Monográfico/ Monographic

DOI: 10.22325/fes/res.2021.73

De vuelta a casa: el retorno de los jóvenes españoles desde Europa


Coming back home: the return of young Spaniards from Europe


Beatriz González-Martín ORCID

Centro de Estudio de las Migraciones y las Relaciones Interculturales (CEMyRI), Universidad de Almería, España. bgm620@ual.es


Pablo Pumares ORCID

Centro de Estudio de las Migraciones y las Relaciones Interculturales (CEMyRI), Universidad de Almería, España. ppumares@ual.es

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 30 Núm. 4 (Enero - Abril, 2021), a73. ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 15/06/2020
Aceptado / Accepted: 03/04/2021





RESUMEN

El contexto de crisis económica y el marco de libre circulación en la Unión Europea han estimulado una significativa salida de jóvenes españoles hacia Europa, sobre todo a partir de 2011. La novedad de volver a ser país de emigración, tras el boom inmigratorio vivido, y el recuerdo de tiempos pasados, han puesto el énfasis en la importancia de esta movilidad de jóvenes españoles y en la pérdida de talento que conlleva. En cambio, se ha prestado menos atención a la ganancia de capital humano que puede entrañar que retornen, lo cual dependerá de quién retorne y de las posibilidades que tenga de utilizar lo aprendido. El artículo analiza los factores que afectan en la decisión de retornar o quedarse, y la influencia que tienen en qué tipos de emigrantes regresan y su posterior desempeño en España. Se sustentará en 80 entrevistas a jóvenes españoles retornados de Alemania, Reino Unido o Italia, realizadas en 2015 en el marco del proyecto YMOBILITY.

Palabras clave: Movilidad de jóvenes, emigración española, proyecto migratorio, migración de retorno, emigración cualificada.



ABSTRACT

The context of the economic crisis and the framework of free movement inside the EU have stimulated a significant outflow of young Spaniards to Europe, especially since 2011. The newness of becoming an emigration country again, after the immigration boom, and the memory of times gone by, have emphasized the importance of this mobility of young Spaniards and the loss of talent that it represents. In contrast, less attention has been paid to the gain in human capital that may be involved in their return, which will depend on who returns and what possibilities they have of implementing what they have learned abroad. This paper focuses on the factors that affect the decision to return, stay or circulate, their influence on which types of migrants return and their subsequent professional development in Spain. The study is based on 80 interviews with young Spanish returnees from Germany, United Kingdom and Italy carried out in 2015 as part of the YMOBILITY project.

Keywords: Youth mobility, Spanish emigration, migration project, return migration, high skilled migration.




INTRODUCCIÓN


El estudio de las migraciones ha interpretado el retorno como el fin del proceso migratorio, como un caso especial de migración o como un subproceso de las migraciones internacionales (Cassarino, 2004; Jáuregui Díaz y Recaño Valverde, 2014). A pesar de que existen publicaciones referentes al retorno desde los años 60, no ha sido una línea de estudio que se haya desarrollado con profundidad y mantenido en el tiempo, pues se ha dado prioridad al estudio de otras etapas migratorias, quizás consideradas más accesibles para los investigadores a la hora de obtener datos cuantificables y confiables (Cassarino, 2004; Durand, 2006; Pajares, 2009). Es a partir del año 2000 cuando se despierta nuevamente el interés por profundizar en el estudio del retorno debido, en cierta medida, al enfoque transnacional de las migraciones, la búsqueda de la relación entre el fenómeno del retorno y el desarrollo internacional y, más recientemente, por la crisis económica de 2008 que ha incrementado la presencia de los inmigrantes retornados en los flujos internacionales y les ha visibilizado tanto en los países de origen como de destino (Jáuregui Díaz y Recaño Valverde, 2014; López de Lera, 2010; Parella y Petroff, 2014). Así, en los últimos años se han desarrollado numerosos trabajos que tratan de avanzar en la comprensión de este fenómeno desde esas nuevas perspectivas (de Haas et al., 2015; de Haas y Fokkema, 2011; Kunuroglu et al., 2016; Snel et al., 2015; Van Meeteren et al., 2014; White, 2014).

En el caso español, la exploración del retorno se había relacionado principalmente con las investigaciones enmarcadas en el regreso a España de los españoles emigrados durante el siglo XX (Álvarez Silvar, 1995).Sin embargo, a raíz de la crisis de 2008, el principal interés relacionado con este tema lo ha despertado el análisis de la emigración de retorno de los numerosos inmigrantes que estaban establecidos en España y que han regresado a sus países de origen (Herrera y Pérez Martínez, 2015; López de Lera y Pérez-Caramés, 2015; Pérez-Caramés, 2012; Ramos, 2020). Muchos menos han sido los estudios que han abordado el retorno desde la perspectiva de la juventud española que emigró durante la crisis económica, aunque ya existen algunos como Navarrete Moreno (2018), Tovar Cuevas y Victoria Paredes (2013) y Zúñiga y Díaz-Catalán (2017). Se echa de menos investigaciones sobre retorno que se centren en este grupo de población y, por ese motivo, el presente trabajo se enfoca precisamente en él.

Resulta de vital importancia analizar e intentar comprender qué anima a estos jóvenes emigrantes a tomar la decisión de retornar, considerando que en algunos casos el retorno resulta un hecho incomprensible (Durand, 2006). Esta necesidad de análisis se refuerza en tiempos de crisis cuando la situación nos invita a pensar que todo está dominado por el ámbito económico y podemos olvidar que el retorno es un fenómeno polifacético y heterogéneo que está influenciado por múltiples factores (Cassarino, 2004), algunos relacionados con la persona y otros que dependen del contexto. Cuando la persona decide retornar, reinicia el proceso migratorio a la inversa y se ve inmerso de nuevo en una etapa en la que debe tomar múltiples decisiones (Durand, 2006), seguramente influenciadas por los mencionados factores individuales y contextuales. Sin embargo, se echan en falta estudios que se centren en analizar esos factores que determinan el retorno (de Haas et al., 2015).

La presente investigación de corte cualitativo, consciente de esta carencia, mediante el análisis de las experiencias migratorias de la juventud española retornada durante ese periodo, busca analizar las motivaciones que les condujeron a tomar la decisión de retornar. Para ello se plantea contestar a las siguientes cuestiones: i) las motivaciones para retornar de la juventud española emigrada ¿están relacionadas exclusivamente con la crisis y con el éxito y el fracaso que hayan obtenido en el ámbito laboral durante la emigración? y, ii) ¿existe conexión entre el proyecto migratorio de los jóvenes y la decisión de retornar en lo que se refiere a la consecución de sus objetivos y de sus expectativas migratorias (laborales, formativas, relaciones sociales, etc.)? Además, se examinará brevemente su adaptación social y laboral posterior al retorno, puesto que también podría verse influenciada por la decisión de retornar.

Tomaremos como base los supuestos teóricos clásicos expuestos en las principales teorías migratorias económicas: la teoría Neoclásica (NE) (Todaro, 1969), y la teoría de la Nueva economía de la migración laboral (NEML) (Stark, 1991), y lo contrastaremos con el enfoque social que aporta la teoría de la Integración socio-cultural (TISC) (de Haas y Fokkema, 2011; Snel et al., 2006).

La interpretación que la NE realiza de las migraciones se basa en el resultado de la relación coste-beneficio de la emigración. Los emigrantes deciden permanecer en destino o retornar en función de los ingresos netos que puedan obtener en los países de acogida (Borjas, 1989; Todaro, 1969). Esta teoría resalta el carácter permanente de las migraciones. Puesto que es un hecho fundamental en la vida del emigrante, no se contempla el retorno salvo que la emigración no reporte los beneficios esperados, ni en términos económicos, ni psicológicos, o si los costos de la emigración son demasiado altos (Constant y Massey, 2002). Resumiendo, mientras los “ganadores” se quedan, los “perdedores” retornan (de Haas y Fokkema, 2011).

Aunque dentro también de las teorías económicas, la NEML presenta un enfoque diferenciado al de la NE. Esta teoría ve el retorno como una “estrategia calculada” (Cassarino, 2004), definida no a nivel individual, sino en el seno de la familia del emigrante. Las migraciones tienen un carácter colectivo que permiten maximizar los ingresos y repartir los riesgos que se producen. La emigración tiene carácter temporal y se vincula a la consecución de determinados objetivos. El retorno es interpretado como un símbolo del éxito migratorio, pues se produce cuando se han conseguido las metas preestablecidas (Jáuregui Díaz y Recaño Valverde, 2014).

El tercer apoyo teórico llega a través de la teoría de la integración sociocultural (TISC) que se distancia de la perspectiva económica y se basa en las dimensiones socioculturales de los inmigrantes y su identificación con el país de acogida. Estas dimensiones hacen referencia a las relaciones sociales que mantienen con los autóctonos, el conocimiento del idioma del país y a la participación en instituciones sociales. La TISC propone que cuanto mayor es el tiempo de permanencia en el país de destino, y más integrada se encuentra la persona en la sociedad de acogida, más difícil y menos probable es el retorno. Por lo tanto, las probabilidades de que se produzca un asentamiento definitivo aumentan. (Snel et al., 2015).

En consecuencia, con el marco teórico expuesto, la hipótesis que pretendemos contrastar es el hecho de que, a pesar de estar inmersos en un periodo de crisis económica, las motivaciones para retornar no solo están condicionadas por el éxito o el fracaso de la juventud en el ámbito laboral durante la emigración, sino que existen otras circunstancias relacionadas con el proyecto migratorio de los jóvenes que determinan la decisión de regresar.

El presente artículo prosigue con un apartado en el que se presenta el contexto que enmarca la emigración de la juventud española sobre la que versa el presente estudio, seguido del apartado de metodología. Después se presentará la sección de los resultados del estudio dividida en tres apartados que se corresponden con los ámbitos estudiados (el proyecto migratorio, las causas del retorno y la readaptación tras retornar). Se terminará con un apartado donde se presentará la discusión y las conclusiones más relevantes.


¿POR QUÉ SE VAN?


Uno de los principales impactos en materia migratoria atribuibles a la crisis económica de 2008 en España fue la repercusión que tuvo sobre las dinámicas de los flujos migratorios internacionales (Arango et al., 2014).

La crisis, especialmente debido a la caída del sector de la construcción y de las numerosas empresas dependientes de él, elevó la tasa de paro hasta cifras impensables, más del 13% en el último trimestre de 2008 que seguiría aumentando hasta casi el 27% en el primer trimestre del 2013 (INE 2020a). Entre las miles de personas desempleadas se encontraban un gran número de inmigrantes que se habían establecido en España durante la época de crecimiento económico y que ahora empezaban a retornar a sus países de origen o reemigrar a otros con mejores oportunidades laborales (González-Ferrer, 2014; López de Lera y Pérez-Caramés, 2015). Todavía más acusado fue el aumento del paro juvenil que alcanzó su pico más elevado en el primer trimestre de 2013, cuando la tasa de paro de la población menor de 25 años se disparaba a casi un 57% (INE, 2020a). La juventud española, consciente de la debilidad del mercado laboral español, empezó a buscar en otros países las oportunidades que España no les ofrecía. Puso sus ojos en Europa, debido a su cercanía y a las ventajas que le aportaba la libre circulación dentro del espacio Schengen. A partir de 2011, durante la llamada crisis de la deuda pública, cuando el gobierno inició las políticas de austeridad más duras, numerosas personas jóvenes españolas desencantadas se trasladaron al norte y al centro de Europa.

A partir de ese momento, esta emigración de jóvenes acaparó el protagonismo. A pesar de ser numéricamente inferior, eclipsó por su novedad y porque afectaba a españoles, a los flujos relacionados con la salida de inmigrantes del país (Domingo i Valls et al., 2014). Los medios de comunicación dieron la voz de alarma sobre el inesperado fenómeno migratorio que estaba convirtiendo a España otra vez en un “país de emigración”. Lo que se difundía en blogs, redes sociales y demás medios de comunicación más que presentar evidencias lo que hacía era abrir nuevos interrogantes (Díaz-Hernández et al., 2015) y generar en la sociedad española preocupación sobre las posibles repercusiones socio-económicas que esta emigración podría tener a largo plazo, sobre todo, si se consideraba que la juventud que presumiblemente estaba emigrando era la más cualificada. También desde la academia numerosas publicaciones hicieron referencia a la fuga de cerebros españoles hacia otros países, no solamente europeos, sino también de América Latina, Estados Unidos o Canadá. Los análisis de los nuevos flujos migratorios en términos de Brain Drain y Brain Waste se centraron en analizar cuáles eran los países más atrayentes para la llamada “emigración cualificada” y si los trabajos que realizaban en el extranjero estaban acorde con su cualificación, o si por el contrario, nos encontrábamos ante una pérdida de talento para España que además se estaba desaprovechando en el extranjero (Alaminos et al., 2010; Alba Monteserín et al., 2013; Ermólieva y Kudeyárova, 2014; Rodríguez Puertas, 2014; Santos Ortega, 2013; Santos Ortega y Muñoz Rodríguez, 2015).

El progresivo deterioro de las condiciones laborales generó en la sociedad española y, especialmente entre la juventud, un gran sentimiento de desesperanza. Sentían una gran decepción con respecto a las medidas contra la crisis que se pusieron en marcha desde los distintos gobiernos (Capote Lama et al., 2021; Domínguez-Mujica et al., 2016; Pumares, 2017; Pumares et al., 2018; Pumares y González-Martín, 2016). Estas medidas habían resultado lentas e insuficientes durante los primeros años de la crisis, y demasiado duras en materia de recortes sociales para la ciudadanía posteriormente.

Mientras, el gobierno intentaba suavizar la situación desarrollando un discurso en el que la emigración era algo normal, propia de una juventud aventurera y emprendedora que emigraba con la pretensión de ampliar sus horizontes laborales aprovechando las ventajas que le proporcionaba la libre movilidad del espacio europeo. Entonces, algunos de estos jóvenes que se habían ido empezaron a retornar y traían una imagen de Europa que no era la esperada. Al parecer la precariedad laboral no tenía “nacionalidad española”, sino que los soñados paraísos laborales del norte de Europa, como Alemania o Reino Unido, parecían estar plagados de minijobs, ETTs, abusos e inestabilidad (Padilla Estrada y Bienzobas, 2013; Vázquez Silva et al., 2021).


METODOLOGÍA


El presente trabajo está basado en 80 entrevistas en profundidad realizadas entre octubre de 2015 y mayo de 2016 a jóvenes españoles retornados de Italia, Reino Unido y Alemania. Cada uno de estos tres países fueron receptores principales de flujos migratorios procedentes de España desde el inicio de la crisis. Según los datos recogidos de la Estadística de Migraciones, Reino Unido y Alemania fueron los países que recibieron entre 2008 y 2016 el mayor número de inmigrantes españoles nacidos en España, de 20 a 34 años. Por su parte, Italia, a bastante distancia, fue el principal destino dentro de la Europa del Sur (INE, 2020b).

De las entrevistas, cuarenta se realizaron en Madrid y las cuarenta restantes en Andalucía (Almería, Granada, Málaga y Sevilla). El método para contactar fue intencional y de “bola de nieve” a partir de contactos de los investigadores, de contactos realizados a través de redes sociales como Facebook, y de carteles puestos en establecimientos y en los tablones de anuncios de las universidades. Las entrevistas tuvieron una duración media de una hora. El guion de la entrevista se estructuró en función de varios temas en los que se profundizó en la experiencia migratoria y en la experiencia de retorno. Se abordaron las motivaciones que les condujeron primero a la emigración y después al retorno. También, se preguntó sobre la adaptación al país de destino y la readaptación al volver a España, en ambos casos se contempló el ámbito laboral y las relaciones sociales. La satisfacción con la vida durante la emigración y al retornar configuró otro bloque temático. También se incluyó una sección de preguntas centradas en cuestiones de identidad y un último apartado dedicado a los planes de futuro. En concreto, respecto al retorno se realizaron preguntas que respondían no solo a la decisión de retornar, sino también sobre el lugar de retorno, la organización del regreso en todos los ámbitos de la persona y la valoración de los riesgos que había supuesto el retorno. Además, se recogieron datos sociodemográficos de interés para el estudio. Todas las entrevistas realizadas fueron transcritas. Para realizar la codificación y el análisis de las entrevistas se utilizó el software NVivo. Las transcripciones se analizaron por temas y en función de los diferentes discursos. El contenido de los discursos fue codificado y analizado de acuerdo con las variables preestablecidas en función de las distintas temáticas.

Para seleccionar a los participantes se establecieron dos criterios, la migración debía de haber tenido lugar siendo las personas jóvenes mayores de 18 años, pero que no hubieran cumplido los 35, y la estancia mínima en el país debía haber sido de 6 meses. Así, la edad de las personas entrevistadas quedó comprendida entre los 22 y los 39 años, de los 80 jóvenes entrevistados 47 eran mayores de 30 años y ninguno había tenido una experiencia migratoria inferior a 6 meses. También se estableció otro criterio de selección por el que se diferenciaron dos grupos principales, uno de estudiantes formado por 29 participantes y, un segundo grupo de jóvenes trabajadores (51 personas) formado por 38 jóvenes con alta cualificación (educación terciaria acabada) y otro de 13 jóvenes con baja cualificación (resto de niveles formativos no universitarios). En total 40 de las personas entrevistadas retornaron a España antes de un año, concretamente 21 volvieron a Andalucía y 19 a Madrid. Solo 12 de los 80 entrevistados vivió en el país de referencia más de 3 años, aunque 22 habían tenido otras experiencias migratorias en diferentes países europeos o del mundo. En la tabla 1 se presentan los datos desagregados por países de retorno.


Tabla 1. Número de personas jóvenes retornadas según ocupación y tiempo de estancia en los países de donde han retornado

Ocupación

Tiempo estancia

Total entrevistas

Estudiantes

T. Baja Cualificación

T. Alta Cualificación

6m- 3años

≥ 3 años

Alemania

26

9

7

10

23

3

Italia

22

13

1

8

19

3

Reino Unido

32

7

5

20

26

6

Total

80

29

13

38

68

12

Nota. Tiempo de estancia en los países de referencia. Estancia máxima 14 años.

Fuente: Datos extraídos del proyecto YMOBILITY


En total se entrevistaron a 42 mujeres y 38 hombres, el grupo de personas retornadas de Italia fue el único en el que las mujeres superaron a los hombres. El número de jóvenes que afirmaron tener una relación de pareja fue de 49 y sólo 8 tenían hijos.


EL PROYECTO MIGRATORIO: MOTIVACIONES, OBJETIVOS Y PERSPECTIVAS


Tras el análisis de los discursos de las personas jóvenes entrevistadas descubrimos, sin sorpresa, que uno de los principales motivos que les anima a tomar la decisión de emigrar es la situación de crisis en la que está sumido el país. Los discursos muestran cómo las trabas que la juventud encuentra en el mercado laboral, unidas a los sentimientos de hastío y desesperanza que les provoca la situación política que vive el país (corrupción, recortes sociales, etc.), se pueden considerar impulsores fundamentales de la emigración. Sin embargo, anteriormente a la crisis, ya existían ciertos flujos de personas jóvenes españolas que se desplazaban hacia otros países europeos, como el Reino Unido, con el afán de aprender nuevos idiomas, mejorar su formación o conseguir un empleo con mayor proyección internacional (Aparicio Gómez, 2014). Este perfil de “emigrante formativo” (Caro Carretero y Fernández García, 2015), cuya principal motivación para la emigración es desarrollar o mejorar determinadas competencias y habilidades mediante su experiencia migratoria, se corresponde también con numerosos participantes de este estudio. Además, juntamente con los motivos económicos, los relacionados con el mundo laboral y los conectados con la formación, las narrativas muestran que han ido surgiendo otras motivaciones más intrínsecas de las personas, como la búsqueda de nuevas experiencias vitales y el crecimiento personal a través de esas nuevas experiencias que les proporciona la emigración.

Así mismo, las redes sociales que los jóvenes tienen, tanto en el país de acogida como en España, juegan un papel fundamental en la toma de la decisión de emigrar (Navarrete Moreno, 2014). Es destacado el papel que juegan los conocidos que tienen en el país receptor, puesto que les facilitan la llegada y su adaptación allí. Estas redes sociales en destino funcionan como un “colchón” que amortigua el impacto que supone la primera etapa migratoria. A su vez, en las narrativas cobran especial relevancia las redes sociales en origen y manifiestan la importancia que tiene la opinión de su entorno, sobre todo la de sus padres, a la hora de tomar la decisión. Aunque algunos tuvieron que luchar con las reacciones un tanto proteccionistas de sus padres en contra de la emigración al principio, la mayoría describen un entorno social que apoya y alienta su emigración. Los discursos nos aproximan a un ambiente que podríamos describir como “expulsivo” en el que las familias españolas animan a sus jóvenes a marcharse como alternativa a la falta de oportunidades laborales en España y mientras mejora la situación. Entre nuestros entrevistados, tanto estudiantes como trabajadores, encontramos numerosos casos en los que las familias, incluso, cofinancian la estancia en el extranjero, de modo que se produce un flujo de remesas inversas (Lacomba Vázquez y Sanz Abad, 2013).

Considerando que los factores y los objetivos que impulsan las migraciones no son “puros”, sino que se entremezclan, influyen y potencian unos a otros, a partir de las narrativas recogidas en la presente investigación, se han distinguido tres motivaciones u objetivos principales, no porque sean los más importantes, sino porque son los más repetidos en los discursos analizados:

Objetivo: económico y laboral

A pesar de que, como ya hemos señalado, los motivos económicos destacan por encima de las demás motivaciones, se debe matizar que las personas entrevistadas no consideran que su emigración esté motivada estrictamente por lo que podría considerarse una “auténtica necesidad económica”, sino que se trata más de una emigración laboral que gira en torno a la necesidad de vivir en un lugar que les ofrezca las oportunidades de trabajo que en España no encuentran. Así lo manifestaba Samuel, retornado de Alemania, durante la entrevista:

“…Digamos que lo mío fue un poco forzado. No fue forzado 100% de decir… ¡o me voy, o no como!, pero sí fue forzado porque quiero trabajar, si es posible de lo mío, pero en principio trabajar, y ahora mismo en España no puedo.” (Samuel, H_A_D_TA)1

Esa necesidad económica la conectan con la necesidad de avanzar hacia el mundo adulto. Necesitan dejar de depender de sus familias o recuperar la independencia económica que habían logrado alcanzar y que han perdido a causa de la crisis.

En el caso de los estudiantes, la mayoría acaba de terminar sus carreras u otras formaciones. La crisis ha sido una amenaza que los ha acompañado durante la mayor parte de su etapa formativa, lo que les ha conducido a terminar sus estudios con el convencimiento de que no van a encontrar “un empleo de lo suyo”. Esto los anima a plantearse directamente su futuro laboral en el extranjero. Por otro lado, la falta de oportunidades laborales, tras finalizar los estudios, les deja como única alternativa la opción de continuar formándose, situándoles en un camino de formación sin fin lleno de másteres, exámenes de idiomas, cursos de expertos, etc. que, en muchos casos, según manifiestan, solo sirven para alargar su estatus de estudiante y justificar la dependencia de sus familias. Ese es el caso de Fran:

“Es decir, ¿qué vas a hacer? ¿un máster? o ¿un experto?, lo que sea, vas a echar el rato, no vas realmente porque quieres eso. Entonces, lo que yo necesitaba era un año de… fuera.” (Fran, H_A_UK_TA).

Objetivo: formativo y profesional

Otra motivación que aparece en un lugar destacado en los discursos es la visión de la emigración como una oportunidad formativa. A estos “emigrantes formativos” (Caro Carretero y Fernández García, 2015) la experiencia les aportará nuevas habilidades y competencias que podrán sumar a su curriculum vitae lo que aumentará sus opciones de obtener un empleo en el complejo mercado laboral español.

Sin lugar a duda, el aprendizaje de idiomas se sitúa en el primer lugar del ranking de las competencias que se marcan como objetivo de la emigración. Al igual que manifestaba Alberto, retornado de Reino Unido, cuando decía “De la misma manera que voy a trabajar aquí puedo trabajar allí, y allí me llevo un idioma, o una perfección de un idioma.” (Alberto, H_M_UK_TA), en todas las entrevistas realizadas, tarde o temprano aparece la importancia que tiene aprender inglés, alemán e incluso italiano, puesto que aprender o perfeccionar un idioma es considerado un valor añadido a la emigración. Efectivamente, hablar diferentes idiomas se percibe como una competencia muy útil, no solo para establecerse y trabajar en el país de destino sino también, para tener más oportunidades de encontrar un puesto de trabajo en España. Los jóvenes son conscientes de que, en un mercado laboral tan dañado por la crisis, las empresas han aumentado la lista de exigencias en sus búsquedas de personas candidatas para posibles contrataciones, y hablar idiomas, haga falta o no para el trabajo que se va a realizar, se ha convertido en un requisito ineludible, e incluso, en ocasiones un solo idioma ya no es suficiente. Así, esta necesidad, se ha convertido casi en una obsesión que ha disparado en los últimos años la creación de academias privadas de idiomas, así como la apertura de numerosos colegíos bilingües, que a su vez han incrementado la demanda de profesionales formados en estas competencias de idiomas, lo que los jóvenes también consideran que podría ser un nuevo nicho laboral tras su retorno.

Íntimamente relacionadas con esta visión de la emigración con intereses formativos están las becas ofrecidas por los diferentes organismos. Entre ellas las que más destacan en los discursos de los estudiantes son las relacionadas con el espacio europeo como las conocidas becas Erasmus o las Leonardo da Vinci. Estas becas han sido una de las principales vías de salida para numerosos jóvenes estudiantes entrevistados, bien porque han decidido cursar parte de sus estudios en el extranjero, o bien porque han realizado prácticas en alguna empresa. Aunque el interés formativo, en estos casos, se señala en sus narrativas como una de las principales motivaciones, también reconocen haber hecho uso de las becas como excusa para tener la oportunidad de vivir una primera experiencia migratoria de una manera menos arriesgada. Del mismo modo, se desprende de las narrativas que algunos las han utilizado como primera aproximación a la experiencia migratoria, lo que les ha permitido valorar si sus planes de emigración cuando terminaran los estudios podrían ser factibles, en términos de adaptación a la emigración. Incluso, encontramos los que las disfrutaron con la intención de financiar la primera etapa de proyecto migratorio, pues tenían la intención de buscar un empleo y quedarse a vivir en el extranjero.

Objetivo: emancipación y crecimiento personal

Para algunas de las personas de nuestro estudio, la emigración se plantea como una opción que facilita su emancipación e independencia, el paso de la juventud a la vida adulta (Corijn y Klijzing, 2001; King et al., 2016). Se presenta como una alternativa para favorecer estas transiciones vitales que en España son bastante lentas y costosas, más aún durante el periodo de crisis (Moreno et al., 2012). En esta línea, los discursos recabados muestran la emigración como la oportunidad de mantener su independencia o de recuperarla cuando la habían perdido a causa de la crisis. Para los numerosos estudiantes que ya habían tenido que trasladarse a otros lugares de España para cursar sus estudios (por lo que ya vivían independientemente, aunque dependieran económicamente de sus familias), la perspectiva de no encontrar empleo, y tener que volver a vivir en pueblos o ciudades más pequeñas “en casa de sus padres”, les hace contemplar la emigración como la alternativa para mantener su libertad.

“…no quería volver a casa de mis padres. Llevaba dos años viviendo en Cazorla, sí es cierto que dependía de ellos económicamente, pero vivía allí yo solo estudiando. […] semi-independiente. Aunque dependía económicamente, todo me lo hacía yo, yo me lo hacía a mi ritmo, como a mí me gusta, entonces, no quería volver a casa de mis padres…” (Juan, H_A_D_TB)

Igualmente, para los que después de haber vivido de manera autónoma, la crisis les ha obligado a regresar al seno familiar, la emigración se contempla como la posibilidad de recuperar la autonomía perdida, aunque suponga cambiar el compartir una casa con sus familiares por una casa compartida llena de gente y con muchas menos comodidades. En ambos casos, se podría considerar que se trata de una independencia relativa o, como reflexionaba Juan en la cita anterior, de una “semi-independencia”, pues la mayoría siguen recibiendo ayuda económica de sus familias, incluso mientras que están viviendo en el extranjero.

Otra perspectiva completamente diferente es la que muestran los discursos de las personas jóvenes para las que la emigración representa la posibilidad de iniciar una vida en pareja y formar una familia. Sin embargo, los discursos ponen de manifiesto que las fases vitales posteriores en las que se incluye el hecho de tener hijos están más relacionadas con el retorno que con la motivación de emigrar. Narrativas como la de Victoria, retornada de Reino Unido, en la que explica que al tener a su hija decide regresar de Londres para criarla en un pueblo de la provincia de Sevilla, se repiten entre las personas entrevistadas:

“En Brixton. Pero, a mí me gustaba para mí, de yo salir por la noche, de pubs, de fiesta… Aunque había muchas cosas también para los niños y era un barrio muy bonito… de hecho, yo he ido muchas veces y a mi hija le gusta mucho también, pero aquí en el pueblo vivo en el campo, tengo… es otra cosa.” (Victoria, M_A_UK_TA)

Por último, el proyecto migratorio también puede estar motivado por cierto espíritu de aventura, por las ganas de conocer y vivir en una nueva cultura, o incluso, por el deseo de cambiar de entorno, quizás cuando este es demasiado protector u opresivo. Para quienes valoran su experiencia internacional como una experiencia de crecimiento personal, la crisis es la excusa y las becas, en muchas ocasiones, son el medio para emigrar.

“Yo necesitaba ver mundo, ver culturas diferentes, aprender otras lenguas […] Claro que te hace más fuerte, más tolerante, más abierta de mente, te hace más segura de ti misma porque te has relacionado con tantos tipos de personas de todas las nacionalidades... “(Rosa, M_A_D_TB)

Encuestas como la realizada por el Instituto para la Sociedad y las Comunicaciones de Vodafone en 2014 señalaban que el 55% de las personas jóvenes españolas de entre 18 y 30 años se planteaban buscar oportunidades laborales en otro país. Siguiendo las tendencias de la juventud de otros países del norte y centro Europa, la posibilidad de emigrar parece estar cada vez más presente en la juventud española (Ros Híjar, 2014), tanto si finalmente lo llevan a cabo como si no. Este crecimiento personal que buscan las personas jóvenes aparece como una motivación transversal en las narrativas, por tanto, la movilidad parece considerarse un paso “casi obligatorio” para completar la formación, no solo laboral, sino también personal. Se considera una etapa tan fundamental que, al igual que lo ve Lorena, retornada de Alemania, muchos de las personas entrevistadas valoran la experiencia migratoria como un “privilegio” en términos de crecimiento personal:

“Creo que, para cualquier joven, no sé, creo que es una experiencia...imprescindible […] Es que los que hemos podido hacer esto y los que pueden hacer esto somos unos afortunados.” (Lorena, M_A_D_ES)


EL RETORNO: LAS DIFERENTES CAUSAS


Al considerar las principales razones que incentivan el retorno, el primer factor que surge del análisis de las entrevistas es la planificación que los jóvenes hacen respecto a la duración de la migración. Ante todo, se observa que las personas entrevistadas no contemplan una emigración a largo plazo. En el caso de los estudiantes normalmente nos encontramos con una emigración que tiene una fecha de caducidad programada. El retorno está asociado a la finalización de sus becas o a la terminación de sus estudios en España. Asimismo, a través de los discursos del grupo de los trabajadores se interpreta que nos encontramos ante una emigración coyuntural, que no aspira a establecerse definitivamente en la sociedad de acogida, ni pretende reunificaciones familiares, sino que el planteamiento es provisional y transitorio. No es que no se trate de una “emigración para siempre”, sino que, ni siquiera, se plantean una “emigración para años”. Este carácter provisional con el que se percibe la emigración influye enormemente en su propio proceso migratorio, ya que muchas de sus decisiones y comportamientos están marcadas por esa percepción de temporalidad. La provisionalidad está tan interiorizada que algunos deciden volver cuando se dan cuenta de que empiezan a asentarse en el país de acogida y ven que, lo que planificaron como transitorio, podría convertirse en permanente. Esto le sucede a Lola, por ejemplo, que después de dos años en Inglaterra trabajando como profesora de español regresa a Madrid sin un motivo aparente:

“…es que yo me veía en el momento en el que, si me quedaba allí, ya me quedaba allí para…no sé si para siempre, pero para muchos más años, y mi objetivo era volver a España […]sí, yo me quería ir para mejorar mi inglés, para trabajar un tiempo, pero yo siempre tuve claro que quería volver. Y fue un momento en el que dije “si me quedo un año más, me quedo”, […] y yo dije “me va a salir un trabajo que me va a hacer quedarme, y es que no quiero quedarme realmente, quiero hacer mi vida en España”. (Lola, M_M_UK_TA)

Las narrativas recogidas ponen de manifiesto que el retorno, generalmente, es el resultado de una decisión individual, que en muchas ocasiones está conectada con el grado de adaptación que las personas entrevistadas perciben que han alcanzado en los países de destino. En dicha adaptación influyen múltiples factores, desde las expectativas que se tuvieran a la hora de emigrar hasta el clima o la comida del país, pasando por la facilidad para aprender el idioma o el tipo de trabajo que los jóvenes hubieran realizado, por ejemplo.


Figura 1. Motivaciones para retornar


Dentro del grupo de los estudiantes, muy pocos reconocen haber tenido dificultades para habituarse al país de destino. Puesto que las cuestiones de la vida cotidiana, como el alojamiento o la economía, dicen tenerlas resueltas y no son una preocupación, su nivel de adaptación lo miden en función de su estado emocional durante el periodo (añoranza familiar, soledad, inseguridad, fortaleza personal). Manifiestan cómo los posibles desequilibrios emocionales que sufren los resuelven con unas relaciones sociales muy extensas que se establecen con gran facilidad, no sólo porque suelen viajar con compañeros de su universidad, sino porque se alojan en residencias universitarias o pisos compartidos donde contactan rápidamente con otros jóvenes españoles o de otras nacionalidades que viven en sus mismas circunstancias. Sus discursos nos indican que perciben su experiencia migratoria como una extensión de su vida universitaria en España. Ni siquiera se consideran a sí mismos emigrantes, sino que se autodenominan: “estudiantes europeos”. La emigración, generalmente, la describen como una experiencia muy interesante, satisfactoria e enriquecedora.

Sin embargo, los jóvenes del grupo de los trabajadores refieren unas razones que les animan a retornar mucho más difusas, quizás porque, en numerosos casos, responden a una decisión espontánea, que no parece muy meditada y que incluso, podría parecer banal.

Por supuesto, entre las personas entrevistadas encontramos jóvenes que han retornado porque consideran que han alcanzado los objetivos migratorios que se habían marcado, ya fueran laborales, formativos o de emancipación. Sobre todo, se trata de unos pocos que, o bien han conseguido un trabajo en España acorde con su formación, o bien han considerado que habiendo adquirido las competencias formativas (sobre todo, idiomáticas) que se plantearon cuando llegaron, su estancia en el extranjero ya carecía de sentido. Estos jóvenes responderían a un perfil que denominaremos “exitosos” en cuyos discursos se detecta su complacencia y orgullo por haber alcanzado sus metas, sobre todo, en lo referente a tener un puesto de trabajo en España, aunque su experiencia migratoria no haya estado exenta de dificultades. Para ellos la experiencia ha merecido la pena.

Sin embargo, con diferencia, son muchos los jóvenes entrevistados que señalan que el detonante de su vuelta es el hartazgo que sienten respecto a su vida en el extranjero conectando con experiencias y circunstancias que han vivido durante su emigración. En la mayoría de los casos, tras una primera fase en la que la curiosidad por la nueva etapa vital se ve con entusiasmo, llegan otras etapas en las que tienen que enfrentarse a situaciones bastante duras, tanto económicas como sociales. Estas vivencias van haciendo mella en ellos hasta que un acontecimiento, que en ocasiones ni siquiera lo justifica, provoca el retorno. El análisis de los discursos de este perfil de jóvenes que llamaremos “quemados”, nos indica que en la decisión del retornar tienen principal incidencia las cuestiones relacionadas con las condiciones laborales, la adaptación al estilo de vida del país de acogida y la estabilidad de las redes sociales en destino.

Las condiciones laborales descritas por los jóvenes “quemados” son mucho más duras de lo que esperaban. Para empezar, encontrar un empleo, aunque sea por debajo de su cualificación, no es sencillo. El primer reto que superar es el idioma, cuestión que resalta especialmente en las entrevistas de las personas retornadas de Alemania. Así lo explica Carmen, “…el idioma, porque en Alemania muchas veces sí que fue un hándicap, el no ser nativa.” (M_A_D_ES). Al parecer en Inglaterra e Italia resulta más sencillo encontrar un trabajo sin experiencia previa y sin conocer el idioma. Además, las narrativas de los jóvenes “quemados”, al describir cómo era su inserción en el mercado laboral, nos acercan en los tres países a empleos relacionados con el sector servicios y con la hostelería para los que se requiere baja cualificación y cuyas condiciones laborales son bastante precarias como, por ejemplo, los denominados “contratos cero” que tanto se utilizan en el Reino Unido.

“…Se formalizó como ‘contrato cero’…que se lleva mucho en la hostelería, que te voy contratando a la semana, te digo los días que te contrato y claro eso es bastante precario […]... a la precariedad se suma la coacción y, sobre todo, la temporalidad del trabajo.“ (Miguel, H_M_UK_TB)

El marcado carácter temporal de estos contratos, unido a la precariedad, mantiene a los jóvenes en una constante inestabilidad laboral que se traduce en una permanente sensación de inseguridad. Solo unos pocos manifiestan haber tenido cierta progresión laboral ascendente cuando lograron abandonar el sector servicios o el de la hostelería y consiguieron empleos relacionados con sus formaciones permitiéndoles ganar estabilidad. Este es el caso de Samuel que, después de seis meses en Alemania trabajando por la noche en una tienda doblando ropa, “conseguí un trabajo fijo de informático, de lo mío, porque yo soy informático, estudié informática.” (Samuel, H_A_D_TA)

A pesar de la descompensación que existe entre la cualificación que tienen y los trabajos que realizan, dichos trabajos se aceptan de buen grado porque se considera que tienen un carácter provisional: “Quería coger algo básico mientras avanzaba en algo de inglés, después seguir moviéndome a algo mejor, como hacen todos allí.” (José, H_M_UK_TA). El problema es cuando los trabajos precarios se convierten en el empleo definitivo durante toda su estancia y, además, sienten que están atrapados en un “bucle de precariedad” (ver figura 2) del que no pueden salir. Sus circunstancias laborales solo les permiten malvivir, además, no les dejan, ni siquiera, poder aprender el idioma del país, lo que frena uno de sus principales objetivos y hace que su estancia en el extranjero pierda el sentido:

“Sí, el problema fue que, claro, el trabajo que yo tenía era para gente que no tenía nivel de inglés, o sea, la gente no hablaba inglés, los que curraban conmigo. Claro, yo me había apuntado al curso de inglés, pero lo vi muy complicado. En Inglaterra es que nuestros “curros de mierda” cambian el horario constantemente, […] nunca estaba claro el horario. De hecho, había un sitio donde me llamaban incluso por horas, y entonces no lo podía coordinar bien con el curso de inglés. Estuve seis meses, y al final de eso era como, “vale, yo estoy aquí currando, las habitaciones son súper caras, o sea, no ahorro dinero, pero tampoco llego a aprender inglés porque en el espacio en que yo estoy la gente no tiene nivel y tampoco tengo un horario para apuntarme a un curso regular de inglés…” (Ana, M_M_UK_TA)


Figura 2. Bucle de la precariedad


Otros factores que causan en las personas jóvenes “quemadas” la sensación de “no poder más” y que les anima a regresar son las dificultades que encuentran para adaptarse al estilo de vida de los países de acogida. A este respecto, aunque hay factores fundamentales como el nivel de vida, las dificultades para encontrar vivienda, o incluso el clima, tiene especial relevancia la dificultad que represente para ellos aprender el idioma del país, lo que consideran un paso esencial para sentirse integrados allí. Italia es el país que menos problemas para la adaptación presenta, seguido de Reino Unido, mientras que Alemania es el que representa el mayor grado de dificultad. Las personas retornadas de Italia resaltan la afinidad que existe en el estilo de vida de este país con España, y destacan lo sencillo que es aprender italiano para los españoles. El Reino Unido es el segundo mejor valorado porque, a pesar de las constantes quejas que encontramos en los discursos acerca de las malas condiciones laborales, los problemas de vivienda y el clima, cuenta con la ventaja de que la mayoría de los jóvenes están familiarizados con el idioma, aunque su nivel sea básico y necesiten mejorarlo durante su estancia. Por lo tanto, describen una adaptación más sencilla que en Alemania, donde, además de los mismos obstáculos relacionados con las dificultades en el mercado laboral, la carestía de la vivienda y la dureza del clima, se suma el inconveniente que supone la dificultad del idioma.

“…me deprimía un poco que era muy difícil encontrar trabajo allí si no controlas el idioma y echaba mucho de menos a mi pareja y, sobre todo, el clima, es un poco absurdo, pero afecta mucho” (África, M_A_D_TA)

Además, según manifiestan, la adaptación en el país en muchos casos depende de la estabilidad de las relaciones sociales que los jóvenes mantienen durante su emigración. Se establecen fuertes lazos entre españoles, aunque también mantienen un contacto bastante estrecho con emigrantes de otras nacionalidades. Sin embargo, las relaciones sociales con la población autóctona no son muy fluidas, sobre todo en el caso de Alemania e Inglaterra, donde son casi inexistentes. Estos vínculos sociales son fundamentales para ellos, les sirven de apoyo y les ayudan a manejar la añoranza que muchos de ellos sufren. Sin embargo, las relaciones sociales están muy marcadas por la temporalidad y la sensación de provisionalidad que crea el ir y venir de amistades y conocidos lo cual se convierte también en un motivo de retorno. El tener que estar siempre conociendo a gente nueva tras despedir a sus amigos les desestabiliza emocionalmente y, en ocasiones, el retorno de las principales redes de apoyo los anima a plantearse un regreso más inmediato.

“Porque llevaba tiempo y el clima es complicado, el clima, para los que venimos de aquí del Sur, es complicado, llueve mucho, el tiempo es un poco triste. […] Londres es una ciudad de paso, cada año cambia todo, cambia la gente… de un grupo de diez personas solo uno se queda a vivir cinco años… toda la gente va fluctuando con lo cual el grupo va cambiando mucho, y yo decidí: “en un año me he de volver”, tampoco fue por nada en especial.” (Roberto, H_A_UK_TB)

La nostalgia y la tristeza acumuladas a lo largo del tiempo, unidas a los factores anteriormente detallados, son también causa de saturación respecto a la emigración y, en consecuencia, motivo de retorno. Por lo tanto, deciden retornar a pesar de estar totalmente establecidos. Ganar en lo que ellos llaman “calidad de vida”, compensa el tener que renunciar a empleos con mejores condiciones que las que presumiblemente podrían encontrar en España. Cecilia es un buen ejemplo de esto, después de vivir seis años en el Reino Unido tenía un trabajo de matrona en el que estaba bien valorada y gozaba de buenas condiciones laborales, sin embargo, decide regresar: “yo estaba muy bien, es verdad, me había adaptado al final, después de tanto tiempo allí. Pero siempre tenía la penita esta, la morriña que dicen los gallegos […] Si quiero calidad de trabajo me quedo aquí, porque aquí tengo un trabajo fijo, y si quiero calidad de vida me voy a España. Pero todo en esta vida no se puede tener, sé que voy a estar puteada, quizás no esté bien, pero mientras que me dé para comer…” (Cecilia, M_A_UK_TA)


ADAPTACIÓN TRAS EL RETORNO


Las narrativas analizadas revelan como la decisión de retornar y el propio regreso se vive con ilusión, sin embargo, la decisión en sí misma no está exenta de cierta tensión al tener que valorar las oportunidades y los obstáculos que encontrarán a la vuelta (Domínguez-Mujica y Díaz-Hernández, 2019). La nueva etapa a la que se enfrentan requiere un periodo de readaptación cuya duración variará en función del tiempo que la persona haya vivido en el extranjero y de las circunstancias que hayan motivado y acompañado el retorno.

Ya de vuelta en España, son los estudiantes los que relatan una reintegración menos traumática. Estos jóvenes, rápidamente recuperan su ritmo de vida anterior a la emigración, vuelven a sus estudios, a vivir con sus familias y a sus relaciones sociales que se han visto mínimamente afectadas durante su estancia en el extranjero. Todo es bastante fácil para ellos, no solo porque no se trata de estancias demasiando largas que les desconecten de su vida en España, sino también, porque, a través de las redes sociales (WhatsApp, Facebook, etc.) y mediante videoconferencias, se han mantenido al tanto de lo que estaba sucediendo “en casa”.

“P: Cuando vuelves a Madrid, ¿te es difícil volver a readaptarte a tu vida?

R: No, yo creo que no. […]Hasta que me establecí otra vez con un horario de clases, para hacer deporte, coger contacto con los amigos… aunque nunca lo perdí sobre todo por el tema de las redes sociales. […] enseguida me organizaba y enseguida me he puesto en marcha, o sea que no me ha costado adaptarme.” (Javier, H_M_D_ES)

Sin embargo, para el grupo de las personas trabajadoras, la readaptación no es tan sencilla. La medida del éxito de su retorno está fundamentada en su situación laboral. Por este motivo, salvo las que han regresado teniendo ya un trabajo y las que han puesto en marcha un negocio propio basándose en ideas nacidas durante la emigración, el resto no se sienten muy satisfechas, sino más bien bastante decepcionadas porque han encontrado serias dificultades para incorporarse al mercado laboral español y, en ocasiones, no consiguen acceder a empleos adecuados a su formación. En contra de lo que esperaban, la situación en España continúa siendo muy complicada, la corrupción política, la crisis y la consiguiente falta de trabajo persisten. A pesar de las nuevas competencias y habilidades que han adquirido en el extranjero, esta juventud sigue enfrentándose a un mercado laboral muy hostil. Así lo expresa Begoña, esta situación les provoca enfado y frustración: “… ¿De qué te sirve volver aquí, con el “ascazo” que estamos viviendo…?” (Begoña, M_M_IT_ES)

Pero, además, algunos jóvenes se ven forzados a vivir en “casa de sus padres” de nuevo. Aunque esto se contempla con carácter provisional, se sienten incómodos con esta situación que afecta directamente a su readaptación y que les supone un paso atrás respecto a la emancipación y autonomía que habían ganado durante la emigración:

“Lo más duro fue volver a casa de mis padres” (Daniel, H_A_IT_TA)

“El volver a vivir con mis padres, sí, hubo, en algún momento, algunas desavenencias.” (Rubén, H_M_D_ES)

Por último, como ya hemos señalado, las relaciones sociales son un factor principal en la readaptación al retornar. En general se sienten apoyados por sus familiares más cercanos. Las personas jóvenes que han regresado acompañadas de sus parejas manifiestan tener esta faceta de su vida resuelta, al igual que las que no han perdido el contacto con “los amigos de siempre”, el cual se ha mantenido a menudo a través de las redes sociales. Sin embargo, las que han vivido más años en el extranjero se sienten bastante desconectadas de sus amistades anteriores a la emigración y esto representa un obstáculo para que se sientan más reintegradas:

“…de mis amigas, yo he llegado a estar muy perdida, de decir, “ostras, no tengo ni idea de lo que están hablando”. Perdí mucho contacto, mucho contacto.” (Mónica, M_A_IT_TA)




CONCLUSIONES


A pesar de que la influencia de la crisis es innegable, los resultados del presente estudio muestran que no es la única motivación en la decisión de emigrar de la juventud española. Efectivamente, durante ese periodo se incrementó considerablemente el número de emigrantes jóvenes, sin embargo, la crisis más que una motivación en sí misma aparece como un factor transversal que influencia otras motivaciones para emigrar. En numerosos casos refuerza los motivos que ya con anterioridad a este periodo se manejaban a la hora de decidir vivir temporalmente en el extranjero: encontrar un empleo, aprender idiomas, sumar experiencias formativas y personales, poder emanciparse, etc. todo esto unido muchas veces a las ganas de vivir experiencias personales interesantes, conocer otra gente, otras culturas y otros países. La crisis se presenta como la excusa perfecta para muchos jóvenes, bien formados en su mayoría, que no conciben una formación profesional y personal completa sin haber vivido temporalmente en el extranjero. Además, en ocasiones esta migración se percibe como un hecho obligado por las circunstancias económicas y políticas de España. En estos casos, la emigración se acompaña con una sensación de frustración e indignación generada no solo por la falta de empleo y oportunidades que tiene España, sino, sobre todo, porque no se sienten ni respaldados, ni comprendidos por los gobernantes. En estos casos, la crisis es un elemento relevante, pero no se presenta como la única motivación.

La emigración se plantea como un proyecto temporal a corto-medio plazo, donde no se contempla un asentamiento definitivo, distanciándose así de las aspiraciones migratorias en la teoría NE. Lo que se pretende, es aprovechar un lapso de tiempo (trabajando, adquiriendo nuevas competencias y experiencias) mientras que pasa la crisis (Pumares, 2015) puesto que consideran que este tiempo va a ser desperdiciado en España. Pero el proyecto no es un plan completamente cerrado, salvo en el caso de los estudiantes que está sujeto a una estancia programada en origen. Para el resto podríamos decir que se trata de un proyecto que se concibe como dinámico y flexible, pues se entiende desde la perspectiva de facilidad de movimientos que permite la UE., lo que Engbersen y Snel (2013) denominaron “migración líquida”. Así, muchas de las personas entrevistadas van variando y adaptando su proyecto y la duración de su estancia en el extranjero conforme se va desarrollando su experiencia migratoria, también dependiendo de cómo van cambiando sus expectativas y según se va produciendo su adaptación en el país de destino.

Al analizar los elementos que influyeron en la decisión de retornar, en el presente trabajo se distinguen dos perfiles de personas asociadas, aunque con matices, a la diferenciación de retornados que definen las teorías clásicas en términos de éxito o fracaso de la emigración. Así, nos encontramos un primer grupo, que hemos llamado “exitosas”, cuya principal característica es que regresan porque sienten que han cumplido su objetivo migratorio. A pesar de no haber estado exenta de dificultades, su emigración ha merecido la pena, ha tenido sentido. La interpretación de este éxito migratorio no conecta directamente con el enfoque de las teorías economicistas, sino que está más relacionado con el “aprovechamiento” de ese tiempo que en España habría sido “perdido” (aprender idiomas, encontrar trabajo, vivir por su cuenta). Aunque el ámbito laboral es muy relevante, el éxito no solo se consigue con ganancias económicas como postulaban la NE y la NELM, sino que el mero hecho de tener empleo se considera un éxito. El segundo grupo, está formado por las denominadas “quemadas”, que son las que deciden regresar debido al hartazgo que sienten respecto a su experiencia migratoria. Aunque siguiendo las teorías economicistas este grupo podría corresponder a las que no consiguen sus objetivos y, por lo tanto, fracasan en su emigración, en el presente estudio, las personas de este grupo no regresan porque consideren su emigración un fracaso porque no han conseguido sus objetivos, sino que su regreso se debe más a la aversión que les provoca su situación en el extranjero. Este rechazo está relacionado con tres ámbitos, el primero es el ámbito laboral donde lo más significativo es que no han realizado trabajos en consonancia con sus expectativas ni con su cualificación, sino que, por el contrario, se han quedado atrapados en empleos poco cualificados y precarios, lo que ha determinado sustancialmente la poca satisfacción que muestran con su forma de vida en el extranjero. El segundo y el tercer ámbito están relacionados con las dimensiones que analiza la TISC, pues conectan, en primer lugar, con el estilo de vida de los países de acogida y la facilidad que los jóvenes han tenido para integrarse en las nuevas costumbres, aprender el nuevo idioma y sentirse cómodos con su nuevo entorno y, en segundo lugar, están ligadas a sus relaciones sociales. La TISC analiza la importancia de las relaciones sociales con referencia a los autóctonos para medir la adaptación de la persona emigrante, sin embargo, en nuestra investigación resulta mucho más decisiva para retornar la intensa movilidad (retornos y reemigraciones) de las personas que forman sus círculos cercanos (que no suelen estar compuestos por autóctonos), lo que no les permite mantener relaciones de amistad duraderas en las que apoyarse. Esto les hace sentir que viven sumidos en una provisionalidad permanente, por lo que la añoranza de la familia y de sus amistades se convierte en una razón ineludible para el regreso.

En el presente estudio se ha detectado que los retornos de jóvenes “quemados” son más numerosos que los de jóvenes “exitosos”. Esto invita a plantearnos si no podríamos estar ante una selección negativa, puesto que la mayoría de los que habrían regresado serían aquellos que no han conseguido adaptarse y establecerse laboralmente. Esto coincidiría con los planteamientos de la teoría Neoclásica, puesto que estarían regresando los que no obtienen los beneficios esperados. Aunque debemos señalar de nuevo que los beneficios que esperan los jóvenes de nuestro estudio no solo se miden en términos económicos. En consecuencia, las personas jóvenes que habrían permanecido en los países de acogida serían las que estarían mejor integradas y desempeñando un puesto de trabajo de acuerdo con su cualificación. Además, previsiblemente, tendrían más problemas para encontrar trabajos de ese nivel en España, lo cual podría estar frenando su retorno. Estudios previos como el realizado por Snel et al. (2015) sobre emigrantes de Europa del Este concluían también en esta línea, y señalaban cómo los emigrantes que alcanzan mayor éxito son menos propensos a volver puesto que el avance de las comunicaciones y la desaparición de las fronteras les permite mantener contactos intensos en el país de origen y aprovechar las ventaja laborales que ofrecen los países de acogida. Sin embargo, esto contrasta con algunos hallazgos del presente estudio en el que, en contra de la TISC, existen jóvenes que retornan precisamente para evitar el asentamiento definitivo y, a pesar de estar bien integrados en el país.

Desde el punto de vista del capital humano, la emigración de la juventud española supone una pérdida y nos plantea ciertas cuestiones. Por un lado, no parece que sea positiva la pérdida de juventud en el caso de un país ya de por sí envejecido y, por otro lado, la pérdida de profesionales bien formados tampoco parece beneficioso. Sin embargo, el mercado laboral español no ofrece oportunidades de empleo a estos trabajadores por lo que la emigración podría considerarse una opción que reequilibraría el mercado laboral y aminoraría las tensiones internas a corto plazo (Kaczmarczyk y Stanek, 2015), al tiempo que ofrece a la juventud una salida que no encuentra en el país. Como plantean Cachón Rodríguez (2014) y Camarero (2014), el problema no es tanto que la juventud española cualificada se vaya, sino qué podemos hacer para que regrese o para atraer a otros jóvenes que estén en circulación. Puesto que el problema para los países de origen es poder brindar oportunidades para que los migrantes quieran regresar y puedan desarrollar sus capacidades en el mercado laboral del país de origen (Cervantes y Guellec, 2002).

La realidad es que, bien sea por saturación, o bien sea por haber cumplido sus objetivos migratorios, algunos han decidido regresar, aun a sabiendas de que su futuro profesional puede que no sea muy halagüeño. Esto plantea el interrogante de cómo será su adaptación, que parece depender de las perspectivas laborales que tengan y del apoyo con el que cuenten por parte de sus redes sociales en España. Respecto al empleo, los que regresan con un plan preestablecido, porque vuelven con un empleo buscado o porque tienen en mente la puesta en marcha de un negocio propio, muestran una mejor adaptación tras retornar. Por el contrario, los que no definieron un plan concreto y se han tenido que enfrentar de nuevo a buscar un empleo, se sienten decepcionados y frustrados al comprobar que la situación económica no ha mejorado tal y como ellos esperaban. Además, no sienten que sus nuevas habilidades y competencias adquiridas durante la emigración sean suficientemente valoradas a la hora de buscar un empleo. En ambos casos, las redes sociales de apoyo juegan un papel fundamental en la adaptación de las personas que deciden retornar. Así, en sus planes de futuro muchos de ellos no descartan una reemigración, aunque, esta vez sí, se la plantean con unas motivaciones laborales mucho más claras.




FINANCIACIÓN


Los resultados que se recogen en este artículo forman parte de la investigación financiada con los fondos del Proyecto YMOBILITY del programa europeo Horizonte 2020 (Youth Mobility: Maximising Opportunities for individuals, Labour Markets and Regions in Eupope), subvención nº 649941.




NOTA


1 El código hace referencia a datos sociodemográficos de los entrevistados: H/M: Hombre/Mujer; A/M: Residente en Andalucía/Madrid; D/UK/IT: Retornado de Alemania/Reino Unido/Italia; ES/TA/TB: Estudiante/Trabajador con Alta cualificación/Trabajador con Baja cualificación.


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