Monográfico/ Monographic

DOI: 10.22325/fes/res.2021.57

Bienestar y clase social. La desigualdad social en clave comparativa: Reino Unido, España y Argentina


Welfare and social class. The social inequality in comparative key: United Kingdom, Spain and Argentina


Emilio Jorge Ayos ORCID

CONICET y Universidad de Buenos Aires, Argentina emilio.ayos@gmail.com


Jésica Lorena Pla ORCID

CONICET y Universidad de Buenos Aires, Argentina jpla@sociales.uba.ar

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 30 Núm. 3 (Mayo - Junio, 2021), a57. pp. 1-23. ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 21/04/2020
Aceptado / Accepted: 27/09/2020





RESUMEN

En este artículo analizamos la distribución y la composición por fuente de los ingresos individuales y de los hogares, y su relación con la estructura social, como forma de aprehender las modalidades de satisfacción de necesidades y la producción de bienestar desde una perspectiva comparativa, seleccionando los casos de Reino Unido, España y Argentina. Se usa un abordaje cuantitativo, basado en micro-datos de encuestas de hogares. Retomamos la discusión sobre las formas de articulación entre las diferentes instituciones que participan en la provisión del bienestar, es decir, los debates sobre la diversidad de regímenes de bienestar que organizan a las sociedades capitalistas contemporáneas. Aportaremos evidencia empírica que muestra el peso excluyente que tienen los ingresos laborales para las clases trabajadoras en el caso latinoamericano en comparación con los casos europeos.

Palabras clave: Regímenes de bienestar, estructura social, estudios comparativos, familias, clase social.



ABSTRACT

The article pursues further analysis on the distribution and composition of different sources of income, both individual and household, and its relationship with the social structure, to explain different modalities of production of welfare from a comparative perspective. We analyse the cases of the United Kingdom, Spain and Argentina by quantitative techniques, based on microdata from household surveys. We will discuss the forms of articulation between different institutions involves in the provision of welfare by providing empirical evidence that shows the greater importance of labour income for working classes in Latin American compared to the European cases.

Keywords: Welfare regimes, social structure, comparative studies, families, social class.




INTRODUCCIÓN


En Argentina el estudio de la desigualdad social ha tenido un protagonismo renovado en el área de las ciencias sociales durante las últimas décadas, luego de la centralidad del concepto de pobreza durante la década de 1990. En Europa, el estudio de la desigualdad ha estado más presente, ya sea desde la mirada económica o desde perspectivas que parten del concepto de exclusión, a vulnerabilidad, o de las desigualdades en el acceso a oportunidades de movilidad social (Atkinson, 1987; Atkinson y Bourguignon, 2001; Wodon y Yitzhaki, 2002; Sen, 1992; Rosanvallon, 1995; Castel, 1997; Piketty y Goldhammer, 2014; Erikson y Golthorpe, 1993). Tal como sucedió con el concepto de desigualdad, en el país latinoamericano poco se ha estudiado sobre las clases sociales durante las décadas de los ochenta y noventa, si bien este concepto es inherente al nacimiento de la sociología argentina (Germani, 1963; Graciarena, 1967; Ipola y Torrado, 1976; entre otros) No obstante, la categoría ha tenido cierto renacimiento en la primera década del nuevo siglo poniendo en el centro los estudios que relacionan desigualdad y estructura de clases (Pla, 2016; Chávez Molina, 2013; Dalle, 2012; Chena, 2011; Piovani y Salvia, 2018; entre muchos otros). En términos de la comparación internacional sobre la desigualdad social una de las discusiones centrales ha sido las relativas a los regímenes de bienestar (Esping-Andersen, 1993), y aunque en términos conceptuales la relación entre estructura social y arreglos de bienestar es revisada en numerosa literatura (Esping-Andersen, 1993, 2000; Baldwin, 1992; De Swaan, 1992; Cochrane, 1997; Adelantado, Noguera, Rambla y Sáez, 1998), en términos empíricos resulta un área de vacancia especialmente más allá del contexto europeo y de las economías “avanzadas”.

El objetivo general de este artículo es contribuir al debate teórico y empírico sobre la articulación de la estructura social y los regímenes de bienestar en el mundo contemporáneo. Para hacerlo, analizaremos la distribución al interior de la estructura social de las diferentes fuentes de ingresos, tanto individuales como de los hogares, en Argentina, España y el Reino Unido. Al hacerlo, intentaremos captar las diferentes modalidades de articulación de las esferas del bienestar, dando cuenta del peso excluyente que tienen los ingresos laborales para las clases trabajadoras en nuestro caso latinoamericano en comparación con los casos europeos.

Buscamos de este modo aprehender las modalidades de satisfacción de necesidades y la producción de bienestar desde una perspectiva comparativa, a partir de los casos seleccionados. Para ello, retomamos las discusiones sobre los regímenes de bienestar y en especial las elaboraciones en el contexto latinoamericano acerca de los modelos de protección social en la región y la posibilidad de comparación internacional (Filgueira, 1998; Martínez Franzoni, 2006, 2008; Barba Solano, 2007; Huber y Stephens, 2005; Pribble, 2011; Flores Paredes y Nieto Solís, 2014; Martínez Franzoni y Sánchez-Ancochea, 2016; Minteguiaga y Ubasart-González, 2017; Cruz Martínez, 2019). Orientan nuestra comparación las divergencias en los procesos históricos de conformación del capitalismo en América Latina en general, y más en particular el modo en el cual en la última década han entrado en debate las formas de intervención sobre la cuestión social, de la mano de diferentes orientaciones de gobiernos y los debates político-culturales que de allí emanan. Resulta significativo el debate sobre la relación trabajo-políticas sociales que se ha dado en América Latina durante dicho período. En el contexto de cierta ampliación de los sistemas de protección circularon con fuerza discursos que señalaron la excesiva intervención social en detrimento de las fuentes de ingresos laborales “genuinos", señalando a Europa como un continente “moderno” con desarrollo de sus fuerzas productivas y de capitalismo de mercado. Entendemos que la aproximación comparativa puede nutrir el debate y poner en su justo lugar la interpretación de los procesos de reconfiguración de las modalidades y orientaciones estatales en algunos países de América Latina.


RECONSTRUCCIÓN CONCEPTUAL E HISTÓRICA


Política social y estructura social

El análisis de la composición de ingresos de los individuos y los hogares nos introduce en la discusión sobre los arreglos y articulaciones entre las diferentes fuentes del bienestar, eje central de los debates sobre los regímenes de bienestar o los “mundos” del capitalismo contemporáneo. Sin duda la producción conceptual que ha disparado los debates al respecto, tomando el centro de la escena como referencia ineludible, es la llamada “triada del bienestar” propuesta por Esping-Andersen (1993). Ella refiere a las instituciones que históricamente se han articulado como fuente de bienestar en el desarrollo de las sociedades modernas capitalistas: estado, mercado y familia. Entre estas instituciones podrían observarse específicos “arreglos cualitativos” que estructurarían “mundos” diferentes del bienestar, poniendo un fuerte énfasis en las tradiciones y principios políticos que organizan una determinada modalidad o “régimen”. Es decir, esta idea de los “arreglos cualitativos” señala la importancia capital de no sólo observar el “cuánto” de los sistemas de protección, sino también los principios socio-políticos que sostienen y reproducen las políticas sociales, las tradiciones políticas interpeladas y las relaciones entre diferentes grupos sociales que producen, es decir, los regímenes de bienestar como verdaderos sistemas de estratificación.

Un eje de discusión destacado ha sido el lugar de la familia: en el proceso de configuración histórica de los estados de bienestar, las políticas de bienestar basadas en la seguridad social tuvieron principalmente como sujeto al trabajador (masculino) dejando en un segundo plano a las mujeres como posibles titulares de esta modalidad de protección. A partir de la crítica feminista se han puesto en cuestión la centralidad que tienen en los estudios comparativos la relación estado-mercado basados en los datos cuantitativos provenientes de las estadísticas nacionales sobre mercados de trabajo y sistemas de seguridad social. Estos dejan en la oscuridad las formas de producción de bienestar que se desarrollan a partir del trabajo no remunerado realizado por mujeres en el ámbito doméstico, es decir, todo el conjunto de prácticas que son ya “desmercantilizadas”. En esta misma línea, ha sido criticada la homogenización de todas las prácticas de producción de bienestar que se desarrollan más allá del Estado y el Mercado como “familiares” (Cochrane, 1997; Adelantado et al., 1998; Martínez Franzoni, 2006; 2008; Martínez Franzoni y Voorend, 2009; Martínez Franzoni y Sánchez-Ancochea, 2016).

Entendemos a la política social en un proceso de co-constitución con la estructura social (Adelantado et al, 1998), un elemento inherente a los procesos de estratificación y estructuración de las clases sociales. Estudios recientes en el campo de la política social y los regímenes de bienestar señalan la necesidad de abandonar la mirada sobre las intervenciones sociales como fenómenos apendiculares a los procesos de estratificación social en tanto meros “paliativos” de la desigualdad social. Es necesario situarlos como engranajes constitutivos de la producción social de desigualdades y con particular importancia, en los procesos de estratificación social. En este mismo sentido, trabajos ya clásicos como los de Baldwin (1992) muestran que las relaciones entre clase y política social no son simples ni unívocas. Los actores que combaten en torno a la política social y las clases sociales no siempre son entidades idénticas: la mirada laborista representa una lucha entre burguesía y trabajadores, pero este no es el único eje que organiza las disputas entorno a la política social. En ese sentido, este autor señala como necesario introducir la idea de “grupos de riesgo” para analizar las “bases sociales” de los estados de bienestar: hay un “perfil actuarial del grupo”, en relación a la “incidencia del riesgo” y a la “capacidad para depender de sí mismo” que corta transversalmente clases sociales a la hora de sostener procesos de aseguramiento colectivo (Baldwin, 1992).

Claves históricas de los arreglos de bienestar en Argentina, España y Reino Unido

En Argentina, históricamente, los arreglos de bienestar se centraron en la seguridad social. Pero ésta fue puesta en crisis durante la “reforma” neoliberal de los años noventa, dando paso a un fuerte proceso de individualización y asistencialización de lo social (Grassi, Hintze y Neufeld, 1994; Torre y Pastoriza, 2002; Soldano y Andrenacci, 2006; Grassi y Danani, 2008; Danani y Hintze, 2011). Desde mediados de la década del 2000, en un nuevo giro, se asiste a un conjunto de transformaciones que marcan una re-centralización de la seguridad social en el campo de las políticas sociales. Conceptualizadas como “contra-reformas”, las nuevas políticas basan su legitimidad en una confrontación a los sentidos de la década neoliberal anteriormente mencionados. Sintéticamente podemos mencionar dos grandes intervenciones en este sentido. En el ámbito de la previsión, primero con una intensa ampliación de la cobertura (fundamentalmente a partir de lo que se conoció como la “Moratoria Previsional”) y con el incremento en el nivel de los beneficios. Luego, fundamentalmente con la eliminación del régimen de capitalización en 2008 y la consiguiente creación del Sistema Integrado Previsional Argentino bajo la modalidad de reparto, contraponiendo una orientación “garantista” frente a los contenidos individualizantes y privatistas de la reforma del año 1992 (Danani y Hintze, 2011). En segundo lugar, la reforma del sistema de asignaciones familiares que implicó la creación en el año 2009 de la Asignación Universal por Hijo para la Protección Social - AUHPS (Decreto 1602/9), que extiende una intervención de la seguridad social que hasta el momento alcanzaba a los trabajadores asalariados formales, hacia los trabajadores informales y desocupados (Lo Vuolo, 2009; Hintze y Costa, 2014).

Repasadas brevemente las orientaciones de las políticas sociales, es necesario insertar el análisis sobre el caso argentino en los debates sobre la comparación de los sistemas de protección en América Latina y su relación con los debates internacionales sobre los regímenes de bienestar. El trabajo de Fernando Filgueira fue pionero en recuperar algunos de los aportes de Esping Andersen sobre para pensar América Latina. Lejos de una importación acrítica, analiza los “límites” de tal conceptualización para pensar este continente. Ubica a Argentina dentro del modelo de universalismo estratificado, junto a países como Chile y Uruguay, países que comparten, en los años ochenta, una amplia protección social conjugada con una fuerte estratificación en los beneficios de esa cobertura, relacionado al sistema de seguridad, incluidos los seguros de salud. Este modelo se diferenciaba de los regímenes duales (Brasil y México) y de los regímenes excluyentes (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Bolivia) (Filgueira, 1998).

Por su parte, Juliana Martínez Franzoni (2006), construye cuatro conglomerados a partir del análisis estadístico multivariado sobre diversas dimensiones: acceso al mercado laboral y a los ingresos; participación relativa de las familias, las políticas públicas y el mercado; desempeño del régimen; y las condiciones socio-demográficas y socio-económicas.

Los cuatro conglomerados emergentes son denominados informal-productivista, donde se ubican Argentina y Chile; proteccionista-informal, que incluye dos subgrupos: por un lado Brasil, Panamá y Uruguay, y por el otro Costa Rica y México; informal asistencial, en el cual incluye a Ecuador, El Salvador, Guatemala, Colombia, Venezuela, Perú y República Dominicana; y altamente informal¸ Bolivia, Honduras, Nicaragua y Panamá. Por su parte, Cruz Martínez (2019) distingue tres aproximaciones para estudiar países de desarrollo medio y bajo: aquellas que identifican diferentes regímenes en la región, entre los que se cuentan los que acabamos de abordar, los trabajos de Huber y Stephens (2005), Barba Solano (2007) y Pribble (2011); segundo, los que entienden a la región como un tipo de régimen unificado (Wood Y Gough, 2004) y tercero, los que señalan la presencia de regímenes intra-nacionales (Cruz Martínez, 2019; Paura y Zibecchi, 2021).

Con relación a España, recuperando la discusión sobre las particularidades del mundo del bienestar “mediterráneo” (Esping-Andersen, 1993; Ferrera, 1996; Ferrera y Gualmini, 2004; Moreno, 2009), es posible observar que estos países muestran un proceso de profundización de sus regímenes de bienestar a partir de finales de la década del setenta y fundamentalmente durante los ochenta y noventa, mostrando algunos sectores de políticas que incorporan principios universalistas o fundados en la idea de derecho ciudadano: en el caso español destaca el Sistema Nacional de Salud (Ley General de Sanidad - 1986) (Moreno, 2001, 2009; González Begega y Luque Balbona, 2014). La “crisis” de finales de la década de 2000 marca un nuevo contexto de restricción del gasto público que, si bien no implicó el inicio de una intensa reforma, como puede observarse en Grecia y Portugal, significó el quiebre del dinamismo expansivo del sistema de protección español hacia nuevas áreas o sectores. Y si bien los niveles de gasto público social se han incrementado en el período de crisis, lo hacen en un contexto de intensificación de los riesgos y de contracción del tamaño de la economía española en términos absolutos. Lo cual abre nuevos interrogantes en cuanto a los procesos que generan desigualdades en la vida laboral y familiar, teniendo en cuenta la matriz familiarista del modelo de bienestar en cuestión (Moreno 2001, 2009; González Begega y Luque Balbona, 2014, 2015).

Finalmente, el caso inglés fue interpretado como una de las expresiones características del régimen de bienestar “liberal”. En una “foto” de los años ’80 aparece como el paradigma de primacía del mercado como institución proveedora del bienestar, frente al Estado y la familia. Sin embargo, en la literatura se encuentran profusas discusiones acerca de la pertinencia de tal clasificación para el caso inglés: la primacía del mercado en diferentes sectores se conjuga con arreglos como el Sistema Nacional de Salud que es el modelo y referente internacional de un sistema universalista. A la complejidad de este proceso histórico, se suman los procesos que bajo la nueva hegemonía neoliberal se desarrollan a partir de los años ochenta, tanto bajo el thatcherismo como durante los nuevos laborismos que se dan en los noventa y el giro conservador de la última década. En relación al último período, la literatura enfatiza la fuerte impronta de reducción del gasto público social como eje principal de una dinámica más general marcada por la retórica del “ajuste” y reducción de las cuentas públicas. Se destaca también el reforzamiento de las condicionalidades para el acceso a los programas sociales asistenciales, a los seguros de desempleo y otras formas de protección social, bajo modalidades marcadamente más estigmatizantes y en cada vez más alejadas a una perspectiva de derechos sobre la protección social. En este sentido, el discurso que justica esta reorientación muestra un regreso al fantasma de una moral underclass que explica la pobreza y el desempleo por las “fallas” individuales de los sujetos (Baldwin, 1992; Esping-Andersen, 1993, 2000; Cochrane, 1997; Flores Paredes y Nieto Solís, 2014; Etherington y Daguerre, 2015; Daguerre y Etherington, 2014).


ASPECTOS METODOLÓGICOS


En relación a los criterios de selección de los casos de comparación, seguimos el de trayectorias inversas, que abonaban ser los casos “más similares” para comparar entre las regiones (Ragin, 2007): el caso español aparece como representante de los regímenes “mediterráneos” y Argentina como uno de los países con el sistema de protección más extendido de la región, aunque con una impronta fragmentaria, que la reforma neoliberal reorientó hacia una asistencialización e individualización de sus dinámicas, cuestionado desde mediados de los 2000. La introducción del caso inglés aporta el criterio de la diversidad, siendo uno de los casos paradigmáticos de provisión del bienestar centrados en la institución del mercado.

Con relación a la desigualdad, la abordamos como una conjunción de factores económicos, sociales e institucionales, en conjunción con las estrategias que los hogares llevan adelante para mantener o incrementar los mismos (Salvia et al., 2007). En consonancia, analizamos las fuentes de ingreso a nivel individual de la población activa porque da cuenta de la desigualdad de clase en la estructura social. Pero, dando cuenta del rol de la familia en los procesos de reproducción social del modo de producción capitalista (y retomando las criticas feministas a los estudios centrados en una mirada antropocéntrica del mercado), asumimos que la desigualdad social debe ser abordada desde la mirada de dicha unidad de reproducción. Es en este sentido que justificamos teórica y metodológicamente el pasaje de la unidad de análisis individuo a la unidad de análisis hogar.

La forma en que abordamos esta transición es por medio de la aplicación de un ejercicio de descomposición del coeficiente de Gini1 y sus variaciones para tres componentes constitutivos del mismo: a) el peso relativo de la fuente en el presupuesto de los hogares (Sk), b) la desigualdad interna de cada tipo de ingreso (Gk), y c) la correlación respecto al ingreso total (Rk). Este ejercicio nos permite dar cuenta tanto del sentido como de la magnitud en que cada componente y tipo de fuente explica las variaciones registradas en la desigualdad económica.

Se utilizaron datos secundarios a partir de los micro-datos de las siguientes fuentes: la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Argentina, en adelante EPH), la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (España, en adelante ECV)[1] (2013 en cada caso) y su versión inglesa European Union Statistics on Income and Living Conditions, 2009 (Office for National Statistics. Social Survey Division, Northern Ireland Statistics and Research Agency, Eurostat, 2011; en adelante EUSILC)2. En el caso de Reino Unido se utilizaron datos para el año 2009 (único año disponible en el sitio de referencia). En España y Argentina se utilizaron los datos para el año 2013, siendo una muestra anual para la ECV y el cuarto trimestre para la EPH. En todos los casos, se estandarizaron los ingresos a fuente mensual y los resultados se encuentran ponderados por los factores de elevación

El instrumento de medición utilizado para analizar la evolución de la estructura de clases en relación con el mercado de trabajo fue el esquema de clases de Erikson, Goldthorpe y Portocarero (Erikson y Goldthorpe 1993).3


Cuadro 1. Esquema de Clases de Erikson, Goldthorpe y Portocarero*

I. Clase de servicios nivel superior: profesionales, administradores y gerentes

Clase de servicios

II. Clase de servicios nivel inferior: profesionales, administradores y gerentes de nivel inferior, técnicos, gerentes de pequeños establecimientos industriales.

IIIa. Empleados no manuales rutinarios de nivel superior (administración)

Clases

intermedias

IVa. Pequeños propietarios con empleados

IVb. Pequeños propietarios sin empleados

IVc. Pequeños propietarios y otros trabajadores por cuenta propia en la producción primaria

V: Técnicos de nivel inferior y supervisores de trabajadores manuales.

IIIb. Empleados no manuales rutinarios de nivel inferior (ventas y servicios)

Clase

trabajadora

VI. Trabajadores manuales calificados

VIIa: Trabajadores manuales no calificados (no agrícolas)

VIIb. Trabajadores manuales no calificados (agrícolas)

Fuente: elaboración propia en base a Erikson y Goldthorpe, J. H. (1993), *La numeración de los estratos corresponde a la nominación original del esquema EGP. No se distribuyen ordenadamente en las tres grandes clases, y en particular el estrato IIIb se ubica en la clase trabajadora siguiendo los debates de este esquema para América Latina mencionados en Solís y Boado (2016).


Los ingresos por fuente se estandarizaron, quedando con la siguiente forma, luego de analizar los manuales operativos de las tres encuestas:


Cuadro 2. Armonización de las fuentes de ingresos. EPH ECV EUSILC

Ingresos laborales

Monto de ingreso de la ocupación principal percibido en ese mes

Ingresos salariales bruto en efectivo

Monto total de ingreso por otras ocupaciones percibido en ese mes

Ingresos salariales bruto no

efectivos (non cash)

Monto por indemnización o despido percibido en ese mes

Ingresos por automovil de la

empresa

Contribuciones a la seguridad social

Ingresos por trabajos por cuenta propia

Ingresos no laborales para protección social

Monto por jubilación o pensión percibido en ese mes

Beneficios de edad mayor

(jubilaciones)

Monto por aguinaldo de la jubilación percibido en ese mes

Monto por seguro de desempleo percibido en ese mes

Seguro de desempleo

Monto por subsidio o ayuda social (en dinero) percibido en ese mes

Beneficios de "sobrevivientes"

Monto por cuota de alimentos/ayuda (en dinero) de personas que no viven en el hogar

Beneficios por enfermedad

Beneficios por discapacidad

Monto por beca de estudio percibido en ese mes

Becas educativas

Ingresos de mercado

Monto por alquiler de su propiedad percibido en ese mes

Pensiones de planes privados

Monto por ganancias de algún negocio en el que no trabajó percibido en ese mes

Contribuciones optativas para retiro

Monto por intereses o rentas por plazos fijos/inversiones percibido en ese mes

Monto por otros ingresos en efectivo percibido en ese mes

Fuente: elaboración propia en base a revisión de manuales de códigos y bases de datos de las encuestas utilizadas.


RESULTADOS


Como señalamos en la introducción, este artículo tiene como objeto retomar una tradición teórica que conjuga las diferentes esferas de producción del bienestar y de la desigualdad, teniendo como indicadores empíricos las fuentes de ingresos de las personas, y, en particular, de las familias, en las cuales se reconstruyen sus condiciones de vida; al mismo tiempo, la clase social a la que pertenecen (Pla y Salvia, 2009; Pla, 2016; Ayos y Pla, 2018).

Estructuras sociales heterogéneas

La pregunta sobre la estructura social y la distribución, pero también la composición, de los ingresos, implica necesariamente una primera mirada al modo en el cual se distribuyen las clases sociales y las tasas de empleo y desempleo en los periodos analizados.

Si bien no es objeto de este articulo caracterizar las divergentes estructuras sociales en términos de composición de clase según país, un aproximamiento a las mismas nos dará paso luego hacia el análisis de las divergentes formas de gestión de la desigualdad.


Tabla 1. Estructura de clases en población activa. España (2013), Reino Unido (2009) y Argentina (2013)

Clase Social

País

España

Reino Unido

Argentina

Clase de servicios

25%

33%

18%

Clases intermedias

33%

32%

36%

Clase trabajadora

43%

35%

46%

Total

100,0%

100,0%

100,0%

Base: Población de 18 a 65 años (varones), 18 a 60 años (mujeres) activa al momento de la encuesta.

Fuente: Elaboración propia en base a EUSILC, 2009- ECV INE 2013 – EPHINDEC


El país sudamericano presenta la menor concentración de clase de servicio: sólo el 18% de la población en edad de trabajar en Argentina se ubica en dicha clase. En el otro extremo, en el Reino Unido asciende a más del 30% y es mayoritariamente clase alta, y en España, ubicada “en el medio” es de 25%, La clase media representa en los tres países alrededor del 30%. En contraposición con el peso de la clase de servicios, en el extremo más bajo de la estructura social, la clase trabajadora tiene menor peso en el Reino Unido, un peso intermedio en España y un peso mayor (46%) en el país latino. Esto evidencia un mayor desarrollo de las estructuras sociales europeas hacia economías desarrolladas con preeminencia de absorción de mano de obra en el sector servicios4.

Ahora bien, ¿Qué podemos decir sobre la probabilidad de la población adulta de insertarse en el mercado de trabajo, siendo este el espacio de consecución de los ingresos laborales? Un modo de aproximarse a este fenómeno es observando la preminencia de la tasa de población desocupada en cada clase social, en cada país. En la Figura 1 se presentan dichas divergencias. En este sentido podemos decir que, si España tenía una estructura social similar al Reino Unido en la mirada global, no aparece así al observar la prevalencia de la población desocupada: España presenta tasas de desocupación muy altas, particularmente en la clase trabajadora. Ahora bien, mientras la prevalencia de la desocupación entre la población activa son similares en Reino Unido y Argentina, no podría afirmarse que responden a los mismos fenómenos: cabría esperar que en el caso de Reino Unido es evidencia de un alto grado de desarrollo del modo de producción capitalista, mientras que en Argentina da cuenta de estrategias de inserción laboral por fuera de los circuitos principales de la economía, ante la debilidad, como veremos más adelante, de las intervenciones estatales sobre las condiciones de vida de los hogares.

Este escenario nos abre paso a la pregunta por la reproducción social y las condiciones de vida: si España presenta una incidencia alta del desempleo en la población activa, ¿cómo reproducen la vida individual, y, en particular, la familiar? ¿Qué pasa, en cambio, con la vida en un país de capitalismo periférico como Argentina? Las bajas tasas de desempleo, ¿son evidencia de condiciones de reproducción social de calidad?

Para responder a esa pregunta debemos adentrarnos en la distribución y la composición de las fuentes de ingresos, eje de nuestra formulación inicial. En los dos apartados siguientes daremos cuenta de dichos procesos, como señalamos anteriormente, a nivel de las personas y a nivel de los hogares.


Figura 1. Incidencia de la desocupación por clase. España (2013), Reino Unido (2009) y Argentina (2013)

Base: Población de 18 a 65 años (varones), 18 a 60 años (mujeres) activa al momento de la encuesta.

Fuente: Elaboración propia en base a EUSILC, 2009- ECV INE 2013 – EPHINDEC


La mirada sobre los ingresos de las personas

En primer lugar centramos la observación en la población ocupada. En la Tabla 2 se exponen las desigualdades de ingreso por clase, comparando con la media del ingreso laboral total en cada país5


Tabla 2. Brecha de ingresos laborales con relación a la media de ingreso de cada país según clase social. España (2013), Reino Unido (2009) y Argentina (2013)

Clase social

País

España

Reino Unido

Argentina

Clase de servicio

1,4

1,5

1,5

Clases intermedias

1,0

0,9

1,0

Clase trabajadora

0,7

0,6

0,8

Total

1,0

1,0

1,0

Base: Población de 18 a 65 años (varones), 18 a 60 años (mujeres) ocupada al momento de la encuesta.

Fuente: Elaboración propia en base a EUSILC, 2009- ECV INE 2013 – EPHINDEC


En relación al mercado de trabajo el Reino Unido es el país con mayores distancias entre la clase trabajadora y las clases de servicio. Dicha clase de servicios es la que presenta mayores niveles de concentración del ingreso, en línea con otras investigaciones sobre el tema que han florecido en las últimas décadas (Piketty y Goldhammer, 2014). Argentina y España aparecen como menos desiguales. Sin embargo, sí en el análisis incorporamos a la población desocupada, lo que nos permite ir introduciendo el modo en el cual los ingresos de protección social también configuran este espacio, vemos que los mismos tienen un peso relativamente importante en ambos países europeos, con particular énfasis en las clases intermedias y la clase trabajadora, mientras que en Argentina es casi inexistente.


Figura 2. Peso de cada fuente de ingreso en la población activa según clase social. España (2013), Reino Unido (2009) y Argentina (2013)

Base: Población de 18 a 65 años (varones), 18 a 60 años (mujeres) activa al momento de la encuesta.

Fuente: Elaboración propia en base a EUSILC, 2009- ECV INE 2013 – EPHINDEC


Al observar la población activa, que incluye tanto a los que efectivamente se insertan en el mercado laboral como a los que buscan activamente trabajo, aparece fuertemente la incidencia de la fuente no laboral derivada de algún mecanismo de protección social, tanto en el país con altas tasas de desocupación (España), como en el país con menores tasas (Reino Unido), el ingreso no laboral por protección social tiene una incidencia importante en todas las clases y mayor en la trabajadora. En Argentina, en cambio, ronda el 5% en todas las clases, evidenciando el poco peso de la fuente no laboral en los ingresos de las personas, y, de este modo, la escasa protección por mecanismos no laborales a grandes capas de la población.

La información resumida en la Figura 3 complementa lo señalado anteriormente: entre la población activa el peso del ingreso no laboral proveniente de las transferencias por protecciones sociales es mayor en el Reino Unido que en España y Argentina, en todas las clases sociales. Ahora bien, dentro de ese ingreso, en los dos países europeos esta explicado en una proporción muy alta por el seguro de desempleo, mientras que esa protección es casi insignificante en Argentina, y el peso es mayoritariamente de la ayuda social u otras fuentes de ingresos6.


Figura 3. Peso la fuente de ingreso no laboral por protección social en la población desocupada, Incidencia dentro de ese peso del seguro de desempleo y la ayuda social según clase social. España (2013), Reino Unido (2009) y Argentina (2013)

Base: Población de 18 a 65 años (varones), 18 a 60 años (mujeres) activa (INLPS) y desocupada al momento de la encuesta.

Fuente: Elaboración propia en base a EUSILC, 2009- ECV INE 2013 – EPHINDEC

Distribución y composición de los ingresos de los hogares desde una perspectiva comparada

Como ya señalamos, una mirada integral y relacional sobre la desigualdad no puede hacerse desde los individuos, porque el modo de organización capitalista se centra en una organización social que tiene al hogar como eje de producción y reproducción social (Donza, Philipp, Pla, Salvia y Vera, 2008).

En la Figura 4 se observa el peso de las fuentes de ingreso de los hogares, según clase social, en cada país. Es evidente una gran disparidad entre los hogares argentinos y los hogares de países europeos: en el país de América Latina casi 9 de cada 10 hogares, en todas las clases sociales, la consecución de ingresos para su bienestar depende de los ingresos generados en el mercado de trabajo. En Europa, en cambio, la ligazón con el mercado de trabajo es menor, aunque presentando un peso mayor en las clases trabajadoras e intermedias. En este último caso, la mitad de los ingresos del hogar provienen de fuentes particularmente ligadas a transferencias estatales vinculadas a la protección social. Para estos sectores, es importante la presencia de esta fuente de ingresos en el hogar, y, por ende, relevante para la reproducción social de sus condiciones de vida y la consecución de umbrales aceptables de bienestar social.

Como ya señalamos en el apartado anterior, se destaca la importancia que en España asume en términos de composición de los ingresos, del hogar en este caso, el seguro de desempleo y las prestaciones por ayuda social: 12,8% es el peso del seguro de desempleo en el caso de los hogares de clase trabajadora españoles y 7,5% y 5,3% en el caso de los hogares de clase intermedia y la clase de servicios respectivamente. Por su parte, el peso de la ayuda social es del 13,3%, 9,2% y 5,3% por clase social en orden “ascendente”.


Figura 4. Peso de cada fuente de ingreso en hogares según clase social. España (2013), Reino Unido (2009) y Argentina (2013)

Base: Hogares

Fuente: Elaboración propia en base a EUSILC, 2009- ECV INE 2013 – EPHINDEC


Con referencia a los ingresos provenientes de jubilaciones y pensiones tienen un peso mayor en los hogares españoles, como fuente individual, que las otras dos (alrededor del 2% en las clases más bajas y del 15% en la clase de servicios), y un peso muy preponderante en los hogares británicos: alrededor del 4% en los hogares de la clase trabajadora, y del 35% y 22% en los hogares de clase intermedia y clase de servicios respectivamente.

La situación en Argentina es radicalmente diferente, incluso luego de las reformas en los sistemas de protección social que desde mediados de la década del 2000 significaron una ampliación tanto en la cantidad de personas cubiertas por el sistema como en la magnitud de los ingresos transferidos (Danani y Hintze, 2011). La ayuda social, no obstante, solo significa un escaso 4,4% del total de los ingresos de los hogares de clase trabajadora. El mayor peso lo tienen las jubilaciones y pensiones, alcanzando un 12% del peso de los ingresos de los hogares en la clase trabajadora y las clases intermedias. Este peso alcanzó esta importancia luego del proceso de ampliación mencionado y el fuerte impacto en los sectores populares, particularmente en mujeres, como ya fue evidenciado en otras investigaciones (Pla, Rodríguez de la Fuente y Sacco, 2018).

Hasta ahora hemos observado las desigualdades en la conformación de los ingresos familiares para la reproducción social en las clases sociales de España, Reino Unido y Argentina. El ejercicio evidenció la desigual presencia de las esferas del Estado y el mercado en los hogares europeos y argentinos, dando cuenta de la volatilidad e incertidumbre de estos últimos por estar atados a las incertidumbres propias de los vaivenes del mercado de trabajo. En el apartado siguiente aportaremos la última evidencia empírica en este sentido.

Descomposición de la desigualdad por fuente

En este apartado presentamos los resultados de un ejercicio de descomposición de la desigualdad en términos de ingreso7, al permitir observar tanto el sentido como la magnitud en que cada componente y tipo de fuente explica las variaciones registradas en la desigualdad económica de los hogares.


Figura 5a. Descomposición del Coeficiente de Gini según fuente de ingresos. España (2013)

Base: Hogares

Fuente: Elaboración propia en base a ECV INE 2013


Figura 5b. Descomposición del Coeficiente de Gini según fuente de ingresos. Argentina (2013)

Base: Hogares

Fuente: Elaboración propia en base a EPHINDEC 2013


Figura 5c. Descomposición del Coeficiente de Gini según fuente de ingresos. Argentina (2013)

Base: Hogares

Fuente: Elaboración propia en base a EPHINDEC 2013


En las figuras 5a, 5b y 5c podemos observar, en concordancia con lo presentado anteriormente, que para la producción y reproducción de las condiciones de vida, los hogares de los tres países se ven compelidos a asirse de ingresos enviando personas al mercado de trabajo, del cual obtienen un salario (los datos de la correlación de la fuente laboral con el ingreso total de los hogares, en los tres países por encima del 0.9, evidencian tendencia en el mismo sentido). Ahora bien, en los países europeos, tanto el ingreso laboral como el ingreso por transferencias asociadas a la protección social aportan un porcentaje similar a la varianza de la desigualdad (alrededor del 65%), al tiempo que en Argentina los ingresos derivados de la protección social aportan más que los ingresos laborales a la desigualdad total en el ingreso de los hogares del país. ¿Porque se da este fenómeno? Justamente porque es una fuente con escaso valor en el peso de la reproducción de los hogares, al tiempo que es una fuente muy heterogénea: actúa más como des-igualador que como igualador. En el mismo sentido, un cambio en un 1% en la fuente de ingresos no laborales por protección social tendrían más efecto igualador en Europa, tendiendo a reducir en 2% la desigualdad de ingresos en los hogares, mientras que un cambio en la fuente laboral tendería a incrementarla. En Argentina un cambio en la fuente no laboral del 1% tendería a reducir la desigualdad, pero con menor impacto que en los países europeos, explicándose este fenómeno por la heterogeneidad y la poca importancia en la reproducción de los hogares de esta fuente. Para reducir la desigualdad, sería entonces necesario mayor inversión en transferencias estatales, particularmente enfocada en prestaciones que estén por fuera del mercado de trabajo, y que tengan el poder de incidir en distribución.




CONCLUSIONES


El objetivo de este artículo fue proveer evidencias empíricas para sostener la tesis que los procesos de estratificación social no pueden ser escindidos del análisis de las diferentes dimensiones o instituciones que hacen a la producción de bienestar, poniendo en el centro de la escena el lugar que tienen los hogares y las intervenciones estatales en la organización de las condiciones de vida y reproducción social de las diferentes clases sociales.

Para hacerlo partimos de una mirada comparada, explorando la estructura social por clases, la incidencia de la tasa de desempleo al interior de dicha estructura y desde esa lectura abordar la desigualdad en la distribución de los ingresos entre clases, y la composición desagregada de los ingresos totales de personas y hogares, distinguiendo los laborales de los no laborales, y dentro de estos aquellos que provienen del mercado de aquellos que provienen de la protección social. Con este ejercicio nos adentramos en cómo se distribuyen los ingresos en cada país y como cada clase social depende de una u otra fuente para la reproducción de su vida cotidiana.

Acorde a nuestros supuestos teóricos, estructura de clases y régimen de bienestar se conjugan para explicar las desigualdades en la producción de las condiciones de vida de las formaciones sociales bajo estudio y la mirada comparada aporta claridad sobre el fenómeno. Los países europeos presentan estructuras de clase acorde al grado de desarrollo de su estructura económica: mayor presencia de clase de servicios y clases intermedias. En España, a la vez, es muy alta la incidencia del desempleo, fenómeno no observable en Reino Unido ni en Argentina. En el primer caso por la extensión de las relaciones sociales capitalistas; en el segundo caso por la existencia de relaciones mercantiles simples asociadas a la informalidad, la precariedad y la marginalidad. Esta divergencia es observable también en el modo en que los y las desocupadas obtienen ingresos: en Argentina es casi inexistente el peso del seguro de desempleo, mientras que en España tiene un peso muy importante.

Esta mirada sobre el peso de la protección social se confirma al pasar al nivel de los hogares: los hogares europeos presentan una baja dependencia relativa de los ingresos del mercado para su reproducción social: allí es muy importante el peso de las jubilaciones y pensiones y los ingresos por seguro de desempleo. En Argentina, en todas las clases sociales, los hogares dependen casi en un 90% de los ingresos del mercado de trabajo para la reproducción de sus condiciones de vida, lo que habla, considerando las brechas de ingresos, de una desprotección muy grande de los hogares de la clase trabajadora y de condiciones de supervivencia y reproducción de gran dificultad.

El ejercicio de descomposición del Coeficiente de Gini sobre el ingreso total familiar confirma esta mirada: no sólo la mayor dependencia de los hogares argentinos del mercado laboral para la satisfacción de necesidades sino también el poco impacto sobre la desigualdad de las fuentes no laborales provenientes de la protección social: un cambio de 1% en esa fuente impactaría menos en Argentina sobre la reducción de la desigualdad que en los países europeos. Este fenómeno muestra que esta fuente, además de tener poco impacto en lo más bajo de la estructura social, es muy heterogénea en si misma, incluso luego de una década de reformas en el sentido una ampliación de la seguridad social en Argentina, y de un periodo de reformas neoliberales en Europa. Considerando globalmente los resultados de este artículo, hemos avanzado en caracterizar la diversidad en relación a la producción del bienestar entre los casos seleccionados, haciendo foco en las diferencias que se observan en la composición de los ingresos de los individuos y los hogares según su clase social. Al hacerlo, pudimos captar las diferentes modalidades de articulación de las esferas del bienestar en las sociedades estudiadas.

Estas evidencias sugieren significativas aristas para el desarrollo de futuras investigaciones. En primer lugar, la importancia de rescatar la mirada comparada sobre los fenómenos sociales. Esa mirada, constitutiva de las ciencias sociales, permite poner en evidencia continuidades y discontinuidades que ordenan el conocimiento sobre el mundo. Pero al mismo tiempo, emerge la discusión político-cultural que fue uno de los motores de esta comparación: ¿Se puede seguir sosteniendo que los gobiernos del “giro a la izquierda” encuentran su talón de Aquiles en el excesivo estatismo y que tal diagnóstico justifica las medidas de ajuste? ¿puede seguir considerándose sólo el desarrollo del mercado de trabajo el único vector de integración social, cuando la evidencia señala el peso inmenso que tienen las fuentes de ingresos estatales incluso en países considerados de economías avanzadas? Y finalmente, el desafío esperable de todo proceso de investigación social, de repensar la teoría a partir de los emergentes empíricos: resulta imprescindible examinar el papel de las diferentes instituciones del bienestar en la constitución de las clases sociales desde una perspectiva comparativa que ponga en diálogo los procesos y las trayectorias de sociedades diversas, como las latinoamericanas y europeas. Al mismo tiempo, sostenemos que es necesario nutrir a los estudios sobre clases sociales de miradas que converjan con las formas en que se articula el bienestar, poniendo en el centro del análisis los procesos de producción y la reproducción social en el análisis de la desigualdad, incorporar de manera más evidente el género como transversal al análisis y lograr así distanciarse de miradas etno y antropo céntricas de las clases sociales, y pensando la desigualdad desde las condiciones de vida de los hogares en sus múltiples dimensiones.




FINANCIAMIENTO


Este artículo fue elaborado en el contexto de la red INCASI, proyecto europeo que recibió financiamiento del Programa de Investigación e Innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea bajo Marie Skłodowska-Curie GA No 691004 y coordinado por el Dr. Pedro López -Roldán. Este artículo refleja solo la opinión del autor/a y la Agencia no es responsable del uso que pueda hacerse de la información que contiene.




ANEXO


Figura A.1. Análisis de Varianza. Fuentes de Ingreso por país según clase social

Base: Población de 18 a 65 años (varones), 18 a 60 años (mujeres) activa al momento de la encuesta

Fuente: Elaboración propia en base a EUSILC, 2009- ECV INE 2013 – EPHINDEC


Figura A.6. Medidas de asociación. Fuentes de Ingreso por país según clase social

Variable independiente: clase social

Eta

Eta2

España

Ingreso de fuente laboral

0,41

0,17

Ingreso no laboral para Protección Social

0,15

0,02

Ingreso no laboral de fuente mercado

0,06

0,00

Ingreso total

0,45

0,20

Reino Unido

Ingreso de fuente laboral

0,35

0,12

Ingreso no laboral para Protección Social

0,14

0,02

Ingreso no laboral de fuente mercado

0,08

0,01

Ingreso total

0,39

0,16

Argentina

Ingreso de fuente laboral

0,40

0,16

Ingreso no laboral para Protección Social

0,10

0,01

Ingreso no laboral de fuente mercado

0,06

0,00

Ingreso total

0,39

0,15

Base: Población de 18 a 65 años (varones), 18 a 60 años (mujeres) activa al momento de la encuesta.

Fuente: Elaboración propia en base a EUSILC, 2009- ECV INE 2013 – EPHINDEC




NOTAS


1 Este método ha sido desarrollado y aplicado con éxito en varios estudios internacionales. Ver, por ejemplo, Leibbrandt y Woolard, 1996, entre otros.

2 Cabe mencionar que la selección de estas fuentes de datos y no de otras fuentes disponibles (como CEPAL o ASPIRE - World Bank, se dan en relación a un proyecto de investigación de largo alcance que tiene como objetivo la comparación de desigualdades multidimensionales entre Europa y América Latina. La elección por los micro-datos se basa en que a partir de estos es posible la construcción de indicadores comparables entre los países que no son posibles de reconstruir a partir de bases de datos homogeneizados previamente. Particularmente la consistencia de las fuentes de ingresos, desagregando aquellos de fuente laboral como los de fuente no laboral, son producto de una profunda reflexión acerca de la forma de recolección de los datos en los tres países vis a vis las conformaciones históricas de los regímenes de bienestar en cada uno de ellos. El mismo criterio opera en la construcción de la clase social y sus estratos según el esquema EGP. La construcción de un esquema homogéneo y comparable es un trabajo de largo alcance dentro del mencionado proyecto, que incluye discusiones teóricas y metodológicas que han permitido mejorar la operacionalización y refinar el mismo, mejorando la validez de la comparación y sentando las bases para otras comparaciones en relación a la multidimensionalidad de la desigualdad.

3 Se sigue la línea de trabajos posteriores (Ayos y Pla, 2018), y otros trabajos del autor y la autora. Por motivo de haberse explicitado anteriormente los fundamentos del esquema y sus potencialidades y limitaciones no nos extendemos aquí en este desarrollo.

4 Para mayor información sobre la comparación entre estructuras sociales en los tres países consultar Muñiz Terra, Pla y Riveiro (2019).

5 Los datos aquí presentados se pueden comprender vis a vis, el análisis de varianza entre tipo de fuente de ingreso y clase social segmentado por países que se presenta en la figura A.1 del anexo.

6 El análisis de las medidas de asociación surgidas del análisis de varianza que se presentan en la figura A.1 del anexo aporta evidencia en este sentido y da mayor robustez a los resultados obtenidos al calcular el peso de las fuentes al interior de las clases. Todas las diferencias encontradas son significativas estadísticamente.

7 Ver apartado metodológico


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NOTA BIOGRÁFICA

Emilio Jorge Ayos es Licenciado en Sociología y Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, donde es Director del Programa en Investigación Comparativa y Coordinador del Grupo de Estudios en Política Social y Condiciones de Trabajo. Es Profesor de “Política Social” de la UBA. Es autor de numerosos artículos y del libro Delito y Pobreza: espacios de intersección entre los campos de la política social y la política criminal (IBCRIM, San Pablo).

Jésica Lorena Pla es Licenciada en Sociología y Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Investigadora del CONICET con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, en el marco del Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social. Es docente de grado y posgrado en el área de estratificación, desigualdades sociales, mercado de trabajo y metodologías de la investigación. Es autora de numerosos artículos en revistas internacionales y autora del libro: “Condiciones objetivas y esperanzas subjetivas”, EAA, Bs. As.