La sociedad española hace ya varias décadas que comenzó a vislumbrar y asumir que el trabajo asalariado, el empleo, no era más que una parte del trabajo socialmente necesario para el funcionamiento de cualquier sociedad. Esto suponía comenzar a visibilizar el resto del trabajo, especialmente, la nutrición y cuidados ordinarios (y extraordinarios) de la gente, el mantenimiento de la vivienda y la preparación de los alimentos, un trabajo subestimado y no remunerado. Se trata de una de las distorsiones que introdujo la consideración del trabajo como empleo, uno de los principios del capitalismo industrial que todavía permanece y que se extiende a otras manifestaciones del trabajo vital no suficientemente reconocidas. En su desvirtuación, este tipo de trabajo humano tan fundamental para la vida es relegado a la categoría de no cualificado utilizando la propia terminología del capitalismo industrial.
A su visibilización ha contribuido desde hace cincuenta años numerosas autoras, muchas de ellas militantes del movimiento feminista que han argumentado que había que reconocer ese trabajo subestimado y no remunerado que sustentaba la vida cotidiana, proporcionando la base que sostenía todo tipo de trabajo remunerado reconocido por la economía formal. Una parte reivindicaba además su centralidad: el trabajo familiar y de cuidados, el trabajo reproductivo, que realizaban las mujeres era básico porque en su ausencia la sociedad colapsaría.
Desde entonces, han proliferado las investigaciones sobre el trabajo de las mujeres ya fuera en el ámbito de la producción o en el de la reproducción. Se ampliaba así el examen del trabajo más allá de la empresa y la producción capitalista. Una parte de estas investigaciones ponían de manifiesto las desigualdades que existían con respecto al trabajo realizado por los hombres tanto en un ámbito como en otro. En este contexto, tuvo lugar una revitalización del estudio del trabajo en España, al menos, desde principios de los noventa (Durán, 1991; Carrasco y al., 1994; Carrasquer y al., 1998; Castillo y Agulló, 2012). A este respecto, se reconceptualizó el trabajo evitando su categorización ahistórica y abordando toda su organización social. Esto suponía considerar la organización relacional de todo trabajo, cualquiera que fuera y dónde se llevara a cabo. De este modo, se intentaba recuperar el trabajo como actividad económica.
A dicha revitalización contribuyó que la cuestión del género estuviera cada vez más presente en las políticas públicas con respecto a cualquier ámbito de la realidad social lo que a su vez trajo consigo su consideración y priorización como línea de investigación en los programas promovidos y financiados por distintos organismos del estado. En este contexto, se ampliaron las temáticas abordadas en el ámbito sociológico; en lo relativo al del trabajo, entre otras: las desigualdades de género en el mercado de trabajo (Torns, 1999), la segregación ocupacional (Ibáñez, 2008); la participación de las mujeres en el movimiento sindical (Bermúdez y Roca, 2019), la conciliación de la vida laboral y de la vida personal -o el tiempo de trabajo y el tiempo de vida- (Torns, 2005; Castillo y Agullo 2012) y, sobre todo, el trabajo de cuidados (Prieto y Aler, 2015; Moré, 2019; Durán, 2020)
De este fenómeno se ha hecho eco el Comité de Investigación de Sociología del Trabajo de la FES que desde el V Congreso (1995) celebrado en Granada y desde el 1er Encuentro Intercongresual celebrado en Valencia (2009) ha dedicado alguna de sus sesiones a estas temáticas. En este contexto, se puede afirmar que se ha consolidado la dimensión del género en los estudios de sociología del trabajo (también, en los de economía del trabajo). Una manifestación la constituyen las dos comunicaciones premiadas en el VI Encuentro Intercongresual del Comité celebrado en A Coruña a finales de junio de 2023. Desde el V Encuentro se premia la mejor comunicación junior y la mejor comunicación senior de las que se presentan. A ambas comunicaciones se les ofrece la posibilidad de que puedan ser propuestas y evaluadas como artículos en la Revista Española de Sociología una vez efectuadas las modificaciones que sus autores/as estimen oportunas.
Profundizando en aspectos de la gestión y del papel del trabajo doméstico en las comunicaciones premiadas
Las comunicaciones premiadas fueron “Imaginarios en conflicto sobre el trabajo doméstico: responsabilidad, privilegio, supervisión y aprendizaje” (mejor comunicación senior) y “Una mirada feminista de la “escalera boliviana”. Trayectorias hortícolas de mujeres quinteras en el Gran La Plata, Argentina” (mejor comunicación junior). Tanto en una comunicación como en otra, el trabajo doméstico y de cuidados en el contexto de las relaciones de género en la familia constituye un objeto de atención importante ya sea para examinar los diferentes discursos de hombres y mujeres en torno a su gestión y distintas implicaciones en su realización, ya sea para explicar su influencia en la trayectoria laboral de las mujeres (limitándola y condicionándola) y su papel en la movilidad social.
La primera de Sara Moreno, Vicent Borras y Joan Rodríguez, profundiza en temáticas que tienen un largo recorrido investigador como la implicación de hombres y mujeres en el trabajo doméstico, en los usos del tiempo correspondiente con el fin de comprender las vivencias que experimentan dentro de las relaciones de género que tienen lugar en los hogares y los cambios si los hubiera. Para ello, centran la atención en los discursos que ofrecen unos y otras sobre su papel en el trabajo del hogar, así como en su influencia en los comportamientos respectivos.
Los hallazgos ponen de manifiesto que las mujeres siguen siendo las principales responsables de pensar, gestionar y realizar las tareas domésticas aunque los hombres dedican más tiempo que antes a las mismas. En lo que se refiere a los discursos, las mujeres perciben falta de responsabilidad de los hombres en el trabajo doméstico mientras que los hombres perciben vigilancia y control de las mujeres. En este contexto, las relaciones de género se configuran como relaciones de aprendizaje donde las mujeres son supervisoras en tanto que responsables y los hombres aprendices sin asumir responsabilidad. Así, la mayor dedicación de los hombres no implica mayor corresponsabilidad.
La segunda de María Eugenia Ambort aborda las trayectorias laborales de las mujeres empleadas en un sector tan singular como la horticultura además intensiva en la Gran Plata de Argentina; concretamente, se examina su movilidad. En esta aproximación cualitativa, se radiografía, explica y evalúa la movilidad de las mujeres teniendo en cuenta además el trabajo reproductivo y las funciones y relaciones de género en la familia en las que se identifica y tipifica una posición dominante de los varones y una posición subalterna de las mujeres.
Los hallazgos ponen de manifiesto que hay tanto movilidad ascendente de las mujeres como descendente sin que la primera implique siempre una posición de mayor autonomía respecto al varón y la segunda una pérdida de la misma. Asimismo, se evidencia de manera generalizada que son las mujeres las que realizan el trabajo doméstico y de cuidados lo que comporta una sobrecarga de trabajo en tanto que lo llevan a cabo junto al trabajo hortícola. Ahora bien, este trabajo invisibilizado y minusvalorado resulta central en tanto que genera sustantivamente el ahorro que permite a las familias sobrevivir e incluso ascender posiciones en la estructura social.
Uno y otro artículo constatan la importancia de este trabajo que frecuentemente pasa desapercibido en nuestra sociedad sin ser reconocido económica ni socialmente. Además, han dado cuenta del modo particular en que los roles y las relaciones de género afectan a su gestión en el hogar a través de los diferentes imaginarios de hombres y mujeres, en un caso, o a las trayectorias de las mujeres y la movilidad, en otro. En medio de una retórica de que no hay trabajo para todos.
Ampliar la investigación a otras formas de trabajo invisibilizado bajo la digitalización
La publicación de ambas comunicaciones constata la importancia de la sociología del trabajo para profundizar en el trabajo invisibilizado que no se limita al de nutrición y atención de la gente que realizan básicamente las mujeres ya que cada vez hay más trabajo que no vemos y no valoramos detrás de la digitalización de los procesos de producción de bienes y servicios: la desmonetización e invisibilización de los trabajos comportados ha aumentado al mismo tiempo que los usuarios han ido asumiendo las actividades que suponían (o parte) antes retribuidas. Todo ello en medio de una retórica cotidiana de que no habrá trabajo/empleo en el futuro para todos.
En lugar de capitular ante este tipo de discursos, la sociología del trabajo sigue investigando y abriendo nuevas líneas sobre el desarrollo y alcance de la automatización de los procesos productivos y de la robotización de los servicios; también, con el fin de proponer alternativas ante los retos que aparecen utilizando los hallazgos adquiridos. Subyaciendo a esta actividad investigadora, el rechazo de la idea de que las personas dispondrán cada vez de menos trabajo productivo que realizar tras el apocalipsis de su automatización.
Resulta innegable que ahora existen posibilidades tecnológicas en la producción de bienes y servicios que difícilmente se podría prever a principios de siglo: la digitalización, más aún, la inteligencia artificial, ponen en riesgo un tipo de empleos; de hecho, en determinadas actividades se está llevando a cabo procesos de intensificación de capital y de reducción de la fuerza de trabajo; también, generan otros.
Ahora bien, el trabajo profesional (en ámbitos como el de la medicina o el de la educación) no se reduce por razones técnicas sino por problemas de financiación dentro de la escala de prioridades de la economía capitalista. Y, sobre todo, la nutrición y la atención de la gente durante toda su vida, especialmente, en la infancia y en la vejez, en la incapacidad y en la enfermedad, es un tipo de trabajo que resulta difícilmente substituible
Así pues, hay mucho trabajo para hacer y por hacer. La cuestión es si el trabajo que se realiza es reconocido como tal o no, si es (y será) decente o no, si es realizado a un ritmo frenético o a un ritmo razonable, si es remunerado, mal remunerado o justamente remunerado; si es significativo o alienado (Taylor, 2019). A todo ello, le seguirá dedicando esfuerzo la sociología del trabajo durante los próximos años.