En las ciencias sociales, la configuración y legitimidad de los sistemas políticos se han vinculado estrechamente al tipo de autoridad en la relación con la ciudadanía y su evolución histórica. Según Weber (‍1919), por ejemplo, el Estado moderno y la democracia aparecen asociados a la extensión de la autoridad legal-racional (burocrática) frente a la tradicional basada en la costumbre. La sociología política empírica, por su parte, ha analizado las actitudes hacia la autoridad en ámbitos como la familia, el trabajo y la política institucionalizada de las sociedades democráticas, interesándose por su transformación como parte de un proceso más amplio de cambio de valores culturales, ligados a la modernización y la extensión de la democracia. Utilizando datos de la Encuesta Mundial de Valores, Nevitte (‍2014), por ejemplo, identificó en las sociedades de finales del siglo xx un proceso de cambio hacia una ciudadanía menos sumisa. Nevitte sitúa su origen en el ámbito familiar y, concretamente, en la tendencia hacia una educación en la que los progenitores priorizan la autonomía del hijo frente al respeto a la autoridad. Este declive de la obediencia no se interpreta como una crisis de la autoridad, sino como un proceso de empoderamiento de la ciudadanía, beneficioso para la cultura democrática. La extensión de la contestación popular sería un síntoma más de este proceso, reflejo de una ciudadanía crítica y defensora de los valores democráticos (‍Inglehart, 2011).

Tras el best seller Así funciona la justicia (2021), Natalia Velilla presenta en su nuevo trabajo La crisis de la autoridad (2023) una oportunidad para acercarse a estos debates clásicos de las ciencias sociales desde una perspectiva actualizada y original. Partiendo del planteamiento arendtiano de La Crisis de la República (‍Arendt, 1999), la autora retoma la reflexión sobre la crisis de la autoridad adaptándola al momento de la sociedad digital actual. Su estilo conjuga la indagación académica con la reflexión basada en la experiencia personal, influenciada por su labor como magistrada, y una clara intención de llegar a un público amplio. El resultado es una invitación a reflexionar sobre el debate en torno a la crisis de la autoridad e integrarlo en la apremiante discusión sobre la erosión de la democracia. A diferencia de Nevitte, Velilla percibe la crisis de la autoridad como una amenaza para la buena salud de la democracia. Su tesis central, el debilitamiento de la potestas (o autoridad legal), a favor de un nuevo tipo de autoridad, la celebritas (presentada como transfiguración de la sociedad digital actual de la autoridad carismática), se une a la creciente literatura que desde distintos ángulos indaga sobre el deterioro de la democracia (‍Bennett y Livingston, 2018).

Los conceptos auctoritas y potestas derivan de la filosofía y del derecho. Velilla se encarga de aterrizar sus significados para quienes que no están familiarizados con ellos. La auctoritas se basa en la legitimidad social surgida del consenso y encuentra sus bases en la tradición, el estatus, la buena reputación y la confianza que proporciona quien detenta la autoridad. La potestas, por su parte, se refiere a una autoridad legal, con legitimidad civil, basada en el ejercicio del poder. A estas dos, Velilla añade de su cosecha el concepto de celebritas: una nueva fuente de autoridad que toma forma en la sociedad actual, basada en la legitimidad social que adquieren figuras carismáticas con discursos demagógicos, y representada en líderes populistas e influencers en las redes sociales. Esta clasificación está íntimamente ligada con la legitimidad formal y material. La formal se entiende como el proceder del poder público de acuerdo al ordenamiento jurídico. La legitimidad material se fundamenta en el reconocimiento social (Velilla, 2023: 32-‍34).

Cada capítulo contribuye a esclarecer los motivos e implicaciones que subyacen a la actual crisis de la autoridad. Hechos como la crisis pandémica de la COVID-19, la transformación digital y tecnológica o la evolución de los propios valores sociales evidencian, según Velilla, una situación que trastoca la relación de la ciudadanía con su sistema político y la forma de la autoridad que se considera legitima. La crisis sanitaria, en particular, revela que en situaciones extremas la ciudadanía es capaz de seguir a un líder sin cuestionamientos, pero también que tras superar el impacto inicial surge un constante cuestionamiento a la autoridad que dificulta el ejercicio de sus funciones. Esta fase se caracteriza por la imposición del criterio de masas arbitrario por encima del discrecional atado al ordenamiento jurídico (Velilla, 2023: 156). La autora identifica una tendencia en Europa y otros países hacia el surgimiento de nuevas formas de autoridad y liderazgos derivados del cuestionamiento de la autoridad tradicional y legal. El auge de la extrema derecha europea ejemplifica la extensión de la celebritas. En un contexto de deterioro de los partidos, los medios y sus funciones de intermediación, la desafección ciudadana crece generando la necesidad de buscar refugio en un nuevo tipo de autoridad. Velilla se alinea aquí con los autores que ven en esta brecha un espacio para la aparición de líderes populistas e influencers, que constituyen una seria amenaza para la democracia (Velilla, 2023: 51-‍70). Aunque no menciona países ni líderes concretos, no son pocos los ejemplos que ilustran esta problemática, desde Trump hasta el caso reciente de Javier Milei en Argentina, quien ha sido comparado con una estrella del rock (‍Centenera, 2023).

A lo largo del ensayo, se expone la crisis de la autoridad desde tres ámbitos interrelacionados. En primer lugar, la educación, que se encuentra inserta a su vez en un profundo cambio de modelo, clave en la conformación de una nueva cultura generacional de la autoridad. Aquí, se hace especial énfasis en la relevancia que tiene la familia como agente de socialización primaria. La visión de Velilla parece coincidir con la evolución que describía Nevitte hacia una primacía de los valores de autonomía personal frente al respeto hacia la autoridad, pero apuntando también a un cambio desde una autoridad parental que asume la responsabilidad de tutela sobre los hijos, hacia una generación de familias que externalizan sus decisiones como progenitores en otras instituciones (como en la judicial). Así, educan a su prole como iguales, socavando las figuras referentes de autoridad. Velilla utiliza aquí el concepto de Jacques Lacan del «niño generalizado» para caracterizar este nuevo modelo de progenitor, que, como consecuencia del temor a asumir su propia autoridad y libertad, permanecería en una minoría de edad eterna (Velilla, 2023: 116). La ausencia de figuras referentes que sirvan de guía según los preceptos de los valores compartidos, tal como postulaba Aristóteles, conduce a una desconexión moral de las nuevas generaciones.

Avanzando en su análisis, en segundo lugar y en línea con Nevitte y los estudios sobre el cambio cultural, Velilla sostiene que el problema se agrava al trasladarse esta tendencia desde el seno familiar a las instituciones políticas. La falta de referentes morales influye notablemente, según ella, en la forma en que los representantes institucionales ejercen el poder. Velilla argumenta que la potestas originaria otorga un gran protagonismo al poder legislativo como poder formal, pero este se está viendo sometido, cada vez más, al ejecutivo y a la partitocracia. La autora critica el excesivo poder político en manos del ejecutivo, que propicia abusos y nepotismo en la gobernanza. En sus reflexiones, dedica un espacio considerable a criticar a los representantes, señalándolos directamente como cómplices de la crisis de la autoridad. Los culpa del cuestionamiento de la potestas por parte de la ciudadanía, derivado de las prácticas particularistas e interesadas de los representantes, acudiendo para ello incluso a instrumentos legales existentes, citando como ejemplo el abuso de los decretos leyes por parte de todos los Gobiernos (Velilla, 2023: 71-‍91).

En tercer y último lugar, el cuestionamiento de la potestas que se deriva del modelo educativo y la cultura política de los propios representantes institucionales lleva a la búsqueda de una forma alternativa de autoridad, a la que se bautiza como celebritas. Velilla sostiene que tanto la desafección política como la desconexión moral se ven reforzadas por la preeminencia de las redes sociales y tecnología en la vida cotidiana, dando lugar a la «era de los influencers». En este periodo, los discursos de figuras con gran poder de difusión e influencia adquieren más valor y credibilidad que las voces de profesionales y los poderes legales. La autora subraya el uso de las nuevas tecnologías por parte de estas nuevas formaciones y líderes para desplegar estrategias comunicativas basadas en la manipulación y la información falsa, alienándose aquí con autores como Bennett, quienes destacan que estas nuevas formas de comunicación disruptiva contribuyen a la erosión de las instituciones democráticas (‍Bennet y Livingston, 2018). Velilla también destaca estrategias discursivas como la demagogia o «el silbato de perro», según palabras de Umberto Eco, que buscan atraer fácilmente e influir sobre las masas mediante tácticas como el clickbait. Esta dinámica se traslada al plano político con el surgimiento de líderes populistas desde este ecosistema de masas. El respaldo incondicional a estos líderes puede derivar en escenarios totalitaristas, es decir, en sistemas en los que la tiranía reemplaza a la democracia (Velilla, 2023: 60-‍65).

He aquí donde radica para Velilla el principal punto de inflexión derivado de la aparición de la celebritas: el debilitamiento y la erosión de la democracia. La polarización de la sociedad, en presencia de discursos demagógicos, hace a la ciudadanía proclive a pasar por alto la vulneración de las leyes cuando no se obtiene el resultado deseado. La autora identifica como uno de los ejemplos más paradigmáticos en esta línea lo acontecido en Cataluña con la declaración unilateral de independencia, o el cuestionamiento sin fundamento de los procesos electorales cuando el resultado no resulta favorable (Velilla, 2023: 138-‍142), fenómeno en el que se destaca la creciente tendencia de la derecha populista a cuestionar la legitimidad de los procesos electorales. Además, en el ámbito de la justicia, Velilla sostiene que el poder de presión de las masas es tal que estamos en presencia de un trasvase de la justicia hacia lo privado. Aquí la magistrada introduce el problema de la «cultura de la cancelación» como una expresión de la justicia privada, localizada sobre todo en redes sociales y que tiene como objetivo la destrucción y el castigo público de las personas individuales en base a los criterios arbitrarios de juicios de masas movidas por un líder o influencers (Velilla, 2023: 92-‍109).

En sus conclusiones, la autora reflexiona sobre la idea de Schumpeter sobre la posible muerte del sistema capitalista debido a su propio éxito (‍De La Corte, 2015). Comparte con Bennet la noción de que los mismos elementos que caracterizan a la democracia, como el respeto a todas las opiniones, la libertad de expresión y la tolerancia democrática, son los que permiten su cuestionamiento (Velilla, 2023: 134). La magistrada reconoce la imperfección de la democracia y aboga por la educación en la libertad de crítica. A pesar de sus defectos, considera que es el mejor sistema y destaca la responsabilidad ciudadana de defenderlo frente a amenazas desde todos los ámbitos.

En conjunto, la obra es un manifiesto que pugna por la vuelta hacia valores sociales y cívicos pasados, aquellos que permitieron el asentamiento de la democracia en España bajo la autoridad legal. La disolución de la familia tradicional y el cambio de valores, la aparición de la celebritas y la fulminación de la auctoritas y la potestas, así como el cuestionamiento del statu quo actual, han de ser para Velilla remediados en base a varias propuestas que están muy centradas en dirigir el comportamiento individual de los sujetos, a partir de unos preceptos ético-morales como arma para revertir la tendencia polarizadora. Aboga por un nuevo pacto y consenso social. En su alegato a favor de recuperar el respeto a la autoridad (auctoritas), Velilla defiende que, frente a la tendencia actual a asociarla al autoritarismo, la autoridad se ha entendido históricamente como pacto o contrato social entre individuos, quienes confían en un ente superior que vela por el orden y la convivencia colectiva. El nuevo contrato social, afirma, se puede lograr empezando por cuestionar los debates públicos bajo un criterio propio, así como propiciando la vuelta al diálogo con todo tipo de personas y opciones ideológicas. La huida del sesgo de confirmación es, para Velilla, el antídoto que libra a las masas de caer bajo el influjo de los líderes populistas y para revertir la tendencia hacia la celebritas. Desde la posición de los cargos públicos y componentes de partidos, considera pertinente volver a la separación del cargo de la persona, revitalizando así la imagen de la autoridad legal, la potestas. Esto pasa por tomar la responsabilidad de protección del sistema democrático desde dentro. Velilla exhorta a la ciudadanía sobre su deber de aceptar que la democracia es el único sistema viable y no se debe dañar, ya que es el único que está sujeto al imperio de la ley. Por último, recalca además la necesidad de revitalización de la autoridad parental tradicional para garantizar una buena educación en esta cultura postulada por la autora (Velilla, 2023: 208-‍2021).

Entre los elementos de interés de esta obra, cabe destacar el rescate del debate clásico de la ciencia política y la sociología en torno a la relación de las personas con la autoridad y formas de gobiernos. Ofrece también una conceptualización teórica de un nuevo tipo de autoridad, la celebritas, desde una perspectiva que considera la irrupción de las nuevas tecnologías y redes sociales como espacios en los que se generan nuevas dinámicas politizadoras. La preocupación central de Velilla está ligada al cambio en los modelos sociales que acontecen con la evolución del capitalismo, explorados por las ciencias sociales bajo múltiples denominaciones como capitalismo flexible, posmodernidad o imperialismo, según la corriente de pensamiento. Si bien las soluciones que ofrece podrían ser discutidas por cierto sesgo conservador (al aferrarse en ocasiones a una difícil de imaginar vuelta al pasado) y algo de exceso de confianza en los representantes del poder judicial (en comparación con la crítica a los representantes del ejecutivo), la obra resulta recomendable por acercar estos complejos debates de una manera amena y accesible. De lo que no cabe duda es que la autoridad y su crisis deben ocupar una posición central en la discusión sobre los desafíos a los que se enfrenta la sociedad digital actual, y este libro puede ser un punto de partida valioso para reflexionar sobre estas cuestiones.

Referencias[Subir]

[1] 

Arendt, Hannah (2023). Crisis de la República, 1999. Madrid: Trotta.

[2] 

Bennett, W. y Steven Livingston. (2018). “The disinformation order: Disruptive communication and the decline of democratic institutions”. European Journal of Communication, 33(2): 122-139. https://doi.org/10.1177/0267323118760317

[3] 

Centenera, Mar (2013, 18 de noviembre). Javier Milei, una mezcla de predicador mesiánico y estrella de rock. El Paíss https://elpais.com/argentina/2023-11-18/milei-una-mezcla-de-predicador-mesianico-y-estrella-del-rock-para-argentina.html.

[4] 

De la Corte, Jacobo (2015). Schumpeter y la destrucción de instituciones por los innovadores. Madrid: Comillas.

[5] 

Inglehart, Ronald (1999). Postmodernization erodes respect for authority, but increases support for democracy. En: Pippa Norris (Ed.). Critical Citizens: Global Support for Democratic Government. Oxford: Oxford Academic Press. https://doi.org/10.1093/0198295685.003.0012

[6] 

Nevitte, Neil (2014). “The Decline of Deference Revisited: Evidence after Twenty-Five Years.”. En: Russell J. Dalton y Christian Welzel (Eds.). The Civic Culture Transformed: From Allegiant to Assertive Citizens. Cambridge: Cambridge University Press.

[7] 

Weber, Max (2017). “La política como vocación”, 1919. El político y el científico.