El progresivo crecimiento económico que atravesó el Estado español desde finales de los 90’ contribuyó a que España deje de ser un país de emigración para convertirse rápidamente en un fuerte polo de atracción de inmigrantes procedentes de distintos continentes. Argentina, por ejemplo, tuvo por esa época el mayor flujo emigratorio registrado hasta el presente: el flujo del Corralito (2000-2004), 1 período en que se produce un incremento sin precedentes del número de inmigrados argentinos en España (Actis y Esteban, 2007, 2008). Entre 1999 y 2004 se registró un incremento de 207% en el stock de argentinos empadronados en España (de 70.491 a 260.386 personas). Esta tendencia continuó hasta 2008, pero de forma muchísimo más moderada (Esteban et al., 2022, p. 4).
Hasta la llegada de la crisis económica de 2008, la migración de retorno no había sido un tema destacado en el estudio de las migraciones internacionales, pero fue adquiriendo cada vez mayor relevancia a partir de la presencia y visibilidad de este tipo de migrantes en los flujos internacionales tanto en los lugares de destino, de origen o tránsito (Jáuregui y Recaño, 2014). Varios trabajos han mostrado los efectos de la crisis económica en la composición de los flujos migratorios (Recaño y Jáuregui, 2014; Herrera y Pérez, 2015). Para el caso argentino, Esteban et al. (2022) muestran que entre 2008 y 2014 se produjeron flujos de emigración desde España a la Argentina con más de 13.000 movimientos migratorios anuales con picos en 2009 y 2010, casi en su totalidad de personas nacidas en Argentina. Asimismo, según la Estadística de Variaciones Residenciales (INE, 2022), que registra las altas y bajas en el padrón municipal de habitantes, muestra una reducción de la llegada de argentinos a España (altas) a partir de 2005, fruto de la estabilización económica en Argentina, y la profundización de esa tendencia a partir de 2008 con el comienzo de la crisis en España. Desde ese momento y hasta 2015 aumentaron los retornos y las re-emigraciones (bajas) produciéndose un saldo migratorio negativo.
Se debe señalar que la mayor parte de trabajos académicos han abordado el retorno latinoamericano bajo el supuesto de que la recesión económica ha sido un factor de primer orden en la decisión de los retornos, dando poco o casi nada de espacio a la posible influencia de los contextos de la sociedad de origen (Rivero, 2019). Como se intentará mostrar a lo largo de este trabajo, la decisión puede verse influida por factores de diversa índole, por lo que conocer estas vivencias permite problematizar el supuesto de que los migrantes retornan sólo por la influencia directa de la crisis económica española posterior al 2008. Se debe señalar que consideramos la voluntariedad del retorno, en tanto llevarlo o no a cabo por elección propia es fundamental a la hora de identificar los factores adicionales que caracterizan las condiciones previas y posteriores al retorno (Cassarino, 2008, p. 66). Nos centramos en el retorno decidido o escogido -no forzado- que se basa efectivamente en la decisión de los propios migrantes de regresar a su país de origen, sobre una base temporal o permanente.
En términos generales, el reciente flujo de argentinos retornados desde España está caracterizado por una diversidad de perfiles, tal y como lo sostienen diversos trabajos que han analizado el retorno argentino en el contexto de la crisis económica española (Rivero, 2019; Cassain, 2019, 2022; Cerrutti et al., 2018; Cerrutti et al., 2022 y Herrera Rubalcaba, 2022). Dado que la figura del migrante retornado es heterogénea, se infiere que también lo serán sus modos de reinserción, retorno y posible re-emigración.
El objetivo es analizar los procesos de decisión de los argentinos retornados desde España en el periodo 2008-2017, poniendo el foco en las motivaciones, expectativas e incluso en torno a las ambivalencias que dicha decisión generó en ese proceso. Nos interrogamos acerca de los puntos de inflexión que hacen reevaluar el proyecto migratorio de los agentes en contexto de crisis. ¿Qué condicionantes entran en juego en el proceso decisorio? ¿A qué tipos de proyectos migratorios corresponden los retornos post 2008?
A partir del análisis de los procesos decisorios también se analiza la temporalidad de los retornos con el objetivo de identificar proyectos migratorios definitivos (establecimiento residencial en origen) y transitorios (movimientos circulares y de re-emigración). En la actualidad no se cuenta con muchos estudios sobre la temporalidad de los retornos, lo cual pueda deberse a que los trabajos realizados hasta el momento han ido planteando la migración de retorno como la etapa final del proceso migratorio. Así, y desde una concepción procesual de la migración como apunta la perspectiva transnacional (Rivera, 2011), el retorno lejos de representar la última etapa de un proceso migratorio unidireccional constituye una fase más del ciclo migratorio que no debe ser visto como necesariamente definitivo, permanente y terminal de la historia del migrante (Parella et al., 2017).
De este modo, la persona migrante puede re-emigrar nuevamente al país del que provino u otro destino. En algunos casos, se producen varios episodios de re-emigración a lo largo de la vida de un migrante lo que puede decantar en un patrón de movilidad circular. La circularidad migratoria puede implicar desplazamientos a otros lugares de manera temporal, repetitiva o cíclica, sin la intención de una residencia permanente o de largo plazo (Cortés, 2009). Desde la perspectiva de la autora, la circularidad migratoria toma en cuenta diversas formas de moverse en el espacio y el carácter circular de los itinerarios que realiza el migrante (p. 37). Sin embargo, hay que contemplar también que estos continuados retornos pueden extenderse por varios años hasta finalizar con un regreso permanente al país de origen o, por el contrario, en un asentamiento definitivo en la sociedad receptora. Es evidente, entonces, que la circularidad migratoria comparte varios elementos con la perspectiva transnacional, lo que supone una ruptura paradigmática respecto a los análisis clásicos y a las definiciones tradicionales de la migración (Solé et al., 2014).
Para responder a los objetivos planteados en la investigación se toma en cuenta dos herramientas de análisis: trayectoria migratoria y proyecto migratorio. En consonancia con la perspectiva transnacional, ambas categorías deben ser entendidas desde una mirada procesual y sin separaciones rígidas entre el país de origen y de destino, como plantea Sanz (2013). Así, ambas herramientas analíticas ofrecieron indicios sobre las condiciones objetivas y subjetivas que acontecieron a lo largo de todo el periplo migratorio de la persona migrante. Si bien se identificaron regularidades existentes en las experiencias de migración a partir de información secuencial de las trayectorias migratorias (a partir de eventos e hitos temporales específicos) se construye la tipología a partir de las motivaciones y expectativas que guiaron el plan de vida vinculado a la migración (proyectos migratorios).
Como sostiene Esteban (2015), la propuesta de una tipología de proyectos migratorios no debe entenderse como compartimentos estancos con propiedades exclusivas y excluyentes, sino como rasgos esenciales de fenómenos sociales difusos con propiedades heurísticas, como si fueran “tipos ideales” en términos weberianos (p. 125). En efecto, para la comprensión del retorno se ha de incorporar una mirada procesual en la cual se tomen en cuenta el desarrollo de las diferentes fases (emigración, inmigración, retorno, posible re-emigración), así como sus interdependencias (Schramm, 2011). Se suma al análisis de las etapas un análisis multinivel que permita comprender una movilidad tan compleja como el retorno, en tanto no se pierde de vista la interacción de condicionantes micro, meso y macro en los procesos de decisión. Como se verá en el desarrollo de este trabajo, la movilización de recursos en la preparación del retorno es central. Así, en cada tipo de retorno, según intervengan condicionantes micro, meso y macro, habrá determinados recursos movilizados, sean estos tangibles e intangibles.
Motivaciones y preparación del retorno: una propuesta conceptual
La decisión de retorno: motivaciones y expectativas
Existe una vasta cantidad de literatura que aborda los procesos decisorios y las motivaciones que entran en juego en la migración de retorno. Algunos trabajos como el de Parella y Petroff (2018) indagan sobre cómo se configuran las intenciones de retorno a corto plazo en contextos de crisis económica, asimismo sobre las principales estrategias desplegadas por los migrantes para afrontar su retorno. Faist (1997) y King (2000) sostienen que los elementos macroestructurales del contexto receptor (crisis económica y laboral) operan solo como detonantes en la decisión de retorno. En cambio, los factores ligados al nivel micro y meso y su interconexión con el contexto macroestructural iluminan otras variables que permiten identificar diferentes motivaciones, expectativas y estrategias para planificar el retorno. Estas variables están relacionadas con el proyecto migratorio inicial, el conjunto de recursos acumulados antes, durante y después de la migración (Cobo, 2008) y el grado de preparación del retorno (Cassarino, 2004, 2008).
La interacción de estas variables da lugar a un despliegue de expectativas, motivaciones y lugares comunes desde donde el retorno va tomando forma. Así, el retorno producido supuestamente por la crisis económica no solo se explica por la interacción de los distintos niveles de análisis (micro-meso-macro) en origen y destino, sino también por la dimensión temporal del proceso migratorio (las etapas que implican el antes, durante y después de la migración) las cuales no han sido objeto de atención en los estudios sobre el retorno, apuntan Parella y Petroff (2018).
Preparación del retorno: recursos a movilizar
El enfoque de la teoría de las redes migratorias aplicado al estudio de la migración de retorno no entiende a los retornados como un agregado o grupo, sino como individuos insertos en redes de relaciones que influyen también en sus acciones y decisiones (Jáuregui y Recaño, 2014). En concordancia con el abordaje transnacional de la migración de retorno (Glick-Schiller et al., 1992), la teoría de las redes sociales sustenta que los migrantes de retorno son portadores de recursos tangibles e intangibles que ponen en juego a la hora de emprender el “regreso a casa” (Cassarino, 2004).
Para ambos enfoques el regreso al terruño se produce después de haber recogido los recursos financieros o la información suficiente y estar seguro de encontrar condiciones suficientemente favorables en el país de origen. Autores como Rapado (2020) argumentan que quizá los trabajos con perspectiva transnacional sean los que más terminen reconociendo la multiplicidad de direcciones en las que se desenvuelven las relaciones entre las personas y los lugares de origen y destino. En este sentido, acordamos con la autora acerca de que las personas en situación de retorno hacen confluir un abanico amplio de motivaciones inserto en múltiples espacios y marcos temporales.
Según la literatura especializada sobre los procesos de retorno, la movilización de recursos y los vínculos transnacionales (Glick-Schiller et al., 1992; Levitt y Glick-Schiller, 2004) conformarían los dos componentes más relevantes del nivel medio. En intersección con el nivel meso también entran en juego factores que conforman el nivel micro-individual en la toma de decisión de retorno. Es decir, los recursos individuales con los que los migrantes cuentan (distintos tipos de capitales), así como los condicionantes vinculados al grupo familiar operarían como condicionantes centrales del proceso decisorio.
Las experiencias migratorias proporcionan a los inmigrantes nuevos activos en términos de capital humano (conocimientos, destrezas, habilidades), económico (remesas económicas) o social (redes sociales). La eficacia de dichos activos, dice Cobo (2008), dependerá de la capacidad de los individuos para capitalizarlos una vez que hayan retornado, así como del valor que estos adquieran en el lugar al que se retorna (Parella et al., 2019). En suma, el volumen y la estructura de los diferentes capitales que cada agente posee determina su posición en el campo social (Bourdieu, 2011). La propuesta de Cassarino (2004) es superadora porque se aleja de la denominación puramente económica del concepto (el capital) y lo extiende a cualquier tipo de bien susceptible de acumulación.
Por eso, para nuestro análisis interesa comprender la capacidad que tienen los migrantes de preparar su retorno en clave de movilización de recursos. Al respecto, Cassarino (2004 y 2008) define al plan o preparación del retorno (preparedness) no solamente a partir del deseo de retornar, sino a partir de la disposición para volver. Esto quiere decir que la preparación incluye el conjunto de actividades voluntarias orientadas a la búsqueda de información sobre las circunstancias del lugar de origen, como también a la existencia -o no- de un plan de reinserción al país de origen. Desde esta perspectiva, no es suficiente la intención de regreso al terruño sino contar con una planificación “real” que implique la consumación del retorno.
Según el autor, los migrantes -antes y durante el proceso de reinserción- analizan los recursos disponibles de acuerdo con las circunstancias específicas de los países de destino y origen. Los recursos tangibles refieren a aquellos relacionados al capital económico y financiero, y los recursos intangibles al capital humano, capital social, las habilidades y conocimientos que los migrantes reúnen antes y después de regresar al país de origen (Cassarino, 2004 y 2008). 2 En este sentido, los pasaportes europeos que tienen o traen los retornados no sólo se puede entender cómo un recurso (intangible) que permitiría volver a emigrar sin ninguna restricción jurídica, sino como una forma de pertenecer y seguir vinculado a la sociedad receptora o terceros destinos. De ahí la importancia en este trabajo sobre el papel que cumple la ciudadanía múltiple en los procesos de retorno (Mateos, 2015). 3 En concordancia con la perspectiva transnacional, trabajos como estos permiten mejorar las escasas discusiones acerca del sentido que tiene la posesión del pasaporte europeo en los proyectos de vida de las personas y de sus familias, y pone en discusión la manera en que las personas retornadas planifican sus vidas sin cerrar definitivamente la idea de establecerse en el país de origen, en tanto la doble nacionalidad brinda un potencial para practicar diversas formas de movilidad.
Las redes sociales -en tanto capital social- son centrales para la motivación y posterior consecución del retorno. En tal sentido, el capital social refleja cómo los individuos tienen accesibilidad diferencial a los recursos colectivos, para movilizarlos y usarlos en acciones específicas, como la migración de retorno. Las conceptualizaciones en torno al capital social suponen que el acceso a las conexiones sociales, en forma de redes de migrantes o en forma de vinculación con los Estados (acceso a la doble nacionalidad, acceso a las políticas públicas de repatriación), reduce tanto los costos monetarios directos de la circulación, como el incremento de la probabilidad de retorno del migrante a su país de origen de manera temporal.
Estrategia metodológica
Para el cumplimiento de los objetivos se empleó una metodología cualitativa a partir de un diseño multisituado, multinivel y longitudinal. Un diseño multisituado (Marcus, 1995; Rivero, 2017) permite “etnografiar” los vínculos y relaciones que se establecen entre lugares distantes espacialmente, pero que se encuentran unívocamente unidos entre sí (España, Argentina y otros lugares). Así, los diseños multisituados contribuyen a identificar los vínculos que los migrantes construyen y mantienen desde el compromiso simultáneo con dos o más sociedades.
Por su parte, un abordaje multinivel permite identificar la interacción de los niveles de análisis (micro, meso y macro) desagregando al máximo las particularidades de los sujetos, pero sin dejar de buscar regularidades que permitan entender el retorno como un proceso de transformación social de mayor envergadura. Los análisis multinivel tienen como objetivo mostrar la influencia de variables contextuales sobre las actitudes o los comportamientos medidos a nivel individual o relacional (Andréu, 2011). De esa manera, permiten tener en cuenta el efecto de las variables de la estructura social sobre el individuo sin ignorar la capacidad de agencia de éste. Las evidencias empíricas ponen de manifiesto que es casi incuestionable que los factores macro-estructurales tienen un peso importante en los procesos de decisión de una situación de migración. Pero lo cierto es que los sujetos ponen sobre la mesa diversos elementos a evaluar que van desde lo estructural a lo personal (ver Tabla 1).
[i] Fuente: Elaboración propia a partir de Faist (1997, p. 73). Con aportes de Cassarino (2004); Schramm (2011, p. 245) y Parella (2013).
Por último, para el estudio sobre la temporalidad de los retornos se llevó a cabo un análisis longitudinal de panel que intente dar cuenta de la evolución de la intención, planificación y decisión de seguir instalado (o no) en el país de origen. Este seguimiento, que se realiza sobre una distancia temporal de casi dos años, pretende conocer de qué modo se había perfilado o definido la intención de establecimiento o re-emigración identificada en la primera fase de trabajo de campo. De esta manera, el trabajo de campo realizado en Argentina se divide en dos grandes etapas: una primera fase se realiza entre octubre de 2015 y enero de 2016 (entrevistas en profundidad), mientras que la segunda entre mayo y octubre de 2017 (conversación a través de teléfono móvil). Se debe señalar que para la segunda fase de trabajo de campo las observaciones se centraron en variables especificas vinculadas a la temporalidad de los retornos, esto es, rastrear la intencionalidad de establecimiento definitivo en el país de origen o bien la de volver a re-emigrar.
Para la selección de los casos nos basamos en un criterio teórico intencional a través de la estrategia bola de nieve, según criterios de accesibilidad y heterogeneidad. Aun así, se intentó en todo momento controlar el grado de proximidad entre un contacto y otro para evitar cualquier sesgo en el muestreo. Los criterios de selección de los perfiles se basan en las características sociodemográficas de la población analizada que ofrecen las estadísticas oficiales (como el INE de España), donde se destaca que el periodo de mayor número de salidas hacia España se produce durante la crisis del Corralito (2000-2004), mientras que el grueso de los regresos transcurre dentro el periodo denominado como el boom del retorno (2009-2015) (Rivero, 2019). De ahí que el perfil de los entrevistados, en su mayoría, corresponda justamente a este perfil llamado por algunos autores como “migrantes económicos” (Esteban, 2015). Se infiere que son precisamente estos migrantes los que han retornado con posterioridad a la crisis de 2008. 4
Se procuró también que los entrevistados representen pluralidad tanto en proyectos como en trayectorias migratorias. En ese sentido, se intentó seleccionar una variedad de perfiles en cuanto sexo, edad al momento de emigrar y retornar, tiempo de residencia en España y el tiempo transcurrido desde el retorno al momento de la entrevista. Dentro de esta misma diversidad, también tuvimos en cuenta el estado civil, con hijos y sin hijos, distintos niveles educativos, diversidad de trayectorias jurídicas, trayectorias laborales, motivaciones, etc. Respecto a este criterio de variedad o “exigencia de variación”, como le llama Bertaux (2011), hay que decir que aporta de manera relevante al carácter descriptivo de la muestra, al tiempo que contribuye a su validez.
En este trabajo, la noción de proyecto migratorio subraya la importancia del carácter subjetivo de las experiencias migratorias, mientras que la noción de trayectoria migratoria aporta a identificar elementos objetivos mediante los cuales las personas migrantes viven su experiencia de migración. Por eso, recuperamos la propuesta de trayectoria migratoria que formula Jiménez (2011) con base en conceptualizaciones de Sayad (1977) que toma en cuenta dos sistemas solidarios de variables. Por un lado, las variables de origen que son características sociales (lugares de origen, nivel de estudios, edad, género, tipo de pasaporte al momento de marchar) y disposiciones socialmente determinadas que los migrantes tienen en función de su posición social antes de emigrar. Y, por otro lado, las variables de destino que son las que la que el migrante “pone en juego” a la hora de incorporarse e insertarse en la sociedad de destino. Dentro de este grupo, se incorpora el recorrido laboral, inserción, integración, migraciones internas, y estatus jurídicos.
A tal respecto, se han tenido en cuenta criterios específicos para la selección de la muestra. A saber: a) que los retornados hayan regresado a la Argentina a partir del año 2008, año que inicia la crisis económica española; b) que hayan emigrado a España a una mayoría de edad (+18); c) que hayan tenido una estancia en España de al menos un año; 5 d) que lleven residiendo en la Argentina al menos un año tras el retorno; e) que los retornos sean voluntarios y decididos (no se contemplan los retornos forzados por expulsión); y f) que la persona migrante se haya instrumentalizado el retorno por sus propios medios o con la ayuda de una política pública. En la siguiente tabla se presentan las características sociodemográficas de las 33 personas entrevistadas. La información que se brinda corresponde a los datos elaborados en la primera fase de trabajo de campo (Tabla 2).
Resultados y discusión: hacia la construcción de una tipología de retorno
A continuación, se presentan tres secciones. En la primera se expone de qué forma los argentinos diagraman sus proyectos migratorios hacia España, para seguidamente proponer una tipología sobre los proyectos migratorios de retorno. En la última subsección se presenta una propuesta que busca identificar la propensión de volver a migrar para cada tipo de retorno (re-emigración y/o circularidad migratoria).
¿Cómo diagraman los argentinos sus proyectos migratorios hacia España?
El análisis de los datos permitió identificar ciertos patrones acerca de las circunstancias que motivan la decisión de (e)migrar y construir un proyecto de vida en la sociedad de destino. Se debe señalar que los patrones identificados no se distancian tanto de los resultados de otros estudios sobre procesos emigratorios de argentinos (Palomares, Castiglione y Nejamkis, 2007; González y Merino, 2007; Schmidt, 2009; Jiménez, 2011; Gandini, 2015; Esteban, 2015; Martínez, 2020). Grosso modo, esta investigación identificó tres tipos de proyectos migratorios:
Este grupo es el mayoritario y la razón principal para la emigración es la económica. Son migrantes que escaparon de la crisis del “Corralito” por motivos económicos, para evitar la pobreza y un estancamiento de la movilidad social (o el desclasamiento, en palabras de Jiménez, 2011). Se sintieron vulnerables, debido al deterioro que había producido la crisis del 2001 en sus vidas cotidianas. De este modo, la emigración es percibida como una estrategia para salir de esa situación de inseguridad y precariedad. En este grupo se encuentran a) los que se quedaron sin empleo y buscan nuevas oportunidades laborales, y b) los que, aun teniendo empleo, veían cómo se iban minando sus expectativas y calidad de vida. Este grupo es heterogéneo en cuanto a edad, género, nivel de estudios, ocupación y situación jurídica al momento de la partida. La franja de edad es amplia, entre 20 y 40 años. Al igual que lo plantean varios de los trabajos presentados aquí, una gran parte de estos migrantes pertenecía a los estratos bajos y medios de la clase media. Como la mayoría de este grupo emigró en el periodo 2000-2004, sus inserciones sociolaborales fueron durante la época de mayor bonanza económica en España. Una vez insertados en la sociedad de destino, a grandes rasgos, se incorporaron principalmente en el sector secundario de empleo (Pajares; 2010; Esteban, 2017), con periodos de entradas y salidas intermitentes al mercado de trabajo. 6
En este grupo la motivación principal está ligada a la acumulación de capital humano. Por lo general, son jóvenes que sienten la necesidad de avanzar académica y profesionalmente en un campo o área concreta, pero cuya experiencia está ligada a un aprendizaje más amplio asociado a una “cultura generacional y global de la movilidad”, como dice Esteban (2015, p. 138). Si bien para este grupo la formación de capital humano está en un primer plano, también sienten la necesidad de “vivir la experiencia en Europa”, cuya idea ha estado presente en el imaginario social de buena parte de la clase media argentina (Jiménez, 2011). Como bien señalan González y Merino (2007, p. 79): la franja etaria de la que está compuesta este grupo, les permitía desandar lo que anduvieron, todavía tenían tiempo para retornar a la Argentina y empezar de nuevo. Son jóvenes que se encuentran en edad de enclasamiento y cuentan con una especie de moratoria social y vital (Jiménez, 2011). 7 La literatura científica viene planteando que el personal altamente cualificado tiene motivaciones específicas a la hora de migrar. Sin embargo, los resultados arrojan que las motivaciones son aún más amplias que las específicamente vinculadas a la movilidad académica. La prueba de ello es que muchas de las migraciones/movilidades realizadas por este grupo han sido sin becas de posgrado. Es decir, los migrantes fueron generando diversas estrategias en el transcurso de sus estancias migratorias sobre cómo perfilar su proyecto profesional. Por ello, dado el amplio espectro de motivaciones para este grupo, quizá, lo más apropiado sea hablar de migraciones y no de movilidades. 8
El tercer grupo es el minoritario, está compuesto por los “acompañantes”. Son migrantes que acompañan a otros familiares o a sus parejas. Si bien no conducen (o protagonizan) a priori el proyecto migratorio inicial con otros, poco a poco van construyendo su propio proyecto de vida. Una vez insertados en la sociedad de destino, en ocasiones, se terminan separando de sus parejas o se independizan de sus padres. De ahí que los proyectos migratorios que al comienzo fueron de otros, ahora sean conducidos por ellos mismos. Con el tiempo, y ya insertados en la sociedad receptora, deciden estudiar una carrera en la universidad, buscarse un empleo y/o formar sus propias familias.
Los tres perfiles especificados en líneas previas pueden sintetizarse como tipos ideales de proyectos migratorios, que los migrantes fueron (re)armando al momento de emigrar y permanecer en la sociedad de destino. Si bien el flujo de los migrantes económicos fue señalado como tal por varios autores (Actis y Esteban, 2007, 2008), lo cierto es que ha sido un éxodo bastante heterogéneo en cuanto a trayectorias y proyectos migratorios.
En términos generales, los resultados muestran que para los tres grupos existió la intención de alcanzar un logro en términos de acumulación de algún tipo de capital (Rivero, 2019). De esta manera, en la misma clave que lo plantea Jiménez (2011) y Esteban (2015), los migrantes que dirigieron sus proyectos migratorios hacia la búsqueda de logros económicos o de capital humano tenían la intención de mantener la posición social, mejorar su condición de clase o ambas cosas. Esteban (2015) en su último trabajo sostiene que de buscar una palabra que sintetice los motivos de la emigración de este flujo migratorio del Corralito sería la “búsqueda” la que resuma tal motivación, lo cual coincide con lo observado en esta investigación.
La perspectiva transnacional (Glick Schiller et al., 1992) es un marco adecuado no sólo para comprender el retorno como proceso sino en tanto práctica. Desde esta misma óptica se han de entender también los proyectos migratorios: desde un marco procesual y no lineal. Es decir, si la razón de peso a la hora de emigrar por ejemplo ha sido económica, no se ha de dar por supuesto que el retorno de esa migración se debe a una situación económica adversa en la sociedad receptora. Este es justamente el principio mediante el cual las perspectivas teóricas clásicas han venido analizando los procesos migratorios: de manera lineal (emigración-retorno) y unidimensional (micro o macro).
En efecto, el posicionamiento de esta investigación es que estos marcos lineales (emigración económica-retorno económico, por ejemplo) resultan insuficientes para entender cómo los migrantes organizan sus vidas en espacios sociales que transcienden las fronteras geográficas (Cavalcanti y Parella, 2013). Al respecto, Jiménez (2011) sostiene que los proyectos migratorios iniciales de los migrantes se van cimentando y redefiniendo con el pasar del tiempo en la sociedad de destino. De esta forma, “el contexto migratorio habilita nuevos cauces de despliegue de las prácticas, proporcionando la incorporación de nuevas disposiciones” (p. 395). Es decir, los migrantes van moldeando sus posiciones de partida, no siempre entrando en juego mecanismos automáticos de reproducción social, en tanto se producen resistencias por parte de los agentes, plantea la autora. Así, los migrantes moldearon proyectos migratorios abiertos y dinámicos, atravesados en ocasiones por ambivalencias y contradicciones.
A continuación, se presentan los tres patrones identificados en torno a los proyectos migratorios de retorno. Se debe señalar que en cada una de las caracterizaciones que se presentan a continuación se imbrican condicionantes del nivel micro, meso y macro, pero se enfatiza acerca de la influencia de unos de los niveles como condicionante de primer orden.
Propuesta tipológica sobre los proyectos migratorios de retorno
Los datos arrojados por el trabajo de campo confirman que, aunque la mayoría de migrantes desconocía cuándo consumaría su regreso al país de origen, en el fondo mantenían la certeza de volver algún día al terruño; lo que Pascual de Sans (1993) ha llamado como el “mito del retorno”. La crisis, de este modo, adelantó la idea de retorno que fueron teniendo presente a lo largo de sus experiencias migratorias. 9 Ciertamente, una parte de los consultados tomó la decisión de manera repentina y sin tanta proyección en el tiempo, lo que evidencia el carácter indefinido de sus proyectos migratorios. De igual modo, esto no significa que no hicieran algún tipo de preparación al momento de salir de España. En tal aspecto, algún tipo de preparedness (Cassarino, 2004) pudieron gestionar (principalmente capital económico, capital cultural y capital social).
Otro de los hallazgos significativos fue que, en general, el contexto de atracción se convirtió en una opción llamativa debido a la reactivación de la economía en el periodo 2008-2015. En lo vinculante al periodo 2016-2017, el trabajo de campo arrojó que algunos migrantes estaban reevaluando su permanencia en el país de origen. El análisis longitudinal permitió hacer una aproximación a esta cuestión acerca de la intencionalidad de permanecer en el país de origen o si había condiciones macroestructurales o personales para volver a marchar. Sobre este asunto se reflexionará en mayor profundidad en el apartado que sigue, donde se analizarán las temporalidades de los retornos, es decir, si estos regresos a la Argentina se han ido perfilando como definitivos o transitorios.
Por último, mencionar que esta investigación no ha encontrado diferencias de género significativas en las motivaciones que orientaron la decisión de retorno, cuestión que si es destacable para otros colectivos latinoamericanos como el ecuatoriano, boliviano y peruano.
1. Proyecto de retorno donde prima la motivación económica (nivel macro-estructural)
En este grupo se encuentran los que se sienten fuertemente afectados por el desmoronamiento del mercado laboral debido a la crisis económica. Los resultados coinciden con algunos supuestos de la literatura existente, que plantea que la evolución de las posiciones de los inmigrantes en la estructura sociolaboral (desde la emigración a la inmigración) se tradujo en un proceso de proletarización con una brusca movilidad descendente (Pajares, 2010; Esteban, 2017). De este modo, la crisis no hizo más que agudizar dicho proceso dejando en situación de vulnerabilidad a varios de los migrantes. Aunque no para todos, porque para algunos la migración implicó una oportunidad de progreso en la pirámide ocupacional, como dijimos en la primera sección de este apartado. Dentro de este perfil, se encuentran dos sub-grupos:
Aquellos que directamente perdieron el empleo, vieron mermar drásticamente su calidad de vida, viéndose en una situación de indefensión material y, como consecuencia, emocional.
Aquellos que tenían empleo, pero que vieron truncadas las posibilidades de promoción laboral afectando a la movilidad ocupacional horizontal y vertical (Colectivo IOÉ, 2012; Miguélez et. al, 2014; Aysa-Lastra y Cachón, 2015), cuyos efectos produjeron un agotamiento que en ocasiones se cristalizó en situaciones de discriminación al interior de sus lugares de trabajo.
De este modo, aquellos migrantes que al momento de la emigración tenían como motivación el mejoramiento de sus situaciones socioeconómicas, se vieron atrapados en una nueva crisis económica desalentando de este modo las razones por las cuales seguir viviendo en España. De ahí que los motivos esgrimidos al inicio del proyecto migratorio ahora perdieran sentido, situando la opción del retorno una vía factible para salir de esa situación. Cabe señalar que, si bien la mayoría de los consultados mantuvo la idea del retorno a lo largo de toda su experiencia migratoria, el desempleo producto de la crisis económica contribuyó a adelantar esa idea de regreso.
De los datos disponibles, se observa que el principal recurso que movilizó este grupo es de carácter tangible. Los tres recursos más destacables fueron: enseres enviados vía conteiner, ahorros y prestación de desempleo. Aun habiendo forjado proyectos migratorios indefinidos, esto es, no se hizo mucha planificación sobre cuándo y cómo volver, algún tipo de preparedness hicieron al momento de salir de España.
2. Proyecto de retorno donde prima la motivación de capitalizar recursos en el país de origen (nivel meso-relacional)
En este grupo se encuentran gran parte de los que emigraron en búsqueda de perfeccionamiento y capacitación profesional. Estos migrantes se sumergieron en la vivencia de una experiencia más amplia asociada a una cultura generacional y global de la movilidad (Esteban, 2015). Cumplieron con su sueño de “vivir la experiencia en Europa”, no solo adquirieron capital cultural institucionalizado (Bourdieu, 2011, p. 219), sino que conocieron otras culturas retornando como ciudadanos cosmopolitas. Este grupo concibe el retorno como una oportunidad para seguir creciendo personal y profesionalmente. Al momento del retorno, valoraron positivamente la recuperación de la economía argentina y percibieron que era un espacio social apto para capitalizar el conjunto de experiencias adquiridas en la sociedad receptora. Son jóvenes entusiastas que al momento del retorno estaban dispuestos a movilizar la mayor cantidad de recursos posibles, principalmente los de carácter intangible (Cassarino, 2004), como las remesas sociales (Levitt, 2001) o socio-culturales (Rivera, 2004).
Para este grupo la reinserción laboral en el país de origen es percibida como satisfactoria. Perciben que los recursos movilizados son valorados positivamente por la sociedad de origen, lo que estimula de manera considerable a seguir manteniendo los vínculos y redes de contactos con España y otros países. No sucede lo mismo con la reinserción social, en tanto las costumbres, los modos de vida y variados aspectos de la idiosincrasia argentina les produce un jet lag cultural (Petroff, 2013). De ahí que, por lo general, perciban con frecuencia una sensación de ambivalencia en el retorno. Esto es, se genera una tensión entre la satisfacción que les producen sus empleos (y el reconocimiento que le otorga la sociedad de origen) y la reticencia y hostilidad en el encajar dentro de los valores, normas y costumbres argentinas. Los relatos de nuestros consultados muestran que según como impacte este condicionante en la vida del migrante, puede ser motivo suficiente para decidir re-emigrar. Dentro de este perfil se observan dos sub-grupos:
Los que se perfeccionaron con estudios de postgrado (cursos, máster y en algunos casos doctorado), pero que debido a la crisis no tuvieron garantía de continuidad en su profesión una vez finalizada la formación o beca. Algunos ya habían concluido sus formaciones y buscaron un empleo que en ocasiones terminó siendo precario, con una marcada inconsistencia de status (Oso y Parella, 2012). El retorno, de este modo, se convertía en una opción interesante para poder desarrollar sus carreras profesionales.
Los que hicieron carrera de doctorado en España y optaron por volver a través del programa de repatriación de científicos (Programa Raíces), lo que les garantizó una reinserción laboral y social óptima a la mayoría.
3. Proyecto de retorno donde prima la motivación afectiva/familiar (nivel micro-individual)
En este grupo se encuentran los que pusieron en un primer plano el bienestar de su salud mental y los afectos. En ocasiones, la nostalgia hacia el terruño y los seres queridos resultó el principal aspecto negativo de la experiencia migratoria: la saudade argentina. Para este grupo, la crisis supuso un punto de disrupción en el conjunto de la trayectoria. Es en este contexto de crisis donde se agudizaron las razones del retorno vinculadas a las motivaciones familiares; y empezaron a entrar en juego otros factores del nivel micro. De ese modo, cuando la razón de peso para la emigración había sido la económica (o bien como acompañantes de quienes tenían vocación migratoria) ahora pierde fuerza como consecuencia de la crisis, y las razones familiares que antes se situaban en un segundo plano cobran ahora especial protagonismo (Parella y Petroff, 2018). Se evidencia una necesidad de recuperar afectos. Dentro de este grupo se encuentran dos factores a destacar en lo vinculante a lo familiar:
Afectos: retornan para agrandar la familia (abuelos, tíos, primos y sobrinos) y que ello repercuta en una crianza positiva para los hijos. En resumidas cuentas, se evidencia una necesidad de recuperar el capital familiar: se antepone la “calidez de vida” ante la “calidad de vida”, como planteaba una de las entrevistadas. Estos migrantes, generalmente mujeres, desean capitalizar al máximo el capital social obtenido en la sociedad receptora, principalmente el pasaporte europeo que es el instrumento que permitiría garantizar futuras movilidades para sus hijos.
Salud: se observa que una enfermedad o el fallecimiento de un familiar pueden ser razón suficiente para decidir retornar. En casos como estos, los migrantes tienden a interrumpir drásticamente su estancia migratoria en destino. En otros casos, se observa también cierta sensación de culpa por abandono de los seres queridos, sobre todo cuando los familiares se encuentran en edades avanzadas.
Retorno e intencionalidad de posibles re-emigraciones: ¿retorno definitivo o retorno temporal?
A partir del trabajo de campo realizado entre 2016 y 2017 se planteó como hipótesis preliminar que la situación política y social de Argentina pudiera tener cierto peso en una posible decisión de re-emigración, principalmente hacia España ya que la mayoría de migrantes poseían redes sociales que permitirían una mejor reincorporación en la sociedad de destino. Sin embargo, nuestros hallazgos mostraron que no ha habido una predisposición a la re-emigración como se esperaba. Si bien los retornados gozan de las condiciones para ser potenciales re-emigrantes, en tanto poseen una amplia experiencia migratoria o “habitus migratorio” (Narciso y Carrasco, 2017), al tiempo que pueden hacer un uso estratégico de la doble ciudadanía (Rivero y Martínez, 2021), no se observa una alta propensión a re-direccionar los retornos, incluso teniendo la mayoría una alta capacidad a la movilidad en la medida que casi todos poseen pasaporte europeo (como capital social) y los sitúa de manera privilegiada en los regímenes de movilidad global (Glick-Schiller y Salazar, 2013). 10
El análisis sobre la temporalidad de los retornos arrojó una percepción generalizada acerca de que en Argentina no hay un correcto funcionamiento de la sociedad. Se observa una actitud como de resignación, pero pese a ello prefieren permanecer en el terruño. No obstante, tampoco se puede eludir que otros prefieren seguir moviéndose. Si bien una gran parte de los retornados planteó en la primera fase de entrevistas que se asentaría definitivamente en el país de origen, en la segunda etapa algunos modificaron la intencionalidad de permanencia en origen dando las razones por las cuales estarían dispuestos a volver a emigrar; incluso otros consumaron la re-emigración. Estas redefiniciones ponen de manifiesto el carácter dinámico, contingente y hasta contradictorio de los proyectos migratorios de retorno. En la Tabla 3 se vincula el tipo de proyecto migratorio, según la propensión a efectuar nuevas migraciones y/o movimientos circulares.
1. Proyecto de retorno donde prima la motivación económica (nivel macro-estructural): propensión media a la re-emigración
En términos generales, se podría decir que este grupo percibe su regreso al país de origen como un cierre de ciclo y de re-establecimiento definitivo. En general, manifiestan no sentirse preparados psicológicamente para volver a empezar una experiencia migratoria, volver a ser un inmigrante. El deseo de establecerse definitivamente en un lugar puede estar guiado por el deseo de comprarse una casa, tener un empleo fijo o formar una familia. Por tanto, la idea de una nueva migración podría obstaculizar estas expectativas de vida. En palabras de Petroff (2013) estudiar a los migrantes aislando sus etapas migratorias de las demás etapas vitales implica una visión monolítica que construye barreras artificiales entre las vidas vividas allí (en el país de origen) y las vidas vividas aquí (en el país de destino) (p. 309). Pese a esto, algunos de estos migrantes admiten que, de haber una situación crítica, por ejemplo, una nueva crisis económica, serían capaces de volver a emigrar, pero esta vez por tiempo determinado, con un objetivo claro y definido a priori.
2. Proyecto de retorno donde prima la motivación de capitalizar-movilizar recursos (nivel meso-relacional): propensión alta a la re-emigración
Para una gran parte de este grupo el retorno es impredecible en términos de temporalidad, se ajustaron a la generación de la movilidad y el cosmopolitismo. De ahí que no posean un sentimiento patriótico ni nacionalista: la Argentina es un lugar más de los tantos que ellos han transitado o transitan. En términos generales, estos migrantes cuestionan posturas etnonacionalistas (Gandini, 2018). A diferencia del anterior grupo, si las circunstancias les volvieran a constreñir, serían capaces de volver a migrar más allá de los significados sociales en torno a la edad, la maternidad, la familia, entre otros. Como son parte de una cultura generacional y global de la movilidad (Esteban, 2015) tienen menos inconvenientes en cambiar de lugar de residencia. Son potenciales re-emigrantes y “circulantes” (Tarrius, 2007).
Como en ocasiones sienten una tensión entre la satisfacción que les producen sus empleos (y el reconocimiento profesional que le otorga la sociedad de origen) y la reticencia y hostilidad en encajar dentro de los valores, normas y costumbres argentinas, según como impacte este condicionante en la vida del migrante puede ser motivo suficiente para decidir re-emigrar. Otra situación observada de posible re-emigración es la de los que hicieron carrera de doctorado y optaron volver a través del Programa Raíces. La reinserción sociolaboral a partir del programa fue óptima para la mayoría, aunque también se pudo observar algunos casos de jóvenes doctores que al término de sus becas postdoc de retorno no lograron el ingreso permanente a la carrera de investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), lo que terminó desencadenando en nuevas re-emigraciones (Rivero, 2018). 11
3. Proyecto de retorno donde prima la motivación afectiva-familiar (nivel micro-individual): propensión baja a la re-emigración
Grosso modo, se podría inferir que este grupo es el que más tiende a reinstalarse definitivamente en origen. Al igual que el primer grupo, la mayoría manifiesta que de haber una nueva crisis económica en la Argentina no estarían dispuestos psicológicamente a volver a emprender la travesía de la migración. Los migrantes de este grupo instalaron al interior de sus familias una retórica sobre una cultura migratoria 12 que esperan sea transmitida a su descendencia. Dicha cultura migratoria ahora es concebida como un proceso abierto en la medida que los hijos de nuestros consultados (algunos españoles) continuarían con la experiencia de la migración y la movilidad. Por eso se valora positivamente la posesión del pasaporte español en tanto capital social. En este sentido, parecieran concebir la movilidad como un recurso estratégico y como parte ineludible de una cultura generacional que elige la movilidad como forma de enclasamiento (Jiménez, 2011).