Cibercontrol y ciberagresión hacia la pareja en alumnado adolescente: Prevalencia y relaciones con el ciberbullying
Cyber-control and cyber-aggression toward the partner in adolescent students: Prevalence and relationships with cyberbullying
https://doi.org/10.4438/1988-592X-RE-2022-397-544
María-Jesús Cava
https://orcid.org/0000-0001-7737-9424
Sofía Buelga
https://orcid.org/0000-0001-7434-4752
Universidad de Valencia
Laura Carrascosa
https://orcid.org/0000-0002-3392-4678
Universidad Internacional de Valencia
Resumen
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) ofrecen nuevas oportunidades educativas y son fundamentales en las relaciones sociales del alumnado. Sin embargo, el uso de estas tecnologías puede tener también consecuencias negativas. El alumnado adolescente puede utilizar estas tecnologías para controlar y agredir a su pareja, de forma similar al uso que hacen de las TICs algunos alumnos para agredir a sus compañeros. El objetivo de este estudio fue analizar la prevalencia de diversas conductas de cibercontrol y ciberagresión a la pareja en chicos y chicas adolescentes y examinar sus relaciones con el ciberbullying. 594 adolescentes (56.7% chicas, 43.3% chicos), entre 12 y 17 años, que tenían pareja o la habían tenido en los 12 meses previos participaron en este estudio. Los resultados indicaron una prevalencia mayor de las conductas de cibercontrol hacia la pareja (entre 8.2% y 26.8%) comparadas con las conductas de ciberagresión, tales como insultos, amenazas o difusión de rumores maliciosos (entre 2% y 5.4%). La prevalencia de las conductas de cibercontrol fue similar en chicos y chicas, pero algunas conductas de ciberagresión mostraron mayor prevalencia en los chicos. Chicos y chicas adolescentes con conductas frecuentes de cibercontrol y ciberagresión hacia la pareja mostraron puntuaciones más altas en perpetración de ciberbullying, tanto directo como indirecto. No obstante, el ciberbullying directo fue un mejor predictor de la ciberagresión a la pareja y el ciberbullying indirecto del cibercontrol a la pareja. Estos resultados constatan importantes relaciones entre el ciberbullying y la ciberviolencia de pareja en alumnado adolescente y son de utilidad para el desarrollo de programas de prevención. Teniendo en cuenta las relaciones observadas entre ambos tipos de conductas problemáticas en adolescentes, sería conveniente implementar programas para su prevención conjunta en contextos educativos.
Palabras clave: adolescentes, alumnado, ciberbullying, ciberviolencia pareja, prevalencia
Abstract
Information and Communication Technologies (ICTs) offer new educational opportunities and are essential in students’ social relationships. However, the use of these technologies can also have negative consequences. Adolescent students can use these technologies to control and attack their partner, which is similar to way some students use ICTs to attack their classmates. The objective of this study was to analyze the prevalence of various behaviors of cyber-control and cyber-aggression toward the partner in adolescent boys and girls and examine their relationships with cyberbullying. To do so, 594 adolescents (56.7% girls, 43.3% boys) from 12 to 17 years old who had a partner or had had one in the previous 12 months participated in this study. The results indicated a higher prevalence of cyber-control behaviors toward the partner (between 8.2% and 26.8%), compared to cyber-aggression behaviors such as insults, threats, or spreading malicious rumors (between 2% and 5.4%). The prevalence of cyber-control behaviors was similar in boys and girls, but some cyber-aggression behaviors showed a higher prevalence in boys. Adolescent boys and girls with frequent cyber-control and cyber-aggression behaviors toward their partner showed higher scores on cyberbullying perpetration, both direct and indirect. Nevertheless, direct cyberbullying was a better predictor of cyber-aggression toward the partner, and indirect cyberbullying was a better predictor of cyber-control toward the partner. These results show important relationships between cyberbullying and cyber dating violence in adolescent students, and they are useful for the development of prevention programs. Considering the relationships observed between the two types of problematic behaviors in adolescents, it would be advisable to implement programs for their joint prevention in educational contexts.
Key words: adolescents, students, cyberbullying, cyber dating violence, prevalence
Actualmente, las. Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) son fundamentales para el alumnado adolescente, por su creciente influencia en las relaciones sociales que mantienen con sus compañeros de clase, con sus amigos y en sus primeras relaciones románticas (Baker y Carreño, 2016; Mosley y Lancaster, 2019; Smith et al., 2018; Stonard, 2020). Los adolescentes utilizan cada vez más las TICs en su vida cotidiana, tanto con finalidades académicas como para iniciar y mantener relaciones sociales. Así, según datos del informe del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2020), sobre uso de dispositivos móviles e internet en España, un 94.5% de los niños y adolescentes entre 10 y 15 años utilizan internet y un 69.5% disponen de un teléfono móvil propio. Mientras a los 11 años tienen teléfono móvil el 41.4% de los adolescentes, a los 15 años este porcentaje asciende al 95.7%.
En el ámbito educativo es ampliamente conocida la importancia que las relaciones sociales entre alumnos tienen tanto para el bienestar psicosocial del alumnado como para el proceso de enseñanza-aprendizaje (Arslan, 2021; Turunen et al., 2021). Los alumnos que sufren situaciones de rechazo, exclusión social o acoso escolar muestran mayores dificultades académicas, mientras que, por el contrario, climas escolares integradores y una adecuada calidad en las relaciones entre alumnos favorecen el proceso de aprendizaje (Jiménez et al., 2021). Por ello, es fundamental considerar las dificultades que algunos alumnos pueden tener en sus relaciones y que podrían verse incrementadas con su creciente uso de las TICs. A este respecto, en las últimas décadas se han desarrollado numerosos estudios sobre el ciberbullying y sus consecuencias para la víctima (Buelga et al., 2020; Garaigordobil y Larrain, 2020; González-Cabrera et al., 2019; Machimbarrena et al., 2018; Iranzo et al., 2019).
El ciberbullying hace referencia a la utilización por parte de una o varias personas de dispositivos electrónicos para agredir intencionalmente a alguien que no puede defenderse (Buelga et al., 2020; Marciano et al., 2020). En muchos casos, se trata de una continuación de situaciones previas de acoso escolar entre compañeros -bullying-, que se han originado en el contexto del aula y que continúan de forma online en el espacio virtual (Iranzo et al., 2019). Estas agresiones online pueden realizarse tanto de forma directa como indirecta (Aboujaoude et al., 2015; Buelga et al., 2020; Marciano et al., 2020). Así, en el ciberbullying directo la víctima recibe ataques directos de uno o varios agresores, mediante acciones tales como, por ejemplo, recibir continuos mensajes de texto amenazantes o insultos; mientras que en el ciberbullying indirecto los agresores buscan dañar a la víctima mediante acciones indirectas tales como crear perfiles suyos falsos o entrar en sus cuentas personales para perjudicarle (Walrave et al., 2020). Los alumnos que sufren ciberbullying presentan graves dificultades en su ajuste escolar y bienestar psicosocial (Garaigordobil y Larrain, 2020; Iranzo et al., 2019). Por este motivo, se han elaborado diversos programas para su prevención desde el ámbito educativo (Gaffney et al., 2019; Garaigordobil y Martínez-Valderrey, 2015; Gradinger et al., 2015; Ortega-Barón et al., 2019).
Sin embargo, la ciberviolencia de pareja supone también un grave problema al que se enfrentan un número cada vez mayor de alumnos adolescentes (Caridade et al., 2019; Stonard, 2020). Aunque las primeras relaciones románticas son experiencias vitales positivas para la mayoría de los adolescentes (Smetana et al., 2006), en algunas de estas relaciones surgen situaciones de violencia (Carrascosa et al., 2018; Cava et al., 2021; Viejo, 2014). Además, el uso frecuente que los adolescentes hacen de las TICs está propiciando un incremento de las conductas de agresión y control a la pareja mediante estas tecnologías (Caridade et al., 2019; Cava et al., 2020; Ortega-Barón et al., 2020), si bien existe mayor desconocimiento de esta realidad y hay menos programas de intervención para su prevención desde contextos educativos (Carrascosa et al., 2019; Galende et al., 2020).
La ciberviolencia de pareja se define como la utilización de las TICs para controlar, acosar, amenazar y agredir a la pareja actual, o a parejas previas (Brown y Hegarty, 2018; Peskin et al., 2017; Smith et al. 2018; Temple et al., 2016). Las dos formas principales de ejercer esta ciberviolencia son el cibercontrol y la ciberagresión (Borrajo et al., 2015; Branson y March, 2021; Cava y Buelga, 2018; Víllora et al., 2019a, 2019b). En el cibercontrol se realizan conductas de supervisión constante de la actividad de la pareja en redes sociales y se controlan sus contactos sociales, exigiéndole por ejemplo que elimine contactos, bloquee amigos o elimine fotos. En la ciberagresión se incluyen los insultos y amenazas directos a la pareja, y la difusión en redes sociales de rumores, fotos, videos o comentarios sobre ella humillantes y denigrantes, o la amenaza de difundirlos. La ciberviolencia de pareja tiene algunas diferencias importantes con la violencia de pareja fuera de redes sociales, que la hacen especialmente dañina para la víctima. En el espacio virtual las agresiones y el control a la pareja pueden realizarse en cualquier momento del día y la noche y desde cualquier lugar, siendo constante la posibilidad de acceder a la víctima (Borrajo et al., 2015; Paat y Markham, 2021; Peskin et al., 2017; Stonard, 2020; Zweig et al., 2013). Además, las redes sociales permiten que fotos, comentarios y videos humillantes de la pareja puedan difundirse rápidamente a gran número de personas, incrementando así los sentimientos de indefensión de la víctima que se siente incapaz de controlar la información personal que está siendo difundida (Hancock et al., 2017; Stonard, 2020; Temple et al., 2016).
Tanto la ciberviolencia de pareja como el ciberbullying utilizan las TICs como medio para dañar a la víctima y, por tanto, comparten bastantes características (Caridade et al., 2019; Walrave et al., 2020). Aunque en la ciberviolencia de pareja existe una relación romántica, ya sea actual o previa, entre agresor y víctima, y un posible mayor conocimiento sobre información privada de la víctima que puede ser humillante para ella si es difundida (Stonard, 2020); tanto en el ciberbullying como en la ciberviolencia de pareja el agresor puede mantener su anonimato, si lo desea, y el acceso a la víctima es constante (Walrave et al., 2020). También, el uso de la TICs en ambos tipos de violencia facilita la desinhibición de las conductas agresivas al no observarse directamente las consecuencias para la víctima ni tener que afrontar sus reacciones (Suler, 2004). A este respecto, Stonard (2020) ha destacado que algunas conductas que nunca se harían cara a cara sí que se hacen utilizando las tecnologías digitales. Estas características comunes al ciberbullying y la ciberviolencia de pareja podrían explicar que aquellos alumnos que usan con frecuencia las TICs para agredir a sus compañeros también las utilicen para agredir y controlar a su pareja. Estos alumnos podrían haber integrado esta forma de agresión como parte de sus conductas y de su forma habitual de reaccionar ante conflictos interpersonales. Los procesos de aprendizaje social y la falta de autocontrol, que permiten explicar las agresiones online (Curry y Zavala, 2020; Van Ouytsel et al., 2020), podrían iniciarse en el contexto de las relaciones con los iguales y continuarse posteriormente en las primeras relaciones románticas. De hecho, los vínculos entre el ciberbullying y la ciberviolencia de pareja han sido sugeridos en estudios previos (Caridade et al., 2019; Machimbarrena et al., 2018); así como también diversas investigaciones han constatado la existencia de relaciones entre el bullying y la violencia de pareja en adolescentes (Zych, 2021). No obstante, hay todavía aspectos importantes que necesitan mayor investigación. Así, por ejemplo, convendría analizar en qué medida los diferentes tipos de ciberbullying, directo e indirecto, pueden estar más o menos vinculados con las distintas formas de ciberviolencia de pareja, cibercontrol y ciberagresión. Mientras el ciberbullying directo y la ciberagresión a la pareja comparten la realización de ataques directos a la víctima, tanto en el ciberbullying indirecto como en el cibercontrol a la pareja no hay agresión directa. Los nexos entre ciberbullying directo y ciberagresión a la pareja podrían ser, por tanto, mayores; ya que son formas directas de agresión online que podrían estar interiorizadas en el reportorio conductual de algunos adolescentes mediante procesos de aprendizaje social (Curry y Zavala, 2020). Asimismo, los vínculos entre ciberbullying indirecto y cibercontrol a la pareja podrían ser también mayores, debido a la interiorización en algunos adolescentes del uso de las formas indirectas de agresión, más centradas en dañar y controlar las relaciones sociales de la víctima.
Por otra parte, si bien hay estudios que han analizado la prevalencia del cibercontrol y la ciberagresión a la pareja en adolescentes, sería conveniente conocer de modo más detallado qué conductas concretas son más frecuentes para poder intervenir de forma más específica sobre esas conductas; analizando además posibles diferencias entre chicos y chicas en estas conductas. Estudios previos han indicado que entre un 12% y 33% de adolescentes realizan alguna conducta de ciberviolencia hacia su pareja (Peskin et al., 2017; Smith et al., 2018; Zweig et al., 2013), siendo mayor la prevalencia del cibercontrol (Borrajo et al., 2015; Cava et al., 2020; Muñiz-Rivas et al., 2019). En cuanto a conductas concretas, Calvete et al. (2021) constataron que enviar mensajes insultantes y/o amenazantes a la pareja era la forma de agresión directa online más frecuente en adolescentes y utilizar el móvil o internet para controlar dónde ha estado la pareja y con quién era la forma de cibercontrol más frecuente. Sin embargo, posibles diferencias entre chicos y chicas en estas conductas no han sido analizadas; y los estudios previos sobre diferencias de género en perpetración de ciberviolencia de pareja no son concluyentes. Así, algunos estudios no han observado diferencias significativas (Smith et al., 2018; Zweig et al., 2013), otros (Muñiz-Rivas et al., 2019) señalan mayor implicación de los chicos en ciberagresión contra la pareja (3.6% chicos; 1.5% chicas) y otros (Calvete et al., 2021) una mayor implicación de las chicas en el cibercontrol. Por tanto, es necesario profundizar más en las diferencias de género en estas conductas, y explorar si la relación entre ciberbullying y ciberviolencia de pareja es similar o diferente en chicos y chicas.
Además, otra cuestión importante a considerar al analizar las posibles diferencias entre chicos y chicas, y en especial en su relación con el ciberbullying, es la necesidad de distinguir entre implicación frecuente u ocasional en la ciberviolencia de pareja. Las conductas ocasionales de ciberviolencia de pareja en adolescentes se han relacionado con su falta de experiencia previa en relaciones de pareja, su uso de formas torpes de cortejo y sus creencias en algunos mitos del amor romántico que asocian control y amor (Cava et al., 2020; Viejo, 2014). Sin embargo, la realización frecuente de estas conductas podría indicar un peor ajuste psicosocial del adolescente y estar, por tanto, más vinculada con la realización de otras conductas problemáticas, como el ciberbullying. La frecuencia y tipo de ciberviolencia de pareja que ejercen chicos y chicas debería, por tanto, incluirse en el análisis de su relación con la perpetración de ciberbullying.
Teniendo en cuenta la relevancia de esta problemática, en este estudio se plantearon los siguientes objetivos: (1) analizar la prevalencia de conductas concretas de cibercontrol y ciberagresión hacia la pareja realizadas por chicos y chicas adolescentes, considerando posibles diferencias de género. (2) analizar las correlaciones entre la realización de conductas de cibercontrol a la pareja, ciberagresión a la pareja, ciberbullying indirecto y ciberbullying directo, en chicos y chicas. (3) examinar las diferencias en perpetración de ciberbullying (indirecto y directo) en función de la frecuencia (nunca, ocasional y frecuente) con que chicos y chicas realizan conductas de cibercontrol y ciberagresión contra la pareja. (4) analizar la asociación del ciberbullying indirecto y el ciberbullying directo con las conductas de cibercontrol y de ciberagresión contra la pareja en chicos y chicas. Respecto a estos objetivos, se establecieron como hipótesis: (1) La prevalencia de las conductas de cibercontrol será mayor que la prevalencia de las conductas de ciberagresión, tanto en chicos como en chicas, existiendo además diferencias de género significativas en algunas conductas concretas (2) Las conductas de cibercontrol y de ciberagresión contra la pareja mostrarán correlaciones positivas significativas con la perpetración de ciberbullying, en chicos y chicas. (3) Los chicos y chicas con conductas frecuentes de cibercontrol y ciberagresión contra la pareja mostrarán puntuaciones mayores en perpetración de ciberbullying, indirecto y directo, comparados con aquellos que no realizan nunca estas conductas. (4) El ciberbullying directo mostrará mayores vínculos con ciberagresión a la pareja que el ciberbullying indirecto; mientras que el ciberbullying indirecto tendrá mayores vínculos con el cibercontrol a la pareja.
De una muestra inicial de 1063 alumnos de enseñanza secundaria de tres centros educativos de la Comunidad Valenciana, se incluyó en este estudio a aquellos que tenían pareja o la habían tenido durante los 12 meses anteriores. Previamente, se les detalló que considerasen como relación de pareja a una relación romántica que para ellos hubiera sido significativa y que hubiera tenido una duración mayor a una única cita. En caso de haber tenido varias relaciones de pareja durante los 12 meses previos, se les indicó que contestaran las preguntas pensando en su última relación. La muestra final quedó conformada por 594 alumnos (43.3% chicos, 56.7% chicas), entre 12 y 17 años (M=14.31; DT=1.58). La edad media de chicos (M=14.22; DT=1.59) y chicas (M=14.37; DT=1.57) fue similar. La mayoría de los alumnos tenían 13 años (25%), 14 años (19.1%) y 15 años (18.6%), siendo menores los porcentajes de alumnos de 12 años (12.6%), 16 años (11.6%) y 17 años (13.1%). Respecto a la duración de su relación de pareja, la mayoría (52.9%) indicaron entre 1 y 6 meses, 15.8% indicaron menos de 1 mes, 17.5% entre 6 meses y 1 año, y un 13.4% de los alumnos indicaron una duración superior a 1 año.
Escala de Ciber-Violencia en Parejas Adolescentes, Cib-VPA (Cava y Buelga, 2018). Esta escala consta de dos subescalas: ciberviolencia ejercida y ciberviolencia sufrida. En este estudio se utilizó únicamente la subescala de ciberviolencia ejercida, que está compuesta por 10 ítems integrados en dos factores: cibercontrol y ciberagresión. El factor de cibercontrol incluye 5 ítems que describen diversas conductas de control de las actividades y las relaciones sociales de la pareja mediante los dispositivos electrónicos (p.e., “Le he hecho eliminar o bloquear amigos/as de sus redes o móvil para que no tenga contacto con ellos”). El factor de ciberagresión consta de 5 ítems que describen diferentes conductas que implican agresión y daño directos a la pareja utilizando los dispositivos electrónicos (p.e., “He insultado o amenazado por privado a mi chico/a”). Los alumnos indican la frecuencia con que realizan estas conductas con cuatro opciones: 1 (nunca), 2 (algunas veces), 3 (bastantes veces), 4 (siempre). La fiabilidad (a de Cronbach) en esta muestra fue .74 para el factor cibercontrol y .88 para el factor ciberagresión.
Escala de Ciberbullying-Agresor, CYB-AGS (Buelga et al., 2020). Esta escala consta de 18 ítems agrupados en dos factores: ciberbullying directo y ciberbullying indirecto. El factor de ciberbullying directo incluye 10 ítems que describen diferentes situaciones de agresión directa utilizando dispositivos electrónicos (p.e., “He criticado o me he burlado de comentarios, fotos o videos que una persona ha subido en redes sociales o en grupos como el WhatsApp”). El factor de ciberbullying indirecto consta de 8 ítems que describen situaciones en las que el daño a la víctima con los dispositivos electrónicos se realiza de forma indirecta (p.e., “He creado en Internet un perfil falso con datos personales de alguien para decir o hacer cosas malas, haciéndome pasar por él/ella”). Los alumnos contestan indicando con qué frecuencia han realizado estas conductas en los últimos 12 meses: 1 (nunca), 2 (una o dos veces), 3 (de tres a cinco veces), 4 (de seis a diez veces), 5 (más de diez veces). La fiabilidad (a de Cronbach) en esta muestra fue .90 para el factor ciberbullying directo y .82 para ciberbullying indirecto.
Para la selección de los participantes se contactó con varios centros educativos para solicitar una primera reunión. En esta reunión se les informó de forma detallada sobre los objetivos del estudio, se resolvieron dudas y se pidió su participación. Los tres centros educativos con los que se contactó y se realizó esta reunión inicial aceptaron participar. También las familias de los alumnos fueron informadas por carta sobre los objetivos de investigación, la confidencialidad de los datos obtenidos y la posibilidad de contactar con el equipo de investigación para ampliar información; al tiempo que se les solicitaba su consentimiento para la participación de sus hijos. Sólo un 2% de familias indicaron su deseo de que sus hijos no participaran. Los alumnos cumplimentaron las escalas en sus aulas habituales, con presencia de algún miembro del equipo investigador. Previamente, los alumnos fueron informados de la voluntariedad de su participación, la posibilidad de abandonar el estudio en cualquier momento y la confidencialidad de todos los datos. Se les insistió en la importancia de su sinceridad al responder. Ningún alumno rechazó participar.
En primer lugar, se analizó la frecuencia de diferentes conductas de cibercontrol y ciberagresión a la pareja realizadas por chicos y chicas, analizando posibles diferencias de género mediante c2. y el tamaño del efecto con la V de Cramer. A continuación, se calcularon las correlaciones (Pearson) entre las variables de cibercontrol, ciberagresión, perpetración de ciberbullying indirecto y perpetración de ciberbullying directo, en chicos y chicas por separado; así como los estadísticos descriptivos (M, DT) de estas variables, analizando la significación de las diferencias de medias entre chicos y chicas mediante la prueba t de Student. Posteriormente, se compararon las puntuaciones en perpetración de ciberbullying indirecto y ciberbullying directo entre alumnos con diferente implicación (nunca, ocasional y frecuente) en conductas de cibercontrol y ciberagresión a la pareja mediante análisis multivariantes (MANOVA). Siguiendo criterios utilizados en estudios previos (Marini et al., 2006), se utilizó la media + 1DT como punto de corte para diferenciar entre adolescentes con implicación frecuente y ocasional. Los adolescentes con puntuaciones superiores a la media + 1DT en cibercontrol (chicas: puntuación > 1.48; M = 1.17, DT = 0.31; chicos: puntuación > 1.56; M = 1.21, DT = 0.35) se asignaron al grupo de “Cibercontrol frecuente” (19.5% de los chicos; 12.2% de las chicas), aquellos con puntuaciones inferiores a este punto de corte se asignaron al grupo “Cibercontrol ocasional” (16% de los chicos; 23.7% de las chicas), y los que indicaron no realizar nunca estas conductas fueron asignados al grupo “Cibercontrol nunca” (64.5% de chicos; 64.1% de chicas). Este mismo criterio (chicas: puntuación > 1.21; M = 1.03, DT = 0.18; chicos: puntuación > 1.36; M = 1.08, DT = 0.28) fue utilizado para diferenciar entre adolescentes con implicación frecuente en ciberagresión a la pareja (a este grupo se asignaron el 9.7% de los chicos y el 9% de las chicas), implicación ocasional (4.3% de los chicos; 3.3% de las chicas) y no implicados (86% de chicos; 94.1% de chicas). Finalmente, se realizaron análisis de regresión para estimar, en chicos y chicas, la capacidad predictiva del ciberbullying indirecto y directo en las variables de cibercontrol y de ciberagresión a la pareja.
En la Tabla I se muestra la prevalencia de las diferentes conductas de cibercontrol y ciberagresión a la pareja. En esta tabla se observa una prevalencia mayor de las conductas de cibercontrol (ítems 1 a 5), sin diferencias significativas entre chicos y chicas. La conducta de cibercontrol con mayor prevalencia es “mostrar enfado si la pareja está en línea y no contesta enseguida”, con un 26.8% de adolescentes que la realizan (18.9% lo hacen algunas veces y 7.9% bastantes veces/siempre), mientras que la prevalencia menor corresponde a “hacer eliminar o bloquear amigos” con un 8.2% (5.6% la realizan algunas veces y 1.7% bastantes veces/siempre). La conducta de ciberagresión realizada con mayor frecuencia es “enviar o subir a redes sociales fotos, videos o mensajes que la pareja no quería que la gente viese sin su permiso” (5.4%), siendo su prevalencia significativamente mayor en chicos (8.9%) que en chicas (2.7%). También los chicos realizan con más frecuencia las conductas de ciberagresión de “contar rumores o mentiras sobre su chica en redes sociales” (5.9% chicos; 1.8% chicas) y “hacer comentarios públicos sobre la pareja en internet y grupos de WhatsApp que le han hecho sentir mal” (8.2% chicos; 2.1% chicas). La ciberagresión realizada con menor frecuencia (2%) es “decir a la pareja que, si corta, dirá o publicará en redes sociales cosas personales suyas”.
TABLA I. Prevalencia de las conductas de cibercontrol y ciberagresión hacia la pareja en alumnado adolescente.
Nunca |
Algunas veces |
Bastantes veces/ Siempre |
c2 |
V de Cramer |
|
1. Muestro enfado si veo que mi chico/a está en línea y no me contesta enseguida Chicos Chicas Total |
190(73.9%) 245(72.7%) 435(73.2%) |
46(17.9%) 66(19.6%) 112(18.9%) |
21(8.2%) 26(7.7%) 47(7.9%) |
.29 (p=.866) |
.02 |
2. Estoy pendiente de si mi chico/a está en línea en el móvil o conectado a redes sociales Chicos Chicas Total |
208(80.9%) 289(85.8%) 497(83.7%) |
31(12.1%) 36(10.7%) 67(11.3 %) |
18(7%) 12(3.6%) 30(5.1%) |
4.07 (p=.130) |
.08 |
3. No le dejo chatear con algunos amigos/as y si lo hace me enfado y le hago sentir mal Chicos Chicas Total |
221(86.0%) 293(86.9%) 514(86.5%) |
29(11.3%) 36(10.7%) 65(10.9%) |
7(2.7%) 8(2.4%) 15(2.6%) |
.13 (p=.935) |
.02 |
4. Le he hecho eliminar o bloquear amigos/as de sus redes o móvil para que no tenga contacto con ellos Chicos Chicas Total |
233(90.7%) 318(94.4%) 551(92.8%) |
20(7.8%) 13(3.9%) 33(5.6%) |
4(1.6%) 6(1.8%) 10(1.7%) |
4.30 (p=.116) |
.09 |
5. Me pongo celoso/a por comentarios, fotos o vídeos suyos en redes sociales y se los hago eliminar Chicos Chicas Total |
227(88.3%) 307(91.1%) 534(89.9%) |
18(7%) 23(6.8%) 41(6.9%) |
12(4.7%) 7(2.1%) 19(3.2%) |
3.19 (p=.202) |
.07 |
6. He contado rumores o mentiras sobre mi chico/a en redes sociales Chicos Chicas Total |
242(94.2%) 331(98.2%) 573(96.5%) |
10(3.9%) 4(1.2%) 14(2.4%) |
5(2%) 2(0.6%) 7(1.2%) |
7.03* (p=.030) |
.11 |
7. He insultado o amenazado por privado a mi chico/a Chicos Chicas Total |
241(93.8%) 327(97%) 568(95.6%) |
11(4.3%) 7(2.1%) 18(3%) |
5(2%) 3(0.9%) 8(1.4%) |
3.70 (p=.157) |
.08 |
8. Le he dicho que, si corta conmigo, diré o publicaré en redes sociales cosas personales suyas Chicos Chicas Total |
248(96.5%) 334(99.1%) 582(98%) |
4(1.6%) 1(0.3%) 5(0.8%) |
5(2%) 2(0.6%) 7(1.2%) |
5.11 (p=.078) |
.09 |
9. He hecho comentarios públicos sobre mi chico/a en Internet o en grupos de WhatsApp que le han hecho sentir mal Chicos Chicas Total |
236(91.8%) 330(97.9%) 566(95.3%) |
16(6.2%) 5(1.5%) 21(3.5%) |
5(2%) 2(0.6%) 7(1.2%) |
12.10** (p=.002) |
.14 |
10. He enviado o subido a redes sociales fotos, videos o mensajes que no quería que la gente viese sin su permiso Chicos Chicas Total |
234(91.1%) 328(97.3%) 562(94.6%) |
18(7%) 6(1.8%) 24(4%) |
5(1.9%) 3(0.9%) 8(1.4%) |
11.66** (p=.003) |
.14 |
Nota: Frecuencia (%); *p <.05, **p<.01
En la Tabla II se observan correlaciones positivas significativas entre cibercontrol y ciberagresión a la pareja, y entre ambas formas de ciberviolencia de pareja y el ciberbullying indirecto y directo, tanto en chicos como en chicas Algunas correlaciones fueron significativamente más elevadas en las chicas que en los chicos. Es el caso de las correlaciones entre cibercontrol y ciberagresión a la pareja (r = .39 en chicos; r = .52 en chicas; Z = -1.976; p < .05), entre cibercontrol a la pareja y ciberbullying indirecto (r = .28 en chicos; r = .44 en chicas; Z = -2.216; p <.05) y entre ciberagresión a la pareja y ciberbullying directo (r = .36 en chicos; r = .59 en chicas; Z = -3.61; p <.01). Respecto a diferencias de género, los chicos obtuvieron puntuaciones significativamente superiores en ciberagresión a la pareja, ciberbullying indirecto y ciberbullying directo.
TABLA II. Correlaciones entre variables (chicos en la parte superior de la diagonal), medias y desviaciones típicas.
Cibercontrol Pareja |
Ciberagresión Pareja |
Cyberbullying Indirecto |
Cyberbullying Directo |
|
Cibercontrol Pareja |
.39** |
.28** |
.23** |
|
Ciberagresión Pareja |
.52** |
.29** |
.36** |
|
Ciberbullying Indirecto |
.44** |
.35** |
.65** |
|
Ciberbullying Directo |
.33** |
.59** |
.68** |
|
Chicos M (DT) |
1.21 (.35) |
1.08** (.28) |
1.49** (.58) |
1.16* (.38) |
Chicas M (DT) |
1.17 (.31) |
1.03** (.18) |
1.38** (.47) |
1.09* (.31) |
Nota: *p <.05, **p <.01, ***p <.001
En la Tabla III se detallan las diferencias en ciberbullying (indirecto y directo) en función de la diferente implicación (nunca, ocasional y frecuente) del alumnado en cibercontrol a la pareja. En los chicos, aquellos con conductas frecuentes de cibercontrol mostraron puntuaciones significativamente mayores en ciberbullying directo e indirecto que los que no realizan nunca estas conductas. No se observaron diferencias significativas en ciberbullying directo ni indirecto entre los chicos con conductas ocasionales de cibercontrol y los que no lo realizan. En las chicas, aquellas con conductas frecuentes de cibercontrol a la pareja mostraron puntuaciones mayores en ciberbullying directo e indirecto, comparadas con las que no realizan nunca estas conductas y aquellas que las realizan ocasionalmente. Las chicas con conductas de cibercontrol ocasional tuvieron puntuaciones mayores en ciberbullying indirecto que las que no lo realizan.
TABLA III. Medias (y desviaciones típicas) en ciberbullying indirecto y directo en chicos y chicas con diferente implicación en cibercontrol a la pareja.
CHICOS |
||||||
Cibercontrol nunca (1) |
Cibercontrol ocasional (2) |
Cibercontrol frecuente (3) |
p |
h 2 |
Post-hoc |
|
M (DT) |
M (DT) |
M (DT) |
||||
Ciberbullying Indirecto |
1.38(0.50) |
1.58(0.48) |
1.84(0.75) |
<.001 |
.098 |
1<3 |
Ciberbullying Directo |
1.10(0.31) |
1.18(0.36) |
1.36(0.55) |
<.001 |
.068 |
1<3 |
CHICAS |
||||||
Cibercontrol nunca (1) |
Cibercontrol ocasional (2) |
Cibercontrol frecuente (3) |
p |
h 2 |
Post-hoc |
|
M (DT) |
M (DT) |
M (DT) |
||||
Ciberbullying Indirecto |
1.27(0.40) |
1.42(0.40) |
1.88(0.62) |
<.001 |
.170 |
1<3, 1<2, 2<3 |
Ciberbullying Directo |
1.06(0.27) |
1.08(0.18) |
1.27(0.57) |
<.001 |
.048 |
1<3, 2<3 |
A continuación (Tabla IV), se muestran las diferencias en ciberbullying indirecto y directo según la diferente implicación (nunca, ocasional y frecuente) en ciberagresión a la pareja. Chicos y chicas con conductas frecuentes de ciberagresión a la pareja mostraron puntuaciones significativamente mayores en ciberbullying indirecto y directo, que chicos y chicas que no realizan estas conductas o que lo hacen ocasionalmente. Las chicas con ciberagresiones ocasionales hacia la pareja mostraron también puntuaciones superiores en ciberbullying indirecto, comparadas con las que no las realizan nunca.
TABLA IV. Medias (y desviaciones típicas) en ciberbullying indirecto y directo en chicos y chicas con diferente implicación en ciberagresión a la pareja.
CHICOS |
||||||
Ciberagresión nunca (1) |
Ciberagresión ocasional (2) |
Ciberagresión frecuente (3) |
p |
h 2 |
Post-hoc |
|
M (DT) |
M (DT) |
M (DT) |
||||
Ciberbullying Indirecto |
1.44(0.55) |
1.75(0.31) |
1.93(0.72) |
<.001 |
.072 |
1<3 |
Ciberbullying Directo |
1.12(0.34) |
1.14(0.19) |
1.54(0.59) |
<.001 |
.104 |
1<3;2<3 |
CHICAS |
||||||
Ciberagresión nunca (1) |
Ciberagresión ocasional (2) |
Ciberagresión frecuente (3) |
p |
h 2 |
Post-hoc |
|
M (DT) |
M (DT) |
M (DT) |
||||
Ciberbullying Indirecto |
1.34(0.42) |
1.70(0.54) |
2.18(1.08) |
<.001 |
.098 |
1<2, 1<3 |
Ciberbullying Directo |
1.06(0.22) |
1.16(0.19) |
1.96(1.18) |
<.001 |
.212 |
1<3, 2<3 |
Por último, en la Tabla V se muestran los resultados de los análisis de regresión considerando como variables dependientes el cibercontrol y la ciberagresión a la pareja y variables predictoras ciberbullying indirecto y ciberbullying directo. Para el cibercontrol la única variable predictora significativa fue el ciberbullying indirecto, tanto en chicos como en chicas. Esta variable permitió explicar un 7.6% de la varianza en conductas de cibercontrol en chicos, F(1, 255) = 21.947, p < .001, y un 19.5% en chicas, F(1, 334) = 81.967, p < .001. Sin embargo, para la ciberagresión a la pareja el ciberbullying indirecto no fue un predictor significativo, mientras que sí lo fue el ciberbullying directo. Tanto en chicos como en chicas, el ciberbullying directo fue una variable predictora significativa, que permitió explicar un 12.6 % de la ciberagresión a la pareja en chicos, F(1, 255) = 38.025, p < .001, y un 35% de la ciberagresión a la pareja en chicas, F(1, 334) = 181.582, p < .001. Resulta destacable el elevado porcentaje de varianza en ciberagresión explicado por esta única variable en chicas.
TABLA V. Análisis de regresión. Variables dependientes: cibercontrol y ciberagresión
CIBERCONTROL |
||||||
Chicos |
Chicas |
|||||
b |
t |
p |
b |
t |
p |
|
Ciberbullying Indirecto |
.28 |
4.69 |
<.001 |
.44 |
9.05 |
<.001 |
Ciberbullying Directo |
.08 |
.99 |
.322 |
.05 |
.81 |
.420 |
CIBERAGRESIÓN |
||||||
Chicos |
Chicas |
|||||
b |
t |
p |
b |
t |
p |
|
Ciberbullying Indirecto |
.10 |
1.28 |
.203 |
-.09 |
-1.59 |
.113 |
Ciberbullying Directo |
.36 |
6.17 |
<.001 |
.59 |
13.48 |
<.001 |
Un primer objetivo de este estudio fue analizar la prevalencia de diversas conductas de cibercontrol y de ciberagresión a la pareja en alumnado adolescente. Los resultados obtenidos confirmaron que las conductas de cibercontrol tienen mayor prevalencia que las conductas de ciberagresión en adolescentes (Borrajo et al., 2015; Calvete et al., 2021; Muñiz-Rivas et al., 2019), tal y como fue hipotetizado, con porcentajes similares de cibercontrol ejercido por chicos y chicas. La prevalencia de las conductas de cibercontrol osciló en este estudio entre 8.2% (obligar a bloquear o eliminar amigos de sus redes sociales o móvil para que no tengan contacto con ellos) y 26.8% (enfadarse si la pareja está en línea y no contesta enseguida), mientras que la prevalencia de las conductas de ciberagresión osciló entre 2% (amenazar con decir o publicar en redes sociales información personal si corta con la relación) y 5.4% (subir a redes sociales fotos, vídeos o mensajes que no quería que la gente viese sin su permiso).
La mayor prevalencia de las conductas de cibercontrol podría estar asociada a su menor percepción de estas conductas como una forma de ciberviolencia de pareja. Las creencias en ciertos mitos románticos que asocian los celos y el control con el amor, presentes en muchos adolescentes, se han relacionado con su implicación en conductas de cibercontrol a la pareja (Cava et al., 2020; Rodríguez-Castro et al., 2018, 2021), y podrían contribuir a que tengan una menor conciencia de estas conductas como ciberviolencia de pareja. En el contexto educativo sería necesario analizar con los alumnos algunas de estas creencias. Además, puesto que, a diferencia de lo que fue hipotetizado, no se han obtenido diferencias significativas entre chicos y chicas en ninguna conducta de cibercontrol, es importante reflexionar tanto con chicos como con chicas sobre sus creencias y mitos sobre las relaciones románticas. Más específicamente, debería reflexionarse con ellos sobre la necesidad de estar continuamente pendientes de si su chico/a está en línea en el móvil o conectado a redes sociales. En este estudio 5.1% de los adolescentes han reconocido realizar este tipo de control sobre su pareja bastantes veces o siempre, y un 11.3% hacerlo algunas veces. Las TICs están profundamente integradas en la vida de los adolescentes (Baker y Carreño, 2016; Mosley y Lancaster, 2019; Stonard, 2020) y les facilitan enormemente la posibilidad de controlar y supervisar constantemente las actividades que realizan otras personas en el espacio virtual, incluida la pareja. Por ello, el alumnado adolescente precisa tener una mayor formación sobre las consecuencias negativas del control a la pareja, así como incrementar sus competencias para establecer relaciones de pareja saludables y positivas, dada su falta de experiencia previa (Carrascosa et al., 2019; Viejo, 2014). Además, las primeras relaciones de pareja tienen una enorme influencia en las posteriores relaciones de pareja en edad adulta, al consolidarse ciertos patrones de relación que tienden a continuarse (González-Ortega et al., 2008). Por este motivo, es fundamental desarrollar intervenciones con el alumnado sobre estas cuestiones, en las que necesitan formación tanto chicos como chicas.
Por otra parte, las conductas de ciberagresión a la pareja, si bien tienen una prevalencia menor, exigen también una reflexión con el alumnado sobre los daños y las consecuencias negativas que este uso de las TICs tiene para la víctima. Tal y como señala Suler (2004), las TICs favorecen la desinhibición de conductas agresivas que nunca se realizarían cara a cara, dada la distancia emocional con la víctima que estas tecnologías permiten. Así, por ejemplo, que un 4.4% de los adolescentes reconozcan haber insultado o amenazado a su pareja por privado (1.4% bastantes veces o siempre) es un dato que resulta preocupante, y que destaca la necesidad de intervenir con estos adolescentes sobre la utilización que hacen de estas tecnologías. Además, respecto a las conductas de ciberagresión a la pareja, sí que se ha observado en los resultados, en línea con la hipótesis inicial, diferencias de género en algunas conductas concretas. Así, si bien chicos y chicas realizan conductas de ciberagresión a la pareja, los chicos tuvieron porcentajes superiores en las conductas de “contar rumores sobre la pareja en redes sociales” (5.9% chicos; 1.8% chicas), “enviar o subir a redes sociales fotos, videos o mensajes que la pareja no quería que la gente viese sin su permiso” (8.9% chicos; 2.7% chicas) y “hacer comentarios públicos sobre la pareja en internet y grupos de WhatsApp que le han hecho sentir mal” (8.2% chicos; 2.1% chicas). Estas diferencias podrían estar vinculadas con una mayor influencia de las actitudes sexistas en los chicos, observada en algunos estudios previos (Cava et al., 2020; Ramiro-Sánchez et al., 2018). No obstante, las investigaciones sobre diferencias de género en ciberviolencia de pareja son todavía escasos, y estos aspectos deberán analizarse con mayor profundidad en futuras investigaciones.
Los resultados obtenidos confirman también la segunda hipótesis, al constatarse correlaciones positivas entre perpetración de ciberviolencia de pareja y de ciberbullying, en chicos y chicas. Los adolescentes que realizan conductas de ciberbullying también ejercen más cibercontrol y ciberagresión sobre sus parejas. Es posible que los mismos procesos de aprendizaje social y de falta de autocontrol (Curry y Zavala, 2020; Van Ouytsel et al., 2020) y un similar distanciamiento emocional con la víctima (Suler, 2004) estén presentes en ambas formas de violencia perpetrada utilizando las TICs. Asimismo, los datos de este estudio permiten confirmar la tercera hipótesis, puesto que chicos y chicas con conductas frecuentes de cibercontrol y ciberagresión a la pareja mostraron importantes diferencias con aquellos que nunca realizan estas conductas en cuanto a su mayor perpetración de ciberbullying directo e indirecto. Este resultado es especialmente interesante, ya que en aquellos adolescentes con conductas ocasionales de cibercontrol y ciberagresión a la pareja, sus diferencias con los que nunca realizan estas conductas fueron considerablemente menores. Estos datos avalan, por tanto, la existencia de conductas agresivas ocasionales y de escasa gravedad en las parejas adolescentes, posiblemente vinculadas a una escasa experiencia previa en relaciones románticas y al uso de formas torpes y bruscas de cortejo (Carrascosa et al., 2018; Viejo, 2014). Aunque estas agresiones ocasionales reflejan también la necesidad de una mayor educación en el alumnado sobre relaciones de pareja saludables, los casos de cibercontrol y ciberagresión frecuente a la pareja son los que requieren de una detección e intervención tempranas y los que están más vinculados a la perpetración también de ciberbullying.
Por último, respecto a la cuarta hipótesis, relativa a los diferentes vínculos según el tipo de ciberbullying (directo e indirecto) y de ciberviolencia de pareja (cibercontrol y ciberagresión) perpetrados por los adolescentes, los resultados obtenidos confirmaron que el ciberbullying indirecto era mejor predictor para el cibercontrol y el ciberbullying directo para las ciberagresiones a la pareja, tanto en chicos como en chicas. Estos mayores nexos entre el cibercontrol a la pareja y el ciberbullying indirecto podrían estar vinculados con el hecho de que ambos suponen ataques indirectos contra la víctima. Así, en el cibercontrol la víctima puede no conocer que existe este control y supervisión por parte de su pareja y en el ciberbullying indirecto la víctima puede no saber quién está suplantando su identidad o creando perfiles suyos falsos para dañarla. En estos ataques indirectos el ciberagresor podría ser menos impulsivo y la violencia estar más planificada. Por el contrario, en el ciberbullying directo y en las ciberagresiones a la pareja el agresor realiza un ataque directo a la víctima y existe una confrontación directa con ella. Estos ataques directos podrían estar más relacionados con el aprendizaje de formas violentas de responder a conflictos interpersonales, la interiorización de conductas de ciberagresión y las mayores dificultades para el autocontrol. Estos posibles factores explicativos diferenciales de las agresiones online directas e indirectas deberán analizarse más ampliamente en futuras investigaciones.
El presente estudio tiene algunas limitaciones. En primer lugar, al ser un estudio transversal no es posible establecer relaciones de causalidad entre el ciberbullying y la ciberviolencia de pareja, siendo necesario realizar estudios longitudinales para poder conocer cómo estas variables se influyen. Otra limitación es la utilización de autoinformes para la medición de las variables. Aunque este tipo de medición es frecuente en estudios sobre violencia en adolescentes (Muñiz-Rivas et al., 2019), convendría complementar estos datos con otras fuentes y disponer de información aportada por ambos miembros de la pareja. También, una limitación es que algunos adolescentes podrían tener relaciones de pareja en las que ambos miembros realizan conductas de cibercontrol y ciberagresión. Las agresiones mutuas ocasionales tienen una alta prevalencia en parejas adolescentes (Viejo, 2014), pudiendo ser algunos adolescentes al mismo tiempo agresores y víctimas. Este aspecto deberá considerarse en futuros estudios.
No obstante, y a pesar de estas limitaciones, en este estudio se aportan resultados interesantes sobre la prevalencia de diferentes conductas de cibercontrol y ciberagresión a la pareja en alumnado adolescente, observándose mayor prevalencia del cibercontrol. Se constatan, además, fuertes nexos entre las conductas de ciberviolencia de pareja y de ciberbullying perpetradas por chicos y chicas, lo que destaca la necesidad de desarrollar estrategias preventivas conjuntas para ambas problemáticas, haciendo consciente al alumnado de los peligros de un mal uso de las TICs. Una posible gestión inadecuada de las emociones y de los conflictos interpersonales, así como una mayor desinhibición de las conductas agresivas en el espacio virtual, son importantes elementos comunes a ambas formas de violencia online, que justifican la necesidad de intervenir conjuntamente en su prevención. En esta misma línea, existen programas dirigidos a la prevención simultanea de diversas problemáticas en los adolescentes, como la Cuarta-R (Wolfe et al., 2011), así como también programas dirigidos específicamente a la prevención conjunta del bullying y la violencia de pareja offline en adolescentes (Carrascosa et al., 2019; Foshee et al., 2014), cuya efectividad se ha constatado. Por tanto, convendría igualmente desarrollar intervenciones que permitan prevenir conjuntamente el ciberbullying y la ciberviolencia de pareja en el alumnado adolescente.
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Información de contacto: María-Jesús Cava, Universidad de Valencia, Facultad de Psicología. Departamento de Psicología Social. Avda. Blasco Ibáñez, 21, CP 46010, Valencia. E-mail: Maria.J.Cava@uv.es