SUMARIO

  1. NOTAS
  2. Referencias

Jorge del Palacio Martín, profesor de Historia del Pensamiento Político y de los Movimientos Sociales en la Universidad Rey Juan Carlos, recoge una interesante selección de artículos de Samuel P. Huntington (1927-‍2008), el eminente politólogo estadounidense, publicados en la prestigiosa Foreign Affairs entre 1993 y 1996, y contribuye con una sugestiva introducción sobre este autor y el final del sueño liberal con su tesis del «choque de civilizaciones». El profesor Palacio ha compilado también para Alianza una interesante antología de la amplia obra del filósofo de la política Michael Oakeshott (Oakeshott, Michael 2017. Ser conservador y otros ensayos escépticos. Introducción, selección y traducción de Jorge del Palacio. Madrid: Alianza Editorial.‍2017) y, con Ángel Rivero y Javier Zarzalejos (Rivero, Ángel, Javier Zarzalejos y Jorge del Palacio (comps.). 2017. Geografía del populismo. Prefacio de Enrique Krauze. Madrid: Tecnos; FAES.‍2017), ha recogido una imprescindible antología sobre el populismo. Es buen conocedor de las polémicas políticas e intelectuales en las postrimerías de la Guerra Fría, como ha mostrado también en otros trabajos (Palacio, Jorge del 2019. «Fukuyama vs. Huntington. El gran debate de la post Guerra Fría», Cuadernos de Pensamiento Político FAES, 62: 37-44.‍Palacio 2019), así como un agudo observador del pensamiento y la escena política española e italiana, como podemos ver repetidamente en sus perspicaces colaboraciones en la prensa diaria.

Huntington es una figura señera de la ciencia política comparativa con acento histórico de vasto espectro, y si se me permite el contrasentido, un generalista especializado en una perspectiva global sobre el orden y el conflicto políticos, un profesor volcado en la enseñanza y la relación con sus estudiantes, cuya filosofía docente consistía en que «piensen por sí mismos y desarrollen sus propias ideas». La importancia y variedad de sus contribuciones de amplio vuelo comparativo no pueden minusvalorarse, pues comprenden asuntos cruciales como las relaciones civil-militares, la modernización y el cambio políticos, la crisis de la democracia y la tercera ola de la democratización. Los trabajos aquí reunidos originaron su célebre libro sobre el choque de las civilizaciones y son muy destacables además sus contribuciones al análisis de la política y las identidades discordantes en los Estados Unidos, aunque poco difundidas en general y entre nosotros.

En una entrevista en una obra imprescindible para la ciencia política comparativa, Huntington desvela una anécdota, entre otras muchas cuestiones de interés sustantivo: en enero de 1952 le ofrecieron una plaza en Harvard con la condición de haber leído la tesis al final de ese mismo curso académico, y la escribió en cuatro meses, solo dos años después de terminar su máster en Chicago. Huntington se consideraba «un académico, no un científico», creía también que «cualquier estudio serio de los problemas del mundo real tiene implicaciones implícitas de política pública», y que todas sus ideas habían sido malinterpretadas, a lo que yo añadiría que muy poco leídas en España. Criticaba agudamente la tendencia de la disciplina a la concentración en asuntos muy específicos a los que aplicar una metodología muy sofisticada, lo que hace que «los resultados del trabajo de los politólogos sean irrelevantes para las preocupaciones del público e ilegibles para cualquiera que no esté formado en esas técnicas» (Munck, Gerardo L. y Richard Snyder 2007. Passion, Craft, and Method in Comparative Politics. Baltimore: The Johns Hopkins University Press.‍Munck, Snyder 2007: 210-‍233).

Con esta oportuna antología, Palacio desarrolla y profundiza aquí su análisis de la polémica sobre el orden político liberal tras el final de la Guerra Fría (2019), centrado en las contribuciones del maestro Huntington, quien discute implícitamente en estos artículos con su discípulo Fukuyama. Los textos comprenden cuatro capítulos «¿El choque de civilizaciones?», «¿De qué hablamos si no es de civilizaciones? Paradigmas para el mundo de la post Guerra Fría», «Occidente: una civilización excepcional, no universal» y «La erosión del interés nacional estadounidense». Es muy significativa la profunda relevancia y actualidad de estos trabajos dada la fecha de su publicación original, pues iluminan las contradicciones entre la eclosión populista actual y las características de la democracia liberal en Occidente. Palacio resalta en su introducción la contribución de Huntington, enraizada en el realismo político, en contra del optimismo derivado del triunfo occidental en la Guerra Fría, con el hundimiento del comunismo y la aparición de la tesis de Fukuyama sobre el final de la historia (Fukuyama, Francis 1989. «The End of History?», The National Interest, 16: 3-18.‍1989), en el sentido del triunfo y la falta de alternativa a la democracia liberal; un espejismo, como viera Huntington con realismo, agudeza y anticipación.

Palacio destaca también el carácter de gozne de los trabajos aquí recogidos, entre las aportaciones anteriores centradas en el cambio político y la democratización y las últimas centradas en la cultura y las políticas de la identidad. Los textos de Huntington seleccionados por Palacio se centran precisamente en la aparición de la cultura como variable organizadora del orden político mundial, tras la victoria de Occidente en la Guerra Fría contra el comunismo, y subrayan la necesidad de que los occidentales abandonemos un cierto etnocentrismo, esa vocación universalista que dimana de la Ilustración, por ser una idea falsa, arrogante y peligrosa, que el resto del mundo considera mero imperialismo. Palacio destaca el realismo conservador que permea toda la obra de Huntington —quien en términos políticos se movió habitualmente en el ala más conservadora del Partido Demócrata—, en la estela de Hobbes, el influyente teólogo protestante Reinhold Niebuhr y Edmund Burke. En palabras del propio Huntington (Huntington, Samuel P. 1957. «Conservatism as an Ideology». The American Political Science Review, 51 (2): 454-473. Disponible en: https://doi.org/10.2307/1952202‍1957: 470): «El impulso al conservadurismo proviene del desafío social ante el teórico, no de la tradición intelectual que le precede. Los hombres llegan al conservadurismo por la vía de los acontecimientos, por el terrible sentimiento de que una sociedad o institución a la que han dado su aprobación y por segura, y con la que se sienten íntimamente ligados, podría dejar de existir repentinamente».

El primer capítulo fue publicado originalmente en 1993. En él, Huntington plantea un nuevo paradigma para comprender la conflictividad en la política mundial tras el final de la Guerra Fría. Según su hipótesis, la fuente principal sería cultural, el conflicto entre civilizaciones en un sentido lato, y no ideológica ni económica. Caracteriza las civilizaciones como el grado más amplio de agrupación fundamentada en la identidad en sus distintos niveles, determinada por elementos objetivos compartidos —lengua, religión, historia, costumbres, instituciones— y la identificación subjetiva. Crítica la teoría sobre la modernización como supuesta productora de occidentalización. Distingue como civilizaciones principales la occidental, la confuciana, la japonesa, la islámica, la hindú, la eslava-ortodoxa, la latinoamericana y la africana. Y esta conflictividad se origina en distintos factores: las diferencias entre civilizaciones son radicales, fruto de siglos de historia; el mundo es un espacio cada vez más pequeño; la modernización económica y el cambio social han debilitado las identidades locales tradicionales y la religión ha ocupado ese espacio, a menudo como movimientos fundamentalistas; el doble papel de Occidente, en la cumbre de su poderío, y el subsiguiente repliegue de las civilizaciones no occidentales; las diferencias culturales son menos mutables y es más difícil llegar a compromisos; la tendencia a la regionalización económica y la importancia de los bloques económicos de este ámbito. Como consecuencia, el conflicto se produce tanto en un nivel micro, entre individuos y grupos, como a escala mundial según las líneas de roce entre las distintas civilizaciones. Se producen agrupaciones informales de países afines y otros resultan fracturados internamente. Por último, destaca que se trata de una hipótesis descriptiva de cómo se presentará el futuro.

El segundo capítulo se publicó también en 1993, como respuesta a las primeras críticas recibidas por su artículo. Subraya que las civilizaciones son las sucesoras naturales de los tres mundos de la Guerra Fría, pero no presenta sus fricciones como explicación de todos los acontecimientos significativos que sucedan a nivel global; critica la ideología del multiculturalismo y apunta la decadencia de la hegemonía estadounidense.

El tercer capítulo se publicó en 1996 y reprueba las hipótesis de que la difusión de la cultura popular y de los bienes de consumo occidentales y específicamente estadounidenses, o que la mera modernización, occidentalizan a las restantes civilizaciones. Afirma que eso implica trivializar la cultura occidental y subestimar el peso de otras tradiciones culturales. Cuestiona la universalidad de los valores e instituciones de la Ilustración, de la cultura de Occidente, destacando su excepcionalidad en la historia de la humanidad y su crepúsculo actual. Como características distintivas no exhaustivas menciona las siguientes: el legado clásico, el cristianismo occidental, la multiplicidad de las lenguas europeas, la separación entre la autoridad espiritual y secular, el Estado de derecho, el pluralismo social y la sociedad civil, los organismos de representación, el individualismo. En sus propias palabras «son lo que hace a Occidente occidental, pero no moderno». Destaca las reacciones nativistas e indigenistas, que ha suscitado la difusión global de estos valores e instituciones en las restantes civilizaciones. Estas reacciones están acentuadas por la paradoja democrática: cuando estas sociedades adoptan las elecciones de tipo occidental acceden al poder con frecuencia movimientos políticos antioccidentales y nativistas. Así se vuelven más provincianas, no más cosmopolitas.

Esta perspectiva anunciada entonces por Huntington se ha corroborado ampliamente después, cosa que también ha sucedido con el retorno a las esferas de influencia regionales por las potencias locales. Piénsese, por ejemplo, el reciente regreso a la idea de una esfera otomana, tanto en Oriente Medio como en los países de lengua turca surgidos del colapso de la Unión Soviética, o la fractura cultural y religiosa en la civilización islámica entre la creciente chií de hegemonía persa y la reacción sunní de raíz árabe. De ahí que señale que la responsabilidad occidental es velar por sus propios intereses, preservando la cultura occidental, controlando la inmigración procedente de sociedades no occidentales, cosa que no parecen tener clara muchos de los actuales políticos occidentales.

El último capítulo versa sobre la erosión de los intereses nacionales estadounidenses y se publicó en 1997. Señala que el interés nacional deriva de la identidad nacional que, en el caso estadounidense, se basa en la cultura y lo que Gunnar Myrdal denominó el credo, aspectos ambos íntimamente relacionados. La cultura se componía hasta hace poco de tres elementos básicos: la lengua inglesa, una serie de tradiciones acerca de la relación entre la Iglesia y el Estado, de matriz protestante, y el papel del individuo en la sociedad. El credo lo constituiría un conjunto de ideas y principios universales, fundacionales de los Estados Unidos como nación: libertad, igualdad, democracia, constitucionalismo, liberalismo, gobierno limitado e iniciativa privada. Huntington destaca las consecuencias disolventes para la identidad de la falta de un enemigo, al desaparecer la Unión Soviética. A ello añade la promoción de las ideologías de la diversidad, el multiculturalismo y las políticas de identidad étnicas y raciales, a las que podríamos añadir ahora las sexuales. Define el interés nacional como un bien público que combina preocupaciones de seguridad y materiales e inquietudes morales y éticas. El problema surge cuando no hay una coincidencia entre ambas. A continuación, Huntington desarrolla un cuidadoso análisis de las comunidades étnicas y raciales estadounidenses y su influencia en la política exterior. Un lector curioso podría preguntarse cómo vio nuestro autor sus hipótesis a la luz de los ataques terroristas sobre suelo estadounidense el 11 de septiembre de 2001, que inauguraron violentamente el nuevo siglo. Huntington (Huntington, Samuel P. 2013. «The Clash of Civilizations Revisited», New Perspectives Quarterly, 30 (4): 46-54. Disponible en: https://doi.org/10.1111/npqu.11402‍2013) nos dejó sus reflexiones en una breve entrevista publicada póstumamente que ratificaba sus hipótesis. Con la perspectiva que da el tiempo transcurrido desde entonces los motivos de preocupación no han hecho sino aumentar. Si quedaba algo del orden liberal tras la elección de Trump o el brexit, la pandemia COVID-19 (coronavirus disease 2019) ha bajado el telón. El libro resultará de interés para el público culto en general y para distintas audiencias especializadas en la ciencia política general, en la política internacional y en los Estados Unidos, tan denostados y desconocidos por estos lares.

Por último, no me resisto a un breve comentario sobre la traducción, aunque soy consciente de predicar en el desierto desde hace años. En general la versión al español es aseada, pero hay algunas opciones mejorables. Por ejemplo, en un español claro creo que es mucho mejor implantación que implementación (p. 101), aunque este vocablo, en origen una mala traducción de un término técnico en inglés, ha cobrado vuelo en la opinión publicada desde que lo profiriera un afamado presidente de nuestro Gobierno; no se debe emplear colectivo como sustantivo por colectividad; ni tampoco falsear (p. 112), pues tiene un sentido plenamente vivo, por falsar, la acepción técnica preferida por Sánchez de Zavala en su traducción clásica de La lógica de la investigación científica de Popper, o refutar si se prefiere una versión menos técnica. Tampoco puede confundirse estadista por estatista (p. 123). Es discutible también el empleo del singular por el plural en el título del último capítulo, pues el original emplea este último. Suena demasiado literal sobornados (p. 191) cuando encaja perfectamente corrompidos. No recojo por pudor, dada su cercanía a la jerga actual, otros neologismos menos afortunados incorporados al texto por la traductora y que nadie ha corregido, dada la eliminación de los antiguos correctores de estilo de todas las editoriales para abaratar costes. Inevitablemente el producto final se resiente.

NOTAS[Subir]

[1]

Full disclosure. El autor de esta recensión tradujo dos capítulos del libro clásico de Huntington, The Soldier and the State. The Theory and Politics of Civil-Military Relations (1957), para una antología sobre la institución militar en el Estado contemporáneo que iba a publicar el Centro de Estudios Constitucionales, dirigido entonces por Francisco Murillo Ferrol, pero el acceso del PSOE al poder en octubre 1982 lo impidió. Afortunadamente, el trabajo no fue en vano y otras mentes más abiertas, política y académicamente, lo acogieron con generosidad en Alianza Editorial tres años más tarde.

Referencias[Subir]

[1] 

Fukuyama, Francis 1989. «The End of History?», The National Interest, 16: 3-‍18.

[2] 

Huntington, Samuel P. 1957. «Conservatism as an Ideology». The American Political Science Review, 51 (2): 454-‍473. Disponible en: https://doi.org/10.2307/1952202.

[3] 

Huntington, Samuel P. 2013. «The Clash of Civilizations Revisited», New Perspectives Quarterly, 30 (4): 46-‍54. Disponible en: https://doi.org/10.1111/npqu.11402.

[4] 

Munck, Gerardo L. y Richard Snyder 2007. Passion, Craft, and Method in Comparative Politics. Baltimore: The Johns Hopkins University Press.

[5] 

Oakeshott, Michael 2017. Ser conservador y otros ensayos escépticos. Introducción, selección y traducción de Jorge del Palacio. Madrid: Alianza Editorial.

[6] 

Palacio, Jorge del 2019. «Fukuyama vs. Huntington. El gran debate de la post Guerra Fría», Cuadernos de Pensamiento Político FAES, 62: 37-‍44.

[7] 

Rivero, Ángel, Javier Zarzalejos y Jorge del Palacio (comps.). 2017. Geografía del populismo. Prefacio de Enrique Krauze. Madrid: Tecnos; FAES.