Artículo / Article

DOI: 10.22325/fes/res.2025.270

El alumnado universitario ante la violencia de género: adhesión a mitos y creencias sexistas


University students facing gender violence: adherence to sexist myths and beliefs


María Inmaculada Pastor Gosálbez ORCID

Departamento de Historia e Historia del Arte. Facultad de Ciencias Jurídicas, Universitat Rovira i Virgili, Tarragona, España. inma.pastor@urv.cat. Email

Macarena Trujillo Cristoffanini ORCID

Departamento de Género, Política y Cultura, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile. macarenatrujilloc@gmail.com. Email

Màrius Domínguez Amorós ORCID

Departamento de Sociología, Facultad de Economía y Empresa, Universidad de Barcelona, Barcelona, España. marius.dominguez@ub.edu. Email

Ángel Belzunegui Eraso ORCID

Departamento de Historia e Historia del Arte. Facultad de Ciencias Jurídicas, Universitat Rovira i Virgili, Tarragona, España. angel.belzunegui@urv.cat. Email

Anna Sánchez Aragón ORCID

Departamento de Historia e Historia del Arte. Facultad de Ciencias Jurídicas, Universitat Rovira i Virgili, Tarragona, España. annamaria.sanchez@urv.cat. Email

Mònica Borrell Cairol ORCID

Departamento de Historia y Arqueología. Sección de Historia Contemporánea y Mundo Actual, Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Barcelona, Barcelona, España. monicaborrell@ub.edu. Email

Alba Gosálbez Rodríguez ORCID

Agente de Igualdad. Consultora en Marketing Estratégico de Políticas Públicas para la Igualdad y contra la Violencia de Género. alba-gr@hotmail.com. Email

Anna María Morero Beltrán ORCID

Departamento de Sociología, Facultad de Economía y Empresa, Universidad de Barcelona, Barcelona, España. anna.morero@ub.edu. Email

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 34 Núm. 3 (Julio - Septiembre, 2025), a270. pp. 1-18. ISSN: 1578-2824


Recibido / Received: 05/11/2024
Aceptado / Accepted: 23/05/2025



RESUMEN

Dos décadas después de la aprobación de la Ley Orgánica 1/2004, la violencia de género sigue constituyendo un problema de gran magnitud en España: tres de cada cuatro mujeres jóvenes afirman haberla experimentado. Numerosos estudios han señalado la relación entre la violencia de género y las actitudes sexistas, subrayando la necesidad de estrategias preventivas. Este artículo propone ampliar el conocimiento existente centrándose en el estudiantado universitario, un colectivo escasamente investigado en el contexto español. Para ello, se realizó una encuesta en diez universidades españolas con una muestra de 10.524 estudiantes. Los resultados evidencian la persistencia del sexismo entre la juventud universitaria y su asociación con la justificación de la violencia de género. Asimismo, se observan diferencias significativas entre hombres y mujeres en cuanto a los niveles de sexismo hostil y benevolente, así como en la adhesión a mitos sobre la violencia de género.

Palabras clave: estereotipos, educación superior, igualdad de género, violencia de género, sexismo.


ABSTRACT

Twenty years since the approval of Organic Law 1/2004, gender-based violence in Spain is still a highly relevant phenomenon experienced by three out of four young women. Research has highlighted a relationship between gender violence and sexist attitudes as well as a need for prevention strategies. This text aims to deepen this knowledge in the context of university students, a group that has rarely been studied in the Spanish context. To this end, a survey was conducted in ten universities with a sample of 10,524 students. Our results show the persistence of sexism in young university students and its association with the justification of gender violence. They also show the differences between men and women in relation to the levels of hostile and benevolent sexism and adherence to myths about gender violence.

Keywords: Stereotypes, higher education, gender equality, gender violence, sexism.




Introducción


La violencia de género es un problema social de gran magnitud (European Union Agency for Fundamental Rights [FRA], 2014), cuyas consecuencias son visibles en todo el mundo (Sardinha et al., 2022). Según la Organización Mundial de la Salud (2021), aproximadamente un tercio (27 %) de las mujeres de entre 15 y 49 años ha sufrido algún tipo de violencia física y sexual por parte de su pareja. En España, los datos revelan que una de cada dos mujeres de 16 años o más ha experimentado violencia a lo largo de su vida por el hecho de ser mujer. En concreto, el 13.7 % (2,802,914 mujeres) ha sufrido violencia sexual en algún momento, mientras que el 1.8 % (359,095 mujeres) la ha padecido en los últimos doce meses.

Diversos estudios constatan que las mujeres jóvenes son un colectivo especialmente vulnerable a sufrir violencia de género (Trujillo-Cristoffanini y Pastor, 2021; FRA, 2014). En el caso de España, los datos de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer (Ministerio de Igualdad, 2020) confirman esta tendencia: el 71.2 % de las mujeres de entre 16 y 24 años, y el 68.3 % de las de entre 25 y 34 años, han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de sus vidas. Estas cifras contrastan con el 42.1 % registrado entre las mujeres mayores de 65 años. La Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género ha representado un hito en el marco jurídico, reconocida como una ley pionera e innovadora, tanto en España como en Europa (Pastor et al., 2021). Sin embargo, pese a los avances legislativos y sociales, persisten actitudes sexistas que legitiman la violencia de género, especialmente en la juventud (García et al., 2018; Sánchez-Hernández et al., 2020; Trujillo-Cristoffanini y Contreras, 2020; Sanmartín et al., 2023). Este fenómeno se mantiene por la persistencia de estereotipos y mitos sexistas que continúan consolidando la desigualdad entre hombres y mujeres (Sánchez-Hernández et al., 2020; León y Aizpurúa, 2021), lo que subraya la importancia de investigar las actitudes sexistas dentro de los grupos jóvenes.

El presente estudio se sitúa en el marco de la literatura sobre el sexismo ambivalente (Glick y Fiske, 1996), que sostiene la coexistencia de dos formas de sexismo: el hostil, que expresa una creencia explícita en la inferioridad de las mujeres, y el benevolente, que se manifiesta a través de actitudes aparentemente positivas pero que perpetúan la dominación masculina. Si bien la teoría del sexismo ambivalente fue formulada hace casi tres décadas, investigaciones recientes confirman su vigencia en contextos globales y en entornos supuestamente igualitarios, como el ámbito universitario (Kuchynka et al., 2018). En particular, estudios como los de Barreto y Doyle (2022) destacan cómo el sexismo benevolente sigue reproduciendo estereotipos de género que, aunque a menudo parecen "positivos", pasan desapercibidos y se normalizan bajo discursos de igualdad. Estos enfoques evidencian que, pese a los avances en materia de equidad, las formas sutiles de sexismo continúan influyendo en las percepciones y el trato hacia las mujeres. Este aspecto resulta especialmente relevante si se considera que altos niveles de sexismo hostil tienden a minimizar las manifestaciones menos visibles de violencia de género, mientras que el sexismo benevolente hacia los hombres se asocia con la justificación de conductas de control (Rollero et al., 2021).

Con una muestra de 10,524 estudiantes universitarios/as, este estudio se sitúa entre los más amplios realizados hasta la fecha en el ámbito de la educación superior. Si bien diversos trabajos han documentado la presencia de ambos tipos de sexismo en contextos universitarios (Esteban y Fernández, 2017; Herrero et al., 2017; León y Aizpurúa, 2020), y han mostrado que los hombres tienden a presentar niveles más altos que las mujeres, todavía son escasos los estudios que exploran cómo estas actitudes se relacionan con la aceptación de mitos sobre la violencia de género (Bosch y Ferrer, 2012). Esta falta de investigaciones es particularmente notoria en universidades españolas -y aún más en las catalanas-, lo que subraya la necesidad de contar con evidencia empírica actualizada e interpretarla desde una perspectiva situada, es decir, considerando el contexto cultural, territorial e institucional en el que se generan los datos.

El presente trabajo responde a tres objetivos principales: analizar las actitudes sexistas ambivalentes en una muestra de estudiantes universitarios/as; examinar la adhesión a mitos y creencias sobre la violencia de género en este grupo, y comprobar la asociación entre ambas variables, analizando la posible correlación entre las actitudes sexistas y la adherencia a los mitos que justifican la violencia de género en las relaciones de pareja. Los análisis se realizarán desagregando los resultados por sexo, ya que la evidencia muestra que los hombres tienden a presentar niveles más altos de sexismo (en las dimensiones hostil y benevolente) en comparación con las mujeres (León y Aizpurúa, 2020). Abordar este análisis nos permite conocer con más detalle las creencias sexistas en la población universitaria española para diseñar mejores estrategias educativas dirigidas a este colectivo. En el contexto actual español los datos recogen posiciones críticas con los avances de la igualdad en una parte de los varones jóvenes. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas [CIS], cerca del 52 % de los chicos de entre 16 y 24 años en España se muestra "muy" o "bastante de acuerdo" con el hecho de que "se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de género que ahora se discrimina a los hombres" (CIS, 2023). A nuestro entender, detrás de estos datos se encontrarían creencias conspirativas en torno al feminismo que estarían relacionadas con elevados niveles de sexismo. El estudio de las actitudes sexistas entre los y las jóvenes universitarios se hace, de esta manera, necesario para garantizar una prevención eficaz contra la violencia de género, ya que las creencias sexistas no solo predisponen a ejercer violencia, sino también a invisibilizarla y legitimarla socialmente.

La teoría del sexismo ambivalente

En un intento de avanzar en una mejor comprensión del sexismo moderno, Glick y Fiske (1996) acuñaron la teoría del sexismo ambivalente. Este planteamiento defiende la coexistencia de dos tipos de sexismo: el hostil y el benevolente. El sexismo hostil hace referencia a las actitudes que expresan de forma explícita la creencia relativa a la inferioridad de las mujeres con respecto a los hombres. Esta dimensión del sexismo se articula en torno a tres componentes: el paternalismo dominador, la diferenciación de género competitiva y la hostilidad heterosexual. El primero justifica la dominancia masculina, ya que supone que las mujeres son más débiles e inferiores que los hombres; el segundo se refiere a la idea de que las mujeres no poseen los rasgos necesarios para gobernar instituciones sociales, por lo cual deben quedar relegadas al ámbito privado del hogar. El tercer componente se refiere al supuesto poder sexual de las mujeres, por medio del cual utilizan su atractivo físico para dominar y manipular al hombre.

Por otra parte, el sexismo benevolente implica el ensalzamiento en clave positiva de ciertas características atribuidas a la identidad femenina normativa. Este tipo de sexismo se halla integrado por las siguientes subdimensiones: el paternalismo protector, la diferenciación de género complementaria y la intimidad heterosexual. El paternalismo protector reconoce que la mujer es débil y necesita de un hombre que la proteja y provea; la diferenciación de género complementaria incluye la creencia de que las cualidades positivas de las mujeres son aquellas tradicionalmente femeninas -como la pureza, la abnegación o la sensibilidad-, que vienen a complementar al hombre; y, por último, la intimidad heterosexual plantea la visión romántica de que hombres y mujeres sólo pueden ser felices con una pareja a su lado. Esta es una creencia que impone la relación amorosa heterosexual como norma.

Las investigaciones sobre sexismo muestran que, a pesar de los avances en materia de igualdad entre hombres y mujeres, persisten actitudes sexistas incluso en contextos donde formalmente se han reconocido derechos y se han implementado políticas de equidad (Herrero et al., 2017) y, por ende, también en las instituciones educativas y entre los grupos más jóvenes (Fernández-Rotaeche et al., 2021; León y Aizpurúa, 2020; Aguaded, 2017; Esteban y Fernández, 2017). Uno de los hallazgos más consistentes en este ámbito de estudio es que el sexo predice tanto las creencias sexistas (León y Aizpurúa, 2020) como la adhesión a mitos sobre la violencia de género (León y Aizpurúa, 2021). La literatura previa confirma que los hombres son significativamente más sexistas que las mujeres (Esteban y Fernández, 2017) y, además, García et al. (2018) corroboran la relación entre el sexismo ambivalente y la tolerancia hacia la violencia de género en las relaciones de pareja, lo que contribuye a su alta prevalencia entre la juventud. En esta línea, Bonilla-Algovia y Rivas-Rivero (2022) sostienen que el sexismo constituye un factor explicativo de la violencia de género.

El estudio de León y Aizpurúa (2020), realizado con población universitaria española, indica que, a pesar de que los niveles totales de sexismo ambivalente son modestos, existen diferencias significativas en función del sexo de los/as participantes. Estas diferencias se acentúan especialmente en la dimensión de sexismo hostil, en la que los hombres obtienen puntuaciones considerablemente más altas que sus compañeras. Otros trabajos también demuestran que, por lo general, mientras que los hombres presentan un mayor nivel de sexismo hostil que benévolo (García et al., 2022; Merma-Molina et al., 2021), las mujeres tienden a puntuar más elevado en la dimensión benevolente del sexismo (Esteban y Fernández, 2017). Tomados en conjunto, estos resultados evidencian que las creencias sexistas persisten en la juventud, aunque se manifiesten de forma más sutil o benévola.

Los mitos sobre la violencia de género en el ámbito de la pareja

En el proceso de naturalización y legitimación de la violencia de género en sus distintas manifestaciones, cobran relevancia diversos mitos, entendidos como “falsas concepciones que minimizan o cuestionan la violencia contra las mujeres y que sirven al sistema patriarcal para avanzar en sus propósitos” (Ruiz-Repullo, 2016, p. 35). La literatura científica que ha abordado el estudio de los mitos sobre la violencia de género es limitada (León y Aizpurúa, 2021); sin embargo, uno de los trabajos más relevantes a nivel español fue el desarrollado por Bosch y Ferrer (2012), quienes propusieron una clasificación de los principales mitos sobre la violencia de género en cinco categorías: sobre la marginalidad de la violencia de género, los referidos a los maltratadores, sobre las mujeres maltratadas, aquellos que minimizan la importancia del fenómeno y mitos negacionistas.

Siguiendo a Bosch y Ferrer (2012), los mitos sobre la marginalidad eliminan la carga social de la violencia contra las mujeres en pro de resaltar su falso carácter marginal o extraordinario. Algunas de las justificaciones más habituales son afirmar que la violencia de género sólo ocurre en países con mayores brechas de género o en hogares con pocos recursos económicos. Los mitos sobre los maltratadores hacen hincapié en las características propias e individuales de los hombres que ejercen violencia sobre su (ex)pareja, eximiéndoles de responsabilidad y achacando sus acciones a situaciones concretas -por ejemplo, haber sufrido malos tratos en la infancia, poseer algún tipo de enfermedad mental o consumir alcohol y otras drogas-. Por su parte, los mitos sobre las mujeres maltratadas trasladan la responsabilidad de la violencia hacia ellas, al insinuar que la provocan, la solicitan o la consienten. A estos mitos habría que añadir los que minimizan la importancia de la violencia de género, que cuestionan su gravedad y la existencia misma del fenómeno. En este sentido, destacan los denominados “neomitos”, en los cuales se agrupan aquellas creencias que son resurgidas formas de expresión sexista en los varones (Bosch y Ferrer, 2012), vinculadas al temor a perder privilegios de grupo ante los logros político-institucionales liderados por el movimiento feminista (Tougas et al., 1995) y donde aparece la afirmación de la existencia de denuncias falsas por violencia de género. Los llamados neomitos -también denominados “negacionistas”- se basan en la idea de que la violencia contra las mujeres no existe como fenómeno estructural y, por tanto, no requiere medidas específicas para su erradicación. Desde esta perspectiva, la violencia de género se minimiza o se interpreta como una manifestación de conflictos cotidianos o como parte inherente de las relaciones sexoafectivas entre hombres y mujeres. Estos discursos no solo niegan la existencia de la violencia estructural contra las mujeres, sino que además tienden a presentar la violencia como un fenómeno simétrico o bidireccional.

La relación entre sexismo ambivalente y justificación de la violencia de género ha sido confirmada por evidencia transcultural. Un meta-análisis reciente (Agadullina et al., 2021), con muestras de veinticinco países (incluyendo Argentina, Brasil, España, EE.UU., Japón e India), demuestra que tanto el sexismo benevolente como el hostil predicen actitudes tolerantes hacia la violencia, con asociaciones más fuertes en casos de violencia sexual. Estos hallazgos encuentran respaldo en contextos culturales no occidentales, como evidencia el estudio de Nisar et al. (2021) en Pakistán, donde el sexismo ambivalente mostró una correlación significativa con la aceptación de mitos sobre violación.

Investigaciones posteriores han ampliado estos hallazgos al examinar las dinámicas intrapareja. El estudio de Magalhães y Aparicio-García (2024), realizado con población española, encontró que, en aquellas relaciones en las que se ejerce violencia, tanto hombres como mujeres presentaban niveles significativamente más elevados de sexismo ambivalente y hostil, independientemente del sexo de la pareja. Los análisis revelaron que, mientras que la violencia psicológica se asociaba con ambos tipos de sexismo, la violencia física moderada se vinculaba exclusivamente con el sexismo hostil.


Método


Se trata de un estudio descriptivo-correlacional y no experimental. La técnica utilizada fue la encuesta, aplicada mediante un diseño transversal, lo que implica que la recolección de datos se realizó en un único momento temporal. El periodo de recogida de información se estableció entre el 10 de noviembre de 2020 y el 31 de diciembre del mismo año.

El equipo de investigación se puso en contacto con todas las universidades públicas y privadas de Cataluña mediante una carta y una llamada telefónica dirigidas a sus respectivas unidades de igualdad, que actuaron como intermediarias con la persona vicerrectora encargada de decidir sobre la participación institucional. La carta incluía información detallada sobre los objetivos, características y financiación del proyecto, así como sobre el tratamiento previsto de los datos recogidos. Una vez evaluado el cuestionario y obtenido el consentimiento de las autoridades universitarias, la encuesta fue distribuida al estudiantado a través del correo electrónico institucional de cada universidad. Cada una de las diez universidades participantes envió el enlace de la encuesta a todo su alumnado, aplicándose así un método de muestreo no probabilístico. En el texto introductorio de la encuesta se informaba sobre el anonimato y la confidencialidad de los datos recogidos, en conformidad con la normativa vigente en materia de protección de datos. También se explicaban los objetivos del estudio, aclarando que la participación era voluntaria y no contemplaba incentivos. El cuestionario se respondió online de forma autoadministrada.

Muestra

El universo de estudio estuvo conformado por el estudiantado matriculado durante el curso 2020-2021 en las diez universidades catalanas que participaron en la investigación. La muestra final incluyó a 10,524 estudiantes. Dado el desequilibrio en las respuestas obtenidas -con un 75 % de mujeres y un 25 % de hombres-, se aplicó una ponderación basada en la distribución por sexo del estudiantado universitario en Cataluña, con el fin de corregir la falta de representatividad derivada del carácter autoselectivo de la muestra. Esta autoselección constituye una limitación metodológica, ya que impide reflejar con precisión la proporción real de mujeres y hombres matriculados en ese curso académico.

La decisión de ponderar se fundamentó en la relevancia de la variable sexo, al considerarse potencialmente influyente en las opiniones recogidas. Tras la aplicación de los factores de ponderación, la distribución ajustada de la muestra fue del 55.3 % para mujeres y 44.7 % para hombres. Los coeficientes utilizados fueron de 0.737 para mujeres y 1.788 para hombres, calculados a partir del cociente entre el porcentaje de representación en la población y en la muestra.

Cuestionario

El cuestionario diseñado se compone de cinco apartados. En el primero se recogió información relacionada con la universidad en la que se estaba matriculado/a, incluyendo el ámbito de conocimiento académico, el tipo de estudio (grado, máster -propio u oficial- o doctorado) y el año de inicio. Estas variables, junto a otras de tipo sociodemográfica detalladas en la última sección del cuestionario, fueron tratadas como explicativas de las opiniones del alumnado universitario encuestado. El segundo apartado, compuesto por veintidós ítems, recopiló información sobre las formas de entender las relaciones entre hombres y mujeres. En concreto, se incluyeron ítems destinados a medir el sexismo ambivalente (hostil y benevolente). Para ello, se emplearon los doce ítems que componen la versión reducida de la Escala de Sexismo Ambivalente (Expósito et al., 1998). Además, se incorporaron seis ítems relativos a los roles tradicionales de género y cuatro ítems sobre el amor romántico basados en la escala de mitos sobre el amor (Bosch et al., 2008). En el tercer apartado, se utilizaron treinta y dos ítems para obtener información sobre las ideas y nociones que el alumnado tiene acerca de la violencia de género. Entre estos ítems, nueve responden a mitos sobre este tipo de violencia en el ámbito de las relaciones de pareja, los cuales fueron creados ad hoc con base en la investigación de Bosch y Ferrer (2012). En el cuarto apartado del cuestionario se recogió información sobre el conocimiento y la participación del alumnado en acciones de igualdad llevadas a cabo en la universidad y, finalmente, en el quinto apartado se recopilaron datos sociodemográficos del alumnado, tales como: sexo, año y lugar de nacimiento, ocupación del padre y la madre, realización de tareas domésticas, autoidentificación socioeconómica, autoubicación política, entre otros. Estos datos también fueron considerados como variables explicativas en el análisis.

Este artículo presenta una selección de los resultados obtenidos mediante la encuesta, con especial atención a los datos correspondientes a la escala reducida de sexismo ambivalente (bloque 2) y a las creencias asociadas a los mitos sobre la violencia de género en las relaciones de pareja (bloque 3).

Análisis de datos

Para contrastar la hipótesis que plantea la existencia de diferencias significativas entre hombres y mujeres en los ítems de las subescalas de sexismo hostil y benevolente, se elaboraron tablas de contingencia para conocer el grado de acuerdo de los y las participantes con los distintos ítems de cada escala. El contraste de la existencia de diferencias se realizó mediante pruebas chi-cuadrado, con un nivel de confianza del 95 %. En los casos en que se constataron diferencias significativas, se procedió a calcular el tamaño del efecto mediante el coeficiente V de Cramer. A continuación, se calcularon las medias de hombres y mujeres para cada ítem de la escala de mitos sobre la violencia de género, y se realizó un contraste de medias (t de Student) para grupos independientes, con el objetivo de conocer si la diferencia entre las medias era estadísticamente significativa. En los casos en los que se encontró significación estadística, se estimó el tamaño del efecto utilizando el coeficiente d de Cohen.

Además, con el fin de completar el análisis, construimos dos nuevas variables: «Sexismo» y «Justificación». La variable Sexismo es el resultado del sumatorio de los 12 ítems que componen la escala reducida de sexismo ambivalente, de los cuales seis corresponden al sexismo benevolente y seis al sexismo hostil. Cada ítem fue respondido de acuerdo a una escala tipo Likert que varía de 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo), lo que da lugar a una puntuación total posible entre 12 y 60. Por su parte, la variable Justificación se calculó mediante la suma de los nueve ítems relacionados con los mitos sobre la violencia de género en las relaciones de pareja, cada uno evaluado en una escala de 0 (totalmente en desacuerdo) a 10 (totalmente de acuerdo), con una puntuación máxima de 90. Se calculó un coeficiente de correlación entre estas dos nuevas variables para analizar la posible asociación entre ellas y, posteriormente, con las puntuaciones medias globales para cada variable, se realizó un contraste de hipótesis para evaluar las diferencias entre hombres y mujeres mediante la prueba t de Student con su correspondiente tamaño del efecto. La consistencia interna de las escalas utilizadas, la Escala de Sexismo Ambivalente y la Escala de Mitos, fue evaluada a través del coeficiente alfa de Cronbach.

Análisis de la consistencia interna de las escalas

La Escala de Sexismo Ambivalente, compuesta por 12 ítems, obtuvo un coeficiente alfa de Cronbach de 0.870. Tras la estandarización de los ítems, dicho coeficiente aumentó a 0.879, lo que indica una alta consistencia interna y ausencia de problemas de varianza entre ítems. El análisis de consistencia interna por ítem (basada en las estadísticas de ítem-total) mostró que, salvo el ítem 1 (r = 0.240), todos presentaron buena correlación con la escala. No obstante, dado que la eliminación del ítem 1 no mejora sustancialmente el alfa de Cronbach, se optó por mantenerlo en la escala (Figura 1).

Por último, el coeficiente de correlación intraclase (CCI) para el promedio de múltiples mediciones proporciona una estimación altamente fiable (CCI = 0.870, p < 0.001). Este valor hace recomendable trabajar con promedios de ítems o puntuaciones compuestas, como se ha realizado posteriormente.


Figura 1 Correlaciones ítems-total para la escala de sexismo

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Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos en el estudio.


En cuanto a las subescalas, la de Sexismo Benevolente, compuesta por seis ítems (Tabla 1), presentó un alfa de Cronbach de 0.733. Por su parte, la subescala de Sexismo Hostil, también de seis ítems (Tabla 2), alcanzó un alfa de 0.897. En ambos casos, las correlaciones ítem-total fueron satisfactorias, por lo que no fue necesario eliminar ningún ítem.

La escala Justificación, que comprende los 9 ítems relacionados con los mitos sobre la violencia de género, obtuvo un alfa de Cronbach de 0.870 y un alfa de Cronbach basada en la estandarización de los ítems de 0.865, lo que sugiere que no hay problemas de varianza entre los ítems. El análisis de correlación ítem-total no conllevó la eliminación de ningún ítem. Aunque el ítem “Por la provocación de las mujeres” mostró una correlación más baja (r = 0.316), su supresión solo incrementaría marginalmente el alfa (hasta 0.876), por lo que también se optó por conservarlo (Figura 2). Al igual que en la escala de sexismo, el CCI para el promedio de múltiples mediciones proporcionó una estimación altamente fiable (CCI = 0.872, p < 0.001).


Figura 2 Correlaciones ítems-total para la escala de justificación

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Fuente: elaboración propia a partir de los datos obtenidos en el estudio.



Resultados


Percepciones sexistas desagregadas por sexo

Los datos revelan que el 10.8 % de los y las universitarias estuvo de acuerdo con las creencias sexistas, siendo los hombres quienes presentaron un mayor grado de conformidad con los indicadores que compusieron la escala (14 % frente 7.6 %), tanto en la dimensión hostil (14.4 % frente 4 %) como en la benevolente (13.7 % frente 11.2 %). Atendiendo a las puntuaciones medias obtenidas en las dos subescalas de sexismo (tabla 1 y tabla 2), los estudiantes varones mostraron un mayor acuerdo con las percepciones sexistas de naturaleza hostil en comparación con las de tipo benevolente (14.4 % frente 13.7 %), si bien ambos tipos de sexismo recibieron un apoyo similar. Por el contrario, las universitarias presentaron niveles más elevados de sexismo benévolo que hostil (11.2 % frente 4 %), con una diferencia de siete puntos entre ambas dimensiones.

En cuanto al grado de acuerdo con los doce ítems de la escala, el enunciado con mayor respaldo dentro de la subescala de sexismo benevolente fue: “Las mujeres, en comparación con los hombres, tienden a tener una mayor sensibilidad moral”, con un 35.6 % de acuerdo entre los hombres y un 39.9 % entre las mujeres. Le siguió el ítem “Las mujeres deben ser amadas y protegidas por los hombres” (23 % en hombres y 13.1 % en mujeres).

Por su parte, los ítems que mostraron mayor nivel de conformidad en la subescala de sexismo hostil fueron, para los hombres: «Las mujeres feministas están haciendo demandas completamente irracionales a los hombres» (22.3 % de los hombres frente a 3.9 % de acuerdo en el caso de las mujeres) y “Cuando las mujeres son vencidas por los hombres en una competencia justa, generalmente ellas se quejan de haber sido discriminadas” (20.3 % de los hombres frente a 6.6 % de las mujeres). Estos dos ítems, relacionados con el paternalismo dominador, fueron los que presentaron las mayores diferencias por sexos, ya que el porcentaje de hombres que apoyó estas afirmaciones fue más de cuatro veces superior al de mujeres (21.3 % de acuerdo en el caso de los hombres frente a 5.2 % en las mujeres). Los valores de la V de Cramer muestran diferencias moderadas entre hombres y mujeres en las puntuaciones de cada ítem.

Para la puntuación total de la escala, las mujeres obtuvieron una media de 19.06 (SD = 6.24) y los hombres de 23.99 (SD = 8.73). Los dos grupos presentaron varianzas diferentes, según lo contrastado mediante la prueba de Levene (F = 683.6; p < 0.001). La prueba t de Student de comparación de medias fue t =32.3, con un p <0.001, indicando que las medias de los dos grupos difieren significativamente. El tamaño del efecto se midió con la d de Cohen, obteniendo un valor de 0.661, que se considera elevado.


Tabla 1 Grado de acuerdo con los indicadores de la subescala de Sexismo benevolente por sexo

Ítem Sexo (N = 10,524) χ2 V de Cramer
Hombres (n = 4,705)Mujeres (n = 5,819)
Sexismo benevolente
1. Las mujeres, en comparación con los hombres, tienden a tener una mayor sensibilidad moral35.6 %39.9 %57.46*** 0.074
2. Las mujeres deben ser amadas y protegidas por los hombres23.0 %13.1 %456.55*** 0.209
3. Muchas mujeres se caracterizan por una pureza que pocos hombres poseen8.3 %8.8 %7.38 p = 0.117
4. Todo hombre debe tener una mujer a quien amar7.1 %2.1 %409.72*** 0.198
5. El hombre está incompleto sin la mujer6.6 %1.6 %409.72*** 0.201
6. Los hombres deberían estar dispuestos a sacrificar su propio bienestar con el fin de proveer seguridad económica a las mujeres5.6 %1.8 %450.16*** 0.207

Nota: Los porcentajes se han calculado contabilizando las categorías de respuesta “de acuerdo” y “muy de acuerdo”.

*** p < 0.001

Fuente: elaboración propia a partir de los datos obtenidos en el estudio.



Tabla 2 Grado de acuerdo con los indicadores de la subescala de Sexismo hostil por sexo

Ítem Sexo (N = 10,524) χ2 V de Cramer
Hombres (n = 4,705)Mujeres (n = 5,819)
Sexismo hostil
1. Existen muchas mujeres que, para burlarse de los hombres, primero se insinúan sexualmente a ellos y luego rechazan los avances de estos14.6 %7.0 %432.50*** 0.203
2. Las mujeres feministas están haciendo demandas completamente irracionales a los hombres22.3 %3.9 %1530.02*** 0.382
3. Cuando las mujeres son vencidas por los hombres en una competencia justa, generalmente ellas se quejan de haber sido discriminadas20.3 %6.6 %856.97*** 0.286
4. Las mujeres intentan ganar poder controlando a los hombres10.1 %3.1 %962.58*** 0.303
5. Una vez que una mujer logra que un hombre se comprometa con ella, por lo general intenta controlarlo estrechamente7.1 %2.0 %777.15*** 0.272
6. Las mujeres exageran los problemas que tienen en el trabajo7.4 %1.7 %1269.34*** 0.348

Nota: Los porcentajes se han calculado contabilizando las categorías de respuesta “de acuerdo” y “muy de acuerdo”.

*** p < 0.001

Fuente: elaboración propia a partir de los datos obtenidos en el estudio.


Adhesión a los mitos sobre la violencia de género

Los datos recogidos en la Tabla 3 ofrecen un panorama sobre las percepciones del alumnado universitario en relación con los mitos sobre la violencia de género. La mayoría de las personas encuestadas identificaron “el machismo y las ideas machistas” (M = 6.4) como la principal causa de la violencia de género, lo que denota un reconocimiento bastante elevado de las raíces de este problema y su relación con las desigualdades de género. Esta percepción recibió un mayor grado de acuerdo entre las estudiantes (M = 6.6) que entre sus compañeros (M = 6.0).

Los ítems que mostraron un mayor nivel de acuerdo para ambos sexos fueron los que reparan en factores personales del agresor y que, de un modo más o menos explícito, lo exoneran de culpa: “por trastornos mentales y/o psicológicos del maltratador” (M = 6.1 en el caso de los hombres versus M = 5.1 en el caso de las mujeres), “por el consumo de alcohol u otras drogas” (M = 5.9 en el caso de los hombres versus M = 5.0 en el caso de las mujeres) y “por abusos sufridos por el maltratador en su infancia” (M = 5.0 en el caso de los hombres versus M = 4.5 en el caso de las mujeres). Estos mitos cumplirían la función de minimizar la responsabilidad de los agresores, al proponer atenuantes para su comportamiento. En una línea similar, otra creencia persistente entre la juventud encuestada es que la violencia de género se produce por una “pérdida momentánea de control”, aunque esta idea presenta una menor adhesión (M = 4,3 en hombres y M = 3,9 en mujeres).

El alumnado encuestado obtuvo puntuaciones inferiores en los ítems que sitúan la violencia de género en el terreno de la excepcionalidad (mitos sobre la marginalidad). Estos ítems afirman que la violencia de género es “propia de las familias de otros países y culturas” (M = 3.6 en el caso de los hombres versus M = 2.8 en el caso de las mujeres) y se encuentra “limitada a grupos excluidos por la falta de recursos educativos y económicos” (M = 2.9 en el caso de los hombres y M = 2.3 en el caso de las mujeres) (Tabla 3). Seguidamente, los dos motivos que obtuvieron menor grado de acuerdo tanto para hombres como para mujeres fueron: “por el aumento de la influencia del feminismo” (M = 1.4 versus M = 1) y “por la provocación de las mujeres” (M = 1.2 versus M = 0.4). Los valores del tamaño del efecto (d de Cohen) de las diferencias entre hombres y mujeres son bajos y moderados en las puntuaciones de cada ítem.


Tabla 3 Mitos sobre la violencia de género en las relaciones de pareja

Ítem Sexo (N = 10,524) t d de Cohen
Hombres (n = 4,705) Mujeres (n = 5,819)
1. Por el machismo y las ideas machistas6.046.586.78*** 0.134
2. Por trastornos mentales y/o psicológicos del maltratador6.145.1314.41*** 0.282
3. Por el consumo de alcohol y otras drogas5.934.9812.82*** 0.251
4. Por abusos sufridos por el maltratador durante su infancia5.004.379.57*** 0.188
5. Por la pérdida de control del hombre4.253.904.88*** 0.096
6. Propio de familias de otros países o culturales3.572.7612.42*** 0.246
7. Limitado a grupos excluidos por la falta de recursos educativos y económicos2.892.3010.13*** 0.201
8. Por el aumento de la influencia del feminismo1.441.009.88*** 0.198
9. Por la provocación de las mujeres1.160.4221.08*** 0.434

*** p < 0,001

Fuente: elaboración propia a partir de los datos obtenidos en el estudio.


Con relación a las nuevas variables Sexismo y Justificación, el análisis de correlación entre ellas sugiere la existencia de una asociación estadísticamente significativa entre las actitudes sexistas y la justificación de la violencia de género en el ámbito de la pareja (r = 0.208; p < 0.001). Los y las estudiantes puntúan significativamente de forma diferente en ambas variables, como se observa en las medias de cada grupo: para ellas el valor medio de la variable Sexismo es 19.0 con una desviación típica de 6.25, mientras que para ellos el valor medio es 23.9 con una desviación típica de 8.76. En ambos casos, las puntuaciones se consideran bajas, dado que el valor máximo para esta variable es 60.

La prueba de contraste t de Student, para el caso del Sexismo, arroja un valor t = 26.54 y p < 0.001, y un tamaño de efecto considerable, con una d de Cohen = 0.706. Por consiguiente, podemos afirmar que los hombres presentan puntuaciones significativamente mayores en la variable Sexismo. Los hombres también presentan mayores puntuaciones cuando se trata de justificar la violencia de género, atendiendo al contraste t = 10.60 y p < 0.001, con un tamaño de efecto menor d de Cohen = 0.229. Respecto a esta variable, las mujeres puntúan de media 31.2 con una desviación típica de 21.37, mientras que ellos puntúan de media 35.9 con una desviación de 19.63.

Estos datos indican que la heterogeneidad intragrupo para la variable Sexismo es similar en el grupo de mujeres (CV = 32.1 %) y en el de hombres (CV = 36.5 %). Sin embargo, en la variable Justificación, la heterogeneidad intragrupo es más elevada entre las mujeres (CV = 68.6 %) que entre los hombres (CV = 54.6 %). Estos resultados sugieren que, en relación con los mitos justificadores de la violencia de género en el ámbito de la pareja, ellos tienden a tener opiniones más similares entre sí y diferentes respecto a ellas. Las mujeres, por su parte, muestran una mayor dispersión en cuanto a su adhesión a estos mitos justificadores.




Discusión y conclusiones


Los resultados de esta investigación constatan la pervivencia de creencias sexistas entre la juventud universitaria. Este hallazgo es coherente con estudios internacionales (Wilson y Newins, 2023) y previas investigaciones conducidas en Europa y España, que han advertido de la presencia de actitudes sexistas ambivalentes en la adolescencia (Ayala et al., 2021; Madrona-Bonastre et al., 2023) y la juventud (Carrasco et al., 2021; León y Aizpurúa, 2020; Sánchez-Hernández et al., 2020; Aguaded, 2017; Esteban y Fernández, 2017).

Los datos obtenidos corroboran estos estudios en dos aspectos fundamentales. En primer lugar, los hombres manifestaron mayores niveles de sexismo -tanto en su dimensión hostil como benevolente- en comparación con las mujeres, siendo las diferencias de género más pronunciadas en el sexismo hostil. Estos resultados coinciden con lo encontrado por los creadores de la escala de sexismo ambivalente (Glick y Fiske, 1996). En segundo lugar, y relacionado con este último aspecto, los hombres presentaron niveles más elevados de sexismo hostil que benévolo, mientras que las estudiantes mostraron mayor grado de acuerdo en la subescala de sexismo benevolente. Estos resultados respaldan las conclusiones de estudios recientes (por ejemplo, León y Aizpurúa, 2020; Sánchez-Hernández et al., 2020) acerca de las actitudes hostiles y benevolentes del alumnado universitario.

Asimismo, los hallazgos de este trabajo están alineados con los resultados de investigaciones con adolescentes en España que indican una asociación positiva entre sexismo y conductas violentas en las relaciones de pareja (Madrona-Bonastre et al., 2023). Este vínculo resulta especialmente relevante, ya que, como se ha documentado en contextos internacionales, el sexismo hostil se asocia con un mayor nivel de creencias conspirativas en torno al feminismo y con la aceptación de mitos sobre la violación, siendo esta última una dimensión crítica por su prevalencia en la juventud y su presencia en casos emblemáticos dentro del contexto español (Jolley et al., 2025).

Asimismo, estudios realizados con estudiantado universitario en Italia (Rollero et al., 2021) concluyen que quienes presentan mayores niveles de sexismo hostil tienden a minimizar violencias menos visibles hacia las mujeres, como el abuso emocional o las restricciones a la autonomía femenina, mientras que la benevolencia hacia los hombres se asocia con la justificación de conductas de control. Estos resultados coinciden con estudios previos (León y Aizpurúa, 2020; Madrona-Bonastre et al., 2023) que evidencian el rol del sexismo en la normalización de la violencia en contextos juveniles. En este sentido, y a partir de los datos obtenidos, podemos afirmar que estas creencias, sobre todo el sexismo benevolente, predisponen a ejercer violencia, además de invisibilizarla y legitimarla socialmente.

Por su parte, el análisis del grado de acuerdo del grupo encuestado con los mitos sobre la violencia de género sugiere una adhesión a creencias que contribuyen a negar la existencia misma del problema. Estos hallazgos revisten especial importancia debido a que estas creencias estereotipadas distorsionan la realidad de la violencia de género, restándole gravedad y situándola como un fenómeno puntual, fruto de circunstancias excepcionales, y no como un problema estructural (Bosch y Ferrer, 2012). En este estudio, los mitos que aglutinaron mayor apoyo por parte de hombres y mujeres, como se ha observado en otros trabajos recientes con población universitaria española (Martínez-García et al., 2021), fueron aquellos que ponen el acento en factores personales del agresor y que, de un modo más o menos explícito, lo exoneran de culpa. Estos mitos reducen el apoyo social a las víctimas, al tiempo que limitan la responsabilidad de los agresores buscando atenuantes para su comportamiento (por ejemplo, apoyando la idea de que aquellos hombres que maltratan lo hacen debido a enfermedades mentales, problemas con el alcohol o celos) (Peters, 2008). La adhesión de los hombres universitarios a estas creencias pone de manifiesto que la patologización de la violencia de género sigue arraigada en este grupo de población. No obstante, es importante destacar que ambos sexos, aunque más las mujeres, establecen una relación causal entre el machismo y el ejercicio de la violencia.

Como implicaciones para futuros estudios, debe tenerse en cuenta que en España las mujeres jóvenes constituyen un grupo especialmente vulnerable ante hechos de violencia de género, ya sea en la pareja o fuera de ella. Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer (Ministerio de Igualdad, 2020), las mujeres de entre 16 y 24 años presentan tasas de prevalencia a lo largo de la vida más altas que las mujeres mayores de 25 años, con un 19.3 % frente a un 14.4 % respectivamente. Esta disparidad se acentúa aún más en lo relativo a la violencia psicológica de control, con tasas del 43.8 % para las más jóvenes frente al 26.5 % en el caso de las mujeres de 25 o más años. Teniendo en cuenta las altas tasas de prevalencia de violencia de género en la juventud, esta investigación resulta un aporte relevante para entender las relaciones entre el sexismo ambivalente y la justificación de la violencia de género en las relaciones de pareja, a partir de una muestra universitaria amplia y diversa.

Además de confirmar la persistencia de actitudes sexistas, tanto hostiles como benevolentes, entre el estudiantado, los resultados permiten visibilizar cómo estas creencias operan como mecanismos que normalizan e invisibilizan las diversas formas de violencia de género. Esta dimensión resulta especialmente relevante en el ámbito de la educación superior, dado el papel estratégico que las universidades pueden desempeñar en la prevención de tales violencias, como lo demuestra la necesidad de integrar una perspectiva de género en los planes de estudio ( Trujillo-Cristoffanini y Pastor, 2021).

En cuanto a la dimensión muestral de este estudio, cabe destacar que, si bien existen investigaciones previas relevantes sobre este tema, este trabajo cuenta con una de las muestras más amplias realizadas hasta la fecha en el contexto español, con más de 10.000 estudiantes universitarios. En comparación, otros estudios desarrollados en España con poblaciones similares han trabajado con muestras considerablemente más reducidas, que oscilan entre los 340 y los 500 participantes (Sánchez-Hernández et al., 2020; Esteban y Fernández, 2017), entre 1.200 y 2.000 (Aguaded, 2017; Madrona-Bonastre et al., 2023; Carrasco et al., 2021), y hasta 2.120 estudiantes (León y Aizpurúa, 2020). Este factor otorga mayor representatividad, solidez y transversalidad a los resultados obtenidos, fortaleciendo las conclusiones sobre la persistencia de actitudes sexistas y la adhesión a mitos sobre la violencia de género.

Para finalizar, los datos obtenidos pueden darnos pistas para guiar a las instituciones universitarias hacia la implementación de políticas de igualdad que vayan más allá de meras formalidades y que, en cambio, sean profundas y transformadoras. En este sentido, consideramos conveniente incorporar contenidos relacionados con la igualdad entre mujeres y hombres mediante propuestas curriculares y extracurriculares que aborden de forma transversal la perspectiva de género. Además, los resultados de este trabajo proporcionan elementos significativos para impulsar programas específicos orientados a la prevención. Por un lado, el hecho de que los mitos sobre la violencia de género con menor grado de acuerdo sean aquellos que atribuyen la causa al aumento de la influencia del feminismo y a la provocación de las mujeres invita a profundizar en el papel que una formación con perspectiva de género y sobre teoría feminista puede desempeñar en el ámbito universitario. Por otro lado, las diferencias en las respuestas entre hombres y mujeres revelan un mayor reconocimiento por parte de ellas en cuanto a la violencia de género como expresión del machismo. Este aspecto señala la necesidad de desarrollar estrategias para abordar el sexismo en los hombres, dado que existe una asociación directa entre la aceptación del sexismo hostil y el ejercicio de la violencia de género en la pareja (especialmente, maltrato emocional y violencia psicológica de control) (Bonilla-Algovia y Rivas-Rivero, 2022). Un conocimiento detallado de las creencias y actitudes del alumnado universitario permitirá diseñar una formación más adecuada para erradicar el sexismo en los futuros y futuras profesionales que actualmente se forman en la universidad.


Agradecimientos


Este artículo es resultado del proyecto de investigación «Violència de gènere a les universitats catalanes: diagnòstic i eines de prevenció», financiado por el Pacto de Estado contra la Violencia de Género a través de la Secretaría de Estado de Igualdad. Agradecemos también al Consejo Interuniversitario de Cataluña el apoyo recibido para llevar a cabo la investigación. Igualmente, expresamos nuestro agradecimiento a las unidades de igualdad de todas las universidades catalanas, así como al conjunto de universidades participantes, por su apoyo en la realización del trabajo de campo.




NOTAS


[9] Pastor Gosálbez, M. I., Trujillo Cristoffanini, M., Domínguez Amorós, M., Belzunegui Eraso, Á., Sánchez Aragón, A., Borrell Cairol, M., Gosálbez Rodríguez, A., y Morero Beltrán, A. M. (2025). El alumnado universitario ante la violencia de género: adhesión a mitos y creencias sexistas. Revista Española de Sociología, 34(3), a270. https://doi.org/10.22325/fes/res.2025.270

[10] Las autoras y los autores de este artículo declaran que no se ha usado ningún programa de IA para la elaboración de este, ni para la revisión de literatura, ni para análisis de la información ni para la redacción del texto.


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