Historia de la derecha española. De la Ilustración a la actualidad (1789-2022)
González Cuevas, Pedro Carlos (2023). Barcelona: Planeta.
En 2023 se publicó en el ámbito académico español el libro Historia de la derecha española. De la Ilustración a la actualidad (1789-2022), escrito por el profesor de la UNED Pedro Carlos González Cuevas. Prologado por Stanley G. Payne, esta obra es una actualización de su versión original, publicada a principios de la década del 2000, que, como bien señala el autor, se ha consolidado como un referente en la materia. En un entorno académico predominantemente influido por el pensamiento de izquierda, abordar una historia de la filosofía política de derechas representa un desafío que suele implicar más riesgos que beneficios. Sin embargo, el lector puede confiar en que el autor ha elaborado un estudio riguroso, caracterizado por una neutralidad académica poco común en los últimos años.
Al revisar el texto original de hace dos décadas, González Cuevas incorporó nuevos matices —destacando el caso del feminismo conservador— y añadió capítulos previamente omitidos. Además, reconoció que «el contexto social, político, cultural e incluso internacional en el que apareció [la obra original] ha cambiado por completo» (p. 27). Estas reflexiones lo llevaron a replantear ciertos aspectos y a profundizar en su análisis. Si la primera versión recibió una crítica positiva, no cabe duda de que esta nueva edición seguirá la misma senda.
En resumen, este libro ofrece una minuciosa descripción de la historia del pensamiento político e ideológico tradicionalmente asociado a la derecha española, desde la Ilustración hasta la actualidad. Destacan especialmente los primeros tres capítulos, en los cuales el autor no solo presenta su enfoque y reflexión sobre el tema, sino que también intenta sistematizar el concepto de la derecha (o derechas), basándose en una exhaustiva lectura de expertos como Burke, Hertz, Nolte, Mannheim, Marx, Schmitt, Ortega y Gasset y muchos más.
El segundo capítulo, titulado «La derecha y las derechas», se presenta como un estudio independiente del aparato teórico del pensamiento conservador, que, a su vez, sirve como base para el análisis sintetizador del capítulo tres: «Las derechas españolas: dialéctica de tradiciones». En casi veinte páginas, González Cuevas examina las peculiaridades de la historia de la derecha en España, profundizando en fenómenos como el carlismo, el papel de la Iglesia católica en la política española, el nacionalismo decimonónico español, el peculiar fascismo español y, al final, el sincretismo del franquismo.
El autor sostiene que «las tipologías elaboradas por Weber para el conjunto europeo y de Rémond para Francia no son aplicables en su esencia a la realidad política española contemporánea» (p. 71). Siguiendo a MacIntyre, entonces, distingue dos principales tradiciones del pensamiento derechista en España: la conservadora-liberal, que busca fusionar el conservadurismo con el liberalismo y que fue dominante en el siglo XIX, y la teológico-política, que trata de sistematizar «el hecho religioso como legitimador de la praxis política» (p. 73). Esta última se nutre del pensamiento contrarrevolucionario, integrista y católico preconciliar, y a menudo se simplifica bajo la etiqueta de «el Trono y el Altar».
La competencia entre estas dos tradiciones ha marcado la evolución del pensamiento derechista en España y su praxis política. En el prólogo, Stanley G. Payne afirma que «el país ha sido gobernado principalmente por partidos o regímenes no izquierdistas durante la mayor parte de su historia contemporánea, con la excepción del régimen actual» (p. 23), y destaca que es precisamente «el predominio, hasta 1975, de la derecha más dura» (p. 23) lo que diferencia a España del resto de Occidente.
A partir del capítulo cuatro y hasta el veinticinco, el autor nos ofrece un recorrido por la historia de España desde las posiciones de la derecha. Tras analizar ensayos, libros de memorias, artículos periodísticos y fuentes historiográficas, presenta las visiones de los principales teóricos y filósofos ideológicos, así como la praxis política de las figuras más relevantes de la historia española.
El autor sigue rigurosamente su planteamiento de presentar las ideas de la derecha, lo que podría dificultar la orientación de un lector no familiarizado con la historia general de España, especialmente en capítulos que carecen de detalles, no solo desde la perspectiva de la izquierda, sino también de otros enfoques. Asimismo, no se incluyen datos biográficos más allá de los personajes más ilustres, lo cual es comprensible dada la amplitud de la obra, pero también lamentable, ya que algunos de estos detalles podrían haber aportado un interés adicional.
Una descripción detallada de todo el contenido excedería los límites de esta reseña, por lo que, debido a mi interés científico, me limitaré a comentar con más detalle la parte relativa a la Transición española. González Cuevas destaca la fragmentación de la derecha tras la muerte del dictador, cuando se dividió en varios grupúsculos que tuvieron destinos distintos. Las dos grandes tendencias ya visibles durante el tardofranquismo —«la derecha utópicamente continuista» (p. 660) y la reformadora— jugaron un papel destacado en el proceso democratizador, aunque solo la segunda supo entender que la instauración de la democracia liberal sería un hecho inevitable. En este contexto, el autor —recordando a Weber— traza paralelismos entre la España posfranquista y la Alemania posterior al cese de Bismarck, en la que un sector de la población anhelaba un nuevo líder fuerte, mientras que otro prefería mayores cambios democratizadores, un fenómeno particularmente acentuado en España (p. 660).
De manera novedosa, González Cuevas pone de relieve un fenómeno que, hasta hace poco, estuvo muy presente en la sociedad española: la sensación de culpa (pp. 660-661). Se trataba de «una curiosa mezcla de consternación, perplejidad, temor y autocrítica. Una especie de mala conciencia basada en la certeza de haber abusado demasiado y durante excesivo tiempo del poder» (p. 661) que se sentía tanto entre los intelectuales de derecha —como, por ejemplo, Laín Entralgo o Ridruejo— como entre los políticos, quienes preferían identificarse con la izquierda. Fue precisamente en el contexto de la Transición cuando la derecha tuvo que reinventarse y buscar una nueva raison d’être, lo que dio lugar a la revalorización positiva de la tradición conservadora-liberal, que había quedado eclipsada por la teológico-política durante el primer franquismo (p. 662).
En este sentido, son interesantes también las observaciones de González Cuevas sobre la famosa contienda entre ruptura y reforma. Aunque generalmente se acepta que el aparato de la dictadura fue desmontado «de ley a ley», lo que sugiere un proceso de reforma gradual, el autor opta por calificar la Transición como una ruptura, consagrada con la Constitución de 1978 (p. 682). Para sustentar esta afirmación, señala, entre otros aspectos, el papel reducido de la jefatura del Estado, la aconfesionalidad del mismo y la aparición del término «nacionalidades», elementos que claramente rompían con el régimen anterior.
Además, destaca el rechazo de las propuestas reformadoras de Manuel Fraga por parte de los actores clave de la Transición, quienes priorizaron las medidas más radicales implementadas por los gobiernos de A. Suárez, L. Calvo Sotelo y, posteriormente, por los socialistas. En relación con Fraga, el autor menciona el surgimiento y la ulterior consolidación de la Alianza Popular, así como sus vaivenes políticos.
Una parte significativa del capítulo está dedicada a la creación del Estado de autonomías y al papel privilegiado de los nacionalismos vasco y catalán, que desde el inicio de la Transición gozaron de una posición destacada en la política española. Esta situación fue criticada, entre otros, por el filósofo Julián Marías ya en su Consideración de Cataluña (1994). También, como era de esperar, se mostraron críticos José María Gil Robles y López Rodó, quienes advirtieron sobre la posible ruptura de España como nación. A día de hoy, parece que los críticos de la cuestión autonómica tenían razón[1]. Curiosamente, González Cuevas dedica muy pocas páginas al golpe de Estado de 1981 y no aporta novedades significativas sobre este tema.
Como el último reducto del tradicionalismo español, es decir de aquella segunda tradición, es presentada Fuerza Nova, fiel «a los ideales del 18 de julio» (p 710). Fueron precisamente aquellos ideales que impidieron una mayor actuación al partido de Blas Piñar porque simplemente, como se vio, la Transición suponía la negación de aquellos ideales. «Su vinculación absoluta al pasado» (p. 711) —en palabras de Ricardo de la Cierva— fue aún más curiosa teniéndose en cuenta que ninguno de los fuerzanovistas tuvo un papel predominante durante la dictadura de Franco. La descripción detallada tanto de Blas Piñar —figura clave y casi única relevante del partido— como de diferentes aspectos —las juventudes, la prensa, los intelectuales, etc.— de todo el marginal movimiento de la extrema derecha por parte de González Cuevas no deja de ser interesante. El anacronismo de la derecha tradicional española destacó durante la Transición ya que prácticamente no consiguió un mayor apoyo por parte de la población ni representación política alguna. De tal situación era consciente también Gonzalo Fernández de la Mora, intelectual y fundador de la revista Razón Española, que llegó con un programa actualizado del tradicionalismo español. Los colaboradores de la revista ayudaron a los fundamentos de la nueva derecha democrática española.
Después de los capítulos dedicados a la Transición, González Cuevas continúa describiendo la evolución del pensamiento y la praxis de la derecha, centrándose en figuras como José María Aznar y Mariano Rajoy. A un seguidor de la política española contemporánea no le sorprenderá que, a pesar de tratarse de un libro sobre la derecha, el autor haya dedicado un espacio considerable a la figura de José Luis Rodríguez Zapatero, político responsable, según él, de la deslegitimación histórica de las derechas españolas (p. 767), de la idealización irresponsable de la Segunda República y de la agudización de la crispación ideológica entre los españoles. El autor también se hace eco de la Ley de Memoria Histórica, así como de la avalancha de novelas de la misma etiqueta que se publicaron en aquellos años (pp. 767-797).
El final del libro lo dedica González Cuevas al surgimiento de VOX y a su transformación, pasando de ser una alternativa al PP —es decir, ideológicamente un partido conservador-liberal— a convertirse en un partido de la derecha identitaria, más próximo a la visión teológico-política de la política española. Quizá debido a la falta de perspectiva histórica o a la escasez de estudios más profundos sobre el tema, los capítulos dedicados a VOX se presentan como una sucesión de fechas y acontecimientos, sin mayores comentarios filosóficos, que puedan dar al lector una visión más compleja de la problemática.
Para finalizar podemos decir que es evidente que estamos ante un opus magnum, no solo por sus dimensiones —con 1,084 páginas— sino también por el extenso contenido que presenta. Sin duda, será una obra de referencia para todo aquel que desee estudiar la política contemporánea española. Para los estudiosos del tema, resulta de gran valor el índice onomástico, común en este tipo de publicaciones, pero especialmente la amplísima bibliografía, que está dividida según las épocas tratadas y clasificada entre obras historiográficas y filosóficas y politológicas. Repito, en un mundo académico dominado por la izquierda, la colección de fuentes y obras de interés que presenta González Cuevas es excepcional. Su lectura es altamente recomendable, a pesar de pequeños lapsus como el relacionado con la fecha de la victoria de Donald Trump (p. 806).