Los cambios demográficos y el envejecimiento de la población han propiciado un aumento de la demanda de cuidados en un contexto de fragilidad en su cobertura, generada por una distribución insuficiente y precarizada de las responsabilidades de cuidado, lo que se ha definido en términos de crisis (Pérez Orozco, 2006; Ezquerra, 2011; Comas d’Argemir, 2014). En respuesta, surgen iniciativas para reformular los cuidados desde lo comunitario y transformar el modelo actual (Martínez-Virto y Hermoso-Humbert, 2021; Vega et al., 2021, entre otros). Cabe mencionar el proyecto Radars (Moreno-Colom, 2018), el programa Baixem al Carrer (Celi Medina, 2022) y las Superillas (Moreno-Colom, 2021, Kussy et al., 2022) desarrolladas en Barcelona, así como el impulso por parte del Ayuntamiento de dicha ciudad de la Medida de Gobierno por una Democratización del Cuidado de la Ciudad de Barcelona (Ezquerra y Keller, 2022), además de los Ecosistemas Locales de Cuidado desarrollados en el Territorio Histórico de Gipuzkoa (Diputación Foral de Gipuzkoa, 2021).
Los Ecosistemas Locales de Cuidado son iniciativas público-comunitarias innovadoras de provisión de cuidados a personas mayores implementadas desde las instituciones públicas. Tienen carácter experimental, pero nacen con la pretensión de consolidarse como un nuevo modelo de cuidados, a través de impulsar la activación comunitaria, y alimentándose de ella, así como promoviendo la coordinación socio-sanitaria, la desinstitucionalización, la personalización de itinerarios y servicios, y el uso de tecnologías (Diputación Foral de Gipuzkoa, 2021). Si bien se avanza previamente en este sentido en el Territorio Histórico de Gipuzkoa, su puesta en marcha se propicia desde la Diputación Foral a partir de 2021 en el marco de la estrategia Zaintza HerriLab (Diputación Foral de Gipuzkoa, 2021), pues según La Ley 12/2008, de 5 de diciembre, de Servicios Sociales, en la Comunidad Autónoma del País Vasco la cobertura de servicios de cuidado de larga duración es competencia de las Diputaciones Forales. Además, cuentan con el respaldo del Gobierno Vasco y se implementan desde los Ayuntamientos.
Los Ecosistemas Locales de Cuidado responden de manera específica a las necesidades concretas de cada municipio, pero tienen características y objetivos comunes (Diputación Foral de Gipuzkoa, 2021). Promueven un modelo de gobernanza colaborativa cuya cristalización más representativa es la constitución de un órgano de coordinación, llamado Grupo Motor, en el que participan los agentes principales que conforman la iniciativa y donde se trabaja en torno a objetivos estratégicos. El Ecosistema Local de Cuidado de Zestoa tiene las características descritas y se crea para ofrecer una respuesta público-comunitaria a la incipiente demanda de cuidados del municipio. Zestoa es rural, cuenta con 3.812 habitantes y 43,69 km2 y, como la Comunidad Autónoma del País Vasco en su conjunto, tiene una tasa de envejecimiento alta: actualmente de 19,5% y para 2035 se estima del 26,5% (Gislan, 2021). A nivel organizativo, las decisiones estratégicas sobre el Ecosistema Local de Cuidado de Zestoa las toma el Ayuntamiento, que crea un Grupo Motor, denominado Mesa de Mayores, conformado por agentes institucionales, privados y comunitarios del municipio relacionados con la vejez y el cuidado a personas mayores.
Tomando en cuenta todo ello, el artículo tiene como objetivo analizar el proceso de gestación del Ecosistema Local de Cuidado de Zestoa, prestando atención a la organización social de los cuidados en el municipio y a la colaboración entre los agentes que forman parte del Grupo Motor. Para ello, se hizo un seguimiento de la iniciativa desde sus primeros pasos en mayo de 2021 hasta su presentación pública en marzo de 2023, mediante visitas, encuentros formales e informales, entrevistas en profundidad y grupos de discusión con los agentes de la Mesa de Mayores. La finalidad última de la investigación fue acompañar la creación del Ecosistema Local de Cuidado para determinar cómo se sitúa cada agente respecto a él y dibujar un horizonte común.
La puesta en marcha del Ecosistema Local de Cuidado de Zestoa constituye un espacio privilegiado para analizar las oportunidades que brinda la comunidad a la hora de articular un sistema de provisión de cuidados público-comunitario, desde una perspectiva doble: la organización social del cuidado y el modelo de gobernanza. Por ello, el artículo sitúa la iniciativa estudiada en el contexto más amplio de los Estados de Bienestar mediterráneos (Flaquer, 2004; Saraceno, 2016, Naldini y Jurado Guerrero, 2013, entre otros), así como respecto a la crisis de cuidados y a los procesos contradictorios de desfamiliarización, refamiliarización y desinstitucionalización (Pérez Orozco, 2006; León y Pavolini, 2014). Además, como aborda una experiencia local, promovida por la administración pública y basada en la articulación comunitaria, toma en consideración los trabajos desarrollados sobre cuidado comunitario (Vega et al., 2018a; Rosas y Gil Araujo, 2021, entre otros), así como respecto a la gobernanza colaborativa (Ormazabal, 2019; Barandiaran, 2021) y el municipalismo (Blanco et al., 2019; Russell, 2019).
En el contexto español, existe una amplia literatura sobre iniciativas comunitarias o público-comunitarias de cuidado a personas mayores. Algunos estudios se centran en proyectos desarrollados en distritos o barrios de contextos urbanos (Moreno-Colom, 2018; 2021; Kussy et al., 2022; Celi Medina, 2022); otros en iniciativas de convivencia, o co-housing, destinados a un grupo reducido de personas (Mogollón García y Fernández Cubero, 2019; Artiaga, 2021; García García et al., 2021; Keller y Ezquerra, 2021). También hay trabajos sobre experiencias surgidas como respuesta a situaciones de emergencia, como la pandemia provocada por la covid-19 (Bodoque y Sanz, 2022; Bodoque-Puerta et al., 2022). Todos acotan su análisis a un periodo de tiempo corto. Apenas hay estudios con seguimientos prolongados de proyectos desarrollados en municipios rurales y dirigidos al conjunto de la población mayor. Este artículo pretende cubrir, en cierta forma, este vacío.
Organización social del cuidado, cuidado comunitario y gobernanza colaborativa
Estado de Bienestar familista y crisis de cuidados
En los países occidentales se responde a la demanda de cuidados a través de cuatro agentes, en una configuración que se define como “diamante de cuidados”: Estado, familia, mercado y comunidad (Razavi, 2007). Los cuidados se resuelven en dichas esferas, que no tienen límites claros y que se conjugan en el día a día articulando un “mosaico de los cuidados” (Soronellas et al., 2021). Más concretamente, en los países mediterráneos, con un modelo de Estado de Bienestar familista, la familia asume la mayor parte del trabajo de cuidados (Saraceno, 1995; 2016; Naldini y Jurado Guerrero, 2013).
El Estado de Bienestar familista se caracteriza por una fuerte solidaridad familiar estructurada en base a las relaciones intergeneracionales y de género (Saraceno, 2016), donde las mujeres se encargan mayoritariamente de la provisión de cuidados y el Estado brinda escasos servicios y bajos subsidios familiares (Naldini y Jurado Guerrero, 2013). Esta organización asume que el espacio “natural” del cuidado es el hogar (Flaquer, 2004) y convierte a las familias en unidades imprescindibles para asegurar el bienestar y a las mujeres en responsables de los trabajos de cuidado (Saraceno, 1995). El protagonismo del cuidado familiar explica la dirección que toman los programas de cuidado social desarrollados por el Estado (Saraceno, 1995).
No obstante, en las últimas décadas el modelo de provisión de cuidados familista se está reconfigurando (Saraceno, 2016; Naldini y Jurado Guerrero 2013; Comas d’Argemir, 2014). Dicha reconfiguración tiene lugar en un contexto global de crisis de cuidados (Comas d’Argemir, 2014; Ezquerra, 2011; Pérez Orozco, 2006), surgida por la conjunción de varios factores: incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral y omisión de los hombres en la asunción de cuidados, envejecimiento de la población, cambios estructurales en las familias, ruptura de redes comunitarias y recortes significativos en políticas públicas que, en el caso del Estado español, menguan un Estado de Bienestar poco desarrollado (Comas d’Argemir, 2014). Es un contexto en el que aumenta tanto la demanda de cuidados, como las dificultades para prestarlos y recibirlos (Ezquerra, 2011). Frente a ello, las familias tienden a menudo a la externalización y, en el contexto español, dado el escaso desarrollo de servicios públicos (Comas d’Argemir, 2014), se convierten en las principales gestoras de la contratación particular (Vega et al., 2018b).
En este marco, el modelo familista gira hacia el modelo de “una migrante en la familia” (Bettio et al., 2006), a través del trabajo precarizado de mujeres de países del sur global que forman parte de “cadenas globales de cuidado” (Hochschild, 2001). Lejos de trastocar los patrones de género, las cadenas globales de cuidado se sostienen sobre ellos (Comas d’Argemir, 2014). Así, como recuerda Pérez Orozco (2006, pp. 26-27), se conforman uniendo distintos puntos geográficos del planeta “por mujeres que se transfieren cuidados las unas a las otras” y están atravesadas por relaciones globales de poder de género, pero también de etnia y de clase, que reproducen la división sexual y colonial del trabajo de cuidados, de modo que se convierten en “el exponente visible de la transnacionalización de la crisis de los cuidados”.
Familiarización, mercantilización y desinstitucionalización
El Estado juega un papel fundamental en la reconfiguración del modelo de cuidados a la hora de impulsar políticas de desfamiliarización, así como desarrollar políticas para permitir que las familias cuiden (Saraceno, 2016). En el caso español, la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, conocida como Ley de Dependencia, constituye un claro cambio de rumbo en las políticas de cuidado de larga duración, al promover un sistema de provisión de cuidados de carácter universal. No obstante, en su aplicación da paso al desarrollo de un modelo más bien privativo (León y Pavolini, 2014) que impone el copago (Costa-Font, 2010), lo que, junto con los recortes en el gasto social y la puesta en marcha de medidas como la prestación económica, tienden a refamiliarizar el cuidado (Artiaga, 2015). Por ello, se considera que el desarrollo efectivo de la Ley ha sido insuficiente (Artiaga, 2021), así como desigual según el contexto territorial, ya que ha estado determinado por el reparto competencial y por la coyuntura política y económica, cuyo impacto más significativo se debe a los recortes presupuestarios derivados de la crisis económica-financiera de 2008 (Martinez-Buján, 2014; 2020).
En consecuencia, Martínez-Buján (2014) señala dos cambios de los últimos años en el contexto español, que afectan al cuidado de larga duración: la nueva legislación y su implementación en cada territorio, y la mercantilización del cuidado mediante la contratación de trabajadoras de hogar. Según la autora, no se trata de fenómenos aislados, sino que las prestaciones económicas para el cuidado familiar han podido promover, en parte, la mercantilización, al ser utilizadas para la contratación de trabajadoras de hogar. Así, atendiendo al reparto entre los agentes que conforman el “diamante de cuidados” (Razavi, 2007), Martínez-Buján (2014) argumenta que, en el contexto español, “las tendencias hacia el familismo y la mercantilización coexisten con distintos niveles de servicios públicos de atención” (p. 108). Concretamente, la Comunidad Autónoma del País Vasco se define como una región familista, pero con una situación más equilibrada de provisión diferenciándose del contexto general. Es decir, en comparación con el resto del Estado, en el territorio vasco en la provisión de cuidados de larga duración existe “una elevada participación de los servicios sociales, un alto desarrollo de las prestaciones económicas y una relevante presencia de cuidadoras no profesionales contratadas” (Martínez-Buján, 2014, p. 115).
Junto a ello, algunos trabajos mencionan la expansión en el contexto europeo de discursos sobre la desinstitucionalización. Así, el estudio llevado a cabo por Yeandle et al. (2012) , muestra que, en países como Finlandia, Reino Unido y Australia, donde se implantan políticas de desinstitucionalización a finales de 1990 e inicio de 2000, se observa un incremento de personas dependientes viviendo en sus hogares, cuyas necesidades se satisfacen mediante el cuidado familiar. Además, estas autoras advierten que, en dichos países, la desinstitucionalización implica la creación de una economía mixta en el sector de cuidados que deja cada vez más espacio al ánimo de lucro. De forma general, la desinstitucionalización se acompaña también por una llamada a lo comunitario, a través de programas conocidos como community care, implantados por primera vez en Reino Unido bajo el gobierno de Cameron, que definen la comunidad como espacio de provisión de cuidados (Bacon et al, 2013). No obstante, en base a otros trabajos, Vega et al. (2018a) advierten que en dichos programas los cuidados acaban recayendo principalmente sobre las mujeres, por lo que se acentúa la dependencia, el aislamiento y la sobrecarga femenina, al tiempo que lo comunitario se convierte en una suerte de extensión de lo doméstico, sin promover la socialización del trabajo de cuidado.
Cuidados, comunidad y Estado
En la década de los 80 y principios de los 90 del siglo XX, las investigaciones feministas desechan lo comunitario “como un espacio común, horizontal y transformador en términos de género” (Vega et al., 2018b, p. 26). No obstante, más recientemente, se puede identificar una tendencia a poner el foco en esta esfera a la hora de plantear una nueva organización social del cuidado. Así, como señala Federici (2013) , a partir de 1990, y de forma exponencial a partir de 2010, surgen en todo el mundo respuestas a las distintas crisis provocadas por el neoliberalismo, que proponen la construcción de lo común. Emergen “manifestaciones masivas, ocupaciones de tierras, construcción de economías solidarias y de otros métodos de desarrollo de los comunes” (Federici, 2013, p. 173), son momentos en los que lo comunitario resurge como nodo de utopías (Draper, 2018). La “cuestión social” vuelve, pero no lo hace en términos clásicos (Mezzadra y Neumann, 2019) sino a través de la proliferación de modelos abiertos y difusos (en lugar de rígidos y coherentes) y el cambio en la forma de entender tanto la acción política como los sujetos políticos (Esteban, 2015) remite a un nuevo horizonte donde lo comunitario ocupa un espacio propio.
En los últimos años, además, se construye un espacio de “nuevos comunes” en el que se incluyen dimensiones como bienestar, educación, sanidad o cuidados (Martínez-Buján, 2020). Ante las limitaciones que muestra el Estado (Arin et al., 2021), la comunidad emerge como un lugar para el desarrollo de una amplia variedad de experiencias colectivas englobadas bajo el paraguas de lo que se conoce como “cuidado comunitario” (Vega et al., 2018b). Se trata de una multitud de experiencias situadas, vinculadas a los contextos en los que se crean (Rosas y Gil Araujo, 2021). En este marco, hoy por hoy, el cuidado comunitario se identifica como elemento “poco definido y delimitado”, no conformado como un terreno de investigación consolidado (Martinez-Buján, 2020). No obstante, los estudios en torno a él, vislumbran en el desarrollo de las experiencias comunitarias oportunidades para una reconfiguración de la organización social de los cuidados, al subrayar el desplazamiento de la responsabilidad del cuidado desde el entorno familiar hacia la esfera de lo público-comunitario o de lo comunitario. Así, se pone de manifiesto que en las iniciativas público-comunitarias promovidas por las administraciones (top-down) el cuidado se considera una responsabilidad pública y un compromiso social (Moreno-Colom, 2018, 2021; Ezquerra y Keller, 2022) y en las que emergen desde la sociedad civil (botton-up) se articula en base al principio de reciprocidad (Artiaga, 2021; Bodoque y Sanz, 2022). En ambos casos, se advierte que no se supera la división sexual del trabajo ni la feminización del cuidado (Vega et al., 2018b; Moreno-Colom, 2018, 2021; Artiaga, 2021; Keller y Ezquerra, 2021; Bodoque y Sanz, 2022).
Asimismo, poniendo el foco en el papel del Estado, algunos trabajos indican que muestra dificultades para adaptarse con rapidez a nuevas situaciones, pero que, a su vez, es el agente que cuenta con recursos y capacidad de gestión suficiente para hacerlo (Martínez-Virto y Hermoso-Humbert, 2021). Otros análisis advierten del riesgo que supone la aparición de lo comunitario como antesala para que la inversión pública se detraiga (Zubero, 2017). Paralelamente, se genera cierto consenso a la hora de señalar que el ámbito de la participación y gestión institucional experimenta transformaciones hacia formas de gobernanza colaborativa que promueven la participación de la ciudadanía (Ormazabal et al., 2019; Zúñiga y Arrieta, 2021; Barandiaran, 2021).
Al tiempo de los procesos citados, acontecen otras transformaciones a nivel local. Junto a las llamadas “candidaturas del cambio” y la toma de distintos gobiernos de grandes ciudades, como Madrid y Barcelona, a partir de 2015 (Blanco et al., 2019), lo municipal se convierte en “punto de entrada estratégico” y las administraciones gubernamentales en herramientas a las que acceder y utilizar (Russell, 2019). Tal giro implica una comprensión del Estado y sus administraciones como una relación, como la condensación material de relaciones sociales de fuerzas (Poulantzas, 1979). En este contexto, es la administración local, como nivel administrativo que más incide en la cotidianeidad de la ciudadanía (Moreno Colom, 2018) y donde se extienden mecanismos institucionales de democracia participativa (Janoschka y Consejero, 2018), la que puede facilitar el acercamiento de la ciudadanía a los espacios de decisión y poder. Entendiendo la democratización como un proceso dinámico e incompleto (Tilly, 2007), el desarrollo de nuevas formas de participación y de toma de decisiones puede resultar positivo para trasformar el modelo de cuidados. Se trata de nuevas formas que van más allá de las tradicionales y que construyen relaciones entre instituciones, movimientos sociales y sociedad civil (Büllesbach et al., 2017).
Metodología
Para profundizar en la comprensión del proceso de gestación del Ecosistema Local de Cuidado de Zestoa, siguiendo a Stake (1999) y Martínez Carazo (2006) , hemos llevado a cabo un estudio de caso. La información previa disponible sobre la iniciativa y el contexto en el que se crea era limitada, por lo que empleamos un enfoque idiográfico (Gilgun, 1994), con el fin de obtener una comprensión completa y detallada del proyecto y prestar atención a sus detalles y particularidades. El estudio de caso nos permitió registrar el comportamiento de los agentes involucrados (Martínez Carazo, 2006) en la gestación y el desarrollo del Ecosistema Local de Cuidado y definir su función. Así, establecimos una estrecha relación con la iniciativa, lo que nos permitió desarrollar una investigación que refleja de cerca la realidad (Eisenhardt, 1989) y establecer un horizonte común entre los agentes involucrados.
Siguiendo a Alonso (1998) , decidimos emplear el enfoque cualitativo para producir datos subjetivos y contextualizados y entender así cómo los agentes del Grupo Motor construyen y dan sentido a su realidad social. De este modo, las técnicas empleadas fueron: observación participante, entrevistas en profundidad y grupos de discusión. El trabajo de campo se llevó a cabo entre mayo de 2021 y marzo de 2023, culminó el día de la presentación pública del Ecosistema Local de Cuidado. Desde que tuvimos conocimiento de la iniciativa, la observación participante fue continuada, mediante llamadas telefónicas, encuentros informales y reuniones formales (seis reuniones presenciales y dos en línea entre abril de 2021 y marzo de 2023). Las entrevistas y los grupos de discusión a los agentes que conforman el Grupo Motor del Ecosistema Local de Cuidado (la Mesa de Mayores) tuvieron lugar entre mayo y junio de 2022.
La Mesa de Mayores está compuesta por ocho agentes: Alcalde, Trabajadoras Sociales, Personal Técnico de Deportes del Ayuntamiento, las dos residencias del municipio, las dos asociaciones del municipio de carácter popular compuestas por personas mayores que trabajan en torno a la vejez y el cuidado, así como un agente externo que, en el periodo estudiado, estaba llevando a cabo una investigación e intervención sobre prevención de la vulnerabilidad. Definimos al Alcalde, a las Trabajadoras Sociales, y al Personal Técnico de Deportes del Ayuntamiento como agentes institucionales, que prestan servicios desde el ámbito público. Las residencias están gestionadas, respectivamente, por una fundación con ánimo de lucro y una fundación sin ánimo de lucro, y son autopercibidas como agentes privados. El agente externo es una cooperativa que forma parte de la Economía Social y Solidaria. Las dos asociaciones se autoidentifican y son identificadas por los otros agentes como agentes comunitarios. Ambas están constituidas como asociación, lo que ha permitido formalizar su participación en el Ecosistema Local de Cuidados. Una cuenta con una larga trayectoria y se dedica principalmente a organizar actividades lúdicas para las personas mayores del municipio. Este tipo de asociaciones es común en el contexto vasco. La otra surge con el objetivo de trabajar de forma crítica en torno a la provisión de cuidados de larga duración en el municipio y cuenta con una trayectoria más corta.
La elección del Ecosistema Local de Cuidado de Zestoa no fue casual. Tuvimos conocimiento de la iniciativa mediante un participante de una de las asociaciones de carácter popular quien, a su vez, nos puso en contacto con la dirección de una de las residencias y el Alcalde. Ellos han sido nuestros principales interlocutores y han respaldado la investigación, lo que nos ha facilitado el acceso al campo. Al mismo tiempo, hemos tenido que hacer un esfuerzo mayor para conocer la posición y los discursos de los demás agentes. Además, realizar el seguimiento del Ecosistema Local de Cuidado de forma prolongada y hacer una devolución de los resultados, nos ha situado, en algunos momentos, como agente activo de su proceso de constitución. Debido a tales circunstancias, se puede afirmar que no sólo hemos estudiado la gestación de la iniciativa, sino que, en cierta forma, hemos contribuido a ella. Conscientes de ello, hemos procurado que nuestra presencia no obstaculizase ni condicionase la gestación del Ecosistema Local de Cuidados. Con tal finalidad, hemos consensuado nuestro lugar y nuestras funciones con todos los agentes, especialmente con el Ayuntamiento y el Agente Externo. Además, durante el proceso de investigación, nos hemos adaptado a sus ritmos, dinámicas y formas de hacer y hemos evitado mantener una relación intensa por periodos prolongados, por lo que el trabajo de campo se ha realizado intencionadamente de forma discontinua.
Realizamos entrevistas en profundidad con las personas que representan los centros de decisión de las instituciones y con agentes individuales con una portavocía clara. En total, fueron seis entrevistas: E1. Residencia A, E2. Residencia B, E3. Alcalde, E4. Trabajadora Social, E5. Agente Externo, E6. Personal Técnico de Deportes. Los grupos de discusión se desarrollaron con participantes de las dos asociaciones de carácter popular, los agentes de carácter colectivo y sin una representación unipersonal formal, pues esta técnica proporciona la oportunidad de explorar la subjetividad colectiva y los discursos grupales (Alonso, 1998). El objetivo fue construir un discurso consensuado y homogeneizador (Alonso, 1998), para evitar portavocías individuales. Se llevaron a cabo dos grupos de discusión, uno con siete participantes (GD1 Asociación A) y el otro con cuatro (GD2 Asociación B). Las personas participantes en ambos grupos se conocían entre sí por lo que se consideran grupos homogéneos.
Las entrevistas y los grupos de discusión se moderaron siguiendo un guion flexible formado por cuatro bloques temáticos: 1) presentación y descripción de las actividades desempeñadas respecto a la provisión de cuidados; 2) descripción de los recursos disponibles en el municipio para responder a la demanda de cuidados; 3) definición del Ecosistema Local de Cuidado y expectativas en torno a él y 4) cuidado ideal y provisión ideal de cuidados. Tuvieron una duración de entre 1 hora y 1 hora y media y se realizaron en el lugar elegido por las personas participantes. Antes de iniciarlas, proporcionamos explicaciones detalladas sobre el consentimiento informado con el fin de consensuar estrategias para garantizar la confidencialidad. Todas las personas participantes otorgaron su consentimiento verbal y escrito. Para garantizar la confidencialidad, no hemos hecho público el nombre de las asociaciones, ni información concreta sobre sus participantes. En las entrevistas individuales las personas participantes pueden ser identificadas por su cargo o puesto de trabajo, por lo que la confidencialidad ha sido más difícil de garantizar. A pesar de ello, hemos trabajado con máxima cautela y no hemos utilizado para la investigación datos personales ni información que pudiera ser conflictiva o comprometer a las participantes.
Con el objetivo de fomentar la proximidad y afinidad con las personas participantes, una de las fortalezas del estudio de caso (Eisenhardt, 1989), realizamos el trabajo de campo en euskera, la lengua en la que se expresan todos los agentes. Las entrevistas y los grupos de discusión han sido transcritas literalmente en dicha lengua. Por tanto, las citas empleadas en el apartado de resultados han sido traducidas por las autoras y, como el euskera no tiene marca género, en la traducción se ha empleado lenguaje inclusivo. Las transcripciones han servido para llevar a cabo un análisis de discurso (Ruiz, 2009) con el fin de identificar y comprender las narrativas en su contexto y como una forma de construir la realidad social relatada por los agentes del Grupo Motor del Ecosistema Local de Cuidado de Zestoa. Prestamos especial atención a tres cuestiones: 1) provisión de cuidados en el municipio y papel de la comunidad en ella, 2) definición del Ecosistema Local de Cuidado aportado por cada agente y su implicación en él 3) liderazgo del proyecto y perspectivas de futuro.
Resultados
Los resultados se dividen en dos grandes apartados que describen, por un lado, la organización social del cuidado en Zestoa y, por otro, el proceso de gestación del Ecosistema Local de Cuidado, poniendo el foco de atención en el modelo de gobernanza y en la relación entre agentes.
Organización social del cuidado en Zestoa
La provisión de cuidados se resuelve en el municipio a través del Estado, la familia, el mercado y la comunidad, con diferentes niveles de intensidad, y a menudo con fronteras difusas, dando forma al “diamante de cuidados” (Razavi, 2007). El protagonismo de cada agente es diferente, así como los servicios prestados y la responsabilidad de cuidado asumida, de modo que se da respuesta a las necesidades de cuidado gracias a un “mosaico de cuidados” (Soronellas et al., 2021) que combina de forma complementaria actores y servicios.
La familia es clave en la provisión de cuidados. Su presencia en el discurso de los agentes ha sido escasa, pero importante. Juega un papel ambivalente, pues se sitúa, paralelamente, como el lugar convencional de los cuidados prestados por mujeres y en un ámbito atravesado por las transformaciones sociales en curso, que los agentes interpretan de forma diferencial cuando imaginan y proyectan quién debe cuidar y cómo debería ser dicho cuidado. Por un lado, la Directora de la Residencia B remarca el protagonismo de las mujeres en el cuidado familiar: “Si hay padres que tienen una hija saben que toda la carga va sobre ellas, que la hija tiene que hacerse cargo del cuidado de forma automática […] Y si es hijo, la esposa del hijo” (E2). Por otro lado, el Alcalde y el Personal Técnico del Área de Deporte manifiestan que la capacidad de proveer cuidados por parte de las familias es cada vez menor, debido a los cambios en las formas de convivencia y las estructuras familiares:
“Poco a poco la unidad familiar no tiene la capacidad… [de cuidar] o la familia, porque sus descendientes se han ido fuera a trabajar o viven fuera…” (E3: Alcalde)
“¿cómo haremos nosotros y nosotras con el cuidado cuando tengamos 80 años y no tengamos un entorno…? Pues bueno, quizás seas hija única…” (E6: Técnica del Área de Deporte)
Por último, la Trabajadora de Servicios Sociales admite que, a menudo, el cuidado familiar es la única opción, aunque no la más adecuada. Señala que no todas las personas que precisan atención pueden acceder a servicios: “no todas tienen la posibilidad de llevarlo al centro de día o asumir una residencia.” (E4). Por tanto, el cuidado recae sobre la familia, lo que, muchas veces, provoca malestar: “hay muchos/as familiares cansados/as, quemados/as, […] de estar cuidando, pero… si no estás bien, no es lo más adecuado… ¿no?” (E4). En la misma línea, las y los habitantes mayores de Zestoa que participan en las dos asociaciones de carácter popular nombran el cuidado familiar al proyectar sus propias necesidades futuras. Identifican el “cuidado perfecto” con la “autonomía” (GD1. Asociación A) y advierten de forma unánime que no quieren suponer una “carga” para sus familias: “antes de ser una carga, prefiero ir a una residencia” (GD2. Asociación B)
Se alude también a la externalización mediante la contratación de trabajadoras de hogar, lo que implica una tercera esfera en la provisión de cuidados, el mercado: “Hay otras personas que resuelven ese cuidado de forma… contratan a una persona de forma privada” (E5: Agente Externo). Según las personas mayores participantes en una de las asociaciones, la contratación de trabajadoras de hogar es un recurso recurrente en el municipio, por lo que resulta ineludible su consideración en el mapa de provisión de cuidados: “Si no se presta atención al trabajo de hogar, no se presta atención a 2 de cada 10 [personas mayores que precisan cuidados]” (Asociación A, Cuaderno de campo, 09/05/2021). Además, se alude a que es un trabajo desempeñado principalmente por mujeres migrantes y se muestra preocupación por sus condiciones laborales, por considerarlo un trabajo “irregular, sucio, en negro” (GD1. Asociación A). No obstante, la externalización no excluye a la familia y, en ella las mujeres siguen responsabilizándose del cuidado: “[La hija] tiene que organizar la coordinación en todas las necesidades de sus padres mayores, aunque sea sólo mental” (E2: Directora de Residencia B)
Asimismo, la participación del Estado se desarrolla, principalmente, a través de dos vías: oferta directa de servicios por parte del Ayuntamiento y concertación de plazas por parte del Ayuntamiento y de la Diputación Foral. La mayor parte de servicios “son compatibles entre sí” (E4: Trabajadora de Servicios Sociales).
El Ayuntamiento ofrece el Servicio de Atención Domiciliaria, a través de las Trabajadoras Sociales. Se presta de lunes a viernes de 7:00 a 16:00 horas. Para decidir su naturaleza y duración se consideran la necesidad de la persona atendida y la demanda general. Así, aunque la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia permite un máximo de 4 horas diarias, en Zestoa hay cinco trabajadoras contratadas y entre 36 y 40 personas usuarias, por lo que sólo es posible garantizar un máximo de 2 horas diarias. No obstante, sus responsables afirman que intentan adaptarse a cada caso: “No vas a dejar un caso grave sin servicio porque necesita tres horas” (E4: Trabajadora de Servicios Sociales). Además, señalan que la carga de trabajo asumida por los Servicios Sociales dificulta el trabajo conjunto con otros agentes (E4), lo que es corroborado por la directora de la Residencia B (E2), así como una participación más activa en la comunidad.
Dos entidades que se identifican a sí mismas como privadas ofrecen servicios concertados: una fundación sin ánimo de lucro y una entidad con ánimo de lucro no perteneciente a ningún grupo empresarial grande ni a fondos de inversión. La primera gestiona la Residencia A para personas mayores de 65 años, los pisos tutelados y el centro de día, todos situados en un mismo edificio, propiedad de una Fundación y bajo la misma dirección. La Dirección señala que ha sido precisamente su “carácter privado” lo que les ha permitido desvincularse del funcionamiento marcado por la Diputación Foral a las residencias públicas y les ha brindado “muchísima libertad” para “autogestionarse” y organizarse de forma horizontal (Cuaderno de campo, 09/05/2021), así como para mantener una fuerte vinculación con la comunidad:
“La relación con el pueblo es absoluta. El órgano decisor, los que tienen derecho a voto son ellos. Entonces, decide el pueblo. No tenemos a nadie por encima. Tenemos convenios, concertamos las plazas con Diputación, pero ellos no deciden.” (E1: Dirección de Residencia A).
La relación con el Ayuntamiento también es estrecha: el Alcalde es el presidente de la Fundación y el órgano de decisión está conformado por agentes de referencia para el municipio (médico/a, cura, trabajadora social…): “nacimos del pueblo y nos debemos al pueblo” aseguran desde la dirección (Cuaderno de campo, 09/05/2021).
La segunda entidad que ofrece servicios concertados gestiona la Residencia B, de titularidad privada, un centro para personas mayores de 65 años y personas con diversidad funcional. La presencia de personas menores de 65 años condiciona el carácter de la residencia, así como su vínculo con la comunidad, pues algunas salen del centro de forma asidua, compran en comercios locales…, lo que les permite desarrollar relaciones sociales en el municipio, como relata la directora: “nosotros siempre hemos tenido una relación muy fuerte con los y las habitantes de Zestoa, sobre todo las personas jóvenes […] son las que tienen mayor relación con el pueblo” (E2: Directora de Residencia B).
La comunidad es otro agente encargado de la provisión de cuidados. Brinda cuidado desde una perspectiva diferente al “especializado”, identificado con el cuidado residencial (GD2. Asociación B). Las dos asociaciones de carácter popular, integradas por personas mayores reconocen en la vejez una fase de prevención y/o acompañamiento:
“Hay otro tipo de cuidado, antes de llegar allí [a la residencia], que tiene como objetivo retrasar al máximo la llegada a ese tipo cuidado [especializado]” (GD2. Asociación B).
“Hace falta cuidar antes de llegar a la muerte, hay mucha gente que está en casa, y no hay cuidados para esa gente. Y nosotros trabajamos eso” (GD1. Asociación A).
Desde esta mirada, la Asociación B organiza paseos por el municipio con el apoyo del Personal Técnico del Área de Deporte en los que participan las personas residentes en los centros A y B. Entienden “los paseos como un tipo de cuidado” (GD2. Asociación B) que promueve la prevención del deterioro físico de la soledad: “Comer algo, hablar…se combinan las dos cosas, que son la actividad física y las relaciones sociales. Es muy importante” (E6: Técnica del Área de Deporte). De este modo, acercan a las personas residentes a la vida cotidiana del municipio y promueven la desinstitucionalización del cuidado residencial.
Con todo, en tanto que agentes comunitarios, las dos asociaciones de carácter popular integradas por personas mayores actúan en la organización social del cuidado del municipio en tres sentidos: 1) como comunidad afectada y, por tanto, demandante, que precisará cuidados en un futuro cercano, 2) como comunidad proveedora de cuidados no especializados con una perspectiva preventiva, y 3) como comunidad potencialmente gestora de los cuidados que desean y promueven, ocupando nichos de oportunidad que abre el Ayuntamiento, como se muestra a continuación.
Gestación del Ecosistema Local de Cuidado
El proyecto de creación de un Ecosistema Local de Cuidado comienza en 2019 (Cuaderno de campo, 09/05/2021 y 09/03/2023; Danbolin, 2023), cuando la Residencia A desarrolla una reflexión interna sobre el modelo de atención y nace la Asociación A, con la finalidad de trabajar de forma crítica en torno al cuidado de larga duración. Al compartir inquietudes, comienza la colaboración entre ambos. El Ayuntamiento muestra interés por su trabajo conjunto y en 2020, en un contexto de impulso de estudios y de proyectos piloto en torno al cuidado de personas mayores por parte de la Diputación Foral de Gipuzkoa, crea la Mesa de Mayores, quien toma la decisión de encargar un estudio sobre la proyección demográfica y la evolución del envejecimiento en Zestoa. Así, a partir de los resultados de dicho estudio, y cofinanciado por la Diputación Foral y el Ayuntamiento, en enero de 2022 se encarga al Agente Externo la investigación, intervención y desarrollo de un sistema informático para la detección precoz de la fragilidad y de la soledad no deseada. Todo ello responde al objetivo más amplio de “crear un sistema comunitario global para el cuidado de las personas que precisan atención” (Alcalde en Danbolin, 2023), es decir, un Ecosistema Local de Cuidado.
Durante el trabajo de campo, los agentes que forman parte de la Mesa de Mayores no ofrecen una definición clara y unívoca del Ecosistema Local de Cuidado. Al ser preguntados directamente se obtienen el siguiente tipo de respuestas:
“Es una pregunta complicada. En resumen, cuidarnos entre los habitantes, entre todos y todas, que cada uno esté dispuesto a hacer en su medida” (E5: Agente Externo)
Las experiencias cotidianas de cada agente en la provisión de cuidados ayudan a aterrizar el proyecto y concretar sus objetivos. En opinión de la Directora de la Residencia B (E2) el Ecosistema Local de Cuidado debería poner el foco en la identificación precoz de personas con dependencia. El Agente Externo (E5) pone el acento en espacios de socialización abiertos en los barrios. La Técnica del Área de Deporte (E6) habla de viviendas comunitarias intergeneracionales. La Asociación B alude a “la posibilidad de tener una vejez mejor. La oportunidad para crear una red para quien no la tenga” (GD2). No obstante, si bien falta una visión general y una definición concreta, se identifican elementos comunes:
“Con el objetivo de crear un sistema que responda a las necesidades actuales y futuras, cuidado comunitario, que aúna a personas de distintos perfiles” (Residencia A, cuaderno de campo, 19/05/21)
“Queremos que el cuidado sea comunitario, no cuidar a alguien porque te haya tocado y, al llegar a una edad, tener el cuidado asegurado” (Asociación A, cuaderno de campo, 19/05/21)
Lo comunitario emerge como elemento vertebrador del proyecto, aunque tampoco haya consenso en su definición. Por un lado, se alude a un pasado en el que todo el municipio se implicaba en la toma de decisiones: “Antes bueno, tenían otra ilusión… Ahora es verdad que la sociedad se ha individualizado, y ha ocurrido algo parecido a un divorcio, un alejamiento [entre la sociedad y las instituciones].” (E3: Alcalde). Por otro lado, se menciona que el reducido número de habitantes del municipio constituye una fortaleza para el desarrollo de un proyecto común:
“En Zestoa en todos los bloques todos saben quién viven, claro, en Donostia o en ciudades grandes eso es imposible” (E3: Alcalde)
No obstante, en una comunidad reducida, el contacto mutuo dificulta la posibilidad de alejarse de conflictos: “En los pueblos pequeños ya se sabe…” (E6: Técnica del Área de Deporte). Por tanto, la comunidad no aparece como algo estanco. Así, la dirección de la Residencia A (E1) y la Asociación A (GD1) consideran que es algo que se debe “crear”, para la Trabajadora de Servicios Sociales (E4), el Agente Externo (E5), el Alcalde (E3) y la Asociación B (GD1) es algo que hay que “activar” y en palabras del Personal Técnico del Área de Deporte (E6) se deben “promover situaciones” que conduzcan a ello.
La implicación de cada agente en la comunidad y en el Ecosistema Local de Cuidado también es diferente y está determinada por la posición atribuida en la organización social de los cuidados del municipio. Algunos apuestan por una implicación total y activa: entienden la Mesa de Mayores como un espacio de decisión e incidencia. Es el caso de la Asociación A, de carácter popular, que se crea precisamente con el afán de intervenir desde lo comunitario en la organización social de los cuidados de Zestoa: “Nosotros/as no nos posicionamos en el voluntariado. Queremos organizarnos bien, que cada uno haga su parte.” (GD1: Asociación A). La implicación de la Residencia A, gestionada por una fundación sin ánimo de lucro, es también total, pues junto al Ayuntamiento, impulsa el surgimiento de la iniciativa con el objetivo de crear “una comunidad fuerte para satisfacer las necesidades de cuidado” (Dirección Residencia A, Cuaderno de campo, 21/05/19). El Alcalde, como representante de la Administración Pública, subraya su obligación de promover y liderar el proyecto: “El Ayuntamiento está para eso [liderar el proyecto], nos toca a la administración pública.” (E3: Alcalde). En cambio, la otra asociación de carácter popular, con una larga trayectoria en el municipio vinculada a la organización y promoción de actividades lúdicas destinadas a la población mayor, así como la Residencia B, gestionada por una entidad privada con ánimo de lucro, apuestan por participar en la organización de labores concretas y ofrecerse como voluntariado para llevarlas a cabo:
“Desde la Asociación B puede ir en cualquier momento un grupo de personas dispuestas a trabajar.” (GD2: Asociación B)
“[...] si hay que poner en marcha actividades, ahí vemos más capacidades” (E2: Dirección Residencia B)
“hacer programas, bueno a ver qué posibilidades hay para hacer actividad física con las personas que viven en las residencias, las que están en casa, las que viven solas, las que tienen dificultad de movilización…” (E6: Técnica de deportes)
Las diferencias observadas en la implicación se disipan a la hora de identificar al agente que debe liderar el proyecto, el Ayuntamiento:
“Lo importante es que el promotor de esto [el Ecosistema Local de Cuidado] es el Ayuntamiento” (GD2: Asociación 2)
“Desde un punto de vista público, el eje de nuestra comunidad debe ser el Ayuntamiento.” (E1: Dirección de Residencia A)
Las direcciones de las dos residencias, además, apuntan al Área de Servicios Sociales:
“Este proyecto es su responsabilidad, es el que debe hacer encajar este puzle y desarrollarlo: el Ayuntamiento desde los Servicios Sociales (E1: Dirección de Residencia A).
“Para mí el liderazgo debe ser de Servicios Sociales, porque están en la detección temprana, entonces, me parece que deben llevar el liderazgo [...] claramente el liderazgo debe llevarlo el Ayuntamiento” (E2: Dirección de Residencia B).
No obstante, la asunción del liderazgo por parte del Ayuntamiento, no está exenta de problemas. La Trabajadora de Servicios Sociales advierte que la carga de trabajo impide su participación intensa en el Ecosistema Local de Cuidado: “Lo que pasa aquí es que nuestro trabajo en el día a día… y al final la dedicación a los proyectos es mínima” (E4) Asimismo, tanto la Asociación A como el Alcalde, apelan a las diferentes lógicas y ritmos del movimiento asociativo y de la Administración Pública:
“Yo diría que en este momento más que tensión hay perspectivas diferentes [entre Ayuntamiento y Asociación A] “(GD1: Asociación A)
“Luego están los choques de siempre, ¿no? La cuestión de la velocidad… (...) el Ayuntamiento tiene sus velocidades, ¿no? […] Pues desde un lado [el asociativo] siempre viene, no sé cómo decirlo, ¿no? Más presión y sensación de que vamos muy despacio...” (E3: Alcalde)
Desde el ámbito comunitario, las dos asociaciones de carácter popular conformadas por personas mayores, recalcan la inseguridad y el desconocimiento que crean los ciclos políticos derivados de las elecciones municipales (previstas a menos de un año de la realización de los grupos de discusión), ya que en Zestoa la alternancia política ha sido protagonista en el Ayuntamiento en los últimos años (Ayuntamiento de Zestoa, s.f.):
“Las incógnitas de siempre. Lo que pasa en las instituciones públicas, siempre dependemos de las elecciones. Y si detrás viene un insustancial....” (GD2: Asociación B)
“En el momento sí [el Ayuntamiento dice que el proyecto es importante] pero luego se cambia de Ayuntamiento y…” (GD1: Asociación A)
En la reunión de devolución de resultados de la investigación (Cuaderno de Campo 07/11/2022) se manifiesta de forma unánime la necesidad de un liderazgo claro, dada la alternancia política en el Ayuntamiento. Por ello, se propone consolidar jurídicamente la Mesa de Mayores, lo que más tarde, se materializa mediante un convenio entre la Fundación sin ánimo de lucro que gestiona la Residencia A y el Ayuntamiento, que deja el liderazgo de la coordinación del proyecto en manos del primero. El convenio se da a conocer en la presentación pública del Ecosistema Local de Cuidado llevada a cabo en el municipio, donde la dirección de la Residencia A explica sus objetivos para los próximos meses, entre los que destacan: posibilitar la viabilidad del proyecto; definir el modelo de cuidados; y combinar el cuidado comunitario y profesional (Danbolin, 2023). Por su parte, el Alcalde destaca la importancia de “una estrategia local” pues señala que: