eISSN: 1989-9742 © SIPS.
DOI: https://doi.org/10.7179/PSRI_2025.47.08

http://recyt.fecyt.es/index.php/PSRI/

China’s educational diplomacy in Africa:
a new paradigm of international development cooperation

A diplomacia educacional da China na África:
um novo paradigma de cooperação internacional para o desenvolvimento

José Manuel LÓPEZ-TORÁN https://orcid.org/0000-0002-8792-1309

Universidad de Castilla-La Mancha

Fecha de recepción: 15.III.2025

Fecha de revisión: 14.IV.2025

Fecha de aceptación: 29.V.2025

CONTACTO CON EL AUTOR

José Manuel López Torán: Facultad de Ciencias Sociales y Tecnologías de la Información, Universidad de Castilla-La Mancha, Av. Real Fábrica de Sedas, s/n, C.P. 45600, Talavera de la Reina. Toledo. E-mail: JoseManuel.Lopez@uclm.es

PALABRAS CLAVE:

ODS;

Diplomacia educativa;

Cooperación al desarrollo;

Agenda 2030;

China

RESUMEN: Hasta la fecha, la provisión de ayuda al desarrollo en materia educativa ha estado dominada por actores tradicionales como la ONU o la Unión Europea, cuyas políticas se han sustentado en enfoques multilaterales centrados en el fortalecimiento institucional y la cooperación con organizaciones no gubernamentales. No obstante, en los últimos años, la creciente implicación de China en la esfera de la cooperación internacional ha introducido nuevos paradigmas. Su estrategia se caracteriza por un modelo de cooperación bilateral que prioriza el desarrollo de capacidades técnicas o la transferencia de conocimientos especializados, especialmente en el ámbito de la formación profesional y tecnológica.

Con esta situación como punto de partida, el presente artículo aborda la creciente influencia del gigante asiático en el ámbito educativo africano, analizando su papel como actor clave en la cooperación internacional al desarrollo. En particular, se examina cómo la denominada diplomacia educativa se ha convertido en una herramienta estratégica para consolidar la presencia china en el continente.

En este análisis se explorarán las motivaciones que subyacen a esta política educativa, así como los beneficios y desafíos que plantea para las naciones africanas. Se profundizará en aspectos como el impacto en la capacitación del capital humano o la transferencia de conocimientos técnicos. Al mismo tiempo, se expondrán las críticas que ha suscitado este modelo de cooperación, especialmente en torno a la autonomía educativa de los países receptores y su posible carácter instrumental. Para ello, se ha recurrido a información recogida en tratados y documentos de carácter político, para así contribuir a situar los parámetros oficiales por los que se rigen sus acciones.

KEYWORDS:

SDGs;

Educational diplomacy;

Development cooperation;

2030 Agenda;

China

ABSTRACT: To date, the provision of development aid in the field of education has been dominated by traditional actors such as the United Nations or the European Union, whose policies have relied on multilateral approaches focused on institutional strengthening and cooperation with non-governmental organizations. However, in recent years, China’s growing involvement in international cooperation has introduced new paradigms. Its strategy is characterized by a bilateral cooperation model that prioritizes the development of technical capacities and the transfer of specialized knowledge, particularly in vocational and technological training.

Taking this situation as a starting point, this article addresses the growing influence of the Asian giant in the African educational sector, analyzing its role as a key player in international development cooperation. In particular, it examines how the so-called educational diplomacy has become a strategic tool for consolidating China’s presence on the continent.

The analysis explores the motivations behind this educational policy, as well as the benefits and challenges it presents for African nations. Special attention is given to the impact on human capital training and the transfer of technical knowledge. At the same time, the article presents the criticisms raised by this cooperation model, especially regarding the educational autonomy of recipient countries and its potential instrumental nature. The study draws on information gathered from treaties and political documents to help establish the official parameters that guide China’s actions.

PALAVRAS-CHAVE:

ODS;

Diplomacia educacional;

Cooperação para o desenvolvimento;

Agenda 2030;

China

RESUMO: Até o momento, a oferta de ajuda ao desenvolvimento no setor educacional tem sido dominada por atores tradicionais como as Nações Unidas ou a União Europeia, cujas políticas se baseiam em abordagens multilaterais centradas no fortalecimento institucional e na cooperação com organizações não governamentais. No entanto, nos últimos anos, a crescente participação da China na esfera da cooperação internacional tem introduzido novos paradigmas. Sua estratégia caracteriza-se por um modelo de cooperação bilateral que prioriza o desenvolvimento de capacidades técnicas e a transferência de conhecimentos especializados, especialmente no campo da formação profissional e tecnológica.

Partindo dessa conjuntura, o presente artigo analisa a crescente influência do gigante asiático no setor educacional africano, examinando seu papel como ator-chave na cooperação internacional para o desenvolvimento. Em particular, investiga-se como a chamada diplomacia educacional tornou-se uma ferramenta estratégica para consolidar a presença chinesa no continente.

A análise aborda as motivações subjacentes a essa política educacional, bem como os benefícios e desafios que ela impõe às nações africanas. Serão aprofundados aspectos como o impacto na capacitação do capital humano e a transferência de conhecimento técnico. Ao mesmo tempo, serão apresentadas as críticas que esse modelo de cooperação tem suscitado, especialmente no que se refere à autonomia educacional dos países receptores e ao seu possível caráter instrumental. Para tanto, foram utilizadas informações extraídas de tratados e documentos políticos, com o objetivo de situar os parâmetros oficiais que orientam suas ações.

Introducción

Tanto los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han situado la mejora del acceso y la calidad educativa como uno de sus ejes estratégicos fundamentales, enmarcándola como una condición sine qua non para el desarrollo humano y económico. Tradicionalmente, la cooperación educativa internacional ha estado dominada por actores multilateralistas como las Naciones Unidas y la Unión Europea, cuyas políticas se han centrado en enfoques que privilegian el fortalecimiento institucional, las acciones de ayuda bilateral y la colaboración con organizaciones no gubernamentales u otras entidades (López & García, 2010). No obstante, en las dos últimas décadas, la entrada de China en la escena global ha transformado este panorama, introduciendo un nuevo paradigma de cooperación educativa bilateral que se aleja de los modelos anteriores, con un enfoque pragmático que prioriza el desarrollo de capacidades técnicas y la transferencia de conocimientos especializados, en particular en el ámbito de la formación profesional y la educación técnica, con iniciativas enmarcadas de lo que técnicamente conocemos como diplomacia educativa.

La diplomacia educativa tiene como objetivo fortalecer las oportunidades de inserción laboral y el desarrollo integral de los individuos, a través del apoyo a los sistemas educativos, de formación y de juventud. Su propósito radica en promover procesos que proporcionen a los estudiantes las competencias necesarias para afrontar los desafíos del mercado laboral actual y futuro, alineándose con las demandas socioeconómicas y las exigencias de una sociedad en constante transformación (Arteaga-Alcívar & Espinosa-Cevallos, 2024). En los últimos años hemos constatado que se ha consolidado como una herramienta clave dentro de las estrategias de cooperación internacional al desarrollo, particularmente en el contexto africano, donde la necesidad de apoyar el progreso de los recursos educativos se entrelaza con las exigencias del desarrollo socioeconómico de los países de la región.

En este contexto, el presente artículo aborda la emergente diplomacia educativa china en África, con el objetivo de analizar la evolución de esta estrategia sobre los sistemas educativos del continente en el marco de los desafíos de la Agenda 2030. A lo largo de este análisis, se identifican las motivaciones subyacentes a la participación de China en África, entendiendo que su implicación educativa no solo busca mejorar las capacidades educativas locales, sino también consolidar su influencia geopolítica, económica y cultural en la región. Se presenta, por tanto, como una manifestación de un modelo de cooperación que va más allá de la mera ayuda exterior, para integrarse dentro de una estrategia global que refuerza la presencia del país a través de la formación técnica y profesional.

En términos pedagógicos, la presencia de China en el ámbito educativo africano introduce un conjunto de dinámicas que afectan tanto al diseño curricular como a la concepción de los procesos educativos. Si bien este modelo permite el acceso a formación técnica especializada en sectores demandados por las economías locales, plantea interrogantes sobre la pertinencia y la sostenibilidad a largo plazo de la educación china en contextos africanos. En este sentido, se debe analizar si este enfoque contribuye al fortalecimiento de los sistemas educativos locales o si, por el contrario, reproduce una lógica de dependencia que impide la construcción de una educación autónoma y contextualizada en los diferentes territorios sobre los que se despliega.

Además, la diplomacia educativa de China ha sido objeto de críticas en cuanto a la poca participación de actores locales. A pesar de la inversión en infraestructuras y el acceso a formación técnica, surgen interrogantes sobre la apropiación local del conocimiento, la adaptación a las realidades socioculturales de los países receptores y las consecuencias para la autonomía pedagógica de las naciones africanas. Esta intervención, aunque orientada a satisfacer las demandas del mercado laboral global, podría estar contribuyendo a la homogenización de los sistemas educativos africanos, privando a las comunidades de la posibilidad de diseñar programas que respondan más directamente a sus necesidades locales y culturales, como en su momento se señaló ante las propuestas implantadas por las naciones europeas o Estados Unidos.

Este artículo, por tanto, aborda las implicaciones de la diplomacia educativa china, considerando los beneficios que ofrece en términos de formación técnica y profesional, pero señalando también los riesgos asociados con la dependencia de modelos externos y la transformación de la educación en un instrumento de control geopolítico. A través de un enfoque multidisciplinario, se emplean datos oficiales y documentación relevante para situar esta estrategia dentro del marco más amplio de la cooperación internacional al desarrollo, contribuyendo al debate sobre la sostenibilidad de la educación social y pedagógica en África y su vinculación con los objetivos de desarrollo sostenible y la construcción de una educación autónoma e inclusiva.

1. Justificación y objetivos

La creciente participación de China en la cooperación educativa en África representa un fenómeno que trasciende el mero intercambio de recursos y conocimientos, pues conlleva una reconfiguración de los modelos de desarrollo y de las relaciones entre los países africanos y los actores internacionales. Esta dinámica resulta especialmente significativa en un continente donde las desigualdades educativas siguen siendo profundas y persistentes, evidenciándose en carencias estructurales como la insuficiencia de infraestructuras educativas, la escasez de docentes capacitados y la necesidad urgente de mejorar las competencias profesionales y técnicas de la juventud africana.

Desde una perspectiva de la educación social, la diplomacia educativa de China puede ser vista como un espacio potencial para el empoderamiento de los individuos y las comunidades africanas. No obstante, a medida que hace más profunda su influencia en África, es fundamental analizar cómo sus programas de cooperación inciden en las estructuras educativas locales, la formación de capacidades y el acceso a una educación de calidad.

Ante esta realidad, el presente estudio se justifica por la necesidad de conocer el impacto de la cooperación educativa promovida por China, en contraste con las estrategias aplicadas por otros actores internacionales tradicionales, como la ONU o la Unión Europea. A ello se le suma una casi total ausencia de estudios sobre el tema dentro del mundo hispánico. Si bien el ámbito anglosajón ha sido más prolijo en desgranar esa nueva vertiente adoptada por el gigante asiático, se detecta un vacío completo en el caso de la bibliografía en castellano.

En este sentido, la evolución de la diplomacia educativa de China en África ha sido objeto de un creciente interés académico en el plano internacional, que se ha hecho singularmente visible a partir de la segunda década del siglo XXI. A grandes rasgos, podemos detectar un tránsito desde enfoques netamente descriptivos hacia análisis más complejos que integran perspectivas geopolíticas, culturales y de poder blando.

Un primer bloque lo componen trabajos de sobresaliente importancia como Gu (2008), Brautigam (2011), Taylor (2012), King (2013) o Mthembu (2018). Todos ellos marcaron, en apenas una década, las bases de los análisis sobre los avances de China en el continente. Coinciden en señalar, aunque con enfoques diversos, la singularidad del modelo chino de cooperación educativa en África, caracterizado por su énfasis en la formación de recursos humanos y la puesta en marcha de programas como los Institutos Confucio y el esquema 20+20, diferenciándose así de los modelos occidentales tradicionales. Igualmente, en esas fechas vieron la luz interesantes estudios en los que la atención quedaba fijada en actuaciones o programas concretos, así como en países específicos. Por ejemplo, King (2010) o Procopio (2015), ofrecen análisis centrados en espacios geográficos concretos como Kenia y Sudáfrica, respectivamente.

Ya en fechas más recientes han cobrado importancia trabajos como Caruso (2020), donde se expone, con una metodología también en sintonía con el presente estudio, el uso que hace China del poder blando y la diplomacia cultural y, en concreto, la inversión en educación y desarrollo de recursos humanos en África. Se analizan los principales aspectos de la ayuda china a la educación, como los Institutos Confucio, las becas, o la construcción de escuelas y los proyectos educativos independientes. Por su parte, Li y Xue (2024) profundizan en esta dinámica, señalando que la cooperación educativa ha pasado de una etapa incipiente a convertirse en un canal vital para el intercambio cultural y la capacitación de personal entre ambos continentes. En una línea más crítica, Hodzi y Liu (2023) examinan si la educación superior se ha transformado en una herramienta de “poder estratégico” para China, evaluando las implicaciones de las asociaciones interuniversitarias y la movilidad estudiantil en la proyección de influencia china en África, argumentario que se encuentra en sintonía con los postulados que en estas páginas se exponen.

Complementariamente, es posible encontrar otra línea de trabajos, como Rocha (2016) o King (2020), que sitúan la cooperación educativa dentro del marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, argumentando que la formación de capacidades y el desarrollo de habilidades laborales son componentes esenciales de esta estrategia geopolítica. En conjunto, estos estudios reflejan una evolución en la comprensión de la diplomacia educativa china en África, pasando de una visión centrada en la cooperación técnica a una interpretación más amplia que reconoce su papel en la construcción de influencia y poder blando en el continente africano.

Tomando como punto de inicio todos estos trabajos, el objetivo que se persigue en las próximas páginas es el de explorar la evolución que ha experimentado en las últimas décadas la diplomacia educativa de China en las comunidades africanas y presentar las principales iniciativas emprendidas en estos años. Asimismo, se pretende reflexionar sobre las implicaciones tanto sociopolíticas como netamente pedagógicas derivadas de la cooperación educativa sino-africana.

En suma, este artículo pretende contribuir a la comprensión del papel de China como actor clave en la cooperación internacional para el desarrollo educativo en África, reflexionando sobre las oportunidades y desafíos que plantea su diplomacia educativa en el marco de la Agenda 2030 y los objetivos de desarrollo social del continente.

2. Metodología

La presente investigación adopta un enfoque cualitativo, sustentado en el análisis crítico-discursivo y el estudio de caso, con el propósito de examinar la diplomacia educativa de China en África como un paradigma emergente en la cooperación internacional en el ámbito educativo. Dada la complejidad del fenómeno analizado, se implementó una metodología mixta que combinó técnicas de análisis documental, revisión bibliográfica especializada y evaluación comparativa basada en datos procedentes de fuentes primarias y secundarias.

La estrategia metodológica se estructuró en tres fases:

1. Recopilación de datos: Se llevó a cabo una revisión exhaustiva de la literatura científica sobre la cooperación educativa de China en África. Este análisis incluyó fuentes académicas indexadas, informes técnicos y estudios especializados, en su mayoría en lengua inglesa, dado el amplio volumen existente en el ámbito anglosajón.

2. Análisis de políticas: Se examinaron tratados, actas, memorandos y documentos oficiales relacionados con la cooperación internacional promovida por China en el ámbito educativo africano. Este análisis permitió identificar las diferencias en los enfoques, prioridades y valores subyacentes en comparación con otros agentes globales de cooperación.

3. Análisis de datos secundarios: Se procedió a la recopilación y análisis de fuentes complementarias, tales como informes de evaluación, estadísticas educativas y datos sobre indicadores de desarrollo socioeconómico, con el fin de evaluar el impacto tangible de los proyectos educativos impulsados por China en el continente africano. A este respecto, es preciso señalar que, dada la ausencia de datos o cifras manejables aportadas de manera oficial por los países receptores, se optó por recurrir a informes publicados, casi en exclusividad, por el gobierno de la República Popular. Si bien somos conscientes de la limitación que este hecho pudiera aportar al estudio, se consideró que era una muestra lo suficientemente fiable que permitía validar el análisis, al estar obtenida de informes oficiales que parten de resultados contrastables.

La recopilación de datos se desarrolló a lo largo de un periodo de siete semanas, durante el cual se tuvo acceso a informes de organismos internacionales, documentos oficiales y actas de cumbres internacionales celebradas en las últimas dos décadas. En la selección de dicha documentación se tuvieron en consideración dos líneas prioritarias. Por un lado, se buscaba que los proyectos descritos o las actuaciones planeadas tuvieran un espacio de aplicación continental, es decir, dirigida a varios países. Se consideraba que solo de este modo se podría abordar el asunto elegido, al huir de propuestas bilaterales y ofrecer una visión de conjunto. En segunda instancia, dado que el objeto de estudio es particularmente extenso, se optó por delimitar el análisis a las acciones desarrolladas en el marco del Foro de Cooperación China-África (FOCAC), que constituye el principal eje estratégico de la política educativa china en el continente. Este foro ha operado como plataforma integradora de múltiples programas e iniciativas educativas en África durante las dos últimas décadas, facilitando el diseño de una comparativa cohesionada dentro de los límites metodológicos de la presente investigación.

La decisión de centrar el análisis documental en las actas oficiales de las reuniones del FOCAC responde a diversos motivos de carácter metodológico y estratégico. En primer lugar, constituyen una fuente primaria de indudable valor, al recoger de manera directa y sistemática los compromisos políticos, las prioridades temáticas y las líneas discursivas que han guiado la diplomacia educativa china en África desde el inicio del Foro en el año 2000 y la institucionalización de los proyectos por medio de esta vía. Además, su accesibilidad pública en inglés y francés, a través de los canales oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China y del propio FOCAC, permite un análisis transparente y verificable, lo que garantiza la trazabilidad de los datos sin las posibles desviaciones que las traducciones propias pudieran generar. El uso de estas fuentes ofrece también la ventaja de captar la evolución del lenguaje político y de las narrativas empleadas por el gobierno chino en relación con la cooperación educativa, lo cual resultaba fundamental a la hora de construir este estudio, para identificar continuidades, giros estratégicos y áreas de énfasis en cada ciclo de negociación. Asimismo, la continuidad temporal del FOCAC, con cumbres celebradas cada tres años, permite realizar un seguimiento evolutivo y comparado de los compromisos asumidos y de su progresiva institucionalización. Por ello, estas actas no solo proporcionan una base empírica, sólida y homogénea, sino que también ofrecen un marco discursivo que permite comprender el desarrollo de la diplomacia educativa china como parte integrante de su estrategia de poder blando y de su creciente influencia en África.

Aun así, es preciso matizar que, si bien se considera que las actas del FOCAC ofrecen una fuente documental privilegiada para el estudio de la diplomacia educativa china en África, éramos consciente de las limitaciones inherentes a su carácter institucional que pudieran conllevar. Estos recursos reflejan principalmente la narrativa del gobierno chino, por lo que inevitablemente presentan una visión diplomáticamente elaborada y potencialmente parcial. Conscientes de esta limitación, se ha valorado como un elemento imprescindible complementar el análisis con un conjunto amplio y diverso de estudios académicos recientes, todos ellos en lengua inglesa (a excepción de dos casos), que actúan como fuentes secundarias. Esta bibliografía especializada, elaborada desde distintos enfoques, ha permitido contrastar, matizar y enriquecer los datos extraídos del corpus documental, aportando interpretaciones críticas, estudios de caso en países concretos y valoraciones independientes sobre el impacto real de las iniciativas educativas promovidas en el marco del FOCAC. De este modo, se ha buscado construir una visión más equilibrada y rigurosa del fenómeno, superando la unilateralidad del discurso oficial.

Esta estrategia metodológica permite ofrecer un análisis crítico y fundamentado sobre el impacto de la diplomacia educativa de China en África, con especial atención a sus implicaciones sociales, pedagógicas y de desarrollo humano de los proyectos recogidos en las próximas páginas. No obstante, se advierte que la finalidad seguida con este enfoque era la de sistematizar, en un mismo documento, todas esas iniciativas dispersas en los documentos oficiales publicados durante dos décadas y que, por su falta de agrupación, se incurre comúnmente en un evidente desconocimiento sobre la labor desarrollada en el tiempo dispuesto.

3. Resultados

A la vista de la documentación que ha sido objeto de análisis durante la presente investigación ha sido posible identificar los diferentes dispositivos de actuación que sirven de engranaje para hacer que el mecanismo de ayuda al desarrollo educativo hacia África se mantenga a pleno rendimiento. Como se ha mencionado anteriormente, si bien la cantidad de proyectos y medidas existentes excede con creces los límites y objetivos de este trabajo, se ha optado por centrar la atención en uno de los marcos de cooperación más ambiciosos. Esta elección permite disponer del espacio necesario para analizar en profundidad los aspectos clave vinculados a la promoción de la educación, y al mismo tiempo establecer una comparación significativa con otros modelos ampliamente reconocidos, como el tradicionalmente desarrollado en el eje de cooperación Norte-Sur, tanto por entidades supranacionales como la Unión Europea, como por medio de los numerosos proyectos integrados en los sistemas de cooperación bilateral.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la presencia china en África se caracterizó por un papel relativamente discreto. De hecho, las primeras formas conocidas de ayuda exterior desde la década de 1950 estuvieron dirigidas, casi de manera exclusiva, a contrarrestar la influencia estadounidense y francesa en Asia. Ante la presión de los esfuerzos de contención y los programas de ayuda exterior estadounidenses, China lanzó sus propios programas de ayuda exterior, que incluían ayuda militar y alimentaria a Corea del Norte y Vietnam para apoyar sus luchas contra las fuerzas militares estadounidenses y francesas, respectivamente. Hacia las postrimerías de la centuria, desde Pekín se adoptó un viraje estratégico en la política de cooperación, intensificando su implicación en el continente africano mediante el fortalecimiento de la ayuda dirigida a los nuevos Estados surgidos del proceso de descolonización. Esta reorientación respondía, en buena medida, al interés de Beijing por consolidar su posición como actor preeminente en el seno del comúnmente denominado Tercer Mundo (Regilme & Hodzi, 2021, p. 118).

El propósito de esta estrategia respondía a una doble intención. Por un lado, buscaba satisfacer la creciente necesidad de China de acceder a nuevos mercados y a recursos energéticos o materias primas que garantizaran la sostenibilidad de su acelerado crecimiento económico. Esta expansión comercial y de recursos resultaba crucial para mantener el dinamismo de su industria y el abastecimiento de insumos estratégicos y que, por ejemplo, de manera más reciente ha visto también su plasmación en el marco de la Belt and Road Initiative, el magno proyecto global iniciado en 2013 y que ha reconfigurado las relaciones del gigante asiático con buena parte del mundo (Benedicto, 2020). Es así como África se posicionó como un socio de privilegio, gracias a su riqueza en recursos naturales y a su condición de mercado emergente en el que las manufacturas chinas encontraron un terreno fértil. Como contrapartida, África ha sido receptora de ayuda pública para el desarrollo que ha permitido impulsar proyectos de gran envergadura, especialmente en el ámbito de las infraestructuras (Brautigam, 2011).

Esta alianza ha sido presentada por las instancias gubernamentales chinas como un modelo de cooperación mutuamente beneficioso en el marco conceptual de la “cooperación sur-sur”, término utilizado con frecuencia en los documentos oficiales, como más adelante se podrá apreciar. No obstante, en los últimos años, se ha hecho cada vez más evidente que los programas de ayuda impulsados por China no solo buscan fortalecer sus vínculos económicos y políticos en el escenario internacional, sino también proyectar la imagen del gigante asiático como una potencia global responsable, comprometida con el multilateralismo y dispuesta a contribuir a la resolución de los desafíos que más acucian a estos territorios (Mthembu, 2018). A diferencia de los enfoques tradicionales occidentales, que suelen destinar una parte significativa de la ayuda exterior a fortalecer la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales, el modelo chino se caracteriza por priorizar la relación directa con los gobiernos de los países receptores. Esta dinámica responde a una lógica de cooperación que se presenta como mutuamente beneficiosa, en la que ambas partes obtienen resultados tangibles. En este marco, la ayuda china se concentra principalmente en sectores estratégicos como la agricultura, el desarrollo de infraestructuras, la cooperación técnica, así como en la educación y la capacitación de recursos humanos (Regilme & Hodzi, 2021, p. 119). Esta estrategia ha cobrado mayor protagonismo en un contexto en el que tanto desde Washington como desde Bruselas se ha acusado una cuestionada atención estratégica hacia el continente africano, dejando con ello un espacio que China ha sabido aprovechar hábilmente. Un ejemplo relativamente reciente, y singularmente visible, vino a raíz de la pandemia COVID-19, una cuestión no solo humanitaria, sino también geopolítica y geoestratégica. La proyección del poder blando (soft power) de China en forma de asistencia médica hacia los países africanos en la era COVID se ha constatado que supuso tanto una forma de engrasar su diplomacia pública como de desempeñar el papel de potencia internacional responsable proporcionando bienes públicos internacionales como vacunas, mascarillas y todo tipo de material sanitario (van Staden, 2022).

Más allá de estas cuestiones recientes, el pistoletazo de salida del nuevo escenario de cooperación que acabamos de describir entre el gigante asiático y el continente africano se materializó en el Foro de Cooperación China-África (FOCAC) del año 2000 en Beijing y que representa un hito crucial en el entramado de las relaciones entre ambos espacios geográficos (Murphy, 2022, p. 83). Si analizamos los textos fundacionales de este gran proyecto nos percatamos rápidamente de la determinada línea de actuación con la que se crea y de la plena conciencia que tenía Pekín sobre el rol que estaba llamado a ocupar dentro de la evolución del continente africano (Taylor, 2012). Entre los fragmentos más destacados conviene señalar los siguientes, sobre todo por la alineación en la que se sitúan a sí mismos con respecto a las naciones a las que pretende dirigir su ayuda y por los numerosos ámbitos que contempla la cooperación:

Nos damos cuenta de que, en los albores de un nuevo siglo, todavía existen graves factores desestabilizadores en el mundo y una enorme brecha entre el Norte rico y el Sur pobre y que la paz y el desarrollo están lejos de lograrse plenamente.

También enfatizamos que tanto China como los países africanos son países en desarrollo con intereses fundamentales comunes y creemos que la estrecha consulta entre las dos partes sobre asuntos internacionales es de gran importancia para consolidar la solidaridad entre los países en desarrollo y facilitar el establecimiento de un nuevo orden internacional.

10. Decidimos promover vigorosamente una mayor cooperación China-África en las áreas económica, comercial, financiera, agrícola, médica y de salud pública, científica y tecnológica, cultural, educativa, de desarrollo de recursos humanos, de transporte, ambiental, turística y otras. sobre la base de los principios consagrados en esta declaración y el Programa para la Cooperación China-África en el Desarrollo económico y social adoptado en el Foro para promover el desarrollo común de China y África (Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China, 2009a).

Esta fase inaugural, revestida de una naturaleza fundacional y en la que ya aparece recogido el ámbito educativo, encontró su continuación en 2003 con una segunda convocatoria que tuvo lugar en Adís Abeba. Esta nueva cumbre puso en marcha proyectos de gran envergadura que cosecharían notables logros en la década subsiguiente. En primer término, se instituyó el Fondo de Desarrollo China-África con el propósito de fomentar la inversión de la República Popular China en el continente africano (Murphy, 2022, pp. 183-184). Y, por otro lado, comenzó a hacerse evidente la apuesta que desde Beijing se deseaba hacer en materia de promoción de la educación en el continente. Esto se plasma en la inclusión de un bloque dedicado a “Desarrollo de Recursos Humanos y Cooperación Educativa”. A este respecto, se indica:

5.1.1 Tomamos nota de que, como seguimiento de la Conferencia Ministerial del Foro de Cooperación China-África de Beijing 2000, China ha creado un Fondo Africano para el Desarrollo de los Recursos Humanos destinado exclusivamente a la capacitación de personal africano. En los últimos tres años, China ha organizado cursos o programas de capacitación de diversas formas para África con cargo a este fondo especial.

5.1.2 Somos plenamente conscientes de la importancia vital que tiene la formación de talentos y el desarrollo de capacidades para el desarrollo sostenible en África y del gran potencial de cooperación entre ambas partes en el desarrollo de recursos humanos.

5.1.5 Acordamos intensificar la cooperación educativa. Ambas partes intercambiarán profesores y nuevas becas y establecerán canales de comunicación para el intercambio de ideas entre sus instituciones de educación superior y de educación y formación técnica y profesional (EFTP). China seguirá ayudando a las instituciones africanas de educación superior y de educación y formación técnica y profesional (EFTP) a mejorar y ampliar sus disciplinas académicas y campos de especialización (Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China, 2009b).

De este modo, se puede ver cómo el componente educativo ha formado parte del marco de actuación puesto en marcha por China en África desde los momentos iniciales. Sin embargo, si tuviéramos que hacer una valoración en comparación con el paradigma europeo, sería conveniente señalar que este otro modelo presenta un claro enfoque centrado en la educación superior y en la creación de programas de intercambio a través de becas, de manera bilateral, con destino en el país asiático. Esta iniciativa, si bien es innegable que conlleva un notable impacto en el desarrollo de las sociedades del continente, deja abierto un nicho de actuación muy amplio en la base del sistema educativo (King, 2013).

No obstante, a partir de 2006 se dejó notar un cierto aire de cambio a partir de la tercera convocatoria del FOCAC, celebrada de nuevo en Beijing. Si bien la educación superior siguió constituyendo un pilar decisivo, en este momento asistimos a una diversificación de acciones de gran calado. De todas, destacaremos, por diferentes razones, dos: la construcción de escuelas rurales y el establecimiento de sedes del Instituto Confucio. Tal y como se recoge en el posterior informe redactado al finalizar el encuentro, “reconociendo la importancia de la educación como base y clave para lograr un desarrollo social y económico sostenible, las dos partes decidieron ampliar la cooperación China-África en materia de educación sobre la base de la sólida cooperación existente”. En concreto, entre otras medidas, el Gobierno chino decidió:

— Ayudar a los países africanos a crear 100 escuelas rurales en los próximos tres años.

— Impartir capacitación anual a un número determinado de funcionarios educativos, así como a directores y profesores destacados de universidades, escuelas primarias, secundarias y profesionales de África.

— Establecer Institutos Confucio en países africanos para satisfacer sus necesidades en la enseñanza del idioma chino y fomentar la enseñanza de idiomas africanos en universidades y colegios chinos pertinentes (Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China, 2006).

Como se puede observar, el compromiso de potenciar la enseñanza en las etapas primarias se alinea con la narrativa de cooperación Sur-Sur que China ha utilizado para posicionarse como un actor solidario y comprometido con las necesidades del Sur Global. Al dirigir sus esfuerzos hacia la creación de escuelas en entornos rurales, Pekín atiende una de las áreas más vulnerables del continente, donde la brecha educativa es especialmente pronunciada debido a factores como la pobreza, la falta de infraestructuras y la insuficiencia de docentes capacitados. De este modo, ofrece una respuesta para un territorio singularmente marginado y al que hasta este momento solo llegaban los esfuerzos del marco de cooperación Norte-Sur.

Por otro lado, la apertura de los Institutos Confucio en África, con sedes en 47 países del continente, constituye uno de los pilares fundamentales de la estrategia de diplomacia blanda que China ha desplegado en el continente durante las últimas décadas. Este fenómeno se inscribe en ese marco más amplio de proyección geopolítica y económica descrito con anterioridad, en el que la República Popular busca afianzar su influencia mediante mecanismos no coercitivos, consolidando así su imagen como actor comprometido con el desarrollo y la cooperación internacional. La expansión que en este tiempo han experimentado responde, en buena medida, a los crecientes vínculos económicos y políticos que China ha establecido con diversos países africanos, así como a la necesidad de proyectar su cultura, idioma y valores como complemento a sus iniciativas en el ámbito comercial e infraestructural. En este contexto, la creación de estos centros académicos se revela como una herramienta estratégica para generar afinidades socioculturales que refuercen la percepción positiva del gigante asiático en África. Pekín es muy consciente de esto último y prueba de ello es la cuidadosa diplomacia pública que ha diseñado. Si nos fijamos en el modo en que China explota su poder blando (soft power), encontramos que, claramente, utiliza la popularidad de su cultura para promover las relaciones internacionales (d’Hooghe, 2005, p. 94; Ding, 2008; Nye, 2008; Shambaugh, 2015).

La labor de los Institutos Confucio se articula principalmente en torno a la enseñanza del mandarín, la promoción de las tradiciones chinas y el fomento del intercambio académico. Este modelo permite a China ejercer una influencia sutil pero sostenida sobre el tejido universitario africano, dotando a los futuros profesionales y técnicos de competencias lingüísticas y conocimientos culturales que favorecen la consolidación de las relaciones bilaterales. Asimismo, el enfoque pedagógico de estos institutos, basado en la creación de una narrativa que proyecta a China como un socio fiable y comprometido con el desarrollo del continente, contribuye a moldear la opinión pública a favor de sus intereses estratégicos (Huang, 2022).

Figura 1. Países con sede del Instituto Confucio.
Fuente: Hanban. Elaboración propia.

Un esquema muy similar, en cuanto a los planteamientos generales, es el que se siguió en la cita de Sharm el-Sheikh, Egipto (2009). Como muestra, proporcionaremos solo dos de las medidas recogidas en el texto definitivo del encuentro. Por un lado, China se propuso “intensificar los esfuerzos para formar a docentes de escuelas primarias, secundarias y profesionales en África, y ayudar a los países africanos a formar a 1.500 directores y docentes de escuelas”, una nueva apuesta decidida por intervenir en las etapas iniciales y formar personal cualificado. No obstante, incluso con un predominio de medidas como esta es posible constatar cómo no se pierde de vista la intención de desplegar iniciativas que profundicen en esa misión de expandir los lazos culturales. Es el caso de la ayuda “a los países africanos a construir 50 escuelas de amistad China-África” (Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China, 2009c).

Otro cariz diferente es el que se empezó a adoptar a partir de 2015 y la cumbre celebrada en Johannesburgo, la primera de la era Xi Jinping. Del documento de compromiso publicado tras el encuentro centraremos la atención en dos aspectos: la mención a la Agenda 2030 y la introducción de la idea de la Nueva Ruta de la Seda. Sobre el primer asunto pondremos en valor el hecho de que estos conceptos queden incorporados en la hoja de ruta. Con ello no hay duda de que China y el resto de las naciones firmantes buscan que los objetivos acordados en las cumbres se vean alineados con los cánones que marca la ONU en su política global de desarrollo sostenible y no se perciban como un contraprograma:

14. Acogemos con satisfacción la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible como un plan de desarrollo universal, transformador e integrado. Sigue siendo importante que los países desarrollados cumplan los compromisos adquiridos con respecto a la Agenda 2030, en particular los relativos al Objetivo 17, así como que continúen cumpliendo sus compromisos actuales para garantizar la plena aplicación de la Agenda (Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China, 2015).

Sin embargo, más allá de esa declaración de intenciones, uno de los puntos que mayor inquietud despertó en su momento es el hecho de que por primera vez se incluya en las declaraciones el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, una ambiciosa iniciativa de desarrollo e integración propuesta por China, que busca mejorar la conectividad y promover la cooperación económica entre diferentes regiones del mundo a través de la construcción de infraestructuras y la promoción del comercio y la inversión. Si bien se anunció bajo la premisa de la cooperación entre las grandes regiones del planeta, algunos críticos argumentan que China está utilizando la iniciativa para expandir su influencia geopolítica y económica en diferentes regiones del mundo, generando preocupaciones sobre la dependencia económica de los países receptores y los impactos ambientales de los proyectos de infraestructura (punto 25.2). También merece la pena señalar la constante reiteración de conceptos como “tratarnos como iguales” o “desarrollo común” en los documentos publicados después de cada cumbre (véase punto 25.1). Así, se constata una necesidad de difundir la idea de que estos acuerdos sitúan a China y al resto de los países firmantes en una condición similar, cuando, en verdad, el estatus que ocupan es plenamente dispar.

Por motivos como este, la trayectoria que ha emprendido la cooperación al desarrollo en los últimos años, en especial desde el inicio de la era de Xi Jinping, ha generado una notable inquietud en la comunidad internacional respecto a las agendas subyacentes que China parece tener en el continente africano. Si bien el compromiso aparente del gigante asiático con el progreso de esta vasta región es evidente, la innegable inclinación económica o inversora que prevalece suscita interrogantes acerca de quiénes son los verdaderos beneficiarios de tales iniciativas y de si la intención de Pekín es instaurar una forma de colonialismo renovado, fruto de la creciente dependencia de estos países del capital chino (Rocha, 2016, p. 98).

A pesar de todo esto, los compromisos sociales y de desarrollo han sido sustanciales, y dentro de este enfoque, la educación y los recursos humanos siempre han constituido un pilar importante como se constata en las medidas contempladas a continuación.

4.3.1 Ambas partes coinciden en que la escasez de profesionales y personas cualificadas es otro de los principales obstáculos que frenan el desarrollo independiente y sostenible de África. Ambas partes seguirán reforzando la cooperación en materia de educación y desarrollo de recursos humanos.

4.3.2 La parte china ofrecerá 2.000 oportunidades de educación universitaria en China y 30.000 becas gubernamentales a países africanos, acogerá a más jóvenes africanos para que estudien en China, innovará y ampliará más vías de formación y formará a más profesionales africanos en desarrollo económico y gestión técnica.

4.3.5 La parte china acoge con satisfacción la inclusión por parte de los países africanos de la enseñanza de la lengua china como parte de sus sistemas educativos nacionales y apoyará a más países africanos en sus esfuerzos por establecer Institutos Confucio y Aulas Confucio (Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China, 2015).

Por su parte, la última parada en esta evolución la realizaremos en el encuentro celebrado en Dakar en 2021, en el que se aprobaron documentos de gran impacto como el Plan de Acción de Dakar (2022-2024), la Declaración sobre la Cooperación China-África en Materia de Respuesta al Cambio Climático y, uno de los más significativos por su profundidad, proyección de futuro y calado, la Visión 2035 de la Cooperación China-África. Al margen de las referencias generales que todos ellos incluyen, destacaremos, por su proximidad al objeto de estudio del presente trabajo, la iniciativa del gigante asiático por potenciar programas de capacitación vocacional1, en un intento más por diversificar la ya amplia oferta en materia educativa que desde principios de siglo viene desplegando en el continente africano:

4.3.2 La parte africana elogia altamente los talleres Luban y otros programas de capacitación vocacional lanzados por China en África, y aprecia el apoyo de China en áreas tales como materiales y equipo, orientación técnica, fuerza de trabajo docente y capacitación de personal. […] China continuará brindando seminarios de corta duración y oportunidades de capacitación a los países africanos, continuará trabajando con los países africanos para establecer “Talleres Luban” (Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China, 2021).

Estos Talleres Luban conforman una interesante iniciativa de formación profesional impulsada por China que rinde homenaje al legendario artesano Lu Ban, símbolo de la destreza técnica e innovación en la tradición china. Este programa tiene como propósito principal capacitar a trabajadores de todo el mundo para que adquieran habilidades avanzadas, conocimientos técnicos especializados y una mentalidad innovadora, promoviendo así el desarrollo de una fuerza laboral altamente cualificada.

El programa de los Talleres Luban inició su andadura en 2016 con la inauguración del primer centro en Tailandia, especializado en la formación profesional en disciplinas técnicas avanzadas como mecatrónica, manufactura y automatización de maquinaria, así como control automático de señalización ferroviaria. Esta iniciativa experimentó una rápida proyección internacional expandiéndose en 2017 hacia Europa con la apertura de un centro en el Reino Unido. En 2019, el proyecto consolidó su presencia en el continente africano mediante la implementación de un Taller Luban en Yibuti, contribuyendo significativamente al desarrollo de capacidades técnicas en la región y, en 2024, el programa alcanzó Sudamérica con la inauguración de un centro en Perú. Esta rápida expansión global en un lapso de apenas ocho años refleja el carácter estratégico de los Talleres Luban como herramienta de cooperación técnica y la consolidación de China como agente de primer orden en el ámbito de la formación profesional a escala mundial.

En el contexto africano, los talleres han adquirido una relevancia particular, consolidándose como un elemento clave en la cooperación educativa y técnica entre China y el continente. Países como Egipto, Kenia y Sudáfrica han sido receptores de estos programas, que se orientan especialmente a fortalecer sectores estratégicos como la ingeniería, la construcción, la manufactura y las tecnologías de la información. Esta iniciativa se alinea con los objetivos de desarrollo económico de muchos países africanos, que buscan potenciar la industrialización y mejorar la empleabilidad de sus jóvenes.

Los Talleres Luban en África no solo proporcionan formación técnica, sino que también fomentan la transferencia de tecnología y el intercambio de conocimientos, elementos fundamentales para el crecimiento sostenible del continente. Su implementación responde a la creciente demanda de profesionales cualificados capaces de afrontar los desafíos del mercado laboral global, contribuyendo así a la creación de oportunidades laborales y al fortalecimiento de las economías locales. Esta estrategia, enmarcada en la política exterior educativa de China, refleja su interés en consolidar lazos con África a través de la diplomacia educativa y el fortalecimiento de las capacidades técnicas de sus socios africanos (Wang, 2024).

Figura 2. Infografías publicadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China que muestran los logros cosechados en los últimos años.
Fuente: Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China.

4. Discusión y conclusiones

La diplomacia educativa que China ha desplegado en África en las últimas décadas se presenta como un elemento clave dentro de su estrategia de cooperación internacional al desarrollo, especialmente en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por la Agenda 2030. No obstante, esta política, que combina la promoción del desarrollo humano con la consolidación de la influencia china en el continente, plantea una serie de retos y desafíos que condicionarán su impacto a medio y largo plazo.

En primer lugar, resulta evidente que la cooperación educativa china en África ha permitido ampliar el acceso a la formación en regiones donde las carencias en infraestructuras educativas y el déficit de personal docente cualificado dificultaban el cumplimiento del ODS 4 sobre educación de calidad. La creación de centros educativos, el impulso de los Institutos Confucio y la concesión de miles de becas para que estudiantes africanos se formen en universidades chinas han contribuido a mejorar la capacitación de la población joven del continente. Sin embargo, este modelo educativo plantea interrogantes sobre la adecuación curricular de los programas formativos y su alineación con las necesidades socioeconómicas locales.

Por otro lado, la diplomacia educativa china también ha introducido un enfoque que, en muchos casos, prioriza las relaciones estatales sobre el fortalecimiento de la sociedad civil. Algo que, desde nuestro punto de vista, tiene un mayor impacto en aquellos países donde el grado de desarrollo es menor y donde las oportunidades de adaptación al marco propuesto conllevan un proceso más costoso de alcanzar. Esta circunstancia puede generar limitaciones en la participación comunitaria o en el diseño y desarrollo de proyectos educativos, lo que podría afectar a la sostenibilidad de las iniciativas a largo plazo. El desafío reside, por tanto, en integrar de forma equilibrada los intereses de la República Popular China con la creación de sistemas educativos africanos más inclusivos y participativos.

Además, la expansión de programas educativos chinos en África también plantea la necesidad de garantizar que dichos esfuerzos contribuyan a reducir las desigualdades educativas, tanto en términos de género como de acceso en zonas rurales y urbanas. En este sentido, la promoción de una educación equitativa y de calidad debe ser una prioridad para que esta cooperación contribuya de forma efectiva al cumplimiento de la Agenda 2030. Este asunto, además, se posiciona como un objeto de especial interés para investigaciones futuras que establezcan, desde la posición que la perspectiva temporal proporciona, un análisis cuantificable que permita evaluar los resultados, más allá de los datos numéricos de los que ya disponemos, estos grandes proyectos recogidos en estas páginas. Igualmente, sería interesante examinar el margen que estas iniciativas están dejando a los actores locales en transcurso de la implementación de proyectos educativos chinos, para valorar el grado de apropiación y adaptación de estos modelos a las realidades pedagógicas y sociales del continente.

En definitiva, la diplomacia educativa de China en África representa una oportunidad para fortalecer los sistemas educativos del continente, pero también exige una mayor atención a la sostenibilidad de los proyectos, la autonomía pedagógica de las instituciones educativas y la integración de las necesidades locales en los planes formativos. Para que esta colaboración se traduzca en un verdadero progreso social, será decisivo que las acciones educativas chinas se complementen con políticas inclusivas que prioricen la equidad y que tengan en cuentan el componente intrínseco de cada lugar en el que se desplieguen para contribuir así de forma efectiva a los retos educativos y sociales que plantean los objetivos y el marco de la Agenda 2030.

Contribuciones (taxonomía CRediT)

Contribuciones

Autoras

Concepción y diseño del trabajo

Autor 1

Búsqueda documental

Autor 1

Recogida de datos

Autor 1

Análisis e interpretación crítica de datos

Autor 1

Revisión y aprobación de versiones

Autor 1

Financiación

La investigación de la que deriva este artículo no contó con fuentes de financiamiento.

Declaración de conflicto de intereses

El autor declara que no existe ningún conflicto de intereses.

Referencias bibliográficas

Arteaga-Alcívar, Y., & Espinosa-Cevallos, P. (2024). Diplomacia educativa y su impacto en la política exterior: Análisis de estrategias y programas de intercambio internacional. 593 Digital Publisher CEIT, 9(6), 183-191. https://doi.org/10.33386/593dp.2024.6.2597.

Brautigam, D. (2011). The Dragon’s Gift: The Real Story of China in Africa. Oxford: Oxford University Press.

Benedicto, M.A. (2020). China y la Belt Road Initiative: un arma de doble filo (del Soft power al Sharp power) para transformar el mundo. En P. Gonález (Dir.), El sistema internacional del siglo XXI: dinámicas, actores y relaciones internacionales (pp. 285-305). Tirant lo Blanch.

Caruso, D. (2020). China soft power and cultural diplomacy. The educational engagement in Africa. Cambio. Rivista Sulle Trasformazioni Sociali, 10(19), 47-58. https://doi.org/10.13128/cambio-8510.

Ding, S. (2008). To Build A “Harmonious World”: China’s Soft Power Wielding in the Global South.” Journal of China Political Science, 13, 193-213.

Gu, J. (2008). International aid for education development in Africa and its implications for China. West Asia and Africa, 20(3), 54-59.

d’Hooghe, I. (2005). Public Diplomacy in the People’s Republic of China. En J. Melissen (Ed.), The New Public Diplomacy: Soft Power in International Relations (pp. 88-105). Palgrave Macmillan.

Hodzi, O., & Amoah, P. A. (2023). Higher Education as ‘Strategic Power’? An Assessment of China-Africa Higher Education Partnerships and Collaborations. African Human Mobility Review, 9(2), 16-35. https://doi.org/10.14426/ahmr.v9i2.1333.

Huang, Z. (2022). L’Institut Confucius et la diplomatie publique chinoise en Afrique: un organe de propagande déguisée en ONG? Hermès, La Revue, 89(1), 60-66. https://shs.cairn.info/revue-hermes-la-revue-2022-1-page-60?lang=fr.

King, K. (2010). China’s Cooperation in Education and Training with Kenya: A different model? International Journal of Educational Development, 30(5), 488-496. https://doi.org/10.1016/j.ijedudev.2010.03.014

King, K. (2013). China’s aid and soft power in Africa: the case of education & training. Martlesham: Boydell & Brewer Ltd.

King K. (2020). China–Africa Education Cooperation: From FOCAC to Belt and Road. ECNU Review of Education, 3(2), 221-234.

Li, J. & Xue, E. (2024). Pursuing High-Quality Internationalization of Higher Education in China. Exploring Education Policy in a Globalized World: Concepts, Contexts, and Practices. Springer.

López, D., & García, E. (2010). Sistemas de protección emergentes: el caso de Tánger, ciudad fronteriza. Pedagogia Social Revista Interuniversitaria, (17), 57-70. https://doi.org/10.7179/PSRI_2010.17.05.

Melero, N., & Fleitas, R. (2015). La investigación acción participativa en procesos de desarrollo comunitario: una experiencia de cooperación interuniversitaria en el barrio de Jesús María, La Habana Vieja (Cuba). Pedagogia Social Revista Interuniversitaria, (26), 203-228. https://doi.org/10.7179/PSRI_2015.26.08

Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China. (16 de noviembre de 2006). Forum on China-Africa Cooperation: Beijing Action Plan (2007-2009) http://www.focac.org/eng/zywx_1/zywj/200611/t20061116_7933564.htm

Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China. (25 de septiembre de 2009a). Beijing Declaration of the Forum on China-Africa Cooperation. http://www.focac.org/eng/zywx_1/zywj/200909/t20090925_8079752.htm

Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China. (25 de septiembre de 2009b). Forum on China-Africa Cooperation-Addis Ababa Action Plan (full text). http://www.focac.org/eng/zywx_1/zywj/200909/t20090925_7933568.htm

Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China. (12 de noviembre de 2009c). Forum on China-Africa Cooperation Sharm El Sheikh Action Plan (2010-2012) http://www.focac.org/eng/zywx_1/zywj/200911/t20091112_7933571.htm.

Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China. (25 de diciembre de 2015). The Forum on China-Africa Cooperation Johannesburg Action Plan (2016-2018). http://www.focac.org/eng/zywx_1/zywj/201512/t20151225_7933575.htm

Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China. (22 de diciembre de 2021). Forum on China-Africa Cooperation Dakar Action Plan (2022-2024). http://www.focac.org/eng/zywx_1/zywj/202201/t20220124_10632444.htm

Mthembu, P. (2018). China and India’s development cooperation in Africa: the rise of southern powers. London: Palgrave Macmillan.

Murphy, D. (2022). China’s rise in the Global South: the Middle East, Africa, and Beijing’s alternative world order. Redwood City: Stanford University Press.

Nye, J. S. (2008). Public Diplomacy and Soft Power. The Annals of the American Academy of Political and Social Science, 616, 94-109. http://www.jstor.org/stable/25097996.

Procopio, M. (2015). The Effectiveness of Confucius Institutes as a Tool of China’s Soft Power in South Africa. African East-Asian Affairs, 2, 98-125. https://doi.org/10.7552/0-1-2-155.

Regilme, Jr, S. S. F., & Hodzi, O. (2021). Comparing US and Chinese Foreign Aid in the Era of Rising Powers. The International Spectator, 56(2), 114-131. https://doi.org/10.1080/03932729.2020.1855904.

Rocha, M. de J. (2016). China y la integración megarregional: la Nueva Ruta de la Seda Marítima en África. Revista CIDOB d’afers internacionals, 114, 87-108. https://doi.org/10.24241/rcai.2016.114.3.87.

Shambaugh, D. (2015). China’s Soft-Power Push: The Search for Respect. Foreign Affairs, 94(4), 99-107. http://www.jstor.org/stable/24483821.

Taylor, I. (2012). The forum on China-Africa cooperation (FOCAC). London: Routledge.

van Staden, C. (2022). Chinese Vaccine Diplomacy in Africa. Asia Policy, 17(3), 5-17. https://www.jstor.org/stable/27227213.

Wang, J. (2024). Development Aid 2.0: Technology transfer and skill formation. Vocation, Technology & Education, 1(1). https://doi.org/10.54844/vte.2024.0545.

CÓMO CITAR EL ARTÍCULO

López-Torán, J.M. (2025). La diplomacia educativa de China en África: un nuevo paradigma de cooperación internacional al desarrollo. Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, 47, 131-145. DOI:10.7179/PSRI_2025.47.08

DIRECCIÓN DEL AUTOR

José Manuel López Torán. Facultad de Ciencias Sociales y Tecnologías de la Información, Universidad de Castilla-La Mancha, Av. Real Fábrica de Sedas, s/n, C.P. 45600, Talavera de la Reina. Toledo. E-mail: JoseManuel.Lopez@uclm.es

PERFIL ACADÉMICO

JOSÉ MANUEL LÓPEZ TORÁN

https://orcid.org/0000-0002-8792-1309

Doctor internacional en Historia Contemporánea es profesor en la Universidad de Castilla-La Mancha donde imparte docencia en los grados en Educación Social y Trabajo Social. Ha realizado estancias de investigación y docencia en la Sorbonne Universitè, Université Sorbonne Nouvelle, Université de Liège o Università degli studi di Modena e Reggio Emilia. Ha participado en tres proyectos de investigación de carácter nacional y regional y es miembro de cuatro grupos de trabajo internacionales o nacionales. Ha publicado los resultados de sus investigaciones en más de una veintena de publicaciones y ha participado en más de 30 congresos, jornadas científicas o seminarios celebrados en ciudades como París, Berlín, Ámsterdam, Buenos Aires, Medellín o Glasgow.

Notas

  1. 1 A pesar de abordarse en este último punto, lo cierto es que la primera vez en la que se habló de esta iniciativa fue en la cumbre del Foro de Cooperación China-África de 2018 en Beijing. Fue entonces cuando el presidente chino, Xi Jinping, anunció que se establecerían, al menos, 10 talleres Luban en África para ofrecer formación vocacional a jóvenes africanos.