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SUMARIO

  1. Referencias

La polarización de la guerra en Siria tiene su correspondiente correlato fuera de esta atribulada región en una intensa controversia entre partidarios y detractores del régimen de Damasco. Además de registrar cierta tensión entre Washington y Moscú, esta polémica también ha tenido su propio eco entre algunos sectores de la izquierda en el ámbito internacional. Pero sobre todo, unido a este debate, es la complejidad del conflicto la que mayor desconcierto ha suscitado. Sirva a modo de ejemplo el número de actores implicados: estatales y no estales, de ámbito local, regional, transnacional o mundial, con actuaciones directas o indirectas.

Ante este enmarañado conflicto, el texto de Ignacio Álvarez-Ossorio presenta una síntesis ilustradora, desvelando algunas claves y aportando una guía para seguir profundizando en el mismo. Conocedor de la región de Oriente Próximo y con un importante bagaje investigador, el profesor Álvarez-Ossorio es también autor de una obra anterior que aborda, con mayor perspectiva histórica, la evolución política de la Siria contemporánea hasta llegar prácticamente a los albores del actual conflicto (Álvarez-Ossorio, Ignacio. 2009. Siria contemporánea. Madrid: Síntesis.Álvarez-Ossorio, 2009). En este sentido, su nuevo trabajo viene a ser también una actualización del seguimiento que viene realizando desde hace algún tiempo de Siria, con publicaciones aparecidas en revistas especializadas y obras colectivas (Álvarez-Ossorio, Ignacio. 2017. «La fractura del campo islamista en el conflicto sirio», en Gilberto Conde (coord.), Siria en el torbellino: insurrección, guerras y geopolítica. Ciudad de México, El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África.Álvarez-Ossorio, 2017).

Puede afirmarse que el conflicto sirio es un dramático ejemplo de cómo una confrontación política interna deriva en una guerra prolongada e internacionalizada debido, principalmente, a que se produce en un contexto tan inflamable e inestable como el de la encrucijada de Oriente Próximo, de destinos e intereses cruzados; y de lealtades comunitarias y trasnacionales todavía más fuertes que las nacionales o estatales. De hecho, el de Siria, lamentablemente, no es el único caso que se conoce en el mundo árabe posterior a las revueltas de 2010-2011, como se advierte en el no menos prolongado conflicto de Libia, en el Magreb; y en el más mediáticamente ninguneado de Yemen, en la península arábiga. Pero es, sin duda y con diferencia, el que mayor número y heterogeneidad de actores reúne en torno a un mismo territorio, además de agendas e intereses muy dispares.

La obra está estructurada en diez capítulos, además de acompañarse de un glosario terminológico y anexos, con dos mapas sobre las fuerzas combatientes sobre el terreno y varios cuadros sobre las fuerzas rebeldes. Dado el volumen de la obra, los capítulos no son muy extensos y los cuatro primeros comprenden una parte introductoria y de contextualización del conflicto en los que aborda la trayectoria del régimen, la contestación política, la represión que siguió y la militarización del levantamiento. El quinto afronta la fragmentación de la oposición y el sexto la emergencia de los grupos yihadistas. En los capítulos restantes se adentra en la regionalización e internacionalización del conflicto, su prolongación en el tiempo, la crisis humanitaria que provocó y la ausencia de perspectivas de resolución.

Desde prácticamente el comienzo de la insurgencia armada, en Siria se solapaban dos guerras: una civil e interna y otra regional e internacionalizada. Su enquistamiento y, por extensión, agotamiento de sus principales recursos humanos y materiales, dejó paso a un mayor protagonismo de los actores externos. De tal modo que, en opinión de numerosos analistas y del propio Ignacio Álvarez-Ossorio, la guerra en Siria dejó de ser, en puridad, civil y adquirió una dimensión regional, centrada en el territorio sirio, principalmente. Sin dejar por ello de amenazar con extenderse a otros países del entorno, o bien afectar a su frágil estabilidad con la llegada masiva de refugiados y los repetidos ataques terroristas. Acontecimientos que, con la prolongada irresolución y agravamiento del conflicto, han terminado alcanzando también al territorio europeo.

En esta tesitura, la controversia interna en Siria se había transformado en un instrumento de la pugna mantenida por las potencias regionales y mundiales. A esta situación, de por sí embrollada, se sumó la aparición del autodenominado Estado Islámico en Iraq y Siria o Dáesh (por sus siglas en árabe). Además de complejizar todavía más el panorama sirio, este actor transnacional, de carácter yihadista, presentó una importante innovación respecto al antecedente de Al Qaeda, por cuanto combinó su naturaleza como grupo terrorista con la de un movimiento insurgente que, a su vez, partía de una importante base territorial con el firme propósito de gobernar los dominios que conquistaba. De hecho, en junio de 2014, proclamó un Califato, que pretendía «permanecer y expandirse», aboliendo las fronteras del sistema interestatal árabe como las desdibujadas entre Siria e Iraq.

En suma, la original contestación política al gobierno de Damasco fue desvirtuada o, en palabras del autor, la revolución fue secuestrada, pues los activistas quedaron atrapados «entre dos fuegos: el régimen y los grupos yihadistas» (p. 46). El inicial movimiento social de protesta sirio, surgido al calor de las revueltas árabes, había protagonizado todas sus movilizaciones antiautoritarias de manera pacífica, con demandas reformistas y prodemocráticas de libertad, dignidad y justicia social. Por tanto, la pregunta es obligada: ¿cómo fue posible que quedara anegado e invisibilizado por la rápida emergencia de una amalgama de grupos salafistas y yihadistas en una creciente deriva de radicalización y violencia extrema?

Además del mencionado patrocinio e injerencia exterior, Ignacio Álvarez-Ossorio destaca en esa evolución la respuesta fuertemente represiva del Gobierno, que buscaba provocar a los sectores más radicales y radicalizar a los más moderados para que se adentraran en un ciclo de violencia, de acción-represión, y así justificar su política inmovilista, de atrincheramiento en el poder y represiva. Esto es, la denominada «estrategia de la tierra quemada» (pp. 49-68). Desde esta lógica, cualquier fuerza opositora que hubiera empuñado las armas, ya fuera moderada o radical, era descalificada como terrorista. En consecuencia, el Gobierno sirio presentaba su embestida como una acción meramente defensiva y legítima.

Otras de las cartas jugadas por el régimen de al-Assad que apunta el profesor Álvarez-Ossorio, en esta misma dinámica, era la instrumentalización sectaria de la pluralidad de la sociedad siria. Ningún grupo étnico o confesional es un bloque homogéneo, ni muestra un comportamiento sociopolítico uniforme, pues en cada uno se registran diferentes sensibilidades e intereses. Pero no por ello dejó el Gobierno sirio de recurrir al sectarismo que, a su vez, se retroalimentaba del no menos sectario comportamiento de los grupos salafistas y yihadistas, y del insuflado por sus patrocinadores externos.

En este contexto, como señala el autor, Bashar al-Assad se presentaba como la opción menos mala, de «yo o el caos» (p. 9). En efecto, a medida que se prolongaba y radicalizaba el conflicto, su estrategia comenzó a cosechar ciertos frutos. En algunas cancillerías occidentales se pasó de exigir su salida del poder a intentar lograr algún compromiso e incluso a que se mantuviera en el poder por no disponer de otras opciones mejores. No era la primera vez que se apoyaba a un dictador ante una amenaza mayor. Entre una dictadura de ropaje nacionalista secular y otra de corte yihadista era obvia la opción, toda vez que una potencial alternativa democrática había sido descartada.

Décadas de dictadura, represión y clientelismo explicarían también esta deriva. Lejos de construir instituciones nacionales sólidas y permitir el desarrollo de la sociedad civil, esta prolongada trayectoria autoritaria había socavado los cimientos de credibilidad, legitimidad y confianza en los que deberían asentarse tanto las instituciones estatales como el tejido social. A semejanza de experiencias similares en Iraq, Libia y Yemen, el colapso del poder central o estatal ponía de manifiesto la mayor relevancia que adquirían los vínculos e identidades subnacionales o subestatales, de estructura y organización comunitaria (familiar, clánica, tribal, confesional, étnica o regional), combinadas con lazos e identificaciones transnacionales (que, en el caso sirio, destacaba la divisoria confesional entre suníes y chiíes en la región).

Del mismo modo, ese Estado policial había mermado de manera significativa la confianza social imprescindible para la cooperación, como se reflejaba en la debilidad de la sociedad civil siria. El crecimiento registrado en los últimos tiempos por sus diferentes integrantes no ha sido suficiente para rebasar sus importantes fracturas internas (cleavages). Pero es el ámbito sociopolítico donde se refleja el mayor déficit, evidenciado en la extrema fragmentación de la oposición siria: con dos plataformas (el Consejo Nacional Sirio y la Coalición Nacional de Fuerzas de la Revolución y la Oposición Sirias) y una multiplicidad de fuerzas combatientes sobre el terreno, sin propiciar una dirección y estrategia unificada.

De hecho, antes de que estallara el conflicto no existía una organización sociopolítica amplia y consolidada que, con un importante bagaje o trayectoria, agrupara a una mayoría social lo suficientemente significativa para liderar una estrategia opositora unificada. Dicho en términos más clásicos, no hay revolución sin una organización y dirección revolucionarias. Por el contrario, como destaca el autor, entre las fuerzas rebeldes existen programas contradictorios y excluyentes, uno democrático y otro antidemocrático, que se neutralizan mutuamente, lo único que tienen en común es su enemistad con el régimen de al-Assad.

Por último, sostiene el profesor Álvarez-Ossorio, no menos importante en el enquistamiento y mencionada deriva del conflicto ha sido la timorata respuesta occidental, en particular, estadounidense. Considera que de haberse actuado a tiempo, mediante una intervención humanitaria o, al menos, propiciando un corredor humanitario, exclusión aérea y armamento más sofisticado (misiles tierra-aire), el escenario podría haber sido otro bien diferente del actual. Aunque el autor no ignora las dificultades de la administración Obama para liderar una respuesta en ese sentido, de cambio de régimen, pues no existía garantía alguna de éxito como mostraban las experiencias de Afganistán, Iraq y Libia; y, no menos importante, tampoco deseaba asumir ese riesgo como explicó el propio Obama en entrevista concedida a la revista The Atlantic (Goldberg, Jeffrey. 2016. «The Obama Doctrine», The Atlantic, April. Disponible en: http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2016/04/the-obama-doctrine/471525/Goldberg, 2016). Renuencia que, como han señalado los críticos de Obama, ha sido aprovechada por Rusia para regresar a la región y por Irán para mantener y fortalecer su ascendente posición regional.

Es obvio que en el caso de Siria hubo una precipitación y error de cálculo sobre la inminente caída del régimen. Semejante percepción estuvo distorsionada por el clima de euforia desatado inicialmente por la revueltas árabes, con la caída de Ben Ali, Mubarak y Gadafi. Pero, no menos, también por cierto voluntarismo político, empeñado en enmendar algunos errores estratégicos del pasado más reciente como la desastrosa intervención en Iraq en 2003 y la consecuente alteración del equilibrio de poder regional. De ahí que, ante la ausencia de un alternativa afín, algunas voces abogaran por mantener en el conflicto sirio una estrategia similar a la sostenida durante la confrontación entre Iraq e Irán (1980-1988), por cuanto ambos contendientes eran vistos con animadversión y, en consecuencia, se recomendaba desgastarlos y debilitarlos hasta la extenuación (Luttwak, Edward N. 2013. «In Syria, America loses if either side wins», The New York Times, 24-08-2014. Disponible en: http://www.nytimes.com/2013/08/25/opinion/sunday/in-syria-america-loses-if-either-side-wins.htmlLuttwak, 2013). En una sintonía similar, pero desde una perspectiva regional, en este caso israelí, se consideraba que, a mayor prolongación de la guerra en Siria, más debilitado quedaba su Estado para emprender una «guerra convencional» contra Israel, al mismo tiempo que se advertían algunas amenazas, pero también nuevas oportunidades en esa prolongada situación (Brom, Shlomo, Benedetta Berti y Mark A. Heller. 2014. «Syria: The Civil War with No Winner», en Shlomo Brom y Anat Kurz (eds.), Strategic Survey for Israel 2013-2014. Tel Aviv: Institute for National Security Studies. Disponible en: http://www.inss.org.il/index.aspx?id=4538&articleid=6479Brom et al., 2014). ¿Ha sido esta la estrategia adoptada o simplemente no se actuó porque no había una opción mejor?

En suma, la obra del profesor Álvarez-Ossorio cumple con su función explicativa y divulgativa de la complejidad del conflicto sirio y, por extensión, de la conflictividad –latente o manifiesta− en la región de Oriente Medio. Su principal aportación reside precisamente en abordar con rigor, capacidad de síntesis y esclarecimiento semejante laberinto. El uso mayoritario de fuentes secundarias es un imperativo, más que una debilidad, por las dificultades que presenta el trabajo de campo para documentar una obra de esta naturaleza. Más controvertida es su alusión a la intervención humanitaria, pues no equivale a éxito alguno como se constata en otras experiencias, ni está libre de polémica. La indiferencia occidental en unos casos o la complicidad en otros, no es algo que ignore el autor. Su libro está destinado tanto a un público especializado en los entresijos de la región árabe como a otro más amplio y dispuesto a familiarizarse con la misma.

Referencias[Subir]

[1] 

Álvarez-Ossorio, Ignacio. 2006. Siria. Revolución, sectarismo y yihad. Madrid: Los Libros de La Catarata.

[2] 

Álvarez-Ossorio, Ignacio. 2009. Siria contemporánea. Madrid: Síntesis.

[3] 

Álvarez-Ossorio, Ignacio. 2017. «La fractura del campo islamista en el conflicto sirio», en Gilberto Conde (coord.), Siria en el torbellino: insurrección, guerras y geopolítica. Ciudad de México, El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África.

[4] 

Goldberg, Jeffrey. 2016. «The Obama Doctrine», The Atlantic, April. Disponible en: http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2016/04/the-obama-doctrine/471525/

[5] 

Luttwak, Edward N. 2013. «In Syria, America loses if either side wins», The New York Times, 24-08-2014. Disponible en: http://www.nytimes.com/2013/08/25/opinion/sunday/in-syria-america-loses-if-either-side-wins.html

[6] 

Brom, Shlomo, Benedetta Berti y Mark A. Heller. 2014. «Syria: The Civil War with No Winner», en Shlomo Brom y Anat Kurz (eds.), Strategic Survey for Israel 2013-2014. Tel Aviv: Institute for National Security Studies. Disponible en: http://www.inss.org.il/index.aspx?id=4538&articleid=6479