Durante las últimas dos décadas, un conjunto de líderes progresistas llegó a la presidencia en América Latina. La literatura especializada dividió a este fenómeno ideológico, conocido como «Nueva izquierda latinoamericana», en dos grupos: populistas y socialdemócratas. Ante la vasta bibliografía en comunicación política que se ocupó del caso populista, el presente trabajo busca explorar, a través del estudio de la segunda presidencia de Michelle Bachelet (2014-2018), el relato político de la socialdemocracia latinoamericana. Para cumplir ese propósito, el artículo conceptualiza al relato político, identifica sus funciones y operativiza su análisis mediante cinco variables: trama, guion dicotómico, tiempo verbal, repertorio simbólico y
During the past two decades, a set of progressive leaders came to the presidency in Latin America. Specialized literature divided this ideological phenomenon, known as the «New Latin American Left», into two groups: populists and social democrats. Given the vast bibliography in political communication that dealt with the populist case, this work seeks to explore, through the study of Michelle Bachelet’s second presidency (2014-2018), the political narrative of Latin American social democracy. To fulfill this purpose, the article conceptualizes the political story, identifies its functions, and makes its analysis operational through five variables: plot, dichotomous script, verb tense, symbolic repertoire, and presidential ethos. The results show a line of argument linked to inclusion, the construction of a generic adversary such as inequality, a chronological thread that links the transformation of education with a horizon of expectations, the self-representation of a female president who defends gender equality and the circulation of an aesthetic subject to the protocol of the executive power. As conclusions, we highlight that the social democratic story presents similarities with populism, the elaboration of an abstract rival, and differences, the institutional vocation instead of personalism and the reformist approach instead of the rupturist perspective.
América Latina comenzó el siglo
Mediante estudios referidos a las geometrías de las fuerzas, al sistema de partidos, al modelo económico, al recorrido histórico y al estilo de liderazgo surgió una biblioteca que desagregó a la nueva izquierda latinoamericana en dos familias. La taxonomía varía según las variables comparadas: populismo y socialdemocracia (
Jorge Lanzaro (
Por su lado, el populismo puede ser entendido como un movimiento que se origina en un contexto de crisis de representación, cuando el sistema es incapaz de procesar las demandas ciudadanas, es precedido por un líder carismático que conforma una fuerza heterogénea, laxa e inorgánica, despliega una economía proteccionista y desafía con un discurso disruptivo a los sectores que, supuestamente, defienden el
Justamente, en torno a esta última variable, la comunicacional, ha surgido un gran interés académico por la narrativa populista. Autores como Laclau (
En cambio, sobre el relato político de la socialdemocracia no abundan los estudios. Los escasos trabajos que se han realizado apuntan a variables aisladas, donde la lente se coloca sobre la construcción del
Teniendo en cuenta la escasez de estudios al respecto, el objetivo principal de este artículo es explorar el relato político de la socialdemocracia latinoamericana. A través de un estudio de caso, la segunda presidencia de Michelle Bachelet (2014-2018), y siendo conscientes de las limitaciones de alcance de este método, que es orientativo y preliminar, se intentará lograr una aproximación a la narrativa gubernamental que implementan estos líderes para proyectar su gestión. Para cumplir este propósito, los objetivos específicos son los siguientes: a) elaborar una conceptualización del relato político, b) identificar sus funciones y piezas comunicacionales, y, por último, c) analizar el caso citado.
Siguiendo el orden de los objetivos específicos, el trabajo estará estructurado del siguiente modo. Para empezar, se elaborará un marco teórico donde se definirá al relato político, se delimitarán sus funciones y se determinarán las variables que lo componen: trama, guion dicotómico, tiempo verbal,
Los relatos responden a cuestiones esenciales para nuestra existencia como la identidad, el sentido de la vida, el tiempo, la verdad o los afectos. Por eso, para generar un sentido colectivo es clave compartir un relato. Una de las principales preocupaciones en los Estados modernos fue, precisamente, la conformación de un pasado glorioso que cohesione socialmente. El objetivo es contar con un depósito de significado que acorte las diferencias —económicas, ideológicas, religiosas, raciales, etc.—, amalgame a la ciudadanía y (re)genere el concepto de nación (
Para definir al relato político existen diferentes enfoques: funcional (la utilidad del relato), donde se encuentran Gil Calvo (
Dos autores que han trabajado en profundidad y de manera integral este campo son Virginia Beaudoux y Orlando D’Adamo (
Entre las principales funciones que exhibe el relato político podemos mencionar las siguientes: dinamizar voluntades a través de emociones, épicas, motivos y valores (
Para operativizar el análisis del relato político, lo desagregaremos en cinco variables: trama, guion dicotómico, tiempo verbal, repertorio simbólico y
Para que la trama atrape debe existir un conflicto simbólico, ideológico, normativo o material. Sin un problema que resolver no hay tensión narrativa. La ciudadanía ingresa en zonas de relajación emocional, seguridad y descansos; pierde la atención, el interés, el involucramiento. El campo comunicacional tiene que contar con una contienda entre el protagonista de la historia («el presidente») y el adversario («la oposición», «la derecha», «la inmigración» o «la oligarquía») que mantenga en vilo a la opinión pública (
La tercera variable es el tiempo verbal. El relato político dispone de una estructura temporal, un hilo cronológico que recorre el pasado, el presente y el futuro. Cuando el tiempo verbal es sólido, la causalidad es lógica. Para analizar esta dimensión se retomarán las dos categorías metahistóricas que acuñó Koselleck (
En un contexto marcado por la desafección política, el escepticismo y la personalización, el
Como sostiene Yorke (
El repertorio simbólico es la quinta variable. Un relato político eficaz es, ante todo, una galería de imágenes. Cuando penetra en el tejido social, la historia gubernamental se transforma en un conjunto de fotos representativas. Dichos retratos mentales están constituidos por logos, monumentos, banderas, músicas, efemérides, gigantografías, nombres de calles, escenarios, vestimentas y protocolos. Los símbolos son trascendentales porque simplifican significados complejos, activan las emociones y refuerzan la identidad grupal (
El simbolismo en política sigue siendo importante y fundamental, por lo que los buenos políticos tienen que usar el poder simbólico de los espacios públicos, que tienen su poder, igual que tienen que aprovechar que se visibilice la bandera detrás o determinados objetos. No es casual que los candidatos de izquierdas empiecen su campaña en el Mercado de Abastos y los de derechas en las Cámaras de Comercio. Es el poder simbólico de los espacios públicos (
En un contexto comunicacional determinado por la economía de la atención, la aceleración de la información, la proliferación de plataformas audiovisuales y la estetización de la vida política, los símbolos como sintetizadores comunicacionales cobran aún mayor relevancia. A través de ellos comprimimos vastos significados. Son atajos cognitivos que nos permiten tener una percepción veloz de la realidad. Mediante una imagen accedemos a un campo profundo de interpretaciones, subjetividades y valoraciones.
En síntesis, como muestra el
Al tratarse de un estudio que busca explorar el relato político de la socialdemocracia latinoamericana, el enfoque escogido será el cualitativo. Como asevera el investigador Martínez Carazo (
El método que utilizaremos será el estudio de caso único porque facilita el tratamiento en profundidad del fenómeno escogido. Si bien Yin (
La técnica que aplicaremos será el análisis del discurso, que como expone Schiffrin (
Para la conformación del corpus empírico se recogieron cien piezas discursivas de Michelle Bachelet. Además, para reforzar dicha muestra se incorporaron otras fuentes políticas de la fuerza oficialista. A su vez, para tener un corpus completo y diverso se abordaron distintos registros: entrevistas, conferencias de prensa, comunicados oficiales, Cadenas Nacionales, discursos en instituciones estatales, discursos para la militancia y exposiciones en otros sectores de la sociedad (sindicatos, ONG, empresas, fundaciones, etc.). De la totalidad de discursos indagados aquí se presentarán aquellos que establecieron un patrón conceptual en cada una de las cinco variables constituyentes del relato político. El marco temporal seleccionado fueron los cuatro años (2014-2018) que duró la presidencia de Bachelet.
Asimismo, destacar que se escogió el segundo mandato de Bachelet por tres razones: en primer lugar, porque se configuró una coalición de gobierno inédita desde el regreso a la democracia, La Nueva Mayoría, que se destacó por la incorporación del Partido Comunista, hecho que no sucedía desde la gestión de Salvador Allende (1970-1973) y podía significar una ruptura o una alteración en el plano discursivo respecto a las Administraciones previas de la Concertación; en segundo lugar, para examinar si las demandas educativas que expuso en las calles el movimiento estudiantil chileno en el 2011 eran incorporadas a la trama del relato socialdemócrata; y en tercer lugar, para observar cómo impactaron en el
Finalmente, es imperioso indicar en qué nivel discursivo se concentrará este trabajo. Verón y Sigal (
Para comenzar el estudio de caso, se examinará la trama que estructuró el relato político de Michelle Bachelet. Ya en su discurso de toma de posesión, la presidenta marcó la temática rectora de su gestión:
¡Es hora de iniciar juntos ese camino hacia una nación desarrollada y justa, moderna y tolerante, próspera e inclusiva que todos nos merecemos! Creemos que puede haber un Chile diferente y mucho más justo. Quiero que el día que vuelva a dejar esta casa, ustedes sientan que su vida ha cambiado para mejor. Que Chile no es solo un listado de indicadores o estadísticas, sino una mejor patria para vivir, una mejor sociedad para toda su gente (11-3-2014).
Como evidencia este fragmento discursivo, el objetivo de este segundo mandato será la inclusión social, entendida en el sentido de Giddens (
Con Patricio Aylwin consolidamos la democracia, con Eduardo Frei emprendimos grandes modernizaciones, con Ricardo Lagos se afianzaron reformas estructurales, en mi anterior Gobierno establecimos una red de protección social y ahora afrontamos la construcción de otra etapa para hacer de Chile un país más equitativo, contando con la participación activa de la ciudadanía. Pero a lo largo de todo este camino se reconoce una misma ruta sostenida de democracia profundizada, de crecimiento con equidad, de desarrollo inclusivo y diversidad promovida y ampliada (26-5-2016).
El enunciado de Bachelet expone el significado de su segunda gestión en la cronológía de Gobiernos progresistas. Después de garantizar la democracia como sistema político y establecer los pilares del engranaje productivo, llega la etapa de la inclusión y la equidad. El metamensaje es la alteración del consenso económico que habían pactado las elites empresariales y la dirigencia política desde la década del setenta, con la dictadura de Augusto Pinochet. Un acuerdo que, en sintonía con el modelo neoliberal implantado en el Reino Unido por Margaret Tacher y en Estados Unidos por Ronald Reagan, sostenía que el mercado debía ser el principal asignador de recursos. Seguridad jurídica, privatización de servicios básicos, crecimiento económico y fronteras abiertas en cuestión de intercambio comercial fueron las principales reglas.
Frente a este imperativo, Bachelet presenta su segundo mandato como un corte histórico que se distingue de las anteriores experiencias por su carácter redistributivo en materia económica. Dicho propósito reformista, que busca corregir las asimetrías que genera el sistema capitalista, es característico de una gestión socialdemócrata. Para mitigar discursivamente esta modificación en el modelo económico ofrece un proceso evolutivo de
A su vez, la trama de la inclusión está compuesta por tres subtramas: las reformas educativa e impositiva y la creación de una nueva constitución. Son los tres pilares de la agenda progresista que propone Bachelet. Estas transformaciones, que representan un cambio considerable en la vida del país, sin embargo son presentadas con un tono gradualista:
Por supuesto, sabemos que aunque compartimos ciertos propósitos que quedaron plasmados en nuestro programa de gobierno, existen y seguirán existiendo distintas opiniones, por ejemplo, en torno a la velocidad de los cambios, pero como Gobierno siempre haremos una defensa férrea de una mayor participación de los trabajadores en la toma de decisiones que nos afectan a todos y todas. Porque el único camino que vale para, Chile es el camino de la inclusión y de la participación, más allá de las legítimas diferencias y matices (14-7-2014).
Como expone en este extracto, en el que hay un destinatario nítido, los trabajadores, Bachelet deja entrever que el proceso será paulatino. A diferencia del populismo, donde la palabra del líder ostenta un poder performativo (tiene efectos directos sobre la realidad sin mediaciones, reglamentaciones ni negociaciones con la oposición), Bachelet considera los consensos y disensos que deberá atravesar para materializar las reformas. Acepta que la democracia representativa liberal imperante en Chile es más lenta que la democracia delegativa (
Desde el inicio de su gestión y de acuerdo con la trama de la inclusión, Bachelet articuló un guion dicotómico en el que se enfrentaba a una adversaria genérica: la desigualdad. A continuación, un ejemplo concreto:
Cada uno de nosotros puede hacer la diferencia entre excluir e incluir, entre dialogar e imponer, entre creer y desconfiar, entre sumarse y restarse. Solo juntos podemos reconstruir la confianza en la participación y en las instituciones. Solo juntos podemos dar poder a lo local, dar voz a las diferentes necesidades de nuestra gente, dignificar el trabajo y la democracia. ¡Chile tiene un solo gran adversario, y eso se llama desigualdad! Y sólo juntos podremos enfrentarla (11-3-2014).
Anthony Giddens, que en su «tercera vía» intentó aportar a la socialdemocracia un nuevo marco teórico y práctico, sostiene que «la nueva política define igualdad como inclusión y la desigualdad como exclusión» (
Como el populismo, Bachelet también escoge a adversarios genéricos. Mientras la mandataria se enfrenta a la desigualdad, los líderes populistas pelean contra «la oligarquía», «el imperialismo», «los capitales financieros» o «los poderes mediáticos». La diferencia radica en que la operación discursiva populista se completa con una asociación con personajes públicos: Juan Guaidó es el embajador del imperialismo, Mauricio Macri es la oligarquía, Jaime Nabot es el candidato de los medios hegemónicos y Noel Vidaurre el defensor del capital financiero. En cambio, Bachelet no realiza esa relación metonímica. La desigualdad y la corrupción son adversarios genéricos sin anclaje partidario o de otro tipo. Sebastián Piñera o Joaquín Lavín, dos de sus principales competidores políticos, no son relacionados con la desigualdad. Este tipo de operaciones discursivas manifiestan una interpretación institucional de enfrentamiento por el poder. El conflicto se circunscribe al sistema de partidos: disputa parlamentaria, elecciones competitivas, declaraciones en la prensa o contrapuntos en las redes sociales. Pero esta impronta institucional hay que contextualizarla, ya que como se especificó al principio de este trabajo, es propia de la mayoría de los partidos políticos chilenos, no únicamente de los sectores progresistas. Como sostienen Hojman y Pérez (
La sociedad chilena demanda hoy que el diputado-persona y el diputado-gente profundicen su diálogo para la conformación de un Estado que continúe la senda del crecimiento y el desarrollo, pero, al mismo tiempo, para impedir que se cometan abusos que profundicen la desigualdad social. ¿Y por qué hoy? Porque hoy Chile es uno de los países más desiguales del mundo. Y esta fractura social es ética y políticamente inaceptable (18-03-2015).
Hicimos esta reforma tributaria para cumplir los compromisos del programa de la presidenta Michelle Bachelet, que fue construido en torno a una gran idea fuerza, que fue construir y enfrentar la desigualdad en todas las dimensiones y sentar las bases para un crecimiento inclusivo (15-01-2015).
Tanto en política exterior como en cuestiones internas, Bachelet antepuso la negociación al conflicto. Sucedió con el litigio frente a Bolivia por la salida al mar en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la crisis política en Venezuela, las reformas educativa y fiscal, el proceso constituyente y la despenalización del aborto. En todos estos temas, la mandataria buscó consensos mediante el diálogo, una diferencia considerable con la matriz populista, que subraya el antagonismo radical como método de construcción política. En el primer caso hay una reconocimiento del contradestinatario; en el segundo hay una anulación del contradestinatario. Pero en el caso de los conflictos internos, las negociaciones no eran abiertas, sino con límites. Si bien existe una aceptación de los opositores como interlocutores válidos, el diálogo funciona como un texto clausurado, no abierto (
Esta capacidad de encuadrar la agenda pública por parte de Bachelet se resintió temporalmente con el caso Caval. Después de ser denunciado su hijo, Sebastián Dávalos, por tráfico de influencias, Bachelet tuvo que incorporar otra adversaria genérica a su narrativa: la corrupción. La agenda de probidad y transparencia, propuesta por los partidos opositores y los principales medios de comunicación, pasó a formar parte del relato político de Bachelet. Como aseveró en su quinta Cadena Nacional: para lograr un Chile más inclusivo, antes se debe transparentar el manejo de los fondos públicos. De esta manera, se produjo una superposición de adversarios. Dicho giro discursivo favoreció a la oposición porque introdujo una demanda propia en la agenda oficial y logró que la atención social se concentrara sobre ella. A la vez, el caso Caval deterioró al relato político del Gobierno en dos sentidos: en primer lugar porque la lucha contra la desigualdad perdió intensidad y, por un cierto período de tiempo, centralidad; y en segundo término, minó la credibilidad de la presidenta, que hasta entonces no había estado involucrada —ni directa e indirectamente— en ningún hecho de corrupción. En términos discursivos, y especialmente durante el primer semestre de 2015, Bachelet pasó de una lógica proactiva (generar debate público en torno a una temática en particular) a una dinámica reactiva (responder al debate público producido por un tercero).
En relación al tiempo verbal del relato político, Bachelet prioriza el presente y el futuro. Mediante la reforma educativa que pretende realizar, activa lo que Koselleck (
Yo creo que los desafíos que enfrentamos no admiten demora, y atacar las enormes desigualdades que dañan a la democracia y afectan todo nuestro desarrollo requiere de soluciones creativas e innovadoras. Tenemos que construir la prosperidad en las próximas dos o tres generaciones, conjurando, a la vez, peligros enormes como el cambio climático. También, como hablábamos en la mañana, el caso de las migraciones, el caso del narcotráfico (27-01-2016).
Y no tengo dudas de que gran parte de las respuestas pasan por dar la centralidad que amerita al sistema educativo, como espacio igualitario para encontrar los instrumentos y las competencias para la realización personal, pero asimismo como espacio para crear comunidad, para compartir con la diversidad humana y para definir horizontes comunes. (9-1-2017).
A lo largo de todo su mandato, la mandataria chilena proyecta los beneficios culturales, sociales y económicos que producirá la reforma educativa. Constantemente circula un discurso anclado en expectativas, deseos y horizontes de inclusión. No se refiere al pasado profundo, como lo hace la corriente populista de la nueva izquierda latinoamericana
Para visualizar las modalidades mediante las cuales el enunciador erige su red de vínculos, Eliseo Verón (
Bachelet recurre al conocimiento narrativo y al pasado histórico solo para articular el
Permitan, entonces, a esta presidenta de la República, hija de un general de la Fuerza Aérea que estuvo con ustedes en la misma celda, que desde su rol de Gobierno, pero también desde lo más profundo de la historia personal, reconozca lo que ustedes han logrado con una única palabra final: gracias (7-10-2016).
Porque quizá la mayor lección que estos testimonios nos entregan es que aún en los momentos más difíciles y exigidos, es posible rescatar el gesto fraterno, la ayuda desinteresada, la solidaridad espontánea de las personas sometidas a una situación extrema. Todos los que vivimos esos días los conocimos de una u otra manera: la sonrisa de un desconocido, la ayuda inesperada de un familiar lejano, la palabra de aliento susurrada o dicha en voz alta y desafiante (6-9-2017).
En los dos segmentos, Bachelet, a través de su recuerdo íntimo, vehiculiza la tragedia que vivió Chile durante la última dictadura militar. La memoria personal funciona como soporte de la memoria colectiva. Sus hechos traumáticos operan como heurísticos del drama nacional. Es imperioso recordar que, después del golpe de Estado de Augusto Pinochet contra el Gobierno socialista de Salvador Allende, su padre, Alberto Bachelet, fiel al bando derrocado, fue secuestrado y torturado por sus antiguos compañeros de armas. El 13 de marzo de 1974 murió de un infarto en la cárcel. Al año siguiente, Michelle Bachelet y su madre fueron detenidas y también torturadas en el Centro de Detención Villa Grimaldi. Una vez recuperada la libertad, ambas se exiliaron en la República Democrática Alemana de Erich Honecker. Desde el país comunista, Michelle militó por los derechos humanos en el ala más ideologizada del Partido Socialista (PS) de Chile, que conducía Clodomiro Almeyda.
Con esta retórica testimonial (
El 11 de septiembre es sinónimo de dolor y de pérdida para nuestra sociedad completa. Es la fecha que nos recuerda divisiones terribles entre los compatriotas, nos recuerda aquello que no queremos nunca más, pero el 11 de septiembre es también la fecha que nos recuerda la historia y el valor de la democracia que hemos construido juntos. Nos recuerda que nada ha sido en vano porque hemos sido capaces de construir, tras esta amarga experiencia, una cultura de paz, una cultura de respeto a la diferencia y de valoración por la diversidad y el diálogo (11-9-2014).
Al igual que en el guion dicotómico, la presidenta recurre al pluralismo, al encuentro y al intercambio como rasgos cardinales del sistema republicano que escogió Chile desde 1990. Intenta convertir el pasado (la dictadura militar) en aprendizaje para el presente (la democracia). Establece una antítesis prototípica (
Este lenguaje de pacificación puede encontrarse también en otras experiencias socialdemócratas de la nueva izquierda latinoamericana, como los presidentes Ricardo Lagos y José Mujica. Ambos mandatarios elaboraron un discurso donde la memoria figura como una posibilidad de reencuentro ciudadano. Para que esa memoria sea convergente, el Estado circula una narrativa que reconoce al sujeto-víctima (los presos políticos, los torturados, los desaparecidos y sus familiares), pero ignora al sujeto-culpable (las fuerzas armadas, los cuerpos de seguridad y los servicios de inteligencia). Es decir, se intenta reparar simbólica y materialmente a las partes damnificadas al mismo tiempo que se excluye a las instituciones estatales que protagonizaron dicho daño. Así, queda un relato desmembrado, sin una lógica causal que conecte víctimas con victimarios. Este vacío que se abre en el terreno de las responsabilidades circunscribe a la memoria a una función rememorativa del dolor: solo alumbra las consecuencias del proceso militar.
Las enunciaciones de Bachelet sobre su historia personal y la dictadura solo son utilizadas en fechas conmemorativas o cuando es consultada en una entrevista mediática. En su agenda cotidiana de gobierno, Bachelet no propone estas temáticas. Intenta mantener una distancia entre ese pasado trágico y los debates políticos actuales. La trama de su relato político es la inclusión, no la violación de los derechos humanos en la década del setenta, como en el caso del presidente Néstor Kirchner en Argentina. La mandataria aguarda el marco —histórico o interrogativo— adecuado para insertar su experiencia. En términos de Charandeau y Maingueneau (
La otra marca distintiva es su
Hay que empezar a levantar la voz y los derechos de las mujeres y favorecer su autonomía. En otros campos en los que estamos abordando cuestiones de género hemos tenido bastante éxito, como por ejemplo en la paridad de género para las elecciones (4-5-2015).
La imagen histórica de dos mujeres ocupando simultáneamente los más altos cargos del Estado recorrerá el mundo. Espero que este hecho tan simbólico sea una señal para todas aquellas que hoy todavía sufren discriminación, y que también sirva para continuar profundizando la igualdad de género (11-3-2014).
Queremos que cada vez más mujeres asuman liderazgos de su gente, que su opinión esté presente, que defiendan sus puntos de vista sobre los diversos temas que las afectan. Ustedes saben que en materia de igualdad de género hemos hecho avances importantes en los últimos años, hoy tenemos más mujeres participando activamente en organizaciones sociales, en actividades productivas, pero todavía tenemos muchas tareas pendientes (8-9-2014).
En los actos, la presidenta elabora un enunciado para el público en general y otro, con propiedades específicas, para las mujeres presentes. Esta línea discursiva vinculada al género femenino es proactiva y permanente a lo largo de su segundo mandato. A diferencia de su experiencia traumática durante la dictadura militar, Bachelet, en este caso, propone el asunto, no aguarda determinadas efemérides o preguntas de periodistas para posicionarse sobre la temática. En otros términos: genera agenda, no consume agenda. La presidenta chilena también en sus presentaciones revisa determinado sentido común que circulan en relación al género, el poder y la política. En una entrevista para un medio internacional, señalaba lo siguiente:
Por ejemplo, me contaba una primera ministra danesa que en la campaña lo que le analizaban era el tamaño de las carteras, no los contenidos programáticos que ella estaba señalando. En el caso nuestro igual: si yo tengo el aspecto físico que tengo, soy considerada
Como se observa, la primera mandataria deconstruye representaciones que transitan en la política. Cristaliza la noción que enlaza naturalmente propiedades como la fuerza, la autoridad y la jerarquía al poder masculino. Un consenso que se presenta en regularidades pautadas informalmente como los apodos y los criterios de evaluación. Al hombre con gran tamaño físico se lo alegoriza con un instrumento militar, se lo asocia con lo que Nye (
La presidenta plasmó este posicionamiento discursivo a través de una serie de políticas públicas: la creación del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, la ley de sistema electoral proporcional inclusivo, la ley de despenalización del aborto en tres causales (cuando la vida de la mujer corra riesgo o la gestación implique una grave afectación a su salud, cuando haya inviabilidad del feto y cuando sea producto de una violación), introdujo un enfoque de género en la legislación laboral y sancionó distintas leyes para erradicar la violencia de género, entre las principales. Debido a esta agenda, en marzo de 2017 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le condecoró como «campeona internacional de género».
Por último, examinaremos el repertorio simbólico que presenta el relato político de Bachelet. El objetivo es identificar la red de imágenes que produce para representar a su gestión. Una pieza fundamental para analizar son los escenarios, que Vázquez Sande (
En el Salón Azul, la presidenta chilena también realizó las siete Cadenas Nacionales de su segundo Gobierno. Los mensajes más trascendentales —las comunicaciones de crisis, los saludos anuales y el anuncio de las políticas públicas más relevantes de su gestión— sucedieron en ese espacio físico. En línea con lo anterior, la estética se mantiene sujeta al ceremonial institucional. El fondo de la escena está constituido siempre por la bandera nacional y un decorado sobrio: muebles, flores y cortinas. A veces, figuran los cuadros de los próceres Andrés Bello y Bernardo O’Higgins y el atril con el escudo del país. Es importante señalar el uso semiótico de estas dos personalidades históricas porque son los mitos a los que recurre todo el arco político para sintetizar el imaginario histórico (las raíces en común) de los chilenos. No son símbolos usados exclusivamente por Bachelet, sino que, al igual que la bandera nacional, son utilizados por toda la sociedad chilena en actos patrios, instituciones educativas o celebraciones culturales. En la mayoría de las presentaciones de Bachelet tampoco hay signos de orden ideológico; destacan, en cambio, los que acá vamos a denominar como componentes simbólicos inclusivos (identidad nacional), aquellos que apuntan a formar un sentido de pertenencia amplio, laxo y consensual. En dirección opuesta, están los componentes simbólicos exclusivos (identidad ideológica), que buscan constituir un sentido de pertenencia limitado, preciso y diferencial. La expresidenta argentina, Cristina Fernández, cuando usaba en las Cadenas Nacionales la semblanza de Eva Perón de fondo, paladín histórica del peronismo, y Hugo Chávez, cuando usaba junto a todo su Gabinete el color rojo para identificarse con el socialismo, son ejemplos nítidos de esta segunda categoría.
La retórica visual (
Al mantener el repertorio simbólico protocolar, se genera una continuidad con Sebastián Piñera, expresidente y líder de la fuerza de derecha Alianza. Una prueba fehaciente de esta coherencia estética es que la gestión Bachelet conservó como marca de gobierno el logo que creó Piñera para su Administración. En este caso, la ideología no determina la simbología, sino que es la cultura institucional la que define las imágenes del relato socialdemócrata. Dicha cultura institucional, que empezó a construirse con el regreso de la democracia, es transversal: desde la izquierda a la derecha aceptan sus códigos (políticos, reglamentarios y simbólicos). Bachelet respeta estas normas formales e informales, excepto en la temática vinculada a la mujer, donde introduce demandas y cuestionamientos que, como vimos en el
Después de analizar las diferentes variables, podemos deducir que el relato político de Bachelet está caracterizado por una trama de la inclusión que se concentra en la ampliación de derechos; un guion dicotómico que enfrenta al país contra la desigualdad; un tiempo verbal centrado en las expectativas y los cambios sociales que producirán sus reformas educativa e impositiva; un
Si bien en un futuro sería apropiado realizar un estudio comparado y sistematizado para verificarlo, teniendo en cuenta la literatura existente sobre la comunicación de la izquierda populista latinoamericana (
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Inclusión | Redención |
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Chile vs. Desigualdad | Pueblo vs. Oligarquía |
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Presente |
Presente |
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Mujer-Gestión | Mesiánico-Próceres libertadores |
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Institucional | Personalizado/ideológico |
El objetivo general del presente trabajo era lograr una aproximación al relato político de la socialdemocracia latinoamericana en el siglo
De cara a futuras investigaciones, se abren varios interrogantes. Para enriquecer el campo de estudio la primera cuestión sería lograr un análisis comparado con otro referente de la socialdemocracia latinoamericana. De esta manera, a través del reconocimiento de las rupturas y continuidades, se podrán matizar los hallazgos orientativos del presente estudio y, a su vez, reforzar la bibliografía sobre el relato político de la otra vertiente de la nueva izquierda latinoamericana. En relación con esto, también sería pertinente indagar, mediante un estudio comparado entre los relatos socialdemócrata y populista latinoamericanos, si es conveniente referirse a dos especies discursivas diferentes o, en cambio, a una escala discursiva, donde conviven casos extremos, intermedios y mixtos. La tercera pregunta, no exenta de dificultades metodológicas, es verificar o falsar la eficacia y consistencia de las características del relato socialdemócrata. En tiempos de autocomunicación de masas (
Desde 1988 hasta 2012 la alianza se denominó Concertación de Partidos por la Democracia. Con la incorporación del Partido Comunista a principios del 2013, pasó a llamarse Nueva Mayoría.
Michelle Bachelet, en este listado, omite el Gobierno del opositor Sebastián Piñera (2010-2014), representado por la Alianza, fuerza política de centroderecha integrada por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), que venció en segunda vuelta al expresidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, perteneciente a la Concertación de Partidos por la Democracia, en las elecciones de enero de 2010.
Hugo Chávez refiriéndose al libertador Simón Bolívar, Evo Morales invocando al líder indígena Túpak Katari, Cristina Fernández convocando a Evita Perón y Rafael Correa citando al dirigente Jorge Eliécer Gaitán. Este anclaje con personajes políticos ha sido tan recurrente que, incluso, una de las estructuras de poder regional que constituyeron este grupo de presidentes se denominó, en honor a Bolívar, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
El 11 de septiembre de 1973 es derrocado el Gobierno democrático de Salvador Allende por una junta militar liderada por el comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte.
Según Rulicki (
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