RESUMEN

Los estudios sobre los procesos electorales en los antiguos Estados socialistas aún son escasos. Existe cierto consenso en torno a las funciones de estas elecciones, que distaban de ser un método de elección democrática de representantes públicos, pero desempeñaban un papel más relevante que el de mera ficción, pues servían para legitimar los regímenes socialistas y vertebraban la movilización de la población en torno a los objetivos económicos y sociales. Pero no son muchos los estudios pormenorizados sobre la evolución de estos sistemas, la concreción de sus mecanismos y el desarrollo temporal de esas funciones asumidas por la historiografía. Mediante el uso de fuentes documentales, legislativas, hemerográficas y bibliográficas, se compara el nacimiento de los sistemas electorales en la República Popular de Polonia y la República Democrática Alemana y los cambios que experimentaron en sus primeros años, en un contexto fundacional de los nuevos regímenes, en un marco de estabilidad y en una situación de crisis. Las conclusiones analizan las similitudes de los sistemas electorales bajo las distintas coyunturas, que tuvieron un factor diferenciador básico en la cronología y el diferente grado en que se encontraba la sovietización de Europa del Este.

Palabras clave: RDA; Polonia; comunismo; Europa del Este; elecciones.

ABSTRACT

Studies on electoral processes in the former socialist states are still scarce. There is a certain consensus on the functions of these elections, which were far from being a method of democratic election of public representatives, but played a more relevant role than that of mere fiction, since they served to legitimize the socialist regimes and structured the mobilization of the population around economic and social objectives. But there are not many detailed studies on the evolution of these systems, the concreteness of their mechanisms and the temporal development of these functions assumed by historiography. Using documentary, legislative, newspaper and bibliographical sources, the birth of the electoral systems in the People’s Republic of Poland and the German Democratic Republic and the changes they underwent in their first years, in a foundational context of the new regimes, in a framework of stability and in a situation of crisis, are compared. The conclusions analyse the similarities of the electoral systems under the different circumstances, which were a basic differentiating factor in the chronology and the different degree to which the Sovietization of Eastern Europe was found.

Keywords: GDR; Poland; communism; Eastern Europe; elections.

Cómo citar este artículo / Citation: Ramos Diez-Astrain, X. M. (2023). La construcción de un poder popular al uso. Elecciones en Polonia y la RDA (1947-‍1958). Historia y Política, 49, 339-‍369. doi: https://doi.org/10.18042/hp.49.12

SUMARIO
  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. I. INTRODUCCIÓN
  4. II. LA INSTITUCIONALIZACIÓN ELECTORAL DE LOS NUEVOS REGÍMENES
  5. III. ELECCIONES PLEBISCITARIAS ENTRE LA NORMALIDAD Y LA CRISIS
  6. IV. CONCLUSIONES
  7. NOTAS
  8. Bibliografía

I. INTRODUCCIÓN[Subir]

Los Estados socialistas convocaron elecciones regularmente. La crítica marxista al parlamentarismo liberal-burgués no iba contra el sufragio, sino contra su carácter clasista, por lo que el mecanismo electoral debía pasar de suponer la elección periódica de los miembros de la clase dominante que iban a aplastar al pueblo a una fórmula de organización proletaria[1]. Las ideas sobre la conformación de la dictadura del proletariado desarrolladas por Lenin se vieron afectadas por la experiencia práctica de los sóviets, base de la estructura institucional de la URSS, que en 1936 experimentaron un cambio fundamental. Hasta 1936 los sóviets fueron consejos de obreros y campesinos, de los que se excluía a los miembros de las antiguas clases dominantes, con sufragio indirecto basado en delegados para los sóviets de ámbito superior y con un claro predominio urbano. A partir de 1936, con la nueva Constitución, adquirieron cierta apariencia de Parlamentos occidentales, elegidos mediante sufragio universal directo. Paralelamente se institucionalizó el papel del Partido Comunista como verdadero representante —según la doctrina vigente— de la soberanía proletaria, de manera que los órganos popularmente electos (bajo unas reglas muy específicas que garantizaban su control partidista) ocupaban de hecho una posición secundaria en el organigrama político frente a los órganos del Partido.

Este esquema fue transferido, matizado, a los distintos Estados socialistas conformados tras la Segunda Guerra Mundial. Los estudios de estas elecciones van proliferando, aunque son aún escasos. Recién caído el Muro, el primer estudio que arrojó una perspectiva global fue el coordinado por Furtak (‍1990a), que analizaba las elecciones país por país —URSS, RDA, Hungría, Polonia, Yugoslavia, China y Cuba— y efectuaba una breve comparación. En España escribió sobre el conjunto Flores Juberías (‍1992; ‍1995). Desde entonces, la mayoría de publicaciones abordan el fenómeno de manera parcial, ocupándose de países concretos en momentos concretos, aunque la más reciente obra coordinada por Jessen y Richter (‍2011) sobre las elecciones en dictaduras vuelve a combinar el estudio individualizado de las elecciones en la URSS, Polonia, Checoslovaquia y la RDA (así como otros regímenes no socialistas) con una mirada comparativa. También ofrece una visión global Langenohl (‍2019), que analiza los imaginarios en torno al voto en los Estados socialistas, y se acerca tangencialmente al tema Behrends (‍2013), que compara los modelos de legitimación soviético, polaco, checoslovaco y germano-oriental. Sobre casos concretos, podemos mencionar algunos estudios. Para la URSS, son interesantes los de Getty (‍1991), Velikanova (‍2018, sobre la Constitución de 1936 y la génesis del nuevo sistema electoral) o Siedziako (‍2018). Sobre Polonia existe el completo trabajo editado por Ligarski y Siedziako (‍2014), amén de otros que citaremos. Para la RDA es capital la obra de Kloth (‍2000). Sobre las elecciones de la Rumanía socialista han investigado Cozma (‍2009) y Mărgărit (‍2012).

Las investigaciones coinciden en que estas elecciones no eran competitivas (la selección entre varias candidaturas se anulaba mediante listas únicas y diversos medios de presión) y tenían funciones diferentes a las de elegir un poder político en cuya composición, realmente, no influían. Estas elecciones servían para legitimar constitucionalmente el poder estatal y sus actos, ofreciendo una imagen democrática. También ejercían una función integradora político-ideológica de la población (segmentada de múltiples maneras) en el sistema, en torno al liderazgo partidista-estatal, a través de todo el proceso previo a la votación. Eran un instrumento de educación política. Asimismo, movilizaban los esfuerzos sociales para cumplir los planes económicos y demostraban la capacidad organizativa del sistema. Los debates y las asambleas preelectorales eran un espacio de comunicación bidireccional gobernantes-población y un ámbito general de socialización política de las masas y de movilización de elementos habitualmente pasivos. Por último, aunque no conllevaban una elección real, permitían —mediante los procesos de nominación— promocionar y renovar los cuadros políticos estatales, especialmente los de segunda fila[2].

Estos fines caracterizaban de forma general a las elecciones del mundo comunista, pero las experiencias fueron múltiples, bajo diversas coyunturas, y la atención al detalle permite ver diferencias en el peso o grado de concreción de unos objetivos frente a otros según el momento y el lugar. Con enfoque comparativo, pretendemos examinar cómo se fueron perfilando esos fines mencionados en la etapa inicial de la RDA y de la Polonia socialista. La muestra serán las tres primeras elecciones generales celebradas en cada uno de estos países: 1947, 1952 y 1957 en Polonia; 1950, 1954 y 1958 en la RDA. La comparación es viable porque Polonia y la RDA compartían algunos notables rasgos comunes (su sovietización tras la guerra, la situación de partida de devastación por el conflicto, la conformación de sistemas socialistas con varios partidos, etc.), pero también presentaban diferencias importantes (cabe destacar la estabilidad de la que disfrutó la RDA tras estos convulsos primeros años y los sucesos de 1953 y 1961; en contraposición, el socialismo polaco experimentó crisis recurrentes). En ambos Estados las elecciones fueron hitos fundamentales para la consolidación política. Podemos calificarlas de «elecciones institucionalizadoras»[3] por su funcionalidad a la hora de consolidar los nuevos regímenes, pero con matices. En los comicios de 1947 y 1950, Polonia no era aún oficialmente una república popular y la RDA no había proclamado todavía el socialismo. Entonces, las elecciones eran institucionalizadoras porque aspiraban a legitimar electoralmente un nuevo poder que iba a constituir una nueva institucionalidad. El resto de casos ofrece otro perfil. Las convocatorias de 1954 (RDA) y 1957 (Polonia) confirmaron un poder ya establecido tras sendas crisis políticas. Las elecciones de 1952 en Polonia y 1958 en la RDA realizaron idéntica función de ratificación, pero en una situación de mayor estabilidad. La expresión «elecciones institucionalizadoras» cobra otro sentido, pues confirmaban un régimen asentado, unas instituciones establecidas previamente. Eran, utilizando otra expresión de uso común, elecciones plebiscitarias. Es fundamental tener en cuenta esto porque la comparación no puede basarse solo en un eje cronológico, sino que exige también tener en cuenta este eje político.

Veremos, por consiguiente, cómo se perfilaron en Polonia y la RDA los rasgos generales de las elecciones en el socialismo real, qué caracteres específicos hubo y cómo estas consultas sirvieron para institucionalizar los nuevos regímenes en un contexto fundacional, otro de normalidad y otro de crisis, dando pie a unas asambleas legalmente centro fundamental del poder político y la representación soberana de la nueva sociedad. El recurso a fuentes primarias (actas de la SED, legislación, fuentes hemerográficas) y bibliográficas (escasas) cubrirá el apartado alemán. Para el caso polaco disponemos de fuentes legales y de un buen número de trabajos historiográficos sobre varias convocatorias electorales. El conjunto nos permitirá efectuar una comparación.

II. LA INSTITUCIONALIZACIÓN ELECTORAL DE LOS NUEVOS REGÍMENES[Subir]

Antes de comenzar la exposición, dispondremos el siguiente cuadro sintético (al que sugerimos volver durante la lectura de las conclusiones) para que el lector pueda tener una visión de conjunto desde el principio:

Tabla 1.

Comparativa de procesos electorales

Polonia (17-‍01-1947) RDA (15-‍10-1950) Polonia (26-‍10-1952) RDA (17-‍10-1954) Polonia (20-‍01-1957) RDA (16-‍11-1958)
Contexto interno y externo Comienzos de la Guerra Fría. Lucha por el poder en Polonia. Campo socialista consolidado. División de Alemania consolidada. Campo socialista consolidado. Poder estalinista asentado. Campo socialista afectado por la muerte de Stalin. Crisis interna reciente (junio de 1953) antiestalinista y unificadora. Campo socialista convulsionado por la desestalinización. Crisis interna reciente (octubre de 1956) nacionalista y antiestalinista. Reformas. Campo socialista estabilizado. Sistema interno estabilizado tras reformas ligeras.
Qué se elegía 372 elegidos por distritos + 72 elegidos en candidatura nacional. 400 + 66 observadores de Berlín. 425 diputados elegidos por distritos. 400 + 66 observadores de Berlín. 459 diputados elegidos por distritos. 400 elegidos por distritos + 66 observadores de Berlín.
Candidaturas De iure, posibilidad de varias listas. De facto, listas confrontadas del Blok Demokratyczny y los partidos opositores. De iure, lista única en el preámbulo de la ley y posibilidad de varias listas o listas conjuntas en articulado. De facto, lista única del Nationale Front. De iure, posibilidad de varias listas o de listas conjuntas. De facto, lista única del Front Narodowy. De iure, posibilidad de varias listas o de listas conjuntas. De facto, lista única del Nationale Front con un importante componente de renovación. De iure, posibilidad de varias listas o de listas conjuntas. De facto, lista única del Front Jedności Narodu con gran renovación y elementos independientes. De iure, posibilidad de varias listas o de listas conjuntas (solo del Nationale Front). De facto, lista única de un Nationale Front más centralizado y con mayor importancia.
Enfoque y Campaña Campañas políticas confrontadas en torno al futuro sistema sociopolítico del país. Campaña única agitativa y movilizadora del Nationale Front en torno a los éxitos de la política ya aplicada (aún no socialista) y el discurso de la paz. Campaña única agitativa y movilizadora del Front Narodowy en torno a Bierut, los éxitos del socialismo y el discurso de la paz. Campaña única agitativa y movilizadora del Nationale Front en torno a «la paz, la unidad y la vida feliz». Defensa del sistema vigente frente al «peligro mortal» imperialista. Campaña única sin alusiones al pasado, centrada en las reformas y en promesas de futuro. Ambiente general crítico. Búsqueda de un nuevo compromiso con la sociedad. Campaña única agitativa y movilizadora de esfuerzos económicos para consolidar el nuevo régimen. Discurso internacional (propuesta de tratado de paz).
Oposición/violencia/ represión Elevada (~100000 detenidos). Concentrada en los «elementos reaccionarios» de los partidos burgueses. Represión muy elevada, pero considerablemente menor que en 1947. Menor oposición y represión que en 1954. Críticas numerosas, pero escasa oposición abierta. Represión dirigida solo a esta. Escasa oposición (sobre todo religiosa). Represión leve.
Método de elección Elección entre listas. Distribución según sistema D’Hondt. Tantos candidatos como puestos a ocupar. Posibilidad de tachar nombres. Candidatos a puestos a ocupar + suplentes. Posibilidad de tachar nombres. Tantos candidatos como puestos. Posibilidad de hacer cambios en la papeleta. 723 candidatos para 459 puestos. Elegibilidad mínima (perjudicada por el orden en la lista). 400 candidatos + 100 suplentes. Posibilidad de tachar nombres.
Garantías/Fraude Garantías legales incumplidas. Fraude verificado. Laxitud legal. No se ha documentado fraude (ni su ausencia). Mayor concreción de las garantías (incumplidas). Denuncias no verificadas de fraude. Garantías consignadas legalmente e incumplidas. Indicios de posible manipulación, pero sin pruebas. Garantías mínimas recogidas e incumplidas. Sin pruebas de fraude general. Garantías mínimas recogidas e incumplidas. Sin pruebas de fraude general.
Resultado oficial Participación: 89,9%. 80,1% de apoyo al Blok, con 394 escaños de 444[a]. Participación: 98,53%. Apoyo a la lista única: 99,72%[b]. Participación: 95,03%. Apoyo a la lista única: 99,7%[c]. Participación: 98,51%. Apoyo a la lista única: 99,46%[d]. Participación: 94,14%. Apoyo a la lista única: 98,40%[e]. Participación: 98,90%. Apoyo a la lista única: 99,87%[6].
Notas: [a] Wrona (‍1997-1998: 470); [b] Kloth (‍2000: 113); [c] Ligarski (‍2014: 50); [d] Kloth (‍2000: 113); [e] Siedziako (‍2016: 305); [6] Kloth (‍2000: 113).

Fuente: elaboración propia.

Las elecciones de la RDA y Polonia tuvieron modelos en los que apoyarse. La experiencia soviética, donde desde 1936 se presentaba una lista única compuesta por candidatos del Partido y de las organizaciones sociales sin opciones alternativas, constituía un punto de partida, aunque era necesario tener en cuenta las peculiaridades de Polonia y la RDA y el hecho de que en ambos sitios no se proclamase inmediatamente la dictadura del proletariado, sino una etapa previa basada en un nuevo tipo de democracia antimonopolista y antiimperialista (la «democracia popular»). De ahí, por ejemplo, que pervivieran varios partidos políticos subsidiarios al marxista-leninista, igual que en Bulgaria y Checoslovaquia, y que se operase una fusión entre comunistas y socialdemócratas bajo control total de los primeros en la Sozialistische Einheitspartei Deutschlands (Partido Socialista Unificado de Alemania, SED, en 1946) y el Polska Zjednoczona Partia Robotnicza (Partido Obrero Unificado Polaco, PZPR, en 1948). También constituían un modelo los procesos de consulta celebrados previamente en ambos territorios bajo las circunstancias de la sovietización.

Los destinos de Polonia y de Alemania coparon las discusiones aliadas durante la Segunda Guerra Mundial. Desde julio de 1944 existían dos Gobiernos polacos en el exilio, uno integrado por políticos del antiguo régimen asentado en Londres y otro liderado por los comunistas en Lublin. La liberación soviética de Varsovia terminó por inclinar la situación a favor de los segundos, pese a las grandes reticencias anglonorteamericanas. La Conferencia de Potsdam apeló a la celebración de unas elecciones libres que en la práctica se vieron sustituidas el 30 de junio de 1946 por un referéndum con tres cuestiones: la abolición del Senado, la reforma agraria y las nacionalizaciones (ya en marcha), y la confirmación de las fronteras occidentales. El resultado fue el apoyo de un número abrumador de los votantes (a su vez, un 85 % del censo electoral[4]) a las propuestas gubernamentales, lo que fue denunciado en Occidente como una manipulación[5]. Se ha constatado el uso de mecanismos falsificadores a varios niveles, con la colaboración de las autoridades soviéticas[6]. Este referéndum fue el acto fundacional del nuevo régimen, aunque todavía estaba pendiente la celebración de unas elecciones —las de 1947— que le dieran sustento institucional.

En cuanto a la RDA, nació en octubre de 1949 tras fundarse la República Federal de Alemania (RFA) en los Länder occidentales en mayo. Ambos Estados se crearon con la pretensión de representar al conjunto de Alemania. La RDA fue el resultado de la convocatoria de una serie de «congresos populares» impulsados por la SED con la participación de varios partidos políticos. El Tercer Congreso se eligió en una votación popular que ensayó por vez primera el sistema de lista única, tras verificarse en las elecciones competitivas de septiembre de 1946 para las asambleas de los Länder que la SED tenía apoyos limitados. Este sistema otorgó a la SED, entre sus escaños directos y los de las organizaciones de masas que hegemonizaba, unos dos tercios de los representantes[7], lo que probaba su utilidad política. Del Congreso salió un Consejo de menor tamaño, que el 7 de octubre de 1949 se erigió en Volkskammer (Cámara del Pueblo) provisional al entrar la Constitución en vigor.

Estas experiencias sirvieron para modelar los sistemas electorales de la Polonia bajo control comunista y la naciente RDA. Veamos primeramente el caso polaco. Tras el referéndum de 1946, el Krajowa Rada Narodowa (Consejo Nacional, un pseudoparlamento constituido el 31 de diciembre de 1943) aprobó la ley electoral por la que se regiría la votación de 1947. La norma contemplaba el sufragio universal a partir de los veintiún años (excepto para personas vinculadas con la ocupación nazi y las «organizaciones fascistas») y disponía la creación de un Sejm (Dieta) unicameral con 444 diputados, elegidos mediante un sistema mixto: 72 desde listas estatales y 372 desde listas de distrito (en un total de 52 distritos electorales). Específicamente se contemplaba la multiplicidad de listas electorales, ya que para presentar una candidatura en una circunscripción bastaba con el aval de al menos cien electores (las comisiones electorales de circunscripción verificarían que las listas cumplían la ley). Para las candidaturas estatales el método era similar, aunque se requería el apoyo de al menos 500 votantes de dos distritos electorales (250 por distrito). Una serie de disposiciones garantizaban el secreto y la limpieza de las votaciones (revisión y sellado de urnas, sobres opacos… no se mencionaban las cabinas electorales). Podrían asistir al recuento representantes de las candidaturas. La ley detallaba extensamente las circunstancias en la cuales una papeleta no sería válida. Mediante un sistema D’Hondt se distribuirían los escaños correspondientes a los distritos en el Sejm y se trasladaría este resultado de forma indirecta a la lista estatal siempre que hubiera vinculación entre esta y al menos seis de distrito. Además, se recogían mecanismos de impugnación judicial de los resultados[8].

Esta ley era ampliamente homologable a las de las democracias liberales; de hecho, se basaba en una norma polaca de 1922, lo que reforzaba su legitimidad[9]. Su mayor inspiración soviética radicaba en la sobrerrepresentación de los distritos urbanos sobre los rurales (lo que favorecía a los partidos obreros) y en las limitaciones políticas al derecho de voto, pero por lo demás reflejaba un mecanismo de elección propio de las democracias occidentales. Los comicios, sin embargo, distaron mucho de ser el proceso pacífico aparentemente garantizado. Los acuerdos entre los Aliados no habían resuelto la problemática del futuro de Polonia, donde había un enfrentamiento abierto entre los comunistas y sus aliados, partidarios de implantar el socialismo, y los defensores de un orden más vinculado a los valores liberal-capitalistas occidentales y la estructura de propiedad vigente o afines al anterior régimen (algunos autores han hablado incluso de «guerra civil», pese a no darse un conflicto militar abierto, pero sí una batalla por el control del poder en los distintos territorios polacos, que se inclinó definitivamente hacia el lado comunista en 1947[10]). Los comicios del 17 de enero de 1947 fueron un hito clave, ya que contribuyeron a desarticular a la oposición y a consolidar el poder comunista.

El Polska Partia Robotnicza (Partido de los Trabajadores Polaco, PPR; nombre del partido comunista antes de fusionarse en 1948 con los socialdemócratas en el PZPR) se alzó con el control del país tras estas elecciones combinando mecanismos de persuasión, represión y manipulación. Acudió coaligado en el llamado Blok Demokratyczny (Bloque Democrático) con el Polska Partia Socjalistyczna (Partido Socialista Polaco, PPS), el Stronnictwo Ludowe (Partido Popular, SL) y el Stronnictwo Demokratyczne (Partido Demócrata, SD). Por la oposición el partido más importante era el Polskie Stronnictwo Ludowe (Partido Popular Polaco, PSL), anticomunista y agrarista. La propaganda del Blok trató de vincular la tradición polaca con la liberación de los nazis y los retos futuros. El Blok (más que el PPR, en un aparente segundo plano) planteó las elecciones como una batalla por el alma de la nación y por la consolidación, por primera vez en siglos, de un sistema democrático en el país, además de la independencia, el desarrollo y la paz[11]. Simultáneamente a esta campaña política se produjo otra de signo policial en la que el PSL fue duramente reprimido. El enfrentamiento entre el PPR y el PSL había llegado ya a cotas muy elevadas en la época del referéndum y en estas elecciones alcanzó su clímax. Con anterioridad a las votaciones, el PPR había tratado de integrar al PSL en el Blok prometiéndole un cuarto de los escaños, pero había reticencias claras por parte del PSL por aspectos como el control comunista de los órganos de seguridad. Fueron precisamente estos órganos los que, fracasadas las conversaciones, persiguieron al PSL, una vez que el Comité Central del PPR lo situó «fuera del campo democrático» y en estrecha alianza con «la clandestinidad y la emigración fascistas»[12]. Unos cien mil miembros del PSL fueron arrestados e interrogados en el periodo preelectoral, y 147 candidatos (doce de la lista estatal) fueron apresados, así como un importante número de miembros de la dirección estatal del partido, mientras se censuraban en los medios del PSL las noticias sobre la represión[13]. Además, para asegurar el resultado favorable deseado, el día de las elecciones entraron en juego diversos métodos de falsificación previstos desde hacía meses. La policía secreta supervisó todo el proceso y se ocupó de mantener en secreto lo que ocurría en el interior de los colegios electorales. El cambiazo de urnas, la retirada de papeletas opositoras, la manipulación del recuento y la falsificación de actas terminaron por volcar los comicios a favor de la candidatura oficialista, pese a lo cual el resultado no se anunció hasta el 3 de febrero[14].

Las primeras elecciones generales de la RDA, el 15 de octubre de 1950, se desenvolvieron en circunstancias diferentes. Ya hacía un año que la RDA se había fundado y Europa del Este estaba plenamente sovietizada. La división de Alemania, aunque foco de tensiones internacionales, propiciaba la calma interna en los dos Estados, pues no era difícil desplazarse de uno a otro si se estaba disconforme con la política gubernamental. Por otro lado, la experiencia del Tercer Congreso Popular y de las elecciones celebradas previamente en varias de las democracias populares favoreció que desde el inicio hubiese un sistema de lista única. Fue este asunto, precisamente, el que motivó una mayor conflictividad y represión en torno a las elecciones. La SED, al igual que en Polonia, encabezaba un Demokratischer Block (Bloque Democrático) al que se sumaban la Christlich-Demokratische Union Deutschlands (Unión Demócrata Cristiana de Alemania, CDU), la Liberal-Demokratische Partei (Partido Liberal Demócrata, LDP), la Demokratische Bauernpartei Deutschlands (Partido Democrático Campesino, DBD) y la National-Demokratische Partei (Partido Nacional Demócrata, NDP). Los dos últimos fueron creados en 1948 a instancias de la SED para reunir al campesinado y a elementos nacionalistas y pequeñoburgueses en torno a su política, pero la CDU y la LDP conservaban un acusado perfil propio. En enero de 1950, el Block y varias organizaciones de masas fundaron el Nationale Front der des demokratischen Deutschland (Frente Nacional de la Alemania Democrática). La alianza parecía sólida. Los cinco partidos integraban la Volkskammer provisional y el Ejecutivo, pero había discrepancias importantes en torno a varias actuaciones políticas que afloraron con fuerza al confeccionarse la nueva ley electoral.

El artículo 51 de la Constitución —a medio camino entre los espíritus occidental y soviético, enfocada a una república democrática de toda Alemania— describía un sistema electoral basado en el sufragio universal, igual, directo, secreto y proporcional para elegir una Volkskammer con 400 diputados (también existía una Länderkammer a modo de cámara federal con menores competencias elegida por los parlamentos de los estados, pero desapareció posteriormente con la centralización de la estructura administrativa y la supresión de los Länder)[15]. La ley electoral debía respetar estos principios, pero su elaboración siguió otros derroteros. Una reunión (28 de marzo de 1950) en la que los partidos debían pronunciarse sobre las elecciones terminó sin acuerdo, tras fuertes discusiones y reticencias de liberales y democristianos a la lista única. Pero por entonces se estaba produciendo una campaña represiva contra los miembros de los partidos no comunistas opuestos a la consolidación de la hegemonía comunista. Centenares de miembros de la CDU y la LDP, así como socialdemócratas de la SED, fueron arrestados y condenados en estos meses. Entre los detenidos estaban importantes cargos de estos partidos en los Länder. El golpe más alto llegó a la cúpula de la LDP cuando su secretario general, Günther Stempel, que se había opuesto en el seno del partido a la propuesta de ley electoral, fue arrestado el 8 de agosto para después recibir una larga condena[16]. Los dirigentes críticos fueron sustituidos por otros más favorables a la lista única, que fue adoptada «por unanimidad» el 16 de mayo en una reunión de los distintos partidos.

La distribución final de los puestos en la lista llegó en julio: un 25 % para la SED, un 15 % para la CDU, otro 15 % para la LDP, un 7,5 % para la DBD, otro 7,5 % para el NDP y el resto para las organizaciones sociales (lo que garantizaba la mayoría absoluta a la hegemónica SED)[17]. El cambio de opinión fue justificado ante la CDU por su presidente, Otto Nuschke, porque ante la peligrosa situación internacional «solo en señal de solidaridad sin reservas, de lucha común por la paz y de construcción común de la economía se puede llevar a cabo la elección»[18]. Era un eco del discurso comunista. La NDP y la DBD apoyaron desde el principio la línea comunista, aunque la DBD mostró una tibia discrepancia al reclamar una mayor participación en la lista por su implantación entre el campesinado[19]. En las reuniones del Nationale Front se efectuaron algunos cambios de candidatos concretos, pero la distribución general se mantuvo intacta.

La ley electoral —que también regulaba los comicios en los Länder, los distritos y los ayuntamientos— fue aprobada por la Volkskammer unanimemente el 9 de agosto, tras un discurso del ministro Steinhoff que recalcaba cómo la lista única expresaría la «unidad de las fuerzas democráticas»[20]. En realidad, la lista única estaba presente en el preámbulo, que sostenía que «el bloque de partidos y organizaciones democráticas antifascistas ha hecho uso de su derecho constitucional y decidido celebrar las elecciones» con un programa común y listas comunes de candidatos del Nationale Front, «por responsabilidad nacional y para asegurar la construcción de la república». Esto iba contra la Constitución, porque una lista única imposibilitaba la realización de la proporcionalidad consignada en aquella[21] (recordada, sin embargo, en el primer artículo). Pero también se contemplaba la posibilidad técnica de que se presentasen otras listas. Según el artículo 26, podrían presentar candidaturas «aquellas asociaciones que, de acuerdo con sus estatutos, luchen por la organización democrática del estado y la vida social de toda la república y cuya organización abarque todo el territorio del Estado». El 27 decía que esas asociaciones podían presentar candidaturas conjuntas (referencia indirecta a la lista del Nationale Front). La limitación del sufragio pasivo a las organizaciones afines al régimen era evidente y, dado que todas se reunían haciendo uso de su derecho en el Nationale Front, era de facto inviable la presentación de otras listas. En las elecciones los mayores de dieciocho años elegirían 400 diputados para la Volkskammer. Berlín enviaría sesenta y seis representantes solo con voz. Las exclusiones del sufragio eran similares a las polacas: los acusados o condenados por crímenes de guerra, crímenes nazis «o por un ataque a los fundamentos políticos de nuestro orden democrático antifascista», los incapacitados mentalmente, los presos condenados o en prisión preventiva, los detenidos o los carentes de derechos civiles. Estas disposiciones conferían gran arbitrariedad a la exclusión del voto, pues bastaba con ser detenido o acusado, aunque no mediase condena, para perder el derecho al sufragio. En la votación los electores podrían realizar cambios en la papeleta. No se especificaba bajo qué circunstancias sería nula una papeleta; decisión que recaería en las juntas electorales (las mesas). Las garantías del proceso eran muy tibias: solo se contemplaba la comprobación de la urna previamente al inicio de la votación, pero la ley no mencionaba ni la instalación de cabinas para el voto secreto ni la posibilidad de asistir al recuento. Lo que sí podrían hacer los partidos y asociaciones era reclamar contra la validez de la elección en un plazo de dos semanas[22].

La ley mandataba al ministro del Interior promulgar unas disposiciones para su aplicación, que sí recogieron la necesidad de instalar cabinas o salas separadas en los locales electorales[23], pero su exclusión de la ley demuestra hasta qué punto se consideraba superfluo. Estas elecciones, pese a dirigirse a legitimar el nuevo sistema, tenían una diferencia fundamental con las polacas con idéntico fin: el grado de incertidumbre era mucho menor, no había competición. Por ello pudieron desarrollarse algunos mecanismos característicos de todos los procesos electorales del socialismo real consolidado, como las campañas de movilización. La campaña electoral no se planteaba en términos competitivos, sino de movilización e integración de las masas, de cumplimiento de los objetivos preestablecidos y de mejora de las condiciones de vida; un esquema en el que la votación, realmente, solo era el punto de llegada, de menor importancia práctica que todo el proceso previo[24]. Ya en febrero de 1950, cuando todavía no estaba cerrada la cuestión de la lista, el Politburó del Partido aprobó una serie de medidas de campaña. Una de las tareas era difundir el programa del Nationale Front, divulgado a través de los medios y en asambleas (que deberían aprobar resoluciones de apoyo) en fábricas, pueblos, zonas residenciales y en las organizaciones de masas. En una primera etapa se popularizarían especialmente las secciones dirigidas «contra la política de guerra angloamericana y la esclavitud de Alemania Occidental». Pero también se tendría que dar un impulso fundamental a los objetivos del plan económico de 1950 movilizando a los ciudadanos a través de los comités del Nationale Front. Para la industria (pesada, fundamentalmente) se disponía la mejora de la productividad en todos los ámbitos y la implantación de sistemas de estímulo económico. En el campo se proponían medidas de aumento del rendimiento y de apoyo a los pequeños y nuevos agricultores, así como de protección de los trabajadores agrícolas. También se incluían mejoras en el suministro de alimentos (el objetivo —incumplido— era abolir el racionamiento excepto para la carne y la grasa) y el desarrollo de una serie de leyes en ciernes, como la sanitaria o la de derechos de las mujeres, así como el impulso a la reconstrucción urbana. La campaña se desarrollaría a través de grupos de agitadores especialmente formados para la ocasión. Tras esta primera etapa, los esfuerzos se volcarían desde finales de julio en difundir los éxitos gubernamentales en los ámbitos interno y externo (destacando la amistad con los soviéticos)[25].

Los periódicos de la época muestran la importancia conferida a esta campaña, acrecentada conforme llegaban las elecciones. El programa del Nationale Front llamó al voto «por la paz, para que nunca más una madre pueda llorar a su hijo y se construya una vida en paz, felicidad y prosperidad»[26]. La política internacional y los avances internos coparon los medios y las numerosas asambleas durante meses. A solo tres días de la votación, la SED anunció importantes mejoras en el abastecimiento alimenticio[27]. La participación fue oficialmente de un 98,53 %, con un 99,72 % de votos a favor de la lista única[28]. No se ha documentado la manipulación de los resultados (tampoco lo contrario), que resultan bastante sorprendentes y podrían achacarse al sistema electoral, sin pluralidad, con ambigüedad respecto a los votos nulos o válidos y con diversos medios de presión. Los informes del Ministerium für Staatssicherheit (Ministerio de Seguridad del Estado, la Stasi) reconocían que el resultado sorprendía a los propios líderes de la SED, considerando el grado de oposición aún existente en buena parte de la población, y admitían que el diseño del sistema electoral era muy responsable del resultado. Se habían registrado diversas actuaciones propagandísticas opositoras previas a las elecciones (especialmente en los últimos días de la campaña) y varias declaraciones críticas durante las mismas, que llegaron a ser comparadas con los plebiscitos nazis. También hubo algún acto violento y en un municipio de Turingia se colgaron fotos de Hitler. Además, los partidos burgueses se habían implicado lo mínimo indispensable. Pero el clima —registraba la Stasi— había sido generalmente positivo y la mayoría de la gente había votado por la mañana, sin apenas hacer uso de las cabinas[29].

III. ELECCIONES PLEBISCITARIAS ENTRE LA NORMALIDAD Y LA CRISIS[Subir]

En las elecciones polacas del 26 de octubre de 1952 las circunstancias eran muy diferentes. El socialismo estaba implantado bajo la férrea batuta de Bolesław Bierut y se habían eliminado los principales factores de riesgo para el nuevo poder. En diciembre de 1948 los comunistas y los socialdemócratas habían fundado el PZPR, que asumió el marxismo-leninismo y monopolizó de facto el poder político. Bajo la represión cayeron los partidos opositores y las facciones del comunismo críticas con el rumbo estalinista, en una serie de aparatosos procesos. Junto al PZPR y las organizaciones de masas hegemonizadas por los comunistas se mantuvieron en el llamado Front Narodowy (Frente Nacional) el SD y el Zjednoczone Stronnictwo Ludowe (Partido Popular Unido, ZSL), fruto de la unión entre el SL y los restos del PSL. La colectivización agrícola estaba en marcha y la industria, nacionalizada, estaba planificada. Los valores del nuevo régimen quedaron plasmados en la Constitución del 22 de julio de 1952, que establecía unas «elecciones generales, iguales, directas y secretas» (se omitía la proporcionalidad) para el Sejm, teórico espacio de ejercicio del poder estatal por parte de los trabajadores. Los diputados serían elegidos por distritos electorales (uno por cada 60 000 habitantes)[30].

Inmediatamente después se promulgó la nueva ley electoral, que plasmaba un sistema a medio camino entre el derecho liberal y la práctica típica de los Estados socialistas. La edad para votar bajaba a los dieciocho años y solo quedaban excluidos los enfermos mentales y aquellos privados del voto por decisión judicial firme. Conforme a la estructura consignada constitucionalmente, las listas se presentarían exclusivamente en los distritos. El texto no disponía la lista única y otorgaba a las organizaciones políticas, profesionales, cooperativas y sociales la potestad de nominar candidatos «de forma independiente o conjunta», siempre celebrando asambleas de trabajadores, vecinos, etc. Los candidatos en una lista no podrían exceder los puestos a cubrir, lo que eliminaba toda posibilidad de seleccionar candidatos en caso de lista única. Podría haber, sin embargo, suplentes y el votante podría suprimir candidatos o suplentes de la lista que eligiera apoyar. Quedarían elegidos los que obtuvieran más de un 50 % de votos válidos y entrarían, por orden de colocación, los suplentes con más de un 50 % de apoyos en caso de descartarse alguno de los candidatos titulares. En caso de votar menos de un 50 % de los censados o de no cubrirse todos los puestos, se celebrarían nuevas elecciones de circunscripción en las próximas dos semanas. Se garantizaba el sellado de la urna y la utilización de cabinas, pero no se detallaba qué votos se considerarían nulos ni se mencionaba (tampoco se prohibía) un recuento público o la presencia de interventores. Tampoco se consignaban medios de reclamación, aunque el Sejm podría anular los comicios en las circunscripciones en las que se verificasen irregularidades[31]. Un posterior decreto distribuyó los escaños por circunscripciones, fijando el número de 67 distritos y 425 diputados[32].

La fuerte represión de la oposición imposibilitó la presentación de una lista alternativa a la del Front Narodowy. De facto, las elecciones de 1952 revistieron los rasgos habituales de los comicios en el socialismo real, con lista única, una fuerte campaña agitadora y movilizadora, y una supervisión de todo el proceso por parte de la policía secreta, que había registrado con anterioridad a la campaña unos cinco millones de «elementos hostiles». La campaña se planteaba como una lucha de clases en la que el enemigo debía ser dividido y dominado[33]. En octubre se desató una oleada de arrestos masivos, detenciones temporales, interrogatorios y charlas amenazantes que se prolongó a lo largo de toda la campaña. Fueron detenidas 3456 personas (405 fueron liberadas), de las cuales 2663 fueron arrestadas en cuarenta y ocho horas. Hubo más de 6000 interrogatorios a personas no detenidas y, en conjunto, más de 28000 personas se vieron afectadas por la represión preelectoral. En total llegaron a los tribunales 1646 personas[34].

En paralelo a estas actuaciones, el Front Narodowy desarrolló su campaña política. Con amplias resonancias estalinistas, la campaña estuvo dominada por el culto a Bierut, secretario general del PZPR, presentado como «el primer y principal candidato de la nación» y emparejado con Stalin[35]. Se difundieron los éxitos del plan económico sexenal, la reciente aprobación de la Constitución… Once millones de libros y folletos se imprimieron para apoyar la campaña, junto con un enorme despliegue de cartelería con lemas movilizadores, por la industrialización, por la unidad nacional frente a un imperialismo norteamericano vinculado con el nazismo, contra los saboteadores y por la amistad polaco-soviética[36]. Los actos públicos tuvieron una enorme importancia. En ellos no solo se difundían las consignas. También nominaban formalmente a los candidatos. Las propuestas partían de una elaboración previa por parte del Front Narodowy conforme a las decisiones preliminares del PZPR. Los nominados eran dirigentes políticos y personalidades del mundo científico, artístico o cultural afines al socialismo. En las asambleas públicas del Front Narodowy se proponían los candidatos, que daban un pequeño discurso antes de votarse resoluciones de apoyo. En caso de proponer alguien una candidatura inesperada, se apoyaría si fuera políticamente favorable y se criticaría en caso de ser un «elemento reaccionario»[37]. En todos los ámbitos —rural y urbano, fábricas, vecindarios, organizaciones sociales— hubo asambleas de apoyo a la candidatura, vinculadas (como era frecuente en los Estados socialistas) a medidas de impulso de la producción y a tareas comunitarias. Se trataba de demostrar la implicación popular en el alcance y la superación de los objetivos colectivos, con el corolario el día de las elecciones, con un apoyo masivo a los candidatos oficiales.

En realidad, pese a las actuaciones policiales, hubo numerosos actos opositores que discurrieron entre la difusión pacífica de propaganda anticomunista hasta ejercicios de sabotaje y violencia contra las sedes electorales. Había un fuerte componente antisoviético. El día de las elecciones, no obstante la campaña movilizadora llevada a cabo por militantes comunistas para animar el voto, hubo algunos actos de protesta y abstencionismo. Las autoridades trataron de desincentivar el voto en cabina, que fue un ejercicio arriesgado para aquellos que querían votar en contra o tachar nombres de candidatos[38]. Los datos oficiales, sin embargo, sugieren una jornada exitosa para el Front Narodowy: un 95 % del censo había votado y, de ellos, el 99,8 % había apoyado la lista única[39]. Un coronel fugado a Occidente denunció en su momento la falsificación de los resultados a través de un grupo operativo especial de los órganos de seguridad, pero no se ha podido documentar y tampoco parece excesivamente necesario, ya que no había oposición legal y la presión era muy alta[40].

Los comicios de 1957 discurrieron en circunstancias muy distintas. 1956 había sido un año muy convulso para el movimiento comunista, tras el discurso de Kruschov condenando el culto a la personalidad de Stalin, cuyos ecos llegaron a las democracias populares. Donde más estruendo hubo fue en Hungría, con una amplia rebelión aplastada por los tanques soviéticos. En Polonia, Bierut murió el 12 de marzo. Se inició una reflexión sobre el estalinismo en el PZPR y la sociedad, y estallaron protestas y levantamientos obreros en Poznan y otras ciudades. Las iniciales demandas salariales dieron paso a exigencias políticas: contra la «burguesía roja», mejores condiciones de vida o elecciones libres[41]. La llegada al frente del partido de un antiguo represaliado por el estalinismo, Władysław Gomułka, contribuyó a estabilizar la situación. Gomułka logró reunir un importante apoyo social al plantarse frente a la amenaza soviética de intervención para frenar los desórdenes y al proponer un programa de deshielo político y reforma económica, que incluía retroceder con algunas políticas muy impopulares como la colectivización agrícola. Los comicios del 20 de enero de 1957 sirvieron para legitimar el poder y el programa del nuevo primer secretario del PZPR tras la crisis vivida.

La ley electoral aprobada en octubre (la muestra más aperturista de la época[42]) matizaba algunos aspectos de la norma anterior. Heredaba los aspectos básicos (elección secreta, elección por distritos…). El mecanismo de confección de las listas era idéntico (posibilidad de listas conjuntas, celebración de asambleas, etc.), pero había un cambio sustancial: ahora los candidatos podrían exceder hasta en dos tercios los puestos que cubrir, posibilitando una cierta selección. Esto, sin embargo, quedaba desvirtuado al resultar elegidos —como anteriormente— quienes recibieran más de un 50 % de votos válidos según el orden en la papeleta hasta cubrir los puestos sometidos a votación, con independencia de que unos recibieran más votos que otros. En materia de garantías no había cambios significativos[43].

El espíritu reformista que enarbolaba Gomułka se manifestó en la campaña y la confección de las listas (nuevamente únicas), así como sus límites evidentes. Durante el periodo preelectoral no se toleraron actividades abiertamente opositoras, pero sí hubo un clima de discusión más abierto que anteriormente tras admitirse que los votantes no habían hablado por miedo[44]. En general, el discurso del PZPR era menos beligerante, lo que contrastaba con las críticas abiertas al estalinismo. Hubo cierta represión policial sobre «elementos antiestatales», pero floreció la crítica en los marcos habilitados para el debate y los servicios secretos asumieron principalmente un papel supervisor. La lista del ahora llamado Front Jedności Narodu (Frente de Unidad Nacional) se elaboró bajo las exigencias de mayor representación de los partidos minoritarios. Lograron más puestos, pero el PZPR mantuvo las opciones a un 52 % de los escaños, teniendo en cuenta que para cubrir 459 sillas se presentaban 723 nombres y Gomułka preveía la caída de algunos candidatos bien posicionados en las listas. Hubo una renovación importante de cuadros: solo 83 antiguos diputados aparecieron en la lista[45]. En la candidatura había, como novedad, varios candidatos independientes e integrantes del llamado Znak, un movimiento católico que aspiraba a canalizar sus planteamientos a través del Sejm sin confrontar abiertamente con el régimen, que finalmente obtuvo cinco diputados. Era lo más parecido a una oposición permitido en un país socialista, sin poner en riesgo de ninguna manera el sistema.

El enfoque de la campaña fue también diferente. Esta vez no se esgrimían con demasiada fuerza los éxitos pasados (algunos de los cuales estaban desmantelándose), sino que se prometían cambios, un nuevo comienzo, y se anunciaban logros futuros. Estas elecciones eran «un intento de contrato con la sociedad»[46] tras la dureza del periodo estalinista y la grave crisis de 1956. Gomułka, sin embargo, vio peligrar sus expectativas al constatar el escaso entusiasmo de las organizaciones sociales por los comicios y las fuertes críticas contra el PZPR y muchos de sus candidatos. Por ello, el llamamiento a escoger los mejores candidatos que centró inicialmente la campaña fue sustituido en enero de 1957 por la petición del voto al conjunto de la lista (es decir, a los candidatos en primeras posiciones). Tachar candidatos del PZPR —esgrimía Gomułka— suponía tachar Polonia del mapa europeo[47]. Fue decepcionante para mucha gente. La propaganda y la presión continuaron con esta nueva línea y en las elecciones hubo una participación oficial del 94,14 %, recibiendo el Front un 98,40 % de apoyos (la mayoría para los candidatos no partidistas)[48]. Sorprendentemente se tuvieron que repetir las elecciones en el distrito 37 de Nowy Sącz al quedar sin elegir un diputado, evidenciando la posibilidad de aprovechar el comedido aperturismo de la ley electoral. No hay pruebas de amaños a gran escala[49].

En la RDA estalló una crisis antes que en Polonia, cuando el 17 de junio de 1953 en Berlín y otras ciudades se generalizó un levantamiento tras un aumento en las exigencias laborales, en el que subyacían causas sociales, económicas y nacionales más profundas. El dominio de la SED peligró y su legitimidad quedó muy cuestionada cuando las tropas soviéticas aplastaron las protestas. Tras la crisis, la SED —que en 1952 había acordado iniciar la construcción del socialismo— rectificó parcialmente su política económica para hacerla más popular e impulsó un proceso de renovación de cuadros y refuerzo de un control aún endeble sobre el Estado. Las elecciones del 17 de octubre de 1954 sirvieron a los fines propagandísticos, de legitimación y de consolidación de la SED.

El planteamiento fue similar al de los comicios anteriores. En junio el Politburó aprobó un plan presentado por el primer secretario del Partido, Walter Ulbricht, para impulsar la economía, cumplir los objetivos del reciente congreso de la SED y preparar el país para las elecciones[50]. Las directrices para el Partido acordadas poco después ponían el foco en la RDA como garante de la paz, la democracia y la felicidad para Alemania, y recalcaban la reciente recuperación de la plena soberanía de manos soviéticas. El lema del programa sería «por la paz, la unidad y la vida feliz del pueblo». En estas elecciones debería aumentar el papel del Nationale Front como impulsor de las tareas en el ámbito socioeconómico. Diputados, comités de la SED y organizaciones de masas tendrían que explicar los logros en los distintos ámbitos para justificar la necesidad de continuar con el «poder popular», posicionándose ante las propuestas y críticas ciudadanas en asambleas. Los partidos y el Nationale Front nominarían los candidatos, que se someterían al debate público bajo el lema «¡los mejores trabajadores como candidatos del Nationale Front!». Las reuniones también servirían para presentar el programa y recoger las aportaciones de los asistentes. Además, habría una extensa labor cultural[51].

La ley electoral de agosto mantenía los principios previos: idénticos diputados y representación de Berlín, iguales fundamentos básicos… Desaparecía la mención a la candidatura única. Podrían presentar candidaturas las mismas entidades que en la ley anterior con el «derecho» a hacerlo conjuntamente. Se disponía la obligación de los candidatos «a presentarse a los electores, informar sobre su actividad social previa, su labor futura en la Volkskammer y el desempeño de las funciones» que les incumbían, pudiendo ser rechazados por los electores. Quedaba así legislado el sistema de asambleas, aunque sin concretar su funcionamiento. Se excluía del voto a los incapacitados por enfermedad mental, quienes perdieran el derecho por decisión judicial, los presos (preventivos o firmes), los detenidos y «cualquier persona que no tenga derechos civiles». Para la votación se contemplaban medidas de seguridad como el sellado de la urna, la presencia de cabinas o el recuento público, y se posibilitaba a los electores (pensando en una lista única) el tachado de nombres, aunque ello no garantizaba elegibilidad, pues no se contemplaba que las candidaturas tuvieran más nombres que puestos a ocupar. Los escaños se asignarían según la posición en la lista y no parecía contarse con que nadie fuera a ser rechazado, porque no se mencionaba un porcentaje de votos mínimo para ser elegido[52].

La posibilidad de varias listas no estaba en la agenda de la SED, como tampoco la ausencia de una mayoría cualificada (entre candidatos oficiales y de las organizaciones sociales) en la lista única[53]. Las directrices para la campaña incidían en la necesidad de defender el sistema frente a quienes pidieran competencia electoral, como forma de cooperar frente al «peligro mortal» de la división alemana y la «política de guerra americana». La paz, el desarrollo de la economía y la cultura, la democracia, la prosperidad… coparían la agitación en medios y asambleas. Debía apelarse a la intensificación laboral para sobrecumplir los planes. En las asambleas públicas los candidatos expondrían la importancia de los comicios y el programa, su actividad social pasada y su compromiso como futuros diputados. En caso de razonarse objeciones contra un candidato y de apoyarlas la asamblea, se pediría al partido u organización proponente una alternativa. Las propuestas de los votantes se recogerían como «expresión de nuestra democracia activa», pero sin hacer promesas irreales[54].

Bajo estos parámetros discurrió la campaña, simultáneamente a la adopción —como anteriormente— de medidas para mejorar la vida cotidiana y de incesantes llamamientos mediáticos al refuerzo de la productividad. La votación registró finalmente un 98,51 % de participación, con un 99,46 % de apoyos al Nationale Front[55]. Solo 180 diputados de 400 repetían de la legislatura anterior. De los descartados, ocho habían sido detenidos, diecisiete habían ido a la RFA y cuarenta y cuatro habían dimitido bajo presión[56]. Podemos achacar la mayoría de recambios al proceso de renovación impulsado en el Partido y el Estado tras la crisis de 1953. Respecto al resultado, no hay pruebas de fraude, aunque se conoce que la Stasi transmitió oralmente directrices a los funcionarios electorales el día antes de la votación referentes a las actas de votación[57]. Hubo algunas actividades contrarias al proceso, pero de menor entidad que en 1950.

Avanzada la década, el sistema electoral funcionaba sin demasiados problemas[58]. En 1958 la RDA estaba más estabilizada, el clima era más relajado, se habían logrado algunos éxitos socioeconómicos y la aceptación del socialismo era mayor[59]. Los partidos hacían pública su plena subordinación a la SED, cuyo dominio no corría riesgos internos. Las elecciones del 16 de noviembre, consecuentemente, aspiraban a continuar el camino emprendido, sin propósito renovador. Los preparativos se abordaron con tiempo bajo la dirección del propio Ulbricht. El pasado V Congreso del Partido (julio de 1958) había adoptado el lema «El socialismo es victorioso» y debía llevarse a los debates electorales, plasmando los avances desde 1954 y, especialmente, las nuevas tareas y planes en los ámbitos económico y cultural. Todos los mecanismos agitativos, todos los medios (incluidos espectáculos culturales, deportivos, etc.), debían estar a disposición de la campaña. En las directrices del Politburó se destacaba la necesidad de implicar a los sindicatos en la organización de debates con los obreros sobre los objetivos derivados del V Congreso y estimular la productividad desarrollando la competencia socialista (con lemas como «¡Queremos trabajar como socialistas hoy porque mañana queremos vivir en la prosperidad y la felicidad de una manera socialista!»). Era, en definitiva, fundamental impulsar la producción e implicar a los obreros en las tareas económicas. Asimismo, se detallaba toda una serie de fines en los terrenos cultural, vecinal y juvenil. Para la candidatura había unos criterios: la mayoría absoluta deberían integrarla trabajadores y agricultores cooperativistas, y menos funcionarios; también aumentaría el número de miembros de cooperativas artesanas, mujeres, jóvenes e intelectuales. La SED, lógicamente, debería tener la mayoría[60].

La preparación de la lista se abordó conforme a las novedades de la nueva ley electoral. El Nationale Front pasaba a ser formalmente el único marco de reunión para partidos y organizaciones con opción a representación parlamentaria, aunque las listas conjuntas (ahora se articulaban veinticuatro distritos electorales, en cada uno de los cuales se elegía un número de diputados) seguían considerándose un «derecho». A las cifras habituales de diputados y representantes de Berlín se añadían «al menos» cien suplentes: una cuarta parte de cada papeleta, identificados aparte de los candidatos principales. Al votar, los electores podrían hacer cambios en la papeleta; existía así una mínima posibilidad de selección tachando candidatos. Permanecía, sin embargo, un sesgo por orden en la lista y nuevamente no se explicitaban los votos necesarios para la elección, lo que evidencia que no se contaba con que algún candidato principal fuera rechazado. La verdadera novedad, en definitiva, era que podrían sustituirse diputados electos por sus suplentes a mitad de mandato. Para preparar la lista continuaba el sistema de asambleas públicas, con el derecho de los votantes «a proponer» eliminar candidatos (no se especificaba cómo se resolvería dicha eliminación), caso en el que el Consejo Nacional del Nationale Front (no los partidos u organizaciones, como en la norma anterior) nombraría uno nuevo. Las exclusiones de voto y las garantías seguían igual. Solamente el Consejo Nacional del Nationale Front podría ahora reclamar la validez de las elecciones[61].

Se aspiraba con la elección por distritos a «que los miembros de los órganos representativos del pueblo estén más vinculados a la población», pues permitiría a los diputados un mejor trabajo de masas y a los electores controlar mejor su actividad[62]. El refuerzo del papel del Nationale Front también buscaba implicar más a la población con las elecciones y sus resultados. El fin último era lograr el máximo compromiso con los «grandes objetivos» del V Congreso, lo que obligaba a una campaña que ilustrase los éxitos de la política desempeñada por la RDA hasta entonces[63]. Como declaró el primer ministro Grotewohl, la mejor contribución del aparato estatal al éxito electoral sería ejecutar con eficacia las tareas del V Congreso y el plan económico, al que afectaban varios retrasos que había que resolver[64]. Este espíritu movilizador se trasladó a la población mediante una intensa agitación cuyos principales lemas resumía el llamamiento del Nationale Front. La RDA —rezaba— había protegido la paz frente a la agresividad occidental y había hecho propuestas reales de reunificación. Internamente se había consolidado el «primer Estado obrero y campesino de la historia alemana» con grandes obras, leyes sociales, mejoras laborales y económicas… que hacían evidente «la superioridad del orden democrático de nuestro pueblo», con una tasa de desarrollo económico «más alta que la de cualquier Estado capitalista del mundo». Las elecciones servirían para elegir «el camino de la paz, la prosperidad y la felicidad». Por ello, todos los trabajadores, agricultores, intelectuales, etc., deberían implicarse en cumplir el plan quinquenal[65]. Entre los esfuerzos productivos adoptados estuvieron la fabricación de bienes de consumo, para contentar a los votantes[66], y la mejora del abastecimiento de bienes primarios[67].

La campaña discurrió según los parámetros habituales: asambleas, debates sobre los candidatos y las propuestas (exclusivamente) del Nationale Front… A finales de septiembre se ordenó vincular la campaña con una propuesta de tratado de paz no respondida del Gobierno de la RDA a Bonn[68], algo en lo que se incidió mientras se desarrollaban los encuentros con los candidatos. En estos se preguntó repetidas veces por qué en la RDA no había oposición, a lo que respondieron que tolerarla iría contra todos los logros de la RDA y la clase obrera[69]. No sorprende, pues, que el Nationale Front anotara un 99,87 % de apoyos con una participación del 98,9 %[70]. Las directrices del Politburó sobre el recuento de votos especificaban que solo se contarían como votos en contra los que tachasen todos los nombres o recogieran declaraciones hostiles al Estado o la lista, y serían nulos los que incluyesen la palabra «nulo», estuvieran tachados, rotos o falsificados, o incluyeran notas despectivas sobre las elecciones o el régimen. Los comentarios contra candidatos individuales no contarían como voto nulo ni en contra[71]. Así era fácil contar como apoyos más de los obtenidos realmente y como nulos votos opositores. Entre las cifras oficiales y los recuentos no oficiales de la Stasi se aprecian diferencias leves, precisamente, en este punto[72]. No consta una manipulación a gran escala y la represión tampoco fue muy amplia, ya que la movilización opositora fue escasa (sobre todo religiosa).

IV. CONCLUSIONES[Subir]

Puede distinguirse entre las primeras elecciones convocadas por los nuevos regímenes, que legitimaban la nueva institucionalidad, y las posteriores, que la ratificaban. Los comicios fundacionales de ambos sistemas presentaban rasgos comunes, fruto de su carácter específico, e importantes diferencias motivadas por los diferentes contextos interno y externo. Los tres años de diferencia fueron claves, ya que en 1947 apenas se estaban asentando las democracias populares, pero en 1950 eran una realidad. En ambos casos hubo una fuerte oposición y una dura represión para asegurar un resultado favorable, pero las diferencias son obvias. Las elecciones en Polonia fueron competitivas y la represión buscó asegurar que los partidos anticomunistas no tuvieran posibilidades de obtener una representación peligrosa para la instauración del nuevo régimen. En la RDA, en cambio, el poder de la SED ya estaba relativamente implantado antes de los comicios. El hecho de que hubiera otra Alemania a la que poder emigrar relativizó la oposición interna, que no era tan contraria a las políticas impulsadas hasta entonces por la SED como a su dominio irrestricto. Algunos sectores de los partidos burgueses se opusieron firmemente a la ley electoral de 1950, lo que conllevó su represión inmediata y la aprobación unánime de la misma con el apoyo de otros sectores de esos mismos partidos. El volumen de la represión en Polonia y la RDA no es comparable, como tampoco el clima en el que se desenvolvieron las elecciones —fuertemente conflictivo en Polonia, resignado en la RDA— ni las asambleas nacidas de las mismas. En Polonia siguió existiendo un tiempo una pequeña oposición parlamentaria, mientras que en la RDA se instauró la unanimidad como norma.

La diferencia de contextos también explica que en Polonia hubiera campañas electorales confrontadas mientras que en la RDA se ensayó por primera vez la campaña típica del socialismo real, movilizadora de esfuerzos colectivos para cumplir los objetivos del Partido, con mejoras en las condiciones de vida y como un gran acto de discusión colectiva y permanente de un único programa, sin opciones alternativas. Este tipo de campaña estuvo presente en el resto de convocatorias analizadas, con los matices propios de las circunstancias. Atendiendo al eje temporal, vemos algunos rasgos comunes en las elecciones de 1952 y 1954, por un lado, y las de 1957 y 1958, por el otro. En 1952 y 1954 la represión —aunque menor que en los primeros comicios— fue más elevada que en las elecciones posteriores, debido al menor tiempo que llevaban implantados los regímenes socialistas y las importantes resistencias que todavía acarreaban (nuevamente, mayores en Polonia). El discurso político del PZPR y la SED todavía tenía poco pasado que enarbolar, aunque ya había algunos logros que reivindicar y numerosos planes cuyo estímulo en la campaña era necesario para alcanzar los nuevos objetivos económicos. Los sistemas electorales estaban todavía parcialmente desarrollados. Las elecciones de 1957 y 1958 tuvieron unos sistemas de votación más consolidados, con elementos llamados a permanecer (como la división en circunscripciones o la presencia en la lista de mayores opciones de selección). La represión fue moderada en ambos casos y ya había logros pasados que defender.

Pero también tenemos un eje político. Las elecciones polacas de 1952 y las germano-orientales de 1958 transcurrieron en un contexto de normalidad, mientras que las de 1954 y 1957 fueron posteriores a serias crisis políticas, lo que afectó a su desarrollo. El enfoque dado a los comicios convocados tras las convulsiones muestra una intención de reunir a la población nuevamente alrededor de unos regímenes aparentemente consolidados, pero altamente cuestionados. Los discursos estuvieron muy centrados en el futuro y las listas evidenciaron una fuerte voluntad renovadora del personal político intermedio, identificado con prácticas en desuso tras la muerte de Stalin. Sin embargo, había condicionantes que marcaban experiencias diferentes. La crisis de 1953 no conllevó un reemplazo de la dirección central de la SED ni de su líder, Ulbricht. Aún no se había iniciado en la URSS la desestalinización y solamente se cuestionó la dureza de algunas políticas aplicadas. El discurso de 1954, entonces, fue continuista: enarbolaba los aún escasos logros del Gobierno y proponía, con un fuerte componente internacional, una línea parcialmente reformista, con muchas promesas de mejoras en el nivel de vida. En cambio, el PZPR en 1958 estaba en otra situación. La dirección anterior fue destronada y Gomułka, preso bajo Bierut, ofrecía un horizonte de ruptura con el estalinismo y de múltiples reformas. En el discurso político de 1958 no se destacaron los éxitos del pasado, sino lo que Polonia debería ser bajo un socialismo renovado. La salida polaca de la crisis marcó un cambio de rumbo mucho más acusado que el germano-oriental. Se asumió la necesidad de implantar algunas reformas sin cuestionar los grandes rasgos del camino recorrido. En la campaña polaca hubo un debate mucho más abierto que en la RDA, que repitió buena parte del patrón marcado en 1950.

Las elecciones de 1952 (Polonia) y 1958 (RDA), en cambio, se dieron bajo una aparente normalidad. Tenían el carácter rutinario comúnmente achacado a las votaciones del bloque socialista; más un ritual político de unidad alrededor del régimen que un proceso selectivo. Las campañas tuvieron en ambos casos un importante carácter movilizador por el cumplimiento de los objetivos económicos. Se reivindicaron los éxitos de la política emprendida, con bastante más contestación y represión en el caso polaco que en el germano-oriental (pues la RDA ya había logrado una aceptación social amplia, bajo el signo de las políticas reformistas, y la oposición estaba desarticulada, cosa que no ocurría en la Polonia estalinista de 1952).

Todas y cada una de las convocatorias tuvieron oficialmente una gran participación y un gran apoyo para las listas únicas. El menor grado de participación y apoyo (aun así, importante) se dio en 1947, bajo las circunstancias especiales reseñadas. El fraude está documentado en pocos casos, aunque es inevitable sospechar ante los elevadísimos resultados. Había una obvia voluntad de mostrar en todo momento un altísimo apoyo al sistema, lo que refuerza la idea de estas elecciones como «institucionalizadoras» o «plebiscitarias». Esta función legitimadora parece el principal rasgo en común de todas las convocatorias analizadas, aunque el resto de objetivos señalados en la introducción también estuvieron presentes en mayor o menor grado, según las circunstancias. Los sistemas electorales socialistas no atendieron a todos los fines que se les atribuye en todos los momentos, sino que experimentaron un desarrollo parejo al de los correspondientes regímenes en el que primaron unos elementos por encima de otros según fuera necesario, y que nos habla mucho de cómo se autopercibían los Gobiernos comunistas y qué grado de apoyo consideraban que tenían o necesitaban. Fue la consolidación del socialismo a lo largo de los cincuenta lo que permitió que se asentase un modelo electoral único en el que cada cita repetía los ejes por los que había discurrido la anterior, como un acto político más del sistema. Aun así, merecería la pena continuar comparando los comicios de una RDA notablemente estable frente a una República Popular de Polonia sometida a frecuentes crisis, así como comparar estas experiencias con las de otros países socialistas y analizar más detalladamente algunos de los aspectos que hemos tratado superficialmente.

NOTAS[Subir]

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Marx (‍2007: 66).

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Furtak (‍1990b: 10-‍11); Flores (‍1992: 171); Kloth (‍2000: 112), y Domper (‍2014: 62).

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[29]

«Abschlussbericht über die Wahl am 15. Oktober 1950» en: Weber y Florath (2019: 85-‍94) y «Abschlussbericht über die Volkswahl» (ibid..: 95-101).

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[33]

Zaćmiński (‍2014: 128, 131).

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Mazur (‍2014: 496-‍497).

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Skobelski (‍2016: 460).

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«Anlage Nr. 1 zum Protokoll Nr. 10/54 vom 15. Juni 1954», 15-‍06-1954, SAPMO DY 30/J IV 2/2/366.

[51]

«Anlage Nr. 2. Z. Protokoll Nr. 14/54 v 2.7.1954. Beschluss des Politbüros über die Wahlen zur Volkskammer am 17. Oktober 1954», SAPMO DY 30/J IV 2/2/370.

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[53]

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[54]

«Anlage Nr. 3 zum Protokoll Nr. 24/54 vom 7. September 1954. Empfehlung für die Vertreter der SED in der Nationalen Front des demokratischen Deutschland», 07-‍09-1954, SAPMO DY 30/J IV 2/2/380.

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Kloth (‍2000: 113).

[56]

Weber (‍2004: 233-‍234).

[57]

«Instruktion» en: Weber y Florath (‍2019: 149-‍150).

[58]

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[59]

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«Anlage Nr. 22 z. Prot. 31 vom 29.7.58. Direktive zur Vorbereitung der Wahlen zur Volkskammer und zu den Bezirkstagen», 29-‍07-1958, SAPMO DY 30/J IV 2/2/603.

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«Anlage Nr. 4 zum Protokoll Nr. 32/58 vom 5. August 1958. Anlage 1. Wahl der Mitglieder der Volkskammer in Wahlkreisen», 05-‍08-1958, SAPMO DY 30/J IV 2/2/604.

[63]

«Beschluß über die Aufgaben der zentralen Organe der staatlichen Verwaltung zur Unterstützung der Vorbereitung und Durchführung der Wahlen zur Volkskammer und den Bezirkstagen», BArch DC I 3/290.

[64]

«Protokoll der 49. Sitzung des Ministerrates vom 22. September 1958», 22-‍09-1958, BArch DC I 3/290.

[65]

«Wahlaufruf der Nationalen Front des demokratischen Deutschland», Neues Deutschland, 23-09-1958.

[66]

Por ejemplo: «Zu Ehren der Wahl: Mehr Massenbedarfsgüter», Berliner Zeitung, 24-09-1958.

[67]

«Anlage Nr. 6 zum Prot.41/58 v. 30.9.58», 30-‍09-1958, SAPMO DY 30/J IV 2/2/613.

[68]

«Anlage Nr. 1 zum Protokoll Nr. 41/58 vom 30. September 1958. Weiterführung der Wahlbewegung für die Volkskammer und zu den Bezirkstagen», 30-‍09-1958, SAPMO DY 30/J IV 2/2/613.

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[71]

«Abschrift. Anlage Nr. 3 zum Protokoll Nr. 45 vom 11. 11. 1958», 11-‍11-1958, SAPMO DY 30/J IV 2/2/617.

[72]

«Wahlergebnisse vom 16. November 1958 – inoffiziell», 16-‍11-1958, en Weber y Florath (2019: 255-‍297).

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