Escrita con un claro y fresco lenguaje académico, la obra que analizamos adopta una perspectiva sugerente, objetiva y sólidamente fundamentada, una característica particularmente valiosa en estudios que, como es el caso del presente, afrontan temáticas especialmente controvertidas, como son las identidades nacionales o la secesión de parte de un territorio de un Estado. Se emplea en todo momento un lenguaje didáctico, lo que hace sencillo la comprensión del texto, incluso cuando se abordan complejos dilemas jurídicos y cuestiones no exentas de controversia, al envolver directamente no pocas pasiones políticas. Una monografía que cuenta con el apoyo de una rica bibliografía y que incluye un completo índice de materias al final de la misma.

Se trata de un estudio interdisciplinar, dirigido a estudiosos del derecho, las ciencias políticas, la sociología o la historia, bien estructurado, con un estilo claro que aborda tres complejos casos de tensiones territoriales, jurídicas, políticas y culturales, como son los de Quebec, Escocia y Cataluña, con diferentes precedentes históricos, legales y sociales, aunque también con sorprendentes similitudes que afectan tanto a los problemas como a sus características y a los propios actores sociales implicados.

Al estar redactado con frecuente recurso a una inteligente ironía, hace su lectura particularmente placentera al lector inteligente, aunque pueda dificultarla a quien no sea capaz de comprender tan peculiar lenguaje.

La obra aborda la doble faceta inherente en todo texto constitucional, la de la regulación del poder y la de la articulación de los derechos, llamados inevitablemente a evolucionar y cambiar, de modo parejo a la propia evolución y cambios que experimentan las diversas sociedades humanas a lo largo de las sucesivas generaciones.

Independientemente de su ubicación geográfica o tradición jurídica, cada Estado (y Canadá, Reino Unido y España no son excepciones) tendrá una cultura constitucional única y particular, que refleja su propia historia y contexto, en la gestión de sus asuntos. En nuestra opinión, este es uno de los principales méritos de este libro, estudiar la historia de Quebec, Escocia y Cataluña y su articulación en cada uno de los países citados, Canadá, Reino Unido y España. Un estudio académico que tiene un valor especial por el profundo conocimiento de estas tres sociedades, países y sistemas jurídicos diferentes demostrado por los autores.

Un concepto, el de cultura constitucional, que es flexible, por lo que no siempre resulta fácil de captar, comprender y definir. Algunos de sus aspectos están vinculados a la identidad y tienen gran visibilidad, pero otros son menos obvios y tienden a ser reconocidos y articulados solo cuando se los cuestiona o confronta. Eso hace que la obra sea mucho más compleja porque conviene conocer la forma en que opera el sistema jurídico en su conjunto. En este particular contexto, los autores demuestran un profundo conocimiento de estos tres sistemas jurídicos y son capaces de ofrecer interesantes conclusiones sobre sus sorprendentes e impredecibles similitudes.

El nacionalismo es una característica o circunstancia común de estas tres sociedades, y por esta razón es particularmente oportuno saber cómo se aborda el tema en cada uno de estos países, y es que, como quedase escrito en el diario de sesiones parlamentarias de la III República Francesa, no hay nada más parecido a un obispo que otro obispo.

El libro compara con claridad los diferentes antecedentes históricos de las tres sociedades estudiadas y el complejo conjunto de factores convergentes, a saber: valores políticos, militares, religiosos, lingüísticos, económicos, sociales e identitarios. Se muestra de este modo la evolución de estas sociedades, volviéndose cada día más complejas. Como dicen los autores, un escocés que sea musulmán de ascendencia bangladesí podría no tener un interés emocional en los conflictos del pasado. Del mismo modo, un individuo blanco que recuerda con irritación a sus abuelos haciendo comentarios hostiles sobre protestantes o católicos, como resultado puede considerar la religión como negativa y divisiva. Similarmente, el acercamiento de un trabajador inmigrante marroquí en Barcelona al dilema nacionalista catalán, o el punto de vista de un taxista sij en Montreal respecto a la cuestión de Quebec, tienen sus propias peculiaridades.

Las minorías también son una importante parte del juego político porque las identidades son cada día más poliédricas. Lo que significa la identidad escocesa, catalana o quebequense es un dilema complicado y con respuestas multifacéticas, según la persona y el contexto. El libro ayuda a comprender esta complejidad, con una perspectiva muy equilibrada. Una tarea no fácil de realizar y que, a nuestro juicio, está magistralmente resuelta.

El libro realiza un estudio muy detallado sobre la regulación y configuración del poder, analizando las principales características del Estado, la distribución de competencias entre autoridades estatales y subestatales y el ejercicio del poder legislativo, ejecutivo y judicial, con un uso certero de las herramientas del derecho comparado. Este enfoque es particularmente útil para comprender las particularidades de los casos escocés, quebequense y catalán, y su evolución hasta nuestros días, así como el equilibrio entre partidos políticos, las diversas fuerzas en juego y las diferentes sensibilidades en cada caso y contexto. Se deja claro que cada modelo tiene sus particularidades. La devolución no es lo mismo que el federalismo, ni siquiera el cuasifederalismo.

Como dicen García Oliva y Hall, cada caso es único, con su propia y compleja dinámica jurídica, política y cultural, lo que significa que incluso el mismo observador podría considerar que el camino óptimo para Escocia y el Reino Unido no necesariamente coincide con la solución más adecuada para Quebec y Canadá, o Cataluña y España. Los autores admiten que no están aportando ideas sobre qué opción podría ser preferible con respecto a la secesión y el statu quo. Estamos de acuerdo con su afirmación de que, en términos legales, un cambio de la magnitud de la secesión no es simplemente un cambio más en la cultura constitucional, susceptible de alterar las disposiciones de gobierno y los poderes de las cámaras legislativas, sino que es algo llamado a sacudir el sistema.

El objetivo principal de este trabajo, no es determinar si la independencia es o no el camino óptimo para alguno de los tres contextos analizados. Consideran los autores que las constituciones encarnan las reglas y expectativas de una sociedad, para centrarse a continuación en cómo podría la secesión (y su simultáneo terremoto constitucional) cambiar estas reglas y expectativas, y qué significarían para la protección de los derechos básicos. Una obra, en suma, que hace especial hincapié en la necesidad de centrarnos en los concretos valores que pueden ser efectivamente compartidos en cada una de las culturas constitucionales analizadas y que nos invita a la reflexión sobre cuestiones complejas, con un lenguaje sencillo e inteligente, algo tan necesario en sociedades en que, por fortuna, no todos pensamos lo mismo.