SUMARIO
  1. NOTAS
  2. Referencias

Ideas políticas para un mundo en crisis: de la Ilustración al siglo xx, es una obra colectiva editada por Santiago Delgado Fernández y José-Francisco Jiménez-Díaz. Ambos autores han querido recoger en este libro las reflexiones de un grupo de profesores expertos en la historia de las ideas políticas y la filosofía política de universidades de diversos países, con un predominio de investigadores europeos, aunque con presencia también latinoamericana. Esta diversidad, que enriquece en gran medida la obra, no ha impedido que los editores hayan conseguido elaborar un trabajo que genera una sensación de continuidad permanente para el lector, en la que se adaptan a la perfección distintas sensibilidades e interpretaciones de los textos políticos.

Sin embargo, la dificultad a la hora de aportar unidad a la obra no solo era un reto por la diversidad de autores, sino también por la amplitud del objeto de estudio. Como afirman los editores en las primeras páginas, esta obra pretende ser una continuidad de la obra publicada tres años antes, Sobre política. Ideas políticas desde la polis a la Revolución inglesa (2018), dirigida por el profesor Delgado y la profesora Manuela Ortega. En esta ocasión, se recogen las ideas políticas del periodo que abarca desde la Ilustración hasta la Segunda Guerra Mundial[1], un periodo de profundo cambio político y de gran proliferación teórico-política e ideológica.

El enfoque de esta obra le da una consistencia sublime. El periodo escogido muestra los debates entre la pasión y la razón en política, exponiendo el pensamiento de la Ilustración y del Romanticismo. Esta combinación aporta una potencialidad que no tienen otras obras de historia de las ideas políticas que las han tratado en volúmenes separados (‍Curtis, 2008a, ‍2008b; ‍Ball y Bellamy, 2013; ‍Stedman y Claeys, 2021). Además, esta tensión entre Romanticismo e Ilustración se conecta con los demás temas del pensamiento político posterior: revolución, nacionalismo y autoritarismo, entre otros. Dicha vinculación no la encontramos en otras grandes recopilaciones de pensamiento político más recientes (‍Saralegui, 2022; ‍Pérez, 2022), lo que justifica sobradamente la importancia de esta obra.

Para conseguir la coherencia y sistematicidad por la que destaca esta obra los autores han hecho un doble esfuerzo epistemológico. En primer lugar, le han dado un carácter contextual[2] a los estudios particulares de cada capítulo, siguiendo un esquema común en cada uno de ellos (p. XIII). En segundo lugar, han incluido los diferentes autores estudiados en lo que Sheldon Wolin (‍2001) ha denominado «tradiciones de discurso», que consiste en situar a los autores en un conjunto mayor como es una tradición, lo que «permite la comunicación sobre la base de un lenguaje común» (‍Wolin, 2001: 32). Esta distribución en tradiciones se materializa en la agrupación de los capítulos en cuatro grandes bloques, como veremos más adelante.

De lo expuesto se desprende que estamos ante una obra que pretende «ser útil para un público interesado en iniciarse o profundizar en el complejo y enriquecedor mundo de las ideas políticas contemporáneas» (p. XVII). Unas ideas fundamentales para cualquier persona y para cualquier sociedad, ya que, como señalara John Rawls, la filosofía política adopta cuatro papeles fundamentales en nuestra vida: su capacidad de encontrar una base subyacente de acuerdo o de minimización de diferencias ante los conflictos, de ayudar a un pueblo a concebir sus instituciones políticas y sociales, de mostrar la racionalidad de la sociedad y su historia a lo largo del tiempo para calmar la frustración, y la más importante a nuestro juicio, la capacidad de «poner a prueba los límites de la posibilidad política practicable» (‍Rawls, 2017: 38). Esto último es lo que Rawls denomina como algo «realistamente utópico», la posibilidad de, al menos, «un orden político razonable» (ibid.: 39). Esa fue la fuerza y la capacidad que tuvieron muchos pensadores a lo largo de la historia: la fuerza de esas ideas políticas para un mundo en crisis, y de ahí la importancia de esta obra.

Reivindicada la oportunidad de esta publicación, procedemos a analizar su contenido. Se estructura en cuatro grandes bloques, que a su vez recogen diferentes tradiciones de discurso principalmente, aunque también autores e ideologías que por su propia relevancia para la historia de las ideas han merecido capítulos propios. El primer bloque versa sobre la Ilustración, y expone cuatro aproximaciones diferentes de la tradición ilustrada atendiendo, a su vez, a cuatro ámbitos territoriales distintos. La recopilación comienza con la Ilustración alemana, centrándose en Inmanuel Kant y Friedrich Hegel, dos autores fundamentales en filosofía, y de especial relevancia en la filosofía política, tanto por su obra como por su influencia en pensadores posteriores. Seguidamente, el magnífico capítulo sobre la ilustración escocesa consigue ir más allá de la aproximación tradicional a autores como Adam Smith o David Hume, hasta abarcar un total de ocho pensadores que ocupan el siglo xviii.

Posteriormente, entramos en «El pensamiento político ilustrado en España». Este capítulo recoge lo mejor de esta tradición en nuestro país e introduce al lector en una geografía ilustrada que, salvo en contadas ocasiones, no ha sido objeto de atención por obras de esta naturaleza, pese a la relevancia de autores como Gaspar Melchor de Jovellanos. Además, hace una excelente introducción a la propia tradición ilustrada en su apartado «Teoría e ideología de la Ilustración» (p. 55) que, a nuestro juicio, tan solo por esa capacidad introductoria debería haber abierto este bloque en vez del capítulo sobre Alemania. Este bloque finaliza con otra geografía ilustrada de gran influencia, la francesa, donde se hace un detallado repaso por la vida de Montesquieu, Voltaire y Rousseau para facilitar al lector el entendimiento del desarrollo de sus principales ideas.

Finalizar con el pensamiento francés permite generar esa continuidad que mencionamos, ya que el siguiente bloque se centra en los planteamientos conservadores y liberales tras la Revolución francesa. Las primeras páginas de este apartado se dedican a la explicación del pensamiento contrarrevolucionario de autores como Edmund Burke, Joseph de Maistre y Louis De Bonald. A continuación, el libro se centra en tres autores fundamentales del liberalismo, Benjamin Constant, Alexis de Tocqueville y Stuart Mill, que fueron capaces de leer su tiempo y construir un pensamiento que podríamos denominar —utilizando la expresión de Rawls— realísticamente utópico. El libro nos introduce en la construcción liberal de Constant, en los riesgos y virtudes de la democracia según Tocqueville y en el pensamiento social y político de Stuart Mill.

El tercer bloque, titulado «Visiones idealistas y progresistas tras las revoluciones burguesas», comienza con un capítulo acerca del socialismo utópico. De nuevo, el lector podrá apreciar el hilo conductor de la obra, ya que el anterior bloque finaliza con una comparación entre el pensamiento social de Stuart Mill y el pensamiento socialista. Como señalan los autores de este capítulo, el socialismo utópico está compuesto por «un grupo contradictorio y diverso de pensadores que vivieron y escribieron entre los siglos xviii y xix, cuestionando la sociedad burguesa, al tiempo que planteaban propuestas para su reforma» (p. 181). Esta amplitud obliga a los autores a centrarse en los pensadores más significativos; así, de la primera enumeración de más de trece autores, el análisis se centra solo en Henri Saint-Simon, Robert Owen y Charles Fourier.

Continúa este bloque con un capítulo sobre el anarquismo, donde se exponen las principales causas del auge de este movimiento, su declive y sustitución por el socialismo, el comunismo y el fascismo durante el periodo de entreguerras. Tras ello nos introduce en los elementos centrales de la teoría anarquista, analizando categorías fundamentales de la filosofía política como la naturaleza humana, la libertad, la igualdad o la revolución, entre otros (p. 208). Posteriormente, se analiza el pensamiento de algunos de sus principales teóricos: William Godwin, Pierre-Joseph Proudhon, Alexandrovitch Bakunin y Piotr Kropotkin, para seguidamente exponer su declive durante el siglo xx.

Este bloque termina con un análisis completo y enriquecido del pensamiento de Karl Marx y del marxismo fundacional. En este capítulo, el autor, además de introducir el pensamiento de Marx, su contexto vital y sus principales categorías políticas y económicas, aporta algo más al lector: trasciende el pensamiento de Marx en la segunda parte del capítulo e inicia una aproximación a lo que denomina «marxismo fundacional» (p. 255). En él muestra cómo los ideólogos del socialismo, buscando una doctrina capaz de aglutinar las diferentes corrientes, transforman parte del pensamiento de Marx para dar lugar a una suerte de doctrina o identidad que va más allá de las ideas políticas que la misma contiene. De esta manera, el capítulo va a aportar algo más al lector que las clásicas lecturas sobre el pensamiento de Marx: revela cómo unas ideas políticas se transforman en doctrina para generar una identidad.

El cuarto bloque no se caracteriza por la sistematicidad de los anteriores, sino que se aproxima a diferentes ideologías y autores que no pueden faltar en una recopilación acerca de ideas políticas del periodo tratado. En este conglomerado encontramos un capítulo acerca de los nacionalismos a través de tres autores, Renan, Mazzini y Fitche; otro sobre el leninismo, en el que se desarrolla el pensamiento político de Lenin, enfocado hacia la acción y la organización política revolucionaria y no tanto sobre reflexiones acerca de categorías más comunes de la historia de las ideas. Posteriormente se incluye un capítulo acerca del movimiento sufragista, el cual no se centra en autoras concretas, aunque es cierto que las menciona, sino en la evolución del mismo movimiento, sus reivindicaciones e ideas desde los movimientos estadounidenses, británicos y español. A continuación, encontramos dos capítulos: uno acerca de «Las bases teóricas del fascismo y del nacionalsocialismo», y otro sobre la teoría de élites, donde se hará una revisión del pensamiento de sus principales autores, como son Pareto, Mosca y Michels. La obra concluye con una oportuna aportación donde se aborda el pensamiento de Carl Schmitt. A nuestro juicio, es de vital importancia su inclusión en la medida en que si se busca la continuidad a la que venimos refiriéndonos, este autor nos permite conectarnos directamente con los debates más actuales, al haber sido reivindicado por diversos autores de tradiciones sumamente distintas a la del propio Schmitt como Chantall Mouffe (‍2018), quien desde el republicanismo utiliza categorías como la de antagonismo, presente en el pensamiento de Schmitt.

En definitiva, podemos concluir que Ideas políticas para un mundo en crisis: de la Ilustración al siglo xx, es una excelente manera de aproximarse a la historia de la teoría política. Es cierto que, como toda obra que pretende abarcar la historia de las ideas políticas, adolece de carencias. Por ejemplo, hubiera sido interesante haber tratado la Revolución americana, debido a su vital importancia para el surgimiento de ideas políticas novedosas y para la tradición republicana. También hubiera sido interesante abarcar de manera más amplia el pensamiento de Kant, y no hacerlo solo desde y para el pensamiento ilustrado, incluyendo referencias a su concepción de la moral o al imperativo categórico que serán imprescindibles para el desarrollo intelectual de autores más contemporáneos como John Rawls. Estas carencias no impiden que la obra plasme de forma continuada y coherente las ideas políticas de un periodo tan amplio como el que abarca, estableciendo los cimientos de las ideas fundamentales del desarrollo teórico-político posterior. Es una obra que permitirá a su lector empezar o continuar en su adentramiento al pensamiento político del pasado, del pasado más remoto y de la actualidad.

NOTAS[Subir]

[1]

A diferencia de otras obras que han intentado abarcar por completo la historia del pensamiento político (‍Sabine, 2016)

[2]

Como relata Quentin Skinner, este enfoque pretende analizar el texto desde su contexto histórico y personal, y no solo mediante la literalidad de las obras (‍Bocardo, 2007: 112)

Referencias[Subir]

[1] 

Ball, Terence y Richard Bellamy. 2013. Historia del pensamiento político en el siglo xx. Madrid: Akal.

[2] 

Bocardo, Enrique. 2007. El giro contextual: cinco ensayos de Quentin Skinner, y seis comentarios. Madrid: Tecnos.

[3] 

Curtis, Michael. 2008a. Great political theories. Volume 1: A comprehensive selection of the crucial ideas in Political Philosophy from the Greeks to the Enlightenment. Nueva York: Harper Perennial.

[4] 

Curtis, Michael. 2008b. Great political theories. Volume 2: A comprehensive selection of the crucial ideas in Political Philosophy from the French Revolution to Modern Times. Nueva York: Harper Perennial.

[5] 

Mouffe, Chantal. 2018. El retorno de lo político. Barcelona: Paidós.

[6] 

Pérez Zafrilla, Pedro J. 2022. Historia de la filosofía política y social. Valencia: Tirant lo Blanch.

[7] 

Rawls, John. 2017. Lecciones sobre la historia de la filosofía política. Barcelona: Paidós.

[8] 

Sabine, George. 2016. Historia de la teoría política. Madrid: Fondo de Cultura Económica.

[9] 

Saralegui, Miguel. 2022. Breve historia del pensamiento político moderno. Madrid: Guillermo Escolar Editores.

[10] 

Stedman Jones, Gareth y Gregory Claeys. 2021. Historia del pensamiento político del siglo xix. Madrid: Akal.

[11] 

Wolin, Sheldon S. 2001. Política y perspectiva. Buenos Aires: Amorrortu.