SUMARIO

  1. Referencias

Existen momentos en los que el tiempo histórico se acelera; creencias y agencias que parecían inmutables se transforman a gran velocidad sin que causas y consecuencias puedan ser metabolizadas de manera reflexiva. Hace años que el sistema político español vive un período acelerado, pero calibrar la magnitud de las transformaciones que se han producido es una tarea ardua, dificultada por la necesidad coyuntural de instituciones, partidos y medios de presentar todos los cambios como trascendentes. El descontento movilizador es un freno de emergencia, una vuelta al inicio en forma de cápsula en el tiempo que pretende reflejar de manera concentrada los discursos de la ciudadanía sobre la política antes y después de las movilizaciones que comenzaron el 15 de mayo de 2011 (en adelante, 15M).

Muchas han sido las investigaciones que han tratado de explicar desde diferentes perspectivas el movimiento de los indignados y el contexto en el que surgió. Las más interesantes en los últimos tiempos abordan la cuestión de manera ecléctica, ya sea desde el punto de vista teórico (Rey-Araújo, Pedro. 2021. Capitalism, institutions and social orders. The case of contemporary Spain. Oxford: Routledge.‍Rey-Araújo, 2021) o metodológico (Portos, Martín. 2021. Grievances and public protests. Political mobilisation in Spain in the age of austerity. Cham: Palgrave Macmillan.‍Portos, 2021), y coinciden en asignarle un gran peso al papel jugado por la ideología y las construcciones políticas. Siguiendo el ejemplo de investigaciones interesadas por el framing (Della Porta, Donatella, Francis O´Connor, Martín Portos y Anna Subirats Rivas. 2017. Social movements and referendums from below. Direct democracy in the neoliberal crisis. Bristol: Policy Press.‍Della Porta et al., 2017), el libro que aquí se recensiona es el resultado de una investigación sobre los elementos culturales centrales en toda actividad política, pues «la cultura proporciona el aparato cognitivo que las personas necesitan para orientarse en el mundo» (Della Porta, Donatella y Mario Diani. 2015. Los movimientos sociales. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas; Universidad Complutense de Madrid.‍Della Porta y Diani, 2015: 105). Por ello, los autores la entienden como el campo de lucha en el que opera la ideología y la estudian anclada en dos premisas básicas: una epistemología constructivista y compromiso con el objeto de estudio.

Los autores mapean el sentido común de la ciudadanía, aquello que es aceptado, normalizado o, por el contrario, se aleja de los parámetros morales a través de los cuales se percibe la realidad. Lo hacen sin imponer a los ciudadanos categorías que se pretendan universales, tratando de revelar una fotografía de los constructos ideológicos fundamentales en los cambios políticos de la época. Para lograrlo, los discursos se comprenden como articulaciones simbólico-culturales contingentes que son resultado de prácticas políticas que en determinados momentos son capaces de engarzar con una cultura política dominante. Esta concepción de lo cultural lleva a los investigadores a explorar qué elementos del discurso más vinculado al 15M obtenían resonancia en la forma en que la gente entendía la política en el contexto de la crisis económica, pues como ocurre con todos los movimientos sociales, se movilizaba «a la gente en el seno de redes sociales y a través de supuestos culturales compartidos» (Tarrow, Sidney. 1997. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid: Alianza.‍Tarrow, 1997: 33). Es decir, los movimientos generan narrativas que tratan de crear nuevos registros culturales y explicaciones de determinados conflictos sociales, o lo que es lo mismo, tienen la capacidad de generar un imaginario social y de producir ideas que arraigan en el sentido común. Desde esta perspectiva, el 15M no habría actuado simplemente como plataforma de adhesión del descontento, sino también como productor de discursos con carácter performativo, presentando así el movimiento como generador de una identidad.

Pero aquí es donde entra en juego la segunda premisa. Los investigadores deciden no centrarse en los procesos de producción simbólica, sino en la recepción de los mismos. No entrevistan a productores de discurso, sino que deciden dedicar sus esfuerzos a entender las transformaciones ideológicas en el conjunto de la sociedad. De esta forma, realizan una apuesta clara por escuchar a los que durante el transcurso de la investigación insisten en autocalificarse como los nadie. El resultado es la producción de un tipo de conocimiento alejado de las interpretaciones de muchos científicos sociales que tradicionalmente han entendido que las élites son el sujeto predilecto para el estudio de la política y de las formaciones sociales. Este compromiso con el objeto de estudio busca apuntar directamente al núcleo de la política, a las implicaciones e interpretaciones que esta produce de manera cotidiana en la vida de millones de personas.

En consonancia con sus objetivos y las premisas desde las que investigan, el trabajo sociológico cualitativo que da forma al libro emplea como técnica de investigación los grupos de discusión. Más en concreto, trata de representar distintas posiciones a través del análisis de marcos de dieciséis grupos con diferentes perfiles y que se realizaron en dos etapas distintas: ocho grupos en los meses previos al 15M y otros ocho entre 2012 y 2013. La diferencia temporal permite percibir con mayor facilidad la evolución de los componentes discursivos que comenzaban a conformarse en el sustrato social en un momento en el que estos cambios no se reflejaban en las encuestas o resultados electorales.

Los resultados de la investigación se estructuran en dos bloques temáticos y unas conclusiones. El primer bloque, compuesto por cuatro capítulos escritos por una de las editoras, María Jesús Funes, en coautoría con María Jesús Cámara o con Cristina Lagoma, traza un diagnóstico de la situación política. El segundo bloque, formado por tres capítulos cuyos autores coinciden con dos de los editores, Patricia García-Espín y Ernesto Ganuza, desarrolla las posibilidades de transformación política de dicha situación. Cierran la obra unas conclusiones en torno al concepto del descontento movilizador.

El primer bloque intenta construir una secuencia lógica que permita comprender cómo piensa la ciudadanía la situación política a través de su idea normativa de la política. Llama la atención lo recurrentes que son los discursos que distinguen entre el ser y el deber ser, de tal forma que la política se vincula con fuertes valores morales y éticos que sistemáticamente son pervertidos por aquellos que la ejercen. En el imaginario colectivo, la política como debe ser es una búsqueda de un bien común imposible de alcanzar si los intereses particulares y las ideologías entran en la ecuación. En la mayoría de los grupos, los principios vinculados a las identidades ideológicas son percibidos como negativos porque dificultan una política basada en el consenso y los valores universales. La buena política estaría limpia de ideologías y, por tanto, alejada de extremismos. Esta concepción de la política está muy vinculada a la cultura política que surge del relato hegemónico de la Transición, desde la cual se exaltan valores vinculados a las ideas de consenso, acuerdo o moderación. Esta narrativa, parcial y construida por los padres de nuestro sistema político, sirve a muchos ciudadanos como símbolo a través del cual poder pensar la política. Su dominio es de tal magnitud en la forma de pensar de la mayoría de la gente que el período de transición a la democracia no se percibe como el origen de un sistema que les está fallando, sino como el ideal del que los políticos se han ido divorciando. La imposibilidad de transformar esta situación mediante los mecanismos de participación tradicionales genera sentimientos de frustración y enfado. A través de estos marcos interpretativos y las emociones negativas se produce un diagnóstico del sistema de representación conformado por la clase política, el sistema de partidos o la ley electoral como insuficientemente democrático.

En el segundo bloque se abordan las formas de participación, desde los métodos poco convencionales empleados por los indignados hasta las posibles reformas que permitirían incrementar los niveles de democracia. A pesar del cuestionamiento del sistema en términos democráticos y las dificultades para encontrar fórmulas efectivas para su transformación, el voto no ha perdido legitimidad social. En muchos de los grupos de discusión votar llega a constituirse como un requisito indispensable para opinar, siendo incluso cuestionados aquellos participantes que se declaran abstencionistas, pues se percibe como un derecho consustancial a la condición de ciudadanía, un derecho cívico que conlleva la responsabilidad de su ejercicio. Esto guarda relación con que, a pesar de las demandas de mecanismos que potencien la participación directa, existen muchas dificultades para imaginar formas de participación efectivas que superen la lógica clásica de representación en los Estados liberales, más allá de los perfiles ideologizados. Pero esto no es óbice para que, aun con su repertorio de acción poco convencional, el 15M sea visto con simpatía por casi todos los perfiles sociopolíticos. Esta legitimidad social se sustenta en la producción de un relato crítico con la democracia española, muy vinculado a las subjetividades de la clase media —entendida como concepción ideológica más que sociológica (Rodríguez, Emmanuel. 2016. La política en el ocaso de la clase media. El ciclo 15M-Podemos. Madrid: Traficantes de Sueños.‍Rodríguez, 2016)— y expresado a través de las historias de jóvenes cultos y con estudios empujados a la proletarización.

Este corpus ideológico —en ocasiones contradictorio e indefinido— que se presenta a lo largo del libro, es lo que los autores han dado en llamar el descontento movilizador. Un concepto que hace referencia al diagnóstico político de buena parte de la ciudadanía a través de nuevos marcos y que implicaba «un desacuerdo radical no solo con los principales actores políticos y económicos, sino con el conjunto del edificio institucional y cultural salido de la Constitución de 1978, percibido por muchos como incapaz de dar respuesta a necesidades sociales crecientes y acuciantes» (Errejón, Íñigo. 2013. «Régimen», en Lugares comunes. Trece voces sobre la crisis. Madrid: Lengua de Trapo.‍Errejón, 2013: 175). Este descontento generó un importante deseo de cambio en diversos grupos sociales, y el 15M fue el encargado de movilizarlo y comenzar a darle una forma política concreta.

Más allá del 15M, esta investigación guarda interés por aportar luz sobre lo que fueron los mimbres culturales con los que se construyeron las prácticas políticas vinculadas a la nueva política. Muchos de los debates del libro coinciden con discusiones que han sido centrales en nuestro sistema político en los últimos años, por lo que podríamos decir que es una exposición de la materia prima con la que se ha hecho política en el último ciclo político. Pero debemos tener claro que esta materia no estaba destinada a generar una identidad política determinada; la prueba es que muchos de los elementos discursivos característicos del 15M han sido rearticulados por organizaciones muy alejadas ideológicamente, siendo seguramente Podemos y Ciudadanos los casos más evidentes. Precisamente, si algo se echa en falta en el libro es un análisis acerca de cómo los frames imperantes durante las movilizaciones posibilitaron la apertura de una nueva ventana de oportunidad. A pesar de ello, la exposición pormenorizada de los elementos culturales a través de los que se entendió el movimiento hace que esta investigación tenga valor más allá de lo académico, posibilitando que tanto analistas como activistas puedan comprender mejor qué estaba ocurriendo realmente.

Este libro nos deja una valiosa lección política. Los cambios políticos fundamentales son precedidos de importantes transformaciones culturales que se van produciendo lentamente y que no necesariamente suponen una tabula rasa, sino cambios en los marcos tradicionales a través de los cuales percibimos la realidad. Una lección condensada en la lúcida afirmación hecha por uno de los participantes de los grupos de discusión: «Veremos el fruto cuando crezca el árbol».

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[1] 

Della Porta, Donatella y Mario Diani. 2015. Los movimientos sociales. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas; Universidad Complutense de Madrid.

[2] 

Della Porta, Donatella, Francis O´Connor, Martín Portos y Anna Subirats Rivas. 2017. Social movements and referendums from below. Direct democracy in the neoliberal crisis. Bristol: Policy Press.

[3] 

Errejón, Íñigo. 2013. «Régimen», en Lugares comunes. Trece voces sobre la crisis. Madrid: Lengua de Trapo.

[4] 

Portos, Martín. 2021. Grievances and public protests. Political mobilisation in Spain in the age of austerity. Cham: Palgrave Macmillan.

[5] 

Rey-Araújo, Pedro. 2021. Capitalism, institutions and social orders. The case of contemporary Spain. Oxford: Routledge.

[6] 

Rodríguez, Emmanuel. 2016. La política en el ocaso de la clase media. El ciclo 15M-Podemos. Madrid: Traficantes de Sueños.

[7] 

Tarrow, Sidney. 1997. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid: Alianza.