La transición a la vida adulta en perspectiva de género: jóvenes extutelados después de los 25 años1

Transitioning to adult life from a gender perspective:
care leavers over 25 years of age

https://doi.org/10.4438/1988-592X-RE-2023-399-565

Eduardo Martín

https://orcid.org/0000-0001-8004-9776

Universidad de la Laguna

Carme Montserrat

https://orcid.org/0000-0001-5062-1903

Universidad de Girona

Gemma Crous

https://orcid.org/0000-0002-3177-1356

Universidad de Barcelona

Resumen

Los jóvenes que abandonan el Sistema de Protección Infantil (SPI) deben enfrentarse a un proceso de transición a la vida adulta acelerado y sin los apoyos de los que disponen los jóvenes de la población general. Los estudios que abordan este tema en España, y que se centran en los primeros años -mayoritariamente entre los 18 y los 24 años- señalan que se trata de un colectivo con carencias formativas que dificultan su integración sociolaboral. No obstante, no existen estudios que analicen su situación con una mayor perspectiva temporal. En este estudio se elaboró un cuestionario ad hoc online destinado a jóvenes extutelados que se encontraran en la franja de edad de 25-35 años. Utilizando la técnica de muestreo de la bola de nieve se recogieron 81 cuestionarios. Los principales resultados parecen indicar que a nivel formativo y laboral se encuentran en mejor situación que los que acaban de abandonar el SPI, que manifiestan una mayor satisfacción con su estancia en el SPI que con el apoyo recibido a su salida, y que sufrieron adversidades psicosociales complejas. Se encontraron diferencias de género relevantes. Así, las chicas parecen optar mayoritariamente por la maternidad y por un proyecto familiar en detrimento de uno profesional, manifestándose menos satisfechas con su vida actual que los chicos. Se concluye que la situación de los jóvenes extutelados mejora con el paso del tiempo, pero también que se han tenido que enfrentar a unas adversidades que ponen seriamente en riesgo su inclusión social. Es necesario redoblar esfuerzos en la atención que se le presta a estos jóvenes para que puedan afrontar su proceso de emancipación con unas mínimas garantías de éxito. Además, debe hacerse con un enfoque de género, ya que muchas de las chicas viven este proceso marcado por la maternidad.

Palabras clave: protección infantil, extutelados, transición a la vida adulta, integración sociolaboral, género, satisfacción

Abstract

Youngsters who leave the Child Protection System (CPS) have to deal with an accelerating process transitioning to the adult life, without the support that other youngsters have. The studies that explore this topic in Spain, and which are focused on the first years of this transition –mainly between 18 and 24 years old- highlight that it is a group of people with a lack of training, and this makes it difficult to be included in the working life. However, there are no studies that analyse their situation with a perspective over the time. An online ad hoc questionnaire was designed for care leavers between 25 and 35 years of age. Using the snowball technique, a total of 81 questionnaires were collected. The main findings are signifying that care leavers who are of this age are in a better situation academically and working wise, compared to those who just left the CPS. Moreover, these care leavers have a higher satisfaction with their years at in the CPS compared to the support that they received when they left the CPS, and they explained that they suffered psychosocial complex adversities. Some gender differences were found. Girls seem to go for the maternity option and for building a family project instead of a professional one, and they mention being less satisfied with their life compared to the boys. To conclude, the situation of the care leavers improves over time, but they also had to deal with some adversities that place them in vulnerable situations with regards to social inclusion. It is necessary to place more attention on those care leavers to help them face at least their emancipation process with a guarantee of success. Moreover, it is important to do this within a gender perspective, because of the fact that lots of those girls live this process through the maternity.

Keywords: child protection, care leavers, transitioning to the adult life, social working integration, gender, satisfaction.

Introducción

En España, al igual que sucede en la mayoría de países, la administración pública tiene responsabilidad subsidiaria en la atención a los menores de edad cuando la familia no cubre sus necesidades más básicas, contando para ello con el Sistema de Protección Infantil (SPI). Cuando la situación pone en serio riesgo el desarrollo del niño o niña, se puede proceder a declarar una situación de desamparo, por lo que la administración pública asume la tutela adoptando una medida de protección y ubicando al niño o niña, o bien en acogimiento familiar (con la familia extensa o una ajena), o bien en un centro de acogida o residencial. Estas medidas de protección tienen carácter provisional, y durante su ejecución se intenta trabajar con las familias de cara a una posible reunificación si los motivos que dieron lugar a la declaración de desamparo se superan. En aquellos casos en los que no es posible la reunificación con la familia de origen y el joven llega a la mayoría de edad, se le prepara para la emancipación para cuando abandone el SPI a los 18 años. Según las últimas estadísticas oficiales (Observatorio de la Infancia, 2021), en España había a finales de 2020 un total de 49.171 niños, niñas y adolescentes con alguna medida de protección, de los que el 47% estaban en acogimiento residencial y el 53% en acogimiento familiar. Aunque desde hace años España viene apostando por potenciar los acogimientos familiares, lo cierto es que el número de jóvenes en acogimiento residencial sigue siendo considerable. Esto sucede, entre otros aspectos, por la llegada de adolescentes menores extranjeros no acompañados, que son mayoritariamente acogidos en centros de protección. También según estos datos oficiales, uno de cada tres jóvenes tutelados alcanza la mayoría de edad estando acogido, al no haberse podido adoptar previamente una alternativa familiar (reunificación con su familia de origen o acogimiento en otra familia). La Ley 26/2015, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia, menciona por primera vez la necesidad de dar apoyo a estos jóvenes más allá de la mayoría de edad, aunque la implementación de servicios de apoyo es muy irregular a lo largo del territorio nacional, entre otras cosas porque las competencias en esta materia están transferidas a las comunidades autónomas, y el ritmo con el que han ido adaptando sus legislaciones regionales e implementando acciones ha sido desigual. Este hecho también genera dificultades en la recogida y publicación de datos oficiales, a lo que se une la falta de cobertura en la legislación de ámbito nacional de un sistema de recogida de datos de protección infantil (UNICEF y Eurochild, 2021). Todo ello imposibilita tener estadísticas fiables de variables tan relevantes como pudieran ser la edad a la que se abandona el sistema de protección (SPI), o el lugar al que van a vivir después, entre otras.

En las últimas décadas se han realizado cada vez más estudios centrados en la población de jóvenes egresados del SPI, que se ven abocados a realizar, en la mayoría de los casos, una transición a la vida adulta acelerada, abrupta y a menudo sin la preparación y el apoyo necesarios (Stein & Ward, 2020). Las consecuencias de este proceso accidentado pueden derivar en unos itinerarios formativos incompletos, unas tasas altas de desempleo, o de empleo precario (Montserrat, Casas, Malo & Bertrán, 2011), problemas de vivienda, de salud mental (Mann-Feder & Goyette, 2019) y un bienestar subjetivo bajo (Martín, González-Navasa, Chirino & Castro, 2020), entre otros problemas (Trull-Oliva, Janer-Hidalgo, Corbella-Molina, Soler-Masó & González-Martínez, 2022).

Este aumento del interés por parte de los investigadores obedece quizá a que los estudios centrados en población extutelada permiten, además de profundizar en el conocimiento de las dificultades en la transición a la vida adulta de la población vulnerable, aportar datos que pueden ser utilizados como indicadores para la evaluación de resultados del SPI. En este sentido, los resultados de estos estudios permiten interpelar a las políticas públicas para la implementación de mejoras en el ámbito de bienestar, la igualdad de oportunidades y la acción social en las complejas transiciones a la etapa adulta de los jóvenes con menos oportunidades y apoyos (Dixon, Ward & Blower, 2019). Así, este interés creciente por los estudios sobre jóvenes extutelados ha ido incentivando mejoras en la política y la práctica en muchos países, tanto a través de incluir en las legislaciones la necesidad de la atención de estos jóvenes a partir de los 18 años, como con la aparición o consolidación de servicios de apoyo hasta los 21 años, y en algunos casos más allá (23 o 25 años), eso sí, de manera lenta y no exenta de dificultades (McGhee, 2017; van Breda et al., 2020).

De todos modos, aunque las respuestas que se están implementando todavía está lejos de cubrir satisfactoriamente las necesidades de este colectivo, existe un consenso generalizado al reconocer que estos jóvenes necesitan entornos estables de apoyo (Mendes, 2022), tanto mientras están en el SPI como al salir del mismo (Comasólivas, Sala-Roca & Marzo, 2018; Courtney et al., 2020). El papel de la educación es clave en todos estos procesos, y se debe avanzar en la evaluación de programas de acción socioeducativa. En esta línea, Melendro, Rodríguez-Bravo, Rodrigo y Díaz (2022) resaltan el éxito de los proyectos socioeducativos de tránsito a la vida adulta en la formación de los y las jóvenes, constatando que esa formación guarda una estrecha relación con su autonomía percibida y su bienestar psicológico. Además, estudios como los de Courtney et al. (2020) destacan la capacidad de recuperación y de resiliencia de estos jóvenes a pesar del trauma y los desafíos que deben superar, y señalan que a menudo siguen siendo optimistas sobre su futuro, confían en su capacidad para alcanzar sus objetivos, y afirman tener personas en las que confiar y recibir apoyo.

Sin embargo, la mayoría de estas investigaciones están centradas en la población que está en proceso de emancipación del SPI o durante los primeros años tras haberlo abandonado, es decir, entre 18 y 21 años, máximo hasta los 25 años. Con el presente artículo se aborda precisamente el estudio de jóvenes extutelados más allá de los 25 años, franja de edad a partir de la cual encontramos pocos estudios. Destaca quizá el de Brännström, Forsmana, Vinnerljunga y Almquist (2017) en el que se examinaron los resultados de personas que estuvieron en el SPI en Suecia, utilizando datos longitudinales de una cohorte de más de 14.000 individuos a los que se siguió hasta que tenían alrededor de 60 años. Estos autores encontraron que las desigualdades existentes entre los adultos que fueron tutelados con los que no lo fueron son evidentes en relación con sus trayectorias sociales, económicas y de salud. Sin embargo, también señalan que, a pesar de su vulnerabilidad, una vez adultos acostumbraban a salir adelante. Resultados similares arrojó uno de los estudios pioneros en España (Del Valle, Bravo, Álvarez & Fernanz, 2008), al encontrar que la mayoría de los extutelados que tenían 24 o más años no estaba inmersa en procesos de exclusión social.

En otra pieza del estudio dedicado a los jóvenes extutelados mayores de 25 años (Crous, Montserrat, Gallart-Mir & Matás, 2021), se entrevistaron a 13 jóvenes con el objetivo de profundizar en el conocimiento de los factores que ayudan a los jóvenes en su proyecto de emancipación, identificado tanto factores personales, como la capacidad de superar adversidades o la percepción de control y autonomía, como factores relacionales contextuales, como son la educación y el apoyo social. Además, los jóvenes también consideraban que el paso del tiempo les ayudaba, en el sentido de que se desvanece la etiqueta de extutelados.

Otra variable que está despertando cada vez más interés entre los investigadores especializados en el SPI, es el género. En los últimos años han surgido evidencias que señalan diferencias de género importantes a la hora de vivir la experiencia de estar bajo la tutela de la administración pública. Aunque la prevalencia de problemas emocionales y conductuales es elevada en la población tutelada (Martín, González-García, Del Valle & Bravo, 2018), diversas investigaciones señalan que chicas y chicos sufren estos problemas de manera desigual. Así, los problemas emocionales de tipo internalizante son más frecuentes en las chicas, mientras que los problemas conductuales de tipo externalizante son más habituales en los chicos (Dowdy-Hazlett & Boel-Studt, 2021; Sonderman, Van der Helm, Kuiper, Roest, Van de Mheen & Stams, 2021). En el caso de los chicos, la alta prevalencia de problemas conductuales deriva en muchos casos en comportamientos antisociales que los llevan a tener problemas con la justicia (Baidawi, 2020; Martín, González-Navasa & Domene-Quesada, 2021). En el caso de las chicas, una peculiaridad que se viene observando entre las adolescentes acogidas es el elevado número de embarazos, hecho que algunas investigaciones atribuyen a que estas chicas tienen una percepción positiva de la maternidad adolescente y priorizan la maternidad y encontrar pareja antes que su proyecto laboral (Bermea, Rueda & González-Pons, 2021; Hlungwani & van Breda, 2020; Zárate, Arnau-Sabatés & Sala-Roca, 2017). Por otro lado, los estudios que analizan el bienestar subjetivo, han encontrado puntuaciones más bajas en las chicas (Llosada-Gistau, Casas & Montserrat, 2017; González-García et al., 2022).

En el caso de los jóvenes extutelados, los estudios realizados desde una perspectiva de género son escasos, pero sus resultados señalan que las chicas están, por lo general, en peor situación que los chicos. Dinisman, Zeira, Sulimani-Aidan y Benbenishty (2013) identificaron un bienestar subjetivo más bajo entre las jóvenes extuteladas en comparación con el de los hombres. En la revisión realizada por Martín (2015) se concluye que las chicas en acogimiento residencial presentan mayores dificultades en los procesos de inclusión social y laboral, con tasas de desempleo muy superiores a las de sus homólogos masculinos. Hlungwani y van Breda (2020) describen los procesos de resiliencia psicosocial que facilitan la transición por parte de las jóvenes extuteladas e identifican, por un lado, procesos similares a los de los jóvenes extutelados varones, pero, por otro lado, advierten de la presencia de procesos de resiliencia específicos, en particular la aceptación de la maternidad y la asunción de responsabilidades. Por su parte, Colbridge, Hassett y Sisley (2017) analizaron las intersecciones de ser mujer y joven extutelada, donde aspectos como el abuso sexual, la explotación y el alto riesgo de embarazo son realidades a las que se enfrentan cuando salen del SPI, así como a más problemas de salud mental que los chicos. Estas autoras subrayan que a pesar de que muchas jóvenes extuteladas logran obtener resultados académicos e itinerarios de empleo competitivos, estadísticamente no es tan común, ya que interfieren barreras emocionales como el desarrollo de la confianza en sí mismas y las presiones para ajustarse a unos roles de género que no reflejan necesariamente su identidad, que ya es compleja per se al salir del SPI. A este hecho se une que las escasas investigaciones que han centrado su foco en la violencia de género en jóvenes tutelados encuentran una prevalencia cuatro veces mayor que en la población general, y que además tiende a aumentar con la edad, por lo que seguiría presente al abandonar el SPI afectando especialmente a las chicas (Dosil, Jaureguizar & Bermaras, 2021; Oyarzún, Pereda & Guilera, 2021).

Como se ha podido comprobar, apenas existen trabajos que analicen la realidad de los jóvenes extutelados más allá de los primeros años tras alcanzar la mayoría de edad, siendo aún más escasos aquellos que aborden esta situación desde una perspectiva de género.

Objetivos

Con este artículo se pretende dar a conocer la situación de los jóvenes extutelados cuando tienen entre 25 y 35 años de edad, teniendo en cuenta la perspectiva de género, contribuyendo así a aumentar los escasos estudios que cubren estos dos ámbitos, con la idea última de proponer líneas de acción socioeducativa. Más concretamente se persigue:

Método

La metodología usada en esta investigación es cuantitativa, descriptiva y de corte transversal, usando como instrumento de recogida de la información un cuestionario. Sin embargo, este estudio comprendía también una parte de recogida de datos cualitativa a través de trece entrevistas a jóvenes extutelados (ver en Crous et al., 2021) cuyos resultados se discuten con los de la parte cuantitativa aquí descrita.

Muestra

En este estudio participaron 81 jóvenes que fueron tutelados por la administración pública, residentes en Cataluña, Canarias y Cantabria. La elección de estas tres comunidades fue por conveniencia, ya que el equipo de investigación tenía contacto con las entidades que trabajaban con extutelados, y que se ofrecieron a colaborar en la localización de jóvenes entre 25 y 35 años. En el momento de cumplimentar el cuestionario los jóvenes tenían entre 25 y 35 años (M = 29.2; DT = 3.6). Cincuenta de ellos eran mujeres (61.7%). Del total de la muestra, 30 (37%) habían nacido fuera de España. De ellos, 12 (40%) tienen nacionalidad española, y algo más de un tercio dispone de permiso de residencia (36.7%) y/o permiso de trabajo (33.3%). El porcentaje de hombres que nació fuera de España (61.3%) era significativamente mayor que el de las mujeres (22%), (χ2(1) = 12.668, p < .001). La edad media de entrada en el SPI era de 11.8 años (DT = .97) y la de salida de 17.5 (DT = 1.5).

Instrumento

Debido a las dificultades que se presentan para acceder a la población de estudio, se optó por elaborar un cuestionario ad hoc que pudiera ser difundido online a través de las redes sociales. En dicho cuestionario, además de recoger los datos referenciales (sexo, nacionalidad, comunidad de residencia, situación legal, edad de entrada y salida del SPI) se incluyeron preguntas sobre el nivel académico alcanzado, la situación laboral y habitacional actual, la problemática relevante que hubieran podido sufrir después de alcanzar la mayoría de edad, así como por su nivel de satisfacción, tanto con su estancia en el SPI y con el apoyo recibido a la salida, como con su vida actual en general. Para esta última pregunta se ha usado el ítem único del Overall Life Satisfaction Scale (OLS), incluido ya anteriormente tanto en investigaciones sobre el bienestar subjetivo en jóvenes acogidos en centros (Llosada-Gistau et al., 2017), como en jóvenes extutelados una vez abandonado el SPI (Martín et al., 2020).

El cuestionario fue elaborado por el equipo investigador, y validado posteriormente por un grupo de jóvenes egresados que viven en un piso de la administración. En el proceso de validación, se llevó a cabo una entrevista grupal con 3 personas egresadas. A los entrevistados primero se les presentó el cuestionario, pudieron cumplimentarlo de manera individual y leer todas las preguntas, y después se discutió en grupo una a una cada pregunta. Se les pedía opinión sobre si se entendía la pregunta, si era coherente, si era pertinente, y si tenían otros comentarios. Se anotaron todas las opiniones y/o críticas, y se les pidió que propusieran una solución para cada una de ellas. A partir de los datos recogidos, el equipo investigador decidió como hacer los cambios y como aplicar los comentarios recibidos. Un ejemplo de pregunta mejorada es la de ¿Con quién vives? Las personas participantes pidieron que se añadieran otras opciones que no estaban contempladas, como por ejemplo vivir con la pareja y la familia de esta, vivir con la familia colaboradora, o vivir con la familia biológica.

Procedimiento

Una vez elaborado el cuestionario, se contactó con responsables de entidades que gestionaban centros residenciales y recursos para jóvenes egresados, solicitándoles que se lo hicieran llegar a los jóvenes extutelados de entre 25 y 35 años con los que mantuvieran algún contacto, y pedirles tanto que lo cumplimentaran como que se lo reenviaran a compañeros del mismo rango de edad, utilizando la técnica de bola de nieve. El enlace al cuestionario también fue difundido a través de redes sociales y webs de distintas entidades, por ejemplo, entidades relacionadas con la formación de adultos, y la ayuda o los programas para jóvenes egresados; asociaciones de egresados; o bien centros cívicos y centros para jóvenes de distintas grandes ciudades. Esta técnica de muestreo no probabilístico es recomendada cuando se trabaja con muestras de difícil localización (Cubo, Martín & Ramos, 2011).

Análisis de datos

Se realizaron análisis bivariados para conocer en qué variables existían diferencias significativas entre chicos y chicas. Para las variables categóricas se usó el estadístico χ2 y los residuos tipificados corregidos (RTC). El intervalo de confianza utilizado para los RTC es de .95, por lo que se consideran significativos los valores superiores a 1.95 e inferiores a -1.95. Para las variables continuas se usó el estadístico t de Student. Se calculó el tamaño del efecto, usando para las variables continuas la d de Cohen, y para las variables categóricas las odds ratio (OR). Para describir la magnitud del tamaño del efecto se siguieron los criterios propuestos por Chen, Cohen y Chen (2010), y que son, para la d de Cohen y para las OR respectivamente: < .20 y < 1.68: insignificante; .20 - .49 y 1.68 - 3.47: pequeño; .50 - .79 y 3.48 - 6.7: moderado; > .80 y > 6.7: grande. Todos los análisis se realizaron con el programa SPSS v24.

Aspectos éticos

Esta investigación fue aprobada por el Comité de Ética y Bioseguridad de la Investigación de la Universidad de Girona (código de aprobación: CEBRU0004-2019). También se firmó un acuerdo con las autoridades de protección de la infancia en el que se especifica el tratamiento de los datos por parte del Equipo de Investigación en relación con el acceso a la información, tratamiento de datos en la sede del equipo, medidas de seguridad y confidencialidad.

Resultados

En la Figura I se puede observar el nivel educativo alcanzado por los jóvenes extutelados. Las diferencias entre chicos y chicas son estadísticamente significativas (χ2(8) = 12.315, p = .14). Los resultados indican que las chicas suelen quedarse en niveles inferiores que los chicos, siendo especialmente grande la diferencia entre ambos géneros en los porcentajes que alcanzaron solamente la ESO (RTC > 1.95). Así, casi la mitad (48%) de chicas alcanzó como máximo la ESO, contando con las que solamente finalizaron la enseñanza primaria, porcentaje muy superior al de los chicos (16.2%). Aunque los residuos tipificados corregidos no llegan a ser significativos, están bastante cercanos a serlo en los porcentajes que tienen estudios universitarios, especialmente en los estudios de máster/posgrado (RTC = 1.9).

FIGURA I. Nivel de estudios alcanzado por mujeres y hombres (%)

La situación laboral (ver Figura II) también es claramente mejor en los chicos que en las chicas (χ2(3) = 8.244, p < .05). Los residuos tipificados corregidos (RTC > 1.95) señalan que el porcentaje de chicos que trabaja a tiempo completo es mayor que el de las chicas, mientras que el de las chicas que no están trabajando es superior al de los chicos. De los que tienen trabajo, el porcentaje de chicos que lo hace con contrato es significativamente mayor (90%) que el de las chicas (71.8%), (χ2(1) = 3.475, p < .05), siendo el tamaño del efecto moderado: OR = 3.536 [IC95% .888, 14.078]. La peor situación laboral de las chicas también se ve reflejada en la recepción de algún tipo de ayuda económica. En este sentido, el 22% de las chicas recibe algún subsidio, mientras que ningún chico es receptor de este tipo de ayudas (χ2(1) = 7.892, p < .01), siendo el tamaño del efecto pequeño: OR = 1.795 [IC95% 1.457, 2.212]

FIGURA II. Situación laboral actual en mujeres y hombres (%)

En lo que se refiere a la situación habitacional (ver Figura III) también se han encontrado diferencias significativas por género (χ2(8) = 18.082, p <.05). Los residuos tipificados corregidos señalan que las diferencias significativas se encuentran entre los que comparten piso con otras personas, que es más habitual entre los chicos, y en convivir con la pareja e hijos, o en otras situaciones, que mayoritariamente se refieren a vivir solas con algún hijo, que son más frecuentes entre las chicas. Estas diferencias están relacionadas con el hecho de que las chicas tienen significativamente más hijos (M = .95, DT = 1.07) que los chicos (M = .07, DT = .26), t(49.479) = -5.181, p < .001, siendo en este caso el tamaño del efecto grande: d = .93.

FIGURA III. Con quién viven actualmente mujeres y hombres (%)

Al analizar los problemas más relevantes que han tenido tras abandonar el SPI (ver Tabla I), solamente se encontraron diferencias significativas en el haber tenido que ingresar en prisión, hecho que se dio en uno de cada diez chicos y en ninguna chica. No obstante, el tamaño del efecto es pequeño. Aunque no se encontraron diferencias significativas entre chicos y chicas, hay que resaltar que el porcentaje de jóvenes extutelados que ha sido ingresado por problemas de salud es alto, para tratarse de una población tan joven. También son altos los porcentajes de los que han tenido problemas de consumo, o que han vivido en la calle en algún momento, llegando a cerca del 20% de los chicos.

TABLA I. Problemática relevante de hombres y mujeres (%)

Hombres

Mujeres

χ2(1)

OR [IC95%]

Problemas de salud física que hayan implicado ingreso durante más de 5 días

16.1

10.9

.453

1.577 [.416, 5.983]

Problemas de salud mental que hayan implicado ingreso durante más de 5 días

3.2

4.3

.062

.733 [.064, 8.455]

Ha ingresado en prisión

10.3

0

4.953*

2.769 [2.037, 3.765]

Abuso de drogas y/o alcohol

16.7

14.6

.062

1.171 [.335, 4.092]

Ha vivido en la calle

19.4

12.8

.623

1.640 [.476, 5.645]

*P <.05

Por último, al analizar la satisfacción, solamente se encontraron diferencias significativas en la satisfacción con la vida actualmente (ver Tabla II), que es mayor en los chicos, aunque con un tamaño del efecto pequeño. Aunque no sean significativas, las diferencias señalan que la satisfacción con la experiencia vivida en el SPI y con el apoyo recibido al salir del él, es mayor en los chicos, con tamaños del efecto insignificante y pequeño respectivamente.

TABLA II. Satisfacción con la estancia en el sistema de protección, con el apoyo a la salida, y con la vida actual

Hombres

M(DT)

Mujeres

M(DT)

t(gl)

d de Cohen

Satisfacción con la experiencia en el SPI

7.35(2.07)

7.17(2.68)

.332(77)

.007

Satisfacción con el apoyo recibido al salir del SPI

6.52(3.53)

5.59(3.78)

1.087(75)

.2523

Satisfacción con su vida actual

7.87(1.95)

6.9(2.33)

1.936(78) *

.4368

*p < .05

Discusión y conclusiones

Este trabajo pretende aportar información sobre la situación de los jóvenes que fueron tutelados por la administración pública siendo menores de edad, y que actualmente tienen entre 25 y 35 años, haciéndolo además desde una perspectiva de género. Para ello, se plantearon tres objetivos. El primero de ellos era conocer el nivel de estudios alcanzado, su situación laboral actual y su núcleo de convivencia. Los resultados encontrados señalan que, en general, el nivel de estudios alcanzado es mayor que el de los jóvenes extutelados de menor edad, entre los que hay un mayor número de ellos que no ha finalizado la educación obligatoria (Martín et al., 2020; Montserrat et al., 2011). Esto podría deberse a que muchos extutelados retoman los estudios con el tiempo, lo que supondría que tanto la situación académica como la general mejora, en paralelo a un proceso de maduración y de toma de conciencia sobre la importancia de la formación (Courtney et al., 2020; Del Valle et al., 2008; Melendro et al., 2022). En cuanto al género, se han encontrado diferencias significativas, ya que la situación de los chicos es mejor que la de las chicas. Los estudios que han analizado la situación académica de los jóvenes mientras son tutelados (García-Molsosa, Collet-Sabé & Montserrat, 2021; González-García, Lázaro, Santos, Del Valle & Bravo, 2017) han encontrado resultados opuestos, ya que la situación de las chicas suele ser mejor, al igual que sucede en la población general. Este cambio de tendencia posiblemente sea debido a que las chicas suelen primar su proyecto familiar sobre el laboral al abandonar el sistema de protección infantil (Bermea et al., 2021; Hlungwani & van Breda, 2020; Zárate et al., 2017) o porque las chicas suelen encontrar más dificultades para su integración social al alcanzar la mayoría de edad (Colbridge et al., 2017; Martín, 2015). Y esto también explicaría las diferencias encontradas en la situación laboral, y que señalan que los chicos tienen más trabajos a tiempo completo y con contrato que las chicas, entre las que un porcentaje considerable no trabaja. Los resultados encontrados al analizar la situación convivencial, vienen marcados por el hecho de que las chicas extuteladas tienen más hijos que los chicos, lo que explicaría que vivan con ellos, bien en pareja o solas.

El segundo de los objetivos era analizar los principales problemas psicosociales que les habían afectado tras abandonar el SPI. Los resultados indican que un porcentaje considerable ha sufrido problemas importantes de salud que supusieron ingreso hospitalario, ha tenido problemas de consumo de drogas y alcohol, e incluso se han visto abocados a una situación de sinhogarismo. En este último caso, un resultado alarmante es que casi el 20% de los chicos ha vivido en la calle en algún momento tras abandonar el SPI. Estos resultados corroboran el hecho de que la transición a la vida adulta de los jóvenes extutelados es un proceso complejo, lleno de riesgos y que en muchos casos se desarrolla sin los apoyos necesarios (Mann-Feder & Goyette, 2019; Martín et al., 2020; Moreno-Aponte & Vila-Merino, 2022; Stein & Ward, 2020; Trull-Molina, 2022), aunque muchos jóvenes son capaces de desarrollar procesos resilientes y superar las múltiples adversidades con las que se encuentran en el camino (Brännström et al., 2017; Courtney et al., 2020; Del Valle et al., 2008). Los resultados de un estudio cualitativo en el que se entrevistó a 13 de los jóvenes que componen la muestra de este trabajo (Crous et al., 2021) van en esta línea, ya que la madurez que logran con el paso del tiempo, así como el desvanecimiento de la etiqueta de extutelados que viven como un proceso de estigmatización, son identificados por los propios jóvenes como factores que promueven su resiliencia.

En lo que se refiere a los problemas psicosociales que los jóvenes extutelados deben afrontar, se encontraron diferencias de género a la hora de ingresar en prisión, ya que todos los jóvenes extutelados que tuvieron alguna medida judicial privativa de libertad eran varones. Concretamente uno de cada diez chicos de la muestra había cometido algún delito penado con cárcel. Este resultado es coherente con los de otros trabajos, que señalan que la población tutelada por la administración pública está sobrerrepresentada entre la población de adolescentes infractores, y que se trata de un fenómeno mayoritariamente masculino (Baidawi, 2020; Martín et al., 2021), por lo que es lógico pensar que al abandonar el SPI estos problemas con la justicia continúen, al menos durante los primeros años.

El último de los objetivos era conocer la satisfacción que tienen los extutelados de entre 25 y 35 años con su estancia en el SPI, con el apoyo recibido a la salida del mismo, y con su vida en la actualidad. Un primer resultado relevante es que la satisfacción con la estancia en el SPI es mayor que la que tienen con el apoyo recibido a la salida, lo que puede indicar que los jóvenes demandan más ayuda en el proceso de transición a la vida adulta (Comasólivas et al., 2018; Courtney et al., 2020). En lo que se refiere a la satisfacción global con su vida, es similar a la que tienen los jóvenes que todavía están siendo tutelados (Llosada-Gistau et al., 2017), y mayor que la de los jóvenes extutelados en los primeros años tras salir del SPI (Martín et al., 2020), lo que puede estar indicando, que con el tiempo se desarrollan procesos resilientes que les permiten superar muchas adversidades (Brännström et al., 2017; Courtney et al., 2020; Del Valle et al., 2008), lo que sin duda repercute en una mayor satisfacción vital. No obstante, también hay que decir que los jóvenes de la muestra emprendieron su proceso de transición a la vida adulta antes de que legislativamente se reconociera la necesidad de prestarles ayuda, por lo que no existían los recursos de los que se dispone actualmente, lo que explicaría, al menos en parte, una satisfacción tan baja con la ayuda recibida al abandonar el SPI. Un último resultado destacado es que la satisfacción con su vida actual es mayor en los chicos que en las chicas, lo que corrobora los resultados encontrados en otros estudios (Dinisman et al., 2013; González-García et al., 2022).

Son dos las principales conclusiones que se desprenden de este trabajo. La primera de ellas, es que, tal y como vienen señalando otros autores, muchos de los jóvenes extutelados terminan desarrollando procesos resilientes que les ayudan a salir adelante, pero no sin esfuerzo y teniendo que hacer frente a múltiples adversidades. Pero este proceso no es inmediato, y durante los primeros años del proceso de transición a la vida adulta muchos de ellos se encuentran con situaciones que ponen seriamente en peligro su proceso de integración sociolaboral, tales como problemas de consumo, con la justicia, e incluso de sinhogarismo. La prevalencia de estos problemas entre los jóvenes extutelados es un claro indicador de que necesitan ayuda una vez abandonan el SPI, sobre todo durante los primeros años. Y aunque parece que muchos de ellos consiguen superar estos problemas convirtiéndose en personas resilientes que incluso salen fortalecidas, posiblemente haya casos que no superen esas adversidades, y acaben sumidos en situaciones de exclusión social grave.

La segunda de las conclusiones de este trabajo hace referencia a las diferencias de género. El proceso de transición a la vida adulta de las chicas viene marcado en muchos casos por la asunción de roles tradicionales de género, priorizando el crear un proyecto familiar propio, con pareja e hijos, lo que sin lugar a dudas hace que dejen de lado su proyecto formativo y laboral. Y si además está presente el problema de la violencia de género en un número considerable de casos (Dosil et al., 2021; Oyarzún et al., 2021), se comprueba que el proceso de transición a la vida adulta es más complejo y menos satisfactorio para ellas. En este sentido, parece necesario adoptar un enfoque de género en las actuaciones que se desarrollan con el colectivo de los jóvenes extutelados, para dar respuesta a las necesidades específicas de las chicas.

En este trabajo se reitera la necesidad de contar con un sistema de recogida de datos, que permita una evaluación de resultados del SPI, haciendo un seguimiento a corto, medio y largo plazo de todos los jóvenes que lo abandonan, para así detectar sus necesidades y diseñar las actuaciones a implementar, teniendo siempre en cuenta la opinión y la experiencia de los propios extutelados. En este sentido, hay que recordar que las actuaciones que se desarrollan con los extutelados tienen carácter voluntario, y requieren una implicación y un compromiso que no todos los jóvenes están dispuestos a asumir, especialmente los que tienen una problemática emocional y conductual más compleja, lo que sin duda supone un reto mayúsculo para los profesionales.

Antes de finalizar, hay que reconocer las principales limitaciones que tiene este trabajo, y que hacen referencia al tamaño de la muestra, a su representatividad y a la generalización de los resultados. La población de extutelados en la franja de edad de 25 a 35 años es de difícil localización, ya que hace al menos siete años que abandonaron el SPI, lo que dificulta sobremanera realizar estudios con muestras estadísticamente representativas, al menos en países como el nuestro, que no disponen de registros que permitan hacer seguimientos. Además, lo más probable es que se acceda con menos dificultad a aquellos que están en una mejor situación, siendo prácticamente imposible acceder a aquellos que se desconectaron del SPI desde un inicio, o que han caído en una situación de exclusión social severa. Por otro lado, el hecho de que las competencias en materia de protección infantil, y por lo tanto en la atención a los extutelados, se encuentres transferidas hace que en la práctica se den diferencias significativas entre las comunidades autónomas en la atención que se le presta a los jóvenes tutelados y extutelados, por lo que el contar con una muestra de solo tres comunidades exige tener cautela a la hora de generalizar los resultados.

Pero es precisamente el realizar un estudio con una población de tan difícil acceso y con tantas necesidades, lo que se convierte en su principal fortaleza, ya que aporta datos que son de utilidad para diseñar actuaciones con un colectivo tradicionalmente olvidado, como es el de los jóvenes que abandonan el SPI y se ven abocados a emprender un proceso de transición a la vida adulta sin las herramientas y apoyos necesarios. No obstante, se hace necesario seguir profundizando en esta línea, desarrollando trabajos con muestras más amplias y representativas, y teniendo en cuenta la perspectiva de género, pues la investigación viene acumulando evidencias que señalan que chicos y chicas viven su emancipación con diferentes condicionantes, y ello puede significar que la atención que se le presta a los extutelados debe tener en cuenta la perspectiva de género.

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Información de contacto: Eduardo Martín Cabrera, Universidad de la Laguna, Facultad de Educación, Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. C/ Pedro Zerolo, s/n. Edificio Central. Apartado 456, C. P. 38200, San Cristóbal de La Laguna. Santa Cruz de Tenerife. E-mail: edmartin@ull.edu.es


1 Este trabajo ha sido financiado por la Fundación SM a través de dos contratos firmados con las universidades de Girona y de La Laguna