RESUMEN

El objetivo de este artículo es analizar el régimen emocional del procés en Cataluña, al mismo tiempo que se abordan las diferentes arquitecturas emocionales de los catalanes en función de su posición ante el procés, su orientación de voto y su período temporal de adscripción al independentismo. Para el desarrollo de la investigación se ha utilizado un enfoque metodológico cuantitativo, con el que se realiza un análisis descriptivo de: a) el componente emocional de los catalanes hacia los líderes y los partidos; b) la forma en que se articulan los diferentes regímenes emocionales, y c) la relación que establecen con el proceso independentista.

Palabras clave: emociones, nacionalismo, proceso independentista, polarización afectiva, elecciones autonómicas, líderes, partidos políticos, Cataluña.

ABSTRACT

The objective of this article is to analyze the emotional regime of the procés in Catalonia, while Catalans’ different emotional architectures are also examined based on their position on the procés, their voting orientation and their temporary period of ascription to the independence movement. A quantitatively oriented methodological approach has been used to develop this research. As a result, a descriptive analysis is carried out that observes: a) Catalans’ emotional component towards leaders and parties; b) the way how the different emotional regimes are articulated; and c) the relationship they establish with the independence process.

Keywords: emotions, nationalism, independence process, affective polarization, regional elections, leaders, political parties, Catalonia.

Cómo citar este artículo / Citation: Lagares, N., Máiz, R. y Rivera J. M. (2022). El régimen emocional del procés tras las elecciones catalanas de 2021. Revista Española de Ciencia Política, 58, 19-‍52. Doi: https://doi.org/10.21308/recp.58.01

SUMARIO
  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. INTRODUCCIÓN: EMOCIONES Y POLÍTICA
  4. MARCO ANALÍTICO Y METODOLÓGICO
  5. EL PROCÉS Y LA CATALUÑA DE LOS AÑOS 2010
  6. EL RÉGIMEN EMOCIONAL DEL PROCÉS
  7. LAS DIFERENTES ARQUITECTURAS DEL PROCÉS
  8. VIEJOS Y NUEVOS INDEPENDENTISTAS: LAS DIFERENTES ARQUITECTURAS EMOCIONALES
  9. VOTO, LÍDERES Y POLARIZACIÓN EMOCIONAL
  10. CONCLUSIONES
  11. NOTAS
  12. Referencias
  13. ANEXOS

INTRODUCCIÓN: EMOCIONES Y POLÍTICA[Subir]

Se ha impuesto de modo autoevidente en los medios de comunicación, en parte de las fuerzas políticas y en amplios sectores de la ciudadanía española una lectura del procés como movilización política dominada por las pasiones más extremas, tributaria de la aversión, movida por el resentimiento, el odio o el desprecio. Sin embargo, a pesar de esta lectura, y de que en las últimas décadas se ha constatado el resurgimiento del estudio de las emociones desde diferentes espacios disciplinares y a través de diferentes enfoques teóricos y empíricos que proponen muy diversos acercamientos metodológicos, nada o casi nada se ha avanzado en este sentido.

Ciertamente en el caso de la ciencia política, la incorporación de las emociones no ha sido, ni aún lo es, algo sencillo, dado el híperracionalismo que ha caracterizado nuestra disciplina, especialmente en lo que al análisis del comportamiento político se refiere. Incluso aquellos enfoques racionalistas de la política que se muestran dispuestos a corregir los modelos de la elección racional previos, incluyendo un lugar relativo para las emociones en su investigación, siguen trabajando con las hipótesis de a) la mutua exterioridad de razones y emociones, y b) la naturaleza en última instancia perturbadora de lo emocional y su consideración meramente instrumental en política (‍Elster, 2009). En este sentido, se ha señalado que este fenómeno se ha dado como consecuencia de la exclusión fundacional de las emociones, semióticamente producida a través de la dicotomización entre los términos razón y emoción (‍Máiz, 2011). Sin embargo, los desarrollos teóricos críticos más recientes postulan la superación de dicha dicotomía, incorporando las emociones y recuperando la capital articulación emotiva y cognitiva de la política, apostando así por una visión en la que ambas dimensiones se encuentran interconectadas e interrelacionadas (‍Lyngaard, 2019). Por esta razón, el análisis de la dimensión argumentativa y discursiva de la política debe ser completado con el estudio de la dimensión emocional.

Por otra parte, como ha mostrado la psicología política, las emociones no constituyen una nebulosa indescifrable de pasiones y sentimientos: son empíricamente operacionalizables, especificables con cierta precisión y susceptibles de ser medidas. A este respecto, una noción aparentemente atenta a la dimensión emocional, que en los últimos tiempos ha cobrado especial relevancia en el seno de nuestra disciplina, es la de polarización afectiva. Un concepto que ha sido comprendido como una construcción actitudinal en la cual los ciudadanos sienten simpatía hacia los partisan in-groups, esto es, los grupos de ciudadanos que simpatizan con el mismo partido que uno mismo, y antagonismo hacia los partisan out-groups, esto es, los grupos de ciudadanos que simpatizan con otros partidos diferentes (‍Iyengar et al., 2012; ‍Lelkes, 2016; ‍Wagner, 2021).

La polarización afectiva está relacionada con la noción sociopsicológica de identificación partidista y su relectura a partir de la teoría de la identidad social (‍Green et al., 2002). En su intento de evocar la lectura afectiva de la identificación, parte de considerar la estabilidad de las identidades partidistas y su impacto en el comportamiento político al servir como filtro a través del cual se percibe la realidad política, para estudiar el impacto que tienen estos sesgos partidistas y, sobre todo, su radicalización, es decir, de cómo se puede exacerbar la hostilidad entre grupos partidistas (‍Iyengar et al., 2012; ‍Huddy y Yair, 2021; ‍Wagner, 2021).

Pero, a nuestro parecer, lejos de analizar el funcionamiento de los afectos, la noción de polarización afectiva se centra especialmente en las actitudes, y se queda corta en cuanto programa de investigación de las emociones en política. Ignora o cuando menos minusvalora una cuestión fundamental en la construcción de dichas actitudes: su base afectiva, emocional. Entendemos que la forma más adecuada de abordar el estudio de las emociones políticas no pasa únicamente por el estudio de actitudes o comportamientos, sino también por el estudio de las propias emociones que pueden provocar o condicionar a aquellos; máxime si partimos de comprender la importancia de la relación lenguaje/emociones. Y ello porque frente a la lógica actitudinal que dominó la ciencia política de las nociones de identificación partidista o de la cultura política, la perspectiva afectiva requiere que el análisis se centre en la explicación de las actitudes observadas a través de las emociones, de los afectos y no al revés, ni solo en la creación de un nuevo tipo de actitud a observar. En este trabajo hablamos de polarización emocional para referir el antagonismo de las emociones mismas, y no de las actitudes porque las actitudes tienen otros componentes no afectivos, algunos de los cuales son parte de la construcción social de las emociones, pero otros no.

Existen ya una serie de contribuciones destacables para el análisis del comportamiento político desde el estudio de las emociones, como es el reconocimiento de que las emociones complementan a la razón en la gestión de las emociones (‍Elster, 1999a, ‍1999b), de que estas tienen un alto contenido cognitivo-intencional (‍Nussbaum, 2008) y de que no solo son cognitivas (‍Damasio, 2003), sino también socialmente construidas (‍Turner y Stets, 2005; ‍Clarke et al., 2006). Partiendo de esta base teórica, han sido varios los estudios del impacto causal de las emociones en la política, esto es, sobre cómo las emociones afectan a una amplia gama de variables políticas, por ejemplo, relativas al comportamiento político, desde el procesamiento de la información, las preferencias, la ideología o la participación (‍Ciuk et al., 2015), además de que ya hay indicios exploratorios de su influencia en el proceso de decisión del voto (‍Baleato et al., 2018; ‍González, 2019; ‍Jaráiz et al., 2020; ‍Lagares et al., 2022).

Con todo, si ya desde un aspecto teórico se ha presentado un tratamiento amplio y heterogéneo del estudio de las emociones (‍Bodei, 1995; ‍Damasio, 1994, ‍2003; ‍Elster, 1999a, ‍1999b; ‍Nussbaum, 2008; ‍Solomon, 1993), en el ámbito empírico, para su concreción, operacionalización y medición, la cuestión se complica más, comenzando por la inexistencia, tanto en la psicología cognitiva, como en la ciencia política, de un consenso sobre cuáles son las emociones que se deben medir para explicar el comportamiento político, aunque ya exista un importante número de propuestas en este sentido (‍Abelson et al., 1982; ‍Bradley y Lang, 1994; ‍Ciuk et al., 2015; ‍Marcus et al., 2000, ‍2006, ‍2017; ‍Marcus y McKuen, 1993; ‍Neuman et al., 2007; ‍Plutchik y Conte, 1997; ‍Russel, 1980; ‍Watson, 1997; ‍Watson y Tellegen, 1999).

MARCO ANALÍTICO Y METODOLÓGICO[Subir]

El objetivo principal que se plantea esta investigación es analizar el régimen emocional del procés y, asimismo, estudiar las diferentes arquitecturas emocionales en función no solo de la posición ante el procés o la orientación de voto, sino también del período de tiempo, más o menos largo, de adscripción de los ciudadanos catalanes al independentismo. A estos efectos, emplearemos el concepto de régimen emocional de William Reddy (‍Reddy, 2001; ‍Hidalgo, 2018) entendido en el sentido limitado de articulación de emociones normativas y prácticas dominante en una movilización política, y entenderemos por arquitectura emocional los diferentes valores que tiene la articulación de las emociones en un determinado régimen. Para llevar a cabo este análisis se ha diseñado un estudio con un enfoque metodológico cuantitativo, en el que se ha realizado: a) un análisis descriptivo del componente emocional que hacia los líderes y los partidos políticos catalanes muestran los ciudadanos de Cataluña; b) un estudio de cómo se articulan los diferentes regímenes emocionales, y finalmente c) una descripción de la relación que guardan aquellos con el desarrollo del proceso independentista.

Más allá de la presentación de una hipótesis concreta, este trabajo pretende realizar una exploración en dos direcciones que pueden ser entendidas como objetivos específicos: por un lado, analizar e identificar la presencia de regímenes emocionales propios y diferenciados entre los partidarios del procés y los contrarios; y por el otro, identificar, si la hubiere, la presencia de dichas emociones como elementos de construcción de la polarización política. Con estos dos objetivos específicos, este análisis tienen más la pretensión de mostrar que de demostrar. Su valor reside en el continuado intento de operacionalizar y medir la presencia de las emociones en la política y se presenta con un carácter más exploratorio que explicativo, que trata de dar forma y fijar nociones que son resultado del trabajo que hemos venido realizando en los últimos años sobre el impacto de las emociones en el comportamiento político de los electores, contando para ello con datos extraídos de estudios demoscópicos propios, realizados ad hoc en distintos contextos (nacional, autonómico y municipal, entre otros) que nos han permitido establecer con total libertad el diseño de los cuestionarios a implementar y, por tanto, la completa adaptabilidad entre los datos y nuestro aparato teórico (‍Lagares et al., 2018; ‍Baleato et al., 2018; ‍Jaráiz et al., 2020; ‍Pereira et al., 2021; ‍Lagares et al., 2022).

En la tabla 1 se muestran las características técnicas del estudio demoscópico que ha sido utilizado para la elaboración del análisis que será presentado en las siguientes páginas. Se trata de un amplio estudio político en el que no solo se abordan cuestiones habituales en el diseño de cuestionarios de carácter postelectoral, sino que también se incluyen en él múltiples cuestiones relativas al análisis del proceso independentista en Cataluña, la respuesta de los diferentes actores ante esta situación o la actitud del electorado catalán, entre otras.

Tabla 1.

Estudio demoscópico utilizado en el análisis

Año Estudio Características técnicas
2021 Estudio postelectoral elecciones autonómicas en Cataluña 2021 (EPEAC, 2021) Fechas: 17 de marzo al 28 de abril de 2021.
Universo: población mayor de 18 años, residente en Cataluña.
Tamaño muestral: 1000.
Supuestos: p=q.
Error asociado: ± 3,16%.
Afijación: proporcional (cuotas de sexo, edad y provincia).
Administración: telefónicamente mediante el sistema CATI.

Fuente: elaboración propia a partir del banco de datos del EIP-USC.

Nos gustaría realizar dos precisiones en relación con el análisis y la forma en la que las emociones están presentes en este trabajo. Respecto de la primera, hemos preferido optar por la presentación descriptiva para mostrar la contundencia y relevancia de los datos, asumiendo que lo más importante de la investigación sigue residiendo en el diseño, obtención y operacionalización del dato, y no en la sofisticación del tratamiento estadístico. La segunda precisión se refiere, precisamente, a la forma de obtención del dato, la estrategia de medición. Se han realizado tres preguntas a los entrevistados sobre la expresión emocional respecto tanto de líderes como de partidos políticos. En primer lugar, se le preguntaba si habían sentido o no en alguna ocasión cierta emoción (presencia de la emoción). En caso afirmativo, se le preguntaba con qué intensidad la había sentido (intensidad de la emoción) y si aún la seguía sintiendo actualmente (duración de la expresión emocional). En cuanto a las emociones sobre las que se les preguntó, hemos trabajado con una batería de trece emociones, consistentes en las doce correspondientes a la solución ortogonal full set planteada en la Pilot Study ANES 1995 (‍Marcus et al., 2000), a la que hemos añadido una más derivada de estudios anteriores. Así, por un lado tendríamos las doce emociones fundamentales: orgullo, esperanza, entusiasmo, ansiedad, miedo, preocupación, enfado, resentimiento, disgusto, odio, desprecio y amargura. A las que sumamos tranquilidad, debido a que en nuestro primer estudio del año 2015 fue una de las emociones que mejor medía la relación de los ciudadanos hacia los partidos y los líderes (‍Jaráiz et al., 2020). Como ya hemos hecho en otros estudios, también hemos trasladado la emoción enfado de la categoría de aversión de Marcus a la de ansiedad porque los modelos de agrupación factorial así lo avalan.

Finalmente, nos gustaría explicar la elección del caso en sí, si bien y quizás a estas alturas del manuscrito esté ya justificada. Nuestra lectura del régimen emocional asume una cierta articulación emocional común de los ciudadanos que integran un régimen. En este sentido, se supone que la presencia de una fractura política nítida genera, como ocurre en Cataluña, la existencia de dos bloques compuestos por ciudadanos emocionalmente distintos, que reaccionan de forma muy diversa hacia los acontecimientos ligados al procés y a la política catalana en general. Desde nuestra lectura constructivista, entendemos también que ello es fruto, en gran medida, del tensionamiento, estratégico y táctico al que partidos, líderes y medios han conducido la política catalana de los últimos doce años y, por ello, hemos visto a Cataluña como un espacio en el que pudieran estar presentes algunas de las dimensiones emocionales a las que se refiere este trabajo.

EL PROCÉS Y LA CATALUÑA DE LOS AÑOS 2010[Subir]

Desde hace más de una década, el sistema de partidos de Cataluña ha cambiado como consecuencia de la relevancia que ha tenido el procés. Se trata de uno de los fenómenos políticos que mejor ejemplifican la dinámica constructivista de la política, muy especialmente de la movilización nacionalista (‍Máiz, 2018: 150); esto es, su naturaleza productiva, no meramente expresiva de intereses e identidades dados con anterioridad, en la medida en que se desarrolla como un proceso abierto, plural, contingente y contestado que se explica en función de elementos contextuales y de movilización tales como el liderazgo, el repertorio de movilización, las demandas de independencia o la identidad nacionalista, y de issues y percepciones referidas al trato injusto por parte de España, a la confianza o a las expectativas de los catalanes (‍Jaráiz et al., 2017, ‍2019).

Remontarnos a los orígenes del procés supondría retrotraernos a la multitudinaria manifestación contra la sentencia del Estatut del Tribunal Constitucional de 2010 y al cambio que se operó dentro de la principal formación nacionalista catalana en 2012, cuando CiU (y su entonces líder Artur Mas) decidió disolver el Parlamento y convocar elecciones, en un contexto marcado por su giro desde el nacionalismo moderado hacia una posición radical, estableciendo en esta línea los temas que definirían la legislatura; a saber: el derecho a decidir, la consulta y la independencia (‍Rivera et al., 2017; ‍Colomé, 2017).

Celebrada la consulta sobre la independencia el 9 de noviembre de 2014, el procés llegó a un momento determinante: las elecciones catalanas del 27 de septiembre de 2015. Determinante dado que se planteó desde los partidos independentistas que estas elecciones eran de facto un plebiscito respecto al proceso independentista y la autodeterminación de Cataluña (‍Barrio López, 2020). En este sentido, varios estudios empíricos han confirmado que, efectivamente, al funcionar el procés como el issue que ha vertebrado estas elecciones (actuando como condicionante fundamental del comportamiento electoral, elemento central de la competición electoral y master frame, determinando por sí solo la legitimidad de los relatos electorales, la posición espacial de los votantes y unificando la heterogeneidad de preferencias de estos), fueron unos comicios de carácter plebiscitario en el cual la posición política respecto a la independencia de Cataluña determinó el voto del electorado catalán y estructuró la competición electoral entre los partidos (‍Jaráiz y Rivera, 2016; ‍Rivera et al., 2017).

A pesar de sumar más parlamentarios, los partidos independentistas no vieron alcanzados sus objetivos explícitos respecto a la independencia. No obstante, y tras el relevo de Artur Mas por parte de Carles Puigdemont, los sectores independentistas apostaron por la celebración el 1 de octubre de 2017 de un referéndum unilateral de independencia, lo que dio origen a la intervención del Gobierno central y del poder judicial, que tuvo como consecuencia que Puigdemont decidiese salir de España y el encarcelamiento de una serie de políticos catalanes vinculados a los hechos del 1-O, entre ellos Oriol Junqueras. No son pocos los que han señalado que en estos años el procés entró en una fase de estancamiento, en tanto que como estrategia independentista no conseguía avanzar en su ruta ni en cuanto a concesiones del Estado ni al aumento de adhesiones en los posteriores comicios autonómicos de 2017 y 2021, lo que se contrapone a la rapidez de los hechos acontecidos al inicio de la década de los años 2010. Pero también es cierto que el apoyo a los partidos promotores del procés no disminuye (‍Rodríguez Teruel y Barberá, 2020) y que mientras algunos hablan del fin del procés, refiriéndose fundamentalmente al agotamiento de alguno de sus aspectos cognitivos, nuestra lectura nos invita a pensar en alteraciones del régimen emocional vinculadas, en algún caso, al declive de la movilización ciudadana o a la percepción de ausencia de salida; pero que en ningún caso es homogénea ni responde a arquitecturas emocionales estáticas.

Y aunque estamos viviendo una década donde la política catalana se ha visto afectada por un contexto inestable y virtualmente polarizado, lo cierto es que esa polarización, en buena parte construida entorno al procés, nunca ha tenido el mismo nivel en la ciudadanía que en el relato político y mediático. El objetivo de este trabajo es analizar el régimen emocional de la ciudadanía catalana en torno al procés, cuáles son las emociones prevalentes y cuáles generan o no la polarización, si realmente esta existe.

EL RÉGIMEN EMOCIONAL DEL PROCÉS [Subir]

En general, lo primero que deja ver nuestro estudio es que, en contra de lo difundido por los medios de comunicación basándose en las declaraciones de los políticos de uno u otro signo, el régimen emocional de la ciudadanía catalana hacia los actores políticos resulta llamativamente temperado, y ello en lo que se refiere tanto hacia los líderes como hacia los partidos. Las principales emociones que se destacan en el conjunto son el orgullo, la esperanza, el enfado, la preocupación y la tranquilidad. Es decir, un grupo de emociones compuesto por mayor número de componentes positivos que negativos; e incluso cuando son emociones negativas, estas no son las más extremas, no responden al ámbito emocional de la aversión, sino al de la de ansiedad. Dicho de otro modo, el supuesto modelo de polarización emocional de Cataluña se construiría básicamente con emociones que están presentes en la política habitual.

Desde nuestra lectura constructivista de la política y de los regímenes emocionales asociados a esta, cuando hablamos de polarización emocional debemos tener en cuenta tres elementos diferenciados; a saber: a) el tipo de emociones presentes que articulan un régimen emocional; b) el volumen de presencia de dichas emociones entre la ciudadanía, y c) la intensidad con la que los ciudadanos sienten esas emociones. Estos dos últimos configuran la arquitectura del régimen, aunque en este trabajo nos vamos a referir exclusivamente a los dos primeros. Mientras el régimen emocional se refiere a los componentes emocionales de una situación —cuáles son las emociones presentes‍—, la arquitectura emocional hace referencia al cuánto y al cómo de la distribución de esas emociones, cuánta presencia de cada una de ellas y con qué intensidad están presentes.

Empezando por las emociones que sienten los ciudadanos catalanes hacia los líderes políticos (tabla 2)[1], podemos observar la presencia de cinco emociones fundamentales (orgullo, esperanza, enfado, preocupación y tranquilidad) hacia los representantes del PSC, ERC y JxCat (respectivamente, Illa, Aragonés y Borrás), pero también hacia líderes ausentes en estos comicios (Puigdemont y Junqueras), lo que da cuenta de cómo estos políticos, que hace tiempo que no están en primera fila de la competición autonómica, siguen jugando un importante papel emocional en la política catalana.

Tabla 2.

Emociones hacia los líderes políticos

(Pregunta filtrada por aquellos encuestados que conocen a los líderes políticos)
Presencia Salvador
Illa
Pere Aragonés Laura
Borrás
Ignacio Garriga Dolors Sabater Jéssica Albiach Carlos Carrizosa Alejandro Fernández Carles Puigdemont Oriol Junqueras
Orgullo 11,4% 17,1% 17,3% 3,1% 17,1% 10,2% 6,3% 8,0% 26,9% 27,7%
Miedo 2,3% 5,2% 5,5% 23,6% 3,7% 1,7% 10,2% 5,1% 11,4% 6,3%
Esperanza 26,4% 33,3% 31,0% 5,7% 28,5% 30,0% 9,7% 13,5% 25,4% 30,1%
Ansiedad 3,1% 5,0% 4,9% 11,5% 4,0% 2,2% 7,5% 3,3% 8,0% 5,8%
Entusiasmo 9,8% 14,4% 12,9% 2,9% 8,1% 8,7% 3,5% 6,1% 13,6% 14,2%
Enfado 13,8% 19,7% 20,6% 35,3% 16,2% 10,3% 29,8% 20,3% 33,6% 22,3%
Odio 0,8% 1,2% 2,2% 7,3% 1,7% 1,5% 3,3% 2,2% 4,0% 2,5%
Desprecio 2,1% 4,1% 5,4% 19,5% 3,7% 2,1% 9,2% 5,1% 12,4% 6,4%
Preocupación 22,9% 25,7% 23,6% 30,4% 19,2% 16,1% 21,0% 16,3% 29,4% 23,1%
Tranquilidad 19,0% 16,6% 12,8% 3,5% 10,9% 9,4% 4,5% 9,4% 9,1% 13,1%
Resentimiento 2,4% 3,6% 4,1% 7,8% 2,6% 1,3% 5,4% 4,4% 8,6% 4,7%
Amargura 1,8% 3,3% 4,0% 7,8% 3,3% 1,8% 5,1% 3,4% 5,3% 3,5%
Asco 0,9% 2,6% 3,1% 12,0% 2,8% 1,4% 5,3% 3,3% 6,0% 3,7%

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Así, vemos que mientras los candidatos electorales acumulan bajos niveles de orgullo, dichos niveles son especialmente altos para Puigdemont y Junqueras, lo que referencia una parte importante de la sociedad, orgullosa de lo hecho por estos líderes, y también que el orgullo es una emoción que se siente por referencia a lo ocurrido, que se expresa en relación con el tiempo pasado o presente, pero nunca en futuro, como es el caso de la esperanza. También resulta relevante que, habiendo seguido ambos líderes cursos de acción tan diferentes, los niveles de orgullo sobre ambos sean tan parejos y que la diferencia entre uno y otro no se centre tanto en las emociones positivas cuanto en las negativas, especialmente en el enfado selectivo que tiene una parte de la ciudadanía catalana con Puigdemont (33,6 %) y en el hecho de que Puigdemont cuasi duplique los valores de las emociones de aversión respecto de Junqueras (siendo, en cualquier caso, esta presencia muy reducida).

Algo semejante ocurre con la presencia emocional hacia los partidos (tabla 3). Observamos, de nuevo, que destacan como las principales emociones presentes las cinco anteriormente señaladas. Por un lado, entre las fuerzas contrarias al procés el PSC concentra una mayor presencia emocional positiva; en concreto, orgullo, entusiasmo, tranquilidad y, especialmente, esperanza. La presencia de esas mismas emociones es mucho menor para Ciutadans y PP, lo que nos invita a pensar en la existencia de una relación entre la presencia de emociones positivas hacia los partidos y la competitividad electoral de estos, en especial con emociones como esperanza y entusiasmo (aunque esta última no esté muy presente hacia el PSC en esta elección).

Tabla 3.

Emociones hacia los partidos políticos

Presencia PSC ERC JxCat VOX En Comú Podem CUP Ciutadans PP
Orgullo 13,4% 23,1% 17,9% 2,7% 9,5% 14,1% 5,4% 5,9%
Miedo 3,3% 6,8% 8,6% 32,9% 3,7% 9,8% 7,7% 9,0%
Esperanza 26,8% 35,7% 27,0% 6,1% 27,4% 24,2% 10,5% 9,2%
Ansiedad 4,0% 5,6% 6,1% 11,1% 2,9% 6,3% 4,6% 4,9%
Entusiasmo 11,3% 15,8% 10,7% 2,3% 6,4% 7,5% 4,3% 3,6%
Enfado 21,1% 25,2% 28,1% 52,8% 18,9% 27,5% 32,3% 42,0%
Odio 1,4% 1,9% 2,3% 9,0% 2,0% 2,5% 3,0% 3,2%
Desprecio 3,5% 3,9% 4,9% 25,5% 3,9% 7,1% 8,3% 9,6%
Preocupación 25,9% 26,3% 24,2% 34,7% 16,9% 25,1% 24,6% 24,6%
Tranquilidad 18,8% 17,7% 11,4% 2,9% 9,1% 8,2% 4,3% 5,9%
Resentimiento 3,8% 3,8% 4,5% 9,7% 2,8% 3,7% 5,0% 6,7%
Amargura 2,9% 3,1% 3,6% 8,9% 2,5% 3,5% 4,2% 4,7%
Asco 1,9% 2,3% 3,3% 22,2% 2,4% 3,8% 4,7% 6,7%

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

En cuanto a las emociones negativas, estos tres partidos presentan valores elevados de preocupación, pero mucho mayores en el caso de estas dos últimas formaciones respecto del enfado. Es decir, contando los tres con una importante respuesta emocional negativa (pero, debemos insistir, no aversiva, sino ansiosa), lo cierto es que el PSC es el partido no independentista que mejor respuesta emocional tiene entre el conjunto de los votantes catalanes. Caso aparte es el de Vox, cuya peculiaridad (que ya se podía adelantar en la presencia emocional hacia su líder, Ignacio Garriga) reside en una destacable mayor presencia de emociones negativas y muy extremas, como son las emociones de la dimensión de aversión; a saber: odio, desprecio, amargura y asco. Con todo, hemos de señalar que esta peculiaridad no es algo específico del escenario político catalán, sino de la formación de extrema derecha, y que en el conjunto de España responde a niveles semejantes.

Por otro lado, entre los partidos independentistas (ERC, JxCat y CUP), podemos destacar que Esquerra tiene una mayor presencia en las cinco emociones señaladas, mientras que hacia JxCat destaca el enfado, dando cuenta de cómo ERC (entre las fuerzas independentistas) es la fuerza capaz de generar una mejor respuesta emocional entre buena parte del electorado, aunque al mismo tiempo preocupe a otra parte de este.

Lo más sorprendente de estos datos reside en el modo en el que sectores de la sociedad catalana se sienten orgullosos por igual de Puigdemont y de Junqueras, aun cuando el devenir de la actuación de ambos ha sido tan diferente, lo cual nos lleva a preguntarnos sobre la existencia de un régimen emocional común con los mismos anclajes ciudadanos o diferentes, y necesariamente a plantear la cuestión de quiénes son los ciudadanos que se sienten orgullosos de ellos.

En las figuras 1, 2, 3 y 4 quedan ilustrados los perfiles sociodemográficos y políticos de los votantes catalanes que se sienten orgullosos de estos líderes y todo parece indicar que el procés ha homogenizado las emociones positivas hacia ellos en la medida que presentan un perfil común, en tanto que las diferencias, tanto sociodemográficas como políticas, son menores.

En términos sociodemográficos, estamos ante un hombre de mediana edad, con estudios universitarios y que actualmente está trabajando. No obstante, nos parecen más destacable las similitudes en las características políticas, en tanto que en ambos casos (y solo con diferencias mínimas) hablamos de votantes nacionalistas e independentistas de izquierdas que tanto en recuerdo de voto (desde las elecciones catalanas de 2012 hasta las de 2021, e incluyendo también las elecciones generales de noviembre de 2019) como de simpatía han optado más por ERC que por JxCat.

Figura 1.

Emociones hacia los partidos políticos

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Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Figura 2.

Perfil sociodemográfico de los que sienten orgullo por Oriol Junqueras

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Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Figura 3.

Perfil político de los que sienten orgullo por Carles Puigdemont

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Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Figura 4.

Perfil político de los que sienten orgullo por Oriol Junqueras

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Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Y es aquí donde aparece la gran diferencia entre Junqueras y Puigdemont que afecta notablemente a la evolución de la política catalana. Quienes están orgullosos de lo que ambos líderes hicieron son los votantes tradicionales de ERC y los que se incorporaron en 2015 al voto de JuntsxSí; solo el 17 % de los que se sienten orgullosos de Puigdemont son votantes tradicionales de la vieja CiU.

Este perfil semejante entre los que se sienten orgullosos de Puigdemont y Junqueras surge, precisamente, de que los ciudadanos que están produciendo las emociones positivas hacia el procés y hacia los actores que lo sostienen tienen en su mayoría una procedencia común: o son de origen ERC o se han incorporado al procés en el momento plebiscitario de 2015, muchos de ellos a través del voto a JuntsxSí. Y eso provoca que, a pesar de tratarse de líderes de formaciones políticas con notables diferencias ideológicas, la fuerza del procés produzca esa cierta homogeneización del régimen emocional dominante hacia estos líderes entre el electorado independentista. El procés no solo prioriza la cuestión de la independencia, sino que también focaliza las referencias emocionales de los ciudadanos, haciendo que los votantes de un partido de izquierda y los de uno de centroderecha experimenten emociones similares hacia líderes antaño antagónicos. El régimen emocional del procés actúa, así, como cemento unificador por encima de las diferencias políticas e ideológicas.

LAS DIFERENTES ARQUITECTURAS DEL PROCÉS [Subir]

Pero si el procés ha reconducido la relación emocional de los ciudadanos con los actores políticos de Cataluña es, precisamente, porque ha alterado el funcionamiento de los clivajes ideológicos e identitarios tradicionales de Cataluña y ha funcionado como un master frame para la generación de los relatos en competición. No hay una política emocional y otra racional, carente de emociones, como relata el discurso mediático; hay diferentes políticas que responden a regímenes emocionales diferenciados, y desde esta perspectiva el procés genera un régimen emocional diferenciado (tan diferenciado como el que existía antes del procés). Por esta razón hemos segmentado a los votantes según su posición (a favor o en contra) ante el procés, para así poder observar cómo las principales reacciones emocionales hacia los líderes siguen un mismo patrón en función de esta posición.

Las emociones hacia los líderes del bloque propio responden a una arquitectura similar, aunque más intensa, a la comentada anteriormente, con presencia sobre todo de emociones positivas (como orgullo, esperanza, tranquilidad o entusiasmo) junto a algunas negativas (no extremas, no aversivas, pero sí de ansiedad: básicamente la preocupación y, ocasionalmente, el enfado). Por el contrario, hacia los líderes del bloque contrario solo se constata la presencia de emociones negativas, y destacan los casos de Borrás, Puigdemont y Junqueras por presentar un mayor número de emociones negativas y con mayor intensidad. Esa concentración de emociones positivas hacia un bloque y negativas hacia otro nos da cuenta de cómo el procés ha servido como movilización vertebradora de la política catalana, produciendo una fractura emocional que determina la dirección y la intensidad de los afectos (en este caso, hacia los líderes) según se trate del espectro independentista o no. Los votantes de cada sector desarrollan principalmente emociones positivas hacia sus líderes y negativas hacia los líderes contrarios. Por eso existen análisis de valencia, pero no es suficiente para hablar de polarización emocional. Y ello porque la identificación afectiva es consustancial al comportamiento político y está en la base de la construcción del liderazgo y de la identificación partidista y, por lo tanto, de la competición democrática habitual.

Figura 5.

Emociones hacia los líderes políticos en función de la postura de los ciudadanos ante el procés (Parte I)

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Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Figura 6.

Emociones hacia los líderes políticos en función de la postura de los ciudadanos ante el procés (Parte II)

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Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Figura 7.

Emociones hacia los partidos políticos en función de su postura ante el procés

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Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Ahora bien, si analizamos las emociones observadas podemos ver cómo el orgullo aparece como una de las principales, sobre todo entre el bloque independentista, donde destacan todavía más los casos de Puigdemont y Junqueras, con valores superiores al 50 %, lo que nos permite afirmar, por un lado, que son los ciudadanos que están a favor del procés los que sienten esta emoción hacia ambos líderes y, por otro, que el nivel que alcanza esta emoción para ambos líderes es muy alto.

El orgullo es una emoción fundamental en la competición partidaria; se refiere más a un estatus que un proceso y está en la base de la construcción de la identificación partidaria y de la que se produce entre líderes y seguidores; pero a diferencia de otras emociones, se genera como evaluación ex post de lo experimentado, desde lo pretérito, ya que el factor temporal resulta fundamental a la hora de sentir orgullo. Y aquí no hay fisuras: los que están a favor del procés están orgullosos de lo que han hecho Puigdemont y Junqueras, resultando irrelevante si uno está en la cárcel o el otro está exiliado en el extranjero. Ahí comienza la fractura emocional de la sociedad catalana, en la unidad emocional del procés, en su funcionamiento como el cemento emocional del independentismo catalán, incluso a pesar de la existencia de cierta componente de enfado con Puigdemont. Esta unidad emocional, sin embargo, no se da de igual modo entre los ciudadanos contrarios al procés: los niveles de enfado que despierta el candidato del PSC, Salvador Illa, entre los que están en contra del procés (12,3 %) son perfectamente comparables con los que despierta entre los que están a favor (15 %); y esto es así porque mientras el procés se define como un objetivo en sí mismo que en su origen asentó una estrategia común vinculada exclusivamente a Cataluña, el antiprocés conserva las estrategias diferenciadas de cada una de las organizaciones, dentro y fuera de Cataluña.

Los ciudadanos afines al procés sienten emociones básicamente positivas, porque el procés se ha construido en positivo y emocionalmente unido; el antiprocés se ha construido en negativo y emocionalmente fracturado. La polarización emocional comienza cuando aparecen emociones como el miedo, el desprecio o el resentimiento hacia los líderes del procés por parte de los catalanes que están en contra de este. La existencia de emociones de aversión o el alto porcentaje de emociones de ansiedad como el enfado, muestran un régimen emocional con una arquitectura predominante negativa frente a la arquitectura positiva del régimen emocional de los partidarios del procés.

La esperanza, sin embargo, se construye en futuro, y tal y como se observa es la emoción que prevalece sobre las demás, de tal forma que acompaña la competición y el propio desarrollo del procés. En Cataluña, durante el último proceso electoral, se ha conformado como la principal respuesta emocional hacia los líderes (excepto en el caso de Puigdemont) y, a diferencia del orgullo, se dirige a los candidatos presentes en la competición electoral en los mismos niveles que a los líderes tradicionales, lo cual nos permite ver hasta qué punto los procesos electorales se juegan en términos de esperanza.

En tercer lugar, aparece, de manera general, el entusiasmo. El entusiasmo es un componente fundamental para la movilización, pero las últimas elecciones catalanas, contrariamente a lo que algunos pensaron, estuvieron más cargadas de esperanza que de entusiasmo, y esa arquitectura del régimen emocional genera menos activación movilizadora, pero más resistencia y perseverancia en el contenido; lo cual hace que el procés se encuentre en la actualidad en una fase de sostenimiento, que no genera gran entusiasmo a sus partidarios, pero sí alienta la suficiente esperanza para que no cedan en sus preferencias independentistas.

Y lo mismo se observa cuando analizamos las emociones de estos ciudadanos hacia los principales partidos: emociones mayoritariamente positivas y ocasionalmente negativas, ninguna extrema, hacia los partidos del bando propio y solo negativas, aunque tampoco de aversión, hacia los opuestos. Quizás el elemento que únicamente hace destacar estas figuras respecto a lo anteriormente comentado es la presencia de una emoción positiva significativa entre los votantes partidarios del procés hacia el PSC, la esperanza (11,2 %), depositada en el partido, pero no así en el candidato.

Para reforzar las afirmaciones aquí expuestas en relación con las diferencias emocionales hacia líderes y partidos según el posicionamiento ante el procés, se realizó una prueba de diferencias de medias según el estadístico Chi-Cuadrado (ver tabla 11 en Anexos). El análisis ha permitido confirmar la existencia de diferencias estadísticamente significativas para las tres emociones positivas que mayor impacto tienen en el análisis: orgullo, esperanza y entusiasmo para todos los líderes y partidos políticos, con las únicas excepciones de las tres emociones expresadas hacia Jessica Albiach y el entusiasmo hacia la formación a la que representa, En Comú Podem. Esto permite, sin duda, fortalecer lo esbozado en el análisis descriptivo respecto de la existencia de diferentes regímenes emocionales en función del posicionamiento ante el procés.

VIEJOS Y NUEVOS INDEPENDENTISTAS: LAS DIFERENTES ARQUITECTURAS EMOCIONALES[Subir]

En trabajos precedentes habíamos observado el incremento del independentismo entre los ciudadanos de Cataluña en el último decenio, lo que nos llevó a preguntarles, desde nuestra lógica constructivista, desde cuándo se sentían independentistas, para así poder ahondar en las diferencias entre unos y otros en función de dicho lapso. En otros trabajos hemos ahondado en las relaciones entre el tiempo de adhesión al procés y el tipo de vínculo nacionalista-independentista; en este, hemos analizado las diferencias del régimen emocional en función de la presencia y volumen diferenciados de emociones hacia líderes y partidos según el tiempo desde el cual los ciudadanos se sienten independentistas, agrupando en función de las categorías (desde siempre, desde hace entre seis y diez años y desde hace entre uno y cuatro años) para diferenciar el separatismo con origen en el nacionalismo primordial, los que se incorporan con el procés y los de las últimas olas.

En general, respecto a la presencia de las emociones, tanto hacia líderes como a hacia los partidos, se constata que la relación entre el tiempo de adhesión al independentismo y la presencia de la emociones de orgullo y esperanza son relaciones directas; es decir, según disminuye el tiempo desde el cual los ciudadanos se sienten independentistas, disminuye la presencia de estas emociones hacia los líderes del procés; o dicho de otro modo, la arquitectura emocional de las nuevas incorporaciones al independentismo es más frágil, menos consistente, especialmente en lo que se refiere a las emociones esperanza y orgullo, de tal modo que son prioritariamente los sectores más tradicionales del independentismo los que sostienen y hegemonizan el régimen emocional que conduce el procés.

Gráfico 1.

Emociones hacia los líderes y partidos políticos de los que se declaran a favor del procés en distintos puntos temporales

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Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

En el caso del entusiasmo, sin embargo, los sectores más emotivos son aquellos que se incorporaron al independentismo en los tiempos de máxima exaltación y movilización de este. Esto es, ni los independentistas tradicionales ni los de última hora. Los que permanecen entusiasmados son los que se han incorporado al independentismo en los momentos de máxima movilización del procés, de máxima producción de entusiasmo, y por alguna razón, esa emoción se ha hecho más persistente que para el resto de los independentistas; lo cual nos induce a pensar, de forma genética, que las emociones que se producen en los ciudadanos asociadas a un determinado tipo de acción política tienden a persistir en la medida en que ese repertorio de acción política se activa, lo cual no contradice la obviedad de que las emociones varían, sino que pueden obedecer a ciertas pautas semejantes a la cultura.

En sentido contrario a las anteriores emociones, la tranquilidad muestra una relación inversa con el tiempo de vinculación al independentismo (excepto en el caso de Borrás), lo que nos lleva a plantear diferentes arquitecturas emocionales donde disminuyen emociones como orgullo y entusiasmo, pero se activan otras como tranquilidad, que en el caso del actual presidente de la Generalitat se convierte, para los independentistas de última hora, en la emoción principal.

Y si las diferentes olas de incorporación al independentismo tienen arquitecturas emocionales diferenciadas, tampoco la solución del problema catalán puede ser unívoca, ni en términos cognitivos ni emocionales. Lo cierto es que nuestra investigación nos permite observar no solo la evolución emocional del procés, sino también la convivencia de arquitecturas emocionales diferenciadas dentro del procés, pero que el procés amalgama como si se tratase de una suerte de argamasa emocional que todo lo compacta, generando un régimen emocional unitario que suelda una identidad colectiva nacional.

VOTO, LÍDERES Y POLARIZACIÓN EMOCIONAL[Subir]

Nuestra lectura constructivista busca penetrar en esas arquitecturas y deconstruirlas para analizar las distintas relaciones entre sus componentes; no hablar de emociones ni de afectos en general, sino analizar cada emoción, estudiar la presencia y la incidencia de cada una, los actores a los que se dirige y quiénes son los ciudadanos que tienen esas emociones. Cuando analizábamos los perfiles de quienes se sentían orgullosos de Puigdemont y Junqueras señalábamos cómo en 2015 los votantes de ERC y JuntsxSí se habían convertido en los sostenedores de la persistencia de esa emoción hacia ambos líderes.

Por esto, la existencia de una fractura emocional no produce por sí misma polarización emocional. Las fracturas emocionales existen en todas las sociedades democráticas porque en todas ellas conviven emociones encontradas que sustentan diferentes identificaciones afectivas. Para que exista polarización emocional es necesario que las emociones de los ciudadanos de una parte de la fractura hacia la otra sean intensas y polarizadoras, como son las de aversión. Porque la simple idea de que la existencia de una fractura emocional produce polarización es tan solo el fruto de una lectura racionalista que ve la mera existencia de la fractura, de las emociones, como una anomalía de la racionalidad política.

La presencia de emociones de aversión se concentra habitualmente en los líderes políticos contrarios antes que en los partidos o en los ciudadanos de la otra parte, y por eso vamos a analizar la relación entre la presencia de estas emociones hacia los líderes y el voto. Hablamos, en definitiva, de analizar si más allá de la existencia de la fractura emocional esta produce regímenes electorales diferenciados, con arquitecturas emocionales coherentes a ambos lados de la fractura. Para ello, consideraremos la presencia emocional hacia los principales líderes según el recuerdo de voto en las últimas elecciones autonómicas catalanas, las de febrero de 2021.

Tabla 4.

Emociones hacia Salvador Illa de los votantes de los principales partidos

(Pregunta filtrada por aquellos encuestados que conocen a Salvador Illa y han votado por un partido político en las elecciones catalanas 2021)
Presencia PSC ERC JxCat VOX En Comú Podem CUP Ciutadans PP
Orgullo 36,4% 2,9% 1,5% 5,3% 15,3%
Miedo 2,0% 1,4% 1,5% 5,3% 4,4% 4,7% 2,0%
Esperanza 74,9% 10,5% 5,1% 5,3% 37,2% 19,9% 6,1%
Ansiedad 1,0% 2,4% 5,1% 5,6% 2,6% 4,7% 10,2%
Entusiasmo 32,8% 2,4% 0,7% 15,4% 5,1% 4,7% 2,0%
Enfado 2,6% 11,6% 21,2% 31,6% 6,5% 17,9% 14,2% 34,8%
Odio ,5% 2,2% 2,5%
Desprecio 0,5% 1,0% 4,4% 4,7% 8,8%
Preocupación 8,7% 28,9% 33,8% 26,3% 13,1% 21,1% 28,4% 63,6%
Tranquilidad 47,0% 11,7% 5,1% 5,3% 33,4% 3,2% 14,2%
Resentimiento 0,5% ,5% 4,4% 5,3% 2,2% 2,6% 9,5% 8,2%
Amargura ,5% 3,7% 2,2% 9,5% 8,6%
Asco 0,5% ,5% 0,7% 5,3% 2,2% 2,1%

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Lo que observamos en las siguientes tablas crea algunas dudas sobre la hipótesis de que Cataluña sea hoy en día una sociedad emocionalmente polarizada. Los partidarios de las distintas fuerzas tienen una mayor presencia emocional positiva hacia los líderes que han votado y hacia los más próximos, mientras que entre líderes contrarios la realidad es la inversa (presencia principalmente de emociones negativas, aunque de ansiedad, no de aversión). En este sentido, es interesante observar cómo Illa y el PSC son capaces de generar emociones positivas más allá de sus votantes, en concreto entre los de En Comú Podem, y cómo la presencia de emociones de aversión es prácticamente nula.

Tabla 5.

Emociones hacia Pere Aragonés de los votantes de los principales partidos

(Pregunta filtrada por aquellos encuestados que conocen a Pere Aragonés y han votado por un partido político en las elecciones catalanas 2021)
Presencia PSC ERC JxCat VOX En Comú Podem CUP Ciutadans PP
Orgullo 2,3% 43,9% 20,5% 10,1% 10,9% 4,7%
Miedo 5,1% ,5% 4,4% 27,8% 2,7% 9,5% 16,3%
Esperanza 11,4% 67,8% 51,0% 20,7% 38,1% 2,2%
Ansiedad 6,8% 3,6% 11,1% 7,5% 14,2% 13,7%
Entusiasmo 1,1% 38,0% 18,9% 5,0% 11,2%
Enfado 26,9% 4,4% 10,9% 44,4% 20,1% 19,0% 33,2% 59,0%
Odio 0,6% ,5% 5,6% 9,4%
Desprecio 6,4% ,5% 0,7% 27,8% 5,0% 18,7%
Preocupación 43,3% 7,2% 23,3% 50,0% 33,3% 24,5% 42,7% 42,4%
Tranquilidad 5,7% 38,9% 18,9% 8,1% 21,7% 4,7% 2,7%
Resentimiento 5,7% 0,7% 16,7% 2,7% 9,5% 13,8%
Amargura 4,5% ,5% 1,5% 16,7% 4,7% 11,6%
Asco 2,9% ,5% 16,7% 9,5% 14,1%

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC 2021.

Tabla 6.

Emociones hacia Laura Borrás de los votantes de los principales partidos

(Pregunta filtrada por aquellos encuestados que conocen a Laura Borrás y han votado por un partido político en las elecciones catalanas 2021)
Presencia PSC ERC JxCat VOX En Comú Podem CUP Ciutadans PP
Orgullo 3,4% 29,3% 20,5% 4,9% 13,9% 5,2%
Miedo 9,5% 2,3% 4,4% 27,8% 4,9% 3,5% 5,2% 5,2%
Esperanza 5,6% 52,5% 51,0% 4,9% 31,3% 2,6%
Ansiedad 7,4% 1,2% 3,6% 11,1% 7,3% 5,2% 5,2%
Entusiasmo 1,4% 11,6% 18,9% 2,4% 13,9%
Enfado 33,8% 7,6% 10,9% 44,4% 20,2% 13,9% 36,7% 44,3%
Odio 1,3% ,6% 5,6% 5,2% 7,8%
Desprecio 10,2% ,6% 0,7% 27,8% 4,9% 5,2% 16,3%
Preocupación 39,0% 10,6% 23,3% 50,0% 26,9% 20,8% 31,4% 46,7%
Tranquilidad 2,7% 8,2% 18,9% 7,3% 18,0% 5,2%
Resentimiento 5,4% 1,8% 0,7% 16,7% 4,9% 5,2% 5,2%
Amargura 6,9% 1,2% 1,5% 16,7% 4,9% 5,2% 7,9%
Asco 4,1% 1,2% 16,7% 2,4% 10,5% 5,3%

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC.

En igual sentido, tanto entre ERC y sus líderes (Aragonés y Junqueras) como en JxCat y los suyos (Borrás y Puigdemont) se da el mismo fenómeno y de forma recíproca: mientras que los votantes de JxCat tienen emociones positivas hacia Pere Aragonés, especialmente esperanza, los de ERC sienten emociones semejantes hacia Laura Borrás. Y esto, en principio, podría darnos cuenta de uno de los requisitos que señalan los defensores de la noción de polarización afectiva, el partisan in-group like; esto es, el cierre sobre sí mismo del grupo, centrado en manifestar su gusto hacia el grupo propio, o lo que es lo mismo, la existencia de un régimen emocional común con arquitecturas emocionales parejas. No obstante, la realidad resulta mucho más compleja. Existe un régimen emocional común al independentismo que ha sido capaz de transversalizar las diferentes opciones electorales de los votantes para conformar arquitecturas emocionales muy coherentes entre sí. Pero no ocurre lo mismo en el lado contrario al procés.

Tabla 7.

Emociones hacia Oriol Junqueras de los votantes de los principales partidos

(Pregunta filtrada por aquellos encuestados que conocen a Oriol Junqueras y han votado por un partido político en las elecciones catalanas 2021)
Presencia PSC ERC JxCat VOX En Comú Podem CUP Ciutadans PP
Orgullo 4,0% 56,9% 47,7% 21,8% 46,2% 9,5%
Miedo 10,0% 2,9% 35,0% 4,4% 14,2% 10,6%
Esperanza 10,1% 58,2% 51,4% 17,4% 43% 4,7% 2,1%
Ansiedad 8,2% 3,6% 40,0% 4,4% 2,5% 14,2% 15,4%
Entusiasmo 3,5% 22,9% 25,2% 13,1% 27,5%
Enfado 39,2% 1,4% 6,5% 60,0% 29,0% 5,0% 42,8% 65,9%
Odio 1,5% 0,7% 30,0% 2,2% 4,7% 11,4%
Desprecio 6,6% 0,7% 45,0% 4,4% 14,2% 28,5%
Preocupación 34,5% 8,6% 14,5% 55,0% 26,2% 12,6% 33,3% 42,7%
Tranquilidad 6,0% 18,1% 24,0% 8,7% 20,7%
Resentimiento 7,1% ,5% 1,4% 40,0% 4,4% 9,5% 19,6%
Amargura 3,5% 1,0% 1,4% 40,0% 4,4% 4,7% 13,3%
Asco 4,0% ,5% 1,5% 35,0% 4,5% 10,7%

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC.

Si realmente el procés, más allá de la fractura emocional que hemos referido, hubiese generado un fenómeno generalizado de polarización emocional, los contrarios al procés deberían articular arquitecturas emocionales que permitiesen la conformación de un régimen emocional común, al igual que ocurre entre ERC y JxCat, una especie de unidad emocional a la que hacíamos referencia en la primera parte. Pero no sucede así porque si bien pudiésemos pensar en un régimen emocional del anti-procés basado en las emociones de ansiedad, con una arquitectura que toma como base común la presencia de enfado y preocupación hacia los líderes del procés, lo cierto es que las arquitecturas particulares de los votantes del PP y Ciutadans se articulan, también, con una alta presencia de emociones negativas de ansiedad respecto a Illa y al PSC. Es más, en su línea peculiar, los votantes de VOX manifiestan que sienten un nivel significativo de emociones de aversión hacia el PSC, aunque no hacia Illa, si bien es cierto que el caso de VOX no es peculiar de Cataluña y por lo tanto no está tan relacionado con el procés, sino con la propia esencia de VOX.

Tabla 8.

Emociones hacia Carles Puigdemont de los votantes de los principales partidos

(Pregunta filtrada por aquellos encuestados que conocen a Carles Puigdemont y han votado por un partido político en las elecciones catalanas 2021)
Presencia PSC ERC JxCat VOX En Comú Podem CUP Ciutadans PP
Orgullo 4,1% 48,4% 68,5% 7,0% 43,7% 6,6%
Miedo 21,9% 2,8% 2,8% 35,0% 13,7% 2,5% 28,4% 14,5%
Esperanza 4,6% 47,3% 60,7% 2,3% 40,5% 6,6%
Ansiedad 12,0% 1,9% 2,1% 35,0% 7,0% 2,5% 28,6% 12,8%
Entusiasmo 2,0% 16,7% 39,9% 4,6% 25% 4,2%
Enfado 56,2% 11,0% 3,5% 70,0% 49,1% 28,1% 52,3% 74,4%
Odio 5,0% 0,7% 31,6% 2,3% 5,0% 4,7% 14,6%
Desprecio 20,0% 1,9% 0,7% 70,0% 9,1% 14,2% 37,7%
Preocupación 40,4% 13,8% 15,8% 65,0% 38,8% 23,7% 33,1% 47,5%
Tranquilidad 1,6% 10,6% 27,7% 6,8% 13,1% 4,7%
Resentimiento 16,6% 2,4% 0,7% 30,0% 13,8% 15,7% 9,5% 18,8%
Amargura 9,6% 35,0% 6,8% 9,5% 18,7%
Asco 10,0% 55,0% 6,9% 9,5% 14,6%

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC.

Tabla 9.

Emociones hacia Carlos Carrizosa de los votantes de los principales partidos

(Pregunta filtrada por aquellos encuestados que conocen a Carlos Carrizosa y han votado por un partido político en las elecciones catalanas 2021)
Presencia PSC ERC JxCat VOX En Comú Podem CUP Ciutadans PP
Orgullo 5,6% 0,9% 31,3% 2,9% 37,4% 44,5%
Miedo 2,2% 13,2% 19,9% 11,5% 21,2% 6,6%
Esperanza 10,0% 37,5% 2,9% 56,1% 73,7%
Ansiedad 1,4% 6,2% 18,0% 8,6% 18% 6,6% 3,6%
Entusiasmo 3,3% 25,0% 2,9% 18,7% 18,2%
Enfado 13,4% 37,7% 40,8% 12,5% 33,0% 42,8% 18,7% 10,9%
Odio 2,6% 7,6% 2,9% 12,9%
Desprecio 1,1% 8,8% 19,0% 6,3% 5,8% 35,3%
Preocupación 20,2% 28,1% 31,3% 6,7% 25,9% 29,7% 12,5% 10,9%
Tranquilidad 6,7% 1,8% 18,8% 5,8% 24,9% 18,2%
Resentimiento 3,6% 3,5% 9,6% 5,8% 8,5% 6,6% 3,6%
Amargura 3,3% 3,5% 7,6% 8,6% 4,2% 6,6% 3,6%
Asco 1,1% 3,5% 11,4% 6,3% 5,8% 12,9%

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC.

La ausencia de un régimen emocional propio entre los contrarios al procés muestra la existencia de estrategias políticas que desbordan la fractura emocional generada por el procés y construyen la polarización, si la hubiere, más allá de esta fractura. Esto no quiere decir que no existan ciertos niveles de polarización emocional: primero porque hemos constatado la existencia de un régimen emocional propio del independentismo; segundo porque hay una base emocional común que se construye desde emociones de ansiedad, y tercero porque hay una notable presencia de emociones de aversión desde sectores del PP, de Ciutadans o de VOX (desprecio, resentimiento, amargura, asco) hacia los líderes independentistas, especialmente Puigdemont.

En Cataluña la polarización no se muestra en términos emocionales extremos. Solo una parte de la población vinculada a partidos con ideologías y estrategias políticas concretas muestra emociones de aversión, sobre todo desprecio. La presencia de preocupación y especialmente enfado en el bloque antiprocés muestra un predominio de la ansiedad sobre la aversión en la confrontación política catalana. Algunos autores como Carver y Harmon-Jones (‍2009) o Lerner y Keltner (‍2000) vinculan el enfado con la experimentación de eventos negativos o la violación de estándares morales o de justicia, como puede ser el tensionamiento extremo de las disposiciones políticas y jurídicas alrededor del proceso independentista. Por ejemplo, el enfado hacia Junqueras y Puigdemont es la emoción predominante entre los votantes que salen de los ejes partidistas del independentismo catalán. De manera semejante, el enfado hacia Carlos Carrizosa es la emoción con mayor presencia entre los votantes de ERC, JxCat, CUP e incluso En Comú Podem, mientras que para Alejandro Fernández el enfado es la emoción más activada entre los electores de JxCat y CUP.

Tabla 10.

Emociones hacia Alejandro Fernández de los votantes de los principales partidos

(Pregunta filtrada por aquellos encuestados que conocen a Alejandro Fernández y han votado por un partido político en las elecciones catalanas 2021)
Presencia PSC ERC JxCat VOX En Comú Podem CUP Ciutadans PP
Orgullo 3,2% 31,3% 4,6% 13,3% 52,3%
Miedo 2,1% 6,5% 9,4% 9,5% 9,2%
Esperanza 5,3% 1,9% 1,0% 50,0% 10,3% 33,2% 77,1%
Ansiedad 2,1% 1,9% 5,2% 6,3% 9,2% 2,2%
Entusiasmo 4,3% ,9% 31,3% 4,6% 13,3% 31,7%
Enfado 16,5% 23,4% 26,3% 12,5% 26,0% 32,4% 6,6% 6,8%
Odio 1,9% 4,2% 6,3% 9,2%
Desprecio 6,5% 10,6% 12,6% 14% 6,6%
Preocupación 16,0% 20,8% 27,2% 31,6% 23% 19,9%
Tranquilidad 10,5% 2,8% 2,1% 25,0% 3,2% 6,6% 36,2%
Resentimiento 1,1% 4,7% 9,5% 10,2% 9,2% 6,6%
Amargura 3,4% 2,8% 6,3% 10,2%
Asco 1,1% 2,8% 5,3% 6,3% 6,3% 13,8%

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC.

El enfado es, sin duda, la emoción más intensa entre las de ansiedad. No podemos olvidar que Marcus encuadra anger entre las emociones de aversión, pero también es cierto que es su traducción al castellano por «ira» la que agrupa como aversión, mientras que cuando la traducimos como «enfado», agrupa en la categoría de ansiedad.

CONCLUSIONES[Subir]

Aunque los medios de comunicación y los relatos políticos se expresen en términos de alta confrontación, lo cierto es que las emociones que articulan las diversas arquitecturas que sostienen el régimen emocional de Cataluña son mayoritariamente de entusiasmo y de ansiedad, y muy raramente de aversión. Hay más emociones positivas que negativas, y las negativas no son extremas.

Cataluña está emocionalmente polarizada, primero porque existe una fractura emocional que se construye entorno al procés, pero además porque esta fractura emocional genera dos aparentes regímenes emocionales a ambos lados de la fractura. La diferencia es que mientras uno es un régimen emocional, en sentido estricto, producto de arquitecturas emocionales coherentes y compatibles entre los que están a favor del procés, el régimen emocional del antiprocés se conforma desde arquitecturas enfrentadas emocionalmente, con sectores que sienten las mismas emociones hacia los de dentro que hacia los de afuera, y eso plantea ciertas dificultades para concebirse como un régimen emocional.

Ambos responden a arquitecturas plurales, como todos, pero el régimen emocional de los que están a favor del procés se articula desde emociones prioritariamente positivas, compatibles, coherentes entre sí, y tiene una base de articulación común que se refiere nítidamente al procés, al voto a JuntsxSí y al tiempo de adhesión a la causa independentista. En cambio, el régimen emocional de los que están en contra del procés se articula en torno a emociones negativas, enfrentadas, que tienen bases de articulación diferenciadas, de raíz claramente partidaria, y que en función de dicho origen partidario tienen arquitecturas diferentes e incompatibles. Solo la existencia de dos emociones de ansiedad comunes a todos los integrantes del antiprocés, preocupación y enfado, nos permiten hablar de un régimen emocional común, aunque con serias dudas al respecto.

Esas dos emociones, preocupación y enfado, definen el perfil de la polarización catalana, más dominada por la ansiedad que por la aversión, salvo desde sectores partidarios de la derecha antinacionalista. El procés ha generado una sociedad catalana enfadada, preocupada, y en cierto punto emocionalmente polarizada; pero ni la definición de los polos ni el tipo de emociones invitan a hablar de alta polarización emocional.

Cataluña está preocupada, enfadada, ansiosa, y si la miras a través de las actitudes, el enfado y la polarización parece ser la misma cosa, pero no es si lo analizas desde el vértice afectivo de las emociones. Están enfadados, con algunos elementos emocionales que pueden llegar a generar polarización emocional; pero, para que eso ocurra de manera nítida se precisan polos emocionales igualmente nítidos. Y eso no ocurre; primero porque los nuevos adeptos al independentismo tienen, como vimos, menor tensión emocional hacia los líderes, y segundo porque los sectores antiprocés son incapaces de generar arquitecturas emocionales compatibles.

NOTAS[Subir]

[1]

Nos gustaría señalar que dada la evolución del procés y el papel que las distintas figuras políticas han jugado, en el caso de los partidos independentistas, JxCat y ERC se han incluido en este estudio no solo los líderes que concurrieron como cabeza de candidatura de cada uno de ellos en estas elecciones, Laura Borrás y Pere Aragonés, sino también los líderes que supuestamente hubieran encabezado las listas de no ser por su situación judicial actual: Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. En el caso del resto de formaciones, los líderes incluidos en el análisis son los que han encabezado la candidatura: Salvador Illa (PSC), Ignacio Garriga (Vox), Dolors Sabater (CUP), Jéssica Albiach (En Comú Podem), Carlos Carrizosa (Ciutadans) y Alejandro Fernández (PP).

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ANEXOS[Subir]

Tabla 11

Test Chi-cuadrado de la presencia emocional positiva hacia líderes y partidos según estar a favor/en contra procés

Orgullo Esperanza Entusiasmo
Salvador Illa 56,549[***](2) 140,930[***](2) 52,464[***](2)
PSC 56,007[***](2) 123,580[***](2) 56,201[***](2)
Pere Aragonés 130,012[***](2) 200,445[***](2) 93,818[***](2)
ERC 226,751[***](2) 329,941[***](2) 135,378[***](2)
Laura Borrás 118,988[***](2) 217,554[***](2) 82,220
JxCat 198,165[***](2) 320,932[***](2) 107,157[***](2)
Ignacio Garriga 19,505[***](2) 34,205[***](2) 17,411[***](2)
VOX 33,257[***](2) 61,462[***](2) 26,801[***](2)
Jessica Albiach 0,529(2) 2,282(2) 2,439(2)
En Comú Podem 23,128[***](2) 20,187[***](2) 2,646(2)
Dolors Sabater 82,449[***](2) 127,770[***](2) 29,548[***](2)
CUP 151,480[***](2) 257,614[***](2) 76,980[***](2)
Carlos Carrizosa 35,530[***](2) 69,069[***](2) 17,694[***](2)
Ciutadans 57,108[***](2) 103,343[***](2) 47,695[***](2)
Alejandro Fernández 40,625[***](2) 60,688[***](2) 27,074[***](2)
PP 61,572[***](2) 85,794[***](2) 39,322[***](2)

Nota: se presentan en la tabla los valores del estadístico Chi-cuadrado, su nivel de significatividad y el número de grados de libertad.

Nota: significatividad: [*] 𝑝 < 0,05 [**] 𝑝 < 0,01 [***] 𝑝 < 0,001

Fuente: elaboración propia a partir de datos del estudio EPEAC.

Biografía[Subir]

[a]

Profesora titular de Ciencia Política y de la Administración, en la Universidad de Santiago de Compostela. Especialista en el estudio de la formación y organización de los partidos políticos y en las cuestiones relativas al liderazgo, la comunicación y la mercadotecnia política. Actualmente es coordinadora del Equipo de Investigaciones Políticas de la USC.

[b]

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad de Santiago de Compostela. Especialista en teoría política y en el estudio del nacionalismo, las identidades políticas y la cuestión federal. Miembro del Consello da Cultura Galega y de numerosos consejos científicos de asociaciones nacionales e internacionales en el ámbito de la ciencia política.

[c]

Profesor titular de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Santiago de Compostela. Especialista en estudio del liderazgo en los partidos políticos, análisis del comportamiento político y mercadotecnia política. Al trabajo académico se suma una dilatada experiencia en la dirección de campañas electorales. Ha sido director del Barómetro Político Galego desde su creación en 1998.