Entre este titular “Venezuela pagó 3,5 millones a la cúpula de Podemos en ocho años” (El Mundo, 02/03/2015) y este otro, “La Audiencia Nacional archiva la investigación sobre la presunta financiación ilegal de Podemos vía Venezuela” (Europa Press Nacional, 27/06/2022) pasaron más de 7 años durante los cuáles Venezuela formó parte de la agenda política española. Esos momentos en los que el partido morado competía por aparecer como primera fuerza de la izquierda pasaron, y con ellos la enorme relevancia mediática del país caribeño, que, sin embargo, permanece en una complicada situación económica y en una parálisis política debido a un choque entre gobierno y oposición que parece remontarse al inicio de los tiempos. Mientras para unos el gobierno de Nicolás Maduro no ha sido capaz de mejorar la situación, para otros su supervivencia en el poder tras las elecciones de 2018 ha supuesto la implantación de “un régimen autoritario de rasgos totalitarios” (López Maya, 2018: 21), de tal modo que entre 2019 e inicios de 2023 multitud de países, entre ellos España, reconocían a Juan Guaidó como presidente encargado para convocar elecciones. Este último fue recibido en Bruselas en enero de 2020 por Josep Borrell, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, siendo reconocido como el líder que debía encabezar un proceso pacífico de resolución de la crisis (EPRS, 2020), el cual no ha sido llevado a buen término. En cambio, se esperan elecciones presidenciales para este año 2024, aunque hasta la fecha (febrero 2024) no han sido convocadas.
Un buen punto de partida para comprender la situación del país puede ser el recientemente publicado La lucha por la democracia en Venezuela, de José Manuel Vázquez Ayala. En él, el autor nos propone un repaso histórico que comienza abordando los gobiernos dictatoriales venezolanos de inicios del siglo xx, como el encabezado por Juan Vicente Gómez (1908-1935), caracterizado por su férreo control del país, la ausencia de libertades y la represión a la oposición (p. 24). La siguiente dictadura, bajo el mando de José Eleazar López Contreras (1935-1941), supuso una decepción en relación con las generalizadas esperanzas en favor de un modelo democrático. López Contreras consideraba que el país no estaba preparado para la democracia, por lo que paralizó las iniciativas aperturistas del régimen, tal y como quedó patente en el modo en que excluyó del Congreso a los partidos de izquierda utilizando el artículo 32 de la Constitución (p. 31). Se decía convencido de la necesidad de educar progresivamente a la población para el ejercicio de los derechos políticos (p. 31), como históricamente defendió el pensamiento liberal[1], si bien su gobierno no realizó el esfuerzo necesario para avanzar en dicha dirección. Tras el Trienio Adeco (1945-1948), una democracia efímera, se impuso de nuevo el modelo dictatorial, en este caso de la mano de Marcos Pérez Jiménez (1948-1958). Solo los intereses de EE. UU. y su pérdida de confianza en la administración de Pérez Jiménez (1948-1958) motivaron la llegada del primer modelo democrático liberal conocido como Puntofijo (p. 50).
Si los gobiernos dictatoriales del siglo xx sirvieron en gran medida para consolidar el estado moderno de Venezuela, en tanto que previamente las oligarquías tradicionales controlaban ciertos territorios y poblaciones, los gobiernos democráticos supusieron un avance en diversos ámbitos. En gran medida, fueron capaces de integrar una parte considerable de las sensibilidades políticas del país, algo de lo que es ejemplo el gobierno de Rómulo Betancourt y su idea de consultar a sectores que habían sido excluidos durante el Trienio Adeco, en especial a la Iglesia católica, las Fuerzas Armadas, los empresarios y los trabajadores (p. 53). Sin embargo, a partir de los años 80 el modelo neoliberal comenzó a imponerse en varios países latinoamericanos, afectando de forma significativa a Argentina, Chile o Bolivia (pp. 78-79), pero también a Venezuela. Esta última vio agudizada una crisis sistémica a nivel social, político y económico, la cual motivó la aceleración de la descomposición del modelo de Puntofijo. La fecha que ha quedado marcada en el imaginario de ese momento histórico es el 27 de febrero de 1989, día en que inició el periodo de protestas, disturbios y saqueos conocido como Caracazo, que duraron hasta el 8 de marzo y en las que la Policía y Fuerzas Armadas fueron los causantes de entre 276 y 3000 fallecidos, según distintas fuentes. Tras este, el otro gran acontecimiento de la época fue el intento de golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez del 4 de febrero de 1992, que, si bien fracasó en su toma del poder, catapultó la figura de Hugo Chávez, quien pareció obtener la victoria moral (p. 86). Su carisma, su relación con las FFAA, el modo en que representaba una alternativa creíble al neoliberalismo (Parker, 2003: 108; Rodríguez Rojas, 2010: 211) y el modo en que fue capaz de aliarse con determinados poderes económicos, mediáticos y provenientes de la militancia política de izquierdas (p. 105), especialmente durante su campaña de 1998, le dio el triunfo al Movimiento V República (MVR), de tal modo que el 6 de diciembre, Chávez fue elegido presidente de Venezuela con el 56,5 % de los votos.
El último tercio del texto (desde la p. 115) está dedicado a analizar el modo en que la llegada a finales de 1999 la República Bolivariana de Venezuela incidió sobre la concepción de la democracia. En palabras de Maduro, “Como pocas veces en la historia venezolana, un hombre ideó las bases de un sistema político, económico y social, y se encargó de convertirlo en carne histórica” (Maduro, 2013: 12). Sin embargo, en palabras del propio Chávez, el proceso que lideró debía ser encabezado por el conjunto de la sociedad, puesto que la Constitución Nacional solo podría elaborarse de forma correcta a través de una “Asamblea Nacional Constituyente de carácter plenipotenciario […] en el marco de una profunda participación de la sociedad civil, a través de diversos mecanismos de democracia directa” (Chávez, 2013: 65). Es posible concebir el liderazgo de Chávez como resultado de su carisma, su respeto de la tradición Bolivariana y de la integración de una sensibilidad religiosidad popular cristiana en el discurso político (Bermúdez, Martínez, 2000: 73), estableciéndose como una guía necesaria y rallante en lo autoritario (Bermúdez, Martínez, 2000: 66). Otros autores han considerado que uno de sus grandes aciertos fue conseguir convencer respecto de la continuidad histórica entre el ejército Libertador del siglo xix y la revolución bolivariana del XXI, colocándose en la misma estatura moral e identificando el proceso de independencia con la creación de espacios de igualdad y participación social promovidas por el proyecto bolivariano desde 1999 (Romero, 2005: 372). Sin embargo, a pesar de que no quede especialmente explicitado en el texto, el excesivo liderazgo por parte de Chávez minó, en cierta medida, las posibilidades de la sociedad de encabezar su propio proceso de emancipación. De ese modo, aunque Chávez asumió desde 1992 la necesidad de afrontar la situación venezolana a través de una apelación directa a una redemocratización, como desde el Caracazo amplios sectores demandaron, la falta de concreción política de una estrategia de ampliación de la democracia, así como las múltiples crisis afrontadas por el país y la propia dinámica de enfrentamiento entre gobierno y oposición, han impedido la consecución del objetivo vislumbrado inicialmente.
El libro, no obstante, no entra a analizar críticamente la diferencia entre el discurso político y cómo las instituciones han sido capaces de intervenir en la sociedad conforme a estas líneas discursivas, algo que el autor, que se doctoró en Ciencia Política (UCM) con la tesis El desarrollo de la propiedad comunal en la revolución bolivariana de Venezuela: ¿el camino a la descentralización política y económica?, podrá hacer en sucesivas publicaciones. El libro pretende, meramente, dar cuenta de cómo distintos actores del proceso han ido pugnando por diversas concepciones de democracia. Es por ello por lo que el texto se refiere a la democracia representativa como un modelo que tan solo crea una “ficción jurídica” en relación con este poder popular (p. 120), puesto que a través de ese vocabulario se promovió la búsqueda de una alternativa más participativa por medio de la conocida como “Democracia Participativa y Protagónica”, solo a través de la cual era posible revertir las políticas neoliberales (p. 163). Esta forma de entender la democracia debe entenderse como el resultado de la crisis de representatividad y legitimidad que arrastraba el modelo de Puntofijo y la consiguiente apertura de espacios alternativos de participación. Es en este punto en el que se centra el texto, haciendo un análisis detallado del modo en que multitud de organizaciones políticas y sociales fueron promoviendo formas de participación que tras la victoria de Chávez pudieron incidir políticamente durante el proceso Constituyente y la posterior creación de los comunales a partir de 2006 (p. 143). La potencialidad de estas nuevas formas de organización comunitaria se enfrenta, sin embargo, a diversos problemas, entre los que el autor destaca cómo el modo que el reforzamiento de la autonomía de estas, y la asociada disolución de otras instituciones públicas, encuentra cierto nivel de oposición social. En este sentido, el empoderamiento popular de las comunidades rompe con la lógica electoral de un poder a nivel nacional que sustenta la propia posibilidad de autonomía de los comunales (p. 149).
El gran acierto del texto es, por tanto, su capacidad de no significarse políticamente, al tiempo que aborda de forma descriptiva los sucesivos cambios discursivos respecto de la democracia. El libro no entra a debatir en torno a la calidad de la democracia venezolana desde la muerte de Chávez, al igual que no aborda la dinámica política de los años durante el posible ocaso del mandato de Maduro. Sin embargo, resulta una aportación muy pertinente al debate público en tanto que muestra cómo un país latinoamericano, con una democracia joven y un estado del bienestar débil, puede verse sacudido por la irrupción de determinados liderazgos si las fuerzas políticas tratan de introducir un modelo que, como el neoliberal, puede ser percibido por grandes sectores de la población como una verdadera amenaza.
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Ejemplo de ello son palabras de Benjamin Constant, que más de un siglo antes, en De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos (1819), instaba a las instituciones a promover la educación moral de los ciudadanos que permitiera una progresiva participación de la mayoría en el ejercicio del poder (Constant, 2019: 107-108). |
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Bermúdez, Emilia; Martínez, Gildardo. 2000. “Hugo Chávez: La articulación de un sentido para la acción colectiva”. Espacio Abierto, 9 (1), enero-marzo, 2000, pp. 53-77. https://www.redalyc.org/pdf/122/12290104.pdf |
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Chávez Frías, Hugo. 2013. El libro azul. Caracas: Ediciones Correo del Orinoco. http://www.consulvenevigo.es/subido/LIBRO%20AZUL%20DESCARGA.pdf |
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Constant, Benjamin. 2019. La libertad de los modernos. Introducción,traducción y notas de Ángel Rivero. Madrid: Alianza editorial. |
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Parker, Dick. 2003. “¿Representa Chávez una alternativa al neoliberalismo?”Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, 9 (3), 83-110. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=17709305 |
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EPRS. 2020. European Parliamentary Research Service. 2020. “Continuing political crisis in Venezuela”. Elaborado por Enrique Gómez Ramírez, Members’ Research Service. PE 646.201, marzo 2020. https://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/ATAG/2020/646201/EPRS_ATA.2020646201_EN.pdf |
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López Maya, Margarita. 2018. “El colapso de Venezuela ¿qué sigue?”. Pensamiento propio. publicación trilingüe de ciencias sociales de América Latina y el Caribe, 47, 13-36. https://www.cries.org/pp47-webFINAL.pdf |
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Maduro, Nicolás. 2013. “Prólogo” 11-29, en Chávez. El libro azul, op. cit. |
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Rodríguez Rojas, Pedro. 2010. “Venezuela: del neoliberalismo al socialismo del siglo xxi”. Política y Cultura, 31, 187-211. https://www.scielo.org.mx/pdf/polcul/n34/n34a9.pdf |
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Romero, Juan Eduardo. 2005. “Discurso político, comunicación política e historia en Hugo Chávez”. Ámbitos, 13-14, 357-377. https://idus.us.es/bitstream/handle/ 11441/67832/revista-comunicacion-ambitos-13-14_357-377.pdf?sequence=1 &isAllowed=y |