Tan interesante como su contenido es prestar atención de dónde viene esta obra. The New Institute es un think tank interdisciplinar fundado recientemente y situado en la ciudad de Hamburgo que busca reflexionar sobre distintas cuestiones que afectan al contexto político contemporáneo, como el futuro de la democracia, el gobierno de los bienes planetarios o la redefinición de la condición humana en el siglo XXI. Todo ello desde una perspectiva dinámica y atendiendo a los nuevos cambios y desafíos que la política contemporánea presenta. Uno de los editores de este volumen y codirector del centro es Markus Gabriel, reconocido filósofo que con tan solo 28 años obtuvo una Cátedra en Epistemología y Filosofía Moderna y Contemporánea. No obstante, a lo largo de los capítulos también se encuentra reconocidas figuras, como el economista Dani Rodrik o el premio nobel de economía, Joseph Stiglitz.
La obra se divide en cuatro partes, en la primera de ellas, los diversos autores se preguntan por la conexión entre economía y democracia, en concreto, sobre cuáles son las causas del giro autoritario y su relación con las políticas neoliberales. En el primer capítulo, Dani Rodrik sostiene que con la hiperglobalización se han perdido los empleos de calidad de la clase media y ha aumentado la precariedad. Su propuesta es que los países tengan más autonomía para reconstruir, según sus particularidades, sus contratos sociales. Pero apunta que la reindustrialización debería ir también enfocada hacia el sector servicios, y no únicamente hacia la manufactura, porque atender a las demandas del presente sería una forma eficaz de aumentar la productividad (Gabriel et al, 2024: 32). En el segundo capítulo, la politóloga Jessica Pisano sostiene a partir de estudios etnográficos en Rusia y Ucrania que el apoyo al iliberalismo no es un fenómeno programático, sino transitorio. Los individuos suelen apoyar el iliberalismo en momentos puntuales cuando están por guiados el miedo a perder la seguridad económica que se posee y el cual tiene su origen en la progresiva precarización que se ha producido a lo largo de la última década. No obstante, sí no existen alternativas políticas, el apoyo al iliberalismo sí puede ser largo. En el tercer capítulo, el autor defiende que la pobreza y la desigualdad se deben a una falta de recursos (ibid: 44). Debe haber una intervención pública que modifica el modelo económico basado en el crecimiento ilimitado a uno que garantice el acceso equitativo a los recursos, pues la falta de ellos hace que la gente se vea expuesta a la caridad o a la explotación por agentes con recursos en el mercado. En el último capítulo, el premio nobel de economía, Joseph Stiglitz, reivindica que la inseguridad ha aumentado el apoyo al iliberalismo, y afirma que para reparar ello es necesario repensar la acción colectiva en multitud de ámbitos como forma de tomar agencia política. También muestra cómo la racionalidad neoliberal nunca fue una teoría económica programática, sino una agenda política (ibid: 48). Para compensar las desigualdades que ha generado, son urgentes las políticas públicas, y en concreto, la socialización del riesgo y el fomento de la cooperación.
La segunda parte del libro se reflexiona sobre los factores que impulsan el neo-iliberalismo. Pinheiro-Machado examina el apoyo de los trabajadores precarios a políticos autoritarios en Brasil. Basándose en datos estadísticos y evidencia etnográfica, la autora argumenta que este apoyo se debe a una combinación de factores, incluyendo la frustración con la inseguridad financiera, la desconfianza en el Estado y la identificación con una narrativa de emprendimiento individualista promovida por Bolsonaro. La autora muestra cómo la economía digital y la algoritmización se compatibilizan de manera muy eficiente con el iliberalismo (ibid: 60). Por ejemplo, plataformas como Uber han proporcionado una fuente de ingresos para muchos trabajadores, pero también han reforzado la individualización y la competencia, alejando a los trabajadores de la acción colectiva y acercándolos a la racionalidad neoliberal. En el capítulo siguiente se analiza las consecuencias económicas de las políticas de austeridad tomadas en Reino Unido tras la crisis financiera del año 2008. El autor muestra cómo tales políticas no solo no lograron los resultados económicos esperados, sino que por el contrario, la austeridad incrementó las desigualdad, aumentó la desafección con las instituciones públicas y contribuyó al aumento del populismo y al apoyo al Brexit. Su propuesta es reforzar la capacidad del Estado invirtiendo en servicios públicos, mejorando la infraestructura y formando funcionarios. Además, una propuesta sugerente es que sostiene puede crearse un nuevo mecanismo de check and balances basado en los datos y la información, y donde los trabajos de periodistas e investigadores sea clave para asegurar la transparencia institucional (ibid: 88).
La tercera y cuarta parte del libro está dedicada a las políticas y los resultados económicos y laborales en el giro iliberal. La tercera especialmente se muestra con ejemplos de numerosos países cómo el giro neo-iliberal ha tenido consecuencias económicas negativas como el aumento de inflación, la manipulación de los tipos de interés, y la dependencia del capital extranjero. En el caso de Turquía, las políticas autoritarias de Erdoğan priorizan los objetivos políticos a corto plazo en lugar de la estabilidad macroeconómica, lo que elimina la independencia del banco central y debilita la legitimidad de la política monetaria, dando lugar a tasas de inflación más altas e inestabilidad financiera. Por su parte, en Hungría, Viktor Orbán es un caso de autoritarismo débil que beneficia a las multinacionales y a sus aliados a nivel local, no obstante, es incapaz de fortalecer el Estado para alcanzar objetivos más amplios y redirigir el capital hacia asuntos estratégicos.
En el octavo capítulo se presenta una investigación muy significativa, y es que el populismo es un fenómeno recurrente, repitiéndose en los mismos países a lo largo del tiempo, y además siempre conlleva efectos económicos negativos. Los autores del capítulo realizaron un estudio desde el año 1900 hasta la actualidad, viendo que este recorrido histórico, el populismo tuvo dos picos, en la década de los años 30 del siglo pasado durante la gran depresión, y en la pasada década de 2010. Su conclusión es una de advertencia al mostrar la posibilidad de un populismo «en serie», incluso en los países avanzados (ibid: 122).
La idea general de esta obra realizada en el marco de los objetivos de The New Institute, es que el neoliberalismo ha fracasado y que necesariamente las reformas económicas deben pasar por que el Estado tenga un mayor peso. No obstante, en este proceso debería haber una fuerte participación colectiva ya que de lo contrario podría nuevamente darse dinámicas clientelares. Aun así, es un reto difícil incentivar la participación política debido a que a lo largo de las últimas décadas ha primado una lógica económica, lo que ha inhibido la aparición de repertorios de acción colectiva, tal como defiende Stiglitz en el cuarto capítulo. No obstante, esto también implica nuevas oportunidades para reflexionar sobre nuevas formas de organización e institución política que trascienda los repertorios tradicionales. En concreto, uno de los retos es cómo hacer que la importancia de la política esté presente en la vida cotidiana, fortaleciendo el autogobierno (ibid: 9).
Recientemente y desde una visión institucionalista, la reconocida politóloga Jane Mansbridge (2018) ha propuesto la «representación recursiva» en la cual los gobiernos, a diferencia de los paradigmas anteriores, monitorean constantemente los intereses de sus ciudadanos y hay un interés genuino para que desde su posición logren las políticas públicas que la ciudadanía desearía. Desde una perspectiva que no parte de las instituciones, sino desde las vidas cotidianas, Isabell Lorey (2022) ha propuesto la «democracia presentista» fundamentada en el cuidado y la relacionalidad, atendiendo a los vínculos de los que se depende y que hacen la vida posible, siendo estos tanto humanos como no humanos. Todo ello parte de una racionalidad queer con la cual se abraza la complejidad y se tiene una mayor conciencia de las explotaciones que el neoliberalismo ha producido.
La precariedad es un tema que atraviesa la mayoría de los capítulos, en el primero se debe a la hiperglobalización y el espíritu competitivo en el ámbito internacional; en el segundo la precariedad económica incita a apoyar al iliberalismo debido al miedo a perder los bienes materiales; en el tercero se debe a una causa estructural debido a una injusta distribución que tolera la falta de recursos. La precariedad no solo es una condición económica pasajera consecuencia de la crisis del 2008, sino que con el neoliberalismo aparece sobre todo como una condición ontológica (Butler, 2004, 2009; Lorey, 2015). Al igual que tratan de sostener los autores de la obra, se debe investigar formas de creación de acciones cooperativas que reconozcan tal condición y no la reduzcan a una perspectiva individualista y de autoculpabilidad. El neoliberalismo tiene una conexión muy estrecha con el neo-iliberalismo a través del resentimiento que queda por haber fracasado en la consecución del ideal de emprendimiento. Las consecuencias son el aislamiento y la falta de recursos para construir vínculos comunitarios y con ello, agencia política. En esta dirección están encaminados los esfuerzos principales en los que de forma común coinciden los autores. Su propuesta es que el logro de tal objetivo sería posible a través de las reformas económicas que elimine la primacía del crecimiento ilimitado por una economía en la cual todos los ciudadanos puedan acceder equitativamente a los recursos. La principal área donde tal giro tendría más impacto sería en el sistema laboral, más concretamente, porque con tales reformas se busca que los individuos se autogobiernen a través de él, lo que superpondría la resolución de dos problemas principales, tanto el de la precariedad como el de la desafección política.
Las cuestiones abiertas y que necesitan ser investigadas giran en torno a tres temas: cómo se pueden crear trabajos estables y buenos que aumenten la productividad; de qué manera los países que se han dejado llevar por la ola neoliberal pueden remodelar, fortalecer sus instituciones públicas y generar un ethos democrático; y cuáles son las reformas macroeconómicas necesarias para generar un sistema más equitativo.
Autoras como Judith Butler e Isabell Lorey desde la Teoría Política a lo largo de la última década ha llegado a conclusiones similares en cuanto a la necesidad de reformar las instituciones para mantener su carácter democrático. No obstante, por delante queda el reto de cómo hacerlo. En lo que concuerdan los autores de este trabajo con Butler y Lorey es que la democracia es una cuestión que ha de defenderse cada día, por lo que se debe crear un ethos democrático y no únicamente instituir unas determinadas políticas, pues de lo contrario, siempre existirá la posibilidad de que como se muestra en el octavo capítulo, el populismo retorne.
Butler, Judith. 2004. Precarious life: The powers of mourning and violence. Londres: Verso Books. |
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Butler, Judith. 2009. Frames of war: When is life grievable?. Londres: Verso Books. |
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Gabriel, Markus., Katsman Anna., Liess Thomas., Milberg William (eds.). 2024. Beyond Neoliberalism and Neo-illiberalism: Economic Policies and Performance for Sustainable Democracy. Regensburg: transcript Verlag |
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Lorey, Isabell. 2015. State of insecurity: Government of the precarious. Londres: Verso Books. |
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Lorey, Isabell. 2022. Democracy in the Political Present: A Queer-feminist Theory. Londres: Verso Books. |
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Mansbridge, Jane. 2018. «Recursive representation» en Castiglione, D., & Pollak, J. (eds.). Creating political presence: The new politics of democratic representation. Chicago & Londres: University of Chicago Press. |