nos permiten estimar los posibles cambios en los factores que afectan a la transición a la maternidad a lo largo de las tres generaciones.

La figura 2 muestra que el efecto de la educación en las diferentes generaciones es bastante similar, en el sentido de que a mayor educación menor probabilidad de ser madre por primera vez entre los 15 y 40 años. Sin embargo, el efecto de la educación como depresor de la transición a la maternidad se ha incrementado con el devenir de las generaciones. En la generación de los 60 las mujeres con mayor nivel educativo, especialmente por encima de la educación secundaria, tenían una menor propensión a tener el primer hijo. Esta situación se mantiene estable en la generación de los 70 y se intensifica en la de los 80, generación en la que vemos un claro aumento en las diferencias en la transición a la maternidad en función del nivel educativo de las mujeres.


Nota: Coeficientes en escala logarítmica con intervalos de confianza al 95% (ver Anexo, tabla 3). Categoría de referencia: Mujeres nacidas en los 60s con educación primaria. Variables de control: resto de variables del modelo general (Tabla 2).

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).

Figura 2. Probabilidad de tener el primer hijo según interacción entre la generación de nacimiento y nivel de estudios (modelo de tiempo discreto).


En el caso del efecto de la religión en la maternidad (figura 3) encontramos también algunas variaciones importantes a través de las generaciones. Mientras que en la generación nacida en los 60s otras creencias religiosas diferentes a la católica conllevaban una menor probabilidad de ser madre, dicha diferencia significativa desapareció para la generación de los 70s y se transformó en un factor positivo para las generaciones nacidas en los 80s. Esta situación seguramente se explica por el cambio en la composición de los creyentes de otras religiones y, fundamentalmente, debido al reciente auge de la religión musulmana que profesan los migrantes procedentes del norte de África que presentan una mayor fecundidad y un calendario reproductivo más temprano. El segundo aspecto a resaltar es que en todas las generaciones quienes se declaran no creyentes y quienes no expresan sus creencias religiosas presentan una menor probabilidad de ser madres, incrementándose este efecto con el transcurrir de las generaciones.


Nota: Coeficientes en escala logarítmica con intervalos de confianza al 95% (ver Anexo, tabla 3). Categoría de referencia: Mujeres nacidas en los 60s con religión católica. Variables de control: resto de variables del modelo general (Tabla 2).

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).

Figura 3. Probabilidad de tener el primer hijo según interacción entre la generación de nacimiento y la religión (modelo de tiempo discreto).


Con respecto al efecto del lugar de nacimiento (figura 4), se observan importantes cambios relacionados con la generación de nacimiento. Para las mujeres nacidas en la década de los 60s el país de nacimiento no afectaba su probabilidad de ser madres. En las nacidas en la década de los 70s comienza a verse un cambio en dicha situación y, aunque la diferencia no es significativa, las nacidas fuera de España muestran una mayor propensión a transitar a la maternidad. Finalmente, el efecto en las nacidas en los años 80 es estadísticamente significativo, teniendo una mucho mayor propensión a transitar a la maternidad las nacidas fuera de España con respecto a las nacidas en España.

La Figura 5 presenta los resultados de las interacciones entre la generación de nacimiento con cada una de las transiciones vitales, lo cual nos permite medir el efecto de dichas transiciones a largo de las generaciones. La primera fila contiene los resultados del modelo para el efecto de la formación de la primera pareja. Se observa que dicho efecto es estable y estadísticamente significativo en todas las generaciones: el hecho de haber tenido al menos una primera pareja estable aumenta la propensión a dar el paso a la maternidad. En este caso no se aprecia ningún cambio destacable. Es decir, lograr una pareja estable sigue siendo un prerrequisito para transitar a la maternidad (González y Jurado, 2006; Mynarska et al., 2015).


Nota: Coeficientes en escala logarítmica con intervalos de confianza al 95% (ver Anexo, tabla 3). Categoría de referencia: Mujeres nacidas en los 60s en España. Variables de control: resto de variables del modelo general (Tabla 2).

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).

Figura 4. Probabilidad de tener el primer hijo según interacción entre la generación de nacimiento y el país de nacimiento (modelo de tiempo discreto).


En la segunda fila se observa el efecto de la emancipación o salida de la casa paterna a lo largo de las generaciones, en este caso sí se observan ciertos cambios entre generaciones. Por un lado, en todas las generaciones emanciparse incrementa de forma estadísticamente significativa la probabilidad de ser madres. Por otro lado, las mujeres no emancipadas nacidas en los años 80 tienen una menor propensión a transitar a la maternidad que sus homólogas de la generación de los años 60. Es decir, que el efecto depresor de la no emancipación se ha incrementado en las generaciones más recientes. Y en el caso de la independencia económica, tercera fila de la Figura 4, los resultados son muy similares a lo observado con la emancipación. La independencia económica incrementa de forma estadísticamente significativa la probabilidad de ser madre y para la generación más reciente, la falta de independencia económica reduce significativamente la probabilidad de ser madre con respecto a la generación de los 60s.

Por último, la cuarta fila contiene los resultados del efecto del primer empleo en la transición a la maternidad. Aunque el efecto de haber tenido un primer empleo es menor que lo observado en las anteriores transiciones vitales, también arroja resultados significativos. En términos generales, ésta es otra transición que favorece tener el primer hijo en todas las generaciones. Sin embargo, entre las mujeres que no han estado empleadas previamente, se observa que en las generaciones de los 70s y 80s existe una significativa menor propensión a dar el paso a la maternidad con respecto a sus homólogas nacidas en los 60s. Es decir, recientemente el hecho de no trabajar tiene mayor relevancia que en el pasado en el tránsito a la maternidad, y posiblemente la mayor relevancia del empleo, no se deriva tanto del primer empleo, aspecto que aquí se ha abordado, sino de la posterior trayectoria laboral, aspecto no tratado en este trabajo. No obstante, al diferenciar dentro del primer empleo aquellos trabajos que proporcionaron independencia económica respecto de sus familias de los que no lo hacen (Figura 6), constatamos la importancia actual de las condiciones del trabajo y no sólo del hecho de trabajar. Para las generaciones de los 60s y 70s existe un efecto positivo del primer empleo en el nacimiento del primer hijo con independencia de si proporcionaba o no independencia económica. Sin embargo, en la generación de los 80s no existen diferencias estadísticamente significativas en la probabilidad de tener el primer hijo entre las mujeres que no han trabajado o quienes han tenido un primer empleo que no proporciona independencia económica. Por el contrario, las mujeres nacidas en los años ochenta que tuvieron un primer empleo que sí proporcionaba independencia económica presentan una mayor probabilidad de nacimiento del primer hijo.


Nota: Coeficientes en escala logarítmica con intervalos de confianza al 95% (ver Anexo, tabla 4). Categoría de referencia: Mujeres nacidas en los 60s que no habían experimentada cada una de las cuatro transiciones. Variables de control: resto de variables del modelo general (Tabla 2).

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).

Figura 5. Probabilidad de tener el primer hijo según interacción entre la generación de nacimiento y cuatro transiciones vitales: primera pareja, emancipación, independencia económica y primer empleo (modelos de tiempo discreto).



Nota: Coeficientes en escala logarítmica con intervalos de confianza al 95% (ver Anexo, tabla 4). Categoría de referencia: Mujeres nacidas en los 60s que no habían experimentada la transición. Variables de control: resto de variables del modelo general (Tabla 2).

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).

Figura 6. Probabilidad de tener el primer hijo según interacción entre la generación de nacimiento y el primer empleo Con y Sin independencia económica (I.E.) (modelos de tiempo discreto).


Estos cambios en los efectos significativos que se observan en la generación más reciente en la independencia económica, la salida del hogar paterno y la transición al mercado de trabajo, apuntan a una mayor importancia actual de lograr una vida independiente previa a la maternidad. Es decir, no emanciparse ni lograr un trabajo constituyen en la actualidad un importante freno a la maternidad, mientras que se intuye que unas mejores condiciones laborales favorecerían dicha transición.




CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN


El objetivo principal del estudio ha sido analizar los posibles cambios generacionales ocurridos en la transición a la maternidad en España en las mujeres nacidas entre 1962 y 1989. Aunque las curvas de supervivencia permiten apreciar un ligero cambio en el calendario de primo-fecundidad entre generaciones, el primer resultado destacable es la ausencia de diferencias estadísticamente significativas entre generaciones en la transición a la maternidad una vez que se controla por el resto de las variables individuales y familiares. Por el contrario, todas y cada una del resto de variables explicativas muestran una alta significatividad en el nacimiento del primer hijo. Ahora bien, este primer hallazgo, no implica que no encontremos ciertas variaciones en la significatividad y en los efectos de las variables explicativas entre generaciones, lo cual constituye el segundo resultado relevante de este estudio.

La educación afecta de manera muy significativa la transición a la maternidad para todas las generaciones, condicionando tanto el calendario en que se tienen los hijos como incrementando los niveles de infecundidad al concluir el período reproductivo tal y como planteábamos en nuestra primera hipótesis. Ahora bien, al establecer interacciones entre la generación de nacimiento y el nivel educativo, se aprecia la mayor relevancia de la educación en las generaciones más recientes en el comportamiento reproductivo, en tanto que un mayor nivel de estudios reduce en mayor medida la transición a la maternidad, pero a la vez, la menor educación actual incrementa las probabilidades de que se transite a la maternidad con respecto a sus pares del pasado, en la línea de lo propuesto en la primera de nuestras hipótesis de trabajo (H1). En las generaciones actuales estaríamos claramente ante dos perfiles de mujeres muy distintos: un perfil altamente educado donde prevalecerían los deseos de autorrealización y/o que privilegia su vida profesional, lo cual conlleva que la maternidad pase a un segundo nivel; el otro perfil, el de las mujeres con bajo nivel educativo, lo cual dificulta y obstaculiza en mayor medida que en el pasado su vida profesional y/o de autorrealización lo que favorecería su transición a la maternidad. En el caso del perfil de mujeres altamente educadas, donde es más tardía la maternidad y más intensa la infecundidad, claramente se pone de manifiesto los problemas existentes en España para que estas mujeres puedan conciliar su trayectoria laboral con sus deseos de ser madre. Las mujeres más educadas son quienes tienen una mayor participación laboral y cómo se ha señalado en diversos estudios en países de nuestro entorno, actualmente se observa una relación positiva entre una mayor participación en el mercado de trabajo de la mujer con el nivel de fecundidad (Ahn y Mira, 2002; Myrskylä et al., 2009), lo contrario de lo que apuntarían estos resultados.

En el modelo general, tener un país de nacimiento distinto a España y/o ser creyente de otras religiones diferentes a la católica incrementa la probabilidad de ser madre entre los 15 y los 40 años. Ahora bien, este efecto varía dependiendo de las generaciones de nacimiento. Al realizar las interacciones, observamos que en las generaciones de los 60s y 70s no era estadísticamente significativo el país de nacimiento en el nacimiento del primer hijo ni la fe en otras religiones, pero sí en la generación más reciente. Este resultado apunta a un cambio en el perfil de las mujeres nacidas fuera de España a lo largo del tiempo, debido fundamentalmente a la importante llegada de población inmigrante desde finales del siglo XX. En las generaciones de los 60 y 70 las mujeres inmigrantes presentaban un perfil más similar culturalmente al de la mujer española, mientras que en las generaciones más recientes las mujeres inmigrantes presentan un perfil más diverso culturalmente que se manifiesta entre otros aspectos en una mayor probabilidad de tener el primer hijo. Sin embargo, es necesario señalar la alta heterogeneidad del colectivo migrante actual desde el punto de vista reproductivo, no sólo en el primer hijo sino en la fecundidad en general (véase por ejemplo los trabajos de Castro y Rosero-Bixbi, 2011; Del Rey et al., 2015).

Las transiciones vitales consideradas muestran de manera general la importancia de estas etapas previas en el nacimiento del primer hijo, como se planteó en las hipótesis, es decir, sigue siendo fundamental tener una pareja estable (H2), salir de la casa paterna y lograr la independencia económica (H3), así como empezar a trabajar (H4). No obstante, encontramos variaciones entre generaciones en los efectos de ciertas transiciones. En relación con la hipótesis 2, como ha sido señalado en diferentes estudios en España y en el extranjero (González y Jurado, 2006; Mynarska et al., 2015), tener una pareja estable en estas generaciones analizadas sigue siendo un prerrequisito fundamental para tener un hijo, aunque, por otro lado, se está produciendo un continuo incremento de hijos fuera del matrimonio (Castro, 2007), lo que no quiere decir que no se tenga pareja, sino simplemente que las parejas no se casan. En relación con la hipótesis 3, observamos que mientras en todas las generaciones, la emancipación de la casa paterna y la independencia económica favorecen la transición a la maternidad, en la generación más reciente, nacida en la década de 1980, el no realizar dichas transiciones conlleva una penalización con respecto a las mujeres de generaciones del pasado que tampoco se emanciparon ni se independizaron económicamente antes de los 40 años, por lo que se confirma nuestra hipótesis de una mayor relevancia de estas transiciones en el acceso a la maternidad en las generaciones más recientes. En relación a la hipótesis 4, observamos que el efecto estimulador del acceso al primer empleo en la transición a la maternidad en las generaciones de los 60s y 70s ha desaparecido en la generación de los 80s y, por el contrario, en esta última generación la no transición al primer empleo reduce la probabilidad de tener el primer hijo en relación con las mujeres que no trabajaban de generaciones anteriores. Para la última generación, destaca que la relación entre la actividad laboral y el acceso al primer empleo quede circunscrita a que el primer empleo vaya unido al logro de la independencia económica. Esto no implica que actualmente la situación laboral haya dejado de ser un factor relevante en la fecundidad, sino más bien al contrario, implica que, dado que mayoritariamente todas las mujeres actualmente en algún momento acceden al mercado de trabajo, el factor relevante del empleo en el primer nacimiento es el tipo o las condiciones del trabajo y seguramente su posterior trayectoria laboral, no incluida en este trabajo, en lugar del simple hecho de trabajar, lo que a su vez resalta la relevancia de los ingresos (Baizán, 2006; Miret, 2019). Estas transformaciones observadas en las transiciones vitales en las generaciones más recientes apuntan a que la transición a la maternidad se ha vuelto más exigente en lo relativo a lograr independencia residencial y económica en concordancia con estudios previos (González y Jurado, 2006), aunque se mantiene el prerrequisito de formar una pareja estable.

En resumen, las principales transformaciones en el acceso a la maternidad tienen que ver con el cambio en el calendario, fundamentalmente debido al cambio en la composición o características de las mujeres entre generaciones. El incremento del nivel educativo, los cambios en la creencia religiosa, y el aumento de la presencia de mujeres nacidas fuera de España son algunos de los factores que conllevan diferentes probabilidades y calendarios de maternidad entre generaciones. A la vez, la relevancia de las transiciones vitales previas en el nacimiento del primer hijo, subyace el planteamiento de que en la medida que se puedan lograr dichas transiciones a una edad más temprana y en mejores condiciones, se estará favoreciendo a su vez la transición a la maternidad, y no sólo al primer hijo, sino posiblemente al logro de una mayor descendencia dadas las preferencias observadas por las mujeres españolas (Castro et al., 2020).

Este trabajo presenta ciertas limitaciones, en tanto que no han sido consideradas en la transición a la maternidad las características personales y laborales de la pareja, ni la trayectoria laboral de la mujer a partir del primer empleo, lo cual podría aportar mayores evidencias en dicho proceso. También habría sido interesante disponer del lugar de residencia y de información relativa al acceso a la vivienda como otros factores que señala la literatura como relevantes en el comportamiento reproductivo.




FINANCIACIÓN


Este trabajo está financiado por los proyectos: “Baja fecundidad e Infecundidad: un análisis de los factores causales de la pérdida de nacimientos en España y Castilla y León en perspectiva comparada” [Referencia: SA047G19] de la Junta de Castilla y León; y “Convergencias y divergencias demográficas entre Nativos e inmigrantes” [Referencia: RTI2018-098455-A-C22] del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.




NOTAS


1 El colapsar el período de observación a los 40 años conlleva prescindir del 1,5% de las mujeres que han tenido un primer hijo después de los 40 años (119 casos), pero a la vez nos permite tener estimaciones más fiables dado el escaso número de eventos en esas edades.

2 Pese a que la fuente de datos contiene más información sobre la situación laboral existe una dificultad para construir índices armonizados que permitan sintetizar la trayectoria laboral con el objetivo de medir la estabilidad/precariedad. Esto es debido, por un lado, al gran número de casos perdidos al registrar las fechas y el tiempo de los empleos anteriores o de los periodos en desempleo; y, por otro lado, a la coexistencia de diferentes tipos de empleo y alta rotación de puestos en edades jóvenes que dificulta su medida en un solo indicador.

3 Hemos estimado los mismos modelos incluyendo únicamente las mujeres nacidas en España y los resultados son prácticamente idénticos.




ANEXOS


Tabla 3. Probabilidad de tener el primer hijo según interacción entre la generación de nacimiento y el resto de características individuales.

Beta

Error estándar

Z value

Pr(>|z|)

Sig

Exp(B)

Generación & Nivel educativo (c.r. G.62-69 & Primaria)

G.62-69 & Secundaria

-0,113

0,054

-2,070

0,038

*

0,89

G.62-69 & Bach-FP

-0,343

0,058

-5,901

0,000

***

0,71

G.62-69 & Universidad

-0,612

0,059

-10,441

0,000

***

0,54

G.70-79 & Primaria

-0,093

0,062

-1,501

0,133

0,91

G.70-79 & Secundaria

-0,137

0,053

-2,576

0,010

**

0,87

G.70-79 & Bach-FP

-0,400

0,053

-7,525

0,000

***

0,67

G.70-79 & Universidad

-0,605

0,051

-11,766

0,000

***

0,55

G.80-89 & Primaria

0,340

0,078

4,367

0,000

***

1,41

G.80-89 & Secundaria

-0,035

0,062

-0,566

0,572

0,97

G.80-89 & Bach-FP

-0,555

0,062

-8,913

0,000

***

0,57

G.80-89 & Universidad

-0,952

0,063

-15,058

0,000

***

0,39

Generación & Religión (c.r. G.62-69 & Católica)

G.62-69 & Otra

-0,270

0,104

-2,593

0,010

**

0,76

G.62-69 & Ninguna

-0,164

0,057

-2,862

0,004

**

0,85

G.62-69 & NC

-0,245

0,073

-3,355

0,001

***

0,78

G.70-79 & Católica

-0,026

0,032

-0,799

0,424

0,97

G.70-79 & Otra

-0,004

0,082

-0,045

0,964

1,00

G.70-79 & Ninguna

-0,184

0,047

-3,894

0,000

***

0,83

G.70-79 & NC

-0,392

0,065

-5,990

0,000

***

0,68

G.80-89 & Católica

-0,079

0,041

-1,907

0,057

,

0,92

G.80-89 & Otra

0,333

0,077

4,348

0,000

***

1,39

G.80-89 & Ninguna

-0,483

0,058

-8,377

0,000

***

0,62

G.80-89 & NC

-0,541

0,092

-5,882

0,000

***

0,58

Generación & País de nacimiento (c.r. G.62-69 & España)

G.62-69 & Otro

-0,053

0,075

-0,704

0,481

0,95

G.70-79 & España

-0,035

0,029

-1,224

0,221

0,97

G.70-79 & Otro

0,093

0,062

1,504

0,133

1,10

G.80-89 & España

-0,178

0,037

-4,868

0,000

***

0,84

G.80-89 & Otro

0,317

0,066

4,821

0,000

***

1,37

Nota: Modelos controlados por el resto de variables individuales y familiares.

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).


Tabla 4. Probabilidad de tener el primer hijo según interacción entre la generación de nacimiento y diferentes transiciones vitales: primera pareja, emancipación, independencia económica y primer empleo.

Beta

Error estándar

Z value

Pr(>|z|)

Sig

Exp(B)

Generación & Primera pareja (c.r. G.62-69 & No)

G.62-69 & Sí

3,159

0,073

43,130

0,000

***

23,55

G.70-79 & No

0,036

0,087

0,415

0,678

1,04

G.70-79 & Sí

3,232

0,073

44,305

0,000

***

25,33

G.80-89 & No

-0,067

0,094

-0,708

0,479

0,94

G.80-89 & Sí

3,081

0,075

40,962

0,000

***

21,79

Generación & Emancipación (c.r. G.62-69 & No)

G. 62-69 & Sí

1,734

0,053

32,532

0,000

***

5,67

G. 70-79 & No

-0,103

0,064

-1,614

0,107

0,90

G. 70-79 & Sí

1,737

0,053

32,939

0,000

***

5,68

G. 80-89 & No

-0,244

0,073

-3,349

0,001

***

0,78

G. 80-89 & Sí

1,606

0,056

28,631

0,000

***

4,98

Generación & Independencia económica (c.r. G.62-69 & No)

G.62-69 & Sí

1,315

0,053

24,702

0,000

***

3,72

G.70-79 & No

-0,108

0,065

-1,678

0,093

,

0,90

G.70-79 & Sí

1,302

0,052

24,813

0,000

***

3,68

G.80-89 & No

-0,226

0,072

-3,152

0,002

**

0,80

G.80-89 & Sí

1,275

0,056

22,657

0,000

***

3,58

Generación & Primer empleo (c.r. Gen.62-69 & No)

Gen. 62-69 & Sí

0,105

0,046

2,291

0,022

*

1,11

Gen. 70-79 & No

-0,173

0,057

-3,020

0,003

**

0,84

Gen. 70-79 & Sí

0,113

0,044

2,548

0,011

*

1,12

Gen. 80-89 & No

-0,279

0,069

-4,045

0,000

***

0,76

Gen. 80-89 & Sí

0,035

0,049

0,724

0,469

1,04

Generación & Primer empleo & CON O SIN I.E. (c.r. Gen.62-69 & No Empleo)

Gen. 62-69 & Empleo SIN I.E.

0.092

0.047

1.943

0.052

.

1.10

Gen. 62-69 & Empleo CON I.E.

0.143

0.066

2.157

0.031

*

1.15

Gen. 70-79 & No Empleo

-0.180

0.057

-3.141

0.002

**

0.84

Gen. 70-79 & Empleo SIN I.E.

0.097

0.045

2.148

0.032

*

1.10

Gen. 70-79 & Empleo CON I.E.

0.124

0.058

2.134

0.033

*

1.13

Gen. 80-79 & No Empleo

-0.119

0.074

-1.605

0.108

0.89

Gen. 80-79 & Empleo SIN I.E.

0.006

0.051

0.123

0.902

1.01

Gen. 80-79 & Empleo CON I.E

0.192

0.073

2.636

0.008

**

1.21

Nota: Modelos controlados por el resto de variables individuales y familiares. I.E. = Independencia Económica.

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Encuesta de Fecundidad de 2018 (INE).



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