Monográfico / Monographic

DOI: 10.22325/fes/res.2021.24

La nueva emigración española en Alemania y Reino Unido: identidades migratorias en cuestión


The recent Spanish Migration in Germany and the United Kingdom: Migration Identities in question


Iria Vázquez Silva ORCID

Universidade de Vigo, España. Autor para correspondencia. ivazquez@uvigo.es


Alberto Capote Lama ORCID

Universidad de Granada, España alama@ugr.es


Diego López de Lera ORCID

Universidade da Coruña, España d.lopezd@udc.es

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 30 Núm. 1 (Enero - Abril, 2021), Online First. pp. 1-23. ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 02/05/2020
Aceptado / Accepted: 22/11/2020





RESUMEN

Reino Unido y Alemania son dos destinos de la reciente emigración española que empezó a crecer a partir del 2008. Los enfoques para abordarla, tanto desde la investigación como desde el plano político y mediático, son diversos y no exentos de controversias: emigración, exilio, jóvenes emprendedores, etc. El objetivo de este artículo es conocer cómo los propios protagonistas conciben su proyecto migratorio, dentro de una diversidad de perfiles y trayectorias heterogéneas que los han llevado a partir hacia Europa. Este estudio cualitativo llevado a cabo en Reino Unido y Alemania proporciona una imagen más nítida de la percepción de sus proyectos y la influencia de la situación socioeconómica en España en su toma de decisión migratoria. Los resultados revelan tres tipos de percepciones sobre la identidad migratoria, donde un mayor activismo o sensibilidad políticosocial juega un papel relevante, también en su comparativa histórica con respecto a la ola migratoria de 1960.

Palabras clave: emigración española, identidad migratoria, activismo, migración histórica, Europa.



ABSTRACT

The United Kingdom and Germany are two destinations of the recent Spanish emigration that began to grow in 2008. The approaches to address it, both from the research and even from the political and media angle or viewpoint, are diverse and not without controversy: emigration, exile, young entrepreneurs, etc. The objective of this article is to understand how the protagonists themselves conceive their migration project, within a diversity of profiles and very heterogeneous trajectories that have led them to leave for Europe. This qualitative study, carried out in the United Kingdom and Germany, provides a clearer picture of the perception of their projects and the influence of the socioeconomic situation in Spain on their migration decision-making. Specifically, the results reveal three types of perceptions about migratory identity, where activism or greater political-social sensitivity play a relevant role, and also an historical comparison with respect to the emigration in the 1960s.

Keywords: spanish migration, migration identity, activism, historical migration, Europe.




INTRODUCCIÓN


Los estudios sobre la reciente emigración española a partir del desencadenamiento de la crisis económica de 2008 han sido bastante abundantes pese al breve periodo de tiempo transcurrido. Las aproximaciones cualitativas han ofrecido, sin duda, informaciones que los datos secundarios no nos brindan y han dado cuenta de la complejidad de esta nueva emigración española, más allá de las visiones que desde los medios, o incluso desde la investigación, han despertado más interés.

No obstante, esta emigración reciente no apareció repentinamente desde el arranque de la crisis en 2008. A partir del ingreso de España en la comunidad europea (1986) la tendencia ha sido la del incremento de una migración cualificada procedente a menudo de familias con recursos (Alaminos y Santacreu, 2010). Al margen de la sobre-exposición que haya podido tener en los medios, lo que está claro es que la emigración cualificada se ha intensificado en los flujos recientes, tal y como se refleja en varios de los estudios realizados. Así, Stanek y Lafleur (2017) ponen de relieve la emigración de investigadores, cuya movilidad si bien en un principio se insertaba en el marco de internacionalización de la investigación, su permanencia en el extranjero ha estado después motivada por la falta de expectativas en España. En una línea similar, Pérez-Caramés (2017, p. 102) muestra cómo la crisis económica atrapa a una generación de investigadores españoles en Alemania, que ya se encontraban transitoriamente fuera, muchos de los cuales venían arrastrando años de precariedad y señalan haber encontrado un reconocimiento no hallado en España. No obstante, el camino tampoco ha sido fácil para estos perfiles de adultos jóvenes más formados, por el desconocimiento o nivel insuficiente del idioma de destino o la falta de experiencia laboral previa (González y Martínez, 2017; Barbulescu, Bermúdez y Brey, 2015).

Por otra parte, otros estudios han criticado precisamente el exceso de protagonismo de este tipo de emigración cualificada, dejando en un segundo plano u obviando otro tipo de perfiles: como el de los jóvenes descendientes de familias de inmigrantes en España de distintas procedencias (Narciso y Carrasco Pons, 2017) u otro perfil de jóvenes españoles que no se ajusta a una movilidad ligada a un estilo de vida cosmopolita y que suele transcurrir en ciudades denominadas como globales (Domingo y Blanes, 2016).

Desde el momento en que empezó a hacerse visible el saldo migratorio negativo en España, se generó un debate político en torno a los jóvenes españoles que decidían buscar oportunidades fuera. Concretamente, en noviembre de 2012, la secretaría general del Departamento de Inmigración y Emigración definió la emigración de estos jóvenes como un impulso aventurero propio de la juventud, lo que causó rápidamente indignación en redes sociales por la falta de empatía de los políticos (Feixa y Rubio, 2017). Meses más tarde, la entonces ministra de trabajo evitaba a toda costa utilizar la palabra migración y hablaba en abril de 2013 en términos de movilidad exterior. El marco europeo, con su política de libre movimiento y la idea de una especie de ciudadanía europea ofrecía un contexto muy adecuado a este tipo de posiciones. En contraste, los movimientos sociales como Marea Granate (creada en 2013) o el Movimiento Indignados van a poner el foco en la idea de una juventud que es expulsada por España (López-Sala, 2019). Vemos pues, que la controversia no es solo conceptual a nivel académico, sino que tiene también unas implicaciones políticas.

Teniendo en cuenta este contexto, las preguntas de partida de nuestro estudio son dos: en primer lugar, ¿en qué términos perciben sus trayectorias los propios jóvenes que han emigrado recientemente a Europa? Dicho de otro modo, si en su subjetividad se autodefinen como emigrantes y de qué manera o si, al contrario, se manifiesta un deseo de deshacerse de dicha etiqueta y qué tipo de razones se dan para justificarlo. En segundo lugar, ¿cómo perciben sus proyectos migratorios con respecto a etapas pasadas de la emigración española a Europa? ¿Qué similitudes y diferencias aprecian entre su emigración y la del periodo 1960-1975? El trabajo de campo en Alemania y Reino Unido mostró la actualidad y relevancia del debate sobre percibirse o no como emigrante, animándonos a plantear una tipología específica que aquí presentaremos.

El trabajo se basa en una serie de entrevistas semi-estructuradas realizadas a una muestra de mujeres y hombres en Reino Unido y Alemania que han emigrado desde España a partir del año 2008. El artículo se estructura de la siguiente manera. En primer lugar, se hace un repaso en torno al debate académico que se ha generado a la hora de presentar o definir estos flujos migratorios recientes desde España. A continuación, presentamos la metodología adoptada. En tercer lugar, antes de pasar al análisis de los resultados de las entrevistas se hace un trabajo de contextualización de la emigración española a Europa a partir de las fuentes disponibles. Por último, analizamos la percepción de las personas entrevistadas tanto de sus proyectos migratorios como en relación con etapas anteriores.


ENFOQUES Y CONTROVERSIAS A LA HORA DE DEFINIR LA RECIENTE EMIGRACIÓN DE ESPAÑOLES A EUROPA


Las perspectivas a la hora de definir la reciente emigración desde españoles a partir del 2008 han sido muy diversas, tanto en el discurso político, como en el mediático e incluso de la investigación.

No faltan los trabajos que han hecho hincapié en una “expulsión forzada” de jóvenes españoles por el sistema económico, político y social imperante en la España de la posttransición. Aparecen en este discurso conceptos como el exilio de jóvenes causado por las condiciones laborales, la falta de expectativas laborales o las dificultades vinculadas a la vivienda (Feixa y Rubio, 2017; Domingo, Sabater y Ortega, 2014). Como sabemos, aquí cabe destacar el papel desempeñado por el colectivo Marea Granate y su denuncia explícita de los motivos reales de la emigración: la falta de empleo y de oportunidades, así como el deterioro de las condiciones de trabajo (Ballesté, 2017). Lo que no constituiría una excepción de la juventud española, sino que estaría bastante extendida por el sur de Europa (Dubucs y Mourlane, 2017): se alude a un “síndrome del retraso” de carácter generacional entre la juventud española, italiana, portuguesa o griega a la hora de encontrar un trabajo estable, alcanzar la independencia residencial, etc.

Diversas investigaciones han resaltado esta emigración dentro de Europa como uno de los paradigmas de la emigración “sin fronteras” (Pécoud y Guchteneire, 2005). A modo de ilustración, Clua y Sánchez (2017) ya abordaron la cuestión sobre la percepción de jóvenes españoles en Londres en torno a su proyecto migratorio. La ciudadanía europea y el cosmopolitismo de las ciudades globales como Londres eran algunos de los argumentos esgrimidos por los jóvenes que rechazaban autodefinirse como inmigrantes.

Pese a ello, la Unión Europea se ha caracterizado por la débil movilidad laboral y la rigidez del mercado de trabajo en un gran número de países miembros (Dubucs y Mourlane, 2017). Ciertamente, las migraciones intraeuropeas poseen la ventaja de la libertad de movimientos propia de la construcción comunitaria, con la paradoja de que sólo un 5,3% de los y las europeas vivían en otro estado miembro en 2015 (Organización Internacional para las Migraciones, 2018). Además, esta condición europea los ha convertido en principio, en más invisibles sociológicamente (Eremenko, El Qadim y Steichen, 2017). Es claro que el interés de estas migraciones intra-europeas no reside únicamente en los números, sino más bien, en la importancia que poseen estos migrantes en la construcción de una ciudadanía europea y en la reflexión que se abre sobre la integración dentro de la Unión Europea (Favell y Recchi, 2009, p. 3).

En cualquier caso, esta facilidad de movimientos no exime a estas migraciones intraeuropeas de las problemáticas comunes a los procesos migratorios: como las ausencias, las relaciones familiares o el propio bienestar, y a las dificultades de las ciudades globales, como el difícil acceso a la vivienda, los crecientes costes de vida y la alta competitividad –asociada a la precariedad y a la estratificación-, y la dificultad para ejercer derechos políticos (Favell, 2008; Gilmartin y Migge, 2015).

Así, la emigración española de los últimos años ha sido enmarcada dentro de los patrones de movilidad de las recientes migraciones intra-europeas. Uno de los conceptos más utilizados ha sido el de migración líquida (Engbersen, 2018): proyectos caracterizados por su pluralidad, poco predecibles, basados en estrategias individuales y predispuestos siempre al cambio. El marco de la libre circulación europea así lo permitiría. En este sentido, hay quienes distinguen los conceptos de movilidad, para poner de relieve su carácter voluntario, sin restricciones e individualizados, frente al de migración, con movimientos más precarios y, a menudo, menos deseados en los lugares de destino y en relación con personas de terceros países (Samuk, Kmiotek-Meier, Nienaber y Vysotskaya, 2019; Bermudez, 2020). Las mayores o menores dificultades encontradas dentro de las migraciones intraeuropeas podrían influir en la percepción de los proyectos migratorios. El debate sobre cómo denominar esta reciente emigración española también ha estado presente en el ámbito académico. Algunos estudios realizados optan por referirse a la salida de estos jóvenes en los últimos diez años como migraciones, destacando que el factor común en estos movimientos ha sido la precariedad laboral en España (Lafleur y Stanek, 2018; Thomàs-Venrel, 2018). En contraste, otros estudios han desplegado un amplio abanico de términos para aludir a la emigración cualificada: circulación de cerebros, trabajadores transnacionales, etc. (Mendoza, Staniscia y Ortiz Guitart, 2016), evitando, a ser posible, el vocablo migración. González Ferrer (2013) advertía sobre el uso desacertado de uno de los términos más utilizados: fuga de cerebros, afirmando que sería más pertinente hablar de migración cualificada para referirnos a personas con estudios superiores completos. La misma autora alertaba del eufemismo usado en diferentes contextos sobre la movilidad exterior aludiendo al supuesto “espíritu aventurero” de los y las jóvenes, cuando esta emigración ha aumentado a un ritmo intenso solamente a partir de la crisis económica (González Ferrer, 2013, p. 16).

El debate también se percibió en el tratamiento de los medios de comunicación, donde el relato periodístico ha sido muy desigual. Para Soto y Visa (2017), centrados en los jóvenes emigrados a Reino Unido, el tono de los medios ha sido ante todo amable y positivo suavizando, en cierta manera, la frustración y falta de expectativas de estos jóvenes. Rodríguez, Moreno y Ropero (2019) en su análisis a partir de algunos de los periódicos de más tirada de España y en concreto en la emigración de sanitarios/as españoles, distinguen dos vertientes: por una parte, la que denominan como discurso oficial que engloba las noticias que describen esta emigración de jóvenes por su espíritu aventurero, y, por otra, más extendida, que califican como discurso social, que pone de relieve el carácter precario y con faltas de expectativas de un colectivo que ve en la emigración la solución.

En contraste, todavía son escasos los estudios que abarcan esta reciente emigración desde una perspectiva histórica comparada, que vincule olas migratorias, exponiendo tanto similitudes como divergencias. Entre las primeras, Recaño y Miguel (2016, p. 2) apuntan de manera general que “los cuantiosos flujos históricos producidos en el siglo pasado y el fruto demográfico de esa emigración, sus descendientes, constituyen todavía la principal explicación de la distribución y estructura demográfica actual de los individuos de nacionalidad española en el extranjero”. Hay que recordar que durante la anterior ola emigratoria salieron más de un millón de españoles hacia Europa. Los destinos prioritarios dentro de Europa fueron Francia, Alemania y Suiza (Palazón, 1998, p. 37), dos de estos países siguen como destinos preferentes en la reciente emigración. Por otra parte, resulta claro que la situación económica y sus dificultades para que su desarrollo económico consiga pleno empleo se repiten tanto en los años 1960 (Palazón, 1998), como a partir de 2008, aunque en contextos históricos distintos.

Dicho esto, distintos autores remarcan ciertas diferencias notables entre ambas olas: los nuevos emigrantes poseen un perfil más diverso, bastante diferenciado de aquellos españoles que protagonizaron los grandes flujos del siglo pasado. Las motivaciones de naturaleza económica siguen siendo las principales, pero con mayores niveles de cualificación y distribución por sexo más igualada en la nueva emigración (Recaño y Miguel, 2016). Como veremos, tampoco existe consenso en este sentido, ya que hay estudios de caso como el recogido por Oso (2017) que confirman la reactivación actual de ciertos nichos laborales históricos (la limpieza y los cuidados) para las diversas olas de migrantes españolas en París.


METODOLOGÍA Y LUGARES DE ESTUDIO


La metodología utilizada es cualitativa. Se basa en la realización de una serie de entrevistas semiestructuradas a una muestra de españoles que emigraron a Reino Unido y Alemania a partir de 2008. La motivación para elegir estos países ha sido doble. Por una parte, según la Estadística de Variaciones Residenciales son dos de los principales destinos de la reciente emigración a Europa. Por otra, han ocupado una posición desigual en la historia reciente de la emigración española a Europa: así, si Alemania ya fue un destino principal en los años sesenta y setenta, el Reino Unido en aquella etapa ocupó una posición más secundaria. Dicho de otro modo, en el imaginario de la sociedad española siempre ha estado más presente la emigración a países como Francia, Suiza o Alemania que al Reino Unido. Además, el Reino Unido ha constituido el destino por antonomasia de los jóvenes españoles para aprender inglés, lo que puede influir en la posterior decisión de buscar trabajo en un contexto de crisis laboral.

Si bien el proyecto de investigación que contextualiza este artículo ha abarcado perfiles de emigrantes nativos, reemigrantes y emigrantes de la generación 1.5 en Europa; en nuestro caso hemos centrado el análisis en el conjunto de los emigrantes nativos entrevistados en Alemania y Reino Unido.

La toma de contacto ha sido realizada a través de diferentes vías tanto en Alemania como en Reino Unido. De un lado, se ha llevado a cabo a través de contactos personales y redes de amistad, empleando a partir de ahí el efecto bola de nieve. De otro, también ha sido crucial la ayuda de las páginas de Facebook de españoles en las distintas ciudades que forman parte del estudio. Por último, también se recurrió a las redes de activismo y de asociaciones de migrantes y ONGs asentadas en destino: como el 15M, Oficina Precaria, y Marea Granada, utilizadas para localizar a informantes clave.

El análisis del presente artículo se basó en el interés que se originó en el debate político español sobre la utilización del término “emigrante”: joven aventurero/emprendedor versus joven expulsado a la emigración por la precariedad del mercado laboral español. Nuestra intención ha sido indagar acerca de la presencia de este debate en la percepción que los propios emigrantes tenían de su situación. Contábamos en nuestro guion con el bloque: “Autoconcepto y proyecto migratorio. Opinión sobre la actual emigración en el contexto socio-político de España”, cuyas respuestas han sido examinadas a través del análisis de discurso en función del perfil del informante (sexo, tipo de proyecto migratorio, años en destino y grado de movilización política), utilizando, entre otras, palabras clave como emigrante, inmigrante, identidad y expatriado.

El trabajo de campo se realizó a lo largo del año 2018 en Berlín, Düsseldorf y Duisburgo para el caso alemán, y en Londres, en el británico. Como se ha dicho en la introducción, los flujos se han dirigido en gran medida a ciudades que suelen ser catalogadas como “globales”: caso de Londres y Berlín, incluso Düsseldorf por su actividad económica. En total se llevaron a cabo 44 entrevistas semi-estructuradas a emigrantes españoles en Alemania (30) y Reino Unido (14), atendiendo a una diversidad por sexo (18 mujeres y 26 varones).

Todas las entrevistas fueron grabadas con previo consentimiento de nuestros entrevistados que fueron informados anteriormente de los objetivos generales de nuestro estudio.

Tal y como veremos a continuación, y a modo de contexto realizamos una descripción de los datos secundarios sobre la salida de personas nacidas en España y con nacionalidad española (Estadísticas de Variaciones Residenciales del Instituto Nacional de Estadística) que permite valorar el alcance y el peso de esta corriente emigratoria en el conjunto de la emigración registrada en España desde 2008. Asimismo, se han resaltado cuáles son los países de destino prioritarios en comparación con los que lo fueron en la ola migratoria del periodo 1960-1975. Basándonos en este análisis hemos desarrollado una tipología de la “reciente emigración” que ha registrado España desde el segundo lustro del s. XXI, incluyendo a los retornados, los re-emigrantes y los que son nuestro sujeto de estudio en el presente artículo: los migrantes de origen español. En cuanto al perfil de las personas entrevistadas, las edades oscilan entre los 24 y los 52 años y la edad media es 34,3 años. El grupo de edad más representado es 30-34 años (37% de la muestra). Si a ellos le añadimos los menores de 30 años, alcanzan el 60%. Por lo que podemos decir que la muestra se distribuye en dos grupos: jóvenes hasta los 34 años y adultos jóvenes entre 35-45 años, siguiendo clasificación que también se hace en otros estudios (Elgorriaga, Arnoso e Ibabe, 2020). Más de la mitad de la muestra tiene estudios universitarios (55%). Si a ellos añadimos los que tienen formación profesional y bachillerato, estamos hablando del 85% de la muestra. Se trata, pues, de una muestra de emigrados cualificados, porque predominan las personas con estudios universitarios y la formación profesional está también notablemente representada.

Los proyectos migratorios de las personas entrevistadas son muy variados, si bien todos tienen como fondo el marco de la crisis económica y social en España. Los contrastes se sitúan sobre todo en las aspiraciones iniciales: para unos basta con escapar de la situación que viene atravesando España, para otros es una oportunidad para invertir en su capital cultural y por último, para otros es el momento idóneo para vivir unas experiencias. No resulta fácil determinar la duración de sus proyectos, ya que desde el principio las personas entrevistadas se muestran abiertas al cambio.


CONTEXTUALIZACIÓN: LA EVOLUCIÓN DE LA RECIENTE EMIGRACIÓN DESDE ESPAÑA A EUROPA


En la actualidad España cuenta con dos fuentes para registrar la emigración internacional, una de carácter general (Encuesta de Variaciones Residenciales) y otra que afecta exclusivamente a los ciudadanos españoles residentes en el extranjero (Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero-PERE). La EVR ofrece desde 2002, los datos de “bajas municipales de residencia” al exterior, que publica el Instituto Nacional de Estadística. Desde 2013 se cuenta además con una mejora de esta serie, que el INE publica bajo el nombre de Estadística de Migraciones/Migraciones exteriores. De acuerdo a la opinión de muchos expertos, la estadística de “bajas” de la EVR sigue padeciendo de sub-registro, a pesar de las medidas introducidas para actualizar el registro de las bajas residenciales (Duque, 2011; Domingo et al., 2014; Domingo y Sabater, 2013; Herrera, 2014). Así, los datos publicados sobre emigrantes deben tomarse con precaución, como mínimos posibles y a modo de estimación de los stocks y los flujos.

Desde finales de los años 90´s Europa se convirtió en el primer destino de la emigración para los españoles y, según los datos oficiales, durante los años de la crisis financiera/ laboral (2008-09) mantuvo su predominio como principal destino de la corriente de salida. Uno de cada dos de los más de 482.000 mil emigrantes nativos registrados que salieron de España entre 2008 y 20181 prefirieron dirigirse a países europeos. Es más, la preferencia por Europa se está reforzando desde 2014, ante el debilitamiento de los factores de atracción de otros países y a pesar de la disminución de las salidas que, de forma generalizada, se registra desde 2016 (ver Gráfico 1).


Gráfico 1. España, corrientes de emigración de nativos españoles, según región de destino
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Fuente: Elaboración propia. INE, Microdatos de la Estadística de Variaciones Residenciales.


Este nuevo período de emigración nativa a Europa presenta algunas coincidencias con la anterior etapa de emigración española (años 60’s y 70’s); en ambas predominan el mismo pequeño grupo de países: Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Reino Unido y Suiza. Actualmente estos 6 países concentran el 80% del flujo.

Aproximadamente siete de cada 10 emigrantes han preferido ir al Reino Unido, Francia o Alemania (25%; 19% y 17% respectivamente, del flujo acumulado 2008-18). Seguidos a cierta distancia por Suiza (9%); Bélgica (6%) y Holanda (3,5%) (ver Gráfico 2). Si lo comparamos con la anterior corriente migratoria, salvo el cambio de primacía, que hoy ocupa Reino Unido, los otros cinco principales destinos siguen siendo los mismos (ver Tabla 1).


Tabla 1. Principales destinos de la emigración española: comparación de oleadas

Periodo 1960-1974 Periodo 2008-2018
Francia Reino Unido
Alemania Francia
Suiza Alemania
Bélgica Suiza
Reino Unido Bélgica
Holanda Holanda



Gráfico 2. España. Principales países de la emigración de nativos-españoles hacia Europa (80% del total acumulado 2008-2018)
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Fuente: Elaboración propia. INE, Microdatos de la Estadística de Variaciones Residenciales


En cuanto al perfil de estos nuevos emigrantes, los datos registrados corroboran la leve mayoría femenina mencionada, que ha ido aminorándose a medida que nos alejamos de la crisis, con tendencia al equilibrio desde el principio de la etapa de recuperación económica. Esta característica distingue la corriente emigratoria hacia Europa, en particular hacia los países de la Unión Europa antes de la última ampliación (UE15), del resto de corrientes, en las que se registra una mayoría de hombres.

Los perfiles por edad también muestran un tipo particular de emigración, la corriente hacia los países de la Unión Europea muestra un claro perfil laboral (76% de 15 a 64 años) con baja presencia de menores de 15 años (20%) y de mayores (4%), que corresponde al típico perfil de un flujo laboral, y que contrasta por ejemplo con la corriente hacia Latinoamérica que muestra un perfil más diverso, más “familiar”, señalando la presencia de diferentes estrategias emigratorias.

Centrándonos en Alemania y el Reino Unido, ambos registran un claro un predominio de los emigrantes adultos jóvenes (75% y 82% de 15-64 años). Empezando por el Reino Unido, que como se adelantó es el primer destino en orden de importancia de la actual emigración nativa a Europa, con casi 80.000 salidas de nativos-españoles entre 2008-18, representan una cuarta parte del total de las bajas de nativos hacia Europa. Actualmente la población española registrada en los consulados del Reino Unido (153.000 personas a 1 de enero de 2020 según el Padrón de Residentes en el Extranjero -PERE-) suponen el 16% del total de residentes españoles registrados en Europa. La emigración al Reino Unido no tuvo un peso tan importante en el anterior ciclo emigratorio (1960 a 1974), aunque registró cierta importancia después de los 70’s, ya que no mostró las drásticas reducciones del flujo de emigrantes desencadenadas por la “crisis del petróleo” de mediados de los 70’s, circunstancia que en la práctica sirvió para impulsar la política de cierre de fronteras practicada por la Antigua República Federal Alemana y otros países del centro-norte europeos.

En cuanto a la corriente emigratoria hacia Alemania, tercer destino en orden de importancia, detrás de Francia, supone el 17% de la actual emigración de nativos-españoles a Europa (2005-18). La población española registrada en los consulados españoles supera las 167.000 personas, el 18% del total de residentes españoles registrados en Europa (PERE_INE enero 2020). La antigua República Federal Alemana (RFA) fue el segundo de los destinos preferidos del anterior ciclo emigratorio español. En 1960 la entrada de 11.011 trabajadores españoles lo convirtió en el principal país de destino (datos del Instituto Español de Emigración –IEE-), desplazando a Francia. El marco de reconstrucción y expansión económica reinante en la RFA en esos años, con una clara necesidad de fuerza de trabajo en el sector industrial, estimuló el progresivo crecimiento de esta corriente de trabajadores españoles, procedentes principalmente de las provincias de Andalucía, Galicia, Madrid, Extremadura, Murcia y Valencia. En 1972 la estadística de emigración asistida del IEE cifró en cerca de 200.000 trabajadores afincados en la RFA, aparte de familiares y emigrantes sin la cobertura del IEA. A partir de entonces el criterio de “temporalidad” de la política alemana de inmigración, basado en el famoso concepto del gastarbeiter (trabajador invitado), primó y las dificultades para renovar permisos, adquirir la nacionalidad, etc. obligó al retorno precipitado de muchos de ellos (Böhning y Maillat, 1974; Castillo 1980; Cazorla 1981; Garmendia, 1981).


SER O NO SER EMIGRANTE, ESA ES LA CUESTIÓN


Del análisis del discurso realizado a partir de los testimonios de nuestros informantes distinguimos tres tipos de construcciones identitarias, las cuales, si bien engloban trayectorias y perfiles distintos, tienen un denominador común, esto es, la influencia del contexto socioeconómico en España en su decisión de partir y, de manera secundaria, cómo piensan que son percibidos en los lugares de acogida.

El primer grupo lo conforman aquellas personas entrevistadas que subrayan que su toma de decisión fue voluntaria, no forzosa, y se hizo, además, en el marco de una ciudadanía europea que permite la libertad de movimiento laboral. Hay un rechazo nítido a la hora de considerarse como emigrante o exiliado. Además, no manifiestan haber vivido un proceso de adaptación en la ciudad de acogida especialmente difícil o haber sido tratados con discriminación.

El segundo grupo sí se reconoce como emigrante porque, independientemente del carácter más o menos voluntario de su decisión, llegaron a Alemania o Reino Unido buscando una oportunidad laboral que no esperaban encontrar en España ni en ese momento ni tampoco en un futuro cercano. Ahora bien, matizan no sentirse migrantes como otros españoles en olas pasadas u otros migrantes actuales que se enfrentan a procesos más vulnerables de adaptación.

Por último, en el tercer grupo se incluyen los testimonios que también reconocen, sin paliativos, su trayectoria como emigrantes debido a que su decisión estuvo motivada por la situación política, económica y social de España, mostrándose además especialmente críticos. Es decir, ponen el énfasis en el hecho de haberse sentido expulsados de España y en algunos casos además denuncian abusos sociolaborales en destino. Cabe señalar que en este grupo hay perfiles que han traducido esta crítica en un activismo político en las dos sociedades.

Los testimonios seleccionados a continuación sirven para ilustrar, dentro de su diversidad, estos tres tipos de identidades.


No reconocerse como emigrante

En el interior de este grupo, los argumentos aluden al carácter voluntario del desplazamiento y a una ciudadanía libre gracias a una movilidad sin obstáculos. El marco de la Unión Europea aparece como justificante para escaparse de la etiqueta de emigrante: la ciudadanía europea permite y da legitimidad a la posibilidad de perfilar tu futuro profesional en algún país miembro. Incluso el mapa mental de las distancias aparece en su imaginario: Europa es accesible y cercana, casi como cualquier otro punto de la geografía española y además ni siquiera es necesario el pasaporte. Lo ilustra de manera nítida el testimonio de Mikel, que partió a Düsseldorf para encontrar un futuro como arquitecto.

“Para mí venir aquí ha sido… A ver, me he acogido al concepto de soy europeo, viva la Unión Europea porque me viene de puta madre, me preparo las maletas y cojo un bla bla car como el que se va de Gijón a Vitoria o Palencia, y me he ubicado, y no he tenido ni un solo problema. Ni una sola pega, si tienes que dar tu documento das tu DNI y vale, eres europeo y eso es comodísimo […]. No sé, conozco otros casos de emigración mucho más dolorosos, más fuertes. Por eso yo creo que hay que diferenciar un poco. Para mí, ¿sabes cómo digo que estoy? Yo digo que estoy de Erasmus. Yo no pude hacer Erasmus, porque yo trabajaba, tenía que hacer muchas cosas y el Erasmus suponía tener que dejar de trabajar y dejar de tener ingresos, y yo no podía. Por eso para mí venir aquí fue un Erasmus, un Erasmus permanente, te lo juro, es lo más, estoy encantado” (Hombre, 30 años, de Vizcaya a Düsseldorf, arquitecto).

Es común en estos testimonios una experiencia previa de movilidad bastante intensa pese a la juventud de algunos de nuestros interlocutores. Tratándose en su mayoría de personas con estudios universitarios o formación profesional de segundo grado, ha sido en el marco de los estudios que la movilidad ha comenzado. De hecho, otras investigaciones (Alaminos y Santacreu, 2010) indican que esta experiencia formativa en el extranjero, así como las competencias lingüísticas funcionan como factores de predisposición (vinculados a la cualificación) en las recientes migraciones españolas hacia Francia o Alemania. Ello no constituye una especificidad de los jóvenes españoles, otros trabajos revelan que muchos estudiantes Erasmus en su regreso al país de origen expresan un deseo de volver a irse, ya sea para continuar estudiando como para trabajar (Ballatore, 2017). Estos itinerarios se inician incluso como una migración interna por estudios dentro de España o, como dirían los testimonios de este grupo, una movilidad interna. Es el caso de María, 41 años, residente ahora en Berlín, originaria de Vigo; realiza primero sus estudios en Oviedo, disfruta después de una beca Séneca en Bilbao, un Erasmus en Francia y un intercambio en Río de Janeiro. La libertad de movimientos en un espacio sin fronteras que amplía las posibilidades de la movilidad no solo se reduce al marco de la Unión Europea, sino que va más allá: se pasa de una ciudadanía europea a una ciudadanía del mundo. Nuestra informante rechaza tanto el término emigrante como expatriada, para finalmente presentar su trayectoria como el de una “aventurera”, quizás paradigmática de esas dinámicas transnacionales protagonizadas por la generación global recogida por Beck y Beck-Gersheim (2003).

También es el caso de Daniel, murciano, con una trayectoria que lo ha llevado a Madrid, a algunos países asiáticos hasta acabar, de momento, en Düsseldorf. Su testimonio ilustra un capital social de movilidad en el que las distancias geográficas se reducen y componen un campo migratorio con múltiples direcciones posibles.

“Yo creo que desde el Erasmus me siento un poco ciudadano del mundo, entonces es como... yo me muevo por el planeta, o sea... en viajes, o visitando, o... yo... o sea, la historia es que tú cuando estás en una capital de provincia y saltas a Madrid, se ve como muy grande Madrid. Es como cuando tú estás empezando a estudiarte un examen, una lección, y parece mucho. Conforme te la vas estudiando es como que se reduce en tamaño, ¿no?, como que se va comprimiendo... como unos cartones que van empujando, empujando y cada vez se hace más estrecho. Yo he llegado al punto de que el mundo para mí es eso. Ya lo manejo, ya lo tengo a mano. A mí no me supone... Argentina, Australia... Vale, pues me cojo un avión y me voy allí... y leo un poco qué es seguro, qué no es seguro, me informo... entonces no me supone... no me siento inmigrante” (Hombre, 32 años, de Murcia a Düsseldorf, ingeniero).

Otra característica en estos testimonios es el énfasis en el carácter voluntario de su decisión. Los informantes insisten en que no partieron por necesidad, o en todo caso, una necesidad urgente, como algo inevitable en términos económicos. No obstante, sí se combina un interés por conocer nuevos lugares con el ánimo de crecer profesionalmente, lo que no siempre es fácil en España y muy especialmente en los años de recesión económica. Esta característica es propia con frecuencia de personas con estudios superiores en profesiones con alta demanda en el mercado global (ingeniería, arquitectura, sector sanitario, etc.), pero no exclusiva de ellos. También la encontramos en otros jóvenes con estudios de formación profesional. Son los casos de Gabriel, de 33 años, con estudios de formación profesional y Aquilino, 32 años, ingeniero, ambos residentes en Londres.

“En mi caso, yo no puedo decir que yo sea un expatriado ni un exiliado porque es que no... Yo me fui por voluntad propia, yo tenía trabajo en Madrid, yo estaba bien. Mi entorno laboral era muy bueno, lo único que no me llenaba profesionalmente y yo necesitaba un cambio, un cambio personal, entonces la decisión de mudarme no me la ha impuesto la situación económica de mi país, que sé que es mala, y que sé que mucha gente ha tenido ese...” (Hombre, 33 años, de A Coruña a Londres, FP Moda).

“No, yo no me considero un exilado, no. Yo me considero alguien que por A o por B, por evolución de la carrera profesional, porque claro ahora también hay, al ser un mundo más global, el perfil que se busca el perfil que se exige, pues es un perfil también mucho más global” (Hombre, 32 años, de Guipúzcoa a Londres, Ingeniero industrial).

Como podemos observar, existen personas empleadas en los “sectores naturalmente móviles” (Pérez-Caramés, 2017, p. 104) que normalizan su emigración dentro de la economía global. Como señala esta autora “hay ciertas ocupaciones para las que trabajar en otros países se percibe como algo habitual e incluso consustancial a la profesión”, entre ellas, algunas ingenierías.


Reconocerse como emigrante, pero con suerte

Aquí sí hay reconocimiento a la hora de describir la trayectoria como propia de una migración: la motivación laboral es lo que detonó la decisión de partir hacia Alemania y Reino Unido, no solo por encontrarse sin trabajo, sino buscando una progresión laboral que no alcanzaban en España. Lo diferenciamos del grupo posterior (reconocerse como emigrante o exiliado) esencialmente por dos motivos: en primer lugar, por poner el acento en desmarcarse de otros procesos migratorios, desde los españoles de oleadas pasadas a los inmigrantes extracomunitarios actuales; en segundo lugar, falta o escasez en su discurso de un punto de vista crítico tanto en las condiciones que propiciaron la toma de decisión de emigrar como después en la llegada y adaptación al lugar de destino. Las palabras de Toni, ingeniero y con cuatro años de residencia en Reino Unido, describen concisamente el acento de este segundo grupo:

“Ha sido voluntario, obvio. Sí, ha sido una decisión mía. Y como te he dicho antes creo que mi caso es bastante diferente al de la mayoría, normalmente la gente siempre tiene que pasar por una faena que no está relacionado con su campo de estudios, aunque está más preparado que lo que al final empieza a trabajar. Emigrante pero afortunado” (Hombre, 33 años, de Barcelona a Londres, Ingeniero telecomunicaciones).

Algunos de nuestros informantes se lanzaron al extranjero justo al inicio de la crisis, cuando sus estragos en la destrucción de empleo y en el tejido social no eran aún muy evidentes. Es decir, se podría decir que su decisión no estuvo condicionada directamente por la crisis económica que se desencadenó. Ahora bien, el proyecto inicial de permanecer solo unos meses se transforma cuando se profundiza en la crisis económica y se decide finalmente no volver a España. El proyecto inicial pasó de ser determinado en el tiempo a indeterminado. Es el caso de Isabel, madrileña y también ingeniera ejerciendo en Düsseldorf:

“Claro, como al principio me vine porque yo quería, con un contrato de trabajo y para mejorar mi situación laboral no me consideraba como los emigrantes que se tienen que ir por obligación… Pero sí que es cierto que tampoco te ayuda… La situación no te ayuda a volver. Con lo cual emigrante española... Sí. No es como en el caso de los años sesenta que la gente se tuvo que ir por la guerra y tal. Por eso te dije también que no sé si mi perfil va a encajar mucho con lo que buscáis porque no me fui obligada de España, desde luego” (Mujer, 32 años, de Madrid a Düsseldorf, ingeniera).

En el análisis de estos discursos podemos entrever que la emigración aparece motivada por un interés de mejora de la carrera profesional, pero también de cierto tránsito hacia una adultez con mayores tasas de autonomía y estabilidad. Volver a España puede suponer perder dicha estabilidad laboral, tan duramente alcanzada. En este sentido coincidimos con Pérez-Caramés (2017, p. 100) cuando vislumbra un tipo de emigrantes en Alemania cuyo “tránsito a la vida adulta se realiza a través de la emigración”.

Para Sara el proceso de adaptación en Alemania, aunque no siempre fácil (con retos que van desde el idioma hasta encontrar un nuevo círculo social), no estuvo plagado de los mismos obstáculos que para otros inmigrantes. Es decir, esta mujer se considera emigrante, pero no como otros; es consciente que su cualificación como arquitecta le ha permitido una mejor integración social en destino.

“Sí, yo soy una extranjera. Pero también creo que, si tú te das cuenta, en Alemania está lleno de extranjeros. O sea, es una... Yo creo ahora mismo el mundo es multicultural allá donde vayas. ¿Qué pasa? Que es como dicen ahora muchos “no molesta el ingeniero, no molesta el tal...” (Mujer, 38 años, de Valencia a Düsseldorf, arquitecta).

Entre los emigrantes españoles en Reino Unido, la controversia en torno a percibirse o no como emigrantes se ha visto afectada en cierta medida por el Brexit. La opinión generalizada entre las personas entrevistadas en junio de 2018, dos años después del referéndum, es que la situación no era preocupante, ya que todos ellos llevaban más de cinco años residiendo en Londres. Aunque la incertidumbre sobre el alcance y/o efectos que conllevaría el Brexit prevalecía tanto en la calle como en la Academia (McCarthy, 2018), entre los emigrantes españoles estaba más o menos claro que los que habían llegado antes del Brexit tenían unos “procedimientos” que les podían ayudar a seguir con su estatus administrativo (residencia permanente).

Sin embargo, un posible efecto del Brexit ha sido que algunos emigrantes españoles se hayan replanteado su identidad migratoria en el Reino Unido. Hasta entonces simplemente se veían como “ciudadanos europeos”, sin mayores problemas legales y/o administrativos. Pero después del resultado del referéndum del 23 de junio de 2016, algunos empezaron a sentirse como “inmigrantes” en un país saliente de la Unión Europea.

“¿Tú te consideras una emigrante? R: Sí, claro... Sobre todo, desde el Brexit me considero inmigrante aquí” (Mujer, 30 años, de Madrid a Londres, autónoma).


Reconocerse, estratégicamente, como emigrante

Para finalizar, en este último grupo encontramos a aquellos emigrantes que recalcan que su decisión migratoria fue tomada en el contexto de la crisis económica española. Parte de nuestros interlocutores lo hacen además desde un activismo político-social a través de algunos de los movimientos que se pusieron en marcha, como la Marea Granada o la Oficina Precaria. Se podría decir que se reafirman como emigrantes como una herramienta política de contestación. En sus discursos, además de hablar de sí mismos/as, también lo hacen desde un enfoque generacional. En los discursos recogidos en las entrevistas de este grupo de emigrantes reverbera el eslogan que exteriorizaron colectivos como “Juventud sin futuro” en el contexto del Movimiento 15M: “no nos vamos, nos echan”, frase que llegó a encabezar una marcha en abril de 2013 en Madrid (López-Sala, 2019).

El testimonio de Claudia, traductora en Berlín, es muy representativo de este grupo. Tras participar en distintos movimientos, decidió con otras personas fundar otro más íntimo: “Berlinesas inmigrantes todas hijas del coño”, con el objetivo de dejar constancia de la experiencia migratoria que están viviendo las personas españolas en Berlín. Claudia sí se identifica como “inmigrante” teniendo en cuenta que ella en España no puede desempeñar dignamente su trabajo, y que su decisión migratoria está motivada por las lamentables condiciones laborales en origen. Se sienten expulsados/as de España, al tiempo que luchan por mejorar sus condiciones laborales en Alemania.

“Te voy a decir una cosa, estamos dentro de Europa, entonces eso hace que no te sientas tan “inmigrante” y te crees que estás aquí un poco de paso. También Berlín, al ser una ciudad muy lúdica, (…) Eso lo hablábamos en el programa de inmigración (…). Le hicimos preguntas de “¿te sientes inmigrante?”, “¿te definirías como inmigrante?”, “¿te han hecho sentir inmigrante alguna vez?”, “¿crees que te vas a quedar mucho tiempo aquí?” Entonces, había mucha gente que nos decía que no se sienten inmigrantes porque los inmigrantes son gente que lo pasa mal, ¿sabes? Que lo vinculan mucho al sufrimiento. Entonces, claro, si tú estás aquí, tú eres ingeniero, te ganas 2500 euros al mes, sales de fiesta, vives como un rey […]. Yo me vuelvo a España y a mí se me baja la boca llorando de las ofertas de empleo que veo” (Mujer, 37 años, de Sevilla a Berlín, traductora).

Javier, ingeniero de profesión y militante en Marea Granate en Düsseldorf, cuestiona también a aquellos españoles que rehúyen de la categoría de emigrante por la concepción sesgada de la migración asociada a la movilidad de los más vulnerables, esa idea de que el emigrante es el que no tiene estudios, emigra por carencias y atraviesa muchas dificultades en el destino.

“Hay gente por ejemplo que trabajan para multinacionales y se supone que están aquí un tiempo, en principio y cogen una experiencia internacional o algo así y luego se vuelven. El business, no sé cómo llamarlo, el internacional business y entonces eres “expatriado”. Es una forma como muy clasista de decir: “Eres inmigrante y no tienes un duro, eres un expatriado y te pagan bien y puedes ir por otros ambientes” (Hombre, 31 años, de Valencia a Düsseldorf, ingeniero).

Aún vinculado a la dimensión internacional de Marea Granate, su activismo ha ido evolucionando hacia una escala más local participando en sindicatos alemanes alternativos. El propósito es asesorar y ayudar a los españoles en su incorporación en el mercado laboral alemán, donde si bien encontramos experiencias de éxito, otras se caracterizan por la precariedad. Algo de lo que, según Javier, se habla mucho menos:

“De hecho, yo fui al Parlamento Europeo a explicarle a los europarlamentarios cómo está la situación porque no tienen ni idea. O sea, no tienen ni idea. Tú les cuentas cómo está el patio y la gente te dice: “No puede ser”. La gente no es consciente de cómo está el patio, de cómo estamos, no… No son conscientes. […]Por ejemplo, tú vas a alquilar una casa y entonces te preguntan, por de pronto tú no tienes acento alemán y claro, como hay tantísimas ofertas, si tú no tienes un alemán perfecto me ha pasado que te cuelgan, entonces lo que tienes que decir es: “Soy ingeniero”. Entonces aquí el clasismo vence sobre la xenofobia y entonces dicen: “Ingeniero. Dinero. Vale. Lo cogemos”.

En este sentido, su testimonio coincide con lo recogido por Betrisey (2012) cuando destaca que gran parte de las demandas de los migrantes están asociadas no sólo a conseguir, entre otros, el derecho al voto desde la distancia, sino también a enfrentar problemas ligados al racismo, la precarización o explotación laboral. Es claro que su activismo en el ámbito de los derechos laborales le hace situarse sin ambages en la categoría de “emigrante” y desde la crítica al clasismo de parte de la comunidad española emigrada en Düsseldorf. Nuestra tipología sobrevuela un debate sobre la estratificación social que otros estudios también han detectado (Pérez-Caramés, 2017): hay emigrantes españoles que desean distanciarse del estigma de “emigrante español” como defensa ante la percepción de actitudes racistas que genera por parte de la sociedad de destino. Sin embargo, este tercer grupo se caracteriza precisamente, por lo contrario: se definen como emigrantes como una estrategia política que desea unir las distintas experiencias migratorias, y rechazando conscientemente el clasismo o cierre social presente en los discursos de cierta comunidad de españoles en Europa.

Carles, joven residente en Duisburgo desde finales de 2011 que al mismo tiempo que trabaja completa sus estudios, se muestra incluso dubitativo con el debate que hubo en el interior del movimiento Marea Granate. Se pregunta en el siguiente fragmento si también entre sus compañeros hubo ciertas reticencias a la hora de utilizar el término emigrante/ inmigrante para hacer referencia a ellos mismos, aun subrayando que el motivo para abandonar España fue socioeconómico para la amplia mayoría de jóvenes que estaban partiendo.

“Sí, sí porque no hay otra manera de decirlo. Claro porque se ha buscado un montón de, digamos, de palabras para denominarnos de otra manera. Por ejemplo, dentro de Marea Granate hubo un discurso con eso. Si éramos... Sí, porque la palabra inmigrante, al principio, no se utilizaba. Era como “expulsados”, decirlo de alguna manera. Que estaba bien porque decía... O sea, hacía referencia a lo que nos habéis hecho en España, pero nos ponía a nosotros mismos, al menos discursivamente, como por encima de “no, no... Nosotros no somos inmigrantes. A nosotros nos han tirado. Las crisis nos han machacado y los gobiernos no sé qué, no sé cuánto” como si el resto de las inmigraciones fueran de otra manera y no” (Hombre, 28 años, de Valencia a Duisburgo, estudiante).

En efecto, si bien en el primer grupo el marco de la Unión Europea aparece como un espacio de libertad que se traduce en una ciudadanía europea, en los testimonios de este grupo se pone entredicho. Un testimonio muy revelador al respecto es el de Salah, joven español de familia de origen marroquí. Con estudios de formación profesional, llega a Düsseldorf animado por la dinámica de algunos amigos que ya habían emigrado a Alemania. Para nuestro interlocutor su trayectoria en Alemania le ha ilustrado las desigualdades existentes en la Unión Europea: una Europa del sur que se ve golpeada por la crisis y que arroja a sus jóvenes a la emigración al norte.

“Me siento inmigrante, es normal, no es mi país. Olvídate de Europa, Europa es un engaño, para mí es un engaño. Europa no existe. Al fin y al cabo todos los países tienen sus normas y sus leyes. Si fuera Europa de verdad estaría todos con las mismas leyes, todos con los mismos políticos, con las mismas cosas, y estaríamos todos ahí arriba. Si es Europa, ¿por qué Alemania está arriba y España está abajo? (Hombre, 26 años, de Canarias a Düsseldorf, cocinero).


LA SUBJETIVIDAD DESDE UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA: LA RECIENTE EMIGRACIÓN FRENTE A OLEADAS ANTERIORES


Para finalizar, incorporaremos a continuación una mirada comparativa desde una perspectiva histórica. El interés radica en el análisis de la percepción del propio proyecto migratorio de estos jóvenes emigrantes con respecto a la antigua ola migratoria a Europa del periodo 1960-1975: ¿qué similitudes y qué diferencias detectan los protagonistas de la reciente emigración?; ¿se mantienen ciertos vínculos con la antigua emigración?; ¿se sienten igual de emigrantes (quienes así se identifican) que los emigrantes de la década de 1960?; ¿las antiguas redes migratorias y asociaciones de españoles han funcionado como un recurso y apoyo para los nuevos emigrantes? En este sentido, nos interesa examinar cómo interactúa la tipología anteriormente planteada con respecto a su identificación (o no) con la antigua emigración española a Europa.

Este debate traspasa el ámbito académico y se refleja en las opiniones de nuestros informantes. Podemos señalar de modo general que la consideración mayoritaria entre nuestros entrevistados es remarcar las diferencias entre la nueva emigración española y la anterior ola migratoria de los 1960. Las dos primeras tipologías examinadas, es decir, la de personas que no se identifican como emigrantes o las que se sienten emigrantes, “pero con suerte”, exteriorizan de modo general las diferencias que les separan con los emigrantes de los 1960. Para ellos, las divergencias tienen que ver en buena medida con un mayor conocimiento actual de las lenguas de destino y, sobre todo, con una mejor cualificación de los recientes emigrantes (muchos de ellos con estudios universitarios y formación profesional). A ello debemos sumar el hecho recogido en el apartado anterior de que muchas de las personas que emigran en la actualidad poseen un historial de movilidad previo por distintos países de Europa (a través de la realización de programas universitarios de intercambio Erasmus, prácticas en el extranjero, viajes turísticos, aur pair), que claramente les ha preparado para una mejor integración social en los países de destino.

“… A ver, yo sé que las oportunidades que he tenido y las facilidades que he tenido por así decirlo en Alemania (….), no la tuvieron los españoles en su momento en los años sesenta y setenta cuando se fueron a trabajar, porque ellos se fueron a la aventura, con una mano delante y otra detrás, sin saber el idioma y sin saber nada y a lo que fuese” (Hombre, 26 años, de Córdoba a Kassel, gerente de restaurante).

Otra consideración generalizada entre nuestros informantes es que la ola migratoria de los años sesenta tenía una mayor motivación “económica” en contraste con la actual, incitada fundamentalmente por la mejora de las condiciones laborales, y causada, según sus discursos, en mayor medida por una voluntad de mejora que por una obligatoriedad de emigrar y de enviar remesas a los y las familiares de origen. Hay que tener en cuenta que gran parte de los informantes señalaron que alguno de sus familiares había emigrado en la década de 1960 a Alemania o Francia, con lo que poseen esa comparativa histórica bastante presente. Este elevado porcentaje está influenciado por el hecho de que buena parte de nuestros entrevistados proceden de la comunidad de Galicia o de Andalucía, zonas ambas que más emigrantes suministraron a Europa en la antigua ola migratoria.

Por ejemplo, el siguiente informante señala en este fragmento la idea de que existen ciertas diferencias palpables entre las dos olas migratorias a Europa. Ella destaca una disparidad en el tipo de decisión migratoria: “antes era más por necesidad, ahora es más por voluntad”.

“Entrevistadora: Sientes diferencias con, con esa emigración que hablábamos de los años 60, de mi abuela o de tu tío…

Entrevistada: Sí, claro, antes era más por necesidad, ahora es más por voluntad.

Entrevistadora: Vale, ¿te sientes así en este sentido como emigrante más voluntaria? ¿Puede ser o no?

Entrevistada: Sí, fue mi elección” (Mujer, 36 años, de Vigo a Berlín, ingeniera).

En este sentido, los informantes señalan, certeramente, que una de las motivaciones de la antigua oleada migratoria era el envío de remesas a sus familiares en origen o el ahorro de dinero para la inversión después en España, una motivación que no es compartida en la actualidad. La encuesta EIMSS2 (European Internal Movers Social Survey) sobre la migración intra-europea muestra la relevancia de la esfera afectiva como causa de las migraciones actuales, seguida de la mejora de la calidad de vida o motivaciones laborales. Otras encuestas realizadas en los años 1970 destacan el predominio de la motivación económica, visibilizando un cambio en el tipo de proyecto migratorio en las migraciones intra-europeas (Santacreu, Baldoni y Albert, 2009).

Si bien es común la alta tasa de actividad de ambos flujos migratorios, otra diferencia relevante que hemos detectado tiene que ver con la diversidad de sectores laborales que en la actualidad son ocupados por los migrantes españoles. La ola migratoria anterior estaba protagonizada por una mano de obra a menudo no cualificada de trabajadores del campo que, con posterioridad, fueron reemplazados en gran parte por artesanos, trabajadores industriales (Recaño y Miguel, 2016, p. 5) y también de la construcción (Palazón, 1998, p. 48).

Según muchos de nuestros informantes, y aquí radica una diferencia histórica relevante: la reciente emigración apoya mayoritariamente su proyecto migratorio en la mejora de sus condiciones sociolaborales. Como señala el siguiente informante: “venimos a Alemania para... vivir”; y no para enviar remesas a origen. El tipo de proyecto migratorio se evalúa, por lo tanto, desde diferentes perspectivas.

“Pues puede ser una diferencia, ahora nosotros, la generación, joven… venimos a Alemania para… vivir. No para… yo creo que se acabó eso, básicamente porque tenemos el euro, ¿no? antes el cambio del marco a la peseta era bastante… no sé cuánto era, pero… pero era bastante amplio, ¿no? Es como la libra y el euro, ¿no? Pues lo mismo…” (Hombre, 26 años, de Sevilla a Düsseldorf, fontanero).

Las divergencias históricas no solamente tienen que ver con el envío de remesas, sino que la propia experiencia migratoria, la comunicación con los familiares o el tipo (y abaratamiento) de los viajes a España se han transformado de un modo evidente desde la década de 1960. El siguiente informante, residente en Londres, muestra la distancia temporal y las diferencias en el tipo de comunicación con sus familiares en España que separa su emigración a Reino Unido con la de su tía, emigrada a París en la década de los 1960.

“Pues una de las hermanas de mi madre emigró a París. Es la hermana mayor de mi madre y estuvo… No sé si 4 o 5 años en París. Y bueno pues tengo alguna historia suya, ¿no? De aquellos tiempos, mi madre me cuenta muchas cosas, ¿no? De pues bueno, de cómo le mandaba cartas, de cuando iba por navidad a casa, les llevaba regalos, le traía…” (Mujer, 36 años, de Madrid a Londres, ingeniera)

Acerca del paralelismo histórico entre ambas olas migratorias constatamos matices importantes en los discursos de los informantes. Las personas más involucradas en colectivos políticos y que se identifican sin ningún género de dudas con la etiqueta de “emigrante” encuentran una mayor similitud histórica con las migraciones de los años 1960, sobre todo en lo relativo a las dificultades de integración sociolaboral en el país de destino. Es decir, aquellos entrevistados que se reconocen estratégicamente como emigrantes también se sitúan más próximos a la realidad migratoria de los años 1960 pero, claro está, en un contexto histórico distinto. Su perspectiva crítica como activistas les hace ubicarse de un modo consciente como emigrantes del sur de Europa, poniendo el foco en España como un país históricamente emisor de emigrantes y destacando la discriminación en su integración laboral en los países de destino, una experiencia compartida (con las particularidades ya señaladas) tanto en la década de 1960 como en la actualidad.

“Lo que sí que creo que debemos tener en cuenta es la memoria histórica de decir “bueno, es que somos un país de emigrantes”. Tenemos que perder un poco de arrogancia” (Mujer, 39 años, de Sevilla a Berlín, traductora).

De hecho, algunos problemas legales en el trabajo y la sobreexplotación en determinados nichos laborales típicos de esta reciente emigración han motivado que varios de nuestros informantes se involucren en sindicatos para luchar por sus derechos como trabajadores. Especialmente esto ha sucedido con las personas entrevistadas empleadas en el ámbito sanitario. Hemos entrevistado a diferentes personas de este sector sanitario que ante el contacto directo con la explotación laboral han tomado conciencia sobre las condiciones laborales en destino, involucrándose a partir de ahí en diferentes organizaciones sindicales.

El siguiente entrevistado, activista del Grupo de Acción Sindical (GAS) de Berlín menciona que el caso de la explotación laboral de las personas enfermeras contratadas en origen ha tenido una gran repercusión entre los emigrantes españoles en Alemania, creando una mayor concienciación sobre la reivindicación de sus derechos laborales.

“Claro, de España estaban llegando muchas personas y, por lo tanto, había mucha gente que tenía problemas laborales. Y, bueno, en ese momento (2014) hubo un grupo de enfermeras que estuvieron... Que tenían bastantes problemas con unas... cláusulas (…) y se hizo una campaña (…) tuvo bastante repercusión” (Hombre, 36 años, de Cádiz a Berlín, ingeniero).

Es claro que las identidades migratorias son flexibles, dinámicas, y que nuestros entrevistados deben relacionarse entre sí negociando dichas identidades. Aquí hemos constatado que el activismo político es uno de los ejes fundamentales tanto a la hora de identificarse con la etiqueta de emigrante como a la hora de acercarse al pasado migratorio español en Europa y hacer la conexión con su realidad migratoria en los países de destino.

Para finalizar, en relación con los vínculos de carácter más colectivo, indagaremos en la cuestión de hasta qué punto se han utilizado como recursos las asociaciones, clubes, peñas de españoles creadas a lo largo de las décadas de los 1960 y 1970. En nuestro campo hemos constatado que la gran mayoría de nuestros informantes no han utilizado este tipo de centros como recursos para su integración sociolaboral en Reino Unido o Alemania. La enorme brecha generacional y el tipo de actividades que se realizan en estos centros chocan con los intereses de los recientes emigrantes españoles. Esto se hace patente en el colectivo activista que hemos entrevistado en los países de destino: el contacto buscado con las antiguas asociaciones de emigrantes españoles ha causado cierto choque generacional, como podemos leer en detalle a continuación.

“Fue un choque generacional muy bestia (risa). Porque me acuerdo de que estábamos discutiendo al principio una barbaridad, luego, pero al final me di cuenta, un fin de semana, el último me di cuenta: “Coño, pero si hacemos lo mismo”. Hacemos lo mismo (Risa). Lo que pasa que cada uno tiene sus palabras para decir las cosas, tiene unos conceptos, tiene unas cosas… Pero luego es lo mismo […]. Son una asociación de padres y madres ¿vale? Y claro, está mucho esa cosa de ir a la iglesia y cosas de esas por ahí metidas, lo cual pues a mí no me atrae para nada (…) Te contaban ahí como estaban ahí al principio los hijos de los Gastarbeiter (…), ellos te lo contarán, había dos escuelas, una para alemanes y otra para hijos de inmigrantes, ¿vale? Entonces la primera lucha fue que los hijos de los inmigrantes trabajaran allí, pero los sociólogos de la época dijeron que no podía ser, que el hijo del inmigrante pudiera dominar dos idiomas” (Hombre, 31 años, de Valencia a Düsseldorf, ingeniero).

Algunos estudios (Muñoz, 2004, p. 89) nos dan pistas acerca de esta brecha generacional: muchos de estos centros españoles creados en los años 1960 en Alemania fueron alentados por el régimen franquista, donde “las actividades más relevantes debían ser los juegos de cartas y los bailes regionales; el Régimen financió prensa y radio para los españoles en Alemania cuyos temas preferentes eran el fútbol y los cotilleos…”. Entre otras finalidades, había un deseo político de control y de evitar que estos emigrantes laborales entraran en contacto con los exiliados políticos españoles. No obstante, y tal como examina Muñoz (2004) y referencia nuestro anterior informante, esta intencionalidad política no impidió que algunas asociaciones de padres y madres en las décadas de 1960 y 1970 se politizaran en Alemania para conseguir una enseñanza de calidad (y no discriminatoria) para sus hijos. La lucha contra la discriminación y la xenofobia emerge como elemento común tras un primer choque generacional con el asociacionismo emigrante anterior.

En síntesis, más allá del universo activista, solo puntualmente alguno de nuestros informantes ha asistido a este tipo de “clubs de españoles” para ver fútbol y preguntar, de paso, recién llegados, por empleos disponibles. No obstante, no podemos concluir que estos centros hayan sido espacios de referencia para la integración de los recientes emigrantes en Reino Unido y Alemania.

“Conocer yo de primera mano sí, antes yo iba a un club, que era el club español y ahí veía, era el típico bar donde se ve el fútbol, allí íbamos y por lo menos teníamos conversaciones con españoles y ahí había incluso españoles que habían nacido en Alemania, de padres españoles, o que llevaban 30 o 40 años en Alemania (…), el que vivía allí, iba mucho a ese bar y nos dijo, venir aquí y veis el fútbol, habláis con españoles, hacéis amistades…Porque claro, nosotros de aquella todavía no teníamos trabajo, y podéis preguntar, ver si ellos necesitan a alguien que busqué trabajo o algo…Y fuimos allí, yo fui un par de veces” (Hombre, 26 años, de Córdoba a Kassel, gerente de restaurante).




CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN


Este artículo tenía dos objetivos. El primero de ellos era analizar cómo definen sus trayectorias los jóvenes españoles que han emigrado a Europa: en términos de proyectos migratorios o, por el contrario, se manifestaba un deseo más o menos explícito de obviar dicha etiqueta e insistir en su falta de elección a la hora de decidirse a salir de España. Se ha distinguido una tipología que distingue tres tipos de perfiles que expresan un pulso entre los entrevistados acerca de posicionarse o no como emigrante. Por un lado, encontramos un primer perfil de informantes que interpretan su salida de España dentro del marco de la economía global y de una supuesta ciudadanía europea, en paralelo a un distanciamiento de lo que significa “ser emigrante” que se percibe como un estigma en el imaginario político y social. Suelen ser jóvenes que no han encontrado especialmente dificultades ni para emprender sus proyectos migratorios ni para instalarse en los destinos. Entrarían, a menudo, en todas las categorizaciones a las que aludíamos en la introducción en relación con las migraciones cualificadas. Muchos de ellos contaban con una experiencia de movilidad previa o con personas cercanas acostumbradas a ser móviles. Lo que les ha hecho adquirir habilidades para trabajar y estudiar en entornos culturales diversos, así como capital lingüístico, como también se revela en otros estudios (Lulle, Janta y Emilsson, 2019; Urquía Grande y Campo, 2016). El marco de la Unión Europea les da argumentos para describir sus proyectos más en términos de movilidad que de migración, como hemos visto en otros estudios que han tratado la misma cuestión (Clua y Sánchez, 2017).

Por otra parte, detectamos jóvenes que sí se consideran emigrantes, pero de manera segmentada: reconocen que su decisión, voluntaria, ha estado marcada por el contexto político y socioeconómico de crisis en España, pero que no han llegado a vivir procesos de exclusión y en general tampoco creen que se les perciba como inmigrantes en sus destinos. Serían los inmigrantes intra-europeos invisibilizados (Eremenko et al., 2017). También ven en la libre circulación un terreno para las oportunidades. Posiblemente algunos de ellos no habrían emigrado sin la crisis. Por lo general, suelen también contar con alto nivel de calificación o formación profesional y acaban concibiendo la migración como un instrumento para crecer profesionalmente, lo que a menudo se denomina como “buscadores de carrera” (Pumares, 2017).

Por último, también hemos recogido informantes que sí se reconocen, sin paliativos, como emigrantes, tanto desde el punto de vista del país de origen como del de destino, y con dosis de crítica política sobre los dos espacios y el marco general de la Unión Europea. Más que euroescépticos, se muestran críticos con las desigualdades en su interior y, particularmente, con los motivos que les empujaron a tomar la decisión de partir debido al contexto sociopolítico y económico en España.

El origen social, el sexo o el grado de formación no parecen ser concluyentes en dicha tipología ni tampoco el país de destino, sino más bien variables como la mayor o menorexperiencia con la movilidad (ya sea por estudios o por trabajo) y el activismo político y social. Unos porque sitúan su experiencia en el marco de los nuevos paradigmas de la movilidad, en concreto dentro de las migraciones intra-europeas: movimientos con múltiples direcciones, que no buscan necesariamente el arraigo y ven en la movilidad un recurso para crecer personal y profesionalmente (Sheller y Urry, 2006; Engbersen, 2018), lo que no les hace sentir especialmente como emigrantes. Entre los más politizados e involucrados en el activismo, son precisamente los que contextualizan a España como un “país de emigrantes” haciendo la conexión histórica y estructural como sur de Europa con la anterior ola migratoria de 1960. Las migraciones europeas no son concebidas como una opción sino casi como una necesidad que ilustra además las desigualdades en el interior de la Unión Europea entre países (Van Mol, 2016).

No obstante, existe unanimidad entre las personas entrevistadas al considerar las palpables diferencias históricas entre la reciente emigración con relación a olas pasadas, segunda pregunta del artículo: su formación y su capital social de movilidad les ha propiciado cierta mejoría en la integración en los países de destino. En cualquier caso, la estratificación nacional a la que se enfrentan los emigrantes recientes y su comparativa histórica con la estratificación del mercado laboral en las décadas 1960-1970 abre un campo de análisis muy fructífero e interesante, pero en donde necesitamos más estudios de caso para realizar comparativas de mayor calado.




FINANCIACIÓN


Artículo realizado en el marco del proyecto de I+D+I de la modalidad Retos titulado “La nueva emigración desde España: perfiles, estrategias de movilidad y activismo político transnacional”. Financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (MINECO). Referencia: CSO2016-80158-R




NOTAS


1 La emigración de nativos-españoles representa solo el 11,5% del total de bajas registradas entre 2008-2018 y el 13,5% de las que se dirigieron a Europa (INE-Estadística de Migraciones).

2 Esta encuesta se llevó a cabo en 2004 (antes de la recesión de 2008), con una muestra de 5000 ciudadanos europeos emigrantes desde el año 1975, desde los cinco países más poblados de la UE (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España) hacia esos mismos países.


REFERENCIAS


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NOTA BIOGRÁFICA

Iria Vázquez Silva es doctora en Sociología por la Universidade da Coruña (2014) y especialista en estudios de género. En la actualidad es profesora interina de Sociología en el Departamento de Sociología, Ciencia Política y Filosofía de la Universidade de Vigo e integrante del Grupo de Estudios Territoriales de la Universidade da Coruña. Sus líneas de investigación actuales abarcan la sociología de las migraciones y del género. Recientemente ha coordinado la publicación “Cómplices. A violencia machista institucional” de la editorial Galaxia (2020).

Alberto Capote Lama es licenciado en Sociología por la Universidad de Granada (1998) y doctor en Geografía Humana por la misma Universidad (2011). Entre ambas etapas fue agente de estudios de proyectos cofinanciados por la Comisión europea con programas como Equal y Euromed (Foyer Rural CEPAGE, Francia, 2000-2006). Actualmente es profesor ayudante doctor en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Granada. Sus principales líneas de investigación son: la inmigración marroquí en España; la emigración española; dinámicas demográficas en España y Andalucía.

Diego López de Lera es doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid (1994) y Máster en Demografía por el Centro Latinoamericano de Demografía de las Naciones Unidas, Santiago de Chile (1984). Actualmente es Profesor Titular de Universidad en la Facultad de Sociología de la Universidad de Coruña. Es miembro del Equipo de Sociología de las Migraciones Internacionales. Sus líneas de investigación se han orientado al análisis de los flujos de migración internacional.