Reseñas de libros e informes / Books and Reports Reviews

DOI: 10.22325/fes/res.2024.243

Mariano Urraco Solanilla. Una juventud zaleada. Crisis y precariedades. Tirant lo Blanch, Valencia, 2021




Rosario Marcos-Santiago ORCID

Profesora titular en departamento de Psicología, Sociología y Filosofía. Profesora de Sociología y Técnicas de Investigación Social, Sociología del Trabajo y de la empresa. Universidad de León, España. mrmars@unileon.es. Email

Revista Española de Sociología (RES), Vol. 33 Núm. 3 (Julio - Septiembre, 2024), a243. pp. 1-4. ISSN: 1578-2824





El punto de partida de esta obra es la propia Tesis Doctoral del autor: Un saco de niños zaleados: precariedad laboral y precariedad vital de la generación de la crisis en Extremadura, defendida en la Universidad Complutense de Madrid, bajo la dirección de Juan Carlos Revilla Castro. Esta Tesis obtuvo el Premio a la Mejor Tesis Doctoral en Sociología del Trabajo, otorgado por el Comité de Investigación de Sociología del Trabajo de la Federación Española de Sociología.

A lo largo de las páginas, queda constancia de a qué se refiere Urraco con la expresión que toma del discurso de uno de los jóvenes informantes de la investigación empírica: una “juventud zaleada” o “un saco de niños zaleados”.

El autor, como un maestro del puntillismo, a través de toques de color puro (referencias teóricas), y un manejo de la técnica (entrevista biográfica) nos presenta un cuadro lleno de riqueza cromática en el que se representa la generación de la crisis, que se desarrolla desde finales de la primera década del siglo XXI, la crisis del año 2008, que marco la sociedad y concretamente la transición juvenil a la vida adulta de los jóvenes titulados/as universitarios extremeños, que es en quienes se centra el trabajo empírico, pero que puede ser extensible a los jóvenes de otras regiones españolas. Dicha crisis, es el hito generacional que va a marcar a esta “generación de la crisis”, o “generación zaleada”, en la denominación del autor, que es el objeto de la investigación y estaría compuesta por sujetos que iniciaron sus estudios universitarios en los años previos a la crisis y se intentaron incorporar al mercado laboral cuando este ya se había visto afectado por la recesión económica, para el autor dicha crisis es un turning point en la propia “biografía” de la sociedad española.

El libro consta de cuatro partes, la primera consta de cinco capítulos que hacen una exhaustiva revisión teórica, la parte segunda incluye el capítulo 6 con la propuesta metodológica, en la parte tercera se hace el informe de resultados y en la cuarta se presentan las conclusiones.

En la primera parte, partiendo de una aclaración conceptual del término trabajo, se hace un recorrido histórico de los cambios en el significado de este hasta nuestros días, para centrarse en el concepto de trabajo que surgió con la Modernidad, en la que el trabajo se convierte en un deber personal, en una obligación social, una vía de reconocimiento “es el momento de la invención de la moderna concepción del trabajo” (Gorz, 1995, p. 25). Surge así la llamada “sociedad del trabajo”, sustentada no sobre cualquier trabajo, sino sobre el trabajo asalariado o empleo, el objeto de teorización es el trabajo por cuenta ajena, llevado en la esfera pública, a cambio del cual se obtiene un salario; desempeñado por varones en el ámbito público y en la esfera productiva. En dicho modelo de trabajo asalariado, quedan fuera muchos otros trabajos que no cumplen con las anteriores condiciones (sobre todo aquellos llevados a cabo en la esfera reproductiva, en el ámbito privado, no asalariados, trabajos desempeñados fundamentalmente por mujeres).

El autor aborda el cambio social, a partir del paso de una norma social a otra, que conlleva un cambio de sociedad y nuevos tipos de sujetos. Concretamente el paso de la norma social de empleo que se consolida en el siglo XX, que tiene una serie de requisitos: contrato indefinido, a jornada completa, con una relación salarial directa y en un lugar de trabajo externo al domicilio del trabajador. El momento hegemónico de este modelo de empleo estándar fueron las décadas posteriores a la II Guerra Mundial, lo que se conoce como los Treinta Años Gloriosos, que coinciden con el período fordista o keynesiano-fordista (el propio Estado de bienestar proporciona seguridad y da garantías en materia laboral). Este modelo de empleo estable, es el referente desde el que se comparan estos jóvenes titulados/as víctimas de la crisis de 2008, modelo en el que han sido socializados no solo en sus familias sino también en las instituciones educativas, es la norma de referencia para comparar y evaluar los empleos y su grado de precariedad.

Urraco no se olvida de las fisuras y ficciones que hay detrás de dicho modelo de empleo estable, en el que “el pleno empleo” deja fuera a las mujeres y se limita a los adultos nacionales.

A finales de los años setenta, entra en crisis dicha norma de empleo y la sociedad salarial que lo sustenta y se abre paso una nueva fase postfordista (con esta etiqueta, se trata de marcar las diferencias con respecto a la fase anterior fordista), en la que se asiste a la proliferación de formas no estándar de empleo, o atípicas que no cumplen alguna o varias de las condiciones de la forma de empleo anterior, tanto a lo que se refiere a la variable tiempo (trabajo temporal, a tiempo parcial) o al espacio ( teletrabajo, trabajo a domicilio). La configuración de una norma de empleo vinculada a la flexibilidad se refiere tanto a la gestión de la mano de obra, como a nuevas formas de organizar la producción, tales como producción ligera, justo a tiempo, descentralización, subcontratación y externalización.

Se demanda una mano de obra, también flexible, polivalente, disponible y “nómada”. El resultado de todo ello es la precarización del trabajo y de la relación laboral, el surgimiento de un precariado, como una nueva clase social (Standing, 2013).

En definitiva, el modelo laboral de “flexitrabajo” implica la proliferación de formas de relación laboral irregulares y un mercado de trabajo segmentado, con un centro y una periferia, ya que junto a los empleos estables han comenzado a “normalizarse” empleos inestables, atípicos, precarios: contratos temporales, a tiempo parcial, en prácticas, de aprendizaje, interinidades, microjobs, en los que la línea de separación entre empleo y no-empleo es borrosa., a lo que se añade unas altas tasas de desempleo que actúa como mecanismo disciplinario de la mano de obra (Maruani, 2002).

En definitiva, frente a la homogeneización del trabajo y de la clase trabajadora del fordismo, ahora nos encontramos con una heterogeneidad de formas de empleo, que se distancian de la forma estándar de empleo vigente en el modelo de acumulación fordista y que genera sujetos con identidades fragmentadas que se alejan de la noción de clase. El autor compara los ciclos vitales en relación al empleo, en la sociedad salarial fordista, se trataba de un ciclo vital lineal, pautado y largo, con una biografía laboral en torno a un único empleo, con escasos cambios entre categorías laborales, con uno o pocos empleadores, seguridad y previsibilidad eran las características de las transiciones juveniles de dicha época. Estos jóvenes han sido socializados por sus padres en la necesidad de desarrollar una carrera, como sinónimo de progreso, propio de dicho modelo laboral fordista, caracterizado por la linealidad ascendente pero que no se ajusta a la realidad sociolaboral actual, ya que la carrera, tal y como se entendía en la fase anterior es un deseo difícil de materializar en los nuevos tiempos en los que las biografías laborales actuales adoptan la forma de “un collage fragmentos” (Sennet, 2010, p. 94). Los mismos deseos de otra época: empleo estable, un contrato indefinido, suficientemente retribuido, en una sociedad laboral distinta en la que prima la flexibilidad y la precariedad.

El nuevo modelo laboral también impacta en forma de crisis de la identidad laboral de los sujetos, frente a las identidades solidas de los sujetos en el modelo laboral fordista, en la fase postfordista nos encontramos con nuevas formas de construcción identitaria con identidades cambiantes, flexible; en las que el trabajo ya no es para muchos jóvenes una fuente de identidad y realización personal.

Otros temas abordados por el autor son el debate abierto hace décadas (Offe, 1992, Gorz, 1995), acerca de la pérdida de centralidad del trabajo por la que este habría dejado de ser para algunas personas un valor central, para pasar a ser un medio instrumental para integrarse en una sociedad basada en el consumo. También, de una manera crítica señala como se ha convertido al trabajador en “emprendedor”, en “empresario de sí mismo”, incluso al Estado se le ha otorgado un papel de dinamizador de mercado, fomentando la empleabilidad de los trabajadores.

En definitiva, en esta primera parte de contenido teórico, el autor hace una exhaustiva síntesis de los debates en torno al trabajo, el empleo, la crisis de la sociedad salarial, la crisis de la centralidad del trabajo, el cambio social y el impacto de todo ello en los sujetos, especialmente en los jóvenes.

En la segunda parte se desarrolla la parte metodológica, en la que el autor hace una aproximación cualitativa, basada en entrevistas biográficas, a través de las cuales trata de captar el sentido subjetivo que los sujetos otorgan a los procesos de transición juvenil a la “vida adulta”. El objetivo principal del estudio es captar el fenómeno de la transición juvenil de manera diacrónica, partiendo de los cambios acaecidos en el mercado de trabajo español y determinar si la crisis económica puede interpretarse como un punto de inflexión a nivel generacional. Otros de los objetivos del trabajo son: investigar el papel de las familias en dichos procesos de transición, abordar la precariedad laboral y su repercusión en la vida de los sujetos, y perfilar los rasgos de esta generación de jóvenes extremeños.

En la parte del libro que dedica a los resultados, nos presenta como efectivamente el modelo de empleo precario bloquea la transición laboral a la vida adulta, pero lo hace de forma distinta, en función de la familia de origen, no todos los jóvenes parten de la misma posición. Desde un enfoque conflictual, se incide en el impacto de los condicionantes de la clase social de origen, como elemento a partir del cual interpretar las formas transicionales. La familia, las estrategias familiares y el “colchón familiar” condicionan la carrera meritocrática por los títulos, el mantenimiento del coste para preparar una oposición y actúan como atenuante desempleo juvenil.

Por otro lado, los jóvenes se muestran defraudados ante la acumulación de credenciales, todos sus títulos orientados al mercado, no les ha asegurado la empleabilidad anunciada, viendo como las promesas meritocráticas se han visto incumplidas.

Los jóvenes titulados/as pertenecientes a esta generación de la crisis, presentan unos relatos biográficos laberínticos, de lo que derivan algunos rasgos y sentimientos: su carácter escasamente reivindicativo, fatalismo, engaño, fraude (sobre todo ante la promesa meritocrática), decepción, incertidumbre, resignación, se trata de una generación perdida, en varios sentidos: en el de no saber hacia dónde orientar su pasos y en el sentido de desaprovechada, por el hecho de ser una generación muy formada, cualificada, en definitiva “un saco de niños zaleados”. Este panorama laboral, de riesgo y de incertidumbre, en España adopta una pauta de “cultura de la precariedad”, sobre todo entre los jóvenes, que conlleva unas biografías también precarias.

El autor disecciona esta generación de la crisis, una generación saqueada, que se encuentra en una posición intermedia entre la generación de las pautas transicionales fluidas (propias de modelo fordista) y la generación posterior, la que hizo su trayectoria universitaria en un escenario ya marcado por la crisis pero que tenía como referente el modelo keynesiano-fordista, propio de las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuyas pautas transicionales habían seguido las biografías de sus padres, estos jóvenes habían sido socializados en un modelo marcado por unas trayectorias laborales lineales, con unas expectativas de carrera y de progreso ascendente, esas expectativas se vieron frustradas tras las crisis, de ahí el carácter de “zaleada”.

El libro plantea muchos de los debates actuales en sociología, es una obra útil y necesaria por su contribución al campo de la sociología del trabajo y a los estudios de juventud Esta obra apunta nuevas vías de investigación y más concretamente en los que abordan las transiciones a la vida adulta. Alguna de ellas pueden ser la realización de un estudio comparativo con los jóvenes que se incorporan actualmente al mercado de trabajo, que han sido socializados en una época posterior a la crisis de 2008, en la que ya se sabía que la formación universitaria no era garantía de inserción en el mercado laboral, otra línea posible es la de abordar las pautas transicionales de los jóvenes actuales, indagando si sigue presente en el imaginario de los jóvenes el modelo de empleo de la norma de empleo fordista o por el contrario ya han interiorizado el nuevo modelo de empleo precario.


REFERENCIAS


Gorz, A. (1995). Metamorfosis del trabajo: búsqueda del sentido: crítica de la razón económica.

Maruani, M. (2002). Trabajo y el empleo de las mujeres. Editorial Fundamentos.

Offe, C. (1992). La sociedad del trabajo: problemas estructurales y perspectivas de futuro (Vol. 1). Alianza Editorial.

Sennet, R. (2010). La corrosión del carácter: las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Anagrama.

Standing, G. (2013). El precariado: una nueva clase social. Ediciones de Pasado y Presente.