El estudio de las transiciones a la democracia encontró en América Latina una fuente de evidencia empírica abundante. En la literatura académica destacan obras ya clásicas como las de Linz y Stepan (
El autor Asbel Bohigues esboza su análisis en torno a tres objetivos. El primero de ellos es ampliar el estudio de la democracia y sus variedades a partir de una concepción multidimensional. El segundo objetivo es contribuir al estudio de las élites políticas a partir de nuevas evidencias sobre el impacto de estas en dicha concepción multidimensional de la democracia. El tercero es analizar los aspectos de las élites que afectan a las diferentes variedades de democracia en interacción con factores institucionales, culturales y socioeconómicos (p. XII). A partir de estos dos últimos objetivos, el autor centra su análisis en las variedades de la democracia y las posturas ideológicas y democráticas de la élite política en la realidad latinoamericana. Este planteamiento ha sido poco estudiado en la literatura especializada y ha cobrado interés desde la primera década del presente siglo, lo cual tiene que ver con el proceso de asentamiento de las democracias y sus variaciones en los países de la tercera ola, en donde el autor centra el objeto de su análisis empírico y comparativo.
A diferencia de investigaciones clásicas (
Se trata de una perspectiva poco utilizada, principalmente en el estudio de la democracia y las élites políticas en América Latina, pero que está en sintonía con trabajos como el de Alcántara
El libro de Bohigues se estructura en ocho capítulos organizados en tres apartados. La primera parte (capítulo introductorio y capítulo II) delinea los aspectos teóricos y conceptuales y la relevancia de la investigación en el marco del estudio de las democracias, dejando claras las particularidades en América Latina. Se presentan las perspectivas más relevantes para el estudio y la asociación entre ambos conceptos. El autor concede mayor importancia al concepto
La segunda parte del libro (capítulo III), presenta el diseño metodológico de la investigación, donde se propone una estrategia de métodos mixtos con tres etapas: 1) análisis cuantitativo con HJ-Biplot, que da paso a la aproximación cualitativa a través del 2) análisis comparativo cualitativo (QCA) con conjuntos difusos y 3) el
La tercera parte del libro —constituida por los capítulos IV («Ciclos y coyunturas críticas en América»), V («Distintas élites, distintas variedades»), VI («Las vías a una democracia plena») y VII («Uruguay y El Salvador en perspectiva comparada»)— presenta el análisis empírico. En concreto, esta parte se ocupa de las trayectorias de las variedades de democracia durante las décadas de consolidación democrática y busca su relación con las élites legislativas. Para ello, el autor estudia el comportamiento de los sistemas a partir de las variedades de la democracia, lo que le permite evidenciar los efectos diferenciados de la relación entre élites y democracia. Y observa cómo la radicalización de las élites se asocia positivamente con las variedades de democracia igualitaria y deliberativa, pero no con las variedades liberal y electoral, donde prima el apoyo a la democracia y no la radicalización.
Una de las particularidades de estos capítulos es que las élites son estudiadas desde su radicalización ideológica dentro de la escala izquierda-derecha, el apoyo hacia la democracia y los posicionamientos de las élites respecto a las instituciones democráticas (elecciones y partidos). Bohigues parte de la concepción del radicalismo en términos de altos niveles de polarización, cuyos efectos la literatura ha advertido generalmente que son perjudiciales en los procesos de transición y consolidación democrática. Teniendo en cuenta que el apoyo de las élites políticas a la democracia y a sus instituciones en conjunción con bajos niveles de radicalismo son generalmente asumidos como condiciones necesarias para el éxito de la democracia, esta investigación es de suma importancia porque se cuestionan los efectos negativos de la polarización y, en cambio, se plantea que el radicalismo (ideológico) podría resultar positivo para la democracia y que los sistemas democráticos, una vez que son estables, requieren de procesos de radicalismo ideológico. Se trata de una cuestión no menor en los momentos actuales en los que los sistemas latinoamericanos viven un nuevo ciclo de polarización ideológica de sus Gobiernos.
De acuerdo con lo anterior, según la investigación, una vez la democracia se ha impuesto y se encuentra en proceso de estabilización, el efecto de las élites es menor porque, independientemente de que las élites legislativas apoyen a la democracia, esta seguirá en funcionamiento después de los procesos de transición debido a la capacidad de las propias instituciones de procesar las necesidades del sistema y su rendimiento.
Finaliza la parte empírica con un análisis de los procesos de los casos específicos de El Salvador y Uruguay, dos de los sistemas latinoamericanos más polarizados. Este análisis confirma las evidencias del análisis cuantitativo, destacando que en sistemas con altos niveles de radicalismo los posicionamientos de la élite son relevantes al inicio de los procesos de transición, pero no para el funcionamiento posterior de estas democracias. El autor precisa que las democracias asentadas en estos países son alimentadas por el radicalismo ideológico, entre otros elementos contextuales. Con esta idea, el autor condensa las variables y dimensiones clásicas que se estructuran bajo una perspectiva novísima para análisis de las democracias en la región.
Finalmente, el capítulo VIII cierra la obra con las principales aportaciones de la investigación y las consideraciones finales. Sobre la base de la conclusión general de que el radicalismo ha resultado positivo para las democracias latinoamericanas, el autor confirma que cada variedad de democracia ha sido determinada por la radicalización de las élites y que el apoyo a la democracia y un bajo radicalismo son fundamentales para el surgimiento y supervivencia de la democracia. Sin embargo, una vez asentada el apoyo a la misma por parte de las élites tiene pocos efectos en ella debido a que las instituciones procesan de alguna forma esta relación. Para el autor, la existencia de élites radicales contribuye positivamente a los procesos de consolidación democrática y, a diferencia de las democracias ya consolidadas, podría hasta cierto punto suplir las deficiencias de determinados tipos de democracia. Pese a ello, el autor puntualiza que esta radicalización también provoca inestabilidad en el sistema de partidos, cuestión que no aborda de forma detallada.
En términos generales, el libro (producto de la tesis doctoral del autor) despliega un ejercicio técnico avanzado en la construcción de medidas para su posterior contrastación empírica, siempre contemplando la combinación de métodos y herramientas que le ayudan a corroborar sus postulados teóricos. Cabe señalar que el autor omite la discusión respecto a los presidencialismos y la relación entre poderes, lo cual podría ser una deficiencia en su aproximación; pese a ello, el libro salva dicha omisión con un profuso análisis histórico de la realidad latinoamericana. En esencia, es una obra que será de gran valor para los interesados en el análisis de las élites, el comportamiento de los poderes legislativos, la democracia, los partidos políticos y la polarización ideológica en América Latina. Además, ofrece un marco explicativo que podría ser replicado en otros contextos, siempre desde una mirada comparativa. En síntesis, es sin duda una obra que promete ser de obligada lectura para los interesados en el estudio de las élites y democracias en la región.