SUMARIO
  1. NOTAS

La bibliografía sobre partidos políticos presenta gran complejidad científica a causa de los diferentes afluentes que confluyen en el estudio del principal sujeto de la vida política contemporánea. Por una parte, están las monografías que estudian partidos singulares con metodología de la ciencia política (Carlos Huneeus sobre UCD, Lourdes López Nieto sobre Alianza Popular, Ignacio Sotelo y Santos Juliá sobre el PSOE). En segundo lugar, los incontables libros de periodistas (Gregorio Morán sobre el Partido Comunista de España, Gonzalo López Alba sobre el PSOE y Luis R. Aizpeolea sobre Rodríguez Zapatero y el mismo PSOE, Lucía Méndez sobre el Partido Popular en Madrid). Finalmente, una fuente valiosísima son los libros de memorias de los políticos. En España ya tenemos decenas de obras donde los políticos presentan sus recuerdos y ofrecen una visión viva de cómo funcionan los partidos.

Pedro Sánchez. Había partido: de las primaras a la Moncloa es una aportación interesante para conocer cómo es hoy el PSOE porque está escrita por un científico, un catedrático de Sociología como José Félix Tezanos, que ha sido a la vez protagonista de los hechos que describe porque apoyó muy pronto al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en las dos elecciones primarias en las que participó. Tezanos, que ya en 1983 publicó Sociología del socialismo español, narra en esta obra el periodo que va desde la elección de Sánchez en 2014 como secretario general del PSOE hasta su triunfo en la moción de censura en 2018 y la formación del primer Gobierno de Sánchez. Es un periodo interesante en la política española y también un período interesante en la historia del PSOE y en la historia de los partidos políticos españoles porque no es habitual que un dirigente desalojado de la dirección de un partido recupere democráticamente su puesto. Una aportación más a la historia reciente de uno de los grandes partidos españoles que se suma a los últimos libros de memorias de gobernantes socialistas como las de José Antonio Griñán (Cuando ya nada se espera, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2022) y José María Barreda [Historia vivida, historia construida, Almud, Bargas (Toledo), 2022].

La obra se divide en cuatro partes que se dedican, respetivamente, a: 1) el periodo en que Sánchez accede al liderazgo del partido en 2014 hasta su salida de la dirección del partido en 2016; 2) el período que transcurre hasta que recupera la Secretaría General del partido en 2017; 3) la nueva propuesta estratégica y programática que el PSOE tras la segunda elección de Sánchez, y 4) los primeros tiempos de Sánchez como presidente del Gobierno hasta las dos elecciones de 2019. Además, la obra se completa con una completa cronología que abarca desde mayo de 2014, cuando Alfredo Pérez Rubalcaba anunció su dimisión como secretario general del PSOE, hasta las elecciones del 10 de noviembre de 2019.

En la introducción, el autor advierte que la circunstancia de haber participado activamente en los hechos que narra dificultan que se sitúe en el papel de un estudioso imparcial y neutro pero, al mismo tiempo, las informaciones de primera mano de que dispone de ese periodo y la posibilidad de contrastarlas con otros protagonistas, le han llevado a la obligación de proporcionar una información sobre los principales elementos de atención politológica del devenir del PSOE durante un periodo caracterizado por una gran intensidad de acontecimientos (pág. 13). Esa información y el paralelo análisis discurren a lo largo de tres elementos y de un primer resultado. Los tres elementos son:

  • 1)el liderazgo de Sánchez, que presenta singularidades apreciables tanto por la forma en que se gestó y desarrolló, «prácticamente al margen de los grandes núcleos de poder y de las redes de influencia existentes en el PSOE […] como en la forma en que se vio cuestionado y atacado con gran dureza» (pág. 14). Para Tezanos, la forma en que Pedro Sánchez se vio forzado a abandonar la Secretaría General del partido y su ulterior triunfo en las primarias de 2017 «son un paradigma de un tipo de liderazgo construido de abajo-arriba» (pág. 14) que merece ser objeto de atención y análisis;

  • 2)la movilización activa y espontánea de una parte apreciable de los militantes del PSOE que llegaron a conformar una estructura organizativa ad hoc, las «plataformas»;

  • 3)la propuesta estratégica de Sánchez consistente en una nueva socialdemocracia, recogida en el documento de referencia que llevaron sus partidarios al 39.º Congreso del partido y que es el primer resultado que merece analizarse.

El autor advierte, además, que los hechos fueron complejos y confusos «en la medida que determinadas estrategias y comportamientos tardaron tiempo en quedar desvelados de manera abierta y neta» (pág. 15).

Conforme al guión de los elementos que hemos visto, la primera parte de la obra está dedicada a la formación del liderazgo de Sánchez en el PSOE. En esta parte Tezanos presenta en primer lugar unos elementos biográficos de Sánchez (familia, estudios, primeros pasos políticos) y tras ello describe cómo decidió concurrir a las elecciones primarias de 2014, tras la dimisión de Pérez Rubalcaba. Sánchez fue elegido secretario general del partido y a continuación anunció que también se presentaría a las elecciones primarias para elegir candidato a presidente del Gobierno, «lo cual es posible que diera al traste con determinados proyectos e intenciones surgidas tras el anterior congreso del PSOE» (pág. 33). Estas primarias no se celebraron porque solo Sánchez reunió los avales suficientes para presentar la candidatura y fue proclamado candidato por el Comité Federal. A partir de ahí empezó a haber movimientos de personas que no se habían presentado a las primarias de 2014. Así llegaron las elecciones de diciembre de 2015, cuyos resultados ajustados hicieron pensar que el PSOE podría formar Gobierno, pues incluso se eligió presidente del Congreso al socialista Patxi López. Cuando esa posibilidad fracasó por la oposición de Podemos (no de Ciudadanos) y cuando las elecciones de junio de 2016 tampoco dieron resultados nítidos a ningún partido, «se recrudecieron las presiones para que el PSOE se abstuviera y posibilitara un Gobierno de mayoría minoritaria por parte del PP, en eventual convergencia con Ciudadanos» (pág. 41).

En esa tesitura, Sánchez percibió el clima interno del PSOE y convocó el 1 de octubre de 2016 un Comité Federal con el fin de celebrar un congreso extraordinario que resolviera las diferencias que iban aflorando. Días antes, el 23 de septiembre se celebró una comida en Benavente en la que se reunieron diversos dirigentes socialistas regionales «y en ella se trazó una estrategia orientada a lograr la dimisión de Pedro Sánchez» (pág. 46). Para ello, antes de celebrar la reunión del Comité Federal, diecisiete miembros (sobre treinta y nueve) de la Comisión Ejecutiva Federal dimitieron para forzar la convocatoria de un Congreso que eligiera una nueva Comisión Ejecutiva sin llegar a celebrar la reunión del Comité Federal convocada para el 1 de octubre, Comité Federal que los adversarios de Sánchez consideraban automáticamente disuelto. Ahí afloró a la luz del día la división interna del PSOE y algunos dirigentes pidieron que se consultara a la Comisión Federal de Ética y Garantías. Para Tezanos, el conflicto se «judicializó»: como Sánchez solo contaba con dos apoyos frente a tres en esa Comisión, la petición «no era inocente, ya que de antemano se podía presuponer el resultado de esa consulta» (pág. 49).

Es sabido como acabó aquella situación. El Comité Federal se reunió y los adversarios de Sánchez obligaron a parar la votación secreta porque temían que bastantes miembros no acataran las instrucciones de las direcciones regionales que habían participado en la maniobra previa para desalojar al secretario general y hubo que hacer la votación de manera pública y personal En este punto llama la atención la explicación del autor: algunos miembros del Comité Federal «habían sido presionados con el riesgo de perder sus responsabilidades y/o sus puestos de trabajo. O, lo que es peor, los de familiares cercanos» (pág. 51). Así, la propuesta de Sánchez fue rechazada por 133 votos contra 107 votos a favor. Tras la votación, Sánchez dimitió. Y se formó una Comisión Gestora sin plazo de duración. Tras la dimisión de Sánchez, el conflicto político se desplazó a la Comisión Federal de Ética y Garantías para que esta pusiera un plazo a la Comisión gestora para convocar nuevas elecciones primarias. Los vocales de este órgano que eran favorables a Sánchez (la presidenta Isabel Celaá y el secretario Félix Bolaños) elaboraron un voto particular que señalaba la anomalía de constituir una gestora sin poner fecha para convocar la celebración de un congreso extraordinario y de unas primarias para elegir secretario general. Al cabo de varios meses, el Comité Federal convocó el congreso y, semanas antes, las primarias para elegir nuevo secretario general.

Tezanos examina las semanas que desembocaron en el cese de Sánchez, destacando la peculiaridad de que un secretario general que había sido elegido en unas elecciones primarias (la primera vez que ocurría en uno de los grandes partidos nacionales) tuviera que cesar tras una operación interna promovida por diversos dirigentes, en su mayor parte con poder territorial. Explica esta peculiaridad, que desautorizaba la elección de los militantes, por vicios «que implicaban comportamientos más propios de un “aparatismo”’ abusivo: se blindaban lealtades y clientelismos, se forzaban dimisiones […], se disolvían organizaciones territoriales […], se implantaba un modelo de estructuración jerarquizante y clientelar, que en el fondo y en la forma estaba en las antípodas de la cultura propia de los partidos socialdemócratas» (pág. 59). Para el autor, se trató de un golpe palaciego bien que muy chapucero, coordinado (se vio con la dimisión súbita y simultánea de los diecisiete vocales de la Comisión Ejecutiva Federal), con apoyo de cierta prensa (el editorial de El País del 26 de septiembre), pero también señala el fenómeno de clientelismo político que había tras la imposición de una votación pública y no secreta. Apunta incluso al riesgo de que se suprimieran las elecciones primarias.

Esta primera parte no acaba con la dimisión de Sánchez, sino que prosigue con la narración de los primeros pasos que dio Sánchez para recuperar la dirección del PSOE, con el apoyo de unos pocos dirigentes regionales y municipales. Es interesante la interpretación de la dimisión de Sánchez como diputado: ante las instrucciones de la Comisión Gestora de facilitar la investidura de Rajoy y la convicción de no poder votar la investidura, el secretario general dimitido temió que la indisciplina en la votación parlamentaria «podría ser un pretexto para abrirle un expediente disciplinario e inhabilitarle durante un largo periodo de tiempo, condenándole prácticamente a una muerte civil de cara al futuro del PSOE» (pág. 73). Es asimismo interesante la descripción de lo que Tezanos denomina «un fenómeno sociológico y político que muy pocos habían previsto como es la constitución de múltiples plataformas de apoyo que de una manera espontánea empiezan a organizarse por toda la geografía española» (pág. 74). Y frente a ese movimiento se fue formando una «tercera vía» en torno a Patxi López, que competía en el espacio político con las plataformas y con la política de la Comisión Gestora que actuaba también con intereses específicos.

Esta primera parte aporta información muy rica sobre la vida interna de los partidos, sobre los movimientos subterráneos que desde la estructura territorial pueden provocar la caída de sus dirigentes, sobre el poder social que proporciona controlar los órganos territoriales y, asimismo, sobre la capacidad de los militantes de base para organizarse frente a las estructuras de poder territorial. No es un fenómeno específico del PSOE, pues hemos visto cómo en el Partido Popular caía todo un presidente y también como se han ido transformando las estructuras directivas de Podemos que poco se parecen a las de 2015. En todo caso, permite hacer reflexiones interesantes sobre las fortísimas estructuras de poder que laten en el interior de los partidos y que pueden llevar a la desfenestración de su máximo dirigente y sobre la territorialización del poder en los partidos que se ha ido asentando al socaire del Estado autonómico[1].

La segunda parte de la obra está formada por siete capítulos y es la narración del movimiento social de las plataformas que se constituyeron en apoyo de Sánchez, movimiento que desembocó en las elecciones primarias de 21 de mayo de 2017. El autor describe un fenómeno inhabitual en los partidos españoles, que es la movilización social de los afiliados del PSOE al margen tanto de la Comisión Gestora como de muy relevantes dirigentes que habían tenido influencia a nivel federal hasta 2014 y que todavía lo tenían en las organizaciones territoriales. Se describen también los modos con que reaccionaron algunos de estos dirigentes y las formas de crowdfunding que se pusieron en práctica para recaudar fondos para la campaña de las primarias. Y sobre todo, Tezanos aporta mucha información sobre los pasos que dieron los partidarios de Sánchez para obtener avales y también sobre la campaña electoral de las primarias.

La operación era tanto más difícil cuánto muchos dirigentes con peso que en 2014 habían apoyado a Sánchez se habían pasado en 2017 a la «tercera vía» de Patxi López. Y a pesar de faltar todo apoyo del aparato directivo del PSOE y de competir con dos candidatos, Sánchez obtuvo 74 805 votos, que suponían el 50’26 % de los electores, frente al 39’90 % de su principal competidora.

Después de narrar cómo Sánchez alcanzó por segunda vez la Secretaría General del PSOE, Tezanos dedica cuatro capítulos de la segunda parte a los temas de debate político que afloraron con el largo episodio que se inició con la dimisión de Sánchez y su posterior reelección. En primer lugar, el autor reflexiona sobre la democracia en los partidos políticos. Recuerda los modelos tradicionales de la socialdemocracia, donde solía pesar el principio democrático, pero fundado más en la representación que en la participación directa, lo que ha desembocado en la consolidación de las elecciones primarias, superando incluso el modelo de partido de cuadros que ha caracterizado a la mayoría de los partidos europeos: no se debe reducir el PSOE «al esquema de un partido de cuadros, basado sustancialmente en líderes territoriales y barones poderosos, acompañados todo lo más por unos círculos de forofos y seguidores bien encuadrados —y adecuadamente engrasados—, a través de las redes clientelares correspondientes» (pág. 141). Para Tezanos, esa es la aportación del 39.º Congreso del PSOE, de junio de 2017, que reforzó el papel de los militantes en la vida del partido, pero ese reforzamiento no es extraño a la tradición socialdemócrata, donde los partidos siempre han propiciado la participación de los afiliados en las grandes decisiones. Ahí el autor aporta algunas reflexiones específicas sobre la práctica del referéndum en los partidos, que Sánchez defendió frente a otros dirigentes socialistas. El resultado ha sido un modelo de partido alejado del populismo, del cesarismo plebiscitario y del neofeudalismo organizativo, lo que para el autor es el modelo que más demandan los ciudadanos.

Tezanos se detiene aquí a examinar las nuevas tendencias que inciden en la nueva realidad de los partidos, que son la emergencia de un nuevo paradigma socioeconómico, los nuevos modos y estructuras de comunicación e interacción versus la comunicación tradicional y, en último lugar, la aparición de lo que denomina «una nueva ciudadanía activa» (pág. 156) cuyas acciones y movilizaciones «están conformando una agenda política potente que en gran parte coincide con lo que todas las encuestas identifican como las grandes preocupaciones de la población» (pág. 157). Ahí ve el autor uno de los pilares del citado 39.º Congreso del PSOE, cuya producción doctrinal no solo le ha situado en una nueva socialdemocracia, sino también que vuelva a ser «al tiempo que un partido en sí, un movimiento social importante y bien arraigado» (pág. 161).

La segunda parte concluye con un capítulo dedicado a los trasfondos ideológicos del debate del PSOE donde el autor recuerda en primer lugar que algunos dirigentes del PSOE rechazaban la celebración de primarias por considerar que el partido entraría en un asambleísmo permanente, y ese rechazo enlaza con lo que estaba en juego en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016: «De alguna forma […] se confrontaron, de manera un tanto caótica y desordenada, dos conceptos y dos maneras de entender la socialdemocracia y la vida orgánica de un partido político» (pág. 163). Pero no se trata de una confrontación en el seno de un partido nacional, sino que ha estallado en el ámbito internacional que se remonta a la caída del comunismo y a la subsiguiente confusión que experimentaron los partidos reformistas que con frecuencia desembocó en lo que Tezanos denomina una respuesta de cortos vuelos por la vía de la «aparatización» de los partidos para controlar desde la dirección los procesos internos. Lo que, a su vez, suscita la cuestión del futuro de la socialdemocracia en España porque, volviendo a los dos conceptos que afloraron en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016, el autor apunta que estaba en juego un modelo continuista y un nuevo proyecto socialdemócrata donde primaba la coherencia, la credibilidad y la consistencia democrática.

Al igual que ocurre con la primera parte, la segunda es una descripción interesante para la estasiología porque el lector ve con precisión como se moviliza una parte de los militantes de un partido totalmente al margen de la dirección (provisional pero dirección al fin y al cabo) y con el fin último de que retorne a la dirección un dirigente excluido. Los movimientos telúricos que vivió UCD en 1980-‍1981, los que provocaron la salida y el retorno de Fraga Iribarne en la Presidencia de Alianza Popular, el fracaso de los «renovadores» en el Partido Comunista de España en 1981 y, ese mismo año, el golpe de mano de los «prosoviéticos» del PSUC más la crisis del PNV que se saldó con la salida de Garaicoechea son ejemplos de la gran volatilidad y efervescencia de los partidos, pero pocas veces vemos, narrados por un protagonista, los movimientos internos en un partido que ocurren al margen de sus estructuras de poder.

La tercera parte pasa de la crónica histórica al campo doctrinal e ideológico. El autor recuerda el papel vertebrador que el PSOE ha desempeñado durante la Segunda República y en los años de la Transición, representando tanto a las clases trabajadoras como a amplios sectores de las clases medias. Con lucidez, Tezanos recorre las distintas posiciones que ocupó el PSOE a partir de su entrada en el Gobierno en 1982, posiciones que sufrieron diversas inflexiones tras la ruptura con UGT, los enfrentamientos entre sectores socialdemócratas y de izquierda, las experiencias «neoradicales» del presidente Rodríguez Zapatero y el ejemplo de dirigentes socialdemócratas europeos que se excedieron en posiciones «responsables» o tecnocráticas. El autor describe el triple plano donde tenía que moverse el PSOE para salir de la situación de declive en que estaba el partido desde su salida del Gobierno en 2011; a saber, el del proyecto, el del liderazgo y el orgánico.

La importancia del plano programático es resaltada por Tezanos porque considera que las elecciones primarias y la celebración del 39.º Congreso permitieron al PSOE debatir las grandes líneas estratégicas de la socialdemocracia para los próximos años. El documento Por una nueva socialdemocracia pretendía centrar ese debate para integrar la diversidad plural del partido, pero al mismo tiempo los partidarios de Sánchez pretendían asegurar la riqueza y la amplitud del propio debate. El documento y el propio debate eran tanto más necesarios cuanto que el autor se refiere, como contraste, a la «larga noche de la socialdemocracia europea», provocada por una nueva élite tecnocrática y social-liberal de gestores y burócratas que secuestró a esa socialdemocracia. Por eso el nuevo documento programático que preparó Sánchez y su equipo ofrecía nuevas alternativas e ideas fuerza centradas en un «nuevo contrato social progresista» (pág. 196), que venía a ofrecer un nuevo paradigma social del trabajo.

Este tercera parte tiene interés no solo para conocer los supuestos programáticos de un PSOE que se renovó con la nueva elección de Sánchez, sino también la táctica partidista de difundir y debatir la nueva oferta programática.

La última y cuarta parte es más breve y viene a analizar cómo accedió Sánchez al Gobierno en junio de 2018 y la problemática derivada de las dos elecciones legislativas de 2019. La secuencia temporal de la moción de censura es conocida, pero Tezanos destaca, en primer lugar, cómo se aplicó un mecanismo plenamente democrático, empleado hasta entonces sin éxito, para señalar con mucha insistencia, en segundo lugar, que el triunfo de la moción de censura venía a demostrar el erróneo enfoque entreguista del años 2016: «El debate sobre si había que dejar gobernar a la derecha o si había que explorar otras posibilidades políticas se zanjó en el PSOE con las elecciones primarias y con el consiguiente congreso, en el que quedaron en minoría las tesis de los que en su día optaron por facilitar con su abstención el Gobierno del PP» (pág. 234). Con la moción de censura se inició, apunta el autor, un «pequeño ciclo político “piloto” que se dio durante el periodo inicial de gobierno de Pedro Sánchez [que] presentó perfiles propios de una política de Estado» (pág. 239). Este ciclo político, como los que encabezaron Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar y demás presidentes, ha tratado de hacer frente a cinco grandes focos de conflicto (contencioso catalán, contencioso laboral, problemas sociales y desigualdad, relaciones internacionales y apoyo a la juventud) y desembocó en el largo año electoral de 2019.

Tezanos dedica el último capítulo a analizar los resultados de las elecciones legislativas de 28 de abril y 16 de noviembre de 2019 y las elecciones europeas, autonómicas y municipales de 26 de mayo del mismo año. Sobre las elecciones legislativas de 28 de abril 2019 el autor destaca el alto grado de participación, los resultados de mayor fragmentación sociológica y diversidad política (muy alejada de la mayoría absoluta de 2011) y apunta que «el reparto ajustado de los votos […] abrió algunos interrogantes sobre las propias facilidades de gobernabilidad» (pág. 249), como se vería en las siguientes semanas. Tezanos cree que las elecciones europeas, autonómicas y municipales que se celebraron un mes después de las legislativas tuvieron un cierto carácter de «segunda vuelta» de las de abril y conformaron las grandes tendencias afloradas en abril, con la particularidad de una menor participación y un significativo descenso del grado de agresividad en la campaña. Y sobre las elecciones legislativas de 16 de noviembre de 2019 que hubo que celebrar al no poderse formar Gobierno, el autor destaca que «formaron parte de una secuencia de hechos que estaban llevando a la democracia española a una encrucijada con riesgos de bloqueo político, acompañados de una corolario inevitable de erosión de la credibilidad y buena funcionalidad del sistema político» (págs. 254-‍255). Al final, tras prácticas negativas y agresivas y las presiones que «se ejercitaron sobre algunos representantes públicos, con escenas de tensión poco ejemplares» (pág. 258), se formó el Gobierno de coalición en enero de 2020.

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Pedro Sánchez. Había partido: de las primaras a la Moncloa es una obra útil para el estudio del sistema de partidos españoles y para entender el proceso que condujo a la formación de los dos Gobiernos de Pedro Sánchez en 2018 y en 2020. En un marco metodológico muy delicado por la conjunción de datos provenientes de la sociología política con los juicios de valor prevenientes de las distintas ideologías, la obra de Tezanos mantiene un punto de equilibrio donde el análisis científico es compatible con los recuerdos del protagonista de la historia que se narra. En todo caso, lo más valioso es la descripción de una operación política donde una fracción relevante de un partido logró la expulsión de su máximo dirigente y, a continuación, el dirigente descabalgado logró recuperar la dirección. Es un hecho tan inhabitual en la vida de los partidos que la minuciosa descripción de este proceso ya justifica por sí sola la obra.

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[1]

Otro ejemplo interesante de la territorialización del poder en los partidos aparece en las memorias de José María Barreda en las que se explica cómo José Bono, tras acceder a la Presidencia de la Comunidad Autónoma, fue controlando las organizaciones provinciales del PSOE (Historia vivida, historia construida cit., págs. 240-‍244).