eISSN: 1989-9742 © SIPS. DOI: 10.7179/PSRI_2024.46.13

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Las niñas cuentan: narrativas sobre la violencia machista
desde una perspectiva feminista

Girls tell: narratives about sexist violence from a feminist perspective

Meninas contam: narrativas sobre a violência sexista a partir de uma perspectiva feminista

Gema OTERO-GUTIÉRREZ https://orcid.org/0000-0002-3270-4155

Rocío CÁRDENAS-RODRÍGUEZ https://orcid.org/0000-0003-1737-3092

Carmen MONREAL-GIMENO https://orcid.org/0000-0002-6609-4885

Universidad Pablo de Olavide

Fecha de recepción: 13.III.2024

Fecha de revisión: 18.IV.2024

Fecha de aceptación: 22.V.2024

CONTACTO CON LAS AUTORAS

Rocío Cárdenas-Rodríguez: Universidad Pablo de Olavide. Dpto. de Educación y Psicología Social, Edificio 11, planta 2, despacho 19; Ctra. de Utrera, Km. 1 C.P. 41013 Sevilla. E-mail: mrcarrod@upo.es

PALABRAS CLAVE:

Socialización;

violencias;

infancia;

coeducación;

feminismo.

RESUMEN: La violencia contra las mujeres es un problema estructural y multidimensional que afecta a millones de mujeres y niñas en todo el planeta. Desde las investigaciones feministas se ha identificado y conceptualizado aquellos dispositivos que permiten el sostenimiento de un sistema que oprime a más de la mitad de la población. Esta investigación ha tenido como objetivo principal evidenciar desde una perspectiva feminista cómo las niñas reconocen y verbalizan la violencia y la opresión estructural a la que son sometidas en su vida cotidiana. Para ello, se utilizó una metodología cualitativa a través del análisis de contenido de narrativas en base a un sistema de categorías. La muestra del universo poblacional estuvo compuesta por 50 alumnas de 5.º y 6.º de primaria de 5 centros educativos públicos de las provincias de Sevilla y Córdoba. Los resultados más destacados señalaron que las niñas identifican y verbalizan situaciones personales, prácticas cotidianas, relatos, imaginarios e idearios que normalizan la violencia contra las mujeres en su día a día. Las niñas que identificaron y tomaron conciencia de su opresión desplegaron estrategias de resistencia, denuncia, rebeldía o sororidad entre ellas para hacer frente a las diferentes formas de violencia con las que conviven.

KEYWORDS:

Socialization;

violence;

childhood;

co-education;

feminism.

ABSTRACT: Violence against women is a structural and multidimensional problem that affects millions of women and girls around the planet. Feminist research has identified and conceptualized those devices that allow the maintenance of a system that oppresses more than half of the population. The main objective of this research has been to demonstrate from a feminist perspective how girls recognize and verbalize the violence and structural oppression to which they are subjected in their daily lives. To do this, a qualitative methodology was used through content analysis of narratives based on a system of categories. The sample of the population universe was made up of 50 5th and 6th grade primary school students from 5 public educational centers in the provinces of Seville and Córdoba. The most notable results indicated that girls identify and verbalize personal situations, daily practices, stories, imaginaries and ideas that normalize violence against women in their daily lives. The girls who identified and became aware of their oppression deployed strategies of resistance, denunciation, rebellion or sisterhood among themselves to confront the different forms of violence with which they coexist.

PALAVRAS-CHAVE:

Socialização;

violência;

infância;

co-educação;

feminismo.

RESUMO: A violência contra as mulheres é um problema estrutural e multidimensional que afecta milhões de mulheres e raparigas em todo o planeta. A investigação feminista identificou e conceptualizou os dispositivos que permitem a manutenção de um sistema que oprime mais de metade da população. O principal objetivo desta investigação foi demonstrar, numa perspetiva feminista, como as raparigas reconhecem e verbalizam a violência e a opressão estrutural a que estão sujeitas no seu quotidiano. Para isso, utilizou-se uma metodologia qualitativa por meio da análise de conteúdo das narrativas a partir de um sistema de categorias. A amostra do universo populacional foi composta por 50 alunos do 5.º e 6.º ano do ensino fundamental de 5 centros educacionais públicos das províncias de Sevilha e Córdoba. Os resultados mais notáveis indicaram que as meninas identificam e verbalizam situações pessoais, práticas cotidianas, histórias, imaginários e ideias que normalizam a violência contra as mulheres no seu cotidiano. As meninas que identificaram e tomaram consciência da sua opressão implantaram estratégias de resistência, denúncia, rebelião ou irmandade entre si para enfrentar as diferentes formas de violência com as quais convivem.

Introducción

Desde las investigaciones feministas se ha conceptualizado la violencia contra las mujeres como la máxima expresión de poder de un sistema patriarcal, que estructuralmente oprime a niñas y mujeres en todos los lugares del planeta (De Miguel, 2020). Identificar, conceptualizar y analizar la estructura simbólica y material de esta violencia es clave para entender su raíz. Cuantificar la magnitud de la violencia machista nos permite poner en evidencia un sistema de opresión multidimensional que sigue utilizando la violencia, entre otros recursos patriarcales, para el sometimiento y la sujeción de las mujeres (Cobo, 2020). En el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica de 2011 se define la violencia contra las mujeres como “una manifestación de desequilibrio histórico entre la mujer y el hombre que ha llevado a la dominación y a la discriminación de la mujer por el hombre, privando así a la mujer de su plena emancipación”. Se evidencia así la naturaleza estructural de la violencia contra las mujeres a nivel global y en todas sus formas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021), estima que 1 de cada 3 mujeres (30 %) han sufrido violencia física o sexual al menos una vez en su vida y la mayor parte de las veces el agresor era su pareja. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y ONU Mujeres (2023) estiman que 48.000 mujeres y niñas han sido asesinadas dentro de relaciones familiares o de pareja durante 2022. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2023) denuncia el progresivo desmantelamiento de los derechos de las mujeres a nivel global. En dicho estudio se evidencia que 9 de cada 10 hombres y mujeres mantienen prejuicios sobre las mujeres y un 25 % de la población justifica que un hombre ejerza violencia contra una mujer si es su pareja. Estos datos son un claro ejemplo de cómo la cultura patriarcal está tan arraigada en el imaginario colectivo, que una de cada 4 personas justifica la violencia contra las mujeres en el mundo. El machismo es estructural por lo que hombres y mujeres interiorizan desde su infancia creencias y mitos sobre la inferioridad de las mujeres que permiten validar su opresión.

Si nos detenemos a analizar la situación de las mujeres en España, según la “Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019”, elaborada por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, en torno a 11.688.411 mujeres han sido víctimas de violencia machista a lo largo de su vida. La macroencuesta estima que el 57,3 % de las adolescentes y mujeres de dieciséis años en adelante han sufrido violencia ejercida por hombres. En este caso hablamos de mujeres que han identificado, verbalizado y evidenciado la violencia que han sufrido. El reciente estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre “Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género” (2023) muestra que 6 de cada 10 mujeres entrevistadas reconoce que a menudo o alguna vez ha pasado miedo volviendo a casa sola de noche. El miedo a sufrir violencia sexual en el espacio público forma parte de la realidad de mujeres y niñas. La violencia que los hombres ejercen sobre las mujeres es una cuestión de poder, pero esta violencia puede manifestarse de formas casi imperceptibles que favorecen su invisibilidad. No se puede cuantificar ni nombrar lo que no se identifica. Uno de los mayores éxitos del patriarcado es invisibilizar los mecanismos estructurales que permiten la violencia machista. En el último informe del Centro Reina Sofía (2021) se evidencia que 1 de cada 5 adolescentes y jóvenes varones de 15 a 29 años cree que la violencia de género no existe y que no es más que un invento ideológico. El negacionismo de la violencia de género es un mecanismo de ocultamiento de la violencia sistemática que los hombres ejercen sobre las mujeres en todos los rincones del mundo.

La violencia contra niñas y mujeres no solo persiste en el tiempo, sino que aumenta de manera exponencial en los últimos años. Según el Consejo General del Poder Judicial (2023), los casos de violencia de género crecieron un 11,54 % en el primer trimestre de 2023 si se comparan con el mismo trimestre de 2022, donde se interpusieron 46.327 denuncias y 116 víctimas menores de edad tuteladas tuvieron que ser protegidas de sus agresores. El Centro de Estudios e Investigación ANAR (2023) señala un aumento de las consultas por violencia machista del 39,7 % más entre 2018 y 2022. Entre los datos aportados en este estudio, cabe destacar el incremento sustancial de la violencia contra las mujeres desde la pandemia del coronavirus, ya que la tasa de crecimiento de los casos atendidos sobre violencia de género es del 119,2 % y de la violencia sexual del 68,3%. Según el Ministerio del Interior del Gobierno de España (2021) se observa un patrón de crecimiento desde 2015. En cuanto a la distribución por sexos de las victimizaciones se muestra una proporción donde casi 9 de cada 10 son mujeres, cifras que varían en el caso de menores de 0 a 13 años, donde el 22 % de las víctimas son niños y el 78 % niñas. Si analizamos más cifras sobre violencia sexual en nuestro país, nos encontramos con un alarmante aumento del 116 % de agresiones sexuales cometidas por menores en los últimos cinco años según la Fiscalía General del Estado, en su memoria anual de 2023, es decir, crece el número de victimarios que cada vez son más jóvenes.

1. Justificación y objetivos

Nacer niña es una condición para sufrir opresión por razón de sexo. La explotación emocional, laboral, reproductiva (Nuño, 2020; De Miguel, 2023) y sexual (Tiganus, 2021; Torrado y Díaz, 2023) forman parte de la vida de mujeres y niñas. La intensidad no siempre es la misma, pero la violencia contra las mujeres es un continuum (Rodríguez-Castro et al., 2021). Una violencia estructural enmarcada dentro de la ideología patriarcal y que abarca múltiples contextos. Autoras feministas como Laura Nuño hablan de “genocidio contra las mujeres” (2013, p. 1) o de crimen de estado o “Feminicidio” (Lagarde, 2024, p. 2). La violencia contra mujeres y niñas es una violencia normalizada. La normalización implica que cualquier práctica, relato o creencia a favor de la violencia machista se vea como algo irremediable y difícil de erradicar, entre otras cosas, porque no siempre se la reconoce como violencia. El sistema patriarcal siempre va a encontrar la manera de obstaculizar cualquier avance que permita a las mujeres ser conscientes de su opresión. Identificar y conceptualizar todos los dispositivos simbólicos y materiales que permiten la subordinación de las mujeres es uno de los objetivos del Feminismo. De ahí que la educación feminista es clave para que las niñas desarrollen estrategias individuales y colectivas para poner en evidencia cualquier obstáculo que impida su emancipación.

Esta investigación forma parte de una tesis doctoral que tiene como finalidad identificar y analizar desde una perspectiva feminista, la estrecha relación entre la socialización patriarcal y el mantenimiento de un imaginario individual y colectivo que justifica y valida la violencia estructural contra niñas y mujeres. En este caso, se analizan 50 narrativas elaboradas por alumnas de 5.º y 6.º de primaria con la finalidad identificar y analizar cómo las niñas reconocen y verbalizan la violencia y la opresión estructural a la que son sometidas en su vida cotidiana.

2. Metodología

Toda investigación requiere de un “posicionamiento paradigmático y metodológico” (Pérez de Guzmán, en López y Pozo, 2002, p. 39) que sea el andamiaje sobre el que se articule todo el proceso a seguir. Un posicionamiento desde la teoría feminista facilita un marco interpretativo de la realidad que haga visible el género como estructura de poder (Cobo, 2000). Es así como se generan nuevas formas de interrogar y nuevas categorías analíticas que puedan evidenciar la desigualdad estructural entre mujeres y hombres. En esta investigación se ha partido de un enfoque feminista que atraviesa todos los niveles del estudio (Díaz y Dema, 2013), para evidenciar dispositivos materiales y simbólicos que operan en la normalización de la violencia estructural contra las mujeres desde la infancia. La mejora de la vida de niñas y mujeres está en la raíz de la investigación feminista (García y Montenegro, 2014) que tiene un claro espíritu transformador y emancipador.

Tal y como señala Arranz (2020) “la metodología es una dimensión crucial del conocimiento científico” (p. 174) por ello, al ser un elemento fundamental, se ha tenido muy en cuenta la validez de todo el proceso de investigación. En esta investigación se ha optado por una metodología cualitativa a través del análisis de contenido de narrativas realizadas por alumnas de tercer ciclo de primaria para evidenciar el reconocimiento de la violencia estructural contra las niñas en su día a día. Entendiendo así, que el uso de relatos de vida sirve para comprender realidades bajo las que subyacen fenómenos sociales globales (Cortés et al., 2020) y estructurales de nuestro sistema social.

Teniendo en cuenta el objetivo establecido, se diseñó un sistema de categorías para el análisis de la información (Tabla 1).

Tabla 1. Categorías de análisis

Discurso de la inferioridad de las niñas

Narrativas en las que se reflejan actitudes, comportamientos y relatos que sostienen la inferioridad de las niñas como algo natural.

Conciencia de opresión e identificación de la violencia

Toma de conciencia individual y colectiva de las niñas de la opresión y la violencia estructural contra las mujeres.

Miedo a sufrir violencia machista y a los victimarios

Testimonios sobre el miedo a sufrir violencia machista por parte de hombres y niños.

Para la recogida de datos se diseñó un instrumento de registro estructurado en 13 ítems sobre diferentes instancias de la socialización para que el alumnado narrara sus experiencias en torno a ellas (Tabla 2). A su vez, se diseñó una ficha individual codificada para la transcripción de las narrativas y su posterior análisis. Los instrumentos fueron validados con anterioridad por tres pruebas piloto en centros educativos durante el 2021 para adaptarlos a la realidad del alumnado participante. La plantilla para la recogida de información se visionó en pizarras digitales para que el alumnado la tuviera de referencia durante el proceso de escritura. Durante el desarrollo de las sesiones de recogida de información se contó con la presencia y el apoyo de tutoras, tutores o resto del equipo docente de cada centro educativo. También se recogieron los consentimientos informados por escrito de sus familias, garantizando así su anonimato y confidencialidad.

Por ser niña o por ser niño…

Tabla 2. Instrumento para la recogida de información

Por ser niña o por ser niño…

Palabras, insultos o comentarios que escucho a menudo por ser…

Espacios en los que no me siento bien o en los que tengo miedo…

Cosas que no me dejan hacer por ser…

Cosas que me parecen muy injustas por ser…

Cosas que me encantaría hacer, pero no puedo por ser…

En mi infancia jugaba…pero me hubiera gustado jugar…

Comentarios que escucho sobre mí o sobre mi cuerpo por ser…

Cómo me comporto cuando juego o estoy con niñas o con niños…

Creo que tengo más o menos libertad por ser…

No está bien visto que una niña o un niño…

En casa me tengo que encargar de…

Lo mejor y lo peor de ser niño o niña…

Lo que se espera de mí por ser…

El instrumento y el procedimiento de recogida de información de este estudio fueron autorizados por la Comisión Ética para investigación con seres Humanos (CEIH) de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, ya que respeta los principios fundamentales de toda la normativa vigente en materia de ética para la investigación y de protección de datos.

La selección de la muestra está compuesta por 50 alumnas de 5.º y 6.º de primaria de 5 centros educativos públicos de la provincia de Sevilla y Córdoba que aceptaron su participación en el estudio. Se contó con la colaboración de los Centros de Información a la Mujer (CMIM) de cada municipio y los equipos directivos de cada centro educativo. El número final de narrativas seleccionadas vino determinado por la saturación teórica de la información (Ruiz Olabuénaga, 2012). Una vez que los discursos empezaron a repetirse y dejaron de aportar nuevos datos se dio por cerrada la muestra. En la Tabla 3 se detalla el perfil de la muestra que atiende a los criterios de segmentación de sexo, edad y nivel académico.

Tabla 3. Perfil de la muestra

Edad

5.º primaria

Edad

6.º primaria

C1-CEIP Valle de la Osa. Constantina (Sevilla)

11

3N5M

12

1N6M

10

4N5M

11

3N6M

10

6N5M

11

4N6M

11

7N5M

12

5N6M

10

8N5M

N/C

6N6M

11

10N5M

11

8N6M

12

11N5M

11

9N6M

11

12N5M

12

10N6M

10

13N5M

11

11N6M

10

14N5M

12

12N6M

C2-CEIP Valverde y Perales. Baena (Córdoba)

10

15N5M

11

29N6M

10

16N5M

11

30N6M

10

17N5M

12

31N6M

10

18N5M

11

32N6M

10

23N5M

11

33N6M

10

24N5M

11

34N6M

11

25N5M

11

35N6M

10

26N5M

11

37N6M

Edad

6.º primaria

C3-CEIP La Candelaria. Sevilla

11

13N6M

11

14N6M

11

15N6M

11

16N6M

11

17N6M

12

18N6M

12

19N6M

C4-CEIP San Sebastián.
La Puebla del Río (Sevilla)

11

21N6M

12

22N6M

11

26N6M

11

28N6M

C5-CEIP Santa M.ª de Albendín. Albendín (Córdoba)

12

38N6M

12

39N6M

11

40N6M

3. Resultados

Teniendo en cuenta el objetivo principal de esta investigación se ha sistematizado la información recogida en las 50 narrativas en base a las categorías definidas en la Tabla 1.

3.1. Discurso de la inferioridad de las mujeres

El discurso de la inferioridad de las mujeres es uno de los mecanismos de deshumanización más efectivos del sistema patriarcal. La devaluación simbólica de las mujeres (Lerner, 1986) es una de las raíces que sustentan la ideología patriarcal y se sostiene en el tiempo a través de dispositivos materiales y simbólicos que normalizan la subordinación sexual de las mujeres como algo natural. El proceso de socialización está atravesado por el discurso de la inferioridad de las niñas. Ser una nenaza, “insulto” que reciben aquellos niños que no están a la altura de lo que se espera de ellos en un momento determinado (pierden una competición con una niña, tienen miedo a hacerse daño ante una práctica que consideran peligrosa o muestran algún comportamiento asociado culturalmente a las niñas) es un claro ejemplo del discurso de inferioridad de las niñas. Es más, se reconoce como una práctica violenta y ofensiva para el niño, pero se invisibiliza la verdadera violencia que va dirigida a las niñas, la violencia que supone el reconocimiento de su inferioridad. Es así como se interioriza en niñas y niños la inferioridad de las mujeres en una cultura patriarcal, violenta y misógina (Puleo, 2013).

Algunos hombres/niños piensan que las mujeres somos el sexo débil. (10N6M)

Mi prima tiene una camiseta de tigre y su hermano le dice <<te crees mucho y no eres nada>> (17N5M)

Los niños son más brutos porque piensan que las niñas somos más débiles. (38N6M)

Estos ejemplos clarifican la identificación del discurso de la inferioridad de las mujeres y las niñas a través de sus propios testimonios. En su día a día ya conviven con prácticas, discursos e imaginarios en torno a la debilidad, la inferioridad o la irrelevancia de las niñas. En las narrativas también aparecen testimonios sobre el discurso de la inferioridad de las niñas en lugares concretos y que forman parte de los centros escolares. Uno de los espacios por excelencia donde se escenifica este discurso es el campo de fútbol o el lugar del patio escolar en el que se practica este deporte.

Yo cuando voy al recreo y toca fútbol no nos pasan la pelota y si no estamos jugando siempre nos dicen que nos quitemos de en medio. (29N6M)

Me parece muy injusto que por ser niña a la hora de jugar al fútbol o algún juego que la gente lo socialice como juego de “niños” no nos pasan la pelota o no nos hagan caso. (39N6M)

El fútbol es un espacio (físico y simbólico) de interacción masculina, en el que los niños establecen vínculos y sentimientos de pertenencia muy fuertes. Se convierte así en un dispositivo masculinizante (Ranea-Triviño, 2021) en el que los niños adquieren valor, prestigio y reconocimiento. El fútbol es uno de los espacios por excelencia de aprendizaje y revalidación de la virilidad que permite reforzar lo que Bourdieu (2000) llama solidaridades viriles. Espacios en los que se crean dinámicas y relaciones de pertenencia al grupo de iguales. En estos espacios de revalidación de la masculinidad subyace una estructura jerárquica masculina (Bonino, 2002) en la que los niños que no siguen mandatos y prácticas hegemónicas bajan de escalafón, favoreciendo así la interiorización de códigos de humillación y sometimiento. En esos espacios hegemónicos donde la épica de la masculinidad y el prestigio social son vivenciados por los niños que están más arriba de la jerarquía, las niñas que ocupan el escalafón más bajo de dicha jerarquía social no son bienvenidas o tienen que aprender a convivir con resistencias hostiles.

Que por ser niña no nos pasan el balón porque creen que no lo vamos a hacer bien o no vamos a meter gol. (11N5M)

Cuando las niñas juegan al fútbol las menosprecian porque piensan que no sabemos jugar y no nos la pasan ni nada solo juegan entre ellos. (17N6M)

La jerarquía sexual se evidencia con estas prácticas de rechazo en la que las niñas soportan cuestionamientos constantes sobre sus capacidades, sufren humillaciones, se les hace el vacío como si ellas no existieran o se les niega sistemáticamente sus logros en el terreno de juego. Que una niña juegue bien al fútbol se ve como una amenaza para la virilidad de sus compañeros. Dentro de las dinámicas masculinas más hegemónicas, cuando una niña gana a un niño no se considera una derrota para ese niño, sino una humillación para todos los niños. Este es un claro indicador de la interiorización del discurso de la inferioridad de las mujeres en edades muy tempranas. En las siguientes narrativas, las niñas expresan situaciones cotidianas en las que son increpadas, cuestionadas, excluidas, invisibilizadas o violentadas.

Por ser niña motes absurdos que no me gustan en el campo de fútbol. (4N6M)

Cuando las niñas juegan al fútbol les insultan o les dicen que son muy malas o machorras. (18N6M)

Yo he visto niñas que juegan al fútbol, y nada más que hacen criticarlas. (21N6M)

Hay veces en los que me han dicho insultos como <<mari macho>> porque simplemente me gusta hacer <<cosas de chicos>>, como jugar al fútbol. (33N6M)

En los recreos yo me relaciono mejor con las niñas porque los niños pegan pelotazos y tienen mucha chulería, pero cuando jugamos con los niños no nos hacen caso. (38N6M)

El patio de juegos se convierte en un espacio de desigualdad sexual si el modelo cultural dominante siempre coincide con el modelo masculino (Subirats y Tomé, 2007), es decir, un lugar donde los niños ocupan casi todo el espacio para su propio disfrute (espacio invadido) mientras que las niñas aprenden a moverse por los espacios cedidos. En las distintas instancias de la socialización hay una clara asimetría en la valoración de actitudes, características físicas, comportamientos y prácticas consideradas masculinas frente aquellas que se consideran femeninas. La relevancia, el poder, la autoridad, la visibilidad o el protagonismo son mandatos de la socialización masculina. A las niñas se las socializa para que asuman un papel secundario y de comparsa (Ferrer y Bosch, 2013), aprender a gravitar alrededor de las hazañas épicas de los niños, animarlos, aplaudirles y festejar sus triunfos forman parte de algunos de los mandatos de la socialización femenina. Desde pequeñas conviven con muchos de estos mandatos, imaginarios y relatos en torno a lo que se espera de ellas y lo que no.

(…) eres una señorita no puedes jugar al fútbol. (19N6M)

(…) no me gustaba cómo mi hermana me decía que el fútbol solo era para los niños. Pero me hubiera gustado jugar con la pelota de fútbol. (22N6M)

En muchas de estas narrativas se refleja muy bien el proceso de identificación de la desigualdad estructural y la violencia machista como un continuum en sus vidas. La conciencia personal y colectiva de ocupar un lugar secundario y bien definido en su entorno social se convierte en clarividencia, malestar, incomodidad o indignación.

(…) cuando practicamos fútbol, los entrenadores a los niños se la tiran más fuerte que a las niñas. (7N5M)

(…) desde pequeña me ha encantado el fútbol y yo juego bastante con mis primos, pero jamás jugaría con mis compañeros, ya que tengo miedo de que me juzguen. (31N6M)

3.2. Conciencia de opresión e identificación de la violencia en las niñas

En una cultura patriarcal tan arraigada, muchos comportamientos machistas y sexistas pasan desapercibidos o se consideran inocuos. La normalización permite la invisibilidad de un machismo estructural que tiene la capacidad de camuflarse o reinventarse como estrategias de supervivencia. Amorós (2005) señala que el patriarcado es un sistema metaestable que tiene la habilidad de adaptarse a los tiempos, esa capacidad de adaptación le permite su pervivencia. En los espacios en los que conviven niñas y niños no siempre es fácil evidenciar prácticas, dinámicas, comportamientos o situaciones en los que se ejerce violencia contra las niñas por razón de sexo. Frente a la invisibilidad, también aparecen discursos de resistencia y rebeldía fruto de la identificación de la violencia que se ejerce sobre las propias niñas. Nos encontramos con narrativas en las que las alumnas verbalizan su enfado o su ira hacia situaciones de violencia machista cotidianas y persistentes por el carácter estructural de las mismas. Es así como la conciencia de opresión se abre camino entre una normalidad patriarcal que oculta o minimiza la violencia contra niñas y mujeres.

(…) lo que me ofende es que mi hermano no me ayude a limpiar porque dice que es niño. (4N5M)

Me enfada que se chulean y si ganamos en el juego de matar se enfadan, los niños a veces se meten con nosotros y nos insultan. (15N5M)

Mi padre (…) me prohíbe vestirme de mi estilo porque «se reirán de mí». Me gusta ponerme medias de red y falda y no me deja porque “parezco una puta”. (6N6M)

(…) me doy cuenta de que los niños hacen como si nosotras no existiéramos, ejemplo: se pasan la pelota entre ellos y a nosotras no nos la pasan. (28N6M)

Creo que lo peor de ser niña es soportar comentarios sexistas. (33N6M)

Algunos de estos testimonios evidencian relatos, prácticas o comportamientos cotidianos muy arraigados y normalizados que perpetúan la desigualdad estructural entre mujeres y hombres. La socialización es una maquinaria perfecta para la perpetuación del patriarcado. La socialización de las niñas está atravesada por mandatos patriarcales que permiten el aprendizaje de la sumisión (Subirats, 2021) y la subordinación desde los primeros años de vida.

Siempre me han dicho que me vista con vestidos, no debo decir insultos (…) me han dicho que no pegue a los niños, que no moleste a los hombres con mis estupideces, siempre debes ayudar a tu madre en la cocina. (3N5M)

A veces voy a casa de alguna amiga o amigo y veo que a las niñas le mandan hacer más cosas que a los niños, cuando ellos también lo podrían hacer. Y cuando se lo dicen los hombres, las madres callaban. (18N5M)

La expropiación del yo (Mackinnon, 1995), el aprendizaje del amor basado en la renuncia de cualquier proyecto personal, la docilidad, el imperativo de la belleza (Wolf, 2020), la ley del agrado (Valcárcel, 2019), la regulación de las emociones (López-Noguero et al. 2023), el acatamiento de las normas, la prohibición expresa o velada de mostrar ira o rebeldía (Traister, 2019) o la asunción del trabajo doméstico y de cuidados forman parte del itinerario de la socialización femenina, tal y como se reflejan en los testimonios recogidos.

Se espera de mí que sea una mujer perfecta. (4N6M)

(…) hago todas las tareas de casa, pero mi hermano mayor porque es el mayor no las hace y siempre me manda a que las haga yo. (6N5M)

Lo que se espera de mí por ser niña es estudiar mucho. (8N5M)

(…) algunas veces encargan más tareas a las niñas que a los niños. (17N5M)

(…) si es niña, tiene que casarse, tener hijos, trabajar en el hogar o en algo <<para niñas>> o, si es niño, puede casarse si quiere o no, tener hijos o no (…) En algunos casos los niños tienen más derecho a ser libre que las niñas. (24N5M)

Cuando tengo que hacer cosas a mi madre de por ejemplo ayudarle y mis hermanos no quieren (…) Mis hermanos se burlan de mí. (5N6M)

Creo que no debo hacer por ser mujer es decir palabrotas. (14N6M).

En estas narrativas aparecen mandatos de la socialización patriarcal que las niñas interiorizan como una norma de la que es muy difícil escapar, aunque también aparecen testimonios de resistencia, rebeldía e insubordinación. Niñas que analizan la opresión que sufren en su entorno inmediato y que responden de forma crítica ante una situación estructural que consideran injusta.

Tengo menos libertad que los chicos. (…) Lo peor de ser niña es ser discriminada. (4N6M)

¿Por qué nosotras somos criticadas cada vez que nos enfrentamos a los hombres que no nos valoran? Nos hablan de manera vulgar y sin respeto, nos dicen comentarios ofensivos (…) los hombres que nos insultan por vestir tanto tapadas como destapadas. Solo pedimos respeto. (10N6M)

Lo que se espera de mí por ser mujer es casarme y tener hijos cuando quiero ser la tía soltera con gatos. (14N6M))

Lo que se espera de nosotras las que hagan cambios en la sociedad. (34N6M)

(…) me parece injusto que crean que por ser niña yo tenga que hacer todo el trabajo de lo que mandan en la escuela, porque la gente a veces socializa como que tenemos que ser “perfectas” y por lo tanto debemos coordinar el trabajo. (39N6M)

Tomar conciencia de la opresión y de la violencia permite que las niñas se den cuenta de que su situación no es una cuestión individual, sino colectiva. Cuando las niñas encuentran espacios para hablar entre ellas y nombrar sus malestares fruto de un sistema que las excluye (Posada, 2020) son conscientes de que lo que le pasa a una, les pasa a todas porque es un problema estructural.

3.3. El miedo a sufrir violencia machista y a sus victimarios

Entre las narrativas que se analizan en esta investigación aparecen testimonios de niñas que verbalizan situaciones concretas en las que han sufrido violencia machista por parte de niños u hombres adultos. Nombrar a los victimarios es un ejercicio de valentía porque si algo caracteriza al sistema patriarcal es el ocultamiento de los agresores y la justificación de la violencia masculina. Cuando hablamos de violencia masculina nos referimos a la violencia sistemática que ejercen los hombres contra las mujeres.

Hay sitios en los que me siento incomoda (…) Hay niños que ven a otras de mis compañeras y dicen que qué buena está o cuanto cul* o te*** tiene. (8N6M)

Me siento menos cómoda con los niños porque a veces se burlan de mi desarrollo como niña. (9N6M)

(…) tengo miedo cuando estoy con niños que creo que si yo digo algo me van a responder mal. (11N6M)

Las niñas son socializadas en la cultura del miedo a sufrir violencia por parte de los hombres. Algunas lo verbalizan nombrando a los victimarios porque son plenamente conscientes que quienes ejercen violencia sexual de forma estructural son los hombres, pero otras veces se nombra la violencia sin aludir al victimario.

(…) no me siento bien cuando estoy en la calle porque tengo miedo de que alguien me pueda raptar o algo por el estilo. (37N6M)

Cuando salgo a la calle por la noche me da miedo si voy sola porque parece que te va a secuestrar porque está todo más oscuro. (29N6M)

Cuando voy al parque y hay una niña sola y dos personas diciéndole cosas, yo por ser niña y ser más pequeña que ellos se ríen de mí y se burlan. (14N5M)

El miedo a sufrir violencia sexual forma parte de la educación de las niñas. Las niñas perciben que la asunción de la responsabilidad de la violencia masculina recae sobre ellas (Otero-Gutiérrez, 2023), son conscientes de que se espera de ellas que sean guardianas y cuidadoras de su propia integridad.

(…) si eres niña si te pones un top o unos pantalones cortos te dicen que vas provocando o que eres una puta (…) lo incomodo que es que todo el mundo te diga “ya eres una señorita te tienes que cuidar ya te puedes quedar embarazada. (19N6M)

La inoculación del miedo en las niñas y las mujeres es un mecanismo político de control social (Ruiz-Repullo, 2023) que las disciplina y las somete al poder de los hombres. Susan Brownmiller señala que la violación es “el principal agente de la voluntad masculina y el miedo femenino” (1981, p. 14) y se convierte en un proceso consciente de intimidación por el que todas las mujeres desde su niñez aprenden a tener miedo de todos los hombres.

(…) tengo miedo de salir a la calle por la noche, porque un día iba a casa de mis abuelos y un borracho casi le pega a mi hermana y a mí. Pero pudimos correr y llegamos antes de que viniera. (22N6M)

(…) unos niños adolescentes (…) nos empezaron a gritar y a decirnos: <<Tened cuidad que os vayan a secuestrar>> se reían de nosotras, como si fuéramos niñas indefensas. (18N5M)

La cultura de la violación aparece en los testimonios de las alumnas con relatos que las culpabilizan de la violencia sexual. Hacerlas responsables y culpables de la violencia que sufren pone el foco en ellas, mientras exime de responsabilidad a los victimarios. A pesar de que los varones son los únicos que pueden evitar que se ejerza violencia sexual (Alario, 2022), la cultura de la violación despliega toda una serie de idearios e imaginarios que responsabilizan a las mujeres de la violencia que se ejerce contra ellas. El sistema patriarcal educa a las niñas a tener miedo de los hombres, a la vez que les exige que eviten ser víctimas de una violencia sexual masculina que aprenden a temer desde muy pequeñas. Una violencia sexual masculina que es real y que forma parte de la vida de las niñas como podemos ver a continuación.

Un maestro nos obligaba a las niñas ponernos pantalones cortos y a los niños pantalones largos. (7N5M)

En el autobús hay chicos que me acosan y un chico de 5.º A me tocó el culo. (6N6M)

(…) Lo peor de las niñas es que tengan hombres detrás de ti y vas sola. (13N6M)

Me siento incómoda cuando estoy en un bar y siento que un pedófilo me mira. (14N6M)

Yo cuando estoy con los niños no me siento tan bien porque me dicen cosas como “X, pero porque sacas culo” “X te pareces a un pato” “X ponte derecha” (…) Cuando voy por la calle me siento insegura porque me miran. Un día con una amiga dos hombres nos silbaron y nos tiraron besos y nos dijeron “guapas”. También me pasó de chica que un hombre me estaba persiguiendo y me decía cosas horrorosas como “vente a mi casa” pero yo como no era tonta me fui corriendo a mi casa. (…) Yo cuando estoy con las niñas me libero más que con los niños y cuando estoy sola los hombres me miran el culo. (15N6M)

(…) me parece injusto es que si sales a la calle te dicen cosas. Lo bueno de ser niña es nada y lo peor es tener la regla y que te digan cosas por la calle. Te dicen cosas como guapa, te silban los hombres. (17N6M).

4. Discusión y conclusiones

Los resultados de este estudio evidencian que la violencia estructural contra las mujeres forma parte de la vida de las niñas. En las narrativas objeto de estudio aparecen imaginarios, prácticas, conductas, relatos e idearios sexistas muy arraigados que están atravesados por el discurso patriarcal de la inferioridad de las mujeres. Entre los testimonios también se reconocen diferentes formas de violencia machista que las niñas identifican y nombran como tal (sexismo, invisibilización, violencia simbólica, victimización, cultura de la violación, violencia sexual, etc.). Es decir, las víctimas son plenamente conscientes de las situaciones de desvalorización, discriminación por razón de sexo o violencia sexual que forman parte de su día a día. En algunas narrativas las niñas nombran a quienes ejercen violencia contra ellas, pero también hay testimonios en los que no se hace alusión al sexo del victimario o directamente no aparece. Niñas y mujeres tienen que convivir en un sistema estructuralmente violento contra ellas, que además niega la existencia de dicha violencia y la del victimario. Solo cuando los hombres ejercen la violencia contra mujeres y niñas pasan a ser invisibles en un sistema androcéntrico (Tomé et al., 2021) que los sitúa como únicos protagonistas universales. Se da la paradoja de que, quienes cuentan con la significación y el poder de manejar el relato dominante, desaparecen en la irrelevancia más absoluta cuando corren el riesgo de ser interpelados como victimarios. Nombrar al victimario es imprescindible para girar la mirada en los hombres y no desplazar la responsabilidad de la violencia que ejercen sobre las mujeres.

Este estudio cualitativo presenta algunas limitaciones como el tamaño de la muestra, si bien la información recogida es de mucha riqueza por la profundidad y la lucidez de los testimonios. Otra de las limitaciones es la dificultad del acceso a la muestra objeto de estudio al tratarse de menores de edad y no todos los centros educativos colaboran en investigaciones que tienen a su alumnado como objeto de estudio. Es importante puntualizar que los centros educativos que han participado en este estudio han puesto a nuestra disposición todos los recursos necesarios, contando con el apoyo de los equipos directivos y docentes. Otra de las dificultades del estudio ha sido la resistencia por parte de las familias a firmar los consentimientos informados para que el alumnado pudiera participar en la investigación. De los consentimientos informados que los centros educativos se encargaron de hacer llegar a las familias, se cumplimentaron para su consentimiento el 54,83 %, por lo que contamos con más narrativas que no han sido utilizadas en el análisis por la falta del consentimiento informado.

La gran cantidad de información recogida es otra de las dificultades que nos encontramos en esta investigación, ya que arroja datos muy relevantes que pueden ser objeto de nuevas líneas de investigación en el futuro. Entre las narrativas recogidas nos encontramos con testimonios de alumnos que no forman parte de esta investigación, pero que aportan información muy interesante sobre el proceso de construcción de la masculinidad, la ocupación hegemónica de los espacios o las relaciones jerárquicas entre iguales. Analizar la construcción de la masculinidad dominante como un factor de riesgo, tanto para las niñas como para los niños (Ruiz-Repullo et al., 2022), abre nuevas líneas de investigación e intervención dentro en los centros educativos y en programas para la prevención de la violencia contra las mujeres. La pervivencia de creencias machistas que justifican o niegan la violencia de género en los chicos es el triple que en las chicas (Díaz-Aguado et al., 2021) por lo que hay que apostar por la coeducación para desarraigar creencias y prácticas sexistas que atenten contra la dignidad y la vida de mujeres y niñas.

Gran parte de las narrativas analizadas en esta investigación en este estudio vienen acompañadas de dibujos, símbolos o elementos decorativos que refuerzan ideas, emociones, sentimientos o situaciones cotidianas de la vida de las alumnas que pueden ser objeto de estudio. Seguir profundizando en el estudio del proceso de socialización de niñas y niños es clave para identificar mecanismos simbólicos y materiales que permiten la desigualdad entre mujeres y hombres. Facilitar herramientas para el análisis crítico y crear espacios seguros en el que las niñas puedan verbalizar sus malestares, sin ser juzgadas ni culpabilizadas, son pilares fundamentales para una educación feminista. Cuando las niñas tienen la oportunidad de verbalizar y compartir sus malestares con sus compañeras, lo que puede parecer anecdótico se les revela como algo estructural. La construcción de una mirada crítica es el primer paso para el desmantelamiento de un sistema patriarcal que necesita la sujeción de las mujeres para su supervivencia.

Contribuciones (taxonomía CRediT)

Contribuciones

Autores

Concepción y diseño del trabajo

Autora 1, 2, 3

Búsqueda documental

Autora 1

Recogida de datos

Autora 1

Análisis e interpretación crítica de datos

Autora 1, 2, 3

Revisión y aprobación de versiones

Autora 2, 3

Financiación

Esta investigación forma parte del proceso de Tesis Doctoral enmarcada en el Programa de Doctorado de Ciencias Sociales de la Universidad Pablo de Olavide.

Declaración de conflicto de intereses

Las autoras declaran que no existe ningún conflicto de intereses.

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CÓMO CITAR EL ARTÍCULO

Otero-Gutiérrez, G., Cárdenas-Rodríguez, R. y Monreal-Gimeno, C. (2025). Las niñas cuentan: narrativas sobre la violencia machista desde una perspectiva feminista. Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, 46, 229-242. DOI:10.7179/PSRI_2025.46.13

DIRECCIÓN DE LAS AUTORAS

Gema Otero Gutiérrez. Universidad Pablo de Olavide. Programa de Doctorado en Ciencias Sociales. Ctra. de Utrera, Km. 1 C.P. 41013 Sevilla. E-mail: gemaoterog@yahoo.es

Rocío Cárdenas Rodríguez. Universidad Pablo de Olavide. Dpto. de Educación y Psicología Social, Edificio 11, planta 2, despacho 19; Ctra. de Utrera, Km. 1 C.P. 41013 Sevilla. E-mail: mrcarrod@upo.es

Carmen Monreal Gimeno. Universidad Pablo de Olavide. Dpto. de Educación y Psicología Social. Edificio 11, planta 4, Ctra. de Utrera, Km. 1 C.P. 41013 Sevilla. E-mail:mcmongim@upo.es

PERFIL ACADÉMICO

GEMA OTEROGUTIÉRREZ

https://orcid.org/0000-0002-3270-4155

Asesora, investigadora y formadora experta en Coeducación y prevención de la violencia estructural contra las mujeres desde la infancia. Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla, Máster de Género e Igualdad por la Universidad Pablo de Olavide. Doctoranda e Investigadora del Grupo de Investigación en Acción Socioeducativa (GIAS), colaboradora honoraria del Departamento de Educación y Psicología Social y colaboradora del Centro Interdisciplinar de Estudios Feministas, de las Mujeres y de Género (CINEF) de la Universidad Pablo de Olavide.

ROCÍO CÁRDENAS RODRÍGUEZ

https://orcid.org/0000-0003-1737-3092

Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla y Profesora Titular del Dpto. de Educación y Psicología Social de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla, España). Investigadora en los ámbitos de la Educación, Migraciones, Diversidad Cultural e Igualdad de Género participando en numerosos proyectos de investigación a nivel autonómico, estatal, europeo e internacional. Intensa producción científica difundida a través de publicaciones científicas de alto prestigio e impacto. Responsable de la Comisión de Proyectos Internacionales del Centro Interdisciplinar de Estudios Feministas, de las Mujeres y de Género (CINEF) y Responsable de Calidad del Máster de Género e Igualdad de la Universidad Pablo de Olavide.

CARMEN MONREAL GIMENO

https://orcid.org/0000-0002-6609-4885

Licenciada en Pedagogía y Filosofía, Universidad de Valencia y Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Doctora en educación por la UNED. Profesora titular de Psicología Social de la Universidad Pablo de Olavide desde el 2002. Codirectora del máster Género e Igualdad de la UPO, 2009-2018. Investigadora principal de proyectos, I+D+I (2004-2007) “Los Jóvenes europeos: valores constitucionales e instituciones democráticas en los jóvenes “y participación como investigadora en otros I+D+I (PSI 2008-01535/PSI) “Violencia escolar. Victimización y reputación social en la adolescencia. Directora del proyecto “GENDERCIT” FP7-PEOPLE-2012-IRSES. PIRSES-GA-2012-318960”. PUBLICACIONES: en temáticas de género, valores y violencia.