
eISSN: 1989-9742 © SIPS. DOI: 10.7179/PSRI_2024.46.10
http://recyt.fecyt.es/index.php/PSRI/
Alexandra COTO-CASTRO
https://orcid.org/0009-0008-5252-8639
Álvaro MORO
https://orcid.org/0000-0003-0167-6048
Marta RUÍZ-NAREZO
https://orcid.org/0000-0002-6834-6070
Universidad de Deusto
Fecha de recepción: 14.II.2024
Fecha de revisión: 25.III.2024
Fecha de aceptación: 08.VII.2024
CONTACTO CON LOS AUTORES
Álvaro Moro Inchaurtieta: Instituto Deusto de Drogodependencias. Universidad de Deusto. Avenida de las Universidades,24. 48007 Bilbao, Bizkaia. E-mail: alvaro.moro@deusto.es
La violencia hacia las mujeres, motivada por el hecho de ser mujeres, es un problema social arraigado que ha experimentado un cambio significativo en términos de visibilidad y reconocimiento en las últimas décadas. Así, ha sido un problema que ha trascendido del ámbito privado al público y que actualmente parte de una concepción de problemática social y de salud a nivel mundial por parte de instituciones nacionales e internacionales (OMS, 2013).
Este abordaje ha permitido romper con la asociación de la violencia de género como conducta que únicamente se presenta en la edad adulta, pudiendo observarse este tipo de violencia también durante la adolescencia.
Así, la investigación en esta etapa evolutiva, la adolescencia, ha permitido detectar una alta prevalencia de conductas violentas en relaciones de noviazgo encontrando estudios con porcentajes variables. Esta variabilidad de resultados es fruto de la discusión teórica existente a la hora de analizar este tipo de violencia, sin embargo, una conclusión común es que la incidencia supera a la que se halla entre la población adulta, a pesar de que las consecuencias puedan no ser tan graves (Lee y Wong, 2022; Taquette y Monteiro, 2019; Tomaszewska y Chuster, 2021). En España, la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019 identificó que el 71,2 % de las mujeres en edades comprendidas entre los 16 y 24 años habían sufrido algún tipo de violencia a lo largo de sus vidas (Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género; Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, 2020). De la misma manera, la Fundación ANAR (Ayuda a Niños/as y Adolescentes en Riesgo), identifica en un estudio realizado sobre la evolución de la violencia contra las mujeres menores de edad (2018-2022) un crecimiento del 30.9 % destacando un aumento producido tras la pandemia SARS COVID-19.
La alarma social y los datos que sugieren una alta prevalencia, han promovido que durante los últimos años se hayan incrementado las investigaciones centradas en la detección de las variables, factores asociados (Dalouh et al., 2020) y direccionalidad (Rojas Solís y Romero-Méndez, 2022) de la violencia en relaciones de noviazgo adolescente tratando de conceptualizar y comprender este conjunto de conductas que presentan características diferenciadoras de las que se puede observar en la edad adulta.
La falta de acuerdo sobre cómo conceptualizar esta realidad ha llevado a discrepancias significativas en los resultados de la investigación científica (Jennings et al., 2017; López-Cepero et al., 2015; Romero-Méndez, 2021). Estas diferencias son de carácter terminológico y se centran en si el énfasis se debe otorgar bien al origen del problema, o bien al objeto de la violencia (Nardi, 2017). Otras diferencias provienen de los diversos enfoques teóricos que se puedan adoptar. En este sentido predominan dos modelos diferenciados; por un lado, las teorías feministas, que sostienen que la violencia es de género y viene originada como resultado de un proceso de socialización que hace énfasis en las diferencias en función del género, siendo una forma de continuación del patriarcado que considera la violencia unidireccional (Muñoz-Rivas et al., 2015), situando a los varones como los únicos que perpetran la violencia (Ferrer-Pérez y Bosch, 2019). Por otro lado, los modelos sociológicos, derivados de otros tipos de contextos violentos que sostienen la bidireccionalidad de las agresiones, alegando que son formas de resolución de conflictos, es decir, que es una violencia reactiva, alejándose de la instrumentalización característica de la violencia de género.
En esta investigación se adopta la perspectiva de violencia de género sostenida por la legislación en vigor (Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género), es decir, aquella que establece como violencia de género cualquier conducta violenta que un hombre ejerce sobre una mujer partiendo de una discriminación o de una situación de desigualdad, ya sea a través de una relación de afectividad presente o pasada, aún sin convivencia. Esto implica que la población adolescente sea incluida como parte de la población susceptible de sufrir este tipo de conductas machistas. El abordaje desde la perspectiva de género parte de la asunción de que las relaciones se construyen y se enmarcan en un contexto social en el que la violencia de género sigue presente en todas las estructuras de nuestra sociedad actual.
Así mismo, al hacer referencia a la etapa adolescente en la que se enmarca esta investigación se parte de la concepción de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2015) que contempla la etapa vital desde los 15 hasta los 19 años. Esta etapa evolutiva, marcada por grandes cambios fisiológicos, biológicos, además de psicosociales, supone una transición a la vida adulta (Tellez, 2021) en la que la construcción de la identidad social posee un espacio relevante (Morales y Reyes, 2017), así como el aprendizaje y la interiorización de comportamientos que pueden mantenerse en la vida adulta con implicaciones más graves (Billingham et al., 1999; Rojas-Solís y Flores, 2013; Foshee et al., 2015; Méndez et al., 2021). En este sentido, es necesario abordar la violencia en la etapa adolescente, haciendo hincapié en la violencia referida en las relaciones de pareja y aplicar intervenciones preventivas evitando repercusiones más graves.
Si bien es cierto que la violencia se puede dar de diversas formas (ONU Mujeres, 2022), el tipo de violencia con mayor prevalencia en la adolescencia es la psicológica (Rubio-Garay et al., 2017; Dalouh et al., 2022). Es decir, aquella violencia que se perpetra a través de conductas machistas de control (Ballesteros et al., 2019), aislamiento, celos, amenazas, etc. (Sumalla y Beltrán, 2020; Dalouh et al., 2022). De hecho, estudios como el de la Delegación del Gobierno para la Violenica de Género (2015), refieren que a pesar de que la percepción de la violencia y el rechazo a la misma está extendida entre los y las adolescentes, una persona de cada tres acepta que se puedan dar alguna conducta de control (33 %). Este hecho resulta relevante ya que las y los adolescentes no suelen percibir determinadas conductas como violentas (Riesgo et al., 2019) aspecto que viene determinado por la sutilidad de algunas e incluso, la normalización de estas (Bringas-Molleda et al., 2015).
La prevalencia de la violencia psicológica se observa en estudios recientes internacionales como el de Borges et al., (2020) que en una muestra de N = 428 adolescentes (M = 16,73 y DP = 1,20) identificaron un 91,1%. En el caso de España, Tomaszewska y Schuster (2021), detectaron en su trabajo de revisión de artículos que la victimización se situaba en un 95,5 % en relación con mujeres adolescentes.
La violencia psicológica genera un grave impacto a nivel físico y emocional (Morris et al., 2015; Ledesma-Ortega y Riveros, 2023) además de incidir negativamente en la calidad de vida, tanto a corto como a largo plazo, siendo estos efectos acumulativos y pudiendo ser irreversibles (Boira et al., 2016; Sugg, 2015). Diversos estudios sugieren como indicadores clave la pérdida de autonomía, baja autoestima, elevados niveles de depresión, ansiedad, dependencia emocional (Ledesma-Ortega y Riveros, 2023) y problemas de conducta, así como bajos niveles de rendimiento académico (Cleveland et al., 2003; Exner-Cortens et al., 2013).
La relevancia de ahondar en la psicogénesis de la violencia psicológica viene originada por su carácter predictivo de la agresión física posterior y guarda relación con la violencia de género en la edad adulta (Pérez, 2015). Esta violencia suele darse al inicio y en muchos de los casos conlleva dificultades para su identificación (Samaniego y Freixas, 2010). Por ejemplo, en un estudio de Cantera et al., (2009) con 133 chicas en edades comprendidas entre los 18 y 25 años identificó que las conductas relacionadas con menor riesgo de violencia psicológica (control, celos, manipulación emocional, etc.) se consideran conductas propias de una relación “normal” (Cantera et al., 2009, p. 49). Esta normalización de las conductas se justificaba a través de la reiteración de estas en relaciones anteriores, no atribuyéndoles una intencionalidad negativa, coincidiendo con los discursos de autores que advierten una tendencia a minimizar y normalizar conductas de celos, control, indiferencia y manipulación emocional, así como el acoso (Díaz-Aguado et al., 2014; Delgado y Mergenthaler, 2011; Lazo et al., 2020) como conductas normales y aceptadas.
Es por ello por lo que se considera muy necesario incrementar las investigaciones dirigidas a la identificación de señales de alarma, es decir, de conductas machistas que puedan promover una escalada progresiva hacia la violencia de género con el objetivo de generar una prevención desde sus inicios. Así mismo, teniendo en cuenta la etapa vital en la que se centra la investigación se ha de recalcar el impacto, que desde el modelo ecológico (Bronfenbrenner, 1987), refiere tener el entorno en el que se desenvuelven las adolescentes y los factores de riesgo que en dichos ámbitos pueden existir.
Existen múltiples factores de riesgo que están estrechamente ligados a la victimización de la violencia en esta etapa evolutiva. En este caso, y dado que el entorno educativo es un contexto con gran presencia en la adolescencia, se atenderá a las principales vulnerabilidades que pueden ser predictoras y/o facilitadoras de sufrir este tipo de violencia en los diferentes itinerarios educativos post-obligatorios.
La violencia tiene un origen multicausal y debido a ello existen diversos factores de riesgo (Pueyo y Redondo, 2007). El modelo ecológico sitúa a las variables que afectan a este fenómeno en diferentes niveles yendo de lo social a lo individual y no considerándose ninguno como un eje causal, sino siendo resultado de una interacción entre los factores motivadores de tales conductas (Puente-Martínez et al., 2016).
La literatura refiere múltiples factores que podrían precipitar, facilitar, modular o inhibir las conductas de agresión y victimización (Rubio-Garay et al., 2015; Ruiz et al., 2018). Muchos de los factores hallados, en cualquiera de sus funciones, son comunes tanto en violencia percibida como en la cometida. Ruíz et al. (2018) y Duval et al. (2020) indican que variables como la baja autoestima, las estrategias de afrontamiento basadas en la distracción, así como las relaciones sexuales y los embarazos no deseados y/o precoces, al igual que un mayor número de relaciones sexuales, son más comunes en la victimización.
Así, los factores que se relacionan de manera general con la violencia en relaciones de noviazgo adolescente son: la justificación de la violencia, la influencia del grupo de iguales con comportamientos antisociales, la exposición a la violencia en el núcleo familiar o comunitario, historias previas de maltrato, estereotipos tradicionales de género, falta de habilidades sociales y/o de comunicación, falta de autocontrol emocional, consumo de sustancias psicoactivas y falta de apoyo social (Herbert et al., 2019; Esquivel-Santoveña, 2019; Duval et al., 2020; Gracia-Leiva, et al., 2019; Garthe et al., 2017; Castro y Casique, 2010). Por el contrario, existen otras variables que carecen de consenso como pueden ser el sexo, el origen étnico, el lugar de residencia, la estructura familiar o el estatus socioeconómico (Makin-Byrd y Bierman, 2013).
Tras presentar los factores de riesgo a nivel individual, procedemos, a continuación, al abordaje del ámbito escolar, entendiendo el mismo como uno de los principales espacios de socialización. Existen diferentes mecanismos que reproducen desigualdades sociales (Tarabini e Ingram, 2018) pudiéndose considerar el itinerario educativo uno de ellos.
En España, el itinerario educativo se bifurca entre estudios dirigidos a la cualificación profesional (Formación Profesional de Grado Básico, Formación Profesional de Grado Medio y Formación Profesional de Grado Superior) y estudios orientados al desarrollo académico (Bachiller, estudios universitarios, etc.). A pesar de que el objetivo de las reformas educativas trata de evitar las diferencias, sigue existiendo una asociación de bajo rendimiento académico referido a los estudios de cualificación profesional, contribuyendo a que se perciban como estudios de segunda opción en relación con los orientados al desarrollo académico (Merino y García, 2022).
Un elemento clave para comprender estas desigualdades se puede observar a través de la configuración de los grupos sociales que integran cada uno de los itinerarios. El alumnado que accede a estudios profesionalizadores como la Formación Profesional de Grado Básico (FPGB) presenta características sociodemográficas diferenciadoras del resto de itinerarios. La edad de acceso se sitúa entre los 15 (25.3 %) y 16 (48.8 %) años, presentando hombres y mujeres distribuciones similares. Sin embargo, se ha de recalcar que las mujeres únicamente representan el 29.5 % del alumnado en FPGB accediendo a estudios de familias profesionales del tipo imagen personal, servicios socioculturales, administración y gestión y sanidad. Los hombres, se decantan por familias profesionales como instalación y mantenimiento, industrias extractivas, transporte y mantenimiento de vehículos, electricidad, etc. (Subdirección General de Estadística y Estudios, 2023).
Sarceda-Gorgoso et al. (2017) referencian que el alumnado de FPGB ha presentado de manera habitual problemas escolares y fracaso y/o abandono escolar temprano. De la misma manera, se han identificado altos niveles de desmotivación (Olmos y Mas, 2013), baja autoestima y aislamiento social (Monserrat y Melendro, 2017) y presencia de desestructuración familiar y/o violencia intrafamiliar (Vallejo, 2017). Así, se detectan conductas de riesgo como el consumo de sustancias y las relaciones sexuales prematuras (Pérez et al., 2016) y conductas propias de una desorganización del tiempo libre que pueden llegar a orientar al desarrollo de conductas antisociales (Navarro-Pérez et al., 2015).
En el caso de la Formación Profesional de Grado Medio (FPGM), el alumnado accede con 16 años (19.0 %) sin embargo, la edad más frecuente se sitúa en los 17 años (24.3 %), siendo representativo el grupo de 18 años (15.7 %). En cuanto al sexo, cabe destacar que las mujeres de nuevo ingreso menores de 20 años representan un grupo más reducido en relación a los hombres (56.4 % frente al 75.8 %) y una mayor proporción del grupo que ingresa con 30 años o más (22.6 % frente al 8.1 % en los hombres). Sin embargo, la presencia de mujeres es más equitativa en relación a los hombres (45.1 %) si atendemos a los datos presentados con anterioridad respecto a la FPGB.
El alumnado que, por el contrario, accede a estudios Bachiller se caracteriza por el buen rendimiento académico, viniendo de manera habitual del itinerario educativo ESO (Educación Secundaria Obligatoria). Pese a que pueden coexistir diferentes factores que promuevan conductas de riesgo el contexto educativo es de carácter normativo. Así, encontramos datos que refieren que es el itinerario predominante (61.3 %) frente al 38.7 % que accede a estudios de cualificación profesional (Eurostat, 2023).
Como se puede advertir, muchas de las variables asociadas al alumnado de FPGB que se han descrito son comunes a las ya indicadas en la violencia que se puede dar en las relaciones de noviazgo adolescente, lo que sugiere que puede ser un espacio en el que este tipo de violencia se autoperciba con mayor frecuencia.
El objetivo de esta investigación es describir y comparar la frecuencia de las conductas de violencia psicológica percibidas por alumnas que cursan diferentes itinerarios educativos de la enseñanza post-obligatoria (Bachillerato, FPGB y FPGM) en la Comunidad Autónoma de Euskadi.
Se han utilizado los datos de la décima edición de DROGAS Y ESCUELA IX que recogió información de 6.209 estudiantes de 88 centros educativos públicos y privados del País Vasco. El procedimiento de muestreo empleado ha sido un muestreo por conglomerados bietápico, en el que, en primera instancia, se han seleccionado aleatoriamente centros educativos (unidades de primera etapa) y en segundo lugar aulas (unidades de segunda etapa), proporcionando el cuestionario a todo el alumnado presentes en las mismas. El error muestral máximo para un nivel de confianza del 95 %, fue del 1.25%.
El estudio ha tomado como muestra a aquellas estudiantes que cursaron Enseñanzas Secundarias en el País Vasco en el curso 2021-22 y que estaban matriculadas en: 1.º y 2.º de Bachillerato, 1.º y 2.º de Formación Profesional de Grado Medio (FPGM) y 1.º y 2.º de Formación Profesional de Grado Básica (FPGB). En total se trata de una muestra de 1038 alumnas de las cuales 696 (el 67 %) manifiesta haber tenido pareja.
Instrumento
La herramienta empleada, elaborada por Nardi-Rodríguez et al., (2017), se dirige a la detección de señales de alarma de violencia psicológica con mayor prevalencia en la violencia de género durante la adolescencia. Las autoras propusieron veintitrés conductas correspondientes a seis categorías: a) estrategias de control: categoría orientada a obtener el poder y mando de la relación; b) estrategias de desvalorización: conductas orientadas a socavar la seguridad de la víctima en varios planos; c) estrategias de amenaza o coacción; d) estrategias de chantaje emocional; e) estrategias de chantaje sexual y f) conductas sexistas (Arostegui et al., 2021, en Coto-Castro et al., 2023).
Por último, cabe destacar que fue el Instituto de Deusto de Drogodependencias el que, tras el acuerdo con las respectivas autoras, configuró una escala a partir de las conductas identificadas con el objetivo de medir la prevalencia de estas en las mujeres adolescentes en el País Vasco. La escala tipo Likert puntúa entre 1 y 10. Desde 1 que hace referencia a no haber percibido este tipo de conductas, hasta 10 que indica una percepción continua y habitual, mantenida y sostenida en el tiempo.
La encuesta se realizó en el territorio de la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE). El periodo de recogida de información fue del 1 de octubre de 2021 al 1 de abril de 2022. El instrumento empleado es un cuestionario estandarizado, anónimo y “autoadministrado” cumplimentado por escrito por todos los estudiantes de las aulas seleccionadas durante una clase normal ordinaria (45-60 minutos). Dichos cuestionarios estuvieron disponibles en las dos lenguas oficiales de la CAE, euskera y castellano.
El método de recogida se llevó a cabo por un trabajador de campo que acudió a los centros educativos y explicó la forma de proceder. Después, permaneció en el aula durante todo el proceso y recogiendo el cuestionario una vez finalizado.
En relación con las consideraciones éticas, se explicó detalladamente al alumnado participante los objetivos del estudio, garantizando así su plena comprensión y consentimiento informado. Se respetó rigurosamente el anonimato de los participantes y se tomaron todas las medidas necesarias para asegurar la confidencialidad y protección de sus datos personales. Esto incluyó la implementación de protocolos estrictos para el almacenamiento y manejo seguro de la información recopilada, de conformidad con las normativas vigentes sobre la protección de datos y la libre circulación de estos.
Se ha procedido a realizar un análisis general con los principales resultados de las alumnas que cursan la enseñanza post-obligatoria (Bachillerato, FPGM, FPGB) para conocer la percepción de violencia psicológica en las relaciones de noviazgo adolescente. Además, se ha procedido a realizar la comparación de los diferentes itinerarios educativos para conocer las posibles diferencias entre los perfiles de alumnado que pueden presentar ciertas vulnerabilidades.
Para ello se han utilizado pruebas de diferencias de medias (ANOVA) para su posterior análisis. Aunque los supuestos de normalidad y homocedasticidad son fundamentales para el análisis de varianza (ANOVA), es común que en datos de este tipo no se cumplan exactamente con estos supuestos. Sin embargo, el tamaño de la muestra es lo suficientemente grande (N = 696) para que la distribución de la media de la muestra se acerque a una distribución normal, según el Teorema del Límite Central (CLT) (Londoño; Morales, 2000; Badii, et al., 2008). Además, ANOVA es una prueba relativamente robusta al incumplimiento moderado de la hipótesis de homocedasticidad (Field, 2018) y que tiene más potencia estadística que las pruebas no paramétricas (Ramalle-Gómara et al., 2003; Vallejo et al., 2010) lo que significa que es más probable detectar un efecto significativo cuando realmente existe uno. Por lo tanto, aunque los datos no cumplieran con los supuestos de normalidad, se ha elegido utilizar ANOVA ya que se cumplen las condiciones adecuadas, como un tamaño de muestra lo suficientemente grande y la ausencia de influencia significativa de los outliers.
En lo que respecta a los principales resultados de la escala analizada en las alumnas de la enseñanza post-obligatoria (Bachillerato, FPGM y FPGB) en la Tabla 1 se presentan las puntuaciones medias en cada ítem, ordenado de menor a mayor puntuación. En esta tabla podemos observar que los valores medios no son muy altos lo que indica que la percepción de conductas machistas psicológicas no es muy generalizada.
Los ítems con valores medios más altos son aquellos que tienen que ver con los celos (se ha puesto celoso), la sobreprotección (ha sido sobreprotector contigo porque considera que debe protegerte y defenderte) y el control de la vida diaria (te ha llamado para saber dónde estás, con quién, qué haces y cuando os vais a ver; te ha dicho que necesita saber dónde vas, con quién, y qué haces).
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Tabla 1. Valores medios y desviaciones de las puntuaciones obtenidas en la escala y comparativa de los resultados de toda la enseñanza postobligatoria (ESPO) y de las alumnas de FPGB |
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Alumnas de toda la ESPO |
Alumnas FPGB |
|||
|
Items de |
M |
DT |
M |
DT |
|
Te ha chantajeado diciéndote que, si no mantiene relaciones sexuales con él, se va con otra |
1.38 |
1.451 |
1.65 |
1.935 |
|
Ha usado tus contraseñas para suplantar tu identidad o controlarte |
1.45 |
1.604 |
1.83 |
2.265 |
|
Te ha amenazado, intimidado o te ha hecho sentir miedo |
1.58 |
1.779 |
1.83 |
2.176 |
|
Te ha criticado con frecuencia, ya sea en público o en privado, por tu forma de pensar, hablar o por cualquier otro motivo |
1.69 |
1.721 |
2.14 |
2.274 |
|
Te ha intentado aislar de tus amistades y/o de tu familia |
1.7 |
1.89 |
1.94 |
2.196 |
|
Te ha presionado para mantener relaciones sexuales con él cuando no deseas |
1.71 |
1.841 |
1.74 |
1.867 |
|
Te ha insultado o ridiculizado en privado o en público |
1.73 |
1.896 |
2.03 |
2.392 |
|
Te ha pedido que cambies tu forma de vestirte o de maquillarte |
1.74 |
1.78 |
2.39 |
2.550 |
|
Te ha pedido que no salgas con tus amigos y/o amigas. |
1.76 |
1.956 |
2.06 |
2.351 |
|
Ha hablado mal de tu familia o amigos/as |
1.83 |
1.879 |
2.07 |
2.189 |
|
Te ha dicho que te calles, que no digas tonterías o se ha burlado de tus opiniones |
1.83 |
1.827 |
2.34 |
2.572 |
|
Te ha comparado con otras chicas haciéndote sentir incómoda y humillada |
1.85 |
1.939 |
2.51 |
2.572 |
|
Ha mirado y controlado tu móvil, correo o redes sociales |
2.04 |
2.146 |
2.76 |
2.728 |
|
Ha criticado tu forma de vestir o de maquillarte |
2.06 |
1.933 |
2.64 |
2.644 |
|
Te ha gritado y te hablado mal |
2.07 |
2.103 |
2.49 |
2.578 |
|
Te ha ignorado o te ha castigado con el silencio. |
2.18 |
2.306 |
2.33 |
2.527 |
|
Te ha dicho que no puede vivir sin ti, para que no le dejes ni siquiera una semana para irte de vacaciones, campamentos o excursiones |
2.21 |
2.495 |
2.51 |
2.751 |
|
Te ha acusado de tener una relación con otra persona |
2.25 |
2.388 |
2.77 |
3.006 |
|
Ha pasado de ti, ha estado pendiente sólo de las cosas que le pasan a él. |
2.37 |
2.35 |
2.74 |
2.716 |
|
Te ha dicho que necesita saber dónde vas, con quién, y qué haces |
2.45 |
2.489 |
3.38 |
3.106 |
|
Te ha llamado para saber dónde estás, con quién, qué haces y cuando os vais a ver |
2.72 |
2.59 |
3.52 |
3.092 |
|
Ha sido sobreprotector contigo porque considera que debe protegerte y defenderte |
2.99 |
2.814 |
4.10 |
3.638 |
|
Se ha puesto celoso |
4.07 |
2.943 |
5.47 |
3.171 |
|
ESCALA TOTAL |
46.24 |
34.573 |
59.56 |
44.976 |
|
Fuente: Elaboración Propia. |
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Respecto a la especificidad de itinerarios educativos que poseen un perfil de alumnado que puede presentar ciertas vulnerabilidades cabe señalar que, tal y como aparece en la Tabla 1, los valores medios de estas violencias percibidas son siempre superiores en la FPGB con respecto al total de las alumnas. Sin embargo, esta especificidad no afecta a los ítems con valores medios más altos, que al igual que en el total de alumnas corresponden a aquellos que tienen que ver con los celos, la sobreprotección y el control de la vida diaria.
A continuación, se ha procedido a ahondar en la comparación de los diferentes itinerarios educativos para conocer dónde se encuentran las posibles diferencias y el grado de significatividad de estas. Para ello, en la Tabla 2 se presentan los valores medios de las puntuaciones obtenidas en la escala en los tres tipos de itinerarios de la enseñanza postobligatoria analizados, así como la prueba ANOVA correspondiente.
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Tabla 2. Valores medios y prueba ANOVA de las puntuaciones obtenidas en la escala según itinerario educativo |
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Bachiller |
FPGM |
FPGB |
F |
Sig. |
|
|
Ha criticado tu forma de vestir o de maquillarte |
1.94 |
2.07 |
2.66 |
3.853 |
0.022* |
|
Te ha pedido que cambies tu forma de vestirte o de maquillarte |
1.53 |
1.96 |
2.41 |
8.286 |
0.000** |
|
Ha mirado y controlado tu móvil, correo o redes sociales |
1.72 |
2.49 |
2.78 |
11.308 |
0.000** |
|
Ha usado tus contraseñas para suplantar tu identidad o controlarte. |
1.39 |
1.46 |
1.82 |
2.054 |
129 |
|
Te ha dicho que necesita saber dónde vas, con quién, y qué haces |
2.13 |
2.81 |
3.42 |
9.38 |
0.000** |
|
Te ha llamado para saber dónde estás, con quién, qué haces y cuando os vais a ver |
2.43 |
3.07 |
3.54 |
6.849 |
0.001** |
|
Se ha puesto celoso |
3.67 |
4.48 |
5.51 |
12.269 |
0.000** |
|
Te ha acusado de tener una relación con otra persona |
2.06 |
2.46 |
2.79 |
3.251 |
0.039* |
|
Te ha pedido que no salgas con tus amigos y/o amigas. |
1.63 |
1.94 |
2.09 |
2.303 |
0.101 |
|
Ha hablado mal de tu familia o amigos/as. |
1.72 |
2.02 |
2.05 |
1.805 |
0.165 |
|
Te ha intentado aislar de tus amistades y/o de tu familia |
1.56 |
1.94 |
1.94 |
2.651 |
0.72 |
|
Ha pasado de ti, ha estado pendiente sólo de las cosas que le pasan a él. |
2.16 |
2.72 |
2.75 |
3.86 |
0.22 |
|
Te ha ignorado o te ha castigado con el silencio. |
2.02 |
2.53 |
2.35 |
2.724 |
0.66 |
|
Te ha comparado con otras chicas haciéndote sentir incómoda y humillada |
1.65 |
2.02 |
2.53 |
6.405 |
0.002* |
|
Te ha insultado o ridiculizado en privado o en público |
1.63 |
1.87 |
2.04 |
1.74 |
0.177 |
|
Te ha criticado con frecuencia, ya sea en público o en privado, por tu forma de pensar, hablar o por cualquier otro motivo. |
1.6 |
1.72 |
2.13 |
2.678 |
0.07 |
|
Te ha dicho que te calles, que no digas tonterías o se ha burlado de tus opiniones. |
1.7 |
1.91 |
2.36 |
3.735 |
0.024* |
|
1.81 |
2.53 |
2.49 |
7.292 |
0.001** |
|
|
Te ha amenazado, intimidado o te ha hecho sentir miedo |
1.46 |
1.78 |
1.84 |
2.358 |
0.096 |
|
Te ha dicho que no puede vivir sin ti, para que no le dejes ni siquiera una semana para irte de vacaciones, campamentos o excursiones |
2.05 |
2.46 |
2.5 |
1.832 |
1.61 |
|
Te ha chantajeado diciéndote que, si no mantiene relaciones sexuales con él, se va con otra |
1.33 |
1.38 |
1.66 |
1.47 |
0.231 |
|
Te ha presionado para mantener relaciones sexuales con él cuando no deseas |
1.7 |
1.72 |
1.75 |
0.02 |
0.981 |
|
Ha sido sobreprotector contigo porque considera que debe protegerte y defenderte |
2.69 |
3.22 |
4.1 |
7.561 |
0.001** |
|
TOTAL, Escala de VRNA |
42.45 |
50.36 |
59.88 |
7.235 |
0.001** |
|
Fuente: Elaboración Propia. *sig < .0.05; **sig < .0.001 |
|||||
Como se ha comentado previamente los valores medios de las violencias psicológicas registradas son siempre superiores en las alumnas de FPGB con respecto a las alumnas del resto de itinerarios educativos analizados, siendo esta diferencia significativa para la puntuación total de la escala. En la comparativa entre itinerarios de la Tabla 2 se puede observar que las puntuaciones mayores corresponden a las alumnas de FPGB seguidas de las alumnas de FPGM y por último las alumnas de Bachillerato.
Cabe destacar que, aunque podamos observar diferencias en las puntuaciones medias de los ítems, aquellas diferencias que son significativas corresponden nuevamente a aquellos aspectos que tienen que ver con el control de la vida diaria (Te ha pedido que cambies tu forma de vestirte o de maquillarte, Ha mirado y controlado tu móvil, correo o redes sociales, Te ha dicho que necesita saber dónde vas, con quién, y qué haces, Te ha llamado para saber dónde estás, con quién, qué haces y cuando os vais a ver), los celos y la sobreprotección.
Los resultados descritos sobre las alumnas de educación secundaria post-obligatoria en la CAE nos orientan sobre las conductas machistas percibidas en relaciones de noviazgo adolescente.
Se puede observar que es un fenómeno que no está muy generalizado y que no se produce habitualmente de forma continuada, sin embargo, los resultados permiten concluir dos aspectos fundamentales.
En primer lugar, en línea con estudios anteriores como los de Gómez et al., (2015) y Díaz-Aguado et al. (2021), la juventud de las mujeres incrementa el riesgo de sufrir diferentes tipos de violencia psicológica de pareja, siendo la violencia psicológica de control la más frecuente.
La detección de la percepción y aceptación de las conductas violentas, por lo tanto, será un aspecto sumamente importante a abordar, pues una mayor aceptación podría conllevar a un aumento gradual de la violencia favoreciendo así a su normalización (Alba et al., 2015; Palazzesi, 2015). Por el contrario, una menor percepción de gravedad de la violencia podría significar una subestimación de sus consecuencias, dificultando así el reconocimiento de que se es víctima y, por ende, la búsqueda de apoyo (Amaral et al., 2020).
En segundo lugar, la identificación de la FPGB parte de una estructura marcada por desigualdades de género que alberga alumnado con mayor vulnerabilidad respecto a la población general.
El acceso a los itinerarios profesionalizadores se ha incrementado respecto a los 5 años previos en un 29.8 % (Ministerio de Educación y formación Profesional, 2023). En este sentido es necesario matizar, por un lado, que el número de mujeres que accede a este tipo de itinerario es menor que el número de hombres, identificando la mayor diferencia en FPGB con un 29,5 de mujeres (Ministerio de Educación y formación Profesional, 2024). Por otro lado, el género emerge como una variable para comprender el número reducido de presencia de mujeres, así como la agrupación de estas en ramas profesionales que perpetúan la segregación ocupacional (Francés et al., 2020).
La información obtenida permite identificar la existencia de conductas psicológicas violentas en niveles educativos como la Educación Secundaria Post-Obligatoria. Por lo tanto, será clave el acompañamiento de las adolescentes en su transición a la vida adulta, más si cabe cuando éstas han ido acumulando factores de riesgo que puedan resultar en una disminución de su percepción sobre conductas violentas. Así, identificar contextos educativos como espacios de referencia en los que poder desarrollar programas de prevención adaptados, supone una oportunidad de minimizar los riesgos e incluso, revertirlos. Dotar de herramientas educativas que permita a las adolescentes, no sólo percibir conductas violentas en sus relaciones de noviazgo sino hacerles frente, tendrá implicaciones positivas en el compromiso social de erradicar la violencia contra las mujeres.
Contribuciones (taxonomía CRediT)
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Contribuciones |
Autores |
|
Concepción y diseño del trabajo |
Autor 1, 3 |
|
Búsqueda documental |
Autor 1, 2, 3 |
|
Recogida de datos |
Autor 1, 2, 3 |
|
Análisis e interpretación crítica de datos |
Autor 2 |
|
Revisión y aprobación de versiones |
Autor 1, 2, 3 |
Financiación
Este artículo se ha realizado en el marco de la investigación competitiva EduRisk – Buenas prácticas con adolescentes en riesgo en Formación Profesional Básica: Hacia una mayor eficacia educativa e inclusión social, del Ministerio de Ciencia e Innovación – AEI, con referencia PROYECTO/AEI/10.13039/501100011033
Declaración de conflicto de intereses
Los autores declaran que no existe ningún conflicto de intereses.
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CÓMO CITAR EL ARTÍCULO
|
Coto-Castro, A., Moro, A. y Ruíz-Narezo, M. (2025). Percepción de violencia psicológica en alumnas de educación post-obligatoria de la Comunidad Autónoma de Euskadi. Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, 46, 175-188. DOI:10.7179/PSRI_2025.46.10 |
DIRECCIÓN DE LOS AUTORES
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Alexandra Coto Castro. E-mail: alexandra.coto@deusto.es Álvaro Moro Inchaurtieta. E-mail: alvaro.moro@deusto.es Marta Ruíz Narezo. E-mail: marta.ruiznarezo@deusto.es |
PERFIL ACADÉMICO
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ALEXANDRA COTO-CASTRO https://orcid.org/0009-0008-5252-8639 Doctoranda en el programa de educación de la Universidad de Deusto sobre violencia en relaciones de noviazgo adolescente. Ayudante de investigación en el Instituto Deusto de Drogodependencias de la Universidad de Deusto sobre adicciones con y sin sustancia, violencia de género y conductas de riesgo en adolescentes y jóvenes. Educadora Social especializada en Drogodependencias y otras adicciones y en estudios de género. ÁLVARO MORO https://orcid.org/0000-0003-0167-6048 Doctor en Innovación Educativa y Aprendizaje Permanente (UD-2017). Es licenciado en Sociología (UPV– 2007) y Máster en Participación Ciudadana y Desarrollo Comunitario (UPV-2008), Máster en Formación del Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas (UD-2011) y Máster en Estadística Aplicada (UNED-2020). Actualmente es miembro del grupo de investigación INTERVENCIÓN: Calidad de Vida e Inclusión Social (Deusto INTERVENCIÓN) reconocido por el Gobierno Vasco. También es director el Instituto de Drogodependencias de Deusto donde analiza los principales factores de riesgo y protección vinculados a las situaciones de vulnerabilidad de las personas; así como estudios cuantitativos y cualitativos para conocer las experiencias, expectativas y retos de las personas en diferentes situaciones de vulnerabilidad. MARTA RUIZ-NAREZO https://orcid.org/0000-0002-6834-6070 Doctora en Innovación Educativa y Aprendizaje A lo Largo de la Vida. Es graduada en Educación Social y Máster en Drogodependencias y Otras Adicciones. |