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SUMARIO

  1. Referencias

En la introducción de esta valiosa y necesaria obra, su editora y máxima responsable, Isabel Wences, nos remite a la fábula del zorro y el erizo, popularizada por Isaiah Berlin, a partir del poema del filósofo presocrático Arquíloco. Y se sirve de ella para situarnos en el seno del eterno debate en torno al cual se ha venido tejiendo y planteando en el campo de la teoría política. Si el erizo encarna la constitución de un saber vertebrado sobre una visión central, consistente y única alrededor de la cual todo cobra significación y sentido, el zorro representa una perspectiva de la realidad a partir del reconocimiento de su diversidad y contingencia. Si el primero simboliza la aspiración humana de dotar racionalidad y orden al mundo y por extensión al hombre mismo, el segundo da cuenta de la capacidad de ese ser humano para sumirse y adaptarse a todo lo contradictorio e incongruente que le rodea. Ambas actitudes han coexistido en el transcurso del tiempo acompañando a la humanidad en sus persistentes desafíos y retos sin que ninguna de ellas haya podido imponer su autoridad sobre la otra.

Y probablemente sea porque, como bien señala la autora, ambas formas de actuar sobre la realidad se necesitan mutuamente. En la teoría política también. Concebida en muchas ocasiones como una subdisciplina de la ciencia política, su actividad no siempre ha recibido el reconocimiento merecido, especialmente a mediados del siglo pasado, cuando las corrientes positivistas y cientifistas encumbraron a lo más alto criterios y metodologías empíricas relegando a los estudiosos de la entonces denominada historia de las ideas políticas a una posición subsidiaria. Aunque la vigencia de este discurso fue declinando gracias a la iniciativa de estudiosos e intelectuales que reivindicaron su labor al tiempo que revelaron el trasfondo ideológico y la contradictoria dimensión conservadora de una disciplina científica aparentemente comprometida con el progreso, lo cierto es que la rehabilitación de la teoría política no ha sido total. Las secuelas del pasado aún siguen siendo perceptibles, pero no tanto en sus resultados como en la percepción que de su actividad tienen para sus responsables. Efectivamente, los teóricos políticos han diversificado su acción, discurriendo por muy diferentes terrenos –ahondando en su base normativa o bien aplicando un análisis más histórico– e internándose por nuevos senderos desde donde comprender los problemas que aquejan al mundo. Sin embargo, el nuevo escenario no ha terminado por cicatrizar las heridas de décadas precedentes: a la conciencia de una injusta relegación en el pasado han de añadirse ahora las incertidumbres en torno a los verdaderos fines y objetivos de una disciplina, en los últimos tiempos abierta a muy numerosos frentes.

Para Fernando Vallespín, en su contribución al libro («El conocimiento de la política y la tarea de la teoría política»), la deriva en la que se encuentra hoy la teoría política invita a afrontar nuevos y numerosos desafíos, pero de todos ellos quizá el más decisivo y crucial sea el que afecta a la inserción plena de esta disciplina en la realidad. La complejidad e incertidumbre de nuestro tiempo exigen una mayor implicación y presencia de los teóricos políticos, tradicionalmente adscritos a cometidos unilaterales, normativos y prescriptivos. La creciente especialización del área ha dotado de consistencia sus contenidos y propuestas, pero a cambio de un cierto distanciamiento («ensimismamiento metateórico», apuntará Ramón Maiz en su capítulo «Saliendo de la caverna. La teoría política hoy: entre bios theoretikos y bios politikos» (p. 98)) con respecto al epicentro de los debates fundamentales de la política y la democracia actual.

Persuadidos del valor de la disciplina para comprender y dotar de significación a la idea de política y a los fenómenos políticos, un amplio y representativo grupo de investigadores aceptó el reto, prestándose a ofrecer desde múltiples ámbitos y perspectivas una rica y amplia visión de la teoría política en nuestro país, con una clara voluntad de trasladar su reflexión y su discurso crítico al terreno de la praxis, visibilizándolo y haciéndolo relevante allí donde intervienen los actores políticos y se configura la realidad política. Los veintitrés capítulos que componen el libro recogen la totalidad de propuestas que fueron objeto de análisis y debate en el curso de un seminario auspiciado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y su director Benigno Pendás, sin cuyo apoyo incondicional este proyecto no hubiera salido a la luz.

Estructuradas en torno a tres amplios marcos de estudio: «Quehacer, objeto y facetas de la Teoría Política», «La Teoría Política y la Acción Política» y «Teoría Política y cuestiones relevantes de la política democrática», las contribuciones recogidas en el volumen dan cuenta de la amplia diversidad de perspectivas y enfoques existente en la teoría política. Como toda obra colectiva, el precio de tanta heterogeneidad –y aquí también lo es– suele traducirse en un cierto desequilibrio en el nivel de algunos trabajos, pero a la vista del resultado final, desde luego, merece la pena ese riesgo.

Ya desde el primer gran eje temático el libro, sus autores nos sitúan en la encrucijada de la teoría política en los albores del siglo xxi y la pertinencia de esa necesaria re-inscripción en la realidad. Javier Franzé y Carmelo Moreno nos emplazan a una indispensable (re)consideración de los conceptos de lo político y del poder: para el primero, es necesario visualizar en su completa dimensión el ámbito de decisiones que afectan a toda la sociedad, y que no se limita exclusivamente a la esfera estatal; para el segundo, han de incorporarse al estudio de la política otros elementos de análisis generalmente marginados, como es el valor de la incongruencia entendida como virtud política, cuya consideración permitiría ofrecer una dimensión más fidedigna de nuestras complejas democracias actuales.

En ese mismo ámbito, Paloma de la Nuez y Benigno Pendas reflexionan sobre el devenir de la muchas veces llamada historia de las ideas políticas y en la necesidad de recuperar de su vasto legado aquellos valores que han contribuido a su valor y vigencia durante años: su neta vocación de tolerancia y diálogo con el pasado, y su voluntad interdisciplinar, más imprescindible si cabe en los tiempos que corren. Desde una perspectiva coincidente, Joaquín Abellán y Ángel Rivero nos advierten de algunos de los riesgos que la teoría política nunca debería minusvalorar, básicamente porque ya se han hecho –y lo hacen aun– presentes en esta ciencia social: si el primero nos requiere escrupulosidad y rigor a la hora de establecer nuestros juicios racionales, siendo conscientes de nuestra innata capacidad a incluir juicios de valor hasta en nuestros análisis más científicos y objetivos, el segundo urge a romper con el dogmatismo positivista tan imperante en importantes etapas de la disciplina, especialmente tras la posguerra y, como señala Rivero en su capítulo «Teoría política y conceptos políticos», parafraseando a Berlin, proceder al estudio de las ideas políticas en el contexto de su utilización, situándolas en el tiempo y analizando su rendimiento en la realidad de las sociedades (p. 264).

El segundo eje está centrado en las estrechas relaciones existentes entre teoría política y acción política. Ramón Vargas-Machuca analiza críticamente el papel del experto, al que reclama un ejercicio de responsabilidad y compromiso que supere los desencuentros pasados y reabra una vía de acercamiento con la sociedad. Félix Ovejero, por su parte, profundiza en la naturaleza de las relaciones entre teoría y práctica, lastrada por una serie de estrangulamientos, y su conclusión es clara: sólo partiendo de la asunción de las insuficiencias y limitaciones de la teoría a la hora de intervenir en la realidad será posible extraer el indiscutible potencial transformador que se puede obtener de ella. Tampoco es menor la cuestión abordada por Xavier Torrens y Joan Anton Mellon, al urgir a una correcta definición de los problemas que permita forjar mejores y más amplios lazos de colaboración y entendimiento entre teóricos y políticos en el marco de la gestión pública.

Pero ese necesario marco de entendimiento entre el teórico y el político no puede limitarse a la esfera de toma de decisiones, y menos aún en nuestras complejas democracias actuales. El riesgo de desencuentro amenaza con alcanzar la línea de flotación de nuestros regímenes ubicada en el plano de la legitimación. Fernando Fernández-Llébrez y Rafael Vázquez, en sus respectivos artículos reivindican un ejercicio de sensibilidad hacia las nuevas exigencias ciudadanas sometidas a los imperativos de una crisis global cuya percepción es vivida desde muy diferentes ángulos. Y ello obliga necesariamente a un análisis de las nuevas fórmulas de participación política y ciudadana. Manuel Arias Maldonado y Máriam Martínez Bascuñán dibujan algunos de los límites que interfieren cuando no obstruyen los canales tradicionales a partir de los cuales la política se ha venido desenvolviendo. Entre ellos se citan la dictadura del mercado y la sacralización de los criterios de rentabilidad económica, responsables de haber reducido a la política a una condición subalterna, impotente ante el nuevo orden de fuerzas y tensiones existentes. Para ambos, el escenario actual obliga a un replanteamiento de la función de la teoría política que tome conciencia de la naturaleza extremadamente contingente –ahora más que nunca– de los desafíos y problemas que asaltan a nuestras sociedades, así como de las limitaciones implícitas que siempre han acompañado a la disciplina, sin olvidar –cómo no– que buena parte de las decepciones y fracasos constatados en la esfera de la teoría política han surgido precisamente de la obsesión por despolitizar la vida pública e inscribirla en un marco exclusivamente científico y experto, descontextualizado de toda realidad.

En el tercer y último eje de la obra se abordan otras cuestiones igualmente relevantes vinculadas a nuestras democracias actuales. Elena García Guitián, por ejemplo, advierte de la necesidad de operar un diagnóstico más realista y atento al nuevo orden de fuerzas que intervienen en las tomas de decisiones y que trascienden a la tradicional representación asociada a parlamentos y gobiernos. Solo a partir del reconocimiento explícito de la existencia de esas fuerzas no representadas electoralmente –v. gr. grupos de interés– será posible obtener una necesaria visión de conjunto del orden democrático contemporáneo y a partir del mismo articular fórmulas de adecuación que permitan ajustar y adaptar nuestros sistemas de representación a la realidad. En la misma línea, María José Villaverde y Antonio Robles, sugieren nuevos marcos de análisis a partir de los cuales la política retorne, reactualizándolos, a los patrones éticos clásicos que definen la esencia de la acción política y que las transformaciones operadas en los últimos tiempos, parecen haber relegado en aras de una excesiva primacía de la utilidad y la eficacia.

Entre los desafíos planteados en la obra, algunos son más evidentes que otros, como el que plantea Isabel Wences, en torno al debate de la diversidad cultural y a la necesidad de reexaminar los pilares fundamentales de nuestros actuales marcos de convivencia. ¿Cuál es el coste del impacto de las sociedades y los marcos políticos que nos otorgarnos sobre los individuos y aspiraciones internas?, se preguntan Javier Roiz y Laura Adrián. Sin olvidar otros aspectos que han formado parte de la esencia de la reflexión política desde siempre como el azar y la memoria, cuya reivindicación hoy resulta clave a la hora de tomar conciencia de nuestra vulnerabilidad secular (Roberto Losada) y de entender que solo la memoria nos asegura nuestra continuidad en el tiempo, pues sin ella no somos más que fragmentos (Vincent Druliole).

En un apartado que posiblemente hubiera exigido una mayor atención en este volumen, Sebastián Escámez y Ángel Valencia centran sus reflexiones sobre dos problemas cruciales a los que se encuentra enfrentado nuestro país: la cuestión autonómica y la desafección ciudadana, cuya resolución solo puede partir –como sugeriría Chejov– de un correcto planteamiento de los mismos (Chekhov, Anton. 2008. How to Write Like Chekhov: Advice and Inspiration, Straight from His Own Letters and Work: Advice and Inspiration, from His Own Letters and Work. Jackson: Da Capo Press.2008:15). En muchas ocasiones, un excesivo enfoque sobre los síntomas nos aparta del correcto análisis de los problemas. Conviene diferenciar la señal del ruido. Y para ello es necesario –como bien señala Nate Silver– tanto el conocimiento científico como el conocimiento de uno mismo: serenidad para aceptar las cosas que no podemos predecir, valor para predecir las cosas que sí podemos predecir y sabiduría para saber diferenciar las unas de las otras (Silver, Nate. 2012. La señal y el ruido. Barcelona: Península.2012: 547). Y mucho de ello hay en este volumen, que probablemente marque un antes y un después en el devenir de la disciplina en nuestro país.

Nos encontramos, en suma, ante un libro indispensable y justamente oportuno en momentos como el actual en el que los devastadores efectos de la crisis invitan a la desesperación y a la impotencia, contribuyendo a cuestionar nuestra identidad y nuestras capacidades. Aunque esencialmente dirigido a investigadores, profesores, estudiosos y especialistas de la materia, el interés que desprenden muchas de sus páginas traspasa su tradicional ámbito de conocimiento y apela al ciudadano de a pie. Valga esta obra para mostrarnos que la incertidumbre no tiene por qué entenderse como un síntoma de debilidad sino, por el contrario, como una ocasión para despejar los fantasmas del pasado y encarar los nuevos retos desde la constatación de nuestras limitaciones, pero también de nuestra disposición para superarlas. Estas y no otras fueron las circunstancias que llevaron al zorro y al erizo a desplegar sus capacidades y virtudes. Y estas y no otras son las que esta obra nos exhorta a no olvidar.

Referencias [Subir]

[1] 

Chekhov, Anton. 2008. How to Write Like Chekhov: Advice and Inspiration, Straight from His Own Letters and Work: Advice and Inspiration, from His Own Letters and Work. Jackson: Da Capo Press.

[2] 

Silver, Nate. 2012. La señal y el ruido. Barcelona: Península.