Cómo citar este artículo / Citation: González-Fernández, Á. (2022). El centroderecha en la travesía hacia la democracia liberal en la península ibérica (presentación). Historia y Política, 48, 17-‍24. doi: https://doi.org/10.18042/hp.48.01

SUMARIO
  1. NOTAS
  2. Bibliografía

A estas alturas del siglo xxi, las tensiones que afectan a las democracias liberales y, más en concreto, el resquebrajamiento del sistema de partidos a que dio lugar el proceso de la transición a la democracia, y que se acabaría de perfilar en la década siguiente, ha contribuido a reactivar el interés de la historiografía acerca del papel de los partidos en el proceso de cambio político. La crisis, como resulta notorio, no es un fenómeno exclusivo de España ni hunde sus raíces solo en el formidable impacto de la crisis de 2008 en la escena política nacional; la ruptura del bipartidismo imperfecto se inscribe, en realidad, en movimientos y dinámicas que habían comenzado a hacerse evidentes en las democracias avanzadas en las últimas décadas de la pasada centuria[1]. El progresivo declive de los partidos políticos que canalizaban los ejercicios de participación y de representación en la segunda mitad del Novecientos, resultado del debilitamiento de sus vínculos con la ciudadanía, no solo ha llevado a cuestionar su legitimidad como representantes de la sociedad civil; también, y de manera inevitable, ha comportado la crisis del sistema, la democracia liberal, del que son pieza fundamental por ser cauces por excelencia, aunque no únicos, de la presencia de la ciudadanía, en tanto que demos, en la esfera política. El malestar social generado por la recesión económica, unido a la percepción de que los partidos, lejos de ser solución, constituyen parte no menor de los problemas que aquejan a la sociedad, ha propiciado la emergencia de una acusada fragmentación partidaria, el surgimiento de insólitas plataformas políticas y una radicalización discursiva inédita en los últimos cuarenta años.

Ambos fenómenos, fragmentación partidaria y radicalización, tampoco constituyen un rasgo exclusivo de España como, igualmente, su corolario de retroceso del centrismo e incluso las tentativas de recrear espacios y formaciones con esta orientación. La fundación de UPyD y, poco más tarde, de Ciudadanos, surgió de manera similar, con las necesarias matizaciones, a la irrupción de Enmanuel Macron en la escena política francesa en 2017 como hombre de centro que pretendía una tercera vía que superase la división entre izquierda y derecha, o a la apuesta fallida de la CDU de presentarse como opción de centro en las recientes elecciones legislativas alemanas[2]. El fracaso reiterado de las iniciativas españolas, las críticas al centrismo de Macron, tachado de subterfugio, mera cortina de humo que apenas logra encubrir políticas gubernamentales claramente alineadas con la derecha, y la experiencia de la CDU mueven a considerar el centro, en sus distintas derivaciones —centroizquierda, centroderecha—, como orientaciones no ya carentes de entidad propia, sino incluso faltas de significado en la política de nuestros días[3].

La discusión sobre la necesidad, cuando no la propia utilidad, del centro político, unido a la revisión crítica sobre la transición, a la que parte no desdeñable de la opinión pública y publicada atribuye la baja calidad de la democracia española, ofrece una excelente oportunidad para revisitar las transiciones democráticas y, en particular, el leading role desempeñado por las formaciones de centroderecha, precisamente aquellas que en los casos de Grecia y España controlaron desde el poder la agenda del cambio político, mientras que en Portugal encauzaron la mudanza hacia una democracia pluralista.

Conviene precisar, y así lo plantean algunos investigadores en sus textos, la difícil conceptualización del centro, noción resbaladiza que se presta a interpretaciones diversas. Definido como espacio intermedio, punto de encuentro, equidistancia, oferta táctica, circunstancia, una manera de ser que no es ni de izquierda ni de derecha, «ni carne ni pescado»[4], los trabajos aquí reunidos no pretenden fijar la definición ni el significado del centro. Su propósito es menos ambicioso, aunque no por ello menos necesario y oportuno: examinar el origen y vicisitudes de estas formaciones, así como su protagonismo en los procesos de cambio político en Portugal, Grecia y España. Un protagonismo, por otro lado, que no ha de entenderse como fruto único y exclusivo de la actuación de las elites, procedentes en buena medida del pasado dictatorial —predictatorial en el caso de Grecia—, sino también de la conexión que establecieron con amplios sectores del electorado que anhelaban un cambio política moderado y la plena homologación con los países de nuestro entorno, una Europa Occidental empeñada en un proyecto colaborativo que, entre otros objetivos, aspiraba consolidar la democracia pluralista en el continente y dotar de una entidad y voz propia a la Comunidad en el contexto de una Guerra Fría inmersa en la distensión.

La deseada inserción en la CEE facilitó, precisamente, la conexión entre esa ciudadanía partidaria de una transición prudente, sin riesgos, y un centroderecha autoproclamado ferviente europeísta. De otro lado, resulta ilustrativo que amplias capas del electorado español y portugués, al igual que el griego, si bien con disparidades cronológicas derivadas de factores políticos domésticos vinculados a las distintas modalidades con que se operó el tránsito a la democracia, convergieran con la mayoritaria orientación centrista de los electores de los países comunitarios en esos años[5]. Dicha ubicación, por otro lado, no fue ajena —en los casos examinados en este dosier— al aprendizaje resultante de la experiencia dictatorial[6], especialmente en los casos de Grecia y España, escenarios de crueles guerras civiles que, prolongadas más allá de la finalización de la contienda, comportaron la exclusión del ágora política e, incluso, de la vida civil —como ocurrió en Grecia—, de aquellos colectivos vinculados con la izquierda que, entonces, en la transición y para hacerla posible y creíble a ojos propios y extraños, era del todo punto necesario reincorporar a la escena pública. La moderación, en consecuencia, se desplegó, entre buena parte de las elites y de la ciudadanía, como la receta idónea para garantizar la mudanza política y la normalización de las tres sociedades, entendida esta como el regreso en toda su plenitud a la casa europea.

El interés de los científicos sociales acerca del nacimiento y trayectoria del centroderecha en Portugal, Grecia y España durante sus respectivas transiciones ha sido notable, de manera que se han realizado avances sustantivos en el conocimiento sobre su proceso de gestación, vida intrapartidaria y, en el caso de Unión de Centro Democrático (UCD), crisis final y muerte. En cualquier caso, este dosier no pretende un análisis individualizado de cada una de las tres formaciones: UCD, el portugués Partido Popular Democrático (redenominado Partido Socialdemócrata en el otoño de 1976, de ahí que en algunos textos figure como PPD/PSD) y el griego Nea Demokratia (ND). Bien al contrario, los textos que lo componen constituyen ejercicios de historia comparada que, en algunos casos, se transmuta o acompaña de una perspectiva trasnacional en la medida que el primero permite identificar las similitudes y diferencias entre ellos, mientras que la segunda ayuda a analizarlos en conjunto. Dicho abordaje, sobre el que versan los tres primeros artículos, se complementa con el estudio de la imagen y narrativa forjada sobre los políticos que lideraron en España y Portugal estas formaciones en la consideración de que la trayectoria y la memoria de dichos partidos no puede desligarse de la construida en torno a las figuras de sus respectivos dirigentes.

Ángeles González-Fernández aborda el papel de los partidos de centroderecha en los procesos democratizadores de Portugal, Grecia y España con el propósito de subrayar las semejanzas que, más allá de las discrepancias derivadas de las distintas modalidades con que se efectuó la mudanza política, de sus distintos modelos organizativos y posición respecto al poder, caracterizaron su nacimiento y trayectoria. Las formaciones enunciadas compartieron rasgos definidores esenciales que facilitan el ejercicio comparado: una creación —recreación en el caso griego— precipitada a instancias de unas elites políticas movilizadas y con un marcado carácter instrumental en cuanto surgen para dirigir el cambio político conforme a los parámetros que regían la Europa Occidental: el binomio democracia pluralista y economía de mercado. Las dificultades objetivas para su articulación partidaria, fruto de la asociación del centroderecha con los regímenes autoritarios ibéricos y con la democracia incompleta anterior a la Junta Militar en Grecia, así como de la hegemonía cultural y política de la izquierda, impulsaron una profunda renovación ideológica, cultural y organizativa del conservadurismo tradicional que contribuyó decisivamente a la permanencia en los espacios de poder de aquellas elites procedentes del pasado dispuestas a participar en el juego competitivo. La reformulación de la derecha tradicional en un centroderecha liberal, laico, reformista y europeísta alineó a dichas formaciones con las expectativas de unas sociedades cada vez más modernas, al mismo tiempo que facilitó su (re)inserción en las culturas políticas europeas en una dinámica que discurrió en los tres escenarios nacionales de forma paralela a los procesos transicionales. En suma, la transición de la derecha y la democratización se desplegaron en paralelo, como las dos caras de Jano.

Gregorio Sabater Navarro analiza, en el marco de la llamada «corriente de retorno» —la influencia de la transición española en la estabilización de la democracia portuguesa a partir de 1977-‍1978—, los vínculos entre el PSD y la UCD. Los diversos grupos y formaciones ubicados en el espacio centrista a uno y otro lado de frontera entablaron contacto en las semanas posteriores al 25 de abril, aunque las disensiones dentro del partido portugués a propósito de su definición ideológica, estrategias y jefatura opusieron serias dificultades a las relaciones entre ambas formaciones. Resuelto el conflicto interno con el triunfo de los planteamientos de Francisco Sá Carneiro en el verano de 1978, el hermanamiento ideológico y político entre el centroderecha luso y español se sustanció en los primeros meses de 1979 en la creación de Aliança Democrática (AD), coalición electoral directamente inspirada en la entonces exitosa UCD, convertida en el principal sostén de su homóloga portuguesa, a la que prestó apoyo y asesoramiento organizativo, electoral y, se apunta, también financiero. No deja de ser paradójico que el triunfo electoral de AD en las legislativas de julio de 1979 y, en consecuencia, el acceso al gobierno del centroderecha surgiera cuando su equivalente española se adentraba en un proceso de conflictos internos y crisis que resultaría irreversible. No obstante, la paradoja es menor si se tiene en cuenta que ambas, UCD y AD, se eclipsaron prácticamente al mismo tiempo como resultado combinado de, por un lado, la creciente tensión registrada entre los diversos grupos y formaciones que las habitaban y, por el otro, la desaparición y/o declive del liderazgo fuerte que hasta entonces las habían cohesionado. El naufragio conllevó la debacle de la UCD, pero no ocurrió otro tanto en lo relativo a la fuerza que había operado como columna vertebral de AD: el PSD.

El ejercicio comparado que realiza Sethelos Isidoros Balios se focaliza en el análisis del discurso político elaborado por las formaciones de centroderecha que, desde el Gobierno, controlaron la agenda del cambio político en Grecia y España. Los paralelismos discursivos detectados entre ND y UCD, derivados de la necesidad de adaptar sus líneas programáticas y estrategias electorales a las expectativas de sociedades que habían conocido profundas transformaciones en el transcurso de los años sesenta, se compendiaron en un común espíritu de reconciliación abocado a cerrar las heridas, todavía abiertas, de la Guerra Civil y al establecimiento de una democracia inclusiva. Tales argumentos, utilizados de forma meridiana por Constantino Karamanlis y Adolfo Suárez en su condición de presidentes del Consejo de Ministros y, en un segundo momento, líderes de los partidos en el Gobierno, pretendían diluir la vinculación de ambos con la democracia limitada griega anterior a la dictadura y el régimen franquista, dotarse —ellos mismos y los Gobiernos que encabezaban— de la legitimidad de que carecían debido a su designación desde arriba para presentarse, ante ciudadanos y electores, como los hombres llamados a clausurar definitivamente el pasado y abrir un tiempo político nuevo.

La moderación impregnó su praxis de gobierno con la finalidad de desarmar a los opositores y reticentes a la democratización, entre los que se incluían sectores importantes del Ejército, así como de captar el apoyo de una ciudadanía deseosa de cambios profundos, pero prudentes. La estrategia de un moderantismo que no rehusaba abrazar planteamientos propios de la socialdemocracia, les deparó el triunfo en las primeras elecciones legislativas, si bien, a diferencia de lo que aconteció en España, ND pudo formar un Gobierno en mayoría que emprendió iniciativas insólitas al otro lado del Mediterráneo, como la convocatoria de un referéndum sobre la forma de Estado y la aprobación de un texto constituyente no consensuado. A su estela, la moderación pasó a impregnar el discurso y los planteamientos de una izquierda que, impaciente para acceder al poder, hubo de flexibilizar sus principios ideológicos para adaptarlos a la orientación mayoritariamente centrista del electorado.

Los dos últimos textos que componen el dosier examinan, conforme a una perspectiva comparada, la imagen y narrativa construidas por la prensa sobre Adolfo Suárez y Francisco Sá Carneiro. Sus autoras, Maria Inácia Rezola y Concha Langa, sostienen su investigación sobre una concepción similar de la prensa que, trascendiendo su papel como protagonista de los procesos democratizadores, enfatiza su operatividad como mediadora social y, en consonancia, actor fundamental en la construcción de la memoria. Su análisis, tanto como sus conclusiones, presentan paralelismos notorios como el proceso de mitificación que rodeó, en la década de los años noventa, la imagen y la narrativa sobre ambos dirigentes en una dinámica que no fue en absoluto ajena a la incidencia de factores de la política doméstica y, en el caso de España, a la revisión y debates sobre la propia transición.

Maria Inácia Rezola analiza la imagen y la narrativa elaborada por la prensa española y portuguesa sobre Francisco Sá Carneiro, líder del PPD/PSD, y luego de Aliança Democrática (AD), coalición electoral que franqueó al partido y a su líder el acceso al Gobierno en 1979. Tras la conmoción que provocara en la opinión pública y publicada su prematura desaparición en 1980 y el vivo debate en torno a las causas del accidente aéreo en el que perdió la vida, la figura de Sá Carneiro y el papel del centroderecha en la mudanza política permaneció en un segundo plano en el transcurso de los años ochenta frente a la relevancia otorgada por la academia y los media a los militares y a la Revolución de los Claveles. Dicho silenciamiento vino a romperse en 1990 cuando, con ocasión del décimo aniversario de su muerte, el PSD, entonces en el Gobierno, reivindicó el papel de Sá Carneiro y el de la propia formación como actores fundamentales en la mudanza política en una intensa campaña que tuvo un fiel reflejo y acompañamiento en la prensa. La mitificación del líder socialdemócrata, fruto tanto de su carisma como de su trágica y temprana muerte, cristalizó en una narrativa consensuada, con tonos acusadamente laudatorios cuando no hagiográficos, que se mantuvo a lo largo de esa década, si bien en los últimos años ese consenso se ha resquebrajado de modo patente. La exaltación del rol desempeñado por Sá Carneiro ha quedado contrapesada con nuevos acercamientos que han subrayado su personalidad carismática, electrizante, pero también su talante contradictorio, su liderazgo intransigente y divisivo, propiciador de disensiones internas y crisis partidarias. La construcción de la memoria sobre Sá Carneiro, inseparable según algún autor del legado del sebastianismo en la cultura política portuguesa, se halla unida inextricablemente a los avatares de la política doméstica y, de modo particular, a los intereses del partido político que contribuyera a fundar.

Concha Langa aborda la evolución de la imagen del que fuera líder de la UCD entre 1981, fecha de su dimisión como jefe de Gobierno, y 2014, año de su fallecimiento, a través del análisis, en episodios especialmente significativos, de la prensa española y portuguesa más relevante. La figura de Adolfo Suárez ha experimentado un proceso de mitificación similar al de Sá Carneiro e igualmente coincidente en el tiempo; esto es, la década de los noventa, aunque —como es obvio— la narrativa construida en su derredor presenta rasgos específicos y peculiares. De entrada, la elaboración de una memoria positiva sobre Suárez dio comienzo a partir de la tarde-noche del 23-F, cuando su actuación durante la intentona golpista fue alabada incluso por aquellos que en los años previos habían lanzado severas diatribas contra su liderazgo y formas de hacer política. La labor constructiva prosiguió tras su definitiva retirada de la vida pública y se inscribió en una coyuntura muy concreta, marcada por la aparición y desarrollo de una corriente crítica —no circunscrita a los medios académicos— sobre el proceso de democratización, de manera que el rescate y exaltación de su papel ha de entenderse como componente primordial, que no único, de la batalla vindicadora de la transición.

Un segundo factor que incentivó el general reconocimiento a la labor de Suárez al frente del Gobierno en los años noventa, tal como detecta Langa, provino del clima de crispación que gobernó la política doméstica a partir de 1993. Dicho de otro modo, la intransigencia, el tono faltón y desabrido de los debates, dentro y fuera de las instituciones, alentó una narrativa idealizada sobre el espíritu de entendimiento, la capacidad de diálogo y negociación del que dieron buena prueba los dirigentes políticos que protagonizaron el cambio político y, en particular, Suárez. La añoranza emergió de nuevo en 2014, fecha de su muerte, cuando al impacto de la crisis económica y al malestar social se añadieron la irrupción de nuevos actores en la escena política que denunciaban in toto la transición y proclamaban la urgencia de una nueva, y auténtica, democratización del país.

NOTAS[Subir]

[1]

Mair (‍1995) y Higley y Burton (‍2003): 283.

[2]

Véase la entrevista de S. Jabert a J. de Weck a propósito de su libro Emmanuel Macron, der revolutionäre Präsident. Disponible en: https://bit.ly/3f71l8g.

[3]

Jan-Werner Müller: «¿Se sostiene el significado del centro?», en Project Syndicate, 30-11-2021 (disponible en: https://cutt.ly/LVZRs7A).

[4]

Las anteriores son algunas de las definiciones empleadas en los medios de comunicación y círculos políticos españoles durante los años de la transición (‍Moral, 1991): 280. Es resaltable el hecho de que tales fórmulas siguen siendo habituales hoy día (Francesc de Carreras: «Centristas de todos los partidos», El Confidencial, 21-3-2021).

[5]

Knutsen (‍1998).

[6]

Bermeo (‍1992).

Bibliografía[Subir]

[1] 

Bermeo, N. (1992). Democracy and the Lessons of Dictatorship. Comparative Politics, 24 (3), 273-‍291. Disponible en: https://doi.org/10.2307/422133.

[2] 

Highley, J. y Burton, M. (2003). Elites, classes políticas e democracia no século xxi. En A. Costa Pinto y A. Dreire (orgs.). Elites Sociedade e Mudança Política (pp. 277-‍294). Oeiras: Celta Editora.

[3] 

Knutsen, O. (1998). Europeans move towards the Center: A comparative longitudinal study of left-reight self-placement in Western Europe. International Journal of Public opinion Research, 10 (4), 292-‍316. Disponible en: https://doi.org/10.1093/ijpor/10.4.292.

[4] 

Mair, P. (1995). Political parties, popular legitimacy and public privilege. En J. Hayward (org.). The crisis of representation of Western Europe (pp. 40-‍57). London: Frank Cass. Disponible en: https://doi.org/10.1080/01402389508425090.

[5] 

Moral, J. (1991). El centro de la derecha. Madrid: Eudema.