Bringing War Back In ofrece un marco interesante para estudiar la formación del Estado en América Latina y en el mundo. Mediante la combinación del análisis histórico con estrategias de inferencia multimétodo, aplicadas tanto a estudios de caso como comparados, el autor reconstruye la formación y capacidad del Estado en la América Latina del siglo xix tomando como variable explicativa la guerra. Con una clara influencia weberiana, y mirando a la historia del subcontinente latinoamericano, una de las principales aportaciones del libro de Luis Schenoni es la generación de un marco para la comprensión de cómo la guerra afecta al desarrollo político de los Estados.

Una mirada que contribuye al debate de las teorías belicistas ampliando el foco sobre el impacto de la guerra: no sólo son el desencadenamiento del conflicto o la victoria o derrota los que explican el desarrollo de las capacidades estatales, sino sus efectos —tanto para los ganadores como perdedores— a largo plazo. Esto permite entender casos que hasta el momento todavía despertaban interrogantes y prestar atención a los mecanismos de adaptación y reproducción en el contexto posbélico. Un ejemplo de estos casos es la derrota de Paraguay en la guerra de la Triple Alianza (1864-‍1871). Pese a ser el Estado más fuerte de los contendientes fue derrotado. Sin embargo, sobrevivió en el tiempo.

Pese a los retos y dificultades que conlleva analizar a la región latinoamericana como un ente único y homogéneo, la obra logra dibujar un mapa conceptual que desvela un patrón común: fueron la guerra y sus efectos los que crearon a los Estados latinoamericanos e influyeron en sus capacidades. El libro sigue la idea de que «la guerra hizo al Estado» (‍Tilly, 1975:42), la cual ha sido desarrollada para explicar la formación del Estado desde la prehistoria (‍Carneiro, 1970; ‍Boix, 2015) hasta la Europa moderna (‍Downing, 1993; ‍Ertman, 1997), pasando por la creación de China en un período de «estados de guerra» (‍Hui, 2005; ‍Fukuyama, 2004), África (‍Bates, 2014; ‍Herbst, 2015; ‍Sharman, 2023), América Latina (‍Centeno, 2002; ‍Thies, 2005) y partes de Oriente Medio (‍Lustick, 1997; ‍Thies, 2005). Sin embargo, la redibuja adoptando una perspectiva de más largo alcance que ahonda no solo en los efectos sobre la institucionalidad del Estado sino también en su funcionalidad.

El fundamento de la idea de que la guerra construye las capacidades estatales responde a que los conflictos bélicos obligan a activar recursos y generar estructuras sólidas. Así, para movilizar a los ejércitos, los Estados deben concentrar la autoridad, recaudar tributos, reprimir a los disidentes y desarrollar administraciones eficientes. De su éxito o fracaso dependen a corto plazo la victoria o la derrota. Sin embargo, a largo plazo también condicionan la capacidad del Estado para imponer la ley, contribuir al crecimiento económico o favorecer el desarrollo social (‍Mahoney y Thelen, 2010). Este punto, extremadamente sugerente, contribuye a la discusión sobre las capacidades del Estado e invita a la reflexión sobre como estas se vinculan con los fines estatales desde una perspectiva dinámica que tome en cuenta elementos contingentes ligados al contexto histórico-espacial, la capacidad de autonomía respecto a otros actores y su influencia sobre los resultados.

La teoría bélica, ampliamente desarrollada para el caso de Europa, es explorado ahora por el autor para el caso latinoamericano. Con ello revierte la tendencia de toda la literatura que, después de la aportación de Centeno (‍2002), ha descartado a la guerra como factor explicativo de la formación del estado latinoamericano. Asimismo, rebate la idea de que la teoría belicista es eurocentrista y difícilmente extrapolable a otros contextos. Para dar solidez a su planteamiento, el autor plantea paralelismos con Europa en su obra, sosteniendo que la América Latina del siglo xix compartía algunas características con el continente europeo tanto en términos de condiciones iniciales para la formación de los Estados como en lo relativo a la débil regulación de los conflictos interestatales o la influencia de grandes potencias. No obstante, en este punto el libro adolece de una discusión más profunda sobre los efectos de un elemento diferenciador de los procesos de construcción del Estado en América Latina: la artificialidad en la construcción de la idea de Nación, siendo un proyecto elitista marcado por la permanencia de relaciones coloniales que limitaron la heterogeneidad estructural y cultural de los territorios.

Esto permitiría enriquecer la discusión sobre una diferencia que el autor sí que señala: mientras que el viejo continente redujo el número de entidades soberanas como consecuencia de los conflictos ocurridos a lo largo del siglo, en América Latina se incrementó el número de Estados pasando de ocho entidades soberanas tras las guerras de Independencia a más de veinte a finales del siglo. En este sentido, podría ser interesante abordar con más detalle en futuros trabajos si la construcción de la nación «desde arriba» por parte de los Estados latinoamericanos fue un elemento facilitador para la proliferación de estas entidades a lo largo del siglo xix y si ejerció algún impacto cohesionador en los mecanismos de adaptación y reproducción en los contextos postbélicos.

Todos estos elementos permiten entender que la decisión de tomar a América Latina como área de estudio no es arbitraria. Los paralelismos —pero también las diferencias— con el caso europeo, la proliferación de Estados tras las guerras de independencia, su supervivencia sistemática y la ausencia de contiendas bélicas internacionales en la región durante los siglos xx y xxi —con la salvedad de la Guerra del Chaco (1932-‍1935)—, convierten a la región latinoamericana en un interesante ámbito de estudio para la teoría belicistas al permitir observar los efectos de las guerras a largo plazo. Además, permite realizar esta aproximación en un escenario heterogéneo y con un pasado colonial, así como poner a prueba la capacidad de extrapolación de las teorías belicistas a otras regiones.

Para responder a este objetivo, el libro se estructura en tres partes. La primera sienta las bases conceptuales y teóricas del estudio, analizando los principios que articulan el enfoque belicista e identificando las dinámicas a través de las cuales la guerra crea Estados. Tras presentarse la teoría en términos abstractos, posteriormente se emplean perspectivas más recientes del institucionalismo histórico y del enfoque histórico comparado para poner en discusión la teoría y los conceptos con la realidad de la América Latina decimonónica. En esta parte, el autor realiza una interesante aportación al ámbito de estudio al discutir la validez de los indicadores de capacidad estatal y ofreciendo expectativas concretas de observación para contrastar la teoría. Por último, Schenoni elabora una serie de comparaciones entre Europa y América Latina que le ayudan a identificar un subconjunto de casos de guerra que son abordados en profundidad en la última parte del libro.

Tras este primer bloque de capítulos, el resto del libro pone a prueba las expectativas observacionales de la teoría belicista clásica y su aplicación al caso latinoamericano a partir de una diversa gama de metodologías de las Ciencias Sociales. En concreto, en la segunda parte se examina la variación en la construcción del Estado, explorando en primer lugar si la preparación para la guerra en la región desencadenó dinámicas belicistas o antibelicistas. Esta parte del análisis verifica la capacidad explicativa de las teorías belicistas en América Latina al arrojar evidencias que contradicen uno de los principios clave del consenso belicista, el cual sostiene que la movilización en tiempos de guerra en América Latina se financió a través de fuentes externas, evitando impuestos internos. Los datos disponibles para el período 1830-‍1913 son coherentes con la teoría belicista: el acceso a los recursos externos en realidad disminuyó, mientras que los impuestos internos y la conflictividad aumentaron.

A continuación, se abordan los efectos a largo plazo de los resultados de la guerra aplicando técnicas estadísticas a un conjunto de series temporales de datos. Los resultados corroboran lo discutido en la teoría, mostrando que la capacidad estatal de los ganadores y perdedores divergió tras el final de la guerra, acrecentándose la brecha con el paso del tiempo en función de su capacidad de adaptación y reproducción en el contexto posbélico. Por último, en esta parte se lleva a cabo análisis históricos de carácter comparado que intentan explicar las diferentes capacidades estatales en América Latina en el año 1900. De ellos se extrae la capacidad explicativa de la historia militar de los Estados. Además, se analiza como las guerras internacionales coinciden con los cambios en las trayectorias de la capacidad estatal, lo cual sirve como punto de inicio para los análisis longitudinales desarrollados en los siguientes capítulos.

En última parte del libro se analizan casos concretos en tres subregiones diferentes: la cuenca del río de la Plata, la cual comprende Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, poniendo el foco en la Guerra del Paraguay y una breve digresión para cubrir el Gran Sitio de Montevideo; los países del Pacífico Sur (Bolivia, Chile y Perú), centrándose en la Guerra del Pacífico; y el caso mexicano, prestando atención a la Guerra mexicano-estadounidense y la segunda guerra franco-mexicana. Asimismo, se hace alusión al intento de invasión de William Walker en América Central. Los casos seleccionados representan los ejemplos más intensos y duraderos de guerra, siendo evidentes los mecanismos de la teoría belicista. El análisis de cada caso permite, por un lado, observar como la guerra afectó a cada país e identificar mecanismos causales. Y, por otro, realizar comparaciones entre casos que contrastan ganadores y perdedores. Las evidencias halladas corroboran como la derrota y la victoria en estas guerras afectó a la capacidad de los Estados.

En síntesis, Bringing War Back In contribuye al debate sobre la formación del Estado en América Latina, aportando métodos de análisis y evidencias sobre el efecto perdurable de las dinámicas que acontecieron durante ese período. De su aportación se extrae un marco sólido para entender el peso del conflicto en la capacidad institucional y funcional del Estado. Así, la investigación llevada a cabo por Schenoni demuestra que las guerras del pasado tienen un efecto que perdura en la actualidad y que las teorías bélicas también son explicativas fuera de las fronteras europeas. No obstante, los resultados de su trabajo deben entenderse dentro del marco temporal y espacial en el que se circunscriben, tomando en cuenta tanto las características de las viejas guerras como el proceso de consolidación de los Estados-Nación durante el siglo xx. El tiempo aportará evidencia empírica para medir en el futuro si, las guerras de la actualidad generaran efectos similares en las capacidades estatales.

Referencias bibliográficas[Subir]

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