La reciente obra de la profesora Laura Camargo, Trumpismo discursivo, propone una reflexión sobre las ideas que han originado y posibilitado la expansión de la ola reaccionaria a lo largo del siglo XXI. Para la autora, la ola reaccionaria que recorre el mundo está determinada por tres momentos que son explorados en profundidad: 1) el contexto de la quiebra del discurso neoliberal que continuó a la Gran Recesión de 2008; 2) el papel que desempeñó el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, entre los años 2016 y 2020; y 3) la absorción de las estrategias comunicativas trumpistas por parte de los diferentes proyectos de la internacional reaccionaria global.

Para la autora, los motivos que han conducido al auge de la ola reaccionaria en los diferentes contextos nacionales son los siguientes: la fuerte precariedad, la comercialización de todos los espacios de la vida, el debilitamiento de los servicios públicos, la destrucción de los lugares comunes o espacios públicos, el resquebrajamiento de los lazos comunitarios y la vaticinada cancelación del futuro.

En este sentido, sentimientos como la rabia, la ira, el resentimiento, el asco y el nihilismo han provocado la activación de identidades colectivas que se aferran a un “nosotros” que culpa a los “otros” de los problemas presentes. En palabras de la autora: «El discurso del neoconservadurismo se ha especializado, por esta lógica, en ofrecer certidumbres y asideros ficticios ante las múltiples fracturas creadas por el propio capitalismo neoliberal y su caos ecológico, activando el resentimiento de clase sin conciencia de clase que ha sido canalizado en la batalla del penúltimo contra el último a través del racismo» (p. 17).

Con el objetivo de estudiar el origen y expansión del trumpismo discursivo se emplea la metodología cualitativa del Análisis Crítico del Discurso (ACD), tal y como fue definida por Norman Fairclough y Ruth Wodak (‍2000). Al preguntarnos sobre los rasgos comunes de la ola reaccionaria global tendemos a realizar consciente o inconscientemente un paralelismo con las características de los fascismos clásicos, objeto que ocupó la célebre conferencia de Umberto Eco en 1995 denominada: Ur-fascismo?

Las conclusiones de Eco son interesantes en lo referido al objetivo de esta investigación, puesto que existen elementos comunes y compartidos que permanecen en la producción discursiva tanto de los fascismos clásicos como de la ola reaccionaria global: nacionalismo identitario, antiigualitarismo, autoritarismo, persecución de las fuerzas progresistas o de izquierdas, racismo, personalismo, xenofobia, exaltación de las emociones o antiintelectualismo (‍Eco, 1995).

Ahora bien, existen numerosos elementos diferenciadores entre unas fuerzas políticas y otras, siendo el más destacado la consolidación de los nuevos medios de comunicación de masas y su capacidad para crear comunidades virtuales y hacer circular contenido polémico sin pasar por los filtros impuestos por los medios tradicionales. Es importante advertir de entrada que no solo existen diferencias entre los fascismos de entreguerras y la ola reaccionaria global, sino que, además, existen enormes divergencias entre las fuerzas políticas de la extrema derecha 2.0 en función de la coyuntura nacional (‍Forti, 2021).

Dicho esto, esta obra está compuesta por cinco capítulos, una breve introducción y unas reflexiones finales. En el primer capítulo (pp. 33-‍65), la autora expone el marco teórico y epistemológico de su enfoque, explicando los ejes escogidos del análisis crítico del discurso. Entre las principales cuestiones que se abordan en este capítulo debemos destacar: 1) la caracterización del discurso de los partidos de la extrema derecha; y 2) la importancia de los imaginarios sociodiscursivos en la construcción del sentido común reaccionario.

Según los principales autores que han estudiado el perfil de los partidos de extrema derecha en la actualidad (‍Norris, 2005; ‍Mudde, 2007), estos se han adaptado al funcionamiento de las democracias liberales para, una vez alcanzado el poder, transformar desde el interior su contenido e impulsar un cambio de mentalidad amparado en una constante batalla cultural. Los cuatro rasgos más evidentes que comparten las fuerzas de extrema derecha en el presente son el nacionalismo, nativismo y antipluralismo; antielitismo; autoritarismo y mistificación histórica.

Es importante comprender que los seres humanos necesitamos de la construcción de imaginarios sociales (‍Castoriadis, 2011) o comunidades imaginadas en torno a la nación (‍Anderson, 1993) para dar sentido a la experiencia diaria y estructurar la percepción del mundo. Así pues, uno de los aspectos donde mayor atención han prestado las fuerzas de la ola reaccionaria global es la articulación de imaginarios sociales con los que influir en el sentido común. De este modo, es interesante reproducir las siguientes palabras de la autora: «Este nuevo senso comune, construido sobre cosmovisiones cada vez más autoritarias, racistas, sexistas y excluyentes, está logrando que el malestar ciudadano se canalice en términos reaccionarios, contraponiéndose al buen senso que —según Gramsci (1929-‍1935)— habita dentro de la masa confusa del sentido común» (p. 56).

En el segundo capítulo (67-‍95) se analiza, en un primer momento, las características del fascismo de los años de entreguerras y el antiestablishment como elemento central. Posteriormente, se analizan los discursos totalitarios de los años 30 mediante la reflexión de autores de la época: Primo Levi, Hannah Arendt, George Steiner, León Trotsky o Víctor Klemperer. Este capítulo termina con una aproximación al discurso reaccionario del nacionalcatolicismo español.

La definición de fascismo continúa siendo objeto de debate entre académicos. Tomando la definición ampliamente aceptada de Griffin (‍1998), el fascismo de entreguerras es un “ultranacionalismo populista palingenésico”. Para el historiador, el fascismo se presenta como única fuerza capaz de rejuvenecer y revitalizar una nación dañada tras un periodo de crisis o declive. El declive de esa nación debe ser percibido por la ciudadanía como real y tangible. El término palingenésico alude a la necesidad de una nación que busca renacer de sus cenizas, siendo un espíritu de movilización capaz de generar un nuevo impulso a la nación.

Desde un punto de vista discursivo, aunque las fuerzas fascistas empleen una retórica anticapitalista, estos movimientos nunca actuaron en contra de las relaciones de producción vigentes ni en contra de los elementos centrales del sistema capitalista como la propiedad privada. De este modo, el fascismo se ubica en todo momento del lado de las clases capitalistas buscando socavar las conquistas sociales, los derechos de los trabajadores y las organizaciones sindicales.

Las fuerzas de extrema derecha en el presente comparten con los fascismos clásicos el discurso falsamente antisistema, pues lo que se busca es que las clases dirigentes nacionales adopten una nueva representación política, proponiendo una fuerte ofensiva contra las fuerzas populares: «Lo que buscan estos partidos es que las clases dirigentes nacionales acojan su programa y los adopten como nueva representación política, llevando a cabo una fuerte ofensiva anti-popular que agudice las políticas racistas de división de las clases subalternas» (p. 74).

En el tercer capítulo (pp. 97-‍134), la autora ofrece un estudio de los diferentes contextos que han sido clave en el auge de las fuerzas reaccionarias en nuestra coyuntura: describiendo los shocks que ha sufrido el neoliberalismo en los primeros años del siglo XXI: el 11S, 11M y la guerra contra el terror; La Gran Recesión y su gestión austericida; la pandemia de Covid-19 y el auge de los discursos conspiranoicos y, finalmente, el consenso de guerra en el que nos encontramos (pp. 100-‍114).

Así pues, se explican los principales pilares discursivos de las fuerzas de extrema derecha en la actualidad: el retorno de los nacionalismos extremos y el papel de la figura de Trump como reactivador de la desconfianza en los procesos democráticos y en el funcionamiento de los sistemas liberales. Estos pilares discursivos se sostienen sobre lo que Wodak (‍2015) ha denominado “las políticas del miedo”, eligiendo minuciosamente chivos expiatorios y presentándolos como una amenaza existencial para los supervivientes de la nación, que son siempre representados como víctimas. Estas narrativas sobre la nación, según Wodak, descansan sobre macroestructuras ficcionales que son conceptualmente inamovibles, pero permiten otorgar asideros de certidumbre y paz a espíritus desconsolados, temerosos y resentidos.

En el cuarto capítulo (pp. 133-‍167), se presenta el impacto que ha tenido la tecnología digital en la comunicación humana en los últimos años, declarando la relación estrecha que existe entre la extrema derecha y las redes sociales, continuando con la importancia de los procesos desinformativos y la proliferación de bulos y terminando con la consolidación de una neolengua neoliberal ampliamente compartida.

Uno de los aspectos centrales en la proliferación de los discursos reaccionarios en redes sociales y de su relación con los jóvenes es la existencia del fenómeno conocido como “cámara de eco”. La formación de las cámaras de eco obedece a la exposición sistemática y selectiva de información similar a la que cada usuario consume, que busca la confirmación de sesgos previos y reforzar cámaras de resonancia donde no existe información diferente o diversa a las percepciones de cada uno: «se puede limitar la exposición del usuario a puntos de vista diversos, dado que estas plataformas facilitan la formación de grupos polarizados en torno a narrativas compartidas» (p. 142).

Llegado hasta este punto, es especialmente interesante el último capítulo (pp. 169-‍230) donde se presenta la definición, los orígenes, los precedentes y la finalidad del trumpismo discursivo. Se expone el fuerte impacto que tuvo la llegada de Donald Trump al poder en los discursos reaccionarios, la influencia de uno de sus asesores más cercanos, Steve Bannon, en la proliferación de estos discursos, con especial énfasis en los bulos, la retórica antiestablishment y la propaganda autoritaria.

El trumpismo discursivo nace en el contexto del hundimiento de la confianza en los sistemas democráticos. Para la autora, el trumpismo está compuesto de tres elementos: 1) una forma de gobierno ligada a una ideología ultranacionalista, nativista y conservadora; 2) un movimiento global replicado en distintos proyectos en Europa y Latinoamérica; y 3) la manera de comunicación que denominamos “trumpismo discursivo”.

El origen de esta forma de comunicar está ligada al capitalismo digital y los procesos de desinformación. Es interesante advertir que en relación a su composición social y de clase, la base social del trumpismo presentan patrones comunes relacionados con los efectos del neoliberalismo y las sucesivas crisis que ha sufrido en Estados Unidos. En gran medida, se trata de grupo de varones de clase baja y media-baja suburbana y rural, entre los que una parte importante son jóvenes que se han visto obligados a dejar sus estudios (p. 175).

No se podría explicar adecuadamente el significado del trumpismo discursivo sin presentar mínimamente la figura de Steven Bannon. Los rasgos populistas, antiestablishment, y nacionalistas desacomplejados usados por Trump, y copiados por el conjunto de las fuerzas de extrema derecha que componen la ola reaccionaria global, son atribuibles a su modelo estratégico de comunicación. El trumpismo discursivo está ligado a la transformación de la política en un espectáculo mediático de eslóganes que buscan la atención inmediata. En este contexto, el lenguaje se ha convertido en una manera de manipular y polarizar las audiencias, sin ninguna profundidad.

Así pues, esta obra revela que el lenguaje importa y que la internacional reaccionaria ha sabido instrumentalizar las palabras que funcionan o son más seductoras en un contexto de sociedad postdigital y crisis sistémica del capitalismo contemporáneo. El trumpismo discursivo es un texto construido con una finalidad propagandística, donde los rasgos más característicos son la mentira, el socavamiento de las instituciones democráticas, el derrumbe de los procesos que buscan la verdad de los hechos, el efecto de exclusión, la falta de empatía, la proliferación de la desinformación y los bulos. Todo esto representaría el decálogo de comunicación política que comparten todas las fuerzas de la ola reaccionaria global.

En definitiva, Trumpismo discursivo de Laura Camargo ofrece una caja de herramientas imprescindible para comprender los mecanismos lingüísticos, culturales y políticos que han posibilitado la expansión de los partidos de extrema derecha en nuestro contexto. Su principal valor reside en saber articular un marco metodológico claro, el Análisis Crítico del Discurso, con una lectura compleja y matizada de los fenómenos históricos, mediáticos y sociales actuales. Aporta una mirada inteligente sobre cómo el lenguaje se convierte en un instrumento de poder y disputa ideológica, fundamentalmente en una época marcada por la polarización y la fragmentación del espacio público. El libro no solo aporta claves para comprender nuestro presente, sino que advierte de los riesgos futuros en virtud de normalizar el discurso reaccionario.