Monográfico / Monographic

DOI: 10.22325/fes/res.2021.01

El desafío de la trascendencia en tiempos de creatividad


The challenge of transcendence in times of creativity


Celso Sánchez Capdequi ORCID

I-Communitas: Institut for Advanced Social Research, Universidad Pública de Navarra, España. celso.sanchez@unavarra.es

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 30 Núm. 1 (Enero - Abril, 2021), a01. ISSN: 1578-2824





De un punto a esta parte, la creatividad se ha convertido en un debate central en las ciencias sociales y en la opinión pública. Abundan las publicaciones y las investigaciones sobre una facultad que define la particularidad de la condición humana posiblemente como ninguna otra. La creatividad constituye un atributo estructural y estructurante de la acción humana, sin embargo, en nuestros días también comparece como realidad estructurada que dibuja un modelo de acción afín a la experimentación estética, pero, al mismo tiempo, regulado y rutinizado (Sánchez Capdequi, 2019). Su institucionalización como discurso normal se convierte en un hecho social inédito para las ciencias sociales. Así como disciplinas con más calado atemporal que la propia sociología, como la filosofía, la antropología y la estética, se han detenido en ella respectivamente como un incremento del ser (Gadamer), como una imaginación en apertura (Gehlen) y como itinerario simbólico afín al noúmeno de las cosas (Kant), la sociología, hasta fechas recientes, ha contado con ella, pero sin explicitarla y analizarla específicamente. Su presencia se ha dado por supuesto en episodios tan pegados a la modernidad como la revolución política, el descubrimiento científico, la moda, la innovación tecnológica, entre otros. Es en la actualidad cuando cobra centralidad y dimensión de problema en un actor contemporáneo que no sólo crea originalidad, sino que, además, tiene que crearla.

Hoy esa creatividad se explicita como objeto de debate en el ámbito de la sociología. El desafío no es menor. Por la propia materia a tratar en la definición de creatividad es difícil escapar de la paradoja y la contradicción. Cualquier intento de definirla menoscaba eso que la hace ser lo que es: novedad. Poner límites conceptuales y semánticos a una experiencia definida por su capacidad de trascender conlleva tensiones inexorables. La creatividad se rebela ante cualquier pretensión de delimitación conceptual. La trasciende. En ese sentido, toda aproximación a la misma constituye una tarea metateórica: en concreto, un ejercicio de creatividad de la creatividad. En esa tentativa la sociología ha ofrecido recientemente varios enfoques desde los cuales contemplar ciertos contornos, pero sin agotar nunca la abundancia que acoge.

En el primero de ellos, autores como Castoriadis (1989), Maffesoli (2001), Touraine y otros inciden en una dimensión constitutiva de la realidad social que ha quedado omitida en los grandes discursos de la modernidad. El imaginario se sitúa en el centro de la creatividad humana y se define como un ser por-ser cuya dinámica responde a la lógica de los magmas entendida como el embrión siempre implícito del discurso logocéntrico imperante en la modernidad occidental. Su descubrimiento cuestiona el determinismo directriz del curso histórico de la modernización y abre la puerta al envés omitido en una modernidad que no puede entenderse sin elementos tan presentes en las sociedades tradicionales como mitos, ritos, chamanismo, magia, fabulación, espíritu lúdico, etc.

De igual modo, otro enfoque significativo se sitúa en el plano de la acción humana donde, al mismo tiempo, quedan comprometidos la noción de autonomía moral y el propio devenir de la modernidad. En este marco teórico, en particular en la investigación de Joas (1992, 2012, 2017) recogiendo el testigo de Mead, se debate aquello que la hace irreductible a cualquier enfoque normativo y lógico que, por otro lado, son resultado de la propia creatividad social. Esta es inherente a la acción del hombre en el mundo. Más que adaptarse a las reglas, la acción social las produce, si bien no siempre se es consciente de ello. La modernidad es la sociedad que aspira a asumir la consciencia de la creatividad humana a partir de la noción de autonomía. Los actores sociales de la modernidad demandan identificación simbólica, pero antes que eso, autoría de las normas que organizan su modelo de convivencia y del que se sienten agentes creadores.

Otra narrativa de la creatividad se centra en el de diagnóstico social. Es el que, en especial, Reckwitz (2012, 2017, 2019) describe en una investigación de factura reciente. Este autor alemán insiste en una idea-fuerza: la creatividad constituye el nuevo imaginario de la modernidad tardía. Se trata de la significación cultural que aglutina al conjunto de dominios sociales. Frente al desencantamiento funcional de sus inicios, la modernidad tardía recupera el pulso del encantamiento creativo. El rasgo estético-emocional impregna la moda y la economía, la publicidad y la política, la psicología y la competición deportiva. Su omnipresencia en los usos lingüísticos la convierte en el centro sagrado de los relatos contemporáneos. En razón de ello, ser original y creativo no es algo al albur de la voluntad humana. No forma parte de la elección individual. Es el nuevo imperativo social.

Por último, los trabajos de Boltanski y Chiapello (2002) se detienen en el apartado sectorial de la nueva economía creativa que, al fin y a la postre, coloniza el conjunto de ámbitos que componen la modernidad tardía. El capitalismo creativo o estético se caracteriza por un modelo de producción y productor ajustado al perfil artista. Esta mutación en el corazón del capitalismo contemporáneo pone su atención en dimensiones de la acción humana que habían pasado desapercibidas en la modernidad calvinista como, por ejemplo, la auoexpresión humana, el trabajo en equipo, el riesgo, la inventiva, la innovación, entre otras. Se trata de un proceso de cambio cultural y económico en el que el imperio de lo general da paso al valor de la originalidad. Las emociones y los afectos son la materia prima sobre la que trabaja una forma de producción capitalista que ya no satisface necesidades, las crea.

Sin embargo, este monográfico detiene su atención en un atributo de la creatividad que ha pasado desapercibido en estos enfoques y sin el cual no pueden entenderse muchas de las confusiones imperantes en la vida contemporánea. Además de rasgos como la novedad, la ruptura, lo lúdico, etc., una presencia inexcusable en el trance creativo es la trascendencia. Si bien el tiempo secular predominante erosiona cualquier aproximación al plano extramundano de las sociedades tradicionales, la trascendencia es inherente al muelle creativo de la acción social. Crear es des-bordar, transgredir lo dado, recordar que ningún estado de las cosas es el último y el definitivo. El mundo está preñado de posibilidades, unas actualizadas, y otras por actualizar en la historia. Esta tensión habita el corazón de toda sociedad, se sepa o no. Con independencia del predominio social de creencias religiosas o seculares, la trascendencia prolonga la novedad creativa sugiriendo nuevos contornos a las cosas y, con ello, al mundo (Jung, 2016). El hecho social se estira y trasciende en una nueva versión social producto del ímpetu creativo. Crear es trascender entendiendo por tal la inexorable incorporación de la huella humana en una realidad inacabada e inacabable. Ese gesto de trascender puede ser socialmente dirigido o improvisado, articulado o desarticulado. Sólo cuando en la creatividad se reúnen lo icónico, lo normativo y lo trascendente, es decir, lo concreto, lo indexical y lo universal sin que ninguno de estos planos quede excluido, la creatividad trasciende con dirección social. Si no es el caso, la creatividad avanza dejando el camino alguno de estos elementos troncales en la vida social y erosionando zonas sustantivas de la vida social.

Cabe recordar que esta reflexión sobre la trascendencia en el proceso creativo tiene precedentes en la propia reflexión sociológica. Schutz y Luckmann (1989) dedican una parte sustantiva de su trabajo a recordar la dimensión nuclear de la trascendencia para el sentido común. Si bien éste parece situarse en una posición totalmente antagónica a la trascendencia, estos autores inciden en la presencia de la trascendencia en la actitud natural. Esta no se compone sólo de certezas y convenciones a la mano, también de preguntas arraigadas en la vida social cuyas respuestas siempre son inconcluyentes y aproximativas. La particularidad de estos autores consiste en la revelación de distintos niveles y planos de trascendencias que se encuentran encadenados y comunicados en el mundo de la vida. Proponen tres planos de trascendencia que cruzan el sentido común. En los tres casos los autores remiten a expresiones de trascendencias con tiempos, acentos, narrativas y perímetros diferentes en cada caso. En concreto, hablan de pequeñas trascendencias, trascendencias intermedias y grandes trascendencias. En buena medida, bajo la inspiración de W. James podríamos hablar de Variedad de la experiencia creativa (atendiendo al plano de trascendencia de que se trate).

Las primeras inciden en que la experiencia cotidiana se sirve del conocimiento acumulado y depositado en la memoria social. Se trata de problemas situados en el tiempo y en el espacio de una determinada sociedad en la que prevalecen ciertos hábitos y rutinas. Las segundas apuntan al conocimiento del otro (individuo, comunidad, cultura, época) en la medida en que su realidad siempre esconde un límite inaccesible para el presente histórico. Las terceras evocan el recurrente intento humano de responder a lo otro, a esas cuestiones universales como la muerte, el amor, la tragedia cuya hondura metafísica sólo permite aproximaciones imposibles.

La presencia de la trascendencia cruza y atraviesa el enfoque que sobre la creatividad preside esta compilación de trabajos. Todos ellos comparten el estímulo de una indagación sobre la creatividad en la que ésta se expresa en plural, a partir de una variedad de planos y perímetros. Una pregunta común a todas las contribuciones de este monográfico se cuestiona hasta qué punto un modo de creatividad icónico-episódico cargado de presentismo emocional representado por la clase creativa de nuestros días hace olvidar otros planos de la creatividad basados en distintos perímetros de trascendencia de los que también depende el buen gobierno de la sociedad. En él se evidencian las anomalías de una sociedad en la que el cambio social se limita al plano de las pequeñas trascendencias en forma de una estética de la existencia que desactivan otros planos de la creatividad que necesitan contextos de deliberación reflexiva con el otro y experiencias de ultimidad sobre lo otro. El afecto sin deliberación y sin despliegue simbólico genera monstruos.

Por todo ello, este monográfico ofrece reflexiones que quieren dar un paso más en la investigación sobre la creatividad. Pretende retratar dimensiones sociales de esa creatividad que han quedado omitidas. Una creatividad sin trascendencia o una creatividad circunscrita exclusivamente a las pequeñas trascendencias deja a la sociedad contemporánea sin margen para la crítica y para insinuar transformaciones como las desigualdades sociales, los déficits democráticos, la sostenibilidad del planeta, entre otras, que reclaman conocimiento pautado del otro y simbolización del dolor del mundo. La teoría social debe someter a debate qué efectos tiene en la acción social una creatividad despolitizada e identificada exclusivamente con la innovación tecnológica. Ese tipo de creatividad sometida al rigor de los afectos clausura el espacio para deliberación, la imaginación y, por ello, la autonomía de la vida social.

En cuanto a las contribuciones de este monográfico, en primer lugar, Celso Sánchez Capdequi se centra en las derivadas de una sociedad en las que el principio de realidad es la creatividad. A pesar de la paradoja aparente, el dinamismo de la creatividad se detiene y se condensa en un modelo de vida en el que los actores viven permanentemente buscando episodios de originalidad. El riesgo de estimulación cronificada y sobreabundancia de afectos no es otro que el de un proceso de descivilización, en expresión de Nachtwey. El predominio de Eros, ya preludiado por Marcuse, pone en peligro los rasgos más notorios de la civilización como son el retardamiento del placer, la diferenciación de funciones y perfiles, el pensamiento universal, el componente deliberativo, entre otros.

Por su parte, la aportación del profesor Juan Antonio Roche Cárcel indaga en la noción de creatividad a partir del legado histórico y semántico de las civilizaciones axiales a lo largo de la cultura occidental. Profundiza en las afinidades electivas entre creatividad y originalidad y se sirve de la experiencia sociológica y antropológica del juego para llenar de contenido la capacidad renovadora de la sociedad moderna. El sustrato axial de la creatividad se asocia a la autopercepción de la modernidad como una sociedad autónoma y en constante proceso de transformación.

El trabajo de Maya Aguiluz y Josetxo Beriain profundizan en el devenir de la creatividad desde la obra de Max Weber. El renacimiento de la llamada a la profesión es representada en la modernidad tardía por el empresario, el político y el artista frente al virtuoso religioso afín a las sociedades tradicionales. En estos perfiles ya no rige la influencia de Dios, sino la del daimon/demonio personal, que se erige en deidad ambivalente presente en las tradición judeo-cristiana que convierte a la experiencia creativa en un proceso desprovisto de controles morales y lógicos.

La contribución de José Ángel Bergua se detiene en las diferentes maneras de las que se ha servido el capitalismo para desactivar la creatividad ante el cúmulo de desigualdades que ha generado en la historia reciente de la modernidad. Si la jerarquía y la liquidez han representado las primeras formas de esa desigualdad, en la actualidad el capitalismo creativo gestiona los afectos incidiendo en un fondo de indeterminismo que, como bien sabían en la Grecia presocrática, es incontrolable por parte de acción humana. En el intento de reducir y determinar esa indeterminación el capitalismo creativo deja contradicciones y paradojas a su paso.

Por otro lado, el profesor Javier Gil-Gimeno se centra en los dispositivos de memoria externa como una de las claves del desarrollo de las civilizaciones axiales y, dentro de éstas, de la modernidad. La figura del libro, más en concreto, del libro sagrado, constituye el núcleo de esta reflexión en la que la fuerte presencia del monoteísmo en la historia occidental genera enormes contradicciones entre la lectura canónica prevaleciente en cada caso y una creatividad interpretativa afín a la trama metafórica de los textos religiosos.

La reflexión de Enrique Carretero indaga en los discursos contemporáneos sobre la creatividad. Su enfoque incide en que la actual creatividad estetizante se ha identificado con la idea de innovación y se ha despojado de otros parámetros de acción que vayan más allá del campo de lo aplicado. Se trata de una creatividad fetichizada que, a través de una sobreabundancia de afectos y emociones, contribuye a generar un modelo de normalización social que se aleja de cualquier asomo de contingencia e indeterminación transformadoras del orden social.

Por último, el investigador Juan María Sánchez-Prieto indaga en la vertiente política de la creatividad. Las tramas democráticas de la modernidad tardía se resienten en tiempos de hiperexpresividad cultural ya que las fuerzas preponderantes de la política cobran presencia en términos de radicalismo y extremismo. La ausencia de la deliberación, la escucha y el consenso constituyen el efecto de un hecho social en el que la hegemonía incuestionada de las lealtades locales dejan a la sociedad sin recursos de creatividad colegiada con alcance universalista e inclusivo ante desafíos como guerras, crisis económicas y pandemias globales.

Sin duda, la Revista Española de Sociología afianza con esta publicación aún más su condición de espacio editorial sensible a los grandes problemas de su tiempo. No siempre la creatividad ha estado en el centro de la atención científica. Y, sin embargo, en este caso si es así. Sin ninguna duda, si el propósito de un espacio editorial es el rigor y la audacia en la búsqueda científica en este monográfico la RES da un paso más en esa dirección.


REFERENCIAS


Boltanski, L.y Chiapello, E. (2002). El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid: Akal.

Castoriadis, C. (1989). La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona: Tusquets.

Joas, H. (1992). Die Kreativität des Handelns. Berlin: Suhrkamp.

Joas, H. (2012). Galube als Option. Friburgo: Herder.

Joas, H. (2017). Die Macht des Heiligens. Berlin: Suhrkamp.

Jung, M. (2016). Qualitative Experience and Naturalized Religion: An Inner Tension in Dewey’s Thought? En H. Deusser, H. Joas, M. Jung, M. Schlette, The Varieties of Transcendence (pp. 91-104). New York: Fordham University Press.

Maffesoli, M. (2001). El instante eterno. El retorno de lo trágico en las sociedades posmodernas. Paidós: Barcelona.

Reckwitz, A. (2012). Die Erfindung der Kreativität. Berlin: Suhrkamp.

Reckwitz, A. (2017). Die Gesellschaft der Singularitäten. Berlin: Suhrkamp.

Reckwitz, A. (2019). Das Ende der Illusionen. Berlin: Suhrkamp.

Sánchez Capdequi, C. (2019). Variedad de la experiencia creativa y trascendencias múltiples. En C. Sánchez Capdequi, Creatividad: entre transgresión y normalización (pp.43-79). Madrid: La Catarata.

Schutz, A. y Luckmann, Th. (1989). The Structures of the Life-World. Illinois: Northwestern University Press.


NOTA BIOGRÁFICA

Celso Sánchez Capdequi es Profesor Titular del departamento de Sociología de la Universidad Pública de Navarra. Desde zonas de investigación como la dimensión simbólica de las creencias contemporáneas, el surgimiento de los valores, la vigencia del hecho religioso y las nuevas expresiones de resacralización social, entre otras, es autor de textos como Imaginación y sociedad. Una hermenéutica creativa de la cultura (Tecnos, Madrid, 1999), Las máscaras del dinero. El simbolismo social de la riqueza (Anthropos, Barcelona, 2004) y En los límites de la con-fusión. Miedos, riesgos y urgencias de la sociedad de la información (La Catarata, Madrid, 2010). Ha dirigido la compilación La creatividad social: narrativas de un concepto actual (Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 2017) y más recientemente ha coordinado el libro Creatividad: entre transgresión y normalización (La Catarata, Madrid, 2020). Además de otras muchas colaboraciones en revistas nacionales e internacionales, ha sido profesor visitante en universidades como New School for Social Research (New York), Goethe Universität (Franckfort del Meno), La Sorbonne (París), el Instituto de Sociología de la Georg-August-Universität (Gottingen) y la Humboldt Universität (Berlín).