RESUMEN

Este artículo tiene como objetivo analizar las diferentes formas de articulación de las demandas nacionalistas en términos populistas en el contexto de las elecciones catalanas de 2021. Para ello, se ha realizado un análisis de contenido de los mensajes publicados en Twitter por los principales partidos nacionalistas catalanes y Vox durante la campaña electoral de las elecciones catalanas. Los resultados muestran que el nacionalismo de Vox no se limita al conflicto centro-periferia en el Estado español: Vox dice defender la unidad de la nación española frente a los nacionalismos periféricos como su principal preocupación, pero también defiende la identidad y seguridad de los españoles frente a «la invasión migratoria» y «la islamización» del país, así como la autonomía y soberanía de los españoles frente a determinadas tendencias globalizadoras. Por el contrario, los partidos nacionalistas catalanes contextualizan el nacionalismo exclusivamente en torno al conflicto centro-periferia. Las demandas nacionalistas de ambos tipos de actores quedan articuladas en términos populistas cuando se contraponen los intereses del pueblo-nación frente a unas élites e instituciones consideradas privilegiadas, corruptas y antidemocráticas. En este sentido, el análisis muestra que el populismo se encuentra supeditado al núcleo ideológico de estas formaciones, el nacionalismo. Argumentamos que atacar al otro nacional denunciando las prácticas corruptas y los abusos de poder de sus élites e instituciones, así como los comportamientos violentos y actitudes extremistas de algunos de sus miembros («fascistas», «terroristas callejeros separatistas», etc.), puede facilitar la legitimación democrática de los discursos nacionalistas frente a otras estrategias discursivas que discriminan y excluyen de forma más explícita a los colectivos que mantienen una identidad nacional diferente.

Palabras clave: nacionalismo, populismo, derecha radical, Cataluña, elecciones, ideología, Twitter.

ABSTRACT

This article aims to analyze the different ways of articulating nationalist demands in populist terms in the context of the 2021 Catalan elections. To this end, a content analysis has been carried out on the messages posted on Twitter by both the main Catalan nationalist parties and Vox, during the electoral campaign of the Catalan elections. Results show that Vox’s nationalism is not limited to the center-periphery conflict within the Spanish state: Vox claims to defend the unity of the Spanish nation against peripheral nationalism as its main concern; but it also defends the identity and security of the Spanish people against «the migratory invasion» and «the Islamization» of the country; as well as Spaniards’ autonomy and sovereignty against certain globalizing tendencies. On the other hand, Catalan nationalist parties exclusively contextualize nationalism around the center-periphery conflict. Nationalist demands of both types of actors are articulated in populist terms when the interests of the nation-people are pitted against certain elites and institutions considered to be privileged, corrupt and antidemocratic. In this sense, the analysis shows that populism is subordinated to nationalism as the ideological core of these formations. We argue that attacking the «national other» by denouncing the corrupt practices and abuses of power carried out by its elites and institutions, as well as the violent behavior and extremist attitudes of some of its members («fascists», «separatist street terrorists», etc.), can facilitate the democratic legitimization of nationalist discourses compared to other discursive strategies that explicitly discriminate and exclude groups with a different national identity.

Keywords: nationalism, populism, radical right, Catalonia, elections, ideology, Twitter.

Cómo citar este artículo / Citation: Fernández-García, B. y Valencia Sáiz, A. (2022). Nacionalismo y populismo en el contexto de las elecciones catalanas de 2021: el populismo al servicio de agendas nacionalistas enfrentadas. Revista Española de Ciencia Política, 59, 13-‍42. Doi: https://doi.org/10.21308/recp.59.01

SUMARIO
  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. INTRODUCCIÓN
  4. MARCO TEÓRICO
    1. El nacionalismo xenófobo o nativista frente a los procesos de inmigración y/o multiculturalismo
    2. El nacionalismo proteccionista y antiglobalización frente a los procesos de desnacionalización e integración supraestatales
    3. El nacionalismo subestatal frente al Estado nación
    4. El nacionalismo mayoritario y centralista frente a los nacionalismos subestatales
  5. MARCO ANALÍTICO Y METODOLÓGICO
  6. RESULTADOS
    1. Nacionalismo y populismo en la formación de derecha radical Vox
    2. Nacionalismo y populismo en los partidos nacionalistas catalanes
  7. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
  8. NOTAS
  9. Referencias

INTRODUCCIÓN[Subir]

La relación entre populismo y nacionalismo se ha convertido en uno de los focos de contestación más importantes en los estudios sobre populismo (‍Brubaker, 2020). El hecho de que el Estado nación aparezca como el contexto principal para el debate y la representación democrática explica en buena medida por qué los actores populistas tienden a apelar a un pueblo y a una comunidad idealizada («the hearthland») definidos bajo este marco nacional (‍De Cleen y Stavrakakis, 2017). Esto ha llevado a sostener incluso que el populismo no puede subsistir sin un vínculo estrecho o identificación con algún tipo de nacionalismo (por ejemplo, Pantazopoulos, citado en ‍Katsambekis y Stavrakakis, 2017). Asimismo, que la forma prototípica del populismo en Europa haya sido el populismo de derecha radical, cuyo núcleo ideológico es el nativismo —una combinación de nacionalismo y xenofobia— (‍Mudde, 2007), ha favorecido la confusión o superposición de ambos fenómenos: el populismo y el nacionalismo excluyente o nativista.

Sin embargo, como señalan numerosos autores (p. ej. ‍De Cleen y Stavrakakis, 2017; ‍Jenne et al., 2021; Rooduijn, en ‍Bonikowski et al., 2018), estamos ante dos fenómenos discursivos y/o ideológicos diferenciados, cuya combinación (la cual se ha denominado como «nacionalpopulismo» o «etnopopulismo») depende en buena medida de factores estratégicos, ideológicos y contextuales, no del carácter necesariamente nacionalista del populismo o del carácter necesariamente populista del nacionalismo. Como señala Jenne et al. (‍2021: 182), aunque es posible identificar la combinación de ambos elementos en los discursos de determinados líderes políticos, «el etnopopulismo no es la norma», existiendo también discursos fuertemente populistas no nacionalistas y, sobre todo, discursos nacionalistas que no son populistas.

Este artículo busca contribuir a la discusión y clarificación de dos conceptos que, con frecuencia, tienden a confundirse y a utilizarse de forma peyorativa para atacar al adversario político, utilizando las elecciones catalanas como estudio de caso. Para ello, discutimos en primer lugar los conceptos de populismo y nacionalismo desde una perspectiva teórica, identificando los elementos distintivos de ambos fenómenos, así como aquellos que facilitan su combinación. En segundo lugar, identificamos los principales escenarios o contextos en los que se desarrollan los debates sobre nacionalismo en la política europea occidental actual, identificando las posibles formas de articulación de las demandas nacionalistas en términos populistas. En este sentido, es frecuente que en las discusiones sobre el nacionalpopulismo se hagan referencias casi en exclusiva al nacionalismo excluyente o nativista de la derecha radical. En esta investigación sostenemos, por el contrario, que existen otras demandas nacionalistas que se articulan en términos populistas que no deben ser obviadas. Por último, la identificación de estos escenarios nos permitirá contextualizar e interpretar los resultados de la parte empírica de la investigación, en la que analizamos las diferentes formas de articulación del populismo y el nacionalismo en el caso de las elecciones catalanas de 2021, donde confluyeron una diversidad de organizaciones nacionalistas, tanto por el tipo de nacionalismo (centralista y periférico) como por la orientación ideológica de las formaciones nacionalistas.

MARCO TEÓRICO[Subir]

La presente investigación parte del enfoque ideacional del populismo; esto es, un enfoque que ubica al populismo en el ámbito de las ideas políticas y que resalta el lugar central que ocupa «la identidad popular», así como «su relación antagónica con una élite putativa y vilipendiada que se erige como antipueblo» (‍Hawkins y Rovira Kaltwasser, 2017: 516). Dentro de este enfoque hay quienes se refieren a este fenómeno como «discurso» (‍De Cleen y Stavrakakis, 2017; ‍Aslanidis, 2016), mientras que otros prefieren emplear el término «ideología» (‍Mudde, 2004; ‍Albertazzi y McDonnell, 2008; ‍Vittori, 2017). Esta investigación tiene especialmente presente la perspectiva discursiva, según la cual el populismo queda definido como: «Un discurso centrado en torno a los puntos nodales “el pueblo” y “la élite”, en el que el significado de “pueblo” y “élite” se construye mediante un antagonismo abajo/arriba entre “el pueblo”, como un grupo grande sin poder, y “la élite” como un grupo pequeño e ilegítimamente poderoso» (‍De Cleen, 2017: 345).

Este carácter antagonista también está presente en la definición de Aslanidis, para quien el populismo es «un discurso antielitista en el nombre del pueblo soberano» (‍2016: 96), así como en la de Mudde, quien lo define como una ideología delgada que considera que «la sociedad está separada, en última instancia, en dos grupos homogéneos y antagónicos, “el pueblo puro” contra “la élite corrupta”, y que argumenta que la política debería ser una expresión del volonte´ générale (voluntad general) del pueblo» (‍2004: 543). Por tanto, ya sea como ideología o como discurso, el populismo parte de una concepción antagonista del «pueblo», en contraposición con una «élite» poderosa y corrupta. En términos espaciales, el populismo se estructura en torno a un eje vertical abajo/arriba que hace referencia a las relaciones de poder y a la posición jerárquica de ambas categorías.

De este modo, podemos distinguir la forma de construir el «pueblo» del populismo de otras formas que carecen de este carácter antagonista como son, por ejemplo, las constantes apelaciones que hacen los partidos mayoritarios al pueblo o a «la gente corriente» (‍March, 2017; ‍Fernández-García y Luengo, 2018a, ‍2020). En efecto, estos partidos buscan en ocasiones mostrarse cercanos al pueblo, apelar a sus intereses o identificarse con la gente corriente, pero sin la construcción de una identidad antagonista, y mucho menos de carácter vertical. Este fenómeno se ha denominado «demoticismo» (‍March, 2017) en clara diferenciación con el populismo.

Más complejo resulta, sin embargo, diferenciar el tipo de apelaciones que se realiza al pueblo desde el populismo y el nacionalismo. En este sentido, encontramos dos posiciones opuestas en la literatura. De acuerdo con Brubaker (‍2020), la categoría de «pueblo» del populismo es bastante ambigua y puede hacer referencia al menos a tres significados: a) al pueblo como «la gente ordinaria» o «los de abajo» (the people as underdog), sobre los cuales se reclama reconocimiento, respeto y asignación de recursos; b) al pueblo como «soberano» o «demos», cuyo poder debería ser restaurado, y c) al pueblo como comunidad moral, cultural o política, delimitada y diferenciada de otras comunidades. Esta última categoría se solapa con el concepto de «pueblo como nación» que desarrolla el nacionalismo y que deriva en una oposición horizontal entre el «pueblo» delimitado por sus características nacionales y otros grupos «externos» que se consideran amenazantes o diferentes. Para este autor, el discurso populista implica, por tanto, apelaciones al pueblo que son a la vez verticales (contra los de arriba) y horizontales (contra fuerzas o grupos externos). Esto le lleva a concluir que el populismo y el nacionalismo son fenómenos «analíticamente distintos, pero no analíticamente independientes» (ibid.: 45).

En contraposición con este enfoque, encontramos autores como De Cleen y Stavrakakis (‍2017), que sostienen que la categoría de «pueblo» del populismo debería delimitarse claramente con respecto a otras formas de apelar al mismo. En concreto, estos autores sostienen que el populismo debería definirse estrictamente por sus apelaciones verticales al pueblo, haciendo referencia al pueblo como «gente corriente» o como «los de abajo» («the people as underdog»). Se excluyen así las apelaciones al pueblo como «demos», por ubicarse en un espacio conceptual diferente, no definidas por las semánticas antagónicas «arriba/abajo» o «dentro/fuera», y que son propias de otros discursos, como el de la democracia. Asimismo, estos autores sostienen que no deben incluirse dentro del populismo las apelaciones horizontales al pueblo como una comunidad moral, política o etnocultural delimitada, en tanto que estas proceden del nacionalismo y no del populismo.

¿Qué nos dice el concepto de nacionalismo al respecto? Como ocurre con el populismo, el concepto de nacionalismo se presta a múltiples definiciones y enfoques, aunque todas tienden a resaltar el lugar central que ocupa la nación. Una de las definiciones más reconocidas es la de Smith, quien define el nacionalismo como «un movimiento ideológico para alcanzar y mantener la autonomía, la unidad y la identidad de una población que algunos de sus miembros consideran que constituyen una “nación” real o potencial» (‍2010: 9). En primer lugar, por autonomía entiende «autorregulación, tener sus propias leyes o ritmos internos, escuchar solo la propia voz interior, libre de toda restricción externa» (ibid.: 28), lo que deriva en las ideas de «autodeterminación» y de «autogobierno», que puede ser total, en la forma de un Estado territorial soberano, o parcial, a través de alguna forma comunal o federal de autogobierno (íd). En segundo lugar, la unidad nacional hace referencia no solo a su dimensión territorial, sino también social y cultural, la cual no debe entenderse necesariamente como homogeneidad. La unidad nacional hace referencia aquí a un vínculo intenso de solidaridad entre los miembros de la nación y a la actuación al unísono de estos en los asuntos de importancia nacional. Como señala Smith (‍2010), la unidad nacional, en sus diferentes facetas, no solo se dirige frente a posibles divisiones internas, sino también frente a enemigos externos (por ejemplo, cuando la unificación territorial de una nación afecta al territorio de otro Estado). Por último, la identidad nacional se distingue por su preocupación por el carácter colectivo y su base histórico-cultural: «A cada nación le corresponde una cultura histórica distintiva, una forma singular de pensar, actuar y comunicar, que todos los miembros comparten (al menos, potencialmente) y que los no miembros no comparten y, como no miembros, no pueden compartir» (ibid.: 28).

De este modo, el nacionalismo, al igual que el populismo, establece una división entre un nosotros y un ellos. El nacionalismo define al in-group según unas características nacionales, ya sean lingüísticas, étnicas, culturales, religiosas, históricas, etc., que en función del tipo de nacionalismo de que se trate resulta en una frontera más o menos porosa que separa a los miembros de los no miembros (out-groups). Esta división afecta a cada uno de los componentes principales de la doctrina nacionalista: la autonomía se proclama frente a otros actores, sobre todo externos, para evitar injerencias en los asuntos de la nación. La unidad nacional se defiende frente a posibles divisiones internas, así como frente a posibles enemigos externos que puedan amenazar la integridad de la nación, mientras que la identidad nacional marca el carácter distintivo de los miembros de la nación frente a otras naciones.

Este carácter antagonista del nacionalismo está presente en otras definiciones también reconocidas en la literatura sobre nacionalismo, tanto desde una perspectiva ideológica como la de Freeden, para quien consiste en una «ideología delgada que prioriza las divisiones nacionales sobre otros asuntos políticos y que promueve la propia nación frente a otras naciones» (‍1998: 929), como desde una perspectiva discursiva como la de De Cleen (‍2017: 334), quien define nacionalismo como: «Un discurso estructurado en torno al punto nodal nación, concebida como una comunidad delimitada y soberana que existe a través del tiempo y está ligada a un determinado espacio, y que se construye a través de una oposición dentro/fuera (miembro/no miembro) entre la nación y sus grupos externos».

Las naciones se definen entonces por las fronteras que las separan de otras naciones. El «otro nacional» sirve en buena medida como un actor relacional frente al cual se define y entiende la propia nación (‍Brown Swan y Cetrà, 2020). A diferencia del populismo, por tanto, el establecimiento de antagonismos verticales —entre quienes ostentan el poder y los que no— no se encuentra dentro del núcleo ideológico del nacionalismo; este conjunto de ideas se define, por el contrario, por la delimitación de una comunidad soberana según unos rasgos o valores compartidos y en contraposición con otras comunidades, estableciéndose en todo caso divisiones de tipo horizontal (dentro/fuera de la comunidad; miembro/no miembro). En palabras de Jenne: «Mientras que los nacionalistas se movilizan a lo largo de divisiones horizontales “dentro/fuera” que enfrentan al yo nacional contra el otro nacional, buscando estrechar los límites horizontales del soberano imaginado para excluir a los grupos externos, los populistas se movilizan a lo largo de divisiones verticales «arriba/abajo» que enfrentan a «la gente» contra las élites o el establecimiento» (‍Jenne, 2018: 547).

Recapitulando, el populismo y el nacionalismo comparten determinados rasgos que los hacen fáciles de combinar, como son las lógicas de inclusión/exclusión que generan, la división emocional entre un ellos y un nosotros, así como el lugar central que ocupa el grupo de referencia, ya sea definido como pueblo o como nación. No obstante, estos conjuntos de ideas se diferencian por el tipo de antagonismo que generan. O dicho de otro, frente a quiénes proclaman la soberanía, identidad y unidad del grupo de referencia.

En este artículo sostenemos que el populismo se define necesariamente por el conflicto vertical «abajo/arriba» que contrapone los intereses y la soberanía del pueblo frente a una élite ilegítimamente poderosa (‍Laclau, 2005; ‍Mudde, 2004; ‍Rooduijn y Akkerman, 2015). Esto es, el enemigo del pueblo es atacado según la posición de poder que mantiene, que es considerada ilegítima por el actor populista. Por el contrario, el tipo de antagonismo horizontal que señala Brubaker (‍2020) entre el pueblo-nación y otros grupos «externos» o «amenazantes» hace referencia a otros conjuntos de ideas diferentes del populismo. En primer lugar, al nacionalismo, que establece una separación «dentro/fuera» en función de la identidad nacional de los individuos, no del estatus de poder que ostentan. Según este tipo de conflicto horizontal, determinados grupos sociales o actores amenazan la autonomía, unidad e identidad de la nación (p. ej. inmigrantes, extranjeros, minorías étnicas y/o religiosas, otras naciones, etc.). En segundo lugar, este tipo de conflicto también puede hacer referencia a otros conjuntos de ideas como, por ejemplo, el conservadurismo y el autoritarismo, a partir de los cuales se representan a determinados grupos como marginales, desviados o amenazantes por separarse de los valores tradicionales nacionales (feministas, comunidad LGTBI, izquierdistas, etc.) y/o por no respetar los valores de ley y orden (drogodependientes, criminales, «okupas», «parásitos del Estado», etc.). El populismo puede adherirse o acompañar a estos conjuntos de ideas, pero no son una característica distintiva del mismo.

No obstante, la forma de antagonismo vertical que caracteriza al populismo puede producirse también cuando se considera al pueblo como nación, siempre y cuando se articulen sus intereses en contraposición con los de las élites o determinados grupos considerados ilegítimamente poderosos. Se produce así el nacionalpopulismo[1] o el nacionalismo populista, un discurso que articula las demandas nacionalistas en términos populistas y que considera que determinadas élites o actores ilegítimamente poderosos conspiran contra los intereses del pueblo-nación.

Para ilustrar esta combinación de populismo y nacionalismo y contextualizar nuestro estudio de caso, identificamos a continuación los escenarios o contextos en los que se desarrollan los principales debates sobre nacionalismo en la política europea occidental actual[2] y su posible articulación con el populismo.

El nacionalismo xenófobo o nativista frente a los procesos de inmigración y/o multiculturalismo [Subir]

El nativismo es una ideología que «sostiene que los Estados deberían estar exclusivamente habitados por miembros del grupo nativo («la nación») y que los elementos no nativos (personas e ideas) son fundamentalmente amenazantes para el Estado nación homogéneo» (‍Mudde, 2007: 19). Esta combinación de nacionalismo y xenofobia constituye, de acuerdo con este autor, el núcleo ideológico de la derecha radical contemporánea. En este sentido, que el populismo de derecha radical haya sido la forma dominante del populismo en Europa ha favorecido que «populismo», «etnonacionalismo» o «nacionalismo excluyente» tiendan a confundirse en el debate político y mediático. Incluso en el debate académico, encontramos cierta superposición terminológica entre ambos fenómenos (‍Abts y Rummens, 2007; ‍Albertazzi y McDonnell, 2008).

En los últimos años, el nativismo se ha manifestado principalmente contra los procesos de inmigración y de multiculturalismo en Europa Occidental, los cuales son considerados por los nativistas como la gran amenaza contemporánea a la identidad e integridad de las naciones europeas. Aunque se argumenten razones socioeconómicas, de ley y orden e incluso medioambientales, en el trasfondo de este discurso prevalecen razones identitarias en las que se entremezclan (en diferentes grados) elementos religiosos, culturales y étnico-raciales. Esto se pone de manifiesto, por ejemplo, en el hecho de que el islam sea identificado por la derecha radical como el mayor enemigo de la civilización europea (‍Schwörer y Fernández-García, 2021b). El otro musulmán sirve como el actor relacional frente al cual se define la propia nación. En el caso de Vox encontramos, por ejemplo, una instrumentalización de la historia por la cual se rechaza Al-Andalus y se reivindica la Reconquista como mito fundacional de la nación española (‍Olivas Osuna, 2021).

En Europa Oriental y Central, el nativismo también se profesa frente a determinadas minorías étnicas que se consideran externas, como los gitanos, y otras minorías nacionales que se consideran ajenas a la nación como, por ejemplo, los estonios de origen ruso o los eslovacos de origen húngaro (‍Mudde, 2007). Asimismo, los nacionalismos subestatales también pueden desarrollar discursos nativistas cuando consideran al «otro nacional» como un elemento extranjero y/o colonizador (‍Olivas Osuna, 2021). Por ejemplo, cuando los nacionalistas vascos y catalanes se refieren de forma despectiva a los españoles como «inmigrantes», «maketos», «coreanos», «charnegos», «ñordos» o «colonos» (íd.) o cuando distinguen entre verdaderos vascos y catalanes en función de la ascendencia y/o el uso nativo de la lengua.

En cuanto a la articulación del nativismo con el populismo en el contexto de los procesos de inmigración y multiculturalismo, esta se produce, en primer lugar, cuando se define al pueblo en términos étnico-culturales frente a las comunidades de inmigrantes, refugiados y otros outgroups nacionales, étnicos o religiosos que se consideran externos o ajenos a la nación —elemento nativista—; y, en segundo lugar, cuando se representa a este pueblo como discriminado o agraviado por las políticas multiculturales de las élites liberales, que priorizan las necesidades de estos outgroups frente a los intereses de la gente corriente —elemento populista—. Esto es, se parte de una distinción horizontal de la sociedad —dentro/fuera—, y esta distinción adquiere un carácter populista cuando se introduce la dimensión vertical del populismo —abajo/arriba—, por la cual se ataca a las élites por anteponer los intereses de los outgroups frente a los intereses del pueblo-nación.

De este modo, se suele representar al pueblo, definido en términos étnico-culturales, como víctima de la sociedad multicultural que —a diferencia de las élites liberales, metropolitanas y urbanas que se encuentran totalmente alejadas de la realidad— sufre de primera mano la competencia en el mercado laboral, el encarecimiento de la vivienda, la inseguridad, la saturación de los servicios públicos y la pérdida de identidad nacional que este tipo de sociedad trae consigo (de acuerdo con el argumentario nativista). Dentro de estas élites podemos ubicar, además de la clase política nacional, a los medios de comunicación, los académicos y las élites culturales que contribuyen a expandir y justificar esta agenda multicultural y proinmigración («enemigos internos»). Este tipo de nacionalismo excluyente también suele atacar a las élites supranacionales o «élites globalistas», así como a los organismos supra e internacionales (p. ej. la Unión Europea, Naciones Unidas, etc.) por imponer su agenda cosmopolita y multicultural («enemigos externos»).

El nacionalismo proteccionista y antiglobalización frente a los procesos de desnacionalización e integración supraestatales [Subir]

Este conjunto de demandas nacionalistas aparece frente a diferentes tendencias globalizadoras y de integración supraestatales que estarían reconfigurando las funciones y competencias del Estado nación. En este contexto, la preocupación de los nacionalistas se centra principalmente en la limitación de la autonomía o soberanía de los Estados nación en su dimensión externa por actores y/o instituciones que se ubican en un plano supraestatal.

En el contexto europeo, este tipo de demandas nacionalistas se dirigen sobre todo contra la Unión Europea, el proceso de integración política y económica por excelencia. Esta organización es atacada desde diferentes puntos de vistas nacionalistas, pero todos tienen un elemento en común: la preocupación por la soberanía nacional. En el caso de la derecha radical, los ataques a la UE no se limitan a denunciar las políticas migratorias y fronterizas de esta organización (argumento nativista explicado anteriormente), sino que también critican con dureza la pérdida de independencia y del poder de decisión de los Estados miembros en general y sobre determinadas políticas en particular (fronteras, circulación de personas, moneda, etc.). El mejor ejemplo de este tipo de demandas nacionalistas lo encontraríamos en el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), que defendía el referéndum de salida como un acto de soberanía de los británicos frente a una estructura externa sumamente poderosa que interfería en el proceso de toma de decisiones del país y que imponía sus intereses y agendas al pueblo británico.

Asimismo, y como señala Halikiopoulou et al. (‍2012), la UE también suele ser atacada por la izquierda radical mediante argumentos nacionalistas. Según estos actores, el desdibujamiento del marco territorial del Estado nación que conllevan los procesos de globalización económica y de integración europea tiende a beneficiar a las élites neoliberales y capitalistas, poniendo en riesgo los avances socioeconómicos del Estado del bienestar y los intereses de la clase trabajadora. Así, se produce así una equiparación entre nación y clase. En este caso, la oposición a los procesos de integración supraestatales se mueve en una dimensión económica, pero alude también a la pérdida de soberanía y de control sobre las políticas (económicas, en este caso) de los Estados nación. Un ejemplo reciente lo encontramos en las críticas que determinados actores de izquierda radical (‍Fernández-García y Luengo, 2018a) articularon contra las políticas económicas de austeridad impuestas por la troika, por considerarlas un ataque a la soberanía del pueblo-nación. Estas proclamas soberanistas tenían un cariz nacionalista en la medida en que se demandaba recuperar la soberanía de los pueblos delimitados en términos nacionales (p. ej. el pueblo irlandés, el pueblo griego, etc.).

Las posiciones proteccionistas que mantienen con frecuencia determinados actores de derecha e izquierda radical podrían enmarcarse también dentro de este conjunto de demandas nacionalistas cuando se desarrollan en clave nacional, pudiendo articularse asimismo en términos populistas. En este sentido, la oposición a la apertura comercial y a la actuación de las grandes empresas multinacionales busca proteger, según estos actores, los intereses nacionales y de la «gente corriente» frente a las dinámicas globalizadoras que impulsan las élites liberales y capitalistas, las cuales amenazan la autonomía e identidad de los Estados nación (‍Van der Waal y De Koster, 2018). En este sentido, encontramos que también los procesos de globalización pueden producir el rechazo de los actores nacionalistas en términos identitarios cuando denuncian el desdibujamiento de las identidades culturales nacionales a favor de una homogeneización cultural, inspirada sobre todo en el dominio cultural americano (‍Mudde, 2007). Ubicamos aquí, por ejemplo, el rechazo de la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, al tratado de Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) por amenazar la identidad cultural de los pueblos[3].

Recapitulando, es posible identificar otra forma de articulación populista en la oposición y resistencia de determinados actores frente a las tendencias de desnacionalización o de globalización en el contexto de los Estados nación establecidos. En estos casos, encontramos también que los intereses del pueblo y los de la nación se equiparan, oponiéndolos a los intereses de las élites extranjeras, las grandes empresas multinacionales, los organismos supranacionales y sus colaboradores —las élites nacionales—. Las demandas nacionalpopulistas se centran aquí en proteger o recuperar la soberanía nacionalpopular frente a los organismos supranacionales y las tendencias globalizadoras lideradas por unas élites globalistas que merman la capacidad de decisión y los intereses del pueblo-nación, a la vez que operan preocupaciones identitarias cuando se denuncian los intentos de homogeneización cultural a nivel global.

El nacionalismo subestatal frente al Estado nación [Subir]

En la actualidad, esta forma de nacionalismo puede encontrarse en los nacionalismos subestatales que defienden la autonomía o independencia de sus naciones en el contexto de Estados que consideran plurinacionales (p. ej. nacionalismo flamenco en Bélgica, nacionalismo escocés en el Reino Unido o nacionalismo catalán y vasco en España). Articulado con el populismo, los enemigos externos a la nación estarían formados por las élites de la nación dominante en el marco del Estado plurinacional (p. ej. las élites políticas francófonas para el nacionalismo flamenco), mientras que los enemigos internos incluirían aquellas élites internas que se oponen al movimiento nacionalista (traidores).

En Europa Occidental, esta forma de articulación entre nacionalismo y populismo se inscribe en los conflictos centro-periferia que se producen en los Estados que cuentan con diferentes sensibilidades nacionales. Encontramos aquí una gran variedad de términos para designar las diferentes formas que adopta el nacionalismo subestatal, como, por ejemplo, «nacionalismo sin Estado», «nacionalismo minoritario», «etno-regionalismo», etc., y que, según Newth (‍2021: 3), denotan diferentes subcategorías del concepto más amplio de «regionalismo», definido como un movimiento que «politiza las especificidades de la población que vive en una determinada región subestatal frente a la población del Estado en su conjunto». Este fenómeno político se ha convertido en una característica cada vez más presente en el panorama político europeo, no solo por el aumento del número de partidos políticos de este tipo, sino también por su creciente éxito electoral y político a raíz de las reformas descentralizadoras que han acometido muchos Estados europeos (‍Hepburn, 2009).

El caso prototípico de nacionalpopulismo en este contexto había sido la Liga Norte, que defendía las aspiraciones regionalistas e identitarias del norte de Italia frente a los de la clase política romana y «la corrupción del sur». No obstante, esta formación política ha reemplazado recientemente el regionalismo que le caracterizaba por un nacionalismo de tipo nativista y proteccionista, de forma que ya no aborda los problemas de los italianos en términos «norte/sur de Italia», sino que se centra ahora en los peligros que presentan para la nación italiana los procesos de inmigración, multiculturalismo y desnacionalización (‍Albertazzi et al., 2018).

En el caso del nacionalismo catalán podemos identificar una evolución en la dirección opuesta a la de la Lega, por la cual se pasa de defender un regionalismo pragmático, que buscaba mayor autonomía para Cataluña dentro del Estado español, a un nacionalismo de tipo separatista que busca la independencia del mismo. Estas demandas de autodeterminación se justifican en base a la identidad nacional catalana, la cual se construye frente «a lo español», enfatizando no solo la diferencia lingüística, sino también un pasado de autogobierno, y enfrentado a España (p. ej. 1714) e incluso el «carácter específico de la sociedad catalana» o «el hecho diferencial», por el cual se identifican patrones de comportamiento marcadamente diferentes a los del resto de España (‍Olivas Osuna, 2021; ‍Ucelay-Da Cal, 2013).

En este proceso de cambio hacia un nacionalismo separatista, sobre todo a partir de 2012, se identifica también una «deriva populista» en los discursos de los partidos nacionalistas catalanes por la cual se considera al Estado español como un «sistema político corrupto en manos de una pequeña élite burocrática y económica» (‍Barrio et al., 2020: 94). En este contexto, se identifica a la clase política española y sus élites económicas y mediáticas como enemigos externos del pueblo catalán. Asimismo, los políticos catalanes y los grupos de intereses que operan en Cataluña y que se oponen al movimiento secesionista también son presentados como contrarios a los intereses del pueblo catalán. Esta «deriva populista» también se expresa en las constantes apelaciones a la voluntad del pueblo catalán frente a las «antidemocráticas» estructuras estatales españolas, y en la defensa de la soberanía del mismo para decidir su futuro a través de formas plebiscitarias de democracia. Esto ha llevado a defender el predominio de la legitimidad popular catalana por encima de la legalidad vigente en el país, promoviendo en ocasiones la desobediencia civil e institucional (ibid.).

El nacionalismo mayoritario y centralista frente a los nacionalismos subestatales [Subir]

Como señalan Brown Swan y Cetrà (‍2020), en los Estados plurinacionales las élites políticas nacionales/estatales se ven obligadas a legitimar y explicar sus proyectos estatales con más fuerza que en otros contextos donde «la naturalidad» de los Estados no se encuentra tan problematizada, teniendo que aportar argumentos explícitos sobre la unión estatal para hacer frente a los desafíos de los nacionalismos subestatales. En el caso español encontramos diferentes respuestas por parte de los partidos políticos nacionales a la problemática nacional del país, que apuestan por diversas fórmulas territoriales y de gestión de la diversidad nacional.

En el caso de Vox, como representante de la derecha radical española, estaríamos ante un nacionalismo mayoritario que defiende la centralización del poder en un Estado soberano, la unificación del territorio y el idioma, así como la prevalencia de la cultura nacional mayoritaria sobre las diferentes culturas e identidades regionales y locales. Así, en su programa electoral para las elecciones de 2019 esta formación presenta como medida prioritaria «transformar el Estado autonómico en un Estado de derecho unitario» (‍Vox, 2018: 3). La defensa de la unidad nacional queda posicionada en su programa político por encima de otros principios constitucionales como el de pluralismo político cuando propone la «ilegalización de los partidos, asociaciones u ONGs que persigan la destrucción de la unidad territorial de la Nación y de su soberanía» (ibid.: 2). Esta organización también propone un «plan integral para el conocimiento, difusión y protección de la identidad nacional y de la aportación de España a la civilización y a la historia universal, con especial atención a las gestas y hazañas de nuestros héroes nacionales» (ibid.: 3). Estamos, por tanto, ante un nacionalismo español que propugna un Estado mononacional y centralizado, y que se encuentra fuertemente arraigado en mitos etnonacionales, enfatizando episodios históricos como la unificación de los reinos por los Reyes Católicos y la Reconquista frente a los musulmanes (‍Ferreira, 2019).

En cuanto a las formas de articular las demandas nacionalistas mayoritarias y centralistas en términos populistas, esta se produce, en primer lugar, cuando se ataca la legitimidad de las élites gobernantes regionales que defienden y persiguen una agenda nacionalista subestatal. En el caso español, haríamos referencia a los ataques que se realizan desde el nacionalismo centralista contra las élites políticas nacionalistas vascas y catalanas (p. ej. partidos políticos e instituciones de gobierno) y contra las élites económicas, culturales, académicas y mediáticas de los nacionalismos periféricos que dan soporte a los mismos. En la medida en que Vox no reconoce más nación que la española (dentro del Estado español), podríamos decir que los nacionalismos periféricos quedan representados como enemigos internos de la nación española en el discurso político de esta formación. En segundo lugar, incluiríamos también los ataques a la «clase política nacional» y a las élites mediáticas, culturales, económicas y/o académicas nacionales por colaborar o ser cómplices de los ataques a la unidad nacional por parte de los nacionalismos periféricos. Estos actores quedarían representados como enemigos internos y como traidores de los intereses de la nación.

MARCO ANALÍTICO Y METODOLÓGICO[Subir]

El eje de conflicto centro-periferia aparece como el elemento principal que vertebra la política catalana, así como un elemento central de la política nacional, sobre todo a raíz de los acontecimientos ocurridos en 2017. La problemática territorial española ha resultado en la formación de una gran variedad de movimientos y partidos nacionalistas, centralistas y periféricos, con diferentes orientaciones ideológicas —derecha e izquierda— y, de forma más reciente, la interrelación de algunos de estos con el populismo (‍Barrio et al., 2020; ‍Marcos-Marne et al., 2021).

Figura 1.

Posiciones de los principales partidos políticos en España en la escala de nacionalismo vs. cosmopolitismo y descentralización vs. centralización (entre paréntesis, la posición ideológica izquierda-derecha)

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Nota: donde 0 indica la extrema izquierda y 10 la extrema derecha.

Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de expertos Chapel Hill (2019).

En la figura 1 podemos observar tres tipos de formaciones políticas en función de las posiciones nacionalistas (frente a concepciones más cosmopolitas de la sociedad) y en materia de organización territorial del Estado que mantienen los principales partidos del país: a) partidos a favor de la centralización del Estado con posiciones nacionalistas ubicados en la derecha ideológica (Vox, PP y Ciudadanos); b) partidos a favor de la descentralización del Estado con posiciones cosmopolitas y ubicados en la izquierda ideológica (PSOE, Podemos y Más País), y c) partidos regionalistas y nacionalistas subestatales a favor de la descentralización —algunos a favor de la independencia— de diferentes signos ideológicos: izquierda radical (EHB), izquierda (BNG, ERC) y centro-derecha (PNV, PdeCat y CC).

Figura 2.

Retórica antielitista/anti-establishment y a favor de que el pueblo, no los representantes políticos, adopten las principales decisiones políticas

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Nota: se presenta la suma de ambas escalas, las cuales van desde 0 (retórica antilelitista ausente: en contra de que el pueblo tome las decisiones más importantes) a 10 (retórica antielitista muy presente: a favor de que el pueblo tome las decisiones más importantes).

Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de expertos Chapel Hill (2019).

En la medida en que esta investigación analiza la articulación de las demandas nacionalistas en términos populistas en las elecciones catalanas de 2021, vamos a seleccionar primero a aquellas formaciones políticas que mantienen el nacionalismo como parte de su núcleo ideológico, y segundo a aquellas que adoptan discursos populistas. En la figura 2 se puede observar la adopción de discursos populistas por los partidos incluidos en la Encuesta de expertos Chapel Hill que compiten en las elecciones catalanas —en el caso de Podemos, como parte de la coalición electoral En Comú Podem—. Se han seleccionado los partidos que cumplen de forma simultánea con los dos criterios señalados (ERC, Junts per Catalunya —la principal escisión de PdCat— y Vox), así como la Candidatura de Unidad Popular que, aunque no aparece en la encuesta, se caracteriza también por mantener posiciones nacionalistas y una retórica populista (‍Thybo, 2019).

La parte empírica del estudio consiste en un análisis de contenido de los tweets publicados por las cuentas oficiales de estos partidos políticos durante la campaña electoral de las elecciones autonómicas catalanas celebradas el 14 de febrero de 2021. El análisis de contenido permite la caracterización del discurso y la presentación de los datos de forma estructurada y sistemática, lo que facilita la comparación de diferentes casos (‍Alonso et al., 2012). Esta técnica de investigación se ha utilizado extensivamente para analizar las características discursivas de los partidos populistas y nacionalistas (p. ej. ‍Rooduijn y Akkerman, 2015; ‍Jenne, et al. 2021; ‍Fernández-García y Luengo, 2018a; ‍Schwörer y Fernández-García, 2021a, ‍2021b). En cuanto a la selección del medio, internet en general y las redes sociales en particular se están convirtiendo en el medio preferido por los españoles para seguir la información política y electoral, solo por detrás de la televisión (‍Luengo y Fernández-García, 2021). Se seleccionaron los tweets publicados entre el 29 de enero de 2021 y el 12 de febrero de 2021 (quince días de campaña). Los tweets fueron extraídos a través de la API de Twitter utilizando la librería de R Rtweet. En el caso de Vox, se publicaron un total de 396 tweets, mientras que ERC, JuntsxCat y CUP publicaron un total de 1200, 1229 y 1184 respectivamente. Debido al gran volumen de datos obtenidos en las cuentas de los partidos nacionalistas catalanes, se realizó una selección aleatoria de cuatrocientos tweets para cada una de ellas, equiparando de este modo el volumen de información analizado en las cuatro formaciones políticas.

El análisis se ha centrado en la identificación de aquellos mensajes que siguen un antagonismo vertical abajo/arriba, que en el marco teórico se ha identificado como el elemento distintivo y necesario del discurso populista. Asimismo, se han analizado los mensajes que siguen un antagonismo de tipo horizontal por el cual se identifican determinados grupos sociales como peligrosos o amenazantes para los intereses del pueblo-nación, para poder así identificar las posibles combinaciones entre ambos tipos de antagonismos. De este modo, el análisis ha seguido el siguiente esquema de codificación:

  1. Élites externas. Actores fuera de la nación, poco numerosos, pero considerados como ilegítimamente poderosos («los de arriba») y cuyos intereses se contraponen o dañan a los intereses del pueblo-nación («los de abajo»). P. ej.: élites indeterminadas («élites globalistas»), actores específicos (p. ej. «Soros»), organismos e instituciones supra o internacionales («los burócratas de Bruselas») y élites económicas («las oligarquías tecnológicas»). En el caso del nacionalismo catalán, se consideran como élites externas a las élites españolas, así como las instituciones del Estado (dentro del Estado, fuera de la nación). Muestras: a) «Los españoles defenderán su libertad y su soberanía frente a la dictadura digital de las multinacionales» (Vox); b) «Esquerra no se rinde, trabaja y se enfrenta a los poderes que hoy quieren hacer presidente a Illa #AlCostatDeLaGent» (ERC).

  2. Élites internas. Actores dentro de la nación, poco numerosos, pero considerados como ilegítimamente poderosos («los de arriba») y cuyos intereses se contraponen o dañan a los intereses del pueblo-nación («los de abajo»). P. ej.: élites indeterminadas —contexto nacional— («los poderosos»), clase política nacional o regional («la casta política», «las élites separatistas»), instituciones nacionales o regionales («el Gobierno socialcomunista», «la Generalidad criminal»), élites económicas («el Ibex-35»), élites culturales y mediáticas («la mafia mediática»). Muestra: «La TV3, las embajaditas, los políticos separatistas y todos sus enchufados no salen gratis: los catalanes pagarán 306 millones de euros más en impuestos en 2021. ¡Acabemos con la casta política y con este infierno fiscal!» (Vox).

  3. Grupos sociales externos («fuera de la nación»). Grupos ubicados en la base de la jerarquía socioeconómica y/o política («los de abajo»), pero considerados como peligrosos o amenazantes para los intereses del pueblo-nación. Son grupos representados como diferentes en términos étnicos, nacionales, culturales o religiosos. P. ej.: inmigrantes, refugiados, minorías religiosas (p. ej. musulmanes) y minorías nacionales (p. ej. marroquíes). Muestra: «@Igarrigavaz denuncia en #L6ElDebat la creciente islamización en Cataluña: “Cataluña es hoy Francia con 10 años de retraso y no queremos que los barrios catalanes sean como los franceses”. #RecuperemosCataluña» (Vox).

  4. Grupos sociales internos («dentro de la nación»). Grupos ubicados en la base de la jerarquía socioeconómica y/o política («los de abajo»), pero considerados como peligrosos o amenazantes para los intereses del pueblo-nación. Son grupos representados como desviados, al margen de la sociedad, ya sea por no respetar determinados valores morales («abortistas»), la ley y el orden («okupas») o por traicionar o poner en riesgo a la nación con sus ideas y/o acciones («extremistas», «totalitarios», «fascistas», etc.). Muestras: a) «Al fascismo ni un aliento. En la calle y en las instituciones #NoPassaran» (CUP); b) «Queremos volver a sentir la tranquilidad de vivir en una Patria donde impere la ley y el orden. No en la que se premie al delincuente y castigue al ciudadano que cumple con sus obligaciones» (Vox).

El análisis de contenido se ha llevado a cabo por un único codificador. La fiabilidad del sistema de codificación se probó en una investigación anterior donde se obtuvieron altos niveles de fiabilidad entre diferentes codificadores siguiendo el mismo esquema de enemigos internos/externos, abajo/arriba (‍Schwörer y Fernández-García, 2021a). Asimismo, se llevó a cabo un test para medir la estabilidad de los resultados obtenidos por el codificador en la presente investigación en dos momentos diferentes (test-retest o test intracodificador), dejando dos meses entre prueba y prueba. Los resultados mostraron altos niveles de fiabilidad para los cuatro tipos de enemigos (Alfa de Cronbach: 0.94 de media)[4]. La prueba se realizó sobre el 5% de la muestra.

RESULTADOS[Subir]

Como se puede observar en la tabla 1, Vox es la formación política que estructura su discurso de forma antagonista con más frecuencia, tanto en términos verticales como horizontales. La categoría más frecuente en la que centra sus ataques es la de élites internas (37,4 %), en la que se incluye tanto la clase política nacional como la regional catalana, seguida por determinados grupos sociales internos (19 %), grupos sociales externos (12 %) y, por último, élites externas (5,3 %). En los partidos nacionalistas catalanes, esta última categoría (élites externas-fuera del Estado) está totalmente ausente: solo se ha encontrado un tweet en el caso de la CUP en el que se insta a las instituciones a defender los intereses de los trabajadores frente a las multinacionales. Tampoco se han encontrado en ninguno de los partidos nacionalistas catalanes mensajes que busquen excluir a grupos sociales considerados externos (p. ej. inmigrantes o minorías religiosas como el islam). La mayor parte del discurso antagonista del nacionalismo catalán es de carácter vertical y externo; esto es, dirigido contra el Estado español, su clase política, sus instituciones judiciales y sus élites económicas, especialmente en JuntsxCat (14,8 %), aunque también se encuentra muy presente en las otras dos formaciones (un 9,5 % en la CUP y un 9 % en ERC). También se han encontrado ataques dirigidos contra parte de la clase política catalana (élites internas), sobre todo en la CUP (9,8 %) y ERC (9,3 %), y menos frecuente en JuntsxCat (3,3 %). Por último, la CUP y ERC también identifican determinados grupos sociales internos como peligrosos o amenazantes para su idea de pueblo-nación, aunque en una proporción bastante menor (7 % y 4,5 % respectivamente) que la presentada por Vox (19 %).

Tabla 1.

Recuento porcentual de tweets en cada categoría

Vox CUP ERC JuntsxCat
Élites externas (fuera del Estado) 5,30 0,25 0 0
Élites dentro del Estado, fuera de la nación 9,5 9 14,75
Élites dentro de la nación 37,37 9,75 9,25 3,25
Grupos sociales externos 11,87 0 0 0
Grupos sociales internos 18,94 7 4,5 0,25
Nota: N: Vox: 396; CUP: 400; ERC: 400; JuntsxCat: 400.

Fuente: elaboración propia.

Nacionalismo y populismo en la formación de derecha radical Vox [Subir]

En Vox, los principales ataques se dirigen contra las élites políticas e instituciones regionales catalanas. El 67,5 % de los tweets que se han codificado dentro de la categoría de «élites internas» hace referencia a las élites políticas catalanas, así como a sus instituciones políticas, frente al 17,5 % de los tweets de esta categoría que se dirige contra la clase política nacional y sus instituciones. Como se indica en la tabla 2, la formación de derecha radical expresa el nacionalismo centralista que lo caracteriza en términos populistas, contraponiendo los intereses de «España» y de «los catalanes ordinarios» frente a «la mafia separatista» o «el Gobierno golpista catalán». Según Vox, las élites nacionalistas catalanas han diseñado todo un entramado «separatista» a costa del contribuyente, lo que conduce al uso de apelativos populistas como «casta política». En esta línea, identificamos tweets como los siguientes: «La TV3, las embajaditas, los políticos separatistas y todos sus enchufados no salen gratis: los catalanes pagarán 306 millones de euros más en impuestos en 2021. ¡Acabemos con la casta política y con este infierno fiscal!» (8 de febrero de 2021).

Por lo que respecta a la construcción del pueblo-nación, además de hacer referencias generales a «los españoles», «los catalanes ordinarios» o «la gente corriente», encontramos subgrupos dentro de la población como los hosteleros, los comerciantes y los autónomos, que merecen especial consideración por su aportación económica al país. La construcción de esta idea del pueblo-nación se realiza en términos populistas cuando se contrapone con diversos grupos poderosos, principalmente con las élites nacionalistas catalanas que, según la formación, viven a costa de estos sectores de la población: «Mientras hosteleros y comerciantes cierran sus negocios por falta de ayudas, otros se suben el sueldo. El separatismo promueve el bienestar de los políticos y abandona el bienestar de los catalanes. ¡Acabaremos con sus privilegios!» (8 de febrero de 2021).

Además de esta articulación en términos populistas, el nacionalismo centralista de la formación también se articula en términos autoritarios, representando a determinados grupos dentro de la sociedad como un peligro para los intereses del pueblo-nación como, por ejemplo, «los terroristas callejeros separatistas» y «los cachorros de la Generalidad». En este sentido, la concepción del pueblo-nación del que parte Vox está imbuida por un autoritarismo que pone como principal valor el respeto a la norma y a la autoridad. En concreto, Vox defiende «una Patria donde impere la ley y el orden. No en la que se premie al delincuente y castigue al ciudadano que cumple con sus obligaciones» (10 de febrero de 2021). Esta forma de autoritarismo identifica como un peligro para el pueblo-nación no solo a los «radicales separatistas», sino también a los «movimientos ideológicos autoproclamados antifascistas», «los vagos y maleantes», «okupas» y los «MENAS» (menores extranjeros no acompañados). Para Vox, las élites políticas catalanas «han hecho de Cataluña el paraíso de la delincuencia». Como respuesta, la formación se propone responder a la delincuencia y a la inmigración con dureza. Por ejemplo, cuando proponen: «Frenar la delincuencia en nuestros barrios; plomo para los okupas; cerrar centros de MENAS. Frente a la emergencia social, los españoles primero» (10 de febrero de 2021).

Esto conecta con la segunda forma más frecuente de nacionalismo que presenta Vox, el nativismo, una combinación de nacionalismo y xenofobia que lleva a excluir a los inmigrantes, refugiados y determinadas minorías nacionales (p. ej. «marroquíes») del pueblo-nación. Esta forma de nacionalismo excluyente queda expresada en términos populistas cuando se culpabiliza a las élites («frente a quienes hablan maravillas de la invasión migratoria desde sus mansiones…»). En este sentido, Vox considera no solo a las «élites separatistas» como responsables de la «invasión migratoria», sino también y principalmente, a «los progres buenistas», «el Gobierno criminal» —haciendo referencia al Gobierno central—, y «las élites globalistas». Considera a estos actores como grupos privilegiados y alejados de las preocupaciones de los ciudadanos ordinarios, como, por ejemplo, cuando señala que «las políticas de efecto llamada del separatismo y la izquierda que han implementado los políticos desde sus despachos y mansiones tienen víctimas reales: los españoles que viven en los barrios más humildes» (10 de febrero de 2021). Aunque este antagonismo vertical es una forma muy frecuente de articular el nativismo en el discurso de esta formación, también se han encontrado mensajes nativistas que se articulan exclusivamente en el eje horizontal «dentro/fuera». En estos casos, los «ilegales» y «MENAS» son los principales objetivos de los ataques de la formación, representados en la mayoría de los casos como una amenaza a la identidad y seguridad de los españoles.

Encontramos también una forma de nacionalismo antiglobalización o proteccionista por la cual se denuncia «la dictadura digital de las multinacionales», haciendo referencia a «la censura» que imponen grandes empresas digitales como Twitter en la discusión online. Esto viene explicado por los diversos bloqueos que la compañía de redes sociales ha efectuado sobre la cuenta de Twitter de Vox por publicar mensajes que han sido considerados como discurso de odio. Estos bloqueos son interpretados por la formación como un ataque a la libertad y soberanía de los españoles: «Los españoles defenderán su libertad y su soberanía frente a la dictadura digital de las multinacionales. Un puñado de empresas extranjeras no someterán a millones de ciudadanos libres» (5 de febrero de 2021). Asimismo, dentro de esta forma de nacionalismo encontramos también un proteccionismo de tipo económico articulado en términos populistas que busca priorizar el producto nacional frente al extranjero. En este sentido, denuncia que «nuestros agricultores agonizan debido a las imposiciones de los oligarcas de Bruselas y el sectarismo del separatismo. Defendemos el producto nacional frente a la entrada desleal de productos extracomunitarios» (5 de febrero de 2021). No obstante, esta última forma de nacionalismo es menos frecuente que las dos anteriores.

Por último, identificamos algunos mensajes que siguen una lógica populista sin que intervenga de forma explícita ninguna demanda nacionalista. Por ejemplo, se encuentran diversos ataques contra «la mafia mediática» por «mentir» o «demonizar» a Vox, así como contra «los políticos», por no velar por los intereses de los españoles y vivir a costa de los contribuyentes. No obstante, la presencia del populismo sin que medie ninguna demanda nacionalista es poco frecuente (en torno al 5 % de los tweets), lo que permite confirmar que el populismo no es un elemento central de la ideología de Vox, sino un elemento que se encuentra supeditado a su agenda nacionalista —ya sea centralista, nativista o proteccionista—.

Tabla 2.

Representación de los enemigos del pueblo-nación en el discurso online de Vox

Dentro del Estado nación Conjunto de ideas subyacentes Fuera del Estado nación Conjunto de ideas subyacentes
Eje vertical «abajo/arriba»: actores con poder político, económico, cultural, mediático, etc. «La mafia separatista», «las élites separatistas», «la Generalidad criminal», «el Gobierno golpista catalán»
«Los progres buenistas», «el Gobierno criminal»
«Los políticos», «la casta política», «la clase política», «los medios», «la mafia mediática»
Nacionalismo centralista articulado en términos populistas
Nativismo articulado en términos populistas
Populismo
«Las oligarquías globalistas», «los globalistas»
«Los oligarcas de Bruselas», «la dictadura digital de las multinacionales», «la oligarquía tecnológica»
Nativismo articulado en términos populistas
Nacionalismo proteccionista articulado en términos populistas
Eje horizontal «dentro/fuera»: grupos sociales considerados peligrosos para los intereses del pueblo-nación «Los totalitarios», «terroristas callejeros separatistas», «antifas», «radicales», «los cachorros de la Generalidad»
«Okupas», «vagos y maleantes», «criminales»
Nacionalismo centralista y autoritarismo
Autoritarismo
«Inmigrantes», «ilegales», «MENAS», «magrebíes» Nativismo
Representación del pueblo-nación «España», «los españoles», «la gente corriente»
Contexto catalán: «los catalanes corrientes»
Subgrupos: «los hosteleros», «trabajadores», «autónomos», «familias»

Fuente: elaboración propia.

Nacionalismo y populismo en los partidos nacionalistas catalanes [Subir]

A diferencia de Vox, el nacionalismo de los partidos nacionalistas catalanes se contextualiza exclusivamente en el conflicto centro-periferia del Estado español. No se ha identificado ningún mensaje que pueda interpretarse como nativista en los contextos de inmigración y multiculturalismo ni como proteccionista o antiglobalización (con excepción del tweet mencionado de la CUP).

Los tres partidos coinciden en expresar sus demandas nacionalistas en términos populistas cuando contraponen los intereses y la soberanía de «Cataluña», «el país» o «el pueblo catalán» con respecto a diferentes actores considerados ilegítimamente poderosos, ya sean externos o internos a la nación catalana (en torno al 19 % de los tweets de los analizados seguían alguna lógica de articulación populista). La forma más frecuente de articular este discurso nacionalista es la que contrapone la soberanía e intereses de Cataluña con respecto al Estado español, el cual es representado como elitista, antidemocrático y opresor. En esta línea encontramos mensajes como el siguiente de ERC, en el que señala que «con estas elecciones nos jugamos el modelo que marcará la recuperación del país: el de las élites y la represión o el de 90 años de republicanismo junto a la gente, el de @Esquerra_ERC» (12 de febrero de 2021).

Las tres formaciones nacionalistas coinciden al señalar que la Fiscalía y el poder judicial, con especial mención al Tribunal Supremo, son las principales herramientas de la represión que ejerce el Estado español sobre el pueblo catalán. En estos términos se expresa JuntsxCat: «La soberanía popular ha sido secuestrada por el Supremo. Esto no puede volver a pasar. Hay que recuperar la normalidad democrática de nuestras instituciones» (10 de febrero de 2021). En este sentido, la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de mantener la convocatoria electoral para el 14 de febrero de 2021 fue interpretada por estos actores como una imposición del Estado español y una violación de la soberanía catalana. Tal y como señala JuntsxCat: «Los tribunales españoles nos quieren hacer ir a votar en plena pandemia. [...]. Nos quieren atemorizar, nos quieren en casa. Volveremos a llenar las urnas de votos por la independencia» (12 de febrero de 2021).

Dentro de los ataques al Estado español y su clase política destacan también aquellos de índole económica, denunciando que el Estado trata a los catalanes como «ciudadanos de tercera» y que los recursos son injustamente detraídos de la sociedad catalana. De este modo, encontramos mensajes en la línea del famoso eslogan «España nos roba», como este tweet de JuntsxCat: «Esto va de recursos. Cataluña los genera, pero van a Madrid y no vuelven. Pedro Sánchez ni hace, ni deja hacer» (10 de febrero de 2021). Asimismo, los partidos nacionalistas catalanes articulan sus demandas nacionalistas en contraposición con los intereses de las élites económicas españolas. Por ejemplo, defendiendo los intereses de las PYMES catalanas como hace JuntsxCat en contraposición con las grandes empresas del IBEX 35.

Como se ha mencionado previamente, los partidos nacionalistas catalanes también dirigen ataques contra parte de la clase política catalana. En el caso de ERC, la mayor parte de estos ataques va dirigido contra «el bloque del 155», formado por los representantes catalanes del PSC, PP, Ciudadanos y Vox, pero también critica en una ocasión las «dinámicas sociovergentes» (en referencia a los socialistas catalanes y al centro-derecha nacionalista catalán) «que gustan en la Moncloa y al Ibex-35». Las tres formaciones coinciden en señalar a los partidos que forman «el bloque del 155» como las marionetas del Estado español que buscan hacer de la Generalitat «una sucursal de la Moncloa». Esto lleva a establecer una división en bloque del espacio político catalán, tal y como queda reflejado en el siguiente tweet de ERC: «En estas elecciones tenemos dos opciones: los que defendemos la autodeterminación y la amnistía y queremos reconstruir este país en clave progresista o los del 155, el IBEX y la Moncloa. #AlCostatDeLaGent» (31 de enero de 2021). En este sentido, las élites económicas españolas y las instituciones del Estado quedan configurados como «los poderes que hoy quieren hacer presidente a Illa» (ERC, 3 de febrero de 2021). En el caso de la CUP debemos añadir, además, diversos ataques dirigidos contra la propia Generalitat y los Mossos d’Esquadra por perseguir y atacar a los activistas sociales e independentistas.

Asimismo, si bien se ha señalado que los partidos nacionalistas catalanes no participan de lo que podríamos denominar un nacionalismo excluyente o nativista de forma explícita, esto no exime a dichas formaciones de excluir a determinados grupos dentro de la sociedad de su concepción del pueblo-nación. Especialmente en ERC y la CUP, encontramos diversas referencias negativas al fascismo y a la extrema derecha, no solo en el contexto de la contienda partidista, sino también en el plano social. Como señala ERC: «La extrema derecha existe socialmente y también en las instituciones del Estado, como la Fiscalía o la judicatura. Es peligrosísimo darle alas para que ocupe espacios de poder #AlCostatDeLaGent» (10 de febrero de 2021). En la misma línea, la CUP señala: «Al fascismo ni un aliento. En la calle y las instituciones #NoPassaran» (10 de febrero de 2021). De este modo, se identifica la existencia de un grupo ideológico dentro de la sociedad que debería ser excluido de los espacios de poder por representar una amenaza a la democracia y a la libertad. Estos mensajes, que podrían interpretarse por la orientación ideológica de izquierda y antifascista de ambas formaciones, adquieren un componente nacionalista cuando identifican al otro nacional (el Estado español y sus élites) con el fascismo o la extrema derecha, y a la «República catalana» con la democracia y la libertad. Como señala ERC: «El 14F vuelve a ser un plebiscito entre represión o libertad; entre oscuridad y extrema derecha, o esperanza y República catalana. Si nosotros no vamos, ellos vienen. Y ellos son el bloque del 155» (9 de febrero de 2021).

Tabla 3.

Representación de los enemigos del pueblo-nación en el discurso online de JuntsxCat, ERC y CUP

Dentro de la nación Dentro del Estado, fuera de la nación Conjunto de ideas subyacente Fuera del Estado Conjunto de ideas subyacente
Eje vertical «abajo/arriba»: Actores con poder político, económico, cultural, mediático, etc. «El bloque del 155»
«Dinámicas sociovergentes» (ERC)
«Los Mossos», «el Govern» (CUP)
«Los políticos» (CUP)
«España», «el Estado español», «Madrid», «Moncloa», «los partidos españoles», «el régimen del 78», el sistema judicial («la Fiscalía», «el Supremo»), «el IBEX-35», «los poderes», «las élites» Nacionalismo subestatal articulado en términos populistas
Populismo (CUP)
«Las multinacionales» (CUP) Nacionalismo proteccionista y anticapitalismo articulado en términos populistas (CUP)
Eje horizontal «dentro/fuera»:
Grupos sociales considerados peligrosos para los intereses del pueblo-nación
«Fascistas», «la extrema derecha» Antifascismo
Nacionalismo subestatal (cuando se identifica con «lo español»)
Representación del pueblo-nación «Cataluña», «los catalanes», «el país», «la República», «la gente», «el pueblo», «el pueblo de Cataluña»
Héroes, mártires de la nación: «los represaliados»
Subgrupos: «comerciantes», «las PYMES catalanas» (Junts), «trabajadores» (ERC y CUP), «activistas e «independentistas» (CUP)

Fuente: elaboración propia.

Por último, se han encontrado muy pocas referencias populistas sin que medie ninguna demanda nacionalista de forma expresa. En el caso de ERC, se han identificado algunos mensajes (en torno al 2 %) que atacan a determinadas élites políticas por permitir que el fascismo o la extrema derecha tenga espacios de poder (a diferencia del tweet comentado anteriormente, estos mensajes no identificaban de forma explícita el fascismo o la extrema derecha con lo español). En la CUP, además de ese tipo de mensajes, encontramos más referencias populistas sin que medie ninguna referencia nacionalista (en torno al 4 % de los tweets publicados por este partido), sobre todo en la dimensión económica (ataques a grandes empresas y empresarios). Se trata de mensajes que muestran el antielitismo económico de la formación, lo que viene explicado por su orientación anticapitalista. Asimismo, aunque menos frecuente, encontramos algún mensaje populista en el que la formación busca diferenciarse de la política convencional: «En las 4 listas de @cupnacional no encontrará ningún político haciendo carrera profesional, solo personas preciosas que ponen alma y tiempo personal en un proyecto colectivo» (7 de febrero de 2020).

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES[Subir]

Esta investigación tenía como objetivo analizar las diferentes formas de articulación de las demandas nacionalistas en términos populistas en el contexto de las elecciones catalanas de 2021. Para ello hemos delimitado teóricamente los conceptos de populismo y nacionalismo, señalando sus elementos distintivos, y hemos identificado los principales escenarios en los que se producen la combinación de ambos discursos en la política europea occidental actual. Esto nos ha permitido analizar y contextualizar la interrelación de ambos fenómenos en el caso catalán.

El análisis muestra, en primer lugar, que el nacionalismo de Vox no se limita al conflicto centro-periferia del Estado español: Vox dice defender la unidad de la nación española frente a los nacionalismos periféricos, su principal preocupación; pero también la identidad y seguridad de los españoles frente a «la invasión migratoria» y «la islamización» del país, así como la autonomía y soberanía de los españoles frente a determinadas tendencias globalizadoras. Estas demandas nacionalistas quedan articuladas en términos populistas cuando se contraponen los intereses de «los españoles» o de «la gente corriente» frente a los de las «élites separatistas», «la Generalidad criminal», «los políticos» y «las élites globalistas». Esta formación política considera que estos grupos de poder toman decisiones desde sus posiciones privilegiadas sin tener en cuenta las preocupaciones de los españoles de a pie, desarrollando entramados políticos y «chiringuitos» a costa de los contribuyentes.

Asimismo, encontramos otros conjuntos de ideas presentes en el discurso nacionalista de la formación de derecha radical. El principal es el autoritarismo, por el cual se defiende «una Patria donde impere la ley y el orden». En este sentido, su concepto de pueblo-nación queda construido no solo frente a los inmigrantes y musulmanes, sino también frente a los «delincuentes», «okupas» y «terroristas callejeros». Este autoritarismo, combinado con su orientación ideológica de derecha y su nacionalismo centralista, conduce a la identificación de determinados grupos ideológicos («antifas», «radicales totalitarios», «terroristas separatistas») como peligrosos o amenazantes para los españoles. Además, identificamos algunos mensajes que siguen una lógica populista sin que intervenga de forma explícita ninguna demanda nacionalista. No obstante, ocurre con poca frecuencia, lo que permite confirmar que el populismo no es un elemento central de la ideología de Vox, sino un elemento que se encuentra supeditado a su agenda nacionalista —ya sea centralista, nativista o proteccionista—. Este resultado se encuentra en la línea de otras investigaciones que sostienen que Vox es ante todo una formación de derecha radical más que una formación populista, caracterizado por un fuerte nacionalismo centralista y excluyente (‍Ferreira, 2019; ‍Marcos-Marne et al., 2021).

En el caso de los partidos nacionalistas catalanes, el análisis muestra que sus preocupaciones nacionalistas se contextualizan exclusivamente en el conflicto centro-periferia del Estado español. Esto los diferencia de otros partidos nacionalistas subestatales (p. ej. Vlaams Belang) que construyen su identidad nacional no solo frente a las identidades nacionales dominantes del Estado donde se insertan, sino también frente a otros out-groups considerados externos (p. ej. musulmanes). Por tanto, y en la línea de lo mencionado por otras investigaciones, el discurso de los partidos nacionalistas catalanes no tiende a construirse en estos términos nativistas (‍Barrio et al., 2020). No obstante, las formaciones nacionalistas catalanas consideran que determinados grupos ideológicos de la sociedad («los fascistas» y «la extrema derecha») deberían quedar excluidos del poder político. Si bien la estigmatización del fascismo y del extremismo en general es una práctica compartida por los demócratas en Europa, el antifascismo de los partidos catalanes adquiere una dimensión nacionalista cuando sirve para delimitar las fronteras entre «lo español» y «lo catalán», por ejemplo cuando se define la contienda electoral como un plebiscito «entre oscuridad y extrema derecha [en la cual posicionan a los partidos «españolistas»] o esperanza y República catalana». En este sentido, tanto Vox como los partidos nacionalistas catalanes coinciden al denunciar las prácticas violentas y/o actitudes totalitarias de determinados grupos sociales que dicen representar a las identidades nacionales opuestas. Esto puede interpretarse como una estrategia de deslegitimación del «otro nacional» mediante la adopción de una narrativa democrática y liberal: en vez de atacar y discriminar de forma explícita y directa a «los españoles» o a «los catalanes», se enfatizan las actitudes y/o comportamientos antidemocráticos y extremistas de algunos de sus miembros, una estrategia similar a la adoptada por la derecha radical cuando ataca al islam (‍Schwörer y Fernández-García, 2021b).

Por último, las demandas nacionalistas de los partidos nacionalistas catalanes quedan articuladas en términos populistas cuando contraponen los intereses del «pueblo catalán» frente a los del «Estado opresor» o cuando se denuncia la violación de la soberanía catalana por las instituciones y élites políticas españolas, las cuales son representadas como «antidemocráticas» y «opresoras». También se producen ataques a las élites políticas catalanas que están en contra de la agenda nacionalista catalana (el llamado «bloque del 155»), quedando representadas como colaboracionistas con la represión del Estado español. Se han encontrado pocos mensajes que sigan una articulación populista sin que medie ninguna demanda nacionalista (ninguno en Junts, muy pocos en ERC y algunos en la CUP, pero menos que en Vox), lo que nos permite confirmar que el populismo también se encuentra supeditado al núcleo ideológico de estas formaciones, el nacionalismo, y en los casos de la CUP y ERC también a su orientación antifascista y anticapitalista (CUP).

Recapitulando, en este artículo sostenemos que el populismo articula las frustraciones populares mediante un antagonismo vertical abajo/arriba y que esta forma de articulación puede ser utilizada para expresar determinadas demandas nacionalistas. Como se ha argumentado previamente, la «delgadez» o el carácter incompleto de estos conjuntos de ideas (‍Freeden, 1998), así como su articulación en torno a la dicotomía «nosotros/ellos» (‍Barrio et al., 2020), los hacen fáciles de combinar. Esta investigación también ha mostrado que en los casos analizados el populismo se encuentra supeditado a la agenda principal de estas formaciones, el nacionalismo, ya sea de carácter subestatal (partidos nacionalistas catalanes) o centralista, nativista y proteccionista (Vox). La articulación populista de este tipo de demandas nacionalistas puede resultar especialmente atractiva en un contexto como el español, donde la insatisfacción con el funcionamiento de la democracia y la desconfianza hacia la clase política es especialmente alta (‍Fernández-García y Luengo, 2018b). En este sentido, atacar al «otro nacional» denunciando las prácticas corruptas y los abusos de poder de sus élites e instituciones, así como las prácticas violentas y actitudes extremistas de algunos de sus miembros, puede facilitar la legitimación democrática de los discursos nacionalistas frente a otras estrategias discursivas que discriminan y excluyen de forma más explícita a la población con una identidad nacional diferente.

NOTAS[Subir]

[1]

En esta investigación, preferimos el término nacionalpopulismo al de etnopopulismo, siguiendo la distinción que realiza Smith (‍2010) entre «nación» y «comunidad étnica» o etnia.

[2]

No buscamos presentar una lista exhaustiva de las problemáticas nacionales que se producen en la actualidad, sino identificar los principales debates en los que se encuentran insertos los actores nacionalpopulistas en Europa, para así contextualizar e interpretar a continuación los debates que se producen en las elecciones catalanas.

[3]

Disponible en: https://twitter.com/MLP_officiel/status/730322400982732800.

[4]

Élites externas: 1.0; élites internas: 0.9; grupos sociales externos: 1.0; grupos sociales internos: 0.85.

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Biografía[Subir]

[a]

Doctora en Ciencia Política por la Universidad de Granada y actualmente investigadora posdoctoral en la Universidad de Málaga (Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación). Licenciada en Ciencia Política y de la Administración, galardonada con uno de los premios nacionales a la Excelencia en el Rendimiento Académico del Ministerio de Educación y máster en Problemas Sociales. Dirección y Gestión de Programas Sociales de la Universidad de Granada. Investigadora visitante predoctoral en la Universidad de Düsseldorf (Alemania) y en la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos). Investigadora posdoctoral en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: «Demonization of political discourses? How mainstream parties talk about the radical populist right» (West European Studies), y «Religion on the rise again? A longitudinal analysis of religious dimensions in election manifestos of Western European parties» (Party Politics).

[b]

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Málaga. Su campo de investigación es la teoría política. Su investigación se ha centrado, por un lado, en la teoría política verde, el análisis comparado de los movimientos y los partidos ecologistas y el estudio de las políticas medioambientales y, por otro, y más recientemente, en los problemas actuales de la democracia —el malestar de la democracia y la crisis de la democracia—. Ha desarrollado dicha actividad en varios proyectos de investigación y numerosas publicaciones. Ha realizado estancias de investigación y ha sido profesor visitante en Keele University, Universitá Degli Studi Di Bari y Universidad Autónoma de Nuevo León. Entre sus últimos libros caben destacar: Política y medio ambiente (Porrúa, 2014); con Rafael Enrique Aguilera Portales Democracia verde (Porrúa, 2016), y con José Manuel Canales Estrategias para la calidad y la regeneración de la democracia (Comares, 2018).