Reseña

Reseña

Mainer Baqué, Juan. (2020). Consagrar la distinción, producir la diferencia: una historia del Instituto de Huesca a través de sus catedráticos (1845-1931). Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses. 445 pp. ISBN: 978-84-8127-305-2.

Esta obra de Juan Mainer desarrolla una investigación histórica acerca del actual Instituto de Educación Secundaría Ramón y Cajal, antiguo Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Huesca creado en 1845. Un centro muy ligado al desarrollo de la ciudad de Huesca y que se considera imprescindible para el sostenimiento y la reproducción del orden social y cultural. Mainer nos permite recorrer los primeros ochenta y cinco años de existencia del instituto a través de quienes fueron sus profesores con el principal propósito de contribuir a pensar la educación como un problema social, algo que sin duda consigue. Lo hace presentando tres historias en una: la del instituto, la de sus profesores y la de Huesca.

Después de un primer bloque en el que se abordan cuestiones más generales en relación a la segunda enseñanza, el ocaso de la Universidad de Huesca y el inicio del Instituto Provincial, se presentan tres bloques más que profundizan en la vida de casi medio centenar de catedráticos que prestaron sus servicios en el instituto. Esto nos hace reflexionar sobre el papel del instituto, sus trabajadores y las luchas de poder que se daban con actores internos y externos. Organizados cronológicamente y en relación a su contexto histórico, los docentes se agrupan en: catedráticos isabelinos, catedráticos de la restauración y catedráticos del regeneracionismo.

El Instituto de Huesca en el modo de educación tradicional elitista (1845-1931) es el título del primer bloque. Necesario. Nos sitúa no solo en el contexto histórico sino también educativo antes de sumergirnos en las vidas de sus actores principales. Resulta clave para entender los inicios de la enseñanza media, cuya creación fue inseparable del fin de la universidad escolástica y de la erección del nuevo modelo tradicional elitista. Es en 1845 cuando una institución sustituye a la otra en Huesca, un acontecimiento que se llega a considerar como injusticia histórica y sobre el que Mainer brinda una lectura histórica diferente, teóricamente informada y que aleja a la Sertoriana de cualquier iniquidad.

En el segundo bloque, Los Catedráticos Isabelinos, fundadores de la profesión, se ponen de manifiesto las dificultades para encontrar personal docente cualificado en el momento de creación de los primeros institutos. Estos catedráticos desempeñaron su labor en los primeros treinta años del centro y la mayor parte accedieron al cuerpo sin enfrentarse a la ardua oposición. Son reflejo de la improvisación y la intrusión de diferentes poderes. Podemos destacar a Julián Pérez Muro, clave en los primeros años del instituto, y a Vicente Ventura Solana, indispensable para entender la historia del instituto.

El tercer bloque, Los Catedráticos de la Restauración: la consolidación de un canon socioprofesional, recoge los rasgos identitarios de un cuerpo de catedráticos más estable tras la nueva legislación de 1857 y 1967 y con un nivel académico más reconocido. López Bastarán, con más de treinta y cinco años al frente del instituto, fue el director más carismático del periodo restauracionista. Periodo en el que se produce una paulatina estabilización de la plantilla de catedráticos y cierto cambio ideológico por la incorporación de un profesorado más joven. No varía durante estos años el tipo de alumnado, procedente de las élites y las clases medias propietarias de la capital.

En Los Catedráticos del Regeneracionismo, garantes del canon: tradición y modernización, cuarto y último bloque, encontramos a los auténticos garantizadores del canon profesional. El bachillerato seguía siendo el emblema de la educación tradicional elitista y los catedráticos sus administradores. No obstante, se manifiestan los primeros síntomas de crisis de este modo de educación: el incremento de matrícula, la incorporación de las primeras alumnas y la creación de nuevos centros a partir de 1928 que produciría una desestabilización del orden del cuerpo.

Cambios producidos en la segunda década del siglo XX bajo la dirección de Benigno Baratech, quien también tuvo que hacer frente al problema de las cátedras vacantes.

En definitiva, tres historias conectadas entre sí y a su vez con la Enseñanza Media durante un periodo clave en su devenir y el de sus actores principales. Grandes son las transformaciones que este libro cuenta y duradera la huella que estas dejan, pues, como dice su autor, aún en los institutos actuales resuenan los ecos de la añeja segunda enseñanza.

Álvaro Busnadiego Prieto